Y ya lo ve… Esta es la historia del Racing de José

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Todos corrían. Todos metían. El equipo de Josè fue una revoluciòn de fùtbol.

El 20 de noviembre de 1966 Racing se consagró campeón del torneo de primera división. No fue un título más. Fue la consagración de uno de los mejores equipos del fútbol argentino en su historia. Aquel equipo dirigido por Juan José Pizzuti fue una revolución. Al principio incomprendida, luego admirada. En Abrí la Cancha hicimos un informe único sobre un equipo enorme de nuestra historia futbolera.

Por Carlos Aira (@carlosaira11)

 

Racing Club. La Academia del fútbol argentino tuvo en 1966 un año de gloria. Un campeón que rompió moldes. No sólo futbolísticos, sino históricos. Un equipo armado con jóvenes del club y viejos retazos que llegaban a Avellaneda para jugarse su última ficha. Un entrenador que convenció a sus jugadores que eran capaces de escribir una historia grande. Una hinchada que fue llenando estadios. Un equipo para todos los tiempos.
La enorme delantera del equipo campeón 1961: Oreste Corbatta, Juan José Pizutti, Pedro Mansilla, Rubén Sosa y Raul Belén
En 1958 y 1961, Racing Club obtuvo los campeonatos de Primera División. En épocas de fútbol espectáculo, la Academia tenía un equipo sólido y fuerte. Tenía un crack de inmensa jerarquía como el rosarino Federico Sacchi. Arriba, una delantera para todos los tiempos: Oreste Corbatta, Juan José Pizzuti, Pedro Mansilla, Rubén Sosa y Raul Belén. Entre 1962 y 1965, Racing vivió vaivenes propios de los equipos que pierden jugadores con ciclos extensos. Ante la falta de buenos resultados, los enormes cracks fueron dejados ir con suma facilidad.
Fue así que Tito Pizzuti y el genial Oreste Omar Corbatta pasaron a Boca Juniors. En 1964 asumió Santiago Saccol la presidencia del club. Su idea fue cambiarle la cara del equipo. Se pagaron transferencias asombrosas. Fue así que Racing rompió el mercado pagando una fortuna a Rosario Central por César Luis Menotti. Junto al flaco rosarino llegaron Luis Pentrelli – Toco y me voy -, José Omar Pastoriza (Colón de Santa Fe). Generó revuelo la llegada del talentoso Luis Nene Maidana, figura de Banfield. El mismo llegó a cambio de buen dinero y los pases de Rubén Bertulessi, Anacleto Peano y el goleador Julio San Lorenzo.

 

