Juan Carlos Lorenzo. El Toto. Un personaje de película

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Juan Carlos Lorenzo en la Bombonera. Una sociedad indestructible entre 1976 y 1979.

El Toto Lorenzo. Uno de los entrenadores más carismáticos, exitosos, y por supuesto, discutidos de nuestro fútbol. En Abrí la Cancha hicimos un recorrido de su vida y buscamos la comprensión del personaje a través del testimonio de muchos de sus dirigidos. También la polémica, porque la misma fue parte de su carrera deportiva.

Por Carlos Aira

 

«Boca es Sportivo Ganar Siempre». Una de las tantas frases de Lorenzo en su momento de gloria (Dibujos Xeneizes)
Al borde del paroxismo, la hinchada xeneize en éxtasis frenético. Boca campeón de la Copa Libertadores 1978, luego de golear 4 a 0 al Deportivo Cali de Carlos Bilardo. Una guerra de nervios entre dos tácticos que buscaron revolucionar el fútbol de su tiempo. Aquella noche del martes 28 de noviembre de 1978 fue el punto más alto de la carrera de Lorenzo. Su obra maestra. La perfección la había logrado semanas atrás en la lejana Karlsruhe, cuando el Loco sorprendió a propios y extraños con una zaga central que no estaba en los planes de nadie y un contragolpe que demolió al Monchengladbach alemán en la segunda final de la Copa Intercontinental.
«Es el Toto y su Ballet«, coreaba la 12 de Quique, el Carnicero. A los 55 años, Juan Carlos Lorenzo había ganado su principal batalla dentro del fútbol.

 

JUAN CARLOS LORENZO, DELANTERO MULTIFUNCION

Juan Carlos Lorenzo nació en la lluviosa madrugada del 27 de octubre de 1922. Hijo de esa inmigración gallega que ayudó a forjar esta nación. Creció en la casa familiar de Suipacha 956. Infancia y juventud sin sobresaltos. Hijo único de una familia de clase media popular y laburante. Su padre tenía negocio de zapatería al tiempo que su madre era planchadora. Fue su madre, nacida en Ourense, quién le puso el apodo que lo acompañó toda su vida. «Nunca supe como surgió, pero fue una ocurrencia de mi madre. Siempre me decía Toto, un sobrenombre que no era común en aquellos tiempo. ¡Vaya a saber por qué me llamaba así!«, recordó Lorenzo años más tarde.

 

En la casa de los Lorenzo se respiraba fútbol. José Lorenzo Pérez, el padre de Juan Carlos, era un asiduo concurrente de los estadios.  Socio de River Plate hasta que en mayo de 1939 se enamoró – y para el resto de sus días – de San Lorenzo de Almagro gracias a sus compatriotas Isidro Lángara y Ángel Zubieta. La pasión por el fútbol se la trasmitió a su único hijo. Juan Carlos jugaba en el potrero de avenida Córdoba y Paraná (Sí, en esa zona centrica, ocho décadas atrás, había un potrero con varias canchas). Luego de una fallida prueba en River Plate, llegó su primer club: Nueva Chicago. Año 1938. Quinta División y el proyecto de un delantero por derecha retrasado. Inteligente para armar juego y habilitar al compañero mejor ubicado. Un jugador de equipo que casi nunca sobresalía.
En 1939 consiguió el pase a Chacarita Juniors. Al tiempo que entrenaba con el plantel profesional y esperaba su oportunidad trabajaba en una relojería y era celador del Colegio Pueyrredón, en Chacabuco y Estados Unidos. En 1940 llegó su debut en el fútbol grande. No fue en la mejor situación. En septiembre de 1940, AFA condenó a Chacarita con 45 días de desafiliación por el intento de soborno del arquero Aldo Ramaciotti, de Newell´s. Por esta condena, el equipo no pudo disputar seis partidos quedando al borde del descenso.
1942. Juan Carlos Lorenzo (izquierda) junto a Zanola vistiendo la bellísima camiseta de Chacarita Juniors.
Juan Carlos Lorenzo debutó el 24 de noviembre de 1940. 30° fecha del campeonato. Chacarita igualó 2 a 2 ante Ferro Carril Oeste. La delantera funebrera la integraron Roberto Rodríguez, Raúl Setién, Ricardo Vilella, Juan Carlos Lorenzo y Raúl Fiacone. Jugó los cuatro partidos restantes de la temporada, señalando dos goles. Años más tarde, en la biografía escrita por el periodista Alfredo Di Salvo, Lorenzo recordó aquellos momentos:
«El día que debuté en la Primera de Chacarita, mi viejo cerró el negocio y se vino con unos amigos a verme; papá estaba enloquecido. Se lo contaba a todo el mundo. Lo mismo cuando metí el primer gol, al arquero Besuzzo. Pero por su trabajo, que era muy esclavo, no podía venir seguido».
Participó del equipo que obtuvo el campeonato de Primera B 1941. En 1942 llegó el momento de la colimba para luego acentarse en el equipo tricolor. En el verano de 1945, luego de 79 partidos y 20 goles en Primera División, llegó su transferencia a Boca Juniors. La dirigencia boquense apostó a dos juveniles de Chacarita para reforzar al campeón de 1944. Lorenzo y Enrique Martegani pasaron a Boca a cambió de $20.000 y los pases de Yiyo Carniglia y Roque Valsecchi. Lorenzo debutó oficialmente el 20 de mayo de 1945. Lluvia de goles en Caballito. Boca venció 5 a 3 a Chacarita Juniors y no hubo peor cuña que la del mismo palo: Toto convirtió el tercer gol de su equipo.

 

19 de agosto de 1945. Gol a Racing en Avellaneda. La Boca llena de gol.

 

Su paso por Boca Juniors fue breve. En su puesto estaba su amigo Jaime Sarlanga, ídolo de la tribuna. Mario Fortunato lo ubicó en todos los puestos del ataque, pero nunca logró la titularidad. Entre 1945 y 1946 disputó 25 partidos, marcando 8 goles. A comienzos de 1947 estuvo a punto de firmar contrato con Huracán, pero el presidente Ducó no estaba dispuesto a entregarle el 10% de la transferencia. Ese año disputó tan solo tres partidos. El último, el 20 de julio de 1947. Esa tarde, Boca igualó 3 a 3 ante San Lorenzo en el Gasómetro. Fue su último partido en Primera División.
En 1948 firmó contrato con Quilmes. Luego de siete años, Lorenzo volvió a jugar en el ascenso. Un paso breve. Tan sólo 12 partidos y cuatro goles. Un empresario le acercó una propuesta para seguir su carrera en Europa. Lorenzo tenía 26 años. Luego de mucho meditar, cruzó el Atlántico para vestir la camiseta de la Sampdoria.
Allí comenzó otra historia. Casado con Nora Antuña. Padre de dos criaturas. Era momento de comenzar una carrera casi desde cero. Lo primero que sorprendió a Lorenzo fue el orden y seriedad del club. Aldo Parodi, presidente del club, lo había contratado con una única finalidad: asistir a Adriano Basseto y Giuseppe Baldini, goleadores del equipo. En Génova, Juan Carlos Lorenzo se reconvirtió. Si bien no consiguió el estrellato, supo aprovechar su estrella en el ámbito italiano.
Año 1949. Lorenzo vistiendo la camiseta de la Sampdoria
Pasados los años, el Toto Lorenzo recordó su primera etapa en el Calcio: «Los primeros tiempos en Italia fueron terribles. Me costó muchísimo comprender el juego. Cuando mis defensores conseguían la pelota, me acercaba para recibir el pase corto y ser salida del equipo. ¡Que me la iban a dar! Los tanos le pegaban para arriba con alma y vida. Yo corría hacia adelante y cuando llegaba, la pelota ya volvía por arriba. Es decir, la veía pasar de ida y de vuelta. Sinceramente, me sentía un boludo. Acostumbrado a pisarla, levantar la cabeza y amagar, tuve que aprender a jugar al fútbol de nuevo».
En 1952, con 30 años, firmó contrato con el Nancy francés. El Toto armó ataque junto a Roger Piantoni, quién formó, junto a Raymond Kopa y Just Fontaine, el ataque francés de la Copa del Mundo 1958. Uno de los más sensacionales en la historia del fútbol galo. En Nancy, Lorenzo se cruzó con alguien que será fundamental en su formación futura. Era Jacques Favret, entrenador y arquero del equipo. Un obsesivo del fútbol. Un estudioso que no dejaba ningún detalle librado al azar. Entre tantas conversaciones fue quien le propuso a Lorenzo realizar el curso de entrenador. Conociendo la historia futura, y aunque suene extraño, el Toto no estaba convencido de realizarlo:
Año 1953. El Nancy francés con Lorenzo, quién es el segundo de los hincados.

