Salvador Azerrad: «Racing es mi amor, pero el fútbol esta lleno de corruptos»

1992

Salvador Azerrad pasó por las Charlas de Vestuario de Abrí la Cancha. Una historia singular. Con solo 17 años debutó en la primera de Racing y lo hizo con un gol. Año 1985 y la Academia atravesaba el infierno de la B. Luego de un debut promisorio, cuestiones extradeportivas lo fueron alejando de la Academia. Llevó su fútbol por centroamérica, Deportivo Español y el ascenso. Una historia para conocer. 

Por Carlos Aira

 

Salvador Azerrad, el pibe que jugaba en Plaza Las Heras.
SUEÑOS DE FUTBOL: «Hay que contextualizar la época. En los 70s aun teníamos la vieja costumbre del barrio. Defender a los compañeros en la calle. Mis sueños tenían que ver con la pelota, pero también con el pibe y su identidad: el barrio. Yo vivía en el barrio de Palermo, muy cerca del Parque Las Heras. Mi primer sueño de fútbol fue aprender a dominar la Pulpo en el empedrado del pasaje Bollini».
«Mis sueños de pibes continuaron cuando ingresé a Racing, con edad de 9na División. Cada partido que jugaba era trasladarlo imaginariamente a la Primera. Tenía una obligación que era cumplir con mis padres por todo el esfuerzo cotidiano que hacían. Mi mamá era docente y se desvivía para que yo tuviera la mejor alimentación para entrenar y rendir los fines de semana. Mis grandes sueños de pibe se cristalizaron: llegué a la Primera de Racing y cumplí con el esfuerzo de mis padres«.

 

 

EL PIBE DEL PARQUE LAS HERAS: «De pibe jugaba en el descampado de la ex Penitenciaría del Parque Las Heras. Allí se formaban equipos. Yo jugaba en un llamado Salguero que lo manejaba un señor apellidado Verón. Jugábamos unos campeonatos terribles. Algunas veces venían divisiones de clubes AFA y sus entrenadores veían ahí a los pibes de los barrios. Fuimos a jugar contra Argentinos Juniors y Francis Cornejo me preguntó si quería jugar allá. El sábado siguiente me presenté en la cancha de Vélez donde se hacía un torneo infantil. Siempre recuerdo que estaba Neil Armstrong, el primer hombre que pisó la luna. Jugué para Argentinos un partido de 15 minutos. Le di la mano al hombre que pisó la luna y no volví más».
Salvador Azerrad, vistiendo la camiseta de Racing, junto a Verón, su entrenador en Salguero, su equipo de barrio.
«A la semana, Racing fue al Parque Las Heras. Tuve la suerte de hacerle tres goles a Jorge Vivaldo, que luego llegó al fútbol grande. Ahí me vio Palomino, el histórico detector de talentos y me preguntó si quería ir a la Academia. No sé como expresar la alegría que tenía, pero por distintas razones, el lunes no aparecimos junto a mi papá en Avellaneda para fichar. Pasó el tiempo y una mañana, apenas salgo de casa, un señor me agarró de las patillas y con voz firme me dijo: `Pibe, hace un año que te estoy esperando en Racing´. ¡Palomino me había ido a buscar a mi casa!».
«Para quien no lo sepa, Carlos Palomino fue uno de los más brillantes ojeadores que tuvo el fútbol argentino. Entre sus descubrimiento estuvieron J.J.López, Mostaza Merlo y el Beto Alonso. Y ahí arranqué en Racing».

 

 