A Racing también llegaron tres brasileños. En el marco del Fútbol Espectáculo, tener jugadores provenientes del país bi-campeón del mundo era sinónimo de éxito. Así llegaron Claudio Luiz, Benedicto Baptista y Dorval, los tres delanteros. La campaña del equipo no fue la esperada, pero aparecían los pibes del club. En la primera fecha, debutó un defensor llamado Roberto Perfumo. En la última fecha debutó un bahiense grandote llamado Alfredo, pero que todo el mundo conocía como Alfio. Su apellido era Basile.
Rulli: el peón de brega del Racing de José.
En 1965 Racing se encontraba en una delicada situación financiera. Los desbarajustes económicos del año anterior se pagaban. No había un peso en la tesorería. Se produjo un canje que en un primer momento parecía leonino, pero luego fue fundamental: Federico Sacchi y César Menotti pasaron a Boca Juniors. A cambio llegaron los veteranos Juan Carlos Rulli, Juan José Rodríguez y wing paraguayo Benicio Ferreyra. Tan compleja era la situación financiera del club que el propio Rulli la describió en forma de anécdota: estaba esperando en la sede de Avenida Mitre junto a sus ex compañeros xeneizes que lo llamaran desde tesorería para firmar contrato. Alguien se le acercó y piadosamente le dijo: «Mirá que te van a hacer firmar por dos mangos». Su respuesta fue: «Mejor jugar en un grande que ir a cualquier lado».
Entrevistado por Abrí la Cancha, el pampeano Rulli recordó las complicaciones que padeció en Racing en aquel 1965: “Cuando llegué a Racing me encontré con un club que era un descalabro. En un momento decidí dedicarme a la Facultad y dejé de entrenar. A fin de año me podían regalar o hacer lo que quisieran. Estuve 15 días sin ir al club, algo loco, pero consideré que no podía perder más tiempo. Una tarde me llamó un dirigente llamado Raúl Prieto. Me citó en una confitería y me convenció de volver porque venía Juan José Pizzuti. Lo conocía de haber jugado en Boca con él. Sabía que era serio”.
14 de noviembre de 1965.  Huracán 0, Racing Club 2 (José O. Pastoriza y Jaime Martinoli). Parados: Luis Carrizo, José Omar Pastoriza, Panadero Diaz – en su debut -, Roberto Perfumo, Oscar Martín, Lázaro Bouzas, Juan Carlos Rulli, Luis Pentrelli, Juan Carlos Cárdenas, Juan José Rodriguez, Jaime Martinoli.
El equipo comenzó la temporada dirigido por el Gallego José García Pérez, gran defensor del tricampeón 1949/51. Pero terminada la primera rueda el equipo estaba ubicado en los últimos puestos de la tabla. La dirigencia entendió necesario un relevo en la conducción del plantel profesional. El tesorero Héctor Carballo persuadió a Juan José Pizzuti de regresar a Racing. ¿Que había sucedido? Tito se había ido mal del club. Febrero de 1962. Luego de un amistoso ante Barcelona en cancha de River Plate, tuvo un entredicho en el vestuario con el presidente Sigfredo Sisco. El 16 de septiembre de 1965 dirigió su primera práctica. Comenzaba una etapa histórica.
Pizzuti nació en Barracas el 9 de mayo de 1927. Formado en Banfield, donde debutó 1947. Pasó a River en 1951 y al año siguiente llegó a Racing. Fue un amor a primera vista. Tuvo dos pasos como jugador. El primero, entre aquel 1952 y 1954. Pasó a Boca Juniors y regresó a la Academia en 1956. Se quedó hasta 1962. Campeón en 1958 y 1961. 118 goles en 213 partidos académicos. En 1964 se retiró del fútbol. Según sus propias palabras: «Quería seguir. Tenía todo arreglado con Banfield, pero el último día, Valentín Suárez no quiso saber nada. Tenía casi 37 años».

 

El Yaya Rodríguez vence a Amadeo Carrizo. Debut y triunfazo de Juan José Pizzuti. 19 de septiembre de 1965. Daba inicio el ciclo histórico de Racing.

 

El primer partido no era sencillo. River visitaba Avellaneda. En la tarde del 19 de septiembre, la Academia venció 3 a 1 a los Millonarios, con un par de goles del Yaya Rodríguez y Carlos Castillo. El Gráfico tituló: «Un Racing que sorprende, un River que decepciona«. Aquella tarde, Racing formó: Carrizo; Vázquez y Mesías; Martín, Pastoriza y Perfumo; Ferreira, Pentrelli, Cárdenas, J.J. Rodríguez y Castillo. Una curiosidad: el arquero Luis Carrizo salió lesionado en el segundo tiempo. Fue reemplazado por Agustín Cejas. Una situación inversa se vivió entre ellos mismos – y con el mismo rival – al año siguiente.
Perfumo, Basile y Díaz. Juventud, talento y dinámica. Una de las claves de Pizzuti.
Luego le siguió una derrota en el Gasómetro ante San Lorenzo. A partir de allí, comenzó el largo invicto. No perdió en las las 14 fechas restantes del torneo. Comenzaba avizorarse un gran equipo. Compacto. Sólido. Sin figuras. Sobresalía un cambio táctico fundamental implementado por Pizzuti: Alfio Basile, volante central, pasó a la cueva. Roberto Perfumo, número 6, pasó a ser 2.
¿Por qué Pizzuti decidió ese enroque? Perfumo eran resistido por la tribuna. No lo era por sus condiciones futbolisticas, tan solo porque usaba la 6 que le perteneció a un monstruo sagrado como Federico Sacchi y al él le tocó reemplazarlo. En la última fecha, ante Huracán, debutó otro pibe del club. Rubén Díaz.  En enero del año siguiente el entrenador declaró: «Le cambié la posición a Perfumo y a Basile por necesidad. Y porque a mi juicio se adaptan mejor a las aptitudes de cada uno. Y otro chico que va a andar bien es ese Díaz, el 6 de la tercera. Tengo intenciones de ponerlo de 3. En eso estoy trabajando…».

