Enrique Omar Sívori: padre de Maradona, abuelo de Messi

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Crack enorme de su tiempo, ídolo eterno de River Plate y Juventus, en la actualidad, la figura de Enrique Omar Sívori se encuentra percudida por el tiempo. En Abrí la Cancha nos propusimos dimensionar al genio de San Nicolás.

Por Carlos Aira

 

El Cabezón. Jugador sin época. A Enrique Omar Sívori le alcanzaron 63 partidos oficiales en River Plate para ser considerado un crack. Zurdo jugando por derecha, fue una inmensa figura de la Juventus de Turín durante casi una década. Décadas después de su tiempo, al fenómeno de medias bajas y gambetas indescifrables el fútbol argentino no le estaría brindando el verdadero sitial que merece. Por eso, la importancia de conocer su vida y obra. 
San Nicolás de los Arroyos. Límite norte de la provincia de Buenos Aires. 230 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires por la ruta 9. Tan sólo 70 kilómetros de Rosario. Tierra natal de innumerables futbolistas y cinco mundialistas: Rubén Pagnanini (Argentina 78), Santiago Santamaria (España 82), Patricio Hernández (España 82), , Nelson Vivas (Francia 98) y Leonardo Franco (Alemania 06). Tierra de milagros y apariciones, como la que alumbró el miércoles 2 de octubre de 1935. Un prodigio de fútbol llamado Enrique Omar Sívori

 

 

Hijo menor del matrimonio entre Adeodato Publio Sívori y Carola Tiracchia. Enrique nació y creció en una humilde vivienda sobre la calle América esquina Francia, a pocas cuadras del cementerio municipal. Infancia de potrero intercalada con los estudios en la Escuela de Artes y Oficios, como la mayoría de los pibes humildes del barrio, donde aprendió el oficio de Tornero mecánico

 

El pibe Sívori con los colores de Francia. El equipo de su barrio.
Francia fue el primer club-equipo de Sívori. Homenaje a la calle en la cual vivían la mayoría de los pibes. En 1950 fichó para Club Atlético Teatro Municipal. Nadie podía creer que ese gurrumín de cabello invariablemente despeinado – en tiempos de religiosa gomina – fuera dueño de tanta habilidad. Enrique pasó a ser Chiquín. Llegó el debut. Domingo 21 de octubre de 1950. Quince años recién cumplidos y derrota 2 a 0 ante Villa Hermosa. Una semana más tarde llegaron sus primeros dos goles. Fueron ante Unión, en General Rojo, un pueblo a la vera de la 188 camino a Pergamino. 
Renato Cesarini descubrió a Sívori. Con verlo tan sólo 10 minutos no dudó: era un crack.
La fama de Sívori en San Nicolás era inmensa. Pero en toda historia existe un golpe de suerte. La que permitió arrebatarlo del fútbol chacarero y llevarlo al cénit del fútbol mundial.
A mediados de 1951, River Plate realizó pruebas de juveniles en Rosario a cargo de Renato Cesarini. Enterado del reclutamiento de jóvenes valores, José Maiorano – miembro de la Subcomisión de Fútbol de River – recibió el mensaje urgente de Nicolás Gualdone, un amigo nicoleño que le habló maravillas del pibe de Teatro. Fue tan grande la insistencia que Cesarini desvió su regreso hacia San Nicolás para ver al chiquilín de 15 años. Se organizó un picado informal en cancha de Teatro. En sólo diez minutos, Cesarini comprobó que el petiso de medias bajas y zapatillas desvencijadas era un crack y aconsejó su inmediata contratación.
Se inició una disputa porque Teatro Municipal pidió mucho dinero por su joya. En Núñez respondieron: «Tiene talento pero lo tenemos que formar«. La oferta millonaria no fue aceptada por el club. Se inició una fuerte disputa entre la familia Sívori y Teatro. Semanas de discusiones. Finalmente, Teatro cedió y transfirió a su estrella a cambio de la recaudación de un partido amistoso. El mismo se realizó el 2 de octubre de 1951 y River venció 5 a 1. 