 

«Una tarde, Favret me propuso que haga el curso de técnico. A mí la idea no me seducía para nada. Cuando insistió, para sacármelo de encima, que en Francia no lo quería hacer, que de seguir el curso lo haría en Inglaterra. A los pocos días se me acercó muy ansioso y me dijo: – tenés todo arreglado. La Comisión Directiva aprobó por unanimidad ofrecerte una beca en Inglaterra para que puedas capacitarte«. 
Allí comenzó una nueva etapa en la vida de Juan Carlos Lorenzo. Año 1954. El 8 de mucho trajinar y poco gol iniciaba una nueva etapa en su vida. En Lillehall, a dos horas de Londres, comenzó la formación de uno de los entrenadores más influyentes del fútbol argentino en los próximos 25 años. En el ocaso de su vida, Lorenzo le recordó al periodista Alfredo Di Salvo aquellos días formativos en Inglaterra:
«Estuvimos 22 días concentrados. La cosa era muy rigurosa. Realizamos más de 150 ejercicios. Ahí comprendí por que los ingleses dominaban tan bien el juego aéreo. Ese curso fue determinante en mi carrera como entrenador. Como jugador no había sido un Moreno o un Pedernera. Necesitaba conocimientos para sobresalir como entrenador y para eso había que capacitarse. Le estaré eternamente agradecido a la iniciativa y el empuje de mi amigo Jacques Favret». 
La elegante veteranía del Toto vistiendo la camiseta del Atlético Madrid. Año 1955.
La carrera europea de Lorenzo se extendió con los años. Nancy derrotó 2 a 0 al Real Madrid la tarde que debutó Alfredo Di Stéfano. Ese resultado sorprendente llamó la atención de Helenio Herrera, el entrenador argentino del Atlético Madrid, quién pidió la contratación de Lorenzo. En 1954, con 32 años, comenzó el recorrido del Toto en el fútbol español. Pasados los años, el Toto remarcó la importancia que tuvo ese entrenador egocéntrico, polémico y verborrágico en su carrera:
«De Helenio Herrera aprendí a manejar las relaciones públicas. ¡Un maestro para esas cuestiones! Todos los días tenía una idea nueva. Una vez fuimos a jugar a Sevilla y antes de viajar efectuó una declaró que ya habíamos ganado el partido. ¡Para qué! Iban al hotel para putearnos. Con esa declaración cargó de responsabilidades a los jugadores del Sevilla. Nos atacaron desde el primer minuto y nosotros terminamos goleando de contragolpe. Ganamos 4 a 0 y en el vestuario me miró de reojo y me dijo: ¿No les avisé que habíamos ganado?. Siempre digo, mis maestros fueron Renato Cesarini y Helenio Herrera«. 
Ya no había mucho hilo en el carretel del viejo 8. Luego del paso por el Atlético Madrid siguió su camino por el Rayo Vallecano, una filial del club colchonero en aquellos días, y finalmente el punto final en Mallorca. Año 1958.

 

UN ENTRENADOR DOCTORADO EN EUROPA

En 1958 llegó el momento del adiós. Un adiós pensado y meditado. Su amigo Alfredo Di Stéfano lo había recomendado como entrenador del Mallorca. En las islas Baleares comenzó un intenso camino que lo tuvo como protagonista durante casi tres décadas.
Año 1958. Su último paso como futbolista vistiendo la camiseta de Mallorca.
El equipo balear se encontraba en tercera división. En un principio, Lorenzo ocupó un doble rol: jugador y entrenador. Cuando llegó, el club no tenía jugadores. Debía armar un equipo nuevo. Convocó varios compañeros del Atlético Madrid y armó un equipo sólido. En la temporada 1958/59, el Mallorca se consagró ganador del Grupo VIII con números notables: 30 partidos jugados, 25 ganados, 4 empatados y una derrota. En la Promoción de ascenso el equipo ascendió a Segunda División. En la temporada 1959/60, Mallorca sorprendió a propios y extraños logrando el ascenso a Primera División. Juan Carlos Lorenzo había logrado un milagro: Mallorca había llegado al fútbol grande. En esos días, por pedido de Lorenzo, el club amplió la capacidad del estadio Luis Sitjar hasta llevarlo a 30.000 espectadores.
Año 1960. Juan Carlos Lorenzo en el foso del estadio Luis Sitjar mirando su reloj. El puntapie de una carrera notable.
En Mallorca comenzaron las avivadas del Toto. Una marca registada de su carrera. En la primera visita del Real Madrid a Mallorca le exigió al canchero que no cortara el césped por las bandas donde correría Paco Gento. El callejón del 7 debía tener el piso lo más desparejo posible. Por otra parte, las pelotas del partido quedaron sumergidas en agua durante un día. Todo era válido para conseguir el resultado. Aquella tarde, Mallorca y Real Madrid igualaron 1 a 1 en un resultado histórico para el club balear. Otra historia es el pedido de Lorenzo a varios pilotos de Iberia para que movieran los aviones donde viajaban las delegaciones visitantes antes de aterrizar en el aeropuesto balear.

 

Año 1961. Lorenzo, el Gasómetro y el plantel azulgrana. Terminó siendo subcampeón.

 

En 1961 llegó su primera experiencia en el fútbol argentino. El empresario Félix Latrónico lo convocó para dirigir a San Lorenzo de Almagro. Luego de 13 años, Toto volvía al país. Luego de Suecia 58, el fútbol argentino atravesó una etapa de profundo debate. El 1-6 ante Checoslovaquia puso en duda el histórico modelo de juego argentino. Los dirigentes abrazaron el Fútbol Espectáculo al tiempo que elegían entrenadores extranjeros. Nada nuevo: lo mismo había sucedido a comienzos de los 30s, en los albores del profesionalismo formal.
Con 39 años, Juan Carlos Lorenzo reingresó a un fútbol diferente al que había conocido. Asumió en la sexta fecha y su equipo sólo había sumado 3 puntos en cinco partidos. Lorenzo fue parte de un fútbol que tomaba otra fisonomía. Contemporaneo del Atlanta de los Claveles, el Toto trajo al país la impronta del exitoso Helenio Herrera. Sus decisiones eran la comidilla de todas las semanas: marcas personales al crack rival, presión en campo rival o sistemas defensivos similares al catenaccio italiano.
La camiseta roja – pedido de Lorenzo – y el Toto con el pizarrón. San Lorenzo 1961 fue su primera experiencia en el país. (Imágen: Mundo Azulgrana)
Pasados los años, El Toto recordó: «En un partido contra Boca hice jugar a Carlos Cabrera con la camiseta número 11, pero un 11 mentiroso, porque en realidad su función era marcar a Rattín por toda la cancha. Para la época, esa decisión táctica resultó toda una innovación y fue muy comentada por el periodismo, y, logicamente, después copiada por varios entrenadores. Claro, ¡Era algo desconocido en el país!«
San Lorenzo terminó la temporada subcampeón. Para el recuerdo: la camisa roja que utilizó el Ciclón para enfrentar al campeón Racing. Una obra de ingeniería del Toto: la Academia no había podido derrotar a Independiente; por lo tanto, San Lorenzo también debía jugar con camiseta roja.
Pero no hubo día después de Lorenzo en Boedo. Desarmado el equipo, sobre todo con la transferencia de José Francisco Sanfilippo a Boca Juniors, el Toto decidió poner fin a su primer ciclo en San Lorenzo.