 

1966: COMIENZA EL AÑO SOÑADO

 

El verano fue difícil. La situación económica no había mejorado. No había dinero para grandes refuerzos. A los jugadores se les debía tres meses de sueldo. José Omar Pastoriza, una de las claves de la remontada de 1965, pasó a Independiente. Racing quería al petiso Mura y 15 millones. Finalmente fue canje, mano a mano, por el bragadense Miguel Angel Mori.
El veterano Luis Pentrelli se fue a Colombia al igual que Norberto Anido. Las incorporaciones fueron muy pocas. Por pedido del preparador físico Rufino Ojeda llegó el delantero Fernando Parenti, de Lanús. También el defensor uruguayo Nelson Pedro Chabay. Ante la falta de delanteros, Pizzuti subió dos pibes del club: Rodolfo Vicente y Néstor Rambert. El equipo debuta en el verano con un éxito sobre el Sparta Praga checoslovaco. La delantera la conformaron: Vicente, Parenti, Cárdenas, Martinoli y Juan José Rodríguez.
En enero de 1966, Pizzuti trazó una consigna: «los jugadores no encuentran su verdadera posición».
En enero de aquel 1966, Juan José Pizzuti mostró las cartas de lo que sería su equipo: «¿Sabe que pienso de este trabajo de entrenador? Que el asunto principal es orientar a los jugadores. De fútbol todos saben un poco más o un poco menos. Sin embargo se juega peor que antes. ¿Sabe por qué? Porque la mayoría de los jugadores no saben ubicarse en el campo de juego. Juegan y juegan pero no encuentran su verdadera posición».
En un plantel lleno de jóvenes, José apostaba por ellos: «Me gusta trabajar con los pibes. Pienso que la solución de todos nuestros problemas está allí. Sino, fíjense que jugadores Racing sacó por necesidas: Perfumo, Basile, ese pibe Díaz, Vicente, el arquero Cejas. ¿Se da cuenta el capital en hombres y pesos que hay allí?».
¿Podría Racing mantener el gran nivel con el cual había finalizado 1965? No era un tema central en el mundo del fútbol. La prensa, y los hinchas en general, estaban mas pendiente del comienzo de la Copa Libertadores de 1966. La misma tenía al campeón Independiente y en una misma zona a River Plate y Boca Juniors. Más tarde, la Copa del Mundo Inglaterra 1966. En definitiva, más allá de lo bueno mostrado desde que Juan José Pizzuti tomó el equipo, la Academia no estaba en el radar de nadie.
Marzo de 1966 comenzó con una enorme victoria para el deporte argentino. Horacio Accavallo, roquiño, conquistaba el título mundial categoría mosca AMB al derrotar por puntos al japonés Katsuyoshi Takayama. Hincha de Racing, el pequeño gigante del boxeo argentino ingresó al ring del Nippon Budokan de Tokyo, con una bata blanca y celeste.

 

ATLANTA, VELEZ Y NEWELLS ¿A QUE JUEGA ESTE EQUIPO?

 

