Jorge Vivaldo: «En Arsenal me enseñaron el camino del sacrificio y el sentido de pertenencia»

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Jorge Antonio Vivaldo pasó por las Charlas de Vestuario de Abrí la Cancha. El histórico arquero recorrió su trayectoria. Sus comienzos en Arsenal, su relación con los Grondona; Deportivo Español, Colón, la idolatría en Chacarita, la Fé y su paso frustrado por Boca Juniors.

Por Carlos Aira

 

SUEÑOS DE FUTBOL: «Mi papá y mi abuelo eran muy hinchas de Boca. En mi imaginación, de tantas veces que lo contaron en aquellas eternas sobremesa de los domingos, creó haber vivido el penal que Antonio Roma le atajó al brasileño Delem en 1962. Ambos habían atajado en forma amateur y desde muy pibe me fueron inculcando la pasión por el arco. Nunca olvido la primera vez que mi viejo me llevó a la Bombonera. ¡No recuerdo nada del partido, tan solo que me pasé la tarde pidiendo panchos y Coca Cola!«
«Mi papá trabajaba muchas horas, pero no recuerdo una vez que no se haya tomado el tiempo de jugar un ratito conmigo. Mis hermanos eran mucho más chicos y no había muchos pibes para jugar. Mi papá junto a un tío llamado Nito siempre se tomaban el rato para patearme y afianzar esa relación que comenzaba a tener con el arco».

 

 

Jorge con su ídolo, el Loco Hugo Gatti.
HUGO GATTI: «Cuando tenía 9 años, mi papá me llevó a la Bombonera y lo ví al Loco Gatti. ¡Una cosa impresionante! Tenía 9 años y verlo a Gatti me impactó. Le pedí a mi papá que me llevara siempre. En esos días se podía dar la vuelta en la Bombonera y nosotros, a diferencia del resto que iba a ver el ataque de Boca, nos quedábamos detrás de Gatti porque yo no quería perderme los movimientos de Hugo. ¡Pobre mi viejo que no pudo ver de cerca ningún gol!».
«Recuerdo muy bien a aquel Boca del Toto Lorenzo y me marcó mucho la vestimenta de Gatti. En esos tiempos, el Loco atajaba con un buzo rosa. Cuando comencé a atajar en Arsenal, año 1987-1988, también me vestía de rosa. Siempre recuerdo que Héctor Grondona – que en paz descanse – me puteaba y me decía: «¿Dónde carajo te voy a vender con un buzo rosa?». Yo a Héctor le tenía un respeto enorme porque era un caudillo que marcaba la vida de todos los que estaban cerca. Fue un padre que me enseñó a ser profesional«.

 

RACING Y UN GOLPE DE LA VIDA.: «Mi carrera es un milagro. De pibe vivía en Avellaneda y un compañero de la escuela se fue a probar a Racing y me contó que faltaba un arquero. Comencé muy chico y llegué hasta la séptima cuando tuve que dejar porque se separaron mis padres. Soy el mayor de cinco hermanos y tuve que dejar el fútbol y trabajar. Fue un golpe muy fuerte porque era dejar de lado mi sueño. Me venía destacando y hasta jugaba con categorías más grandes, como la 66, donde estaba Hugo Lamadrid. Pero no había otra: tenía que ir a laburar y me consiguieron un muy buen trabajo en el correo».

 

EL MILAGRO LLAMADO ARSENAL: «El fútbol me seguía apasionando y comencé a jugar campeonatos de barrio. Cuando tenía 19 años fui a Atlético Ameghino, en la Liga de General Villegas. Allí comencé a ganar mis primeros pesos en el fútbol. Los viernes por la noche viajaba para allá y el lunes a la mañana estaba trabajando en el correo. Durante la semana jugaba un torneo nocturno en el Club Mitre de Sarandí. Unos amigos me dijeron que me pruebe en Arsenal. Yo tenía casi 20 años, una locura. La cuestión fue que pasé la prueba y comenzó toda mi carrera nuevamente«.

 

Los comienzos en Arsenal. Año 1989.

 

LOS COMIENZOS EN ARSENAL: «Los comienzos fueron difíciles. Había tres arqueros profesionales y yo, que nunca jugaba. Uno atajaba en Primera, otro iba al banco y otro en reserva. Las pocas veces que atajé lo hice bien. Tuve la fortuna que se retiró Daniel Baglioni, que era el arquero titular – un verdadero maestro, que atajó en Banfield, Atlanta – y en tres meses me quedé con el puesto de titular y nunca más salí«.
«El técnico que me hizo debutar fue Pedro Alexis González. 21 de diciembre de 1988. Victoria 2 a 1 ante El Porvenir, goles de Eduardo Urtasún y Oscar Lebioso. El primer tiempo estuve muy nervioso, pero en el segundo tiempo la rompí. Recuerdo que debuté porque expulsaron a Gustavo Chelotti, el arquero titular, en cancha de Morón en un partido que terminamos con siete jugadores. En aquel tiempo el clásico con El Porve era muy intenso. Siempre recuerdo de aquella época que nos manejábamos como una familia. Muchos éramos del barrio y a la noche ibamos a tomar un café a la casa de Gerardo Malengo, que vivía enfrente del corralón de Julio. Ahí estábamos junto a Roque Drago y Gustavo Grondona y nuestro sueño era Arsenal y pelear bien arriba. Si en esos días nos decían hasta donde llegó el club, ninguno de nosotros lo iba a creer«.

