Félix Lorenzo Orte, El Pampa, dejó un recuerdo muy profundo en su tiempo: entre los campeonatos mundiales de 1978 y 1986. Campeón con Rosario Central, Racing y Banfield. Su asesinato agrandó su leyenda. Elevado a mito en Peña y Arenales. Querido y reencontrado en Arroyito y Avellaneda. En Abri la Cancha te invitamos a meterte en esta historia que también nos sirve para conocer el fútbol argentino de aquellos días.
Por Carlos Aira
Catriló, provincia de La Pampa. Escasos dos kilómetros de Meridiano V, límite artificial con la provincia de Buenos Aires. Fundado el 9 de septiembre de 1887. Uno de los tantos bucólicos pueblos de nuestra patria. Catriló. A la vera de la Ruta 5. Tierra natal de Juan Carlos Rulli, puntal del mítico Equipo de José. También de un delantero muy respetado en su época. Surgido en Banfield. Figura y campeón en Rosario Central. Estrella de aquel proyecto llamado Loma Negra. Puntal de Racing en sus peores días. Regresó a Peña y Arenales para llevar al Taladro a Primera luego de casi una década. Murió con 33 años. Su tierra natal se recuerda junto a su apellido. Estamos hablando de Félix Lorenzo Orte. El Pampa Orte.
Félix nació el 2 de junio de 1956. «De Catriló, y con mucho orgullo«, como dijo alguna vez a Crónica. Sus primeros pasos en el fútbol fueron en la inmensidad de su provincia:«Nos juntábamos una barra grande de pibes, y como no teníamos pelota, pateábamos una vejiga de vaca que tiene forma de pelota de rugby pero es mucho más liviana», comentó Orte en cierta ocasión. Familia de laburantes. Su madre enfermera del pueblo. Su padre, panadero: «soy maestro de pala. Cuando tenía 13 años mi papá decidió tentar suerte en Buenos Aires y nos instalamos en Temperley, a trabajar en la panadería«. Año 1970. El pibe de rulos rubios combinó el laburo con fútbol: «Entraba a las 11 de la noche a la panadería hasta el mediodía siguiente. A la tarde, estaba de 15 a 19. Trabajaba 17 horas diarias. Después jugaba papi fútbol en Colón, un equipo del barrio«, comentó a El Gráfico en 1979.
Llegaron las pruebas. Se paseó por toda zona sur. En Temperley lo esperaron con los brazos abiertos, pero el pibe pampeano no fue porque no ficharon a un amigo. En Independiente, Pipo Ferreiro le bajó el pulgar a pesar de ocho goles en dos prácticas. Fue a Banfield, pero no jugó bien. En Racing le dijeron que sobraban pibes. En 1971 cambió la mano. A pura insistencia regresó a Banfield.
UNA LUZ RUBIA EN BANFIELD
La escalada de las inferiores fue casi meteórica. De la quinta a alternar con la reserva sin escalas. Año 1972. Héctor D´Angelo, técnico de la Primera, le vio condiciones. Era arriesgado jugárse la categoría con un pibe de apenas 16 años. Alto, pero sin fuerza física para soportar el ritmo del fútbol grande. Pampa recordó aquellos días: «Por mi cuenta comencé a practicar karate y compré un equipo de pesas. Seguía trabajando en la panadería, pero nada más que a la noche. Practicaba en Banfield a la mañana y por la tarde volvía al estadio para subir las tribunas. 15 o 20 veces, así fortificar los músculos de las piernas».
Dueño de una personalidad singular. A los 16 años, cuando veía que el fútbol grande podía ser una realidad, se plantó a sus padres: «Decidí irme de casa a vivir solo. Conseguí trabajo en una panadería de Avellaneda. Me daban sueldo, casa y comida». Hasta que llegó el ansiado debut en primera. Luego de haber ido al banco de primera siendo un adolescente, llegó el estreno. Fue el jueves 19 de agosto de 1975. 37º fecha del Metropolitano. Huelga de profesionales que no fue acatada por el Ministerio de Trabajo. Mayoría de planteles amateurs. Curiosamente, en el Gasómetro de Avenida La Plata, San Lorenzo y Banfield pusieron titulares. Victoria del Ciclón 2 a 0, tantos convertidos por el Gringo Héctor Scotta, que llegó a 32 en el Metropolitano. Banfield formó con: Eduardo Montilla; Roberto Astudillo, Arturo Facal, Oscar Moris y Ricardo Volk; Silvio Sotelo, Mateos y José Lo Gatto; Luis Roselli, Ricardo Girado y Miguel Corvo. Felix Orte, camiseta número 15, ingresó a los 25 minutos del segundo tiempo reemplazando a Girado. Osvaldo José Diez el entrenador.
1976 fue un año diferente para el Taladro. Valentín Suárez contrató a Adolfo Pedernera como técnico. El cambio fue notorio. Algunos nombres pesados de 1975 ya no eran parte del club: Norberto Madurga, Nicolás Novello, dos glorias xeneizes. Tampoco Juanchi Taverna y Ricardo La Volpe. Era momento para los pibes del club. El Maestro armó un equipo que entró en la historia de Banfield: Alfredo Anhielo; Oscar Moris, Norberto D´Angelo, Silvio Sotelo, Ricardo Volk; Antonio Sacconi, Héctor Pitarch, Miguel Ángel Corvo; Félix Lorenzo Orte, Pedro Gómez Vila y Miguel González. La clave: achique lejos del arco y veloz contragolpe.
La ilusión de 1951 se hizo carne el 31 de octubre de 1976. 9º fecha del Nacional. En el Monumental. River recibía a Banfield. Los Millonarios, líderes de su zona. El Taladro pisándole los talones. La visita salió al campo de juego con curiosas camisetas estrenadas una semana atrás, cuando en el Cilindro habían igualado 3 a 3 ante Racing. Buen resultado para mantener la cábala y usarlas en un partido clave. Eran naranjas, color de moda por el Holanda de Cruyff, con una banda verdiblanca. Aquella fue una tarde gloriosa para Banfield. Luego de doce años volvió a ganar en Núñez. Fue 3 a 1; con un par de goles de Miguel González, y el restante – el segundo – de Félix.
El rubio llamaba la atención. Alto (1,80), hábil, rápido para el desborde, fuerte remate y una capacidad extraordinaria para enviar precisos centros a la carrera. Todo eso llamó la atención de Pedernera. Enterado de su doble situación laborar, Adolfo tomó un rol paternal en la vida de Orte, admitido por el propio jugador: «Es mi segundo padre. Lo quiero casi en la misma dimensión que a mi viejo. Me sacó del trabajo, me llevó a su casa, me presentó a la famosa Máquina de River. Hizo cosas increíbles por mi, que siempre le estaré agradecido».