Segundo gol de Racing ante Atlanta. El Yaya Rodríguez define ante la salida desesperada de Carlos Biassuto. Primera fecha de 1966.
El domingo 6 de marzo comenzó el campeonato de Primera División. En Avellaneda, Racing recibió a Atlanta. Juan José Pizzuti alineó el siguiente equipo: Cejas; Martín, Perfumo, Basile y Díaz; Rulli y Mori; Parenti, Cárdenas, J.J. Rodriguez y Martinoli. Eran épocas del 4-2-4. Racing venció 2 a 0, goles convertidos por el Yaya Rodriguez en el segundo tiempo. No fue un partido lucido. La clave del equipo, según las crónicas, fue que transpiraron todos. En La Nación se pudo leer: «Promisorio el futuro de Racing. No queremos pecar de profetas, pero lo de ayer ante Atlanta fue muy elocuente. Hay ritmo, sentido de equipo y pensemos que es la primera fecha».
Agustín Cejas descuelga en lo alto acompañado por el Panadero Díaz. Villaga, camiseta 11 velezana. Roberto Perfumo y Recúpero en primer plano. Empate en Liniers.
Una semana más tarde, Racing visitó a Vélez Sársfield. Muchisimo calor aquel domingo 13 de marzo. 0 a 0. Partido trabado donde la visita tuvo las mas claras, desperdiciadas por Juan Carlos Cárdenas. Dante Panzeri, en aquellos días periodista de Crónica, fue un fuerte crítico de aquel equipo. Luego del empate publicó: «Rulli la lleva mucho y sin cambio de ritmo. Rodriguez está mas para definir que para acompañar; Martinoli está para el shot; y Parenti no puede jugar atrás y adelante. En el medio Mori no es indiciador de nada sino un sacador más; Basile a veces entrega una buena pero es más zaguero que volante. Perfumo es el que menos la rifa pero entre él y quien tiene más cerca para darle una pelota amansada ¿Cuantos metros hay? No se la va a dar ni a Martín, ni Mori, los dos abiertos. Martín y Díaz son distintos; pero Díaz no está aun para mandar nada y solamente hace bien la marca; y Martín juega tirándose al suelo».
Dos Racing. Dos delanteras. 1961 y 1966. ¿Cual era la crítica a Pizzuti? Los wines que no estaban pegados a las rayas.
Pizzuti avivaba una polémica de aquellos días: punteros ofensivos o ventiladores. ¿Wines verticales o jugadores que que realizaran relevos en otras posiciones? Hubo un anticipo en aquel famoso Atlanta de los Claveles, dirigido por Osvaldo Zubeldía en 1961. Sus delanteros no tenían posiciones fijas. Su fútbol era efectivo pero no gustaba. Se escuchaban silbidos en todos los estadios. Eran tiempos de Gonzalito, Alberto Mario González, número 11 de aquel Atlanta. Cuando pasó a Boca en 1962 usaba el mismo número siguió con el mismo juego: recuperación de pelota, presión constante a los jugadores del equipo rival cuando se perdía la posesión y una gran cuota de sacrificio. Este Racing versión 66 mostraba algo curioso: No tenía wines definidos por ninguna de las dos puntas. Ni Martinoli, mucho menos Rulli, podían considerarse wines. Casi una herejía en el club que tuvo como figuras a Enrique Garcia y Oreste Corbatta.
«Para Racing fue injusto, ilógico e inmerecido. Para Vélez, en cambio, resultó un premio«, publicó La Nación. En el vestuario, Coco Basile comentó: «Velez estuvo muy desordenado. Le faltó aire. Yo pude aprovechar todo eso y me adelanté varias veces. Me gusta mucho irme arriba. Lo que pasa es que no tengo muchos partidos como este». Vladislao Cap, figura del Racing de una década atrás, jugó con la 5 velezana en la espalda entre los dos zagueros centales. El fútbol defensivo de los sesentas.
Perfumo ante Vélez. El crack del equipo.
Luego del empate ante Vélez, Julio César Pasquato, Juvenal, una de las plumas mas importantes de aquellos días, escribió: «respeto las ideas futbolísticas de Pizzuti, pero jugar sin punteros es muy peligroso porque el ataque que no tiene salida hacia los laterales se estrangula en un frente cada vez más apretado. Si Racing hubiera contado con medio wing hubiera sido ganador seguro»; Agregó: «Parenti no está en la punta. Cuando está no desborda y cuando está se tira atrás y no tiene velocidad de creación que exige el fútbol de hoy para explotar el arranque de una punta desguarecida. Como hacía Corbatta con Mansilla y Manfredini».

 

13 de marzo de 1966. El equipo de Racing que igualó sin goles ante Vélez en Liniers. Parados: Agustín Cejas, Alfio Basile, Roberto Perfumo, Rubén Díaz, Miguel Mori y Oscar Martín. Hincados: Fernando Parenti, Juan Carlos Rulli, Juan Carlos Cárdenas, Juan José Rodríguez y Jaime Martinoli.

 

En la tercera fecha, Racing recibió a Newell´s Old Boys. 20 de marzo. La Academia ganó 2 a 0, goles de Alfio Basile en el primer tiempo, el segundo fantástico: tiro libre de Martín desde la derecha. Frentazo espectacular del Coco para el delirio de Avellaneda. El propio Basile confesó años después: «fue el mejor gol de mi vida. Imposible que volviera a convertir un gol igual».

 

Fernando Parenti gambetea a Gironacci pero no será gol de la Academia. Racing 2-0 Newells.
Desde las tribunas bajaba el grito de guerra que será un clásico. 17 partidos invicto. Luego de la victoria ante los rosarinos, un matutino publicó: «Racing sigue sumando puntos. Pero con un hecho muy significativo: gana jugando. La hinchada, que suele ser justa, reconoce el enorme mérito de Juan José Pizzuti en la conducción del equipo. Y, a manera de premio, lo exterioriza con un cantito que se repite varias veces durante el partido: «Y ya lo ve…y ya lo ve…es el equipo de José».
En los vestuarios, Pizzuti debió hacerse cargo de lo que estaba generando: «Este es un equipo hecho con esfuerzos. No puede dudar de que yo tengo algo que ver en su concepción, pero soy de los que creen en los jugadores».