 

 

EL DURO CAMINO DE LA B METROPOLITANA:  «Arsenal tenía grandes jugadores, como el Bocha Ángel Ismael Flores, uno de los mejores jugadores que ví en mi vida. También otros grandes futbolistas, como Gustavo Grondona, Miguel Rodríguez, Miguel Riveros, Pulciano Aquino, Roque Drago, Gabriel Viscovich, Mandioca Guzmán, un jugador increíble con el que fui compañero en Colón de Santa Fe. También lo recuerdo al Taca Raúl Oyola, que ya no está entre nosotros».
«Era una categoría muy competitiva. Estan Nueva Chicago, All Boys, Atlanta, Chacarita. ¡Había que ir a jugar a Rosario contra Central Córdoba y Argentino porque tenían grandes jugadores y una línea de juego! Pero lo que más recuerdo son algunos futbolistas que enfrenté, como el Beto Pascutti, un crack impresionante. Las campos de juego eran horribles y los árbitros ni te cuento».

 

El Flaco en 1997: su tercer paso por el Viaducto.
LA FAMILIA DE ARSENAL: «Con Héctor Grondona jamás firmé un contrato privado. Le dabas la mano y te olvidabas de todo. Los Grondona te enseñaban y educaban. Con los hijos de Julio nos conocíamos del barrio. ¿Sabés que me llamó la atención de Julio Grondona? Era el presidente de AFA, uno de los tipos más conocidos del país, y seguía viviendo en Sarandí y lo podías ver barriendo la vereda o vendiendo fiado y anotando en una libreta. Siempre fueron muy serviciales. Eran gente de ayudar. Héctor nos invitaba a comer a su casa y siempre había un asado».
«En Arsenal conocí gente maravillosa, como Eduardo Pasos, que me ayudó mucho cuando comencé. A pesar de ser tan joven y de haber perdido a su familia. Carlos Bueno, gerente del Club, que también me ayudo tanto. Ellos tenían un sentido de pertenencia único y nos hicieron amar al club. Nos hacían entender el sacrificio. Cuando Arsenal comenzó a construir la concentración, nosotros teníamos tanta ilusión que dormíamos en una colchoneta en un cuarto sin ventana, pero estábamos descansando en Sarandí. ¡Eso es sentido de pertenencia!

 

DEPORTIVO ESPAÑOL 1992: «Oscar Ibáñez, durante años arquero de la Selección de Perú, era el suplente de Pedro Catalano. Oscar tenía mi misma edad, estaba esperando una oportunidad, y se fue del club. Quien me recomendó a Español fue el Vasco Iturrieta, mi entrenador en Arsenal. Yo tenía 24 años y Catalano 41. En el primer entrenamiento no podía seguirle el ritmo. Termina la primera práctica y estaba re-mal. Se me acerca Pedro porque me vio bajoneado. Yo le dije que no lo tomara mal, pero yo tenía 15 años menos y no podía seguirle el ritmo. El me dijo: tengo 25 pretemporadas de Primera División, es una cuestión de tiempo. ¡Un maestro, Pedro!»
«Yo iba al banco y jugaba en Reserva, pero detrás mío tenía dos arqueros fantásticos como Pontiroli y Campagnuolo. Aquel Español 1991/92 tenía un equipo extraordinario: Pedro Catalano; Charly Batista, Carlos Bustos, Luongo y Sergio Zanetti; Daniel Ergo, Alejandro Peralta, el Tano Barrella y el Pepe Albornoz; el Puma Rodrìguez y Walter Parodi. Comenzamos el torneo con el peor promedio y terminamos subcampeones. Un club con una vida social enorme. Nunca tuvimos problemas para cobrar. Una lástima ver como está hoy el club».