Con los años, Adolfo Pedernera recordó: «En aquel Banfield del 76 tenía a dos muy buenos punteros como Cerqueiro y Miguel González. Pero me gustaba Orte. Era veloz, pegaba bien a la pelota, tiraba centros fenomenales. Entonces empecé a mecharlo con los más grandes para que se fuera haciendo«. Pero la relación entre técnico y jugador se hizo más profunda: «Orte era un caso especial. No digo que era mi preferido porque para mi todos los jugadores ocupan el mismo escalón. Pero le había tomado un cariño especial. Quizá por su forma de ser, su bondad, su caballerosidad, su hombría. Le tomé mucho cariño. Lo llevé a casa a vivir. Era jovial, siempre de buen humor, con alguna picardía propia de la edad, pero sobre todo, buen compañero».
La relación duró toda la vida. Félix alguna vez declaró: «Don Adolfo hizo dos cosas primordiales en mi carrera: me sacó la 9 y me puso la 7. Después me enseñó a jugar como si no hubiera público en las tribunas».
Aquel Nacional 1976 fue impactante. Orte marcó ocho goles. Uno de taco ante Racing, fundamental en la clasificación banfileña a cuartos de final. El mundo del fútbol comenzó a preguntarse quién era el rubio grandote. Tanto fue así qué César Luis Menotti, entrenador del seleccionado nacional se interesó por él. Llamó a su amigo Pedernera y le preguntó por el muchacho que tanto nombran en diarios y revistas. Adolfo lo invitó a verlo. En los primeros días de 1977, el Flaco de Fisherton elevó una lista de cuarenta jugadores intransferibles de cara a la Copa del Mundo. Félix Orte estaba entre ellos.
1977 fue un año de altos y bajos para Banfield. El envión 1976 no se mantuvo. La gran figura del equipo fue El Pampa. «Banfield toque…Banfield toque…que los goles los mete Orte«, cantaba la hinchada. Un par de partidos para el recuerdo. Como aquella tarde que su equipo goleó 5 a 1 a Gimnasia en el Florencio Sola. También ante el Argentinos Juniors de un adolescente Diego Armando Maradona. Otra actuación cinco estrellas.
Aquel Metropolitano fue maratónico. 23 equipos, 46 fechas. Fútbol domingo y miércoles. Sin la explosión mediática actual, con resúmenes televisivos escasos; cámaras y flashes que gambeteaban las canchas de equipos chicos. Para los futbolistas de estos clubes la gran visibilidad se lograba enfrentando a los grandes. El mundo del fútbol se guiaba por los puntajes de los medios gráficos. El pampeano con desborde, fuerte remate y centros perfectos era figura recurrente en su club. Uno de los juveniles más interesantes que mostraba el fútbol argentino. ¿Cuanto tiempo más podía quedarse en Peña y Arenales?
UN LOCO EN ARROYITO
El 12 de diciembre de 1976 hubo elecciones en Racing Club. Horacio Rodríguez Larreta asumió la conducción de la institución. El club de Avellaneda pagó fortunas armando un equipo de estrellas. Ricardo Villa, Daniel Killer, Agustín Cejas, Panadero Díaz, con la conducción de Alfio Basile. En 1977 casi descienden. En el verano de 1978, Rodríguez Larreta prometió nuevos refuerzos de excepción. Uno de los nombres fue el delantero banfileño.
Finalmente, la Academia se decidió por Juan Carlos Prykodco, otro juvenil puntero, proveniente de Ferro Carril Oeste. El destino de Orte estaba en Rosario Central. En los últimos días de enero el puntero brasileño Jair tuvo una oferta para ir al Tampico Madero mexicano. Era necesario un refuerzo de jerarquía. Carlos Timoteo Griguol, entrenador del equipo rosarino, había visto a Félix. Caída su transferencia a Racing, pidió al escribano Víctor Vesco su urgente contratación. El viernes 10 de febrero de 1978, a cambio de 40 millones de pesos (65.500 dólares) y los pases definitivos de tres delanteros juveniles: Eduardo Cáceres, Oscar Delarroca y Jorge Pintos, Felix Lorenzo Orte era jugador de Rosario Central.
Orte tuvo un gesto para el club que lo formó. Destinó 1.200.000 pesos a las divisiones inferiores. «Se muy bien lo que es entrenarme sin ropa. Lo menos que podía hacer por un club que me había dado mucho era contribuir con algo para que los chicos que recién empiezan tuvieran lo que necesitaban«, declaró tiempo más tarde a El Gráfico.
Luego de la pretemporada en Villa Giardino, Orte debutó en la primera fecha del Metropolitano 1978. En el Parque de la Independencia (el Gigante de Arroyito se estaba remodelando para la Copa del Mundo), Rosario Central y Platense igualaron 0 a 0. Camiseta 11. La delantera canalla: Ramón Bóveda, Guillermo Trama y Félix Orte. En la fecha siguiente, visita a Banfield. Fue recibido como un hijo pródigo. No anotó goles en la igualdad en dos tantos, pero se sintió feliz. Previo al partido, la Comisión Directiva y el Círculo Albiverde le entregaron plaquetas recordatorias. La hinchada coreó su nombre durante muchos pasajes del partido.
Timoteo estaba armando un gran equipo. Aparecían nombres, como Edgardo Bauza, Jorge García, Oscar Craiyacich y el Negro Omar Palma. Felix Orte fue el único futbolista que jugó todos los partidos. Su comienzo como wing izquierdo le restó posibilidades. Tanto fue así que su primer gol recién lo convirtió en la 20º fecha. 30 de julio. Fue en el Gigante de Arroyito ante Huracán. La temporada de 1978 fue opaca y finalizó con la salida de Carlos Griguol, luego de 254 partidos en el banco canalla.
¿Cómo formó Central en aquella temporada? anote: Ricardo Ferrero; Jorge González, Oscar Craiyacich, René Van Tuyne y Jorge García; Oscar Coullery, Víctor Mancinelli y Hugo Zavagno; Ramón Bóveda, Guillermo Trama y Félix Orte. Pronto vendrían tiempos mejores en el firmamento centralista.