 

VUELVE EL BOCHA MASCHIO. SE ARMA EL EQUIPO

 

Humberto Bocha Maschio jugó en Italia entre 1957 y 1966. Su último club fue la Fiorentina.
En los últimos días de marzo se descontaba el regreso del brasileño Dorval. Una exigencia del entrenador ante la escasa cantidad de delanteros que contaba en el plantel. Pero el propio entrenador tenía un as en la manga: su relación personal con Humberto Dionisio Maschio. Crack de Racing entre 1954 y 1957. En ese período había jugado 92 partidos, marcando 28 goles. El Bocha. El Carasucia genial de Lima. Desde 1957 se encontraba en el Calcio italiano. Pizzuti le envíaba cartas con notable regularidad. ¿Lo lograría convencer? Maschio, con 33 años, se encontraba cómodo en Italia. Casado con una italiana, tenía un hijo pequeño. ¿Tendría ganas de radicar su familia en el país? Mientras tanto, la dirigencia conducida por Santiago Saccol aceptaba amistosos entresemana. La situación económica así lo requería. El 24 de marzo Racing enfrentó a Peñarol en el Centenario. Cayó goleado 4 a 0. Pero lo peor fueron las lesiones de Fernando Parenti y Juan Carlos Cárdenas.
Tres días más tarde, Racing debía visitar la siempre difícil cancha cervecera de Guido y Sarmiento. Pero aquella tarde todo fue de la Academia: Quilmes 0 – 5 Racing. Cuatro goles convertidos por el correntino Jaime Donald Martinoli. El restante, Miguel Angel Mori. Finalizado el partido, Pizutti dijo: «Quilmes daba para cualquier cosa. A nosotros antes del partido nos pareció que iba a costar mucho. Quilmes venía de perder seguido en su casa, pero de entrada advertimos la goleada. Pero también expresó la urgencia de refuerzos: «Si los dirigentes buscan una buena campaña tendrán que traer algunos hombres. Hoy, por ejemplo, debí recurrir a Vicente y Canadell por las lesiones ante Peñarol. Espero que esto lo comprendan los directivos de Racing, porque sino no creo que se pueda sobrellevar el campeonato«.
Jaime Donald Martinoli. Autor de cuatro goles ante Quilmes.
Autor de cuatro goles, Martinoli también expresó disconformismo. Su problema era jugar de wing izquierdo: «Es la primera vez que logró cuatro goles en un partido. Imagine mi alegría, pero pese a todo no estoy conforme. Mi puesto no es puntero, a mi me gusta más el medio. Pero soy profesional». El correntino había llegado a la Academia el año anterior. Maidana, que había fracasado en Racing, volvió de regresó a Banfield. El Taladro envió a Avellaneda al prometedor puntero de 25 años como parte de pago.
En la semana previa al partido ante Banfield por la quinta fecha, la gran noticia: el Bocha Maschio regresaba a la Academia. Apenas tocó suelo patrio, el talentoso mediocampista declaró: «espero ser de utilidad para Racing. Institución a la cual me ligan tan gratos recuerdos y a quién le debo lo que soy. Esta semana comenzaré los entrenamientos con mis nuevos compañeros y será Pizzuti quién decida cuando regreso«.
El año siguiente serán compañeros, pero aquella tarde del 3 de abril de 1966, Panadero Díaz y Toro Raffo se mataron en el área. Racing 0 – 0 Banfield.
Domingo 3 de abril. Una multitud en el Cilindro. El campeón mundial Horacio Acavallo fue aclamado por la multitud. Natalio Perinetti y José María Llamarada González, dos glorias de la vieja Academia,  entendían que Maschio «le dará una nueva fisonomía al equipo». Banfield era un gran equipo. Ese año, a los nombres de la talla de Ramos Delgado, Maidana, Zarate y Néstor Raffo le sumó una figura consular: José Francisco Sanfilippo. Aquella tarde Pizzuti alineó por primera vez a Martinoli de puntero derecho. Ingresó Néstor Rambert por Canadell.
Fue un partido intenso. Estuvo para cualquiera de los dos. Racing, camiseta celeste y bolsillo bicolor, peloteó al taladro. Rambert estrelló un cabezazo en el travesaño. Pero Banfield tuvo tres muy claras. Primero Sanfilippo, que también reventó el travesaño. Sobre el final, Oscar Martín y Roberto Perfumo salvaron, de chilena y cabeza, los remates de Raffo y Zárate que tenían destino de gol. En El Gráfico se pudo leer: «Racing armó un equipo pero no encuentra una delantera»

 

Agustìn Marìo Cejas. El Señor cero. Mantuvo su valla invicta en las primeras siete fechas del certamen.

