Hugo Orlando Gatti no solo llevó adelante una extensa campaña de 26 años y 765 partidos en Primera División. El Loco fue audaz, excéntrico, innovador y personal. Un espectáculo dentro del espectáculo. Idolatrado en Gimnasia y amado en La Boca. Tenía 80 años.
Por Carlos Aira
La noticia fue previsible. Hacía tiempo que El Loco no reponía su frágil salud. En febrero pasado había padecido una rotura de cadera. Internado en el hospital Pirovano, una neumonía intrahospitalaria agravó su estado de salud. Meses atrás había fallecido Nacha, su compañera de casi toda la vida. Gatti había perdido su sempiterna alegría. Ante un cuadro irreversible, su familia decidió que era momento de dejarlo descansar y transformarlo en leyenda. Hugo Orlando Gatti murió en la tarde del 20 de abril de 2025. Nos dejó a los 80 años.
Con el Loco Gatti se fue de este plano terrenal el futbolista con más partidos disputados en Primera División (765) y con más temporadas en la máxima divisional (27). Pero Gatti no fueron solo números. Su impronta quedó plasmada en una personalidad exuberante. Hugo Gatti jamás pasó desapercibido. Desde sus inicios en Atlanta hasta sus últimos tiempos reconvertido en francotirador en un pastiche hispánico llamado El Chiringuito. Pero es harina de otro costal. En Abrí la Cancha nos interesa el legado deportivo del Loco.
Hugo Gatti nació el 19 de agosto de 1944 en Carlos Tejedor, un tranquilo pueblo enclavado en el fértil oeste bonaerense. Hijo de Pedro Gastti y Mercedes Caire, Hugo tuvo seis hermanos. En 1957 debutó en el arco del Club Atlético Huracán (Carlos Tejedor).Cuatro años más tarde, un sueño de fútbol lo trajo a Atlanta. El periodista Enrique Martín (Narices Chatas) recuerda aquellos primeros pasos del chacarero de Tejedor en Villa Crespo. «Los trajo Atlanta y lo refugió en una legendaria pensión que el club pagaba en la calle Heredia, barrio de Colegiales, donde entre otras glorias también se alojó Carlos Timoteo Griguol cuando arribó de Córdoba unos años antes. Y Luis Artime, nada menos. Llegaron a coincidir los tres ahí, entre la sopa y las milanesas al mediodía. Gatti se comió cinco goles en el primer amistoso de la sexta división y avergonzado se volvió a su pueblo sin avisar. Antonio Infante y Vicente Sgambatto, dos delegados que trabajaban ad-honorem para Atlanta y que luego fueron intachables dirigentes, habían hecho lo imposible para ficharlo. Ahora, recomenzaron la aventura, esta vez para convencerlo para que volviera».
1961 fue el año del famoso Atlanta de los Claveles. Todo fue muy rápido para aquel Gatti casi adolescente. Al año siguiente ya estaba entrenando con los profesionales y Osvaldo Zubeldía le dio la primera oportunidad. Domingo 5 de agosto de 1962. A dos semanas de cumplir 18 años, Hugo Gatti debutó en Primera División. Lo hizo enfrentando al famoso Gimnasia del 62. Ese gran equipo tripero que inmortalizó el apodo de El Lobo. Gimnasia ganó 2 a 0, goles del Tanque Alfredo Rojas y el peruano Oscar Gómez Sánchez.
Aquella tarde, Atlanta formó con Hugo Gatti; Miguel Vignale, Alejo Clariá, Mario Bonczuk y Julio Nuin; Juan Asprela y Norberto Conde; Juan Carone, Jorge Fernández, Antonio Poggi y Walter Roque.

1963 será el primer gran año de Hugo Gatti. Sucesor de Néstor Errea, creó un estilo propio que era aceptado o reprobado, pero que jamás pasó indiferente. Lo suyo era anticiparse a la jugada. Un arquero jugador, camino que había comenzado a transitar Amadeo Carrizo en River Plate. En el verano de 1964 pasó a River Plate por 15 millones de pesos. Un dinero inédito por un arquero de 19 años y tan solo 38 partidos oficiales. La directiva millonaria entendió que Gatti sería el sucesor de Amadeo Carrizo, pero Gatti fue hijo de una explosión. De cambios generacionales. Tiempos en los cuales el tango le daba paso a los Beatles y Cassius Clay – con solo 22 años – se consagraba campeón mundial con un talento y una arrogancia discursiva asombrosa. Cuando llegó a River declaró que era mejor que Amadeo y estaban ante el mejor arquero del mundo. Esas declaraciones cayeron mal. Una tarde, la relación con el público riverplatense pareció no tener vuelta atrás. 19 de abril de 1964. Clásico en el Monumental por la copa Jorge Newbery. Los xeneizes golearon 4 a 0 y el cantito bajó hiriente desde las tribunas: «Gatti es un Caquero / Queremos a Amadeo».