 

Febrero de 1954. En una serie de amistosos en Bahía Blanca y Mendoza, el pibe Sívori mostraba pasta de crack. (Archivo: Roberto Errasti)

 

Una joya de archivo: una de las primeras fotografìas de Sìvori jugador de River Plate. Febrero de 1954.
Enrique Sívori debutó en la Tercera de River Plate el 6 de abril de 1952. Derrota 3 a 2 ante Independiente en Avellaneda. Tenía 16 años. Alineado como entreala o wing izquierdo, el juvenil Sìvori tuvo su silencioso espaldarazo a mediados de 1953 cuando la Tercera de River fue de gira por Colombia. En su primera salida al exterior afianzó su capacidad futbolística. Llegó el momento de codearse con los grandes. Sábado 30 de enero de 1954. Amistoso nocturno ante el Partizán yugoslavo en el Monumental. Sivori ingresó en el segundo tiempo por Ángel Labruna. En febrero, River inició una serie de amistosos en el sur de la provincia de Buenos Aires y Mendoza. El pibe Sívori fue la figura sorprendente
Al igual que José Manuel Moreno en 1935, el crack apareció en el verano. Pocos días antes del inicio del campeonato, Ángel Labruna sufrió un ataque de apendicitis. José María Minella lo confirmó titular. Domingo 4 de abril de 1954. Primera fecha del campeonato. River goleó 5 a 2 a Lanús en el Monumental con cuatro goles de Walter Gómez («La gente ya no come / por ver a Walter Gómez»). El zurdito de San Nicolás convirtió el quinto gol de su equipo. 
Julio de 1954. No tenían 20 años. Sívori y Menéndez armaron una sociedad tan genial como efectiva.
Sívori fue sensación en las primeras fechas del campeonato. Cuatro goles en los primeros cinco partidos. 1954 fue un año especial para River. Luego del bicampeonato 52-53, el título se fue hacia la Ribera. Pero en Núñez se estaba conformando un equipo para todos los tiempos. Junto a Sívori surgió otro pichón de crack: Norberto Menéndez
El saque inicial en la Bombonera, en el clásico de 1954, quedó inmortalizado en la primera página de El Gráfico: «Así fueron un día Pedernera y Labruna. Dos pibes ingeniosos y traviesos. Despeinados y con medias caídas que llegaron al gran estadio con todos los chiches del baldío y comenzaron una campaña brillantísima. Los de hoy se llaman Menéndez y Sívori. Llevan la casaca de River Plate y el domingo se lucieron ante Boca Juniors».

 

8 de diciembre de 1955. River campeón en la Bombonera. Enrique Sívori a la derecha de la imagen.

 

1954. Primera tapa de El Gràfico.
1955 fue el año de La Maquinita. Una de las expresiones más acabadas de fútbol colectivo en la historia de River Plate. Un equipo notable: Amadeo Carrizo; Alfredo Pérez y Federico Vairo; Oscar Mantegari, Néstor Rossi y Gilberto Sola; Santiago Vernazza, Enrique Omar Sívori, Walter Gómez, Ángel Labruna y Félix Loustau.  
El veterano periodista José Luis Ponsico brindó en Abrí la Cancha Radio su recuerdo infantil de Enrique Omar Sívori y su consagratoria temporada de 1955: «Sívori era gambeta corta y desparpajo. La vida me dio el privilegio de verlo jugar. Fue la tarde de la vuelta olímpica ante River en la Bombonera. Boca ganaba 1 a 0 con gran partido de Tito Cucciaroni. A los 25 minutos del segundo tiempo, Sívori hizo una jugada fantástica por derecha. Como Maradona en el gol a los ingleses, o como hacen o hicieron Messi o Gerson. Sívori mostró la pelota y eludiendo a Pescia y Edwards, giró sobre sí mismo, tiró el centro de zurda y empató Labruna. Al minuto, el Mono Zárate dio vuelta el partido». 
Año 1956. Sívori junto a dos veteranos consagrados: Walter Gómez y Ángel Labruna.
Sívori fue un crack de barrio. Medias bajas a la altura de los botines y pelo revuelto. Con notable inteligencia para meterse con un desparpajo notable en el duro entrevero del área como para armar juego desde atrás. Como le dijo Renato Cesarini a un dirigido: «Con Sívori usted puede jugar al claro tranquilo que junto con usted va a llegar la pelota«.
Sívori tuvo la extraña característica de realizar su corta carrera en el fútbol argentino jugando por derecha. Si en 1939 la aparición de Labruna obligó al genial José Manuel Moreno a correrse hacia la derecha, Enrique Omar Sívori también debió jugar de 8 ante la presencia del enorme Angelito. Sívori nunca se quejó: «Debo jugar en la derecha porque en la izquierda hay un irremplazable como Labruna. Vale la pena hacer el sacrificio para jugar con semejante maestro. Reconozco que me tira más la izquierda porque soy zurdo sin embargo no es problema para jugar como insider derecho. De esta forma puedo gambetear hacia adentro con más panorama«. 
Pero Sívori tenía algo que lo hacía diferente: sabía mostrar las uñas. Daba y recibía sin decir palabra. No le escapaba a los empujones y las riñas. Tampoco tenía problema en elevar su suela en propia defensa. Pero una tarde terminó en escándalo. Fue en 1955. Ante Ferro Carril Oeste en Caballito. Partido áspero ante un rival que necesitaba puntos para zafar del descenso. 43 minutos del segundo tiempo. Partido igualado 1 a 1. El 5 verdolaga Julio Bernárdez encabezó el ataque local. Sívori buscó atorarlo con la plancha alta. Fractura de tibia y peroné. Sívori sufrió un ataque de nervios y pasó la noche junto a Bernárdez, internado en un sanatorio.  