 

CHILE 1962

Victorio Spinetto fue el piloto de tormantas luego del desastre de Suecia. El maestro, con sabiduría, mantuvo fuerte el timón. Argentina ganó la Copa América 1959, superando al Brasil campeón del Mundo en Suecia. En 1961, la Selección emprendió una gira internacional por Europa. Vencimos 2 a 0 a Portugal, caímos en España e Italia e igualamos ante Checoslovaquia 3 a 3 para finalizar igualando 0 a 0 ante la Unión Soviética en Moscú. Estos resultados prendieron las luces de alarma. Humberto Maschio, Antonio Valentín Angelillo, Alfredo Di Stéfano y Enrique Omar Sívori llevaban sus carreras en Europa, y al no poder vestir la camiseta de la Selección por disposición reglamentaria de AFA, debilitaban al equipo nacional.
Raúl Colombo – presidente de AFA – exigía un nuevo rumbo. A fines de 1961, Spinetto dejó su lugar. Luego de un breve interinato de José D`Amico, Colombo le ofreció la conducción del equipo nacional a Juan Carlos Lorenzo. AFA buscó su conocimiento sobre el fútbol europeo. Lorenzo aceptó la conducción del equipo en lo qué – con el paso de los años – entendió como uno de los más grandes errores de su vida deportiva: «Fue un disparate haber aceptado. El jugador argentino de aquellos días estaba dotado técnicamente, pero no fisicamente. Y lo más complicado fue que tampoco tenía ganas de ponerse en forma. Eso demandaba sacrificio y tampoco tenía tiempo, porque faltaban 18 días para el comienzo del Mundial. Los jugadores tampoco estaban entusiasmados. Es más: ¡Le tenían miedo al fracaso! Por eso, Amadeo Carrizo y Oreste Corbatta no fueron al Mundial».
Lorenzo llevó con el equipo a un psiquiatra, un dietólogo, un odontólogo, un clínico, un traumatólogo, un pedicuro, un cocinero y un secretario privado. Seguía siendo un innovador, aunque los resultados favorables se mantuvieron al margen de su don creativo. Los jugadores de aquel plantel de 1962 atesoraron algunas locuras de Lorenzo. Raúl Belén era figura de Racing Club. El rosarino le confió al autor de este artículo en 2008 (Belén falleció el 22 de agosto de 2010) una anécdota deliciosa: «Lorenzo le tenía miedo a los espías. Era una obsesión. El primer rival era Bulgaria y nosotros no sabíamos nada de ellos. Una mañana nos sacó del hotel y nos llevó a la práctica de los búlgaros. Nadie tenía que saber que estábamos. Nos hizo trepar unos paredones empinados y cuando llegamos a la tribuna, era un amistoso a puertas abiertas. ¡Nos queríamos morir!«.

 

El equipo argentino en su debut ante Bulgaria: Sáinz, Roma, Páez, Sacchi, Navarro y Marzolini. Abajo: Facundo, Rossi, Pagani, Sanfilippo y Belén. Ganamos 1 a 0.

 

En Rancagua, Argentina derrotó 1 a 0 a Bulgaria, gol del Tingui Facundo. En el segundo encuentro enfrentamos a Inglaterra. La obsesión de Lorenzo era Bobby Charlton. Armó un 4-2-4, sistema de moda en aquellos días, con Federico Sacchi y Ubaldo Rattín en el medio. Sin velocidad, Charlton se hizo un festín y Argentina cayó 3 a 1. En el último partido del grupo, Argentina debía derrotar a Hungría, pero no pasamos del empate sin goles. Argentina afuera del Mundial. Tras la eliminación lanzó su disculpa: «El jugador argentino no estaba mentalmente preparado para enfrentar a futbolistas europeos. Además, tuve la mala suerte de no poder contar con algunos lesionados que quedaron en Buenos Aires (Carmelo Simeone y Luis Artime), y en el primer partido con Bulgaria se me lesionó el mejor de los nuestros: Oscar Rossi, y otros dos casi tan buenos como él: Alberto Sáinz y Héctor Facundo»
Entrevistado en 2017 por La Señal Fútbol, José Francisco Sanfilippo no ahorró críticas al trabajo de Lorenzo en Chile: «Lorenzo vino muy sobre la hora y eso nos perjudicó. Cuando dijo que iba a modificar jugadores -a Cap, que era número cinco, lo puso de cuatro-, pensé: “Este está loco”. Lo puso de cuatro, a marcar a Bobby Charlton que tenía un torpedo en el culo y te pasaba a toda velocidad. Me dijo que quería que Facundo, a quien lo puso en el medio, fuera la primera marca de Charlton y que luego Cap fuera su segunda marca. Me quedé duro cuando lo dijo, no lo podía creer. A Rattín, que era cinco, lo puso de ocho, y al Flaco Sacchi, que era una tortuga pero con mucha técnica, en el medio. Antes de un Mundial tenés que tener el equipo armado, no podés llegar e improvisar».

 

POLEMICA EN ROMA Y NUEVAMENTE SAN LORENZO…

Luego de Chile 62, el Toto armó las valijas y volvió a Italia, contratado por la Lazio. Con el equipo romano consiguió el campeonato de Serie B 1963/64. En la temporada siguiente, Lorenzo sorprendió firmando contrato para Roma, el clásico rival de Lazio. Fue un escándalo. Su casa fue lapidada por los tifossi laziares, quienes entendieron que Giancarlo cometía una traición impagable. El Conde Marini Dettina, presidente de Roma, le pagó al entrenador y su familia una semana de descanso en la exclusiva isla de Ischia para escapar del manicomio romano. En la Roma dirigió a tres argentinos: Pedro Waldemar Manfredini, Antonio Valentín Angelillo y Francisco Loiácono. Pero la historia no terminó bien. El Conde Marini Dettini había acumulado cuantiosas deudas y el club estaba quebrado. A pesar de la situación apremiante, Roma obtuvo la Copa de Italia 1964/65. Sin futuro en Roma, parecía que el destino de Lorenzo sería España, Pero San Lorenzo se interpuso en el camino.

 

Juan Carlos Lorenzo dirigiendo a la Roma. Año 1965.

 

En mayo de 1965, Lorenzo volvió al fútbol argentino contratado por San Lorenzo de Almagro. El Toto, el hombre de la férrea disciplina, al frente de Los Carasucias. Debutó con empate 0 a 0 ante Chacarita Juniors. El equipo terminó lejos de los líderes del campeonato. La fama de los juveniles azulgranas – sobre todo Veira y Doval – obligó a largas concentraciones, algo inusual para la época. Lorenzo así lo explicó: «En la concentración yo sé que comen, como duermen y que piensan. Estando en sus casas, un error puede destruir todo. ¿Qué pasa si en su casa toma un vermouth de más o un cognac porque hace frío? Aparte, ¡Todos eran pendejos! Todo eso se evita con una concentración que comenzaba el viernes 19:30 y finalizaba después del partido».
En esta etapa en San Lorenzo, Toto Lorenzo comenzó una práctica que daría mucho que hablar: en las prácticas hacía jugar a los suplentes con camisetas del equipo rival del domingo próximo. Lorenzo decía que de esa manera se acostumbraban al adversario…
En aquel 1965, San Lorenzo entró en racha. Derrotó a Huracán en Patricios, a Racing e Independiente. Cuando parecía que pegaba el salto hacia el campeonato, San Lorenzo perdió un partido inesperado ante Lanús. Fue 1 a 0, con un gol desde muy lejos de Fernando Parenti. Ahí se acabaron las chances azulgranas.