Los primeros días de 1979 fueron intensos para el goleador. Orte disfrutaba a pleno su nueva vida rosarina. Tiempos de coches rápidos y noches eternas. Nacía el Loco Orte. «Estábamos en la Ciudad Deportiva de Central, en una vieja canchita auxiliar con una tribuna de madera. Mucha gente nos iba a ver en ese tiempo. Entonces, cuando vio a todos esos hinchas, el Pampa se volvió al vestuario, agarró un rollo de papel higiénico y se vendó como la momia de Titanes en el Ring. Era capaz de salirte con cualquier locura», recordó Walter Fernández, compañero en Central y Racing, a Olé. «El Pampa era un loco, de gran corazón», expresó Daniel Teglia, quién memoró «A los más chicos nos acompaña a los lugares donde se divertía y nos enseñaba a caminar la vida». Los cambios constantes de coche o moto eran la comidilla del plantel centralista.
Era uno de los delanteros más importantes del fútbol argentino. En marzo de 1979, la vida de Félix cambió: casamiento y convocatoria a la Selección Argentina. «Los 7 días que el líder Orte no los olvidará«, tituló Crónica. «¿Cómo me enteré de la noticia? Estábamos con mi señora viendo el partido por TV de River y Boca. De pronto mostraron la lista y vi mi nombre. Esperé que lo repitieran y luego nos abrazamos llorando. ¡No me lo imaginaba! Se decía que iban a llamar a Trama y al Oso Ferrero. Es una gran alegría porque ni me lo había imaginado», decía Orte en la redacción de Crónica. «Menotti me dijo que me había elegido por mi continuidad de partidos que llevo en Primera. Desde ahora en más, tengo un compromiso de fierro», concluyó Félix.
El miércoles 9 de mayo se disputó un amistoso singular: Selección Argentina vs Selección Córdoba. Partido de preparación de cara a la gira internacional del campeón del mundo por Europa. Era un corte selector para Menotti. El equipo nacional – camiseta blanca – formó con Ubaldo Fillol; Jorge Olguín, Juan Simón, Daniel Passarella y Jorge García (42m Victorio Ocaño); Juan Barbas, Américo Gallego y Diego Maradona; Félix Orte (65m Hugo Perotti), José Reinaldi (46m Leopoldo Luque) y Oscar Ortiz. Diego, rapadito por la conscripción, convirtió aquella noche sus primeros dos goles en la selección mayor. Finalmente, Félix quedó afuera de la gira.
En aquel 1979, Rosario Central arañó dos veces el campeonato. Tanto en el Metropolitano como el Nacional. Angel Tulio Zoff en la dirección técnica. En un Metro desdoblado, Central ganó de punta a punta la Zona B. En la ronda final fue eliminado por Vélez Sarsfield. Victoria velezana 1 a 0 en Arroyito, gol del uruguayo Julio César Jiménez sobre la hora. Igualdad 0 a 0 en Liniers. En el Nacional, otra gran campaña. Otra derrota en semis. Esta vez fue River Plate el verdugo canalla. Orte marcó de cabeza el empate parcial en el Gigante. Cuentan los viejos hinchas canallas, que La Sinfónica de 1979 sonó mejor que el equipo campeón.
Fue 1980 el año de Central. En su libro No te Vayas Campeón, Roberto Fontanarrosa escribió sobre aquel equipo: «El Viejo Zof había conseguido lo que logran esas amas de casa que, con dos pesos, mandan a los chicos a la escuela, les compran delantales, pagan la luz, pagan el gas, compran la comida y todavía se arreglan como para que les sobren unos centavos para hacerle un regalo a alguna vecina». La Sinfónica. Un equipo grabado a fuego en el pueblo canalla: Ricardo Ferraro; Oscar Craiyacich, Edgardo Bauza, Juan Carlos Ghielmetti y Jorge García; Loro Gaitán, Héctor Chazarreta y Lalo Bacas; Pampa Orte, Daniel Teglia y Víctor Marchetti.
En aquel Nacional 1980, la zona de grupos era complicada para Central. El grupo de la muerte: Racing Club, Estudiantes de La Plata, Vélez Sársfield, Gimnasia de Jujuy, Atlético Tucumán y el equipo llamado a ser la sensación de la temporada: Racing de Córdoba. La competencia fue muy pareja y reñida. Central logró la clasificación en la última fecha. Victoria 2 a 0 ante Vélez en Liniers. La semana previa fue dura. Los nervios estaban a flor de piel. La hinchada, puro nervios, criticó a los jugadores. Félix, uno de ellos. Promediando el segundo tiempo, gran jugada de Víctor Marchetti quién metió pase en profundidad; Orte, pura potencia, deja al cordobés Bujedo y Julio César Falcioni. El pique veloz y casi sin ángulo, el derechazo a centímetros de la línea de gol para convertir el segundo gol de su equipo. El festejo fue todo bronca: «Venía cuestionado y criticado. Por eso la trompada al piso. Recuerdo que decía ¿A mi me van a putear que me mato? ¡Si acá dentro dejo el alma!», recordó Daniel Teglia.
En cuartos de final, Central enfrentó a Unión. Victoria canalla en el Gigante. 2 a 0. La revancha terminó con triunfo tatengue 2 a 1. por diferencia de gol, Rosario Central en una nueva semifinal. La tercera consecutiva. Era momento de enfrentar al rival de toda la vida: Newells. La primera semifinal, jugada el miércoles 10 de diciembre en Arroyito, será recordada por la eternidad canalla. 3 a 0. Goles convertidos por Ghielmetti, Gaitán y Marchetti. Días más tarde, derrota en el Parque que no empañó la fiesta. Ahora si: Rosario Central finalista. El rival sería el inmenso Racing de Córdoba del Patito Gasparini y el Araña Amuchástegui. El miércoles 17 de diciembre, Rosario Central goleó 5 a 1 la primera final. Goles de Edgardo Bauza, Omar Palma, Víctor Marchetti, Oscar Agonil y Daniel Trama. Félix no convirtió ninguno, pero fue partícipe directo de los últimos tres goles.
La revancha fue un trámite. Rosario Central campeón Nacional 1980. Vuelta Olímpica al ritmo de «Ese azul que está en el cielo…el amarillo brilla más«. A pesar de no marcar en las finales, Orte fue una de las grandes figuras en ambos partidos. Tanto fue así que en el vestuario del Chateau, Roberto Gasparini declaró: «Pienso que Racing hizo todo lo posible para lograr el triunfo y no tuvo suerte necesaria. Fue muy peligroso Orte, especialmente en el segundo tiempo».
En 1981 el objetivo de Rosario Central fue la Copa Libertadores de América. Los rosarinos fueron emparejados junto a River Plate y los colombianos Deportivo Cali y Junior de Barranquilla. Orte marcó tres goles. Dos ante Junior y un a Cali, todos en el Gigante. Central arañó la clasificación, pero quedó eliminado en un recordado partido en el Monumental.
