El yorugua Italo Enrique Ortiz pasó por las Charlas de Vestuario de Abrí la Cancha. Volante de notables condiciones, transitó el sinuoso camino de Racing en los 80s. Desde aquel 1984 en la B, el ascenso del año siguiente, alquilado a Mendoza en 1986 y la gloria del mìtico Racing de la Supercopa.
Por Carlos Aira
SUEÑOS DE FUTBOL: «Yo nací en Salto, Uruguay, frente a Concordia. Como la mayoría de los botijas uruguayos, me crié con la pelota. Una pelota de trapo porque no había moneda para comprar una pelota de cuero. Nunca me olvido la primera vez que vi una de cuero. ¡Hasta recuerdo el nombre del pibe que la trajo! Era el Gordo Zunini, el hijo del panadero. Jugábamos descalzos porque la vieja te mataba si rompías los championes. Tenía una pasión muy grande por el fútbol que sigo manteniendo. Sabía que esforzándome llegaría a Primera. No sabía que tendría la carrera que tuve, pero si que iba a llegar a Primera«.
CERRO DE MONTEVIDEO: «Me fue a buscar un contratista, primo de Néstor Tito Goncalvez, un número 5 muy famoso de Peñarol. Esta persona me dice de ir a Peñarol o Cerro. Para mí, un pibe del interior, me asustó un poco todo lo que significa Peñarol y decidí comenzar desde abajo en Cerro. Con los años, Peñarol me quiso contratar en varias oportunidades, pero nunca se dio la oportunidad. Una lástima, porque soy hincha de Peñarol«.
«El fútbol uruguayo de comienzos de los 80s era duro. La diferencia que hacían Peñarol y Nacional con el resto eran abismales. Hoy, el fútbol se emparejó gracias a que cambiaron los entrenamientos y la alimentación. En Cerro nosotros nos teníamos que llevar la ropa y las vendas. Nunca olvido que nos ibamos a duchar después de las prácticas y el viejo Jacobo, un utilero del club, nos preguntaba si le habíamos dejado algo de plata para comprar gasoil para la caldera. Pasaron muchos años, pero en algunos clubes uruguayos las cosas no cambiaron mucho»
«El fútbol uruguayo no resiste ningún tipo de análisis. Tenemos una Selección tan representativa con un fútbol sin comodidades. Yo la remé muchísimo. Un fútbol con mucho orgullo. Podemos jugar bien o mal, pero dejamos todo. Un milagro de orgullo y pertenencia. Yo jugué con el Papa de Cavani, porque los dos somos de Salto. El otro día lo escuchaba al Gringo Cavani y dijo algo maravilloso: cuando me pongo la Celeste estoy jugando en el patio de mi casa. El jugador uruguayo tiene un sentido de pertenencia que es raro, porque son muchas cosas en contra».
LLEGAR A AVELLANEDA: «¡Yo ni sabía a donde venía! Nuestro contratista (representante) nos trajo a Buenos Aires en enero de 1984 sin saber a que club iba a ir. Llegué a Racing junto a dos compatriotas. Un arquero llamado Pereyra y Ocampos, un wing izquierdo de Nacional. Los tres debutamos en un partido de verano en Mar del Plata contra Boca. Nunca olvido la actuación del Oso Pereyra. Gritaba ¡Mía! y pasaba de largo. Perdimos 4 a 2″.
«De los tres uruguayos, Jorge Castelli – técnico del equipo – solo pidió por mí. Vine a la Argentina por una semana y me terminé quedando. ¡No había traído ni ropa! Comencé la pretemporada en la Villa Marista de Mar del Plata y todos los días estaba con el mismo shorcito. El Loco Orte se reía y me decía: «Uruguayo, te vamos a tener que operar para sacarte el shorcito«.
RACING CLUB, 1984: «Siempre digo que hay que hacer un libro con todas las historias que pasamos en aquellos días. Racing había descendido y tenía media cancha clausurada. Nunca concentrábamos en el mismo hotel porque los dirigentes no pagaban. Fue muy duro. Sobre todo el primer año. La dirigencia contrató jugadores equivocados. Muchos futbolistas de jerarquía, pero sin experiencia en el ascenso. Estaba Miguel Brindisi, el Cholo Pavón, el Tano Grimoldi o Carlitos Squeo. En aquel 1984 la A no era lo mismo que la B».
«El gran problema de Racing en aquel primer año en la B fueron las presiones. Estaba Juan D´Stéfano al frente del fútbol del club. Un tipo que sabía mucho, pero cuando perdíamos la barra ingresaba al vestuario y saliamos como si fueramos delincuentes. La pasamos mal. Muy mal en varias oportunidades. Nunca olvido que nos esperaba el micro en la puerta de la casa de Tita y nos tirábamos adentro porque la gente nos estaba esperando. Por eso digo que la pasamos muy mal aquel año porque eran muchas las presiones, las cosas no salían y terminamos perdiendo el ascenso en aquellas finales contra Gimnasia».
«Hoy le cuento a un pibe de inferiores todo lo que vivimos en aquel 1984-1985 y no lo pueden creer. Racing ha mejorado notablemente y parece perfecto. Veo el crecimiento y digo: ¡La puta, lo que padecimos valió la pena!. Nosotros pasamos cosas muy complicadas y está muy bueno que podamos reflotar esta historia«.