 

Aquella tarde River derrotó 3 a 1 a Boca en la Bombonera. No sucedía hacía una década. Racing, con 8 puntos, era líder del certamen junto a Independiente. Pero una de las sensaciones del mismo era el arquero académico. Agustín Mario Cejas tenía la valla invicta. Finalizado el partido con Banfield sumaba 450 minutos sin goles. En esos días, declaró: «Me vino bien el banco que comí el año pasado. Desde afuera se aprende una cosa muy importante para todos los jugadores: la modestia».

 

TODOS CORREN, TODOS METEN

 

El fútbol argentino todavía no tenía a Racing como un gran equipo. Para el gran público y la prensa especializada, carecía de esas figuras de probado relieve que tenían otros grandes. Tanto es así que Osvaldo Zubeldía, entrenador del equipo nacional, no tenía ningún jugador albiceleste en mente para el Mundial de julio. ¿Un equipo con un invicto de 19 partidos no estaba en la consideración de nadie? En una época donde brillaban las estrellas. Donde Boca tenía a Roma, Rojitas y Marzolini. River a los uruguayos Matosas, Cubillas, Pinino Más y Ermindo Onega. Independiente a De la Mata, Pastoriza y Artime. Racing eran voluntades y una racha muy extensa. Salvo la clase de Roberto Perfumo, no había un valor que moviera la estantería.
Maschio tapa de El Gráfico la tarde de su regreso. Será la primera que la popular revista le brindará a Racing.
A todo esto, Humberto Maschio podía debutar en la sexta fecha. Un compromiso exigente: Chacarita Juniors en San Martín. Juan José Pizzuti decía: «Racing es un equipo sin estrellas. Todos ponen el hombro y no se descansa en ningún salvador. Tenemos buena defensa y con Maschio solucionaremos el problema de creación. En Racing no hay misterio. Todo es cuestión de trabajo, de voluntad y de muchas ganas de hacer las cosas».
Finalmente llegó el debut para el veterano mediocampista. 10 de abril de 1966. Vieja cancha funebrera de San Martín. Camiseta 11. Racing formó: Cejas; Martín, Perfumo, Basile y Díaz; Rulli, Mori y Maschio; Martinoli, Cardenas y Rodríguez. Por primera vez el equipo alineaba así. Nacía el once inolvidable para todos los tiempos.
Racing venció 1 a 0 a Chacarita. Gol del Yaya Rodríguez a los 25 minutos del segundo tiempo luego de un centro rasante de Martinoli. El periodista Eduardo Rafael, quién cubrió el partido, escribió: «Maschio jugó muy bien sin estar fisicamente a punto. Tal vez por eso pasó adelante en el segundo tiempo, abandonando el mediocampo. Mostró su inteligencia y el dominio de las dos piernas, y en este fútbol que estamos viendo esa es una condición casi sobrenatural».
En el vestuario, el más feliz era Tito Pizzuti. En la era del 4-2-4, nacía el 4-3-3. Maschio era un 11 mentiroso. Su rol era armar juego metros más atrás. Si en los albores del Racing de José, Luis Pentrelli era Toco y me voy, Maschio era la puerta giratoria: hacía jugar a todos y confundía rivales. Entrevistado por  Abrí la Cancha en octubre 2020, a sus 87 años, el Bocha recordó aquellos primeros días de regreso a la Academia: «Tenía 33 años y llegué con la intención de terminar mi carrera en Racing. Cuando llegué el equipo tenía 15 partidos invicto contando los últimos de 1965. Los muchachos me cargaban de frente mar: `viejo, venis a robar´ Pero cuando comenzamos a correr la cosa era en serio. El profesor Ojeda nos mataba. Un día, Juan Carlos Rulli le dijo al Panadero Díaz: `vamos a correr y lo dejamos al viejo atrás´. La cuestión es que no me podían seguir el ritmo. Les decía: `Ustedes van despacio para mi ritmo”.

 

Maschio al piso en la búsqueda del balón. Debutó ante Chacarita y fue fundamental en aquel equipo.