 

INGLATERRA 1966

Luego de Chile 62, AFA decidió darle salida a Lorenzo. La Selección era despreciada. Los jugadores no querían vestir la camiseta nacional y los entrenadores tampoco querían quemarse. Néstor Rossi, Alejandro Galán (Jim Lopes), Horacio Amable Torres y José D´Amico tomaron una posta que era el huevo podrido. A comienzos de 1964, José María Minella tomó el control de la Selección. En aquel 1964, Brasil organizó la Copa de las Naciones. Los cuatro equipos participantes serían el anfitrión, Portugal, Inglaterra e Italia, pero a último momento los italianos desistieron de la competencia. Para la organización era necesario un reemplazo. Ahí apareció Argentina. El equipo que entró por la ventana terminó siendo campeón, goleando 3 a 0 a Brasil en el Pacaembú con una actuación descollante de Ermindo Onega. Fue la noche que el debutante Roberto Telch – que ingresó por José Mesiano, lesionado por Pelé – convirtió dos goles y Amadeo Carrizo lavó el honor de Suecia 58 atajándole un penal a Gerson.
El ciclo Minella finalizó luego de conseguir la clasificación a Inglaterra 1966. Carlos Perette, hermano del vicepresidente de la Nación, Francisco Perette, y titular de AFA entendía que el éxito en Inglaterra estaría más cercano con un entrenador con otro cuño y le ofreció la conducción del equipo nacional a Osvaldo Zubeldía. El Zorro juninense pidió condiciones muy claras para agarrar el equipo: Selección como prioridad y concentración prolongada en el exclusivo Colegio Ward, donde los jugadores deberían adquirir nociones básicas del idioma inglés. Todo fue aceptado por AFA, pero el ciclo Zubeldía duró tan sólo un partido oficial: el empate ante la Unión Soviética 1 a 1 en River Plate, el 1 de diciembre de 1965. Zubeldía renunció dos meses antes del Mundial de Inglaterra por la decisión de AFA de no contratar a Antonio Faldutti, su ayudante de campo. Sin tiempo por delante, Perette fue a lo seguro y contrató a Juan Carlos Lorenzo.
Juan Carlos Lorenzo dando instrucciones al plantel mundialista de 1966. Nunca existió buen feeling entre los jugadores y el DT.
Con muy poco tiempo de trabajo por delante, las condiciones eran complejas. No existía feeling entre el plantel y el entrenador. Semanas antes del comienzo de la Copa del Mundo, la Selección se instaló en Europa en una gira previa de penoso gusto. Sin rivales de jerarquía y pernoctando en hoteles dudosos por Copenhague, Torino y las comarcas austríacas, donde la Selección enfrentó a un equipo conformado por obreros de fábricas. Para colmo, Lorenzo agredió a un periodista alemán acusándolo de espía. La situación fue de mal en peor. El Toto contrató a un espía italiano para vigilar a sus jugadores. Cuando los futbolistas se avivaron de la situación se amotinaron y amenazaron con regresar a casa. Ante esa situación, AFA envió a Europa a Valentín Suárez. El dirigente tenía excelente relación con los jugadores. No así con Lorenzo. Valentín Suárez quería armar el equipo. Para contrarestar la prepotencia del dirigente, Lorenzo convocaba a conferencia de prensa y daba el equipo días antes de cada partido. Una guerra fría que atravesó toda la Copa del Mundo.

 

Lorenzo y los jugadores inspeccionan el Villa Park de Birmingham el día previo al debut ante España.

 

Argentina venció 2 a 1 a España, igualó 0 a 0 ante Alemania Federal y en el último partido de la fase de grupos derrotó 2 a 0 a Suiza. El primer objetivo se había cumplido. En la fase de cuartos de final, Argentina debía enfrentar a Inglaterra. El mítico partido atravesado por la expulsión de Antonio Rattín a cargo del referí alemán Rudolf Kleitlein. Argentina cayó 1 a 0 en Wembley y fue el momento de regresar a casa.
La figura de Lorenzo se había realzado. Ermindo Onega y Silvio Marzolini habían sido considerados grandes figuras de la Copa del Mundo. Pasados los años, Lorenzo recordó aquella experiencia en Inglaterra: «La gran figura fue Ermindo Onega. Me sorprendió su espíritu de sacrificio. Acá todos los consideraban un jugador frío, que jugaba para la platea y allá fue un ejemplo de esfuerzo. Perfumo y Marzolini también se destacaron«.
Roberto Perfumo tenía 22 años en 1966. En el año 2000, recordó la importancia que tuvo el Toto Lorenzo en ese momento de su carrera: «Lorenzo fue uno de los mejores técnicos que tuve y lo recuerdo con afecto. Se la jugó por mí en un momento delicado de mi carrera y un bien nacido debe estar siempre agradecido. Nunca voy a olvidar las conversaciones que mantuvimos. Era un obsesivo del fútbol. Le daba mucha importancia a la alimentación y tenía una fijación con los espías. veía espías por todos lados«.
Lorenzo tapa de Primera Plana, una revista de moda en aquellos días.
Como siempre, la polémica estuvo presente. Osvaldo Ardizzone – pluma de El Gráfico – apuntó sobre Lorenzo, su forma de ver el fútbol y sus sistemas defensivos: «Lorenzo transformó en Wembley una cancha al cincuenta por ciento. Adelante, unos metros más allá del círculo central, la soledad de Artime separado de Pinino Más por otros cuarenta metros. El resto bien agrupado cuidando más la pelota que la misma vida. La entrega más larga con un recorrido de tres metros y, si era posible, optar por el retroceso antes que el prestamo lateral. Así fue que escondimos la pelota setenta de los noventa minutos. Al cabo, un ollazo de los tantos que tiró Inglaterra encontró la cabeza de Hurst y al Tano Roma debajo del travesaño».

 

 

Luego del Mundial, Lorenzo siguiò su camino por River Plate. Un paso poco conocido en la carrera del entrenador. Asumió luego de la renuncia de Renato Cesarini. Dirigió las primeras 16 fechas del creado campeonato Metropolitano, hasta que una derrota ante San Lorenzo lo motivó a renunciar. Consultado por su paso en Nùñez, el Toto Lorenzo recordó: «Me encontré con un equipo de grandes jugadores, pero bajoneados animicamente. Habían perdido la final de la Libertadores y la hinchada los hostigaba. Había un clima enrarecido y muy sensible. Costaba mucho recuperarse. Los equipos grandes, principalmente River, por historia están obligados a atacar y sabemos que el que ataca ofrece ventajas en el contragolpe. El problema radicaba en la defensa y el mediocampo. Recibíamos un gol y se pudría todo. La tribuna y los plateistas silbaban a todo el mundo». 
Luego de River, el futuro de Lorenzo estuvo en la Ciudad Eterna. Volvió a la Lazio, donde dirigió al equipo entre 1968 y 1971. A comienzos de 1972, el entrenador volvió al país para el casamiento de su hija Beatriz. En ese interín porteño le llegó una oferta que cambiará su carrera. Lo buscaba, por tercera vez, San Lorenzo de Almagro.

 

SAN LORENZO 1972

La década de Juan Carlos Lorenzo fueron los 70s. El summún de su fama. Si en la década anterior había conquistado prestigio, los campeonatos lo habían gambeteado. Los 70s serán tiempos de vueltas olímpicas. Vale destacar que la etapa más exitosa de Lorenzo se inició en 1972, en Avenida La Plata 1761.

 

San Lorenzo bi-campeón 1972. Un equipo sólido y solidario. El equipo que le permitió a Juan Carlos Lorenzo sacar chapa de técnico exitoso.

 

Dirigido por el chileno Andrés Prieto, San Lorenzo había sido subcampeón del Nacional 1971. A comienzos de 1972, el trasandino se fue pegando un portazo y Miguel Ignomiriello, formador de inferiores, agarró la conducción del equipo. La dirigencia, encabezada por Osvaldo Valiño, buscó un nuevo entrenador y Juan Carlos Lorenzo fue el hombre señalado.
Lorenzo fue presentado el 24 de marzo de 1972. El entrenador impuso entrenamiento en doble turno y cambios defensivos: «En algunos puestos tuve que optar, por ejemplo, entre el Sapo Villar, de enorme categoría, y el Hueso Glaría, más rústico, pero me gustaba como defendía. A Cacho Heredia, que era tres, lo convertí en seis. Le decía: «Vos sos el Beckenbauer de San Lorenzo». Ricardo Rezza era muy técnico y lo superaban los delanteros. Entonces le enseñé a usar el cuerpo para aprovechar la fuerza del contrario. La Oveja Telch tenía una regularidad asombrosa y a Victorio Cocco le di toda la libertad para crear juego. Fue el director técnico dentro del campo de juego. Recuerdo que lo hice bajar de peso hasta llegar a 74 kilos con una cura de pomelo y una dieta sin frituras ni grasas. Pero la gran revelación fue Enrique Chazarreta, por su movilidad y funcionamiento«.