UN PIBE CON RESPONSABILIDADES DE HOMBRE: «Es cierto que debuté con 16 años, pero lo hice porque Racing era una institución caótica. Un club que no le ofrecía ninguna garantía a los jugadores de inferiores. Te insertan a la fuerza para salvar un momento del equipo. Yo estaba preparado, pero no fue bueno como se hizo».
Salvador Azerrad en las inferiores de Racing. Año 1983.
«Yo llegué a Reserva con 15 años y Agustín Mario Cejas, técnico de la Primera, siempre veía un rato del partido preliminar. Una tarde, en marzo de 1985, estaba en el gimnasio junto a Cacho Giménez recuperándome de una lesión en el tobillo. Sube Héctor López, ayudante de campo de Primera, y habla con Giménez. Los dos me miran. Recuerdo que me acerco a ellos y les pregunto si pasa algo conmigo. López me mira y me dice: «Sí, Mario te quiere entrenando con la Primera«. Recuerdo que miré a Cacho Giménez y con los ojos, sin decirle nada, le pedí permiso para subir a Primera. Había oportunidades que se dan sólo una vez, y esa era una. Entrené miércoles, jueves y el sábado fui titular».
«En los 80s era muy extraño que un pibe debutara en Primera División. Todos los equipos tenían extraordinarias figuras. Por eso, no había lugar para los chicos. Recién con uno, o dos contratos, llegabas a Primera. En el fútbol argentino estaba repleto de cracks. En un Boca-River jugaban Maradona, Fillol, Gatti, Kempes, Tarantini. Una cosa impresionante.

 

RACING 1985: «Yo era un pibe en un equipo de hombres, como el Pampa Orte u Horacio Cordero. En esos días había mucha distancia entre los juveniles y los jugadores con trayectoria, por eso yo siempre le voy a estar agradecido a Mario Cejas. El me mandó a concentrar con Félix Orte, lo que significaba estar expuesto todo el día, porque era el centro de todas las bromas y me metió dentro del grupo. Nunca olvido que el sábado del debut, Horacio Cordero me despertó a las 8 de la mañana para ir a rezar a la iglesia. Gente maravillosa como el Cholo Pavón, Horacio Attadía o Néstor Sicher«.
«Ese plantel tenía algo maravilloso que quiero rescatar. Era tan grande lo que nos estábamos jugando (ascender con Racing), que no había mezquindades. No apareció ninguno que dijera: `atenti con este pibe, que juega bien´. El Negro Longo me venía a buscar a casa para ir a entrenar. Luego me mataba a patadas en una práctica y después me llevaba de nuevo a casa. ¡Me enseñaba a ser futbolista profesional!«

 

23 de marzo de 1985. Racing 4 – 1 Villa Dálmine. Carrizo, Cordero, Traverso, Walter Fernández, Castelló y Sicher. Abajo: Azerrad, Orte, Attadía, González y Colombatti.

 

AVELLANEDA, 23 DE MARZO DE 1985: «El partido debut fue ante Villa Dálmine. Nunca voy a olvidar el gol porque no permití que ningún compañero venga a abrazarme. El gol lo convertí en el arco de la avenida Mitre. Salí corriendo buscando a mis padres en la Platea C, frente a los Palcos. Había una multitud de gente, pero quise buscarlos. Antes, la llegada de un chico a Primera era un acontecimiento. Nos teníamos que matar, rompernos el alma para llegar. En mi cabeza lo único que tenía eran a mis padres y la gente de Racing, porque soy fanático del club. La verdad, fue un placer tan grande ese gol que no tengo palabras para explicar un sentimiento que me sigue desbordando«.

 

Salvador Azerrad en el Monumental. Fue figura, pero su último partido. Para el protagonista: un caso de corrupción.
LUEGO DEL DEBUT, LA BORRATINA: «Lo que sucedió conmigo solo se explica con la corrupción. A mí, Juan D´Stéfano me echó del club. Supuestamente, me tenían vendido a Europa. Me llaman de la sede y el presidente del club me dijo: «No vas a jugar más en Racing porque hay jugadores caros y ellos tienen que jugar. Te vas a Centroamérica. Si no te vas, no jugás más`. Fui acompañado por mi papá. Nunca voy a olvidar la cara de mi viejo. Jamás imaginamos que nos íbamos a encontrar con algo así. Días más tarde, Racing recibió a Rosario Central y la gente me brindó una ovación que aún recuerdo».
«Tampoco olvido que meses más tarde, cuando ya me había instalado en El Salvador, me fui de gira a Los Ángeles y me quería comprar un equipo de allá. Volví al país y hablé con el presidente Enrique Taddeo. Nunca olvido que Racing estaba jugando el octogonal de ascenso a Primera. La respuesta del Contador Taddeo: `Ya hablé con Grondona. Tenés que volver al país junto a Italo Ortiz, que ya están habilitados´. Cuando vuelvo al país, todo era mentira: no estaba habilitado. Desde ese momento, mi carrera cambió.