 

ANTE RIVER, UNA PRUEBA DE FUEGO

Se venía una prueba de fuego. El rival era River Plate en Avellaneda. Los Millonarios estaban abocados a la Copa Libertadores. Ya en la segunda fase, era parte del Grupo A, que compartían con Boca Juniors, Independiente y Guaraní. Habían derrotado 3 a 1 a los paraguayos en Asunción, igualado ante los Rojos 1 a 1 en la Visera, y tres días antes del duelo ante La Academia, igualado 2 a 2 en el Superclásico jugado en el Monumental.
Ante River, Chango Cárdenas convirtió su primer gol en el campeonato.
Aquel domingo 17 de abril de 1966, Avellaneda amaneció tormentosa. La noticia era la curiosa situación que vivía la Selección Argentina a muy pocos días de la Copa del Mundo. El entrenador Osvaldo Zubeldía había renunciado por una serie de malentendidos hacia su ayudante de campo Antonio Faldutti. Una situación que se resolvía charlando, determinó el final de un ciclo que acumulaba mucho trabajo.
Una multitud se fue acercando al Cilindro. Al mediodía, un aguacero cayó sobre Avellaneda. El partido se jugaba igual. La multitud dejó en boleterías $8.214.350, récord hasta ese momento. El comienzo fue vertiginoso. Tanto que El Equipo de José abrió el marcador a los 30 segundos de juego: Rulli robó a Loayza; entregó al Yaya Rodríguez quién pasó en cortada a Cárdenas, quien definió sobre la salida de Amadeo Carrizo. Delirio albiceleste. La tribuna desplegó una hermosa bandera de ciento cincuenta metros de largo.
Cejas se retira con evidentes signos de dolor. Se terminaba la temporada para Agustín.
Pero la tarde tuvo su cuota de drama. Apenas comenzado el segundo tiempo, ataque visitante. Remate de Daniel Onega, reacción de Cejas y desde el piso, el peruano Miguel Loayza convierte el empate. Dolor en Avellaneda. No solo porque Agustín Mario Cejas perdía su invicto de 586 minutos, sino porque no se levantaba del suelo. Los gritos de dolor eran intensos: el botín izquierdo del peruano había fracturado su dedo meñique de la mano derecha.
En su lugar ingresó Luis Carrizo. El arquero de 1,88 y sus cien kilos de peso tenía su historia. Carrizo llegó a Racing proveniente de All Boys. También trabajaba como pintor de cocinas para la empresa del presidente albo. Cuando llegó a la Academia hacía cuatro meses que no se movía. Pesaba más de cien kilos. Aquella lluviosa tarde, su ingreso fue vital. El Oso tapó tres manos a manos. Dos a Ermindo Onega, otro a Piraña Sarnari. Tomó la titularidad y no la largó en el resto del torneo.
Terminó el partido. Renato Cesarini y el Bocha Maschio. Dos grandes en serio.
En los vestuarios, el Dr Venturino dio cuenta de la lesión del arquero: «Cejas se lastimó el meñique de la mano derecha. una herida de cuatro centímetros que desgarró y la piel y lesionó los tejidos. Felizmente el tendón está sano. Luego tuvo una crisis nerviosa, lógica por otra parte. El gol, la lesión, la salida…». También habló Alfio Basile: «El primer período fue nuestro y el segundo de River. Ellos llegaron más libres y nosotros sentimos el cansancio, aunque yo no tanto. Pensé que me iba a cansar, pero no fue así a pesar que soy corpulento y en una cancha pesada se siente más el esfuerzo».
Osvaldo Ardizzone escribió la crónica del partido para El Gráfico. Su primera visión de aquel Racing llama la atención: «Racing se encontró con un rival superior. De más jerarquía de equipo. De más calidad de hombres. Pero toleró la confrontación con altura, con capacidad, sobre todo en la primera etapa, en cuyo transcurso alcanzó por momentos buen funcionamiento. Hay debilidad ofensiva. Falta claridad, pero esa constante inclinación por el desmarque, por la rotación de puestos, le dio algunas situaciones para definir el partido». Remató: «Racing no es el gran equipo, pero tiene armado y estructura».
24 de abril. Octava fecha. Visita de riesgo. 1 y 57, casa de Estudiantes de La Plata. Una defensa sin fallas y un triunfo por la mínima diferencia. 1 a 0, gol de Miguel Angel Mori luego de una gran jugada de Maschio cuando finalizaba la etapa inicial. Una victoria esencial para ratificar el buen momento del equipo.
Tres días mas tarde, otro amistoso. Otra goleada 4 a 0 en contra. San Lorenzo inauguraba el nuevo sistema lumínico del Gasómetro. Doval, Rendo, Veira y Fischer los goles cuervos. Para Racing, era mejor olvidar esa performance.