 

Juan Carlos Lorenzo dirigiendo una práctica en el histórico Gasómetro de Avenida La Plata. Lorenzo inició en Boedo lo que luego magnificó en la Boca.

 

San Lorenzo fue la sensación de 1972. El equipo obtuvo – con solo dos derrotas – el Metropolitano y ganó invicto el campeonato Nacional, venciendo en la final a River Plate. A pesar del notable éxito, el equipo estuvo sumergido en la polémica. Junto a Lorenzo estuvo el profesor Jorge Castelli. En una década atravesada por el uso de estimulantes, aquel equipo fue eje de la polémica. El tema fue la comidilla del fútbol argentino. En el momento de la vuelta olímpica del Metro, riéndose de las críticas y apelando a su histórico humor, la hinchada azulgrana coreó: Con marihuana con cocaína se alimenta el campeón de la Argentina. Para rematar la situación, la barra agitaba una jeringa gigante.
Año 1972. Práctica en el Gasómetro de Avenida La Plata. En aquel año, San Lorenzo se consagró bicampeón: Metro y Nacional.
El equipo también recibió críticas deportivas. Para un sector de la prensa, San Lorenzo podía ganar todos los domingos, pero no se brindaba hacia el espectáculo. El Toto le respondía a las críticas con el manual de su admirado Helenio Herrera: «Para atacar hay que saberse defender, porque un equipo atacando se desordena defensivamente y ofrece ventajas. Por eso, mi primer objetivo es imperdir goles y después atacar, por más que el periodismo me califique de defensivo. En todos lados apliqué la picardía y busqué sacar ventajas. Pero siempre dentro de un límite. Me quedaron grabadas unas palabras que repetía Angelito Labruna: no se puede ser vigilante y ladrón al mismo tiempo«.

 

 

Roberto Mario Espósito fue uno de los protagonistas de 1972. En las Charlas de Vestuario de Abrí la Cancha, el León brindó su mirada sobre Lorenzo y aquel gran equipo azulgrana:
«San Lorenzo de 1972 era un equipo europeo. Juan Carlos Lorenzo que había regresado de Europa le ofrecieron la dirección técnica y se hizo cargo del equipo. Muy intuitivo, con mucha capacidad de trabajo, creo que fue uno de los pioneros en fabricar ese equipo. Fue viendo día a día las características de cada uno y había un plantel muy competitivo con apellidos únicos: Roberto Telch, Victorio Cocco, Toti Veglio, Lobo Fischer, hasta José Francisco Sanfilippo estuvo en el Metropolitano»
Año 1972. Juveniles azulgranas:García Ameijenda, Luciano Figueroa; Oscar Rodríguez, León Esposito; Ratón Ayala y Cacho Heredia.
La clave de aquel equipo fue la estructura del equipo, completamente distinto al del 68, pero con resultados que con el tiempo fueron más productivos que en el 68 porque era un equipo muy bien balanceado en defensa, una defensa realmente muy buena con todos los jugadores, casi de selección: Cacho Heredia, Rols, Sergio Villar, el Hueso Glaría, Roberto Telch. Y te sobraba”.
“Del mediocampo en adelante estaban Victorio Cocco, el Gringo Scotta, y el Lobo Fischer que después lo vendieron a Brasil. Era un equipo que tenía todo el condimento típico europeo porque el técnico venía de vivir muchos años allá y lo fabricó de esa forma, con la característica de esa forma, con las características de los jugadores y arrasó los dos torneos”. 
Espósito también recordó en Abrí la Cancha la final del Nacional 1972, que lo tuvo como protagonista marcando en forma personal al Beto Alonso: «Juan Carlos Lorenzo vino y me dijo un día ‘yo necesito que usted al mejor jugador del equipo adversario no me lo deje mover. Olvídese de jugar, usted tiene que recuperar la pelota’. En esa época todos los 10 eran la figura de los equipos, la ‘nena bonita’. Me amoldé a eso y en la final del Nacional, en cancha de Vélez, el Beto Alonso no pudo tocar la pelota. Fue mi partido más recordado. Una final contra River que ganó San Lorenzo. Fue muy notorio porque un momento me hizo más famoso Alonso que lo que yo había jugado. No lo dejaba dar vuelta. Marcar a un zurdo es difícil porque no sabes para qué lado va a disparar, pero si no lo tenés que dejar dar vuelta”. 
No todos los jugadores de aquel San Lorenzo quedaron con un buen recuerdo de Lorenzo. Sergio Bismark Villar es el futbolista que en más partidos vistió la camiseta azulgrana en la historia. Relegado por el entrenador, el lateral uruguayo recordó sin cariño al Toto Lorenzo en Abrí la Cancha:
Sergio Sapo Villar
El Toto Lorenzo te volvía loco. No jugué mucho con Lorenzo, pero te volvía loco, no te dejaba jugarNo me gustaba la forma de ser de Lorenzo. Se creía que era más importante que el jugador. Uno puede ordenar, puede hacer una táctica, una práctica, parar el equipo, decir unas cosas pero después en el partido el que resuelve es el jugador. Por más cosas que le diga el técnico, el que resuelve en el partido es el jugador. Cuando tuviera la pelota no iba a mirar para el costado y decir ‘eh maestro tengo la pelota y ahora ¿Qué hago?’. Vos resolves ahí, después si lo hiciste mal bueno que venga, que te grite, que te saque que ponga a otro y ya está. No te puede no dejar jugar porque es contraproducente”.
Lorenzo fue la antìtesis de Tim. El brasileño te hacia sentir feliz y contento. En el entretiempo nos juntaba y con unas chapitas desparramadas en el suelo nos decía que había que modificar, por donde atacar y donde aprovechar el partido sin cargar al jugador con mil responsabilidades. Lorenzo nos hablaba una hora y media, y la verdad, a los diez minutos el jugador ya está en otra cosa. El jugador lo que quiere es subirse al micro, ir a la cancha, entrar al vestuario, vestirse y salir a jugar”.
“Te hablan una hora y media pensando que vos vas a recordar todo lo que te dijo, a los 10 minutos te olvidas. Yo marcador de punta ¿Qué tengo que hacer? Jugar por la derecha, manejar al wing izquierdo, tratar de sacarle la pelota, que no me baile y cuando tengo la pelota entregársela al que está al lado mío , al 8 al 7 o tirársela para adelante para el 9 o cosas así. Entregar la pelota a un compañero. Eso ya lo sé, dos horas y media diciéndome cosas”.
“Lorenzo te tenía una hora y media hablando. Había jugadores que necesitaban eso. Que le digan ‘vos tirale y metele’. Yo no, porque no era de meter: era de jugar. A mi me divertía jugar, pero jugaba bien. Eludir al wing para que no me baile, tratar de bailarlo para que ofusque. ¿Por qué? Porque los wing izquierdo en aquel tiempo no sabían marcar. Entonces, cuando vos le quitas la pelota o lo avanzas y lo eludis, se volvían locos”. 

 

ATLETICO MADRID

En 1973, Juan Carlos Lorenzo armó las valijas y volvió al Atlético Madrid. Su buen recuerdo y el bicampeonato 1972 le abrió las puertas de un club que aspiraba a consagrarse entre los más grandes de Europa.
Año 1973. Juan Carlos Lorenzo junto a Luis Aragonés. Tiempos de Atlético Madrid.
Lorenzo armó un equipo de argentinos. El famoso Atlético de Buenos Aires. Se llevó dos puntales azulgranas, como Cacho Heredia y el Ratón Rubén Ayala. El Panadero Díaz fue contratado libre de Racing Club. Allí estaba el tucumano Iselín Santos Ovejero, campeón con Vélez Sársfield en 1968. Un equipo durísimo que llegó a la final de la Copa de Campeones de Europa (actual Champions League) donde le tocó enfrentar al Bayern Munchen. Esa noche sucedió algo increíble. El Atlético se puso en ventaja a pocos minutos del final con gol de Luis Aragonés. Parecía que el título se iba a Madrid, pero un remate desde 40 metros del central Shawarzenbeck encontró al arquero Reina entregándole sus guantes a un fotógrafo del diario Marca. Gol del Bayern. No había penales sino repetición del partido. Esa noche el equipo alemán goleó 4 a 0 al Atlético de Juan Carlos Lorenzo.