El estilo de Gatti cayó muy mal en varios sectores de la prensa especializada. Luego del 0-4, el diario Crónica publicó: «Gatti fracasó hasta la desesperación. Para muchos, fue presa de un estado esquizofrénico. Cometió tantas locuras qué, en vez de un guardavallas parecía payaso de un circo. De inaudito, se va de garufa por el área dejando el arco a la intemperie».
Su paso de Hugo Gatti por River Plate acumuló buenas y malas, pero siempre a la sombra de Amadeo. El entrenador que lo sostuvo fue Renato Cesarini quién entendía que era el arquero del futuro. Entre las buenas estuvo aquella tarde del 3 de abril de 1966. River derrotó 3 a 1 a Boca y volvía a ganar en la Bombonera luego de once años. Hugo Gatti fue la gran figura del clásico. Promediando el segundo tiempo, la hinchada boquense comenzó a tirar objetos al campo de juego. Entre ellos, una escoba. Gatti la recogió y comenzó a barrer el área con una sonrisa. La hinchada xeneize le devolvió una ovación. Tal vez, esa tarde comenzó a construirse un romance que se concretaría una década más tarde.
Con 22 años se lo notaba maduro. El Gráfico le dio la última página y desgranó un análisis partiendo del Gatti que fue (aquel) y el que era (este). No había dudas que se encontraban ante un arquero único:
«Porque en Gatti no cabe la discriminación. No cabe ni siquiera la reflexión del juicio que pretende que este Gatti no sea nunca aquel. Es inútil tratar de buscar las dos personalidades. El mismo gran arquero que tiene la gran virtud de ser único en el error y en la grandeza. El único, que en un partido que puede ser fundamental para su fama, tantas veces discutida, tantas veces impugnada, lo acomete con la misma importancia que un compromiso común, como un partido más. Aunque sea en el estadio de Boca, aunque todos los factores conspiren contra su éxito. Gatti, aquel o este, sale a enfrentarlo con la misma irresponsable frialdad. Fiel a su eterno slogan: «Yo…yo soy el mejor arquero del mundo. Va a ver lo que le digo». Entonces, aunque todo el estadio esté en ebullición, aunque el campo se transforme en una caldera, aunque los rivales vayan a buscarle el cuerpo, este Gatti jugará a la pelota en su área con una sonrisa en los labios, con una naturalidad que enfría, que desconcierta, que incluso hace bajar la temperatura. Lo mismo que aquel cuando pierde…cuando se le critican los errores».
Convocado por Juan Carlos Lorenzo para la Copa del Mundo Inglaterra 1966, Gatti fue tercer arquero detrás de Antonio Roma y Rolando Irusta. Sin que muchos lo recuerden, Gatti fue responsable indirecto de la Copa Libertadores que Racing ganó en 1967. Luego de una inesperada derrota ante Universitario de Lima en Avellaneda, la Academia necesitaba que River, cuanto menos, le quite un punto a los peruanos. 29 de junio de 1967. En Lima, Universitario y River igualaron 2 a 2 y Gatti le tapó un penal al infalible Héctor Chumpitaz.
En 1969, con la salida de Amadeo Carrizo de River Plate parecía que llegaba su momento. Pero los directivos del club no pensaron lo mismo. Hugo Gatti pasó a Gimnasia por el pase del arquero Hugo Carballo, el delantero Juan Carlos Trebucq y ocho millones de pesos. En La Plata vieron una versión auténtica de Gatti. Nació El Loco. Todo fue espectacular. En su debut, un amistoso ante Guaraní de Campinhas, Gatti debía bajar desde un helicóptero. No fue posible debido a una disposición municipal nocturna.