 

 

El Cabezón Sívori. Figura de River en 1956. Foto: Roberto Errasti.
1956 fue el año de su consagración. Figura inmensa de River bicampeón. El crack de las medias por los tobillos y el carácter a flor de piel era un fenómeno. Algunos lo llamaban morfón por su tendencia a no descargar rápido la pelota. En una entrevista, realizada a comienzos de 1956, declaró: «No soy morfón, me gusta el gol. Cuando gambeteo un rival tengo el arco a mi disposición. A veces, remato al arco y veo que tengo un compañero mejor ubicado pero yo arriesgo y tiro al arco«. 
José Luis Ponsico recuerda una jugada que da cuenta de éste Sívori dueño de habilidad y poca solidaridad: «Abril de 1956. Huracán local en cancha de Vélez. Toma la pelota Sívori, se saca la marca de Scherl y enfrentó al arquero Edgardo Medinabeitya. La mostró por derecha y enganchó para la izquierda. Arco de la General Paz. Cuando va a rematar, nuevo enganche hacia la derecha. El arquero pasó de largo una vez más. Ahora sí, debía rematar. Pero Sívori enganchó de nuevo y recién ahí remató. Su tiro lo sacó Juan Manuel Filgueiras en la línea. Años después, en una cena, Sívori me confesó que Labruna le quiso pegar en el vestuario«. 
Enrique Sívori. Tapa de El Gráfico con la camiseta de la Selección. Año 1956.
Alfredo Di Stéfano alguna vez dijo de Enrique Omar Sívori: «Es genial. Sólo tiene un leve defecto: se deja arrastrar continuamente por su deseo de lucimiento personal«. Por su parte, Juvenal – histórico periodista de El Gráfico – analizó: «El Cabezón era demasiado jugador. Pesaba demasiado como delantero agresivo, penetrante, atrevido, encarador y pícaro, para que no lo tuvieran en cuenta. ¿Cómo jugaba? Fue el antecesor de Maradona, con el mismo virtuosismo para el amague y la gambeta, tal vez con menos justeza de pegada, sobre todo con la pelota detenida, pero con tanta o más personalidad que Diego”.  
1956 fue el año del debut en la Selección Argentina. 22 de enero de 1956. Campeonato Sudamericano Extra disputado en Montevideo. Aquella noche, Argentina venció 2 a 1 a Perú. El equipo nacional, dirigido por Guillermo Stábile, formó con Julio Mussimessi; Pedro Dellacha y Federico Vairo; Pancho Lombardo, Eliseo Mouriño y Ernesto Gutiérrez; Rodolfo Michelli (Luis Pentrelli), Enrique Sívori, Ricardo Bonelli (Francisco Loiácono), Ángel Labruna y Tito Cucciaroni. Sívori convirtió el primer gol del partido. 
Luego llegó el Campeonato Panamericano en México. Marzo de 1956. Asomaba una generación de nuevos valores. Junto a Sívori brillaron Héctor Guidi, Natalio Sivo, el Piojo Yudica, Bocha Maschio y Oreste Corbatta. Para Stábile no había dudas. Allí estaba el necesario recambio generacional del fútbol argentino. 

 

Maschio, Angelillo y Sívori. Los tres carasucias geniales que al ser transferidos a Italia, no fueron convocados por AFA. Fueron las grandes bajas de la Eliminatoria y el Mundial.