 

Adrián Marini, el Flaco Vivaldo y el Tuca Risso. Una postal del Colón de los 90s.
COLON DE SANTA FE: «Llegué a un Colón que había recibido un palazo luego de perder el desempate por el ascenso ante Banfield en el Chateau Carreras. Llegué desde Arsenal junto a Adrián Álvarez para reemplazar a Felipe Perassi y Adolfino Cañete, los dos máximos ídolos del club. En un principio la gente me resistió mucho. Siempre digo: en Santa Fe me recibí de hombre. A fines de 1992 me casé, mi mujer quedó embarazada en marzo de 1993 y pocos meses después estamos en Santa Fe. Eran otros tiempos que los pibes de hoy no pueden comprender. No era que no teníamos teléfono celular: ¡No teníamos teléfono fijo! Estábamos en Santa Fe, con mi mujer embarazada y desconectados de la familia. Por suerte, y gracias a Dios, tuve el apoyo de dirigentes y compañeros y todo cambió en un clásico frente a Unión. Esa tarde atajé un penal a Cristian Ruffini y desde ese momento, todo fue diferente«.
«Carlos Goyén me vio en Español y comenzó a darme los guantes Reusch, empresa para la que él trabajaba. Cuando voy a Colón, esa misma empresa vestía al club. En esa época se dan cambios en la indumentaria y a nosotros nos televisaban muchísimo. Fue el propio Goyén quién me eligió para promocionar una línea muy colorida de buzos de arquero. Yo tenía el pelo muy largo y era llamativo. Yo no era cabulero y me encantaba cambiar la ropa, entonces, todos los fines de semana usaba un buzo diferente. Me enganché tanto, que luego comencé a diseñar yo mis propios buzos, como el recordado del ascenso de Chacarita en 1999″.

 

El Flaco Vivaldo en el arco de Colón.

 

AQUEL GRAN COLON 1995/97: «Se armó un equipo increíble. Teníamos como entrenador a Nelson Pedro Chabay que tuvo la sapiencia de hacer cambios importantes. Agarró al Negro Hugo Ibarra, que primero jugó de 5, luego de 8 y le encontró la posición en la cancha. Nosotros teníamos de 4 al paraguayo Nelson González y Chabay los cambió. Con Ibarra de 4 y Nelson de 8 hicieron un tándem que te asesinaba. Adelante teníamos tres jugadores bárbaros, como el Pampa Gambier, Pedro Uliambre y el Loco González. Ese equipo de Colón que ascendió en 1995 fue la base del que llegó a los cuartos de final de la Libertadores de 1998«.
«Aquel equipo maravilloso subió a Primera y nunca olvido dos partidos: cuando le ganamos 5 a 1 a River en Santa Fe y cuando derrotamos 1 a 0 a San Lorenzo y quedámos líderes del campeonato Clausura 1997. Santa Fe fue una locura. Teniamos a Cristian Castillo y al Chino Aquino en un nivel fantástico. Eramos un equipazo. Después perdimos algunos puntos, pero tuvimos la chance de consagrarnos campeón. Nunca olvido un partido ante Huracán Corrientes que se llenó toda la cancha. Tengo a Colón en el corazón. Sufrí mucho en 2019, cuando se perdió la Final de la Sudamericana. ¿Qué club lleva 40.000 hinchas a otro país? ¡Eso es Colón! Por eso festejé tanto el campeonato de 2021. Un desahogo. Una cosa hermosa. Hay que vivir en Santa Fe y jugar en Colón para comprender tanta pasión«.

 

Jorge Vivaldo, ídolo de Chacarita.
CHACARITA JUNIORS: «En Colón estaba muy bien, pero Leo Díaz era titular con un nivel fantástico. Habíamos clasificado a la Copa Libertadores, pero decidí irme. Me decían que estaba loco, pero tenía 30 años y necesitaba atajar. Luego de Colón volví a Arsenal por tercera vez. El mismo día que arreglé con Arsenal me llamó el Chulo Rivoira para ir a Chaca. Me quería morir, pero no podía romper el arreglo entre Grondona y Vignatti»
«Jugué aquella temporada 1997/98 a préstamo en Arsenal y cuando terminó el año me quedé con el pase por una deuda que tenía Colón conmigo. Ahí lo llamé yo a Rivoira y le dije que quería ir a Chacarita. El Chulo habló con los dirigentes y ahí firmé contrato con Chaca sin imaginar todo lo que viviría. Siempre digo que Dios le va poniendo forma a las cosas. Llegué a un equipo extraordinario. No solo un gran equipo: excelentes personas. La pasión de la gente de Chacarita me hizo vivir cosas extraordinarias, similares a las que tuve la suerte de vivir en Colón».

 

Chacarita Juniors 2000.