Finalizado el Metropolitano, la etapa del Pampa en Rosario Central estaba concluida. Era un enorme referente de un equipo exitoso, pero había un grave problema económico. La bicicleta de Martínez de Hoz era historia. La Plata Dulce era un recuerdo. Era momento de pagar deudas. Se fueron catorce jugadores de aquella Sinfónica.
Orte será recordado en Rosario Central por su fuerza, desbordes y enorme carisma. Daniel Sperandío declaró: «El Loco era un animal entrenando. Nunca estaba cansado. Terminaba de entrenar y hace de cuenta que había ido a la esquina a buscar una gaseosa. Nunca lo vi cansado. Lo de él pasaba por la potencia física. El loco arrancaba a mitad de cancha con tres cuartos de velocidad y llegaba al final de la cancha igual. Lo diferenciaba la potencia que tenia».
En Agosto de 1981, Orte tenía dos ofertas para continuar su carrera. Una de Colombia, muy seductora en lo económico. La otra, del Boca de Maradona. Con la salida del Puma Morete, en la Ribera querían un delantero con potencia y carisma. Pero llegó otra oferta. Tan inédita como irresistible.
LA TIA AMALITA DE OLAVARRIA
Amalia Lacroze de Fortabat fue una de las mujeres más poderosas de Argentina. Heredera del Imperio Fortabat; una inmensa fortuna construida a través del cemento. Loma Negra. Ubicada en Olavarría, provincia de Buenos Aires, era la cementera más importante del Cono Sur. El furor futbolero generado luego del Mundial 1978 también llegó a la vida de la Dama del Cemento.
Amalita quería que el Club Social y Deportivo Loma Negra, el club de la empresa, jugará en el fútbol grande. Le encomendó tal misión al coronel Luis Prémoli, mano derecha de la viuda en aquellos días. Enterado del nuevo emprendimiento, el militar se puso en contacto con Valentín Suárez, su hombre de confianza en el fútbol. Juntos diseñaron lo que sería el desembarco de Loma Negra de Olavarría en el fútbol grande.
A fines de 1980, llegaron a Olavarría jugadores con pasado en primera división. El profesor Jorge Habbeger oficiaba de manager deportivo. Primero llegó el arquero Luis Barbieri, luego Carlos Squeo, Charly Carrió, Ricardo Lazbal, Mario Husillos y el Galleguito Vázquez. Una inmensa estructura económica puesta para un regional. Finalmente, el 12 de julio, luego de golear 6 a 1 a Club A. Baldisierra, Loma Negra clasificó al Nacional de Primera División 1981.
Pero la viuda quería competir en serio. No había sueño ni chequera que se resista. Mientras River, Boca y Barcelona se disputaban a Diego Maradona, Loma Negra presentó su oferta. El Pato Fillol también estuvo en la órbita de los celestes. Fueron llegando refuerzos más terrenales para un campeonato que sería durísimo: Miguel Angel Lemme, Miguel Belloni y Osvaldo Cristofanelli. Pero faltaba un nombre que moviera la estantería. Valentín Suárez recomendó al delantero que vio crecer en su Banfield. En agosto de 1981, a cambio de algo más de cien mil dólares, Loma Negra adquirió a su estrella: Félix Lorenzo Orte.
Durante aquellos días finales de 1981, Amalita Lacroze de Fortabat cambió su imagen oligárquica por una popular. Se la podía ver en las canchas. Olavarría o Buenos Aires. La relación entre la magnate y los futbolistas fue estrecha. Ella les decía Mis Chicos. Para los futbolistas, era La Tía. Cuatro jugadores tenían acceso directo a ella. Eran Barbieri, Squeo, Husillos y el rubio con pinta de galán, al cual el mito popular la vinculó sentimentalmente con ella.
El debut se produjo el 13 de septiembre. Victoria 1 a 0 ante el gran Ferro de Griguol, subcampeón del Metropolitano. El gol lo convirtió Mario Husillos. Fue el equipo sensación. No solo por esa prepotencia económica que permitía magníficos sueldos, traslados de primera y concentración en los mejores hoteles, sino porque Loma Negra ganaba partidos. Orte marcó su primer gol en la tercera fecha. Fue en Junín, ante Sarmiento. Pero el gol más recordado del Pampa en su etapa celeste fue ante Ferro en Caballito. Para el olvido: su expulsión y posterior derrota ante San Lorenzo, en Mar del Plata. Semanas mas tarde, en la penúltima fecha de la zona de grupos, Loma Negra visitó a River en el Monumental. En Olavarría habían igualado sin goles. River estaba obligado a ganar. Fue otro empate 0 a 0. Loma Negra tenía un punto de ventaja de cara a la última fecha. La clasificación a mano. Pero en la jornada final, River venció a Sarmiento en Junín, Loma Negra no derrotó a Talleres y quedó afuera por diferencia de gol.
1982 fue el año en el cual se modificó el orden de campeonatos. Entre 1967 y 1981, primero se disputó el Metropolitano y luego el Nacional. Para 1982 se decidió jugar el Metro luego de la Copa del Mundo de España. Loma Negra no participó del campeonato Nacional. El Regional clasificatorio se disputó a fines de 1981. Mientras las estrellas enfrentaban a River y Ferro, los jugadores semi profesionales buscaron una clasificación que no encontraron.
Esto no postergó el proyecto. Se sumaron caras nuevas con relieve: Jorge Pellegrini, Norberto D´Angelo, Osvaldo Rinaldi – campeón mundial juvenil 1979 -, Carlos Sosa, José Luis Gaitán – campeón 1980 con Orte en Central – y Pedro Remigio Magallanes. Se organizaron amistosos. Pasaron Nacional y Peñarol de Montevideo. El plantel más caro de Argentina estaba varado en Olavarría a la espera del comienzo de un campeonato regional. Félix, con 26 años, estaba en la plenitud de su carrera. El 2 de abril comenzó llegó la recuperación de nuestras Islas Malvinas. En plena disputa del Nacional 82, el batacazo lo dio Amalia Lacroze de Fortabat, quién a cambio de 30.000 dólares, logró contratar a la selección de Unión Soviética, que había empatado 1-1 un amistoso con Argentina, el 14 de abril en el Monumental.