 

UNION DE SANTA FE 1975

Luego de tocar el cielo con las manos en Europa, Juan Carlos Lorenzo volvió al país y aceptó una propuesta singular: dirigir un equipo de provincia que había ascendido a Primera División. El Club Atlético Unión se había consagrado campeón de Primera B 1974. Su presidente, Súper Manuel Corral, tenía la idea de armar un equipo competitivo, que moviera las estructuras de la provincia y pensó en Lorenzo. Pero existía un problema: Lorenzo quería un plantel de Primera División. Fue así qué, en el verano de 1975, Unión contrato de River Plate a Baudillo Jauregui, Lito Bottaniz, Heber Mastrángelo y Víctor Marchetti. De Racing llegó Oscar Trossero. Desde San Lorenzo, Victorio Nicolás Cocco; y desde Gimnasia, Hugo Gatti y el delantero Eduardo Marasco.
Año 1975. Juan Carlos Lorenzo y Hugo Gatti en la etapa de Unión.
Unión fue animador del Metro 1975. Un torneo que terminó con los 17 años sin títulos de River Plate, pero el elenco santafesino venció en ambos partidos a River. El más recordado, en Vélez Sársfield, donde Unión llevó su localía a cambió de un montón de pesos. Con los años, Lorenzo recordó su experiencia en Santa Fe: «Jugamos un torneo muy sólido y equilibrado, obteniendo triunfos que volvían loca a la hinchada, que nos seguían a todas partes. Derrotamos a Rosario Central en Arroyito y a Racing le ganamos 7 a 1. También le ganamos a San Lorenzo y a Boca. ¡Unión en 1975 fue un equipo moderno!«.
A pesar de tener un plantel renovado, la gran figura del equipo fue Leopoldo Jacinto Luque. En junio de 2020, poco tiempo antes de fallecer, el goleador santafesino fue parte de las Charlas de Vestuario de Abrí la Cancha y recordó con gratitud la figura de Juan Carlos Lorenzo:
«Lo recuerdo muchísimo y bien, porque conmigo fue un tipazo. En el primer partido que jugamos, un amistoso ante Patronato para presentar a todas las figuras, una fiesta con la cancha repleta, jugué yo de nueve con Mastrángelo en la delantera. Ganamos 4 a 0, e hicimos dos goles cada uno. Cuando terminó el partido, me puso la mano en el hombro y me dijo: ‘Muy bien flaquito. Te tengo que decir algo. Si vos me hacés caso a mí, hasta un equipo grande, y no sé si la selección, no parás. Porque tenés dos o tres cosas que muy pocos centrodelanteros tienen‘. Y yo, te imaginás, estaba feliz de la vida con lo que me dijo. Le hice caso en todo. Si bien era de los técnicos que cuando su equipo mete un gol lo mandan atrás y chau… Ganaba partidos 1 a 0 y no le hacías un gol… Era un tipo que estaba en todos los detalles. Supongamos, si había jugadores que por naturaleza tienden a engordar poquito. Entonces les sacaba el postre y me lo daba a mí, que necesitaba mantener el peso, y hasta engordar un poquito más, porque tenía cierta estatura. Necesitaba estar fuerte, ir bastante al gimnasio, porque lo mío era mucho choque, mucho pique de acá para allá. Yo hice todo eso con tantas ganas, porque mi papá y mi mamá también me lo pedían».

 

A RESPIRAR PROFUNDO. JUAN CARLOS LORENZO Y BOCA JUNIORS

El 10 de diciembre de 1975 se oficializó el arribo de Juan Carlos Lorenzo a Boca Juniors. Debía reemplazar a Rogelio Domínguez. Un equipo super ofensivo, pero que no había podido plasmar su fútbol con una vuelta olímpica. En sus conversaciones con Alberto J. Armando, presidente de Boca Juniors, el entrenador pidió disciplina y refuerzos.
Juan Carlos Lorenzo en la Bombonera. Una sociedad indestructible entre 1976 y 1979.
La pretemporada de 1976, Boca Juniors la realizó en Necochea. Un acto de indisciplina marginó a Osvaldo Potente, figura del equipo. Lorenzo había llegado con mano dura. Para el Toto era fundamental un nuevo volante central. Marcelo Trobbiani era elegante, pero no tenía marca. Pidió al club la amnistía de Rubén Suñé, a quién había dirigido en Unión. El Chapa se había ido mal de Boca años atrás. Tan así que Armando había declarado: «Este señor no se pondrá nunca más la camiseta de Boca«.
Junto a Rubén Suñé llegaron desde aquel Unión 75, dos pedidos expresos del entrenador Hugo Gatti y Heber Mastrángelo. Luego arribó el talentoso Mario Nicasio Zanabria y dos delanteros: Juanchi Taverna y el Toti Veglio, a quién Lorenzo había dirigido en San Lorenzo. En aquel verano de 1976, el entrenador tuvo una declaración que le ganó al tiempo:
«Mi idea es armar un equipo homogéneo. Parejo y ganador. Donde todo el equipo juegue para lo mismo. En el Boca que tengo en la cabeza, el que quiere chiches que vaya a la juguetería«. 
Para comprender al Toto Lorenzo que dirigió Boca Juniors entre 1976 y 1979 lo mejor sea citar a los protagonistas.
El Heber con la azul y oro.
Ernesto Mastrángelo es un formidable contador de historias. Con su gracia narró los primeros días de Lorenzo en Boca Juniors y una anécdota que lo tuvo como protagonista junto a Mario Zanabria: “Ese verano estábamos haciendo pretemporada en Mar del Plata y el primer partido amistoso fue en Tandil. Yo no viajé y jugó Mario Zanabria de titular. Boca ganó 3 a 0 y los tres goles los hizo Marito. Cuando vuelven los muchachos al Hotel Iruña, Lorenzo me llamó junto a Zanabria. Le preguntó: `¿Usted es goleador?´, Mario le respondió: `No maestro, lo de hoy fue una casualidad´. Lorenzo se rió dijo: `Bien, porque este equipo da para un sólo fiolo y ese fiolo es el que está al lado tuyo. Si querés jugar acá te tirás a los pies, mordes la pelota con barro y corrés de punta a punta, sino no podés jugar en Boca´. Zanabria venia de un Newells donde jugaba de puntas de pie y no se manchaba el pantalón blanco”.
A pedido de Abrí la Cancha, Mastrángelo analizó el trabajo de Lorenzo: «Toto inventó los tres entrenamientos diarios. También el media punta: fue Victorio Nicolás Cocco en aquel San Lorenzo bicampeón 1972. La clave de nuestro equipo fue que todos corriamos y teníamos buen pie: Chino Benitez, Toti Veglio – que fue mejor que Zidane jugando al fútbol – o Mario Zanabria. Pero todos teníamos la obligación de correr por toda la cancha.
Agosto de 1978. Gol de Mastrángelo al Borussia. Boca goleó 3 a 0 en Alemania y se trajo la Copa Intercontinental.
El delantero santafesino también señaló todo el trabajo de Lorenzo previo a la final de Boca ante el Borussia en Alemania: El partido en Alemania lo ganó el Toto. Si resucitara le saca diez años de ventaja al resto de los entrenadores. Luego de empatar 2 a 2 en la Bombonera, comenzó a prepararse para la revancha que se jugaba cuatro meses más tarde. Lo mandó un mes y medio antes del partido al profesor Claudio Von Foerster que hablaba perfecto alemán. Iba a los entrenamientos del Borussia haciéndose pasar por periodista holandés. Agarró confianza con ellos y vio todos los entrenamientos. Si Borussia ponía un pibe de la tercera, Lorenzo ya sabía como jugaba. Por eso digo que Toto fue un adelantado“.
Quique el Carnicero, Lorenzo y Armando con la Copa Intercontinental.
El delantero también recordó como el presidente Alberto Armando se enteró de la formación del equipo para la final, que distaba – y por mucho – del equipo que habitualmente jugaba: “Estaba tomando con Toto un café dos días antes de la final. Se acercó el Puma Armando y le dice ´Maestro, ¿Como va a armar?´, Lorenzo le dijo sólo la defensa: Gatti; Pernía, Tesare, Bordón y Colorado Suárez. Armando, que nunca se metía en nada, lo miró asombrado y le preguntó `¿Seguro maestro?´ Claro, no jugaban dos valuartes como Pancho Sa y Roberto Mouzo y menos mal que no le dijo que tampoco jugaba el Chino Benitez. Toto armó un equipo diferente, con Salinas de 8, Suñé y Zanabria y para ese partido tres puntas: yo, Saldaño y Darío Felman, que vino a jugar especialmente ese partido. Después hicimos tres goles en el primer tiempo. Felman abrió el marcador a los dos minutos. A los doce metí mi gol luego de un gran desborde de Darío. Salinas metió un golazo. En el entretiempo, Toto hizo entrar a Veglio por Saldaño. Allí los alemanes no encontraron más la pelota”. 
El contragolpe como un arma mortífera. Un lanzador y dos puntas abiertos. Así lo explicó el Heber en Abrí la Cancha: “El contragolpe lo teníamos trabajado pero fijate que teníamos grandes jugadores. Teníamos a Gatti y Pancho Sá, el mejor arquero y número 2. Para mí, Pernía fue el mejor 4 de la historia porque marcaba y pasaba al ataque que daba calambre. Cuando Labruna se dio cuenta que el jugador de Boca que mejor tiraba los centros era el Tano, ya le habíamos ganado dos campeonatos. Desde ese momento, Emilio Nicolás Commisso comenzó a marcar la subida de Pernía. Era un equipo muy inteligente”.
Más testimonios. Vicente Antonio Pernía expresó en Radio Gráfica: «Lorenzo trabajaba con responsabilidadPero me gustaría recordar al profesor Jorge Castelli, porque es dueño de un gran mérito: nunca parábamos de correr. La gran virtud de Lorenzo era adelantar cosas que pasarían en los partidos. Tal vez eran detalles, pero cuando sucedían uno pensaba que era un fenómeno porque lo había adelantado».
El Boca de Lorenzo. Un equipo que ganó todo. Contención y contragolpe.
Por su parte, Francisco Sá analizó en Abrí la Cancha: «El Toto Lorenzo era un entrenador exigente y que entendía la piel de los hinchas del club. Fue así que nos afirmamos pronto y obtuvimos las Copas Libertadores de 1977 y 1978. También la Intercontinental de 1978, aunque Lorenzo me haya sacado para jugar la final en Alemania contra Borussia. En 1979 perdí mi única final de Copa Libertadores. En tres años de Copa sólo no jugué tres partidos».