EL ASCENSO DE 1985: «En 1985 había que ascender de cualquier forma porque no resistía ningún análisis jugar otro año más en la B. Racing contrató los mejores jugadores del ascenso: Horacio Attadía, Walter Fernández, Néstor Sicher y Miguel Colombatti. Pero hubo una persona muy especial que fue Agustín Mario Cejas. Agustín apuntó a esa clase de jugadores de ascenso. Trajo jugadores con mucha personalidad y armó una delantera fantástica con el Pampa Orte, el Cholo Pavón y Walter Fernández. ¡Tres animales! A pesar del equipazo, todo costó mucho».
«Tenemos un grupo de whattsup de los jugadores del 85. Los dirigentes nos tienen olvidados, pero la gente siempre nos recuerda y hace un tiempo nos hicieron un homenaje. Fue hermoso reencontrarse con tantos compañeros que hace tantísimos años que no veía, como Carrizo, el Pipa Jorge Traverso y el Negro Víctor Longo. ¡Que defensor! Era durísimo con una personalidad muy importante».
«El Coco Basile fue fundamental en aquel ascenso. Tiene un sentido de pertenencia con el club tan grande que fue vital para nosotros. Nos reunió, nos habló y nos compenetró con la obligación del ascenso. Con el octogonal nos juntó 40 días concentrado en el predio de SETIA en Ezeiza. Fueron días muy intensos porque casi no veíamos a nuestras famílias. Para los jugadores que estuvimos en 1984, el ascenso de 1985 fue un desquite. Un amigo siempre me dice: «Italo, vos jugaste uno de los partidos más importantes en la historia de Racing como fue la segunda final contra Atlanta«. La sensación de aquella noche del 27 de diciembre de 1985 es intransferible. Jamás te voy a poder explicar lo que viví. Salir a la cancha y ver tanta gente movilizada. Cierro los ojos y me queda en la retina todo lo que viví. Recuerdo que jugamos con unas camisetas de piqué, de otra época, con números de cuero. Recuerdos de una noche hermosa«.
«Yo coincido con lo que dijo Walter Fernández en estas Charlas de Vestuario de Abrí la Cancha: La Supercopa de 1988 estuvo muy bien, pero lo más importante para aquel grupo fue el ascenso de 1985, porque si no le ganábamos a Atlanta en aquellas finales, no sé por cuantos años Racing se quedaba en la B…»
MEMORIA: «La gente de Racing te reconoce todo el esfuerzo que hicimos. Lástima que el club no tiene esa misma memoria. Cuando voy a Racing, el Hall de la Fama está muy lindo, pero no hay un mural de aquel equipo que sacó a Racing del pozo en su hora más difícil. Como si los dirigentes nos quisieran barrer debajo de la alfombra. Como si la historia tuviera un agujero entre 1984 y 1985. Lo que nosotros hicimos no lo hizo nadie. Ojalá los dirigentes reconocieran todos las visicitudes que pasamos nosotros».
» Tal vez muchos jóvenes o actuales dirigentes no lo sepan, pero en el primer semestre de 1986, con la reestructuración de campeonatos, ¡A nosotros nos alquilaron para Argentino de Mendoza!. Entrenábamos de lunes a jueves en Avellaneda y el viernes viajábamos a Mendoza. Primero en avión, luego en micros que no eran cinco estrellas. Fueron momentos duros porque en todas las canchas nos gritában cosas horribles. Decían que eramos porteños que ibamos a robar, pero pusimos la cara en todos lados. Yo no pido una medalla por lo que hice en el club, pero si me gustaría que nos ubicaran en un lugar cómodo o si vamos con algún familiar nos habiliten una entrada. No pasa solo en Racing, pasa en todos los equipos que no reconocen la historia. La vida es así. No es una queja, pero la vida es así. ¡No pasa nada, vamo´ arriba!«.
«Racing te compromete y te enamorás. pero también es como una mina que no te da bola. Como dice el Pato Fillol: si no pasaste por Racing, estás rengo. Es tan intenso que los hijos de todos los jugadores de aquel equipo son hinchas de Racing».
EL RACING DE LA SUPERCOPA: «Aquella Supercopa de 1988 fue el último título internacional del club. Un grupo muy unido que al día de hoy nos seguimos reuniendo: el Pato Fillol, Carlos Olarán, Néstor Fabbri, Camote Acuña, Miguel Colombatti, Walter Fernández. Algo hizo ese grupo. Algo hizo ese equipo. La gente que nos vio jugar nos sigue agradeciendo y esa fue la clave de aquel equipazo»
«Si hubiera campeonato Apertura y Clausura, Racing se hubiera consagrado campeón en 1987. Sin dudas. Ese grupo se merecía un campeonato local. ¡Mirá los tres 10 que tenía ese equipo: Rubén Paz, Miguel Colombatti y Víctor Rabuñal. Tenías jugadores para hacer dulce, porque estaban Miguel Ángel Ludueña, Camote Acuña, Perico Pérez y Hugo Lamadrid. Arriba lo tenías al Mencho Medina Bello«.
(*) Periodista y escritor. Autor de Héroes de Tiento y Héroes en Tiempos Infames. Conductor de Abrí la Cancha, por Radio Gráfica. Premio Jauretche 2021 a la Investigación Periodística.