En Gimnasia, Gatti se soltó. Se dejó crecer y teñir el pelo. Lució buzos con colores llamativos. Era el muchachito de la película, como le gustaba señalar. Su particular fama lo acercó a una recordada publicidad de ginebra Bols. Año 1970. En la publicidad, un barman se acercaba al Loco con una copa de la mencionada ginebra cuando Gatti estaba por sacar del arco. Se escucha la voz del locutor que dice: «¿Usted cree que no es posible? Con esmowing todo es posible. ¿Quiere tener esmowing? Tome ginebra Bols». Gatti toma un sorbo, saca del arco y convierte un gol de arco a arco. La publicidad fue una sensación e instaló el término esmowing como sinónimo de actitud. La actitud que le sobraba a Gatti.
Gatti no fue solo una publicidad. El Gatti de Gimnasia fue un arquero integral. Protagonista de aquel equipo de 1970 que estuvo a un tris de consagrarse campeón del Metropolitano de 1970. La Barredora, un equipo para el recuerdo: Hugo Orlando Gatti; Guruciaga, Roberto Di Plácido, Ricardo Rezza y José Bernabé Leonardi; Hugo Pedraza y Roberto Zywica; Moncho Santiago, Héctor Pignani, Miguel Diz, Delio Onnis y Jorge Castiglia.
De aquella época en Gimnasia, su amigo Heber Mastrángelo recordó una graciosa anécdota en Abrí la Cancha: “Jugaba Gimnasia-Atlanta en 60 y 118. Ninguno de los dos concentrábamos, así que quedamos en que íbamos juntos en su auto a la cancha. Una vez que llegamos a la cancha, cuando nos despedíamos le dije: `Loco, mirá que en un rato te hago un gol´, el me respondió: `Me hacés un gol y me retiro´. Bueno, le terminé haciendo cuatro goles en un tiempo. Al final del partido lo esperé en el vestuario local para volver a la pensión donde vivíamos pero él ya se había ido solo. Cuando llegué a la noche le pregunté por qué no me esperó y me dice: `¡Que te voy a traer si me putearon todos! ¡Encima querés que te suba al coche y te traiga!“.
El Gatti de Gimnasia tenía hinchas propios, como Norberto Verea. El Ruso, futuro arquero profesional de varios clubes de ascenso, alguna vez recordó: «Fui imitador del Loco Gatti a rajatabla. Lo vi jugar por primera vez en cancha de River. El Loco Gatti hizo de todo. Me volví a casa en el auto de mi viejo con una única misión en mi vida: ser Gatti. No pensé en otra cosa que no fuera ser Gatti«.
Atajando en Gimnasia, el Loco volvió a tener otro guiño hacia La 12. 25 de Mayo de 1969. Gimnasia visitó a Boca. Esa tarde, Gatti fue tan grande que eclipsó a otro showman, como era el árbitro Guillermo Nimo. El Loco las hizo todas. Atajó, anticipó y preparó contragolpes. Una clase memorable. Gimnasia ganó 1 a 0, gol de Héctor Pignani. Cuando terminó el partido, y antes de meterse en el túnel, se levantó el buzo lila y debajo tenía la camiseta de Boca. La tribuna de Casa Amarilla le regaló una ovación interminable.

A comienzos de 1975, luego de 224 partidos, Hugo Gatti dejó Gimnasia para sumarse al proyecto del gran Unión de 1975. Los tatengues volvían a primera y armaron un equipo sensacional: El Loco en el arco, Rubén Suñé, Baudillo Jauregui, Sacconi y Barro; Roberto Espósito, Víctor Marchetti y Victorio Cocco; Heber Mastrángelo, Leopoldo Jacinto Luque y Miguel Tojo. El entrenador, otro inefable: Juan Carlos Lorenzo. Gatti defendió la meta tatengue en 45 oportunidades y atajó 4 penales. El más recordado fue a Norberto Alonso, la noche que Unión llevó su localía a Vélez Sársfield en un partido vital de aquel Metro 75.
También hubo espacio para sus locuras. En la última fecha del Metropolitano 1975 se jugó el clásico santafesino en el Cementerio de los Elefantes. 17 de agosto de 1975. Clásico ardoroso. El remate potente de Hugo Coscia y Gatti no se mueve. Golazo. Derrota de su equipo 3 a 2. En el vestuario, Lorenzo le recriminó a Gatti su falta de reacción. La respuesta de Gatti fue antológica: “¿Porque no me tiré? Porque los goles lindos hay que mirarlos, maestro”.