Los soviéticos mantenían un largo invicto que llevaba 18 partidos. Sumaba 13 triunfos y 5 empates con 43 goles a favor y solo 10 en contra. El partido se jugó el sábado 17 de abril en horas del mediodía, televisado por el viejo Canal 11. Cada hincha tenía en sus manos una banderita argentina. En caso de ganar, la Tía se había comprometido con sus Chicos en un premio sensacional: pasaje y estadía durante la Copa del Mundo. Aquella tarde Loma Negra formó: Luis Barbieri; Carlos Squeo, Pellegrini, Norberto D´Angelo y Cristofanelli; Osvaldo Mazo, Osvaldo Rinaldi, Carlos Sosa (Gaitán); Félix Orte, Armando Husillos y Pedro Magallanes. La gloria llegó faltando diez minutos. En una jugada confusa, entre Orte y Husillos batieron la valla soviética. Un triunfo que dio la vuelta al mundo.
Loma Negra no tenía rivales. A mediados de año, el equipo completó representó a la Liga de Fútbol de Olavarría en la disputa de la Copa Beccar Varela, un campeonato nacional interligas, derrotando en la final a Concepción del Uruguay. A partir del 31 de octubre, el Torneo Regional. Una clasificación caminando. Orte era la figura de un equipo de figuras. Loma Negra llegaba al Nacional 1983 mucho mejor que año medio atrás. En un país que la economía se caía a pedazos, en Olavarría se vivía un mundo diferente.
El Nacional 1983 fue remodelado. Se lo jugó en 8 zonas con 4 equipos cada una. Los tres primeros pasaban a la segunda fase, en la que se clasificaban los dos primeros para una ronda final. Loma Negra participó en el Grupo G, junto a River Plate, Nueva Chicago y Andino de La Rioja. La competencia se inició el 13 de marzo. Derrota celeste 1 a 0 en el Monumental. Se presentaron dos nuevas caras: José Pepona Reinaldi y el defensor Luis Adolfo Galván. La clasificación de Loma Negra fue sencilla. En la siguiente fase de grupos, los celestes superaron a Argentinos Juniors y Juventud Antoniana. Llegaron los octavos de final. El rival, a priori, accesible. Racing de Avellaneda estaba en horas bajas. Futbolística y social. Se contraponía con la opulencia de Loma Negra. En Olavarría fue victoria 2 a 1 de Loma Negra. Dos dias mas tarde, la sorpresa: Racing goleó 4 a 0. 19 de mayo de 1983. Nadie hubiera imaginado que fue el último partido de Loma Negra de Olavarría en el fútbol profesional.
RACING. INFIERNO Y CIELO
Mientras se disputaba el Nacional 1983, Luis Prémoli rosqueaba en AFA. Pugnaba por el ingreso inmediato de Loma Negra al campeonato Metropolitano. Aducía que podía acogerse al decreto 1309, que permitió el ingreso de los cordobeses Talleres, Instituto y Racing. Para ello tenía que clasificar tres años en forma consecutiva a la rueda final de los torneos nacionales. Loma Negra no participó en 1982. Aducían que el cambio de reglamentación perjudicó al club. Lo cierto es que ninguno de los clubes grandes podía competir económicamente con la prepotencia de Amalita. En mayo de 1983, Julio Grondona le bajó el pulgar a Prémoli. La decisión estaba tomada: el proyecto Loma Negra no corría más.
Loma Negra transfería sus jugadores. Todos los clubes se peleaban por el plantel. Luis Prémoli, fanático de la Academia, recibió una llamada desde Avenida Mitre 934, Avellaneda. En Racing le pedían condiciones por la mayor cantidad de jugadores. En el Metro 1983 volvían a correr los promedios, y Racing estaba complicadísimo. Prémoli muñequeó para que pasaran la gran mayoría de jugadores a la Academia. Finalmente, en los primeros días de junio de 1983, Félix Orte, Osvaldo Rinaldi, Carlos María Sosa y Pedro Remigio Magallanes pasaron de Loma Negra a Racing. Un quinto, Mario Husillos, también iba a ser transferido, pero en Avellaneda no quisieron tapar al goleador Mario Rizzi. Los altísimos sueldos de los futbolistas serían abonados a medias entre el club de Avellaneda y Loma Negra.
Orte llegó a Racing con una opción de compra tasada en 300.000 dólares. «Estoy muy contento y espero no defraudar«, declaraba Orte a la revista Racing, y expresaba: «Este es un paso muy importante en mi carrera. Vengo a trabajar y poner como en todos los clubes donde jugué. Cedí en lo económico pero todo se compensa porque estoy en un club como Racing y nadie me quita la tremenda satisfacción de volver al fútbol grande«. Tambien se ilusionaba con el regreso a la Selección Nacional. Carlos Salvador Bilardo era el nuevo entrenador y Félix decía a Crónica: «Mi mejor momento fue previo al Mundial de España, pero no pierdo la ilusión de ser convocado».
En Racing dejó de ser el Loco para ser El Pampa. Los hinchas pronto se percataron de dos características del puntero: córners pateados con la cara externa del pie derecho y el freno en los penales: «Yo no amagué sino que hice el paso mas lento cuando me acerqué a la pelota y eso está permitido«, declaró Félix luego de convertirle dos goles a Talleres, muy protestados por los futbolistas cordobeses.
Pero Racing era un infierno. El estadio clausurado desde 1981. Problemas permanente de pago. Una hinchada furiosa. Un plantel larguísimo. Más de cuarenta profesionales, a los cuales se les sumaron los pibes campeones del Proyección 86, título festejado por la hinchada académica hasta el hartazgo. Rogelio Domínguez renunció luego de la tercera fecha, el nuevo entrenador que debía salvar a Racing del descenso era, ni más ni menos, que Juan José Pizzuti.
El arranque del Pampa en Racing fue notable. Un goleador con rotación en todo el frente de ataque. Tres goles a Central una noche en Arroyito (de poco sirvieron, ya que Racing perdió 4 a 3), goles a Huracán y Platense. Si la salvación era compleja para la Academia, Félix era la esperanza. Al término de la primera rueda del Metro, Orte había convertido diez goles. Pero la mano cambió para el goleador. En la primera fecha de las revanchas, marcó un gol de penal en el triunfo 2 a 1 sobre Newells. Fue su último gol en Primera para Racing. Nadie lo hubiera creído. ¿Que pasó? Luego de una derrota ante River, se enfrentó con Pizzuti: «Fuimos un desastre. Faltó orden, organización en todo sentido, coherencia en todas la líneas, todos jugamos muy separados y no hay relevos. De visitantes, Racing debe jugar al contragolpe y a empatar con dos volantes de marca y no como esta tarde con dos volantes de creación y uno de marca. ¿O acaso vamos a venir a ganar al Monumental? De visitante debemos empatar. Se lo dije a Pizzuti, pero el que manda es él y hay que hacerle caso«, declaró Orte en el vestuario del Monumental.