 

Llegó la Copa América de Lima. Marzo de 1957. Debut a toda orquesta. Ocho goles a Colombia. Luego, 3 a 0 a Ecuador. Una delantera de pibes: Corbatta, Maschio, Angelillo, Sívori y Cruz. 20 de marzo de 1957. La prueba de fuego. Enfrente, Uruguay. Los Carasucias golearon 4 a 0 con una actuación notable de Enrique Omar Sívori. El país se paralizó para escuchar los partidos. Seis goles a Chile. Penúltima fecha. Goleada 3 a 0 a Brasil. Otra actuación sensacional del equipo nacional. Enrique Omar Sívori era el mago. El pibe capaz de cualquier cosa con la pelota. La gran estrella del fútbol argentino. 
Oreste Corbatta, Humberto Maschio, Antonio Angelillo,  Sívori y Osvaldo Cruz ya son parte de la mejor historia del fútbol argentino. Fútbol para todos los tiempos. La delantera de los Carasucias de Lima. El Bocha Maschio declaró en Abrí la Cancha Radio: «Sívori era un jugador de otro planeta. Tenía una habilidad increíble«.  
Los tres carasucias de Lima que no viajaron a Suecia por ser parte del Calcio: Humberto Maschio, Valentín Angelillo y el genial Enrique Omar Sívori.
Para José Luis Ponsico «El seleccionado de 1957 pudo haber sido el mejor de la historia argentina por haberle metido ocho goles a Colombia, cuatro a Uruguay y tres a Brasil con Didí, Garrincha, Joel, Zito, Gilmar, Nilton y Djalma Santos. Tan sólo faltaban Zagallo y Pelé del equipo campeón al año siguiente en Suecia. En 2003 tuve la oportunidad de cenar con Sívori y hacerle éste comentario. Él me respondió: -Yo le doy la razón pero hay un punto que no me cierra y es lamentable: a nosotros no nos vieron jugar en Argentina«.

 

 

El 9 de abril de 1957, Argentina derrotó 4 a 1 a Perú en Lima, tomando revancha de la última jornada del Sudamericano, en el cual el equipo nacional – ya campeón – cayó 2 a 1 ante los locales. Fue el último partido de Enrique Sívori con la Selección. El calcio había puesto sus ojos en los tres carasucias fantásticos que tenían pasaporte oriundi para llevar su fútbol y goles a Italia: Sívori, Maschio y Angelillo
El aspecto del estadio de River Plate desde su inauguración en 1938 hasta la venta de Sívori a Juventus. La mítica herradura. El dinero sirvió para la construcción de la tribuna Colonia.
El fútbol argentino se conmocionó. La Juventus de Turín ofertó 10 millones de pesos por Enrique Omar Sívori. Aproximadamente, 600.000 dólares al cambio de la época. Una verdadera fortuna. Fue Renato Cesarini, ídolo de la Vecchia Signora entre 1930 y 1935, quién recomendó su contratación. A pesar del profundo debate interno, el dinero de su transferencia sería vital para realizar el comienzo de obra de la tribuna Colonia. Desde su inauguración, el 26 de mayo de 1938, el estadio Monumental tenía desnudo de cemento su cabecera del Río de la Plata. La transferencia del Cabezón permitió levantar la platea baja y perder la condición de herradura. 
Cancha de Central. Su último partido en el fútbol argentino.
En 1972, ya alejado del fútbol profesional, Sívori declaró: «No pierdo la esperanza que en un futuro la tribuna del Río de la Plata lleve mi nombre. Esa tribuna debiera llamarse Enrique Omar Sívori. No hay que olvidarse que se construyó con lo que recibieron por mi pase al fútbol italiano«. 
Su último partido en el fútbol argentino lo disputó el domingo 5 de mayo de 1957. Primera fecha del campeonato. En Arroyito, River Plate igualó 1 a 1 ante Rosario Central. Tan sólo 63 partidos con la banda roja con 28 goles. Una luz llena de fútbol, potrero y picardía que fue parte de un éxodo doloroso. Sus gambetas nunca más serían parte de nuestro fútbol. Tampoco volvería a vestir la camiseta de la Selección: por un decreto impresentable, desde marzo de 1958 hasta 1972 estuvo prohibida la convocatoria de futbolistas que no estuvieran bajo los registros de AFA. 