Y llegó un año muy especial. 1976. A fines de 1975, Juan Carlos Lorenzo arregló con Alberto Armando su arribo a Boca Juniors. El Toto entendía que tres jugadores que había dirigido en Unión eran imprescindibles en su proyecto boquense. Uno era el Heber Mastrángelo, que estaba por firmar con Independiente. El otro era Rubén Suñé, por el cual Lorenzo consiguió arrancarle al presidente un indulto para que regresara al club. El otro era Gatti. El 5 de enero de 1976, Hugo Orlando Gatti firmó para Boca Juniors. Tenía 31 años.
Comenzó una nueva historia. El Loco se fue desde Buenos Aires a la concentración xeneize en Necochea. El debut fue en la noche del 14 de enero de 1976. Victoria 3 a 1 ante Rivadavia (Necochea) con goles de Hugo Paulino Sánchez, Alfredo Letanú y Hugo Nelson Lacava Schell. El debut oficial se produjo el domingo 15 de febrero de 1976. Primera fecha del Metropolitano. En la Bombonera, Boca recibió a All Boys. Victoria xeneize 2 a 0, con goles de Darío Felman y Carlos María García Cambón. Ese mismo día nació el amor entre la tribuna y Hugo Gatti. El cantito no tardó en bajar: «Es el Loco Gatti y su ballet.. ole ole ole«. Cuando terminó el partido, abordado por diversas radios y medios gráficos, el Loco devolvió la moneda del amor: «Jugar en Boca es lo mejor que me pasó en la vida. Fue mi anhelo durante muchos años. ¿o yo no lo decía?».
En 1974 había comenzado el ciclo de César Luis Menotti en la Selección Argentina. El Flaco había convocado a Hugo para la Copa América de 1975. En marzo de 1976, la Selección iniciaría una gira de tres partidos por la Europa de la Cortina de Hierro. Los destinos eran Unión Soviética, Polonia y Hungría. El primer partido fue mítico. 20 de marzo de 1976. Argentina enfrentó a la Unión Soviética en el estadio Central de Kiev. Temperaturas bajo cero y una intensa nevada. Con pantalones largos y gorro de lana, Gatti tuvo una actuación consagratoria. Argentina ganó 1 a 0, gol de Mario Kempes, pero la gran figura fue Hugo Gatti. El León de Kiev, como lo tituló la revista Goles. El secreto del Loco estuvo junto al palo. Una urgente petaca le brindaba calor en una tarde gélida. Jugué en pedo, confesó muchos años después.

1976 fue un año especial para Boca Juniors. Fue el comienzo del exitoso Ciclo Lorenzo. También tuvo su momento de dolor y tensión. Domingo 11 de abril de 1976. Luego de la gira europea, Gatti volvía al arco xeneize. Clásico ante Independiente en Avellaneda. 11 minutos del primer tiempo. Ataque local. Una pelota al vacío y el choque entre Hugo y el delantero Daniel Astegiano. El Loco cayó desmayado al piso bañado en sangre. Una urgente ambulancia lo trasladó hacia el sanatorio Santa Lucía. El diagnóstico fue contundente: fractura total del maxilar inferior. El Dr. Raúl Gioiosa decidió operarlo esa misma noche. La salida del Loco puso en jaque al Ciclo Lorenzo. Con Carlos Biassuto en el arco, Boca igualó 1 a 1 ante Independiente en Avellaneda y los resultados posteriores no fueron buenos. A una trabajada victoria 2 a 1 ante All Boys en cancha de Vélez le siguió una derrota 1 a 0 en el Superclásico en la Bombonera. Luego de igualar 0 a 0 ante Huracán en la Ribera siguió una durísima derrota 1-5 ante Rosario Central en el Parque de la Independencia. Lorenzo quería el regreso de Gatti, pero el arquero no tenía el alta médica. Domingo 9 de mayo. Boca recibía a Estudiantes de La Plata. Cuando la voz del estadio anunció a Hugo Gatti un grito inundó la Bombonera. «¡Loco corazón! ¡Loco corazón!». Boca ganó 3 a 0.