A esta situación se le sumaron sucesos extra-futbolísticos. Una tarde, luego de una práctica, un muchacho se le acercó al Pampa. Le pidió si lo llevaba hasta avenida Mitre. Orte aceptó. En el camino, este hombre lo asaltó poniéndole un revólver en la cabeza. Días mas tarde, una situación insólita. En días que la televisión por cable era casi inédita, había muy pocos programas en vivo por televisión abierta. Uno era Polémica en el Fútbol. Se emitía los domingos al mediodía por Canal 13. Detrás de los panelistas, una tribuna que pedía micrófono y opinaba. En miedo de la crisis de un Racing que descendía, un hincha expresó que el rendimiento del goleador había bajado porque vivía de boliche en boliche. Obviamente, repercutió en su situación familiar.
Finalmente, Orte regresó al primer equipo en las últimas fechas. Le tocó ser parte de aquella terrible tarde del 18 de diciembre de 1983, cuando la Academia cayó 4 a 3 ante Racing de Córdoba y perdió la categoría.
QUERIAMOS TANTO A FELIX
El descenso caló durísimo en Racing. Salvo los juveniles, el resto de los futbolistas estaban fuera del club. Félix Orte decidió quedarse en el club. Si meses atrás había resignado dólares para volver al fútbol grande con la camiseta de un grande, la patriada de sacarlo de la B era un desafío enorme. Si bien, el título de campeón lo consiguió con la camiseta de Rosario Central, su nombre quedará íntimamente emparentado a esos dos durísimos años que vivió Racing en el ascenso.
Pero lo más interesante es el recuerdo de sus compañeros de aquellos días, quienes aún se emocionan al recordarlo. Con una notable carrera en sus espaldas, fama y dinero, siempre tenía una sonrisa en momentos donde trabajar en el club era difícil.
Jorge Camote Acuña recuerda: «Yo concentraba con el Loco. Estábamos en la habitación, cada uno con su termo para el mate, pero siempre cebaba yo con el mío. Pasaban las concentraciones y siempre lo mismo. Yo llevaba el mio y él el suyo. Hasta que un día me avivé: el llevaba dentro de su termo una botellita de vino blanco para tomar un poquito. Un genio».
Una calurosa tarde del enero de 2009, Néstor Sicher nos recibió en su casa de Rafael Calzada. Recordando su carrera y su paso en aquel Racing de 1985, se emocionó al recordar a Félix: “Tuve un compañero excepcional al cual siempre recuerdo: el Pampa Félix Orte. Un tipo de-pri-me-ra. Viajé todo el año con él. Transmitía alegría. Siempre jodiendo, levantando el ánimo. Tuve una terrible con él. Paso por su casa en Lomas para ir a concentrar. Cuando llego se largó una tormenta bárbara. En esa época, la Avenida Pavón e Irigoyen se inundaban. Cenamos en su casa. Hizo unos churrasquitos. Un poquito de vino blanco que a él le gustaba. Un postrecito. Cuando le digo de irnos, me dice: ¿Cómo vamos a ir si está todo inundado?. Me hizo llamar al hotel para explicar lo que sucedía y decirles que no podíamos ir. Hablo con Agustín Cejas, le explico, y me dice: tienen que concentrar. El Pampa no quería ir. Le digo: Pampa, yo voy caminando si es necesario. Lo convencí. No sabés las vueltas que tuvimos que dar para llegar. Fuimos por Gerli, arriba del puente, una cosa increíble. Cuando llegamos al hotel, Cejas nos esperó con la cena. ¿Que le íbamos a decir? ¿Que habíamos comido? No sabés…mitad de entrada y mitad de cena. Después tuvimos que caminar diez cuadras para bajar la comida“.
También recordó: «Un día estábamos concentrados y faltaba Félix. Apareció con pantalones cortos y unos zapatos feos, rojos, con tacos, que eran de Walter Fernández. Caminaba como una vedette. Nos moríamos de risa. Aparte, buen tipo. Un loco lindo. Queriamos tanto a Felix…”.
En 1985, Salvador Azerrad era un adolescente que tomó responsabilidades de hombres. Delantero de área, con sólo 16 años debutó en la primera de Racing. Fue ante Villa Dálmine. Esa tarde convirtió un gol, pero la anécdota fue en la concentración previa aquella noche: «Me tocó concentrar en la misma habitación. Era el telefonista de su cuarto. `Hola, ¿Está Felix? «No…no no está, vuelve pronto´. El se reía en la cama de al lado con su cantimplora verde con vino blanco. Al mediodía, mientras almorzábamos en el Hotel Presidente, delante de todos los compañeros dijo: `Che, anoche lo encontré a Azerrad parado al lado de mi cama observándome. ¡No podía creer que estuviera concentrado conmigo, pobre! ¡Es lógico que le pase! Si durmiera conmigo mismo también estaría así, si soy una estrella´. Todos se reían. Pocas veces tuve tanta verguenza en mi vída«.
«¿Como olvidar su cupé SP5 negra? ¿Como olvidar sus pelos locos y ese aura tan especial que lo cubría? Félix fue un jugador de fútbol increíble. Nadie sacó centros como él. Jamás un wing le había pegado a la pelota con tanta precisión y la categoría de un 10 a la antigua. Creo que fue uno de los grandes delanteros modernos del fútbol argentino», cerró Azerrad.
Durante la etapa de Vicente Cayetano Rodríguez como entrenador, el plantel se dividió y los resultados no llegaron. Tanto fue así que hubo un par de derrotas consecutivas. La Guardia Imperial esperaba el micro de los jugadores en el playón. El ambiente estaba caldeado. Hugo Lamadrid, un pibe en aquellos días, recordó: «Hoy los jugadores pierden tres partidos y al cuarto les hacen un banderazo y tienen que firmar autógrafos. No se de que se quejan. Pero nosotros teníamos un compañero que era un ejemplo. Cuando el micro llegaba al estadio. El Pampa Orte se paraba al lado de la puerta del micro y nos decía: muchachos, ustedes no se hagan problema, salgo yo primero, me como todas las puteadas, y ustedes bajan más tranquilos».