 

 

El delantero Daniel Severiano Pavón recordó en el aire de Abrí la Cancha historias increíbles con Lorenzo: «Tengo una historias increíble con Lorenzo. En la final de la Copa Libertadores de 1977, yo fui titular en la Bombonera. Cuando fuimos a Belho Horizonte, yo fui al banco. En un momento, Lorenzo mandó a calentar a todos salvo a mí. Cuando metió el golazo Nelinho, ahí me hizo entrar. Sin calentar ni nada. Perdimos 1 a 0. Al otro día viajamos a Uruguay para jugar el desempate. Yo le veía cara rara a Juan Carlos. Recuerdo que el día estaba feísimo. Estaba durmiendo y me despierta Lorenzo junto al profe Castelli, los dos con una vela pegada a un plato. Eran las cuatro de la madrugada. Yo no entendía nada. El Toto me dice: Felman no puede jugar. Si no llega, juega usted. Ahora, si juega Nelinho, usted le pega una patada. Lo echan, pero nosotros ganamos igual. ¡Menos mal que jugó Felman porque Nelinho estaba lesionado!
El festejo del Cholo junto a Hugo Gatti. Boca campeón de la Copa Libertadores 1977.
«Al final fui al banco e ingresé en el segundo tiempo. Menos mal que Gatti le atajó el penal a Vanderley, porque después de ése penal me tocaba a mí y las piernas me pesaban 200 kilos. Encima había tanto barro en la cancha que el pie se hundía hasta el tobillo».
«Sacar ventajas era algo aceptado en la época. Cuando jugamos la final Intercontinental contra el Borussia, el Toto me pidió que le meta un rodillazo al danés Allan Simonsen. Me dio una verguenza bárbara, pero había que hacerlo. La Copa era así. A mí, Roberto Perfumo me dejó ocho puntos de sutura en la pierna. Era un juego diferente al actual. Sacábamos ventajas de donde podíamos. Es muy recordado un gol con la mano que le hice a Sarmiento de Junín. Hoy, el fútbol es más complicado. Las canchas y las pelotas son diferentes. También son diferentes los chicos«.
La Pantera Rodríguez con su emblemático buzo.
Finalmente, el arquero Carlos RodríguezLa Pantera – recordó en Abrí la Cancha como Lorenzo se decidió por el para reemplazar a Hugo Gatti en la primera final de la Copa Libertadores de 1978: «el Loco Lorenzo quería sacar a Gatti porque no estaba bien de la pierna. En un picado en la Candela discutimos por un gol y Lorenzo lo echa a Gatti, quién le dice camino al vestuario: “Sinvergüenza, te jugué en una pierna“. Viajamos a Colombia el Gato Santos y yo como arqueros. En la tarde anterior a la final hicimos una práctica en el Pascual Guerrero. En la mitad de la cancha pusimos dos bolsos armando un arco y del otro lado el arco real. El partido era 11 suplentes contra 5 titulares. A mí me mandó con los suplentes. Lorenzo tenía la costumbre de ir cambiando los arqueros en las prácticas. En un momento, Santos pasó de largo en dos centros. Ahí Lorenzo pidió que ataje con los titulares. Me di cuenta que iba a ser titular en la final de la Libertadores. Me mataron a pelotazos. Parecía que estaba peleando con Mike Tyson. La última pelota le saco un pelotazo a Miguelito Bordón. Ahí Lorenzo me sacó de la práctica y me dijo: “Te veo bárbaro, Pantera. Mañana atajas vos”. La final terminó empatada 0 a 0 y atajé muy bien. Esa noche, Lorenzo tuvo un gesto que nunca olvidaré. Entro al vestuario, me encaró, abrazó y me dijo: “Pantera, te tengo que felicitar. Vos siempre le ponés el pecho a las difíciles“.
Boca llegó a la final de la Libertadores 1979, pero cayó ante Olimpia de Asunción. El 2 de diciembre de 1979, San Lorenzo y Boca igualaron 0 a 0 en el Gasómetro de Avenida La Plata que decía adiós para siempre. También fue el adiós de Juan Carlos Lorenzo a la conducción técnica del Club Atlético Boca Juniors. En casi cuatro años, Boca Juniors conquistó una Copa Intercontinental, dos Copas Libertadores y el bicampeonato de 1976.

 

NAFTA DE AVION

La carrera de Juan Carlos Lorenzo – y el fútbol argentino – estuvo atravesado por la serie semifinal de Copa Libertadores de 1979 entre Boca Juniors e Independiente. Ambos planteles mostraron un estado físico fuera de lo común. La tribuna habló de «nafta de avión«. Consultado sobre una problemática que angustiosa, Lorenzo tiró la pelota al lateral: «Ese día entramos muy motivados por el trato que nos dispensaron en Avellaneda. Nos cortaron las luces en el vestuario, a lo mejor pensarían que nos íbamos a inyectar, pero igual los embromamos. Fuimos a la cancha con varios sol de noche”.

 

El famoso partido entre Independiente y Boca por la Libertadores de 1979. La nafta de avión…

 

La polémica del doping atravesó los años. Ubaldo Antonio Rattín reemplazó a Lorenzo en la conducción técnica del equipo xeneize. 1980 fue un año nefasto para el club de la Ribera. En 1998, Rattín prendió el ventilador en El Gráfico: «Terminó la primera rueda y salimos anteúltimos. Entonces, en la segunda llamé al kinesiólogo (Aldo Divinsky) y le dije: «Dele piedra libre. Al que pide una droga, dele dos. Y ganamos«. El Rata afirmó que quiso darle estimulantes al plantel de Gimnasia en 1979, pero no las consiguió «porque escaseaban, en esa época la usaban los guerrilleros y el Pervitín había que ir a buscarlo a Brasil y no teníamos medios». Rattín dijo que a causa de jugar en desigualdad de condiciones, Gimnasia se fue al descenso tras un cuadrangular con Atlanta, Chacarita y Platense, que conservó la categoría.
En aquel 1998, Lorenzo le respondió a Rattín: «No es serio que salga a decir lo que dijo, tampoco me parece claro eso de que recibió un equipo todo roto. Físicamente, los jugadores estaban en buen estado. No se por qué apareció ahora con todo este circo». 
A partir del Metropolitano de 1980, AFA instauró el control antidoping es obligatorio y regular en todos los partidos de Primera División.