Boca se consagró campeón del Metropolitano y el Nacional 1976. La final del Nacional fue soñada para el pueblo boquense. Miércoles 22 de diciembre. En el Cilindro de Avellaneda se enfrentaban Boca y River. Los Millonarios eran bicampeones de 1975 y finalistas de la Copa Libertadores. El Boca de Lorenzo en búsqueda del bicampeonato. Aquella noche, Hugo Gatti protagonizó una atajada memorable. Primer tiempo. Partido 0 a 0. Juan José López amagó el centro y le pegó al arco con notable fuerza y precisión. La Pintier se metía junto al palo izquierdo. Arco de la Avenida Mitre. El Loco, que esperaba el centro, voló como nunca y la mandó al córner. Boca se terminó consagrando campeón con un gol de tiro libre al Chapa Suñé.
Esa noche se enfrentaron dos arqueros que hicieron historia. Hugo Gatti y Ubaldo Fillol generaron un clásico de estilos. El Loco, el showman. Los pelos largos y teñidos. La ropa de colores. El arquero que se anticipaba a la jugada. El Pato, todo sobriedad. El dueño de las atajadas dignas de un portento de reflejos. El que volando rompía las reglas de la física. Hugo Gatti y Ubaldo Fillol compitieron por el arco de la Selección Argentina. La clave fue aquel 1977. Previo a la Copa del Mundo de 1978, la AFA pautó la llegada de ocho selecciones europeas en el primer semestre de 1977. Se la denominó Serie Internacional y todos los partidos se disputarían en La Bombonera. Para César Luis Menotti, Hugo Gatti era el arquero titular. Atajó ante Hungría (5-1. 27/2/1977), Polonia (3-1. 29/5/1977) y Alemania Federal (1-3. 5/6/1977). Luego del partido, la polémica. El Loco no tuvo una buena actuación ante los campeones mundiales. Los insultos de un sector del público le dolieron. Por otra parte, Gatti era víctima de un tironeo. No se sentía cómodo en la Selección y Boca tenía por delante una semifinal de Copa Libertadores. La polémica por los meniscos de su rodilla derecha. Para Adolfo Fort, médico de AFA, Gatti estaba para jugar. Para Raúl Gioiosa, galeno de Boca Juniors, el Loco no podía ni subir el colectivo. Gatti tenía que decidir y decidió. El martes 7 de junio de 1977, Gatti dejó el entrenamiento de la Selección y horas más tarde fue operado. Aquella tarde ante Alemania Federal, Hugo Gatti jugó su último partido en la Selección Argentina. Días más tarde, ante Inglaterra, el arquero titular fue Héctor Baley. Chocolate no brindó garantías y en 1978 apareció Ubaldo Matildo Fillol para adueñarse del arco.

Pero aquel 1977 no fue un año más para Hugo Gatti. El Muchachito de la Película tenía que ser protagonista de un momento esperado por los hinchas boquenses. Final de Copa Libertadores. La misma copa que Boca había perdido en la Bombonera en 1963 ante el Santos de Pelé. La misma copa que Hugo Gatti acarició con River Plate en 1966. El rival era Cruzeiro de Belho Horizonte, campeón de 1976. El partido de ida, disputado en la Bombonera el 6 de septiembre, Boca ganó 1 a 0 con gol del Toti Veglio. La revancha, disputada en el Minerao, Cruzeiro venció 1 a 0, con gol de Nelinho cuando quedaban quince minutos de juego. Por reglamentación de aquellos días era necesario un tercer partido en cancha neutral. El desempate se pautó para el martes 12 de septiembre en el estadio Centenario. Una tormenta eléctrica combinada con una neblina obligó la postergación del partido para la noche del miércoles. La única duda en Boca era la presencia de Gatti, resentido de la rodilla operada. Finalmente, el Loco fue confirmado. A la hora del partido, el campo de juego era un barrial y la neblina impedía la visual. Boca, de camiseta blanca, y Cruzeiro igualaron sin goles. En los penales, Hugo Gatti se arrojó hacia su izquierda y le tapó el remate a Vanderley. Boca campeón de la Copa Libertadores de 1977. En un vestuario pletórico de alegría, el Loco declaró: «Cuando iba patear Vanderley pensé que hay un Dios y como Boca merecía ganar iba a ser justo. Y la suerte, esa que tuvo Cruzeiro durante todo el partido, se voleó para quién la merecía porque atajar un penal es una cuestión de suerte».