 

ASCENDER EN 1999: «Los hinchas recuerdan a aquel equipo porque marcó una generación. Chaca no jugaba en Primera desde 1986 y volver luego de 14 años fue magnético para muchos pibes de aquellos días. La gran virtud de aquel equipo era como defendía. En el fondo estaban Diego Otaño, Ricardo Pagés, Leo Sciacqua y Fabio Schiavi. En el medio, Leo Rondina, Diego Ribero, Fabio Boujón y Sergio Bustos. Arriba, dos distintos como Silvio Carrario y Alex Rodríguez. Nosotros defendíamos y ellos hacían los goles. Era un equipo muy práctico. Muy a lo Chaca. Un equipo que se identificó un montón con la gente«:
«Nosotros perdimos la primera final 3 a 0 ante Instituto en Córdoba. Quedamos diezmados por expulsiones y suspensiones. En la revancha, que jugamos en el Monumental, ganamos 1 a 0 y Roberto Cabrera – arquero de Instituto – fue la figura descomunal de la noche. En el reducido comenzamos muy mal contra Tigre. Pasamos y crecimos. Le ganamos a un muy buen Defensa y Justicia que dirigía Ricardo Julio Villa y llegamos a las finales contra Juventud Antoniana. El partido de ida igualamos 1 a 1 en Salta. La revancha, en San Martín, fue el partido que jugué con mayor presión en mi vida. Ganamos 1 a 0, gol de Sergio Bustos, a los 38 minutos del segundo tiempo. Fue el gol que más grité en mi vida. Un desahogo. Una locura maravillosa».
«Días atrás, un muchacho de unos 30 años – que debía tener 10 en 1999 – se me acercó, me agradeció el ascenso y me dijo que iba con su papá a la cancha y lo primero que buscaba era verme con mi buzo blanco. Me emocionó mucho, porque me recordó lo que había vivido yo, a su misma edad, cuando iba con mi papá a la Bombonera y buscaba al Loco Gatti».

 

 

Un hombre de fe.

 

DIOS Y LA FE: «Soy  un fanático de la relación y no de la religión. A veces cometemos el error de creer que Dios no existe por malos ejemplos. Más allá que muchas cosas no comprendo por qué suceden, como que se muera un bebé o se enfermé una persona muy joven, entiendo que Dios es perfecto y tiene un plan para todos y que es justo. También comprendo que en esta tierra no habita la justicia. Por eso digo que la fe es importante».
«A mi algo me faltaba y no podía ser plenamente feliz. Yo decía que el día que jugara profesionalmente al fútbol iba a ser el tipo más feliz del mundo. Una vez que me convertí en profesional, me seguía faltando algo. La felicidad es un estado de ánimo pasajero. Lo lindo es encontrar el gozo eterno. Estar bien a pesar de las pruebas. Dios me dio esperanza y expectativas. Siempre fui muy respetuoso de las opiniones generales. Podés ser católico, evangelista o judío, pero yo siempre voy a buscar el punto en común que es Dios. No busco la división, sino la unidad. Eso se lo compartí a mis compañeros y más de doscientos compañeros se acercaron a Atletas de Cristo. Fui un hombre que encontró la herramienta para darle un mensaje diferente a otro hombre. Cuando tenía algún compañero que me decía que no creía en Dios por algo que le había sucedido, siempre decía: es verdad lo que decís, pero no te olvides que el acto más injusto de la humanidad sucedió hace 2.000 años cuando crucificaron a un tipo que no había hecho nada«.

 

EL FRUSTRADO PASO A BOCA: «Todo fue muy loco. Termina el campeonato Clausura 2004 y me llama Carlos Bianchi para llevarme a una gira por el exterior. Había tenido una temporada fantástica en Olimpo donde era figura. Era un domingo y me tenía que presentar el miércoles. Ellos perdieron la final de la Libertadores contra Once Caldas en Manizales y Bianchi se pelea con Macri y renuncia. Yo me quería morir. Recuerdo que llamé a Bianchi y le agradecí su interés. Acto seguido, me comunico con el dirigente José Beraldi para agradecer el interés y el me respondió: Más allá que no esté Carlos, nosotros te queremos acá. Una alegría increíble. Recuerdo que fui a Casa Amarilla, hice todos los trámites y me probé la ropa del club. Esa noche, Beraldi me pidió que vaya a un programa que conducía Marcelo Palacios, que lo conocía desde siempre por El Ascenso x 3. Estábamos al aire y sabía que Beraldi estaba reunido con Miguel Brindisi, que sería el futuro entrenador del equipo. En el aire, Beraldi tuvo que decir que el técnico no necesitaba otro arquero. Lo que dije al aire lo dije de corazón: para mí fue un orgullo que el mejor técnico se haya fijado en mí. También comprendí lo que es el mundo Boca: lo que me llamaron en esos dos días jamás lo viví en mi vida».
«Siempre digo, Dios acomoda las cosas. Si yo hubiera ido a Boca, no hubiera regresado a Chacarita y no hubiera jugado aquel desempate contra Defensores de Belgrano en el cual nos salvamos de bajar a la B Metropolitana. Todo termina pasando por algo».

 

 

Periodista y escritor. Autor de Héroes de Tiento y Héroes en Tiempos Infames. Conductor de Abrí la Cancha, por Radio Gráfica. Premio Jauretche 2021 a la Investigación Periodística.

 

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