Con la llegada de Alfio Basile, la cosa cambió. El ascenso incierto comenzó a tomar forma. Concentró al equipo en el predio de SETIA en Ezeiza. Cuarenta días adentro. Ascender o ascender. Coco tomó una decisión: jugaría con futbolistas de experiencia. No era tiempo para pibes. La delantera sería Orte-Pavón-Walter Fernández. El primer rival del octogonal fue Banfield. 3 a 1 en cancha de Boca. Gol de Félix. La revancha fue victoria 3 a 1 del Taladro. Por mejor ubicación en la tabla, pasó la Academia. En semis, el rival fue Quilmes. Ambos partidos se jugaron en River. Ambos terminaron con clara victoria racinguista. Golazo de Félix de palomita. Se venía la final ante Atlanta.
Finalmente, llegó el ascenso. Dos partidos en River Plate. 4 a 0 el primero. 1 a 1 el día del ascenso. 27 de diciembre de 1985. En el vestuario, feliz de la vida, Félix declaró: «Es una enorme emoción, pero recién dentro de un par de horas vamos a darnos cuenta de lo que esto significa. Estábamos confiados en que ascendíamos esta noche, y por eso el 1 a 1 no nos afectó. El año pasado tuvimos mala suerte, pero esta se nos dio y la hinchada tuvo mucho que ver». Orte y Miguel Wirzt fueron los únicos dos jugadores que jugaron aquel partido que habían sido parte de la triste tarde del descenso en 1983.
EL REGRESO AL SUR
A mediados de 1985, AFA reestructuró sus campeonatos. Los dirigentes entendían que el Campeonato Nacional era inviable. Las recaudaciones no paliaban gastos. El Metropolitano jugado domingo y miércoles tampoco ayudaba. Se decidió crear un nuevo campeonato, bautizado Nacional B. Por primera vez jugarían todas las semanas equipos de las provincias, indirectamente afiliados a AFA. Por otra parte, el campeonato de Primera pasa de 19 a 20 equipos. El nuevo calendario argentino se amoldaba a Europa: de agosto a mayo.
Racing tendría que estar seis meses sin competencia oficial. Rogelio Domínguez volvía a la conducción del equipo. Un par de amistosos en la Copa de Oro de Mar del Plata, gol de Felix en la igualdad 1 a 1 ante Boca. Pero la relación entre Orte y Domínguez no era la mejor. Tanto es así, que debió buscar club. Lo quería Vélez, Huracán y Chacarita en Primera División. Colón para buscar la clasificación al nuevo campeonato. Pero tiró el sentimiento. A préstamo, con una opción de 80.000 dólares, Félix Orte firmó para Banfield. Enero de 1986.
En el primer semestre de aquel año, los equipos de Primera B jugaron un torneo llamado Apertura. Dos grupos de diez clubes. Cuatro de cada grupo ascenderían al nuevo Nacional B. El resto seguiría en la misma categoría. Un descenso encubierto. Orte se puso la banda verde luego de una década. Se reencontró con Guillermo Trama, compañero del Central campeón 1980. El equipo terminó primero en su grupo y clasificó al Octogonal por un ascenso que completara veinte equipos en la máxima divisional. Banfield cayó ante Deportivo Italiano, quien sorprendió ascendiendo.
Finalizado el torneo, Félix declaraba a Sólo Fútbol: «Este torneo me vino muy bien porque estoy 10 puntos. No creo que me compren porque la opción es muy alta. Si eso no ocurre tengo un solo deseo: volver a Racing«.
Finalizado el préstamo, Pampa debía regresar a Avellaneda. Pero allí encontró un escollo: Rogelio Domínguez no lo quería. Por otro lado, la tesorería de Mitre 934 estaba en números rojos. Tanto fue así que en ese primer semestre de 1986 el equipo profesional de Racing pasó entero a préstamo a Argentino. El famoso alquiler a Mendoza. El presidente Rinaldi necesitaba dólares. Banfield se llevó al goleador a precio de saldo: diez mil dólares.
El primer Nacional B tuvo un inmenso protagonista: Deportivo Armenio. Campeón de punta a punta con sólo dos derrotas. El campeonato fue una amansadora. Viajes por todo el país. Los presupuestos no daban para aéreos. Los viajes a San Juan, Córdoba, Salta, Jujuy, Santiago del Estero o Cipolletti se hacían en micro. Félix ya no era un hombre de punta. Con la 9 en la espalda, ayudaba a la línea de volantes. Fue una de las figuras del campeonato. También una enorme referencia para un plantel con muchos jóvenes. Tanto fue así que antes de un partido ante Cipolletti, se negó a viajar. Le debían mucho dinero. El plantel terció para que no lo sancionen. Jose Luis Zuttión declaraba: «Nosotros queremos que lo reintegren a Orte. Es una pieza fundamental en el equipo. Aporta un espíritu especial en los muchachos».
Banfield peleó el campeonato hasta el final. Fue el equipo más goleador del torneo con 87 goles. Una delantera recordada en el sur: Robinson Hernández, Félix y Daniel Toribio Aquino. Partidos para todos los tiempos. Como los 10 goles al débil Unión de Villa Krause, los cinco goles a Tigre, con tres goles de Pampa. El recordado partido ante Guarani, cuando los misioneros ganaban 2 a 0 en el Lencho y Banfield lo dio vuelta con tres goles de Pampa en los últimos diez minutos de juego. Pero nada se compara con aquel 7 de marzo de 1987, cuando el Taladro le hizo siete a Los Andes en el clásico. Goles de Robinson Hernández (2), Horacio García, Félix Orte (2), Elvio Vázquez y José L. Zuttión. Luego del partido, Pampa no perdía su ilusión de regresar a Racing. Alfio Basile, nuevo técnico de la Academia, había preguntado por él: «Cuando uno se brinda siempre se termina reconociendo el esfuerzo. A veces tarda, pero llega. Así fue como la gente de Racing me vino a buscar. Habrá que esperar el término del campeonato porque mi pase pertenece al club». ¿El Pampa hubiera sido parte de aquel gran equipo que ganó la Supercopa? Un dato: Basile conformó aquel plantel con gente de la misma generación que Orte.
Aquella temporada 1986/87 tuvo de todo. Incluido un clásico en el cual el Pampa terminó en el arco. El 18 de octubre de 1986 se jugó en Guidi y Arias un Lanús-Banfield impresionante. Terminó con victoria granate 5 a 4. En los últimos minutos, el árbitro Juan Carlos Biscay expulsó a Eduardo Quinto Pagés, arquero banfileño. Con los cambios ya realizados, Félix se puso el buzo con el 1. No llegó a tocar la pelota.
Banfield regresó a Primera División el 13 de junio de 1987. Luego de una década en el ascenso, nuevamente el fútbol grande en Peña y Arenales. En el octogonal, el Taladro venció a Lanús, Colón y Belgrano de Córdoba. En un vestuario desbordante de alegría, uno de los más serenos, curiosamente, era Pampa: «Ya no tomo las finales tan agresivamente. Las encaro con menor responsabilidad que otros chicos del plantel, sin grandes dramas. Jugué en equipos como Rosario Central y Racing y las cosas me fueron bien. Así que no voy a tener ese problema a esta altura del partido, con 31 años«, y remarcó su intención, una vez más, de regresar a Racing: «Sé que voy a volver algún día. De Racing no me fui, me fueron, que es otra cosa. Pero es una cuestión de fe. De la fe que tengo que voy a volver a Racing«. Finalmente, se le preguntó por una supuesta vida irregular: «No debe haber un jugador que lleve una vida más ordenada que la mía. A todos los que dicen boludeces, los invito a que vean como corro a los 31 años».
La temporada 87/88 lo tuvo a Banfield en la máxima divisional. Orte fue la experiencia dentro de un plantel con buenos nombres y mucha juventud. En aquellos días convirtió su último gran gol. El 9 de octubre de 1987. Boca Juniors visitó Peña y Arenales. Con Banfield 2 a 1 arriba en el marcador. Contragolpe. Pampa a pura potencia enfrentó fuera del área a Hugo Orlando Gatti, le tiró la pelota por un costado, la fue a buscar por el otro y definió para la locura de la hinchada. Un gol histórico. Caso curioso: aquel Banfield, dirigido por Angel Cappa se fue al descenso por el camino del buen fútbol.
Agosto de 1988. Nuevamente el Nacional B. ¿Cuando hilo quedaba en el carretel? Nuevamente Banfield, en el Nacional B. Luego de un comienzo irregular, la salida del entrenador Angel Cappa. Félix jugó algunos partidos en reserva. «Chicos, prepárense que van a jugar con una figura como yo», les dijo antes de un partido. Luego la dirección técnica del equipo junto a Eduardo Porcel. A los 32 años, jugador y entrenador. En un partido ante Defensa y Justicia, una curiosidad: se quitó el mismo de la cancha. En el vestuario declaró: «El jugador Orte debe respetar al técnico Orte». La campaña no ayudaba. Volvió a ponerse los cortos. 22 de abril de 1989. Empate 0 a 0 ante Deportivo Maipú. Ingresó en el segundo tiempo por César Torreblanca. Fue su último partido.
CAPITULO FINAL
Banfield dejó libre a Felix Orte. Junio de 1989. La hiper-inflación era una realidad para todos los argentinos. Quedarse sin club no era una buena opción. Félix había invertido mucho dinero intentando curar a su padre de cataratas. Necesitaba club. El Porvenir, Primera B, le abrió las puertas. Nunca llegó a debutar. Durante meses un desagarro lo tuvo a maltraer.
Hasta que llegó la madrugada del domingo 19 de noviembre de 1989. Lluviosa. El regreso a casa luego de una fiesta de 15. La familia dentro de casa, Pampa salió a matar babosas del jardín a la calle. Un coche que frena. Orte que camina unos metros. Un disparo en el amanacer. El horror. Una corta agonía junto a Marisa, su mujer. Félix Lorenzo Orte, moría a los 33 años. La misma edad con la cual falleció Bruce Lee, su ídolo. Dos pequeñas criaturas, Mauro y Nadia, se quedaban sin padre.
El crimen perfecto. La justicia nunca pudo dilucidar el móvil ni la autoría material. Vertir por aquí la enorme cantidad de especulaciones es irresponsable. Más interesantes son los testimonios de sus compañeros, sobre como vivieron aquel día. Camote Acuña recordó: «Aquel domingo jugamos (Racing) contra Boca. No concentrábamos. Me enteré temprano. No lo podía creer. Convertí un gol, me arrodillé, miré al cielo y me acordé de él. Terminó el partido y me fui para el velatorio«. Con ojos llorosos, Néstor Sicher nos dijo: «Como todos los domingos yo me levantaba temprano para comprar el diario y facturas. En la panadería una vecina me dice: viste que mataron a tu amigo. Me temblaron las piernas». Adolfo Pedernera, su segundo padre, declaraba en aquellos días: La última vez que lo vi me había comentado el asalto que había sufrido a la salida de un entrenamiento. Recuerdo que le dije que lo tomara como experiencia , que la vida siempre deja enseñanzas, aunque algunas estén marcadas por hechos tristes. Mire usted como se apaga su vida».
Pero el testimonio más conmovedor es el de Elvio Vázquez, compañero en su última etapa en Banfield: «Félix era mi gran amigo. Un hermano mayor. Me enseñó a caminar la vida. En esos días iba a ser papá y el Pampa era el padrino de mi primer hijo. Cuando lo mataron yo estaba concentrado. Era jugador de Independiente y esa tarde enfrentábamos a River en el Monumental. Era un partido muy importante. No paraba de llorar. Jorge Solari me dijo que era importante que jugara. Lo hice pensando todo el partido en él. Cuando terminó, no pude parar de llorar. Me fui a velatorio y le dejé en el cajón la camiseta que usé esa tarde. Todavía lo recuerdo mucho a Félix».
Pasados los años, su historia se hizo mito. Sobre todo en Banfield. Las redes sociales hacen lo suyo para que en Rosario Central y Racing se lo descubra. Las anécdotas se multiplican. La curiosidad profesional: ¿Quien fue ese muchacho que dejó una huella tan profunda en todos los compañeros de equipo, que no dudan en reconocerlo como un futbolista sensacional y un personaje singular?.
Esa pregunta motivó este informe.
Félix Orte jugó 465 partidos oficiales. 178 en Banfield, con 54 goles; 172 en Rosario Central, 30 goles; 26 en Loma Negra (AFA), 7 goles; y 89 en Racing, 25 goles. La mayoría de esas 116 conquistas no tienen registro televisivo. Pero no era sólo un delantero potente y encarador: era un personaje. Miguel Ángel Wirtz nos confió: «El Loco era un personaje hermoso. Un tipo que vivió la vida como quiso. Siempre decía ´la moneda es redonda para que ruede«. La última palabra la tiene su amigo Jorge Acuña: «Era el que más alegre. Le hacía jodas a todo el plantel. Tenía una característica muy particular: siempre fue un pibe, nunca hablaba en serio«.
La historia de Félix sirve para redescubrir cracks del fútbol argentino. Habrá muchas historias más por escribir.
Periodista y escritor. Autor de Héroes de Tiento y Héroes en Tiempos Infames. Conductor de Abrí la Cancha, por Radio Gráfica. Premio Jauretche 2021 a la Investigación Periodística.