 

 

Italia lo recibió con cierto escepticismo. ¿Un crack con cuerpo de mimbre podía jugar en el duro calcio? En su presentación, Sivori dio varias vueltas a la cancha haciendo jueguito con la pelota. Las dudas se despejaron pronto. Junto al galés John Charles armaron una sociedad perfecta.
Enrique Omar Sívori junto al Balón de Oro que lo reconoció como el mejor jugador europeo de 1961.
Su zurda mágica conmocionó Italia. Una concierto de gambetas, fintas, caños y goles. Detalles geniales, incluida la lengua por fuera de la comisura de los labios como mostraría Diego Maradona décadas más tarde. Sus gambetas y goles colocaron a la Juventus en lo más alto del calcio italiano: campeón de las temporadas 1957/58, 1959/60 y 1960/61. Y las Copas de Italia de 1959 y 1960. 170 goles con la camiseta blanquinegra. En 1961 obtuvo el Balón de Oro al mejor jugador europeo. Nacionalizado italiano fue parte de la Azzurra. En la noche del 15 de junio de 1961, Italia goleó 4 a 1 a la Selección Argentina en Firenze. Sívori marcó dos goles; uno de ellos, un zurdazo desde treinta metros que sorprendió a Néstor Errea.  Con la Azzurra disputó la Copa del Mundo de Chile 1962 junto a Humberto Maschio
Año 1962. Real Madrid-Juventus en Chamartín. Dos cracks del Río de la Plata: Alfredo Di Stéfano y Enrique Omar Sívori.
En Italia dejó una huella que aun perdura. No sólo por sus caños y gambetas: no arrugó nunca. En tiempos de duro catenaccio,  Elio Grani, líbero del Catania, amenazó al Cabezón con romperle una pierna si le tiraba otro caño. «A ver si soy yo el que te la rompe«, respondió Sívori. Minutos más tarde, el defensor terminó fracturado. En la Copa de Campeones de Europa 1961, Juventus y Real Madrid disputaron tres batallas. En Turín, el defensor merengue Pachín lo llamó Indio. La respuesta fue un cabezazo que le partió el tabique nasal al español. Sus rivales lo odiaron. Por su habilidad y carácter. Enzo Bearzot alguna vez recordó: «aunque Sívori era un mierda entre los mierdas, si se le trataba con lealtad él respondía del mismo modo».
La emoción en los rostros de Cesarini y Sívori. El Cabezón no quiso enfrentar al equipo de Renato que perdía la categoría. El viejo maestro lo obligó a jugar y brillar.
La temporada 1960/61 fue la más intensa de Chiquín en Italia. 20 de mayo de 1961. Antepenúltima fecha del campeonato 60/61. En San Paolo, Napoli recibía a Juventus. El equipo del sur, dirigido por Renato Cesarini, estaba muy complicado con el descenso. Sívori no quería jugar el partido. Renato era el hombre que lo había llevado a River y Juventus. Le debía todo. En la tarde del sábado, Sívori visitó a Renato en el hotel donde concentraba. Luego de un abrazo lleno de emoción, el viejo maestro le susurró al oído al pibe que había descubierto en San Nicolás de los Arroyos: «Nada de compromisos, Omar. Yo me he llenado la boca diciendo que usted es un fenómeno y no me puede dejar mal. Por esa misma amistad que nos une usted debe hacer mañana el mejor partido de su vida, porque será la mejor demostración de afecto que puede brindarme”. Al día siguiente, Juventus goleó 4 a 0 a Napoli, con tres goles de Sívori. El abrazo final, lleno de sentida emoción entre maestro y discípulo, fue portada de todos los medios italianos. 

Pero la temporada estuvo atravesada por una fuerte polémica. El 16 de abril de 1961, Juventus recibió a Inter. El partido del campeonato. Para sorpresa de todos, los neroazurros vencieron 2 a 0 en un partido suspendido por invasión al campo de juego de cientos de hinchas. Días más tarde, Juventus presentó un recurso de apelación y la Federación Italiana, presidida por Umberto Agnelli, titular de la Juve, ordenó la repetición del partido. En señal de protesta, Inter presentó un equipo de juveniles. Juve ganó 9 a 1 con seis goles de Sívori
Giampiero Boniperti, compañero del Cabezón en Juventus, llegó a ser presidente del club. Pasados los años, recordó a Chiquín de San Nicolás: «Verlo jugar era un encanto, toque de pelota, dribling y aquellos túneles  malditos y extraordinarios que enloquecían a sus rivales».