 

Salvador atendiendo a la prensa. En 2008 fue vital en la democratización de Racing.
LA PICADORA DE CARNE DEL FUTBOL: «El fútbol es una profesión ingrata. Quienes estamos dentro de la colectividad del fútbol lo sabemos.  Siempre digo lo mismo: los ojos se posan sobre los futbolistas profesionales, pero en verdad hay que mirar a los chicos. ¿Saben por qué? Porque ellos sueñan con ser el sostén financiero de sus familias. Una picadora de carne donde la mayoría de los sueños y las ilusiones terminan aniquiladas«.
«Cuando un padre me dice que desea que su hijo sea futbolista profesional, siempre respondo lo mismo: ¿Por que no lo pensás? El alto rendimiento no es sano. Ni física, ni sicológicamente. Los chicos son usados como trapos. Porquerías. Hay infinidad de casos de jovenes destruidos porque no cumplieron el sueño de fútbol profesional. Nosotros, los grandes, somos quienes tenemos que cuidar a los chicos, porque el fútbol está repleto de corruptos y gente de porquería«.

 

Salvador Azerrad y Mariano Dalla Libera en tiempos de FAS de El Salvador.
EL SALVADOR, EN TIEMPOS DE GUERRA CIVIL: «Vivir en El Salvador en plena guerra civil era sacar a Mariano Dalla Líbera de abajo de la cama todos los días. Nunca olvido la cantidad de velas, recordando a los difuntos, que veía todos los dias y en todas partes. Así estuve viviendo mientras fui jugador del FAS. Me trataron muy bien. Gente maravillosa que me cuidó muchísimo. Ellos sabían que todas las situaciones que se vivían no eran normales para mí. Ellos se habían acostumbrado al estallido de bombas o los tiroteos. Yo, no. Quedé tan marcado qué, cuando me fui a buscar el Maccabi Tel Aviv – no ocupaba plaza por la religión de mi padre – no quise ir. No quería transitar, nuevamente, la posibilidad de revivir aquella experiencia tan peligrosa como fue vivir en El Salvador«.

 

MAGICO GONZALEZ: «Nadie tiene la dimensión real del inmenso jugador que fue. Un futbolista maravilloso. Un fuera de serie que te enseñaba a pensar en la cancha. Si no estabas a su altura e inteligencia no podías jugar con él. No solo son extraordinarios para el espectáculo, sino te hacían mejor futbolista. A Jorge le vi hacer cosas increíbles. 150.000 personas en Los Angeles para verlo a él. Un tipo que se dedicó a jugar y vivir. El no quiso estar entre los cuatro o cinco mejores de la historia, pero vivió su vida. Fue un grande. Divertir y divertirse, y vivir. Nosotros, no vivimos la vida por el fútbol. El tuvo la capacidad de vivir y jugar al fútbol. Esa fue la inmensa virtud del Mágico González.

 

Salvador Azerrad vistiendo la camiseta de Deportivo Español. Año 1986.
ESPAÑOL Y RIOS SEOANE: «En 1986 firmé con Deportivo Español en una época fantástica. Allí estaba Francisco Ríos Seoane.  Una cosa increíble: ¡Había zafado de Juan D´Stéfano y me agarró Ríos Seoane! Pasé de Libia a Siberia. Me tocó pasar por dos infiernos! No es justo para una persona. Sobre todo, en tan poco tiempo. Tenía tan solo 20 años. Hoy me están entrevistando, pero hay miles de casos de dirigentes que le destrozaran la vida a los futbolistas. Los grandes jugadores de ayer no tienen un peso.  ¿Cómo puede ser?

 

TEMPERLEY: «Temperley es Racing, pero más chico. Con las mismas problemática: quiebra, convocatoria de acreedores, con jueces y desafiliaciones. Es el amor. La pelota no va separada de la camiseta. Cuando hablamos de la pelota, hablamos también de un color de camiseta que te lleva al amor y la locura. Ese peso específico siempre estuvo en Temperley«.

 

Periodista y escritor. Autor de Héroes de Tiento y Héroes en Tiempos Infames. Conductor de Abrí la Cancha, por Radio Gráfica FM 89.3

 

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