En 2020, en las Charlas de Vestuario de Abrí la Cancha, el querido Heber Mastrángelo contó una anécdota relacionada con los guantes que utilizó Hugo en la gloriosa noche del 13 de septiembre de 1977: “Un día fui a Adidas a buscar botines y ahí trabajaba Amadeo Carrizo. Le pedí botines y también unos guantes. Amadeo me los dio y se los regalé al otro día al Loco Gatti. Días después, en la final de la Copa Libertadores 1977 ante Cruzeiro en Montevideo, el Loco le atajó el penal definitorio a Vanderley y vino corriendo a abrazarme. Se sacó los guantes, me los dio y me dijo: – Tomá, estos guantes son tuyos. Fue algo único porque para sacarle algo a Gatti lo tenés que operar. Amadeo nunca supo que esos guantes los usó el Loco y Gatti jamás imaginó que esos guantes me los dio Amadeo“

En 1978, Boca se volvió a consagrar campeón. El 1 de agosto de 1978, en la lejana Karlsruhe, Alemania Federal, Boca Juniors goleó 3 a 0 al Borussia Monchengladbach y consiguió la Copa Intercontinental 1977, el título que habían logrado Racing Club (1967), Estudiantes de La Plata (1968) e Independiente (1973). En aquel 1978, Boca Juniors volvió a consagrarse campeón de América. En esta oportunidad la final la disputó ante el Deportivo Cali, dirigido por Carlos Salvador Bilardo. Gatti y Bilardo tuvieron una relación tirante. La bronca comenzó en un clásico platense en 1970. Gatti le paró una pelota arriba de la cabeza al Narigón. Lo volvió a hacer otra vez. Cuando intentó hacerlo por tercera vez, Bilardo le pegó un cabezazo que rompió la nariz del arquero. En los días previos a la primera final, Gatti se peleó con Lorenzo y la Pantera Rodríguez ocupó la meta xeneize. En Cali, Boca y Deportivo igualaron 0 a 0. La revancha se disputó el 28 de noviembre de 1978. Resueltas las diferencias con el entrenador, Hugo Gatti volvió a la titularidad. «No deje de chupar / El Loco es lo más grande del fútbol nacional», fue el cantito que le dio la bienvenida al 1. Boca goleó 4 a 0 generando aquella noche una de las fiestas más grandes que se recuerden en el barrio de La Boca.
La impronta de Gatti en aquellos días le llegó a miles de hinchas. Sobre todo, a muchos pibes. Entre esos chicos estaba Jorge Vivaldo. En 2022, entrevistado en el ciclo Charlas de Vestuario de Abrí la Cancha, el ex arquero de Arsenal y Chacarita recordó lo que significó Hugo Gatti en su vida: «Cuando tenía 9 años, mi papá me llevó a la Bombonera y lo vi al Loco Gatti. ¡Una cosa impresionante! Tenía 9 años y verlo a Gatti me impactó. Le pedí a mi papá que me llevara siempre. En esos días se podía dar la vuelta en la Bombonera y nosotros, a diferencia del resto que iba a ver el ataque de Boca, nos quedábamos detrás de Gatti porque yo no quería perderme los movimientos de Hugo. ¡Pobre mi viejo que no pudo ver de cerca ningún gol!. Recuerdo muy bien a aquel Boca del Toto Lorenzo y me marcó mucho la vestimenta de Gatti. En esos tiempos, el Loco atajaba con un buzo rosa. Cuando comencé a atajar en Arsenal, año 1987-1988, también me vestía de rosa. Siempre recuerdo que Héctor Grondona – que en paz descanse – me puteaba y me decía: «¿Dónde carajo te voy a vender con un buzo rosa?».

El año 1978 de Gatti terminó con una polémica. 17 de diciembre. En la Bombonera, Boca recibió a Gimnasia (Mendoza). El árbitro Arturo Ithurralde lo expulsó y el Tribunal de Disciplina le dio 12 fechas de suspensión. Fue una de las 4 expulsiones de Gatti en toda su carrera.