A mediados de 1965, Sívori entró en conflicto con el paraguayo Heriberto Herrera, entrenador de la Juventus. Los métodos de entrenamiento del Sargento de Hierro no convencían al nicoleño. A pesar que la familia Agnelli amaba a Sívori primó la disciplina por sobre el ídolo, y luego de ocho años, el Cabezón dejó la Vecchia Signora
Sívori fue contratado por Napoli. Jugó cuatro temporadas con la vibrante camiseta celeste. Llegó al subcampeonato en la liga 1965/66. Fue un ídolo inmenso al pie del Vesubio. Tan grande como lo había sido en la flemática Turín. Su camino se unirá a Diego Maradona. Tal vez sean los dos máximos ídolos en la historia de Napoli. Los dos argentinos. Los dos zurdos. Los dos hicieron historia arrancando por derecha con la lengua por fuera de la boca. 
Como nos dijo José Luis Ponsico: «Sívori es más ídolo en Italia que en Argentina…«.

 

 

Sívori comenzó su carrera de entrenador en Rosario Central, cerca de su San Nicolás.
En diciembre de 1968 anunció su retiro del fútbol. Su rodilla derecha, lesionada desde una gira por Colombia en 1966, dijo basta. River Plate intentó convencerlo de retornar, pero su orgullo fue mas fuerte: no podía dar una imagen deteriorada del crack que había sido. 
Sívori dividió su vida entre sus campos en San Nicolás y su Italia adoptiva. Inició su carrera de entrenador en Rosario Central. Año 1970. Mantuvo fuera del campo de juego su mismo estilo e impronta. Alguna vez explicó: “Mi maestro, Renato Cesarini, decía siempre que tácticas y pizarrones servían, pero que venían después de los jugadores de clase, que eran los que desequilibraban”. 
En 1972 tomó la Selección Nacional. Fue un paso intenso y tormentoso. Luego del fracaso e 1969 que dejó a Argentina fuera de la Copa del Mundo de México 1970, el objetivo era la clasificación al Mundial de Alemania Federal 1974. Sívori exigió el apoyo incondicional de AFA y los clubes pero chocó con el interventor Rodolfo D`Onofrio, padre del actual presidente de River Plate. Afloraron cuestiones políticas. Sívori era un peronista convencido y leal. El 11 de octubre de 1972, Argentina cayó 1 a 0 ante España en Madrid. Sívori aprovechó su presencia en la capital española para visitar a Perón en Puerta de Hierro. D`Onofrio  delegado personal del dictador Alejandro Lanusse – según explicó el diario Clarín del 13/10/72 – montó en cólera. 
La relación Sívori-AFA fue muy tirante porque en calle Viamonte no priorizaban a la Selección. Luego de clasificar a la Copa del Mundo 1974, Sívori presentó su renuncia sin dar explicaciones. Dirigió a Estudiantes de La Plata, River Plate, Vélez Sársfield, Racing de Córdoba y Racing Club. Ese fue su último paso como entrenador. Año 1979.
Un pequeño monumento recuerda a Enrique Omar Sívori en su San Nicolás natal.
Comentó fútbol para la RAI durante largos años. Alejado de los medios, sus apariciones públicas fueron escasas. En 2004, FIFA lo nombró dentro de los cien jugadores más grandes de la historia.  Aquejado por una grave dolencia, Enrique Omar Sívori falleció en San Nicolás de los Arroyos el 17 de febrero de 2005. «Addio genio» tituló al día siguiente La Gazzetta dello Sport. Tenía 69 años.
Con los años llegaron los homenajes. Meses después de su muerte, el club River Plate rebautizó con su nombre la tribuna Almirante Brown (ex Colonia), materializando así su viejo anhelo. En su San Nicolás natal, la calle América, en la cual jugó y crió, hoy también tiene su nombre. En la esquina de Avenida Alberdi y Guardias Nacionales, en la costanera baja de la ciudad, un monumento también recuerda al crack de las medias bajas. Al genio irascible. Al padre futbolístico de Maradona y abuelo de Messi. Chiquín de San Nicolás. Enrique Omar Sívori

 

Periodista y escritor. Autor de Héroes de Tiento y Héroes en Tiempos Infames. Conductor de Abrí la Cancha, por Radio Gráfica FM 89.3

 

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