 

LO QUE VINO DESPUÉS…

En diciembre de 1979 finalizó el ciclo de Lorenzo en Boca Juniors. Con casi 60 años, su estrella pareció apagarse. En enero de 1980 fue contratado en forma estelar por Racing Club. Un paso muy desteñido. Para el recuerdo: la tarde que la Academia vencía 4 a 1 a Ferro y terminó perdiendo 5 a 4. Finalizado el partido, Lorenzo juntó a los defensores de su equipo y les dio un sermón delante de 10.000 hinchas enfurecidos. En el vestuario visitante, Lorenzo declaró:
«No recuerdo haber logrado tres goles de diferencia y perder. Se le vino la noche al mediocampo. Se quedaron sin piernas. Hago entrar a un muchacho como Roberto Díaz para que funcione el contragolpe, y este no solo no aparece, sino que incluso no tapó a nadie. Alonso es un buen profesional, pero falla en la marca y el retroceso. Tambien Veloso. Bottaniz no estuvo feliz. El único que se salva del incendio es Hirchsfeld ya que el arquero también estuvo flojo».

 

Un sector de la prensa no tuvo compasión con Lorenzo: era el anti-fútbol. (Foto: hernandoRC)

 

Lo que vino después fue rocambolesco en la vida profesional de Juan Carlos Lorenzo. En el segundo semestre de 1980 dirigió al Atlante mexicano, pero las internas del plantel determinaron su salida. En 1981, Lorenzo dirigió dos fechas a Argentinos Juniors. Desavenencias con Próspero Cónsoli, presidente del club, obligaron su precipitada salida. Llegó el mes de julio. El Toto tomó la conducción de San Lorenzo. Un momento duro de su carrera porque le tocó el descenso de categoría. En las Charlas de Vestuario de Abrí la Cancha, Walter Perazzo recordó la noche anterior al partido final ante Argentinos Juniors:
Lorenzo y el descenso de 1981.
Nunca voy a olvidar la tarde del descenso. La noche anterior al partido contra Argentinos Juniors (15/8/1981), el Toto Lorenzo me llamó junto a Rubén Insúa, Marcelo Milano y Osvaldo Rinaldi, que eramos juveniles que alternábamos, y nos anunció que seríamos titulares. En la cancha hubo mucha tensión y una realidad: nosotros fallamos nuestro penal y ellos lo convirtieron. Siempre recuerdo que terminó el partido y no hubo insultos. Fue increíble lo que sucedió: todo fue un mar de lágrimas, pero durante una hora nadie se movió de la tribuna».
Noviembre de 1983. Vuelta olímpica en el Parque de la Independencia. Campeón con Atlanta. Su último título.
Se quedó en San Lorenzo y dirigió al equipo hasta junio de 1982, cuando finalizó su vínculo con el club firmó con Vélez Sársfield, club que dirigió hasta mediados de 1983. Luego fue el turno de Atlanta, donde obtuvo el campeonato de Primera B 1983. En 1984 volvió una vez más a Lazio, pero sin éxito ya que el equipo descendió a la Serie B. En 1985 regresó por quinta vez a San Lorenzo. Un paso breve e intrascendente en un club atravesado por una fuerte crisis institucional.
Su último paso por el fútbol profesional fue en Boca Juniors. Año 1987. Luego de un arraque desastroso y una goleada 0-6 ante Racing en Avellaneda, la dirigencia buscó un bálsamo. Un nombre que pudiera aquietar las aguas.

 

 

Octubre de 1987. Lorenzo y Gatti, en la portada de El Gráfico. «El viejo maestro volvió a casa».
Juan Carlos Lorenzo volvió a la Bombonera el soleado domingo 4 de octubre de 1987. Esa tarde, Boca derrotó 2 a 0 a Racing de Córdoba, goles de Jorge Comas y Alfredo Graciani. De los bicampeones de América y la Copa Intercontinental de una década atrás tan sólo quedaba la imperecedera figura de Hugo Gatti. Juntos fueron tapa de El Gráfico en aquel reencuentro triunfal.
Pronto la realidad fue otra. Luego de aquella victoria, Boca acumuló cuatro derrotas consecutivas. Aquel equipo no levantó cabeza y llegó al mes de diciembre en los últimos puestos de la tabla de ubicaciones. El viernes 18 de diciembre de 1987, Boca Juniors cayó 2 a 0 ante Rosario Central en Arroyito. Aquella noche, Juan Carlos Lorenzo dirigió el último partido de su carrera. Tenía 65 años. Su equipo formó: Hugo Gatti; Ivar Stafuza, Sergio Otero, José Luis Cucciufo e Ignacio Medina; Milton Melgar, Fabián Carrizo y José Luis Villarreal; Alfredo Graciani, Humberto Gutiérrez (Jorge Raffo) y Jorge Comas.
4 de octubre de 1987. Alfredo Graciani y Hugo Gatti junto a Juan Carlos Lorenzo. Era el regreso de Giancarlo a la Bombonera.
«A mí no me pusieron los dirigentes, a mí me contrató el hincha, que nunca me insultó y siempre me dio su aliento. Ese gesto lo recuerdo con mucho agradecimiento. A los únicos que no tengo que hacerles ningún reproche es a los jugadores. Entre todos, quiero destacar a Jorge Rinaldi – que jugó lesionado – y Carlos Tapia. Con el conseguimos seis puntos de ocho, pero lo vendieron a Francia. ¿Les parece que tuve apoyo?», declaró Juan Carlos Lorenzo en el verano de 1988.
Hubo momento para una última emoción. En noviembre de 2000 recibió un cálido homenaje en la Bombonera. La emoción se reflejó en sus ojos brillosos. Desde la madrugada del 14 de noviembre de 2001, Juan Carlos Lorenzo pasó a ser evocación y recuerdo. Nadie puede negar que fue un innovador. Un polemista sin par. Capaz de confrontar abiertamente con César Luis Menotti en la previa de la Copa del Mundo 1978. También con Carlos Salvador Bilardo en la final de la Copa Libertadores de aquel año, cuando el Narigón dirigía al Deportivo Cali.

 

La última presencia de Lorenzo en la Bombonera. Noviembre de 2000.

 

¿Picardías o anti-fútbol? Su obsesión por el fútbol y el éxito lo llevó a niveles que parecían insospechados. Lorenzo fue capaz de inundar la Bombonera en la previa de la final de Copa Libertadores 1977. Arruinar un sector del campo de juego de su estadio con el solo fin de entorpecer el andar de la estrella rival. Despertar jugadores de madrugada para recordarle indicaciones tácticas. Al mejor estilo Rocky Balboa, obligar a sus dirigidos a correr gallinas para mejorar reflejos.
La estatua de Juan Carlos Lorenzo en la Bombonera.
El fanático de las cábalas. El hombre que veía espías y mufas por todos lados. El técnico que prohibía a sus jugadores circular por la Avenida Amancio Alcorta por considerarla de mala suerte. El entrenador que obligaba a Roberto Mouzo a mantener largas conversaciones teléfonicas con su perro desde la concentración de La Candela. El que le exigía a los arqueros no utilizar ciertos colores ni hablar con periodistas mufas. El técnico que estaba en todos los detalles: antes de la final del Nacional 1976, contra River, que se jugó en Racing, llevó al plantel a entrenarse en la cancha de Almirante Brown porque tenía el mismo pasto que la de Racing.
Desde 2017, Juan Carlos Lorenzo tiene su estatua en la Bombonera.

 

 

(*) Periodista y escritor. Autor de Héroes de Tiento y Héroes en Tiempos Infames. Conductor de Abrí la Cancha, por Radio Gráfica FM 89.3

 

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