 

ALGO MAS QUE UN EQUIPO METEDOR

 

Vuela Navarro, arquero quemero. El remate de Martinoli se irá por sobre el travesaño. Racing derrotó 2 a 0 Huracán y era único líder del campeonato.
Ante Huracán, Racing jugó la novena fecha del campeonato. Victoria 2 a 0 en Avellaneda. Felicidad en la tribuna: por primera vez, la Academia era único puntero del campeonato. Goles convertidos por el Yaya Rodríguez y Manuel Ginarte, en contra, sobre el final del partido.
Racing había ganado seis partidos e igualado tres. Convertido catorce goles y recibido tan solo uno. A pesar de esos números, Dante Panzeri seguía con sus críticas: «Maschio anda mal. Lo hacen andar bien las crónicas que suponen que todo jugador veterano que trota la cancha está imponiendo experiencia. Maschio anda mejor arriba, buscando el shot, que no abajo tocando. Si cuando jovencito no fue tocador, no lo va a ser ahora». 
Luis Carrizo. El Oso. Guardián de la meta racinguista en aquel 1966.
Nuevamente Osvaldo Ardizzone pretendió descifrar las complicaciones que generaba El Equipo de José. Luego de la victoria racinguista ante Huracán, escribió: «Todo el mundo pretende descifrar a este Racing puntero es algo que no llega a convencer plenamente. Que no entra dentro de la órbita del gran fútbol pero deja entrever que detrás de todo eso vive un sentido de equipo. No hay jerarquía pero hay trabajo. No hay nada brillante, pero hay estructura. No hay grandes figuras, pero cada hombre sabe cual es su obligación en el campo».

 

Finalizó el partido y siguieron las piñas. Argentinos y Racing se pegaron todo el partido.

 

En la 10ma fecha, Racing visitó a Argentinos Juniors. El partido no se jugó en la cancha de calle Boyacá, sino en Villa Crespo. Fue una batalla. Igualaron 0 a 0 y se pegaron los noventa minutos. El Panadero Díaz y Geraldo Luraschi se pegaron todo el partido. Cárdenas jugó lesionado casi todo el partido por una distensión. Para cerrar la tarde, Roberto Perfumo fue expulsado por Guillermo Nimo luego de estampar a Omar Diéguez contra el alambrado. Esa tarde se recaudó $4.734.830, la máxima recaudación de la fecha.

 

CUATRO A FERRO: FILANTROPÍA EN LAS PIERNAS

Dos minutos de juego. Maschio festeja su primer gol desde su regreso a Racing. Ante Ferro el Equipo de José jugó un gran partido.
El 15 de mayo, Racing recibió a Ferro Carril Oeste en Avellaneda. Los verdes no venían bien en el campeonato. La Academia aprovechó la debilidad de su rival para conseguir una goleada 4 a 1. Humberto Maschio abrió el marcador a los dos minutos de juego. Jaime Martinoli y Juan Carlos Rulli marcaron también en la primera etapa. El Yaya Rodriguez cerró la goleada en el segundo tiempo.
Para Ardizzone, el equipo de José comenzó a ser una realidad. Te podía gustar o no. Pero era una opción diferente en un fútbol argentino que buscaba reconvertirse: «¿Que hombre se queda parado en este Racing? nadie. Y en esa movilidad, incluso, participan los delanteros. No solo en la proyección ofensiva. Quizá en mayor grado en la defensa. Ningún hombre que pierda la pelota permanece contemplando como se la llevan. Todo el mundo hostiga. Corre. Persigue. Todo el mundo se cruza a tapar, a cubrir espaldas, a defender zonas vacías».
Oscar Martín, capitán del equipo, tapa de El Gráfico luego de la victoria ante Ferro.
Don Osvaldo vio un equipo ganador: «Para conseguir todo eso es necesario ritmo. Ritmo constante. Espíritu de sacrificio, generosidad en los poros. Filantropía en las piernas. Salud mental y virilidad en el pecho. Por eso este Racing de las 24 fechas sin perder se ha transformado en un equipo ganador».
A esa altura del campeonato una de las figuras era el capitán. Oscar Raimundo Martín había llegado a Racing en 1963 proveniente de Chacarita Juniors. Tenía casi 30 años y una carrera sin relieve. Pero sus corridas por la banda derecha le valían el reconocimiento de la tribuna: «Debe andar pisando los 34 años. Debe ser uno de los jugadores más veteranos del medio. Y ahora, en este 1966, después de tantos años de anonimato, su cara comienza a alcanzar