Luego de la final de Copa perdida en 1979 ante Olimpia, el Toto dejó la dirección técnica de Boca Juniors. En aquel 79, Gatti quedó en el recuerdo por el penal atajado a Hugo Coscia. 2 de diciembre de 1979. Último partido en el histórico Gasómetro de Avenida La Plata. 1980 fue un año muy malo para Boca. Un equipo dirigido por Ubaldo Rattín que coqueteó los puestos bajos de la tabla. En aquel 1980, Hugo Gatti fue protagonista de una fuerte polémica con Diego Maradona. En la última fecha de la fase de grupo, Argentinos Juniors recibía a Boca Juniors. Hugo dijo que Maradona era un gordito. Aquel 9 de noviembre de 1980, Diego marcó cuatro de los cinco goles de su equipo. Pero el camino de Gatti y Maradona estaba por unirse. En febrero de 1981, Diego firmó con Boca.
El paso de Gatti en aquel Metropolitano 1981 fue limitado. En la previa de la quinta fecha, el Loco dejó el arco. Se adujo una lesión, pero en verdad había un serio problema contractual. La Pantera Rodríguez se hizo cargo de la responsabilidad, pero en la etapa final del campeonato, pero luego de un empate ante Argentinos Juniors en Vélez, el mano a mano ante el Ferro de Griguol se hizo insoportable. Con cinco partidos por delante, Boca se jugaba un mano a mano con Ferro, a quién debía enfrentar en la antepenúltima fecha en un partido definitorio. La actuación de la Pantera Rodríguez ante Argentinos generó muchas dudas. La Comisión Directiva xeneize arregló su conflicto con Hugo Gatti, quién regresaría al equipo luego luego de tres meses. Se venía Estudiantes de La Plata, muy comprometido con el descenso. 38 minutos del primer tiempo. Bombonera expectante. Hugo Gatti anticipó a Guillermo Trama fuera del área. Corriendo en diagonal llevó la pelota hasta mitad de cancha donde se la entregó a Hugo Perotti. Un pase del 1 al 11. En velocidad, el Mono se sacó dos jugadores de encima y definió cruzado ante la salida de Enrique Vidallé. Un gol memorable para un triunfo que descomprimió un clima muy denso.
En la antepenúltima fecha, Boca se jugaba el campeonato ante Ferro en La Bombonera. Con el partido igualado 0 a 0, Hugo atoró a la Bruja Juárez con las dos rodillas clavadas en el piso y los brazos extendidos hacia el piso. La de Dios fue su marca registrada. Una jugada que Hugo Gatti repitió tantas veces como pudo.

1982 fue un año notable del Loco. La gran figura de un equipo dirigido por Carmelo Faraone, sin Diego y con muchos retazos del campeón de 1981. Ese año, el Círculo de Periodistas Deportivos lo premio con el Premio Olimpia al mejor futbolista del año. Si bien fue un año notable, en aquel 1982 Hugo Gatti recibió un gol insólito. 11 de abril. Campeonato Nacional. Boca visitó a Central Norte en cancha de Gimnasia y Tiro. Esa tarde, al Loco le convirtieron dos goles de caño. A los 11 minutos, el remate de Juan Carlos Prycodko picó mal delante de Gatti y se metió entre sus piernas. Igualó el oriental Ariel Krasouski, pero a los 20 minutos, un débil remate de Oscar Rubiola, camiseta 8, nuevamente traspasó las piernas chuecas de Hugo. Boca perdió 2 a 1 y la calentura de los compañeros dejó a Gatti a pata. El Loco se tuvo que tomar un taxi para llegar hasta el hotel.
