Néstor Sicher pasó por las Charlas de Vestuario de Abrí la Cancha. Los bigotes eternos del ascenso de Racing de 1985. Un laburante del fútbol que vistió un par de camisetas muy pesadas en momentos complicados para sus instituciones. Una historia que merece ser conocida.
Por Carlos Aira

SUEÑOS DE FUTBOL: «Arranqué en Club Atlético Lanús. Año 1972. Siempre fue un club hermoso. De aquellos días tengo un recuerdo inolvidable. Era infantil, tenía sólo 10 años y nos llevaron a un torneo interprovincial en Necochea. Lanús siempre fue un club que le brindó oportunidades a los jóvenes. Teníamos 17 o 18 años y veíamos que podíamos alternar en la Primera División».
«En 1977 jugaba en Reserva. En Primera estaba José María Silvero como técnico. Trajo cuarenta jugadores. Toda gente grande, como Carlos Pachamé o Ramón Aguirre Suárez. ¡Me mataban en las prácticas! Ese año fue terrible para el club. No solo porque nos fuimos al descenso, sino porque llovieron los juicios. ¡No olvido que Pachamé le puso bandera de remate al estadio!. No es una forma de decir. En ese momento trabajaba como administrativo y lo llegue a ver. Como no ganaba mucho con el fútbol profesional, laburaba en la sede. Siempre recuerdo que los viernes los dirigentes me enviaban a la sede de AFA a buscar el Boletín Oficial».
LANUS EN MOMENTOS DIFICILES: «En 1978 descendimos a Primera C. Lo impensado: Lanús en la C. ¿Sabés lo que fue jugar contra Piraña, General Lamadrid o Defensores de Cambaceres? La cancha de Cambaceres parecía de arena movediza. ¡Una cosa de locos! Pero en 1981 subimos gracias a un equipo de chicos del club con el aporte fundamental de Juan Manuel Guerra. El viejo era un fenómeno. Vino en 1980 y limpió lo que tenía que limpiar. Luego confió en todos nosotros».

«Esos años fueron fundamentales para el club. Siempre digo que fui parte de la reconstrucción de Lanús. Jugamos muchos años, no veíamos un mango y le dimos aire a los dirigentes para formar el club que es hoy. Muchachos inolvidables, como mi compadre, Juan Antonio Crespín, José Perassi o Juan José Sánchez. Muchos jugadores que le dimos mucho al club. ¡Los hermanos Enrique! Sobre todo Ramón, que era un fenómeno y no puedo creer que no haya jugado en Primera División».
«En 1982 volvimos al campeonato de la B y en 1984 estuvimos cerca de ascender a Primera. Tuvimos la desgracia de cruzarnos con Emilio Misic en aquella semifinal ante Racing. ¡Lo recuerdo y no lo puedo creer! Terminó el partido ante Racing siete minutos antes del tiempo reglamentario. Eramos un equipazo, conducido por Ramón Cabrero; un tipo bárbaro que parecía un jugador más. Lanús es un club hermoso. Me encanta y me hace bien saber que tienen en cuenta a aquel grupo de jugadores que dejó todo en tiempos difíciles».

EL RECUERDO DEL VIEJO GUERRA: «Juan Manuel Guerra fue un tipo maravilloso. Siendo entrenador de Brown de Adrogué me ofrecieron jugar un amistoso contra el Vélez de Bianchi. Ellos se estaban preparando para la final de la Copa Libertadores ante San Pablo. Teníamos un lindo equipo, con varios ex compañeros, como Juan José Sánchez, Salvador Azerrad y Horacio Attadía. Acepto el partido y nos hicieron ocho. Al otro día llamó Juan Manuel a casa. Quería hablar conmigo. Atiendo y me dice: ´- Néstor, ¿Cómo vas a jugar ese amistoso? No le sirvió ni a usted ni a sus jugadores. Usted tiene que jugar ante equipos de su división o menor, para motivarlos´. ¡Que tipo bárbaro! ¡Me llamó a casa para darme un consejo!».

BIENVENIDO AL MUNDO RACING, NESTOR: «Llegué a Racing Club con todas las expectativas y una alegría enorme. Me recomendó un ayudante de Agustín Cejas que seguía a Lanús, porque en 1984 nosotros jugábamos contra el próximo rival de la Academia. A mí me llevó Juan D´Stéfano. La historia fue así. Estaba en la sede de Lanús cerrando la compra de Horacio Attadía y me vio. Me encaró y me preguntó si quería ir a Racing. Era muy bicho y me midió. Al final fui a préstamo y hasta el día de hoy sigo sin comprender porque fui a Racing en esa condición».
«El club no estaba bien. Por ejemplo, la cancha estaba semi-clausurada. Pero no no miré esas cosas. ¡Era Racing! Estaba en otro mundo. Entrenaba en Obras Sanitarias. Otra cosa. En 1985, Racing armó un equipo con muchos jugadores de experiencia en la categoría. Llegaron Miguel Ángel Colombatti, Horacio Attadía y Walter Fernandez. Si bien teníamos mucha experiencia, la presión era enorme. Cuando echaron a Agustín Cejas nos tuvimos que ir escondidos de la cancha. Todas las semanas cambiábamos de concentración porque la directiva no pagaba el hotel. Eso sí, jamás dejamos de concentrarnos».
«El equipo no ganaba y perder dos partidos seguidos era una catástrofe. Recuerdo la cara de desesperación de los dirigentes. Según ellos habían traído lo mejor de la B para ascender. La barra vino una sola vez al vestuario. Tuvimos un diálogo duro, pero con respeto. Víctor Longo salió a copar la parada y ahí creí que se armaba, pero teníamos un plantel bárbaro. En lo futbolístico, pero sobre todo en lo humano».

MI AMIGO EL PAMPA: «Tuve un compañero excepcional como fue el Pampa Félix Orte. No hay día que no lo recuerde. Un tipo de primera. Transmitía alegría. Siempre jodiendo y levantando el ánimo. Yo vivía en Rafael Calzada y pasaba por su casa en Lomas de Zamora para ir a las prácticas o concentrar. Tengo una historia increíble junto a él. Un viernes paso por su casa para ir a concentrar. Cuando llego se largó una tormenta impresionante. En esa época, la avenida Pavón se inundaba. No teníamos forma de salir. Se hizo tarde y cenamos en su casa. Hizo unos churrasquitos. Tomamos un poco de vino blanco que a él le gustaba. Un postrecito. Cuando le digo de irnos, me dice: ‘ – ¿Cómo vamos a ir si está todo inundado?’ . Me hizo llamar al hotel para explicar lo que sucedía. Hablo con Agustín Cejas y me dice que tenemos que concentrar. El Pampa no quería ir. Le digo: ‘- Pampa, si es necesario, voy caminando’ . Al final lo convencí. ¡No sabés las vueltas que tuvimos que dar para llegar al hotel! Cuando llegamos, Cejas no esperaba con la cena. ¿Que íbamos a decir? ¿Que habíamos cenado? Mitad de entrada y mitad de cena. ¡Tuvimos que salir a caminar diez cuadras para bajar la comida!«.
«Un día estábamos concentrados y faltaba Félix. Apareció con pantalones cortos y unos zapatos rojos horribles, con tacos, que eran de Walter Fernández. Bajó las escaleras caminando como una vedette. Nosotros nos moríamos de risa. Un buen tipo. Un loco lindo que nunca voy a comprender por qué lo asesinaron».

EL ASCENSO CON RACING: «Para lograr el ascenso fue fundamental la llegada de Coco Basile. Antes lo tuvimos a Cayetano Rodríguez. Un loco del fútbol que nos hacía ver videos de Holanda 1974. Se emocionaba en las charlas técnicas, pero no había jugadores para el fútbol que quería. Cuando llegó Coco fue clarísimo: vamos a jugar sencillo. Bien parados en el fondo y los de arriba debían definir los partidos. Sin complicaciones. Era un genio. No inventó nada: 4-3-3 y cada uno sabía muy bien lo que debía hacer. Aparte, su voz, respeto y personalidad te bajaban una idea: a este tipo no le puedo fallar«.

«Para el grupo fueron fundamentales los 40 días de concentración en Ezeiza mientras duró el octogonal. Salvo el segundo partido ante Banfield, que terminamos pasando por mejor ubicación en la tabla, fuimos un equipo imbatible. Recuerdo que luego de perder con Banfield fuimos a cenar a Ezeiza. El Coco nos motivó como nunca. El equipo demostró en ese mes lo que tuvo que haber demostrado durante todo un año».
«Las finales ante Atlanta fueron inolvidables. La primera la ganamos 4 a 0 y creímos tener el ascenso en el bolsillo. En la semana nos enteramos que no había diferencia de goles, sino puntos. En la segunda final, tengo la suerte de convertir un golazo. ¡No sabía como festejarlo! Minutos después, el negro Millicay me partió la mandíbula cuando me iba para el segundo gol. En el entretimpo le digo al Coco de salir. Me fulminó con la mirada y nunca me olvidar su respuesta: ´- Sicher, usted no sale ni muerto´«.
EL DIFICIL CAMINO POSTERIOR: «Mi caso es llamativo. Hice un gol simbólico, pero cuatro días después tuve que volver a Lanús. La opción de mi pase era altísima: 100.000 dólares. Terminé peleándome con los dirigentes de Lanús cuando en verdad la dirigencia de Racing no quiso comprarme. En los primeros días de enero de 1986 fui a la Ciudad Deportiva de San Lorenzo donde Racing estaba jugando un amistoso. Tenía que ir a cobrar el dinero del último partido ante Atlanta. Entro al vestuario y me mira Rogelio Domínguez – el nuevo entrenador – con una cara que jamás olvidaré. Me sentí sapo de otro pozo. Me mandé de inocente. Salí de allí, un dirigente me dio el dinero y me di cuenta que no tenía más nada que hacer en Racing«.
«A la semana del ascenso volví a entrenar con Lanús. Con la mandíbula rota y siendo uno más del plantel. Ahí me di cuenta que se me había escapado la gran oportunidad en el fútbol. ¡Qué terrible aquel verano de 1986!. Me recupero de la mandíbula y vuelvo contra Atlanta en Reserva. ¡Lo que me putearon los plateistas de Atlanta! Yo, humilde. Si era otro, ni de casualidad jugaba en Reserva«. Encima, en Lanús me dijeron que me busque club. Surgió la posibilidad de ir a Gimnasia, club de Primera División. Para Lanús, en diciembre de 1985 valía 100.000 dólares. Seis meses más tarde me transfirieron a Gimnasia en 20.000 dólares.
«Gimnasia es un club hermoso con una hinchada increíble. El problema fue que el técnico Luis Garisto ya tenía a los dos laterales titulares. Fui a alternar porque no quería jugar el Nacional B. En Gimnasia tengo el recuerdo de un gol que metí en Reserva contra Estudiantes. Fue en 1 y 57. En el festejo del gol, la tribuna – que estaba repleta – se venía abajo. Una verdadera locura».

«Luego pasé por Argentino de Quilmes y en 1990 llegué a Chacarita Juniors. Un club importante, pero que estaba arruinado. Teníamos jugadores muy importantes para la B Metropolitana. Estaban el Beto Pascutti, Carlos Ischia, Horacio Montemurro, José Horacio Lugo, Gabriel Gnoffo. Nos fue muy mal. Fuimos un desastre y casi bajamos a la C, que sería una cuarta división. Un equipo bárbaro, pero la malaria era total.
«En Chacarita me asusté en serio. Ahí me comí la apretada más importante de mi vida. Fue terrible. Vino la barra y nos encaró mal. Fue un lunes que perdimos 4 a 1 ante Temperley en cancha de Banfield. Nos estábamos cambiando y empujaron la puerta. Nos encontramos con cada carita. Todos muy pesados. Quiso reaccionar Ricardo Caruso Lombardi y lo callaron mal. En verdad, los mandaron los de la Subcomisión de Fútbol, gente que años atrás llevaban la hinchada«.
«Finalicé mi carrera en Brown de Adogué. ¡Hermoso club! Después agarré como entrenador y más adelante como ayudante de Vicente Cristófano. Siempre recuerdo la campaña de 2000. Perdimos un ascenso increíble al Nacional B. Fue ante Sarmiento en cancha de Temperley. En el minuto 45 del segundo tiempo ganábamos 1 a 0. Pablo Lunatti dio seis minutos de adicional y nos dieron vuelta el partido. Aquella tarde me acordé de Emilio Misic«.
Periodista y escritor. Autor de Héroes de Tiento y Héroes en Tiempos Infames. Conductor de Abrí la Cancha, por Radio Gráfica FM 89.3