El Loco ya era un bronce. Con 40 años, Gatti era un ídolo unánime. Se sentía capaz de todo. El 22 de enero de 1983, Boca visitó a Talleres en el viejo Chateau Carreras. Promediando el segundo tiempo, el Loco cortó un avance cordobés. Sin rivales a la vista, hizo un par de jueguitos y rechazó la pelota con una chilena. El público presente, sin importar colores y amores, le regaló una ovación a ese Loco que se brindaba por el espectáculo. En 1984 se lo recuerda por una actuación maravillosa ante Unión en la Bombonera. La tarde que el paraguayo López Turitich quedó en el recuerdo por atajarle el penal a Fernando Moreno, Hugo Gatti atajó un remate durmiendo la pelota entre sus tobillos. En aquel 1984, Boca atravesó una situación institucional-financiera calamitosa. Entre agosto y septiembre, los profesionales giraron por distintos lugares del mundo. Hubo duras y maduras. La dura fue el 21 de agosto. En el Camp Nou, el Loco recibió 9 goles del Barcelona. La madura fue el 17 de septiembre de 1984. En California, en un estadio vacío y con una temperatura aplastante, Boca enfrentó al Atlas mexicano. El entrenador Dino Sani tenía tan solo 15 jugadores disponibles. El uruguayo Julio César Balerio fue el arquero titular y Hugo esperó su momento. A los 73 minutos, Gatti ingresó en lugar del correntino José Orlando Berta luciendo la camiseta 15. Hugo Gatti cumplió su sueño de convertirse en jugador de campo. Los memoriosos recuerdan que el 11 de agosto de 1976, el Loco también se puso la azul y oro. Fue un amistoso ante Platense en la Bombonera programado para festejar el Metro 76. En el primer tiempo fue al arco, pero cuando el equipo salió a jugar el segundo tiempo, Gatti salió del túnel con una camiseta azul y oro y el 1 en la espalda. Se paró de delantero y luego de tirar un taco, la 12 coreó: «Alonso / Alonso / Dejate de joder / Miralo al Loco Gatti / que vas a aprender».

La etapa final de la carrera del Loco estuvo signada por polémicas. Hugo Gatti nunca escondió su filiación política radical. En 1987, el Loco protagonizó un spot electoral apoyando la candidatura de Juan Manuel Casella. La 12 le dedicó una bandera hiriente. Sobre una tela blanca, con letras desparejas, la frase: «Gatti, hincha del Austral«. La 12 estuvo detrás del peronista Antonio Cafiero. Luego de recibir 6 goles ante Racing en Avellaneda, la presión se hizo muy grande. El 25 de octubre de 1987, Gatti recibió tres goles en el primer tiempo ante Newell´s en La Boca. Abatido, pidió el cambio en el entretiempo.
El 11 de septiembre de 1988 comenzó la temporada 1988/89. En la primera fecha, Boca recibía a Deportivo Armenio. Desde comienzos de 1988, el entrenador de Boca era José Omar Pastoriza. Para esa temporada, la directiva contrató a Carlos Fernando Navarro Montoya. El Mono, con 22 años, era considerado un arquero con gran proyección. Boca formó con Hugo Gatti; Luis Abramovich, Richard Tavares, Pablo Erbín y Enrique Hrabina; Claudio Marangoni, Fabián Carrizo y Carlos Tapia; Alfredo Graciani, Walter Perazzo y Alejandro Barberón. 34 minutos. Contragolpe de Armenio. Centro desde la izquierda de Oudoukian. Hugo Gatti buscó anticipar la entrada de Silvano Maciel fuera del área, pero llegó tarde. Maciel se llevó puesta la pelota y convirtió el gol del triunfo de su equipo. El domingo siguiente se venía el Superclásico en el Monumental. La decisión de Pastoriza fue separar a Gatti. El Loco entrenó con el plantel hasta que en enero de 1989 la noticia conmocionó al fútbol: Gatti se tenía que ir de Boca.

Así se terminó la carrera de Hugo Orlando Gatti. El Loco. Coqueteó con Nueva Chicago. Se decía que podía terminar su carrera en River Plate. En algún momento se habló de Racing Club. Pero no hubo día después para su carrera profesional. Fueron 27 temporadas y 765 partidos en Primera División. Junto al Pato Fillol mantienen el récord de penales atajados: 26. Como muy bien lo definió el periodista Julio César Pascquato (Juvenal): Hugo Gatti fue el más cuerdo de los locos. El más veloz para adivinar jugadas y simplificar situaciones. El más atrevido y el más divertido en el puesto más comprometido del equipo».
«En el puesto de los bobos yo soy el más vivo«, declaró varias veces. El inventor del marketing futbolero en nuestro país. Entre vinchas, bermudas y achiques, con la partida terrenal de Hugo Gatti se fue un pedazo de nuestra historia futbolera.
Periodista y escritor. Autor de Héroes de Tiento y Héroes en Tiempos Infames. Conductor de Abrí la Cancha, por Radio Gráfica. Premio Jauretche a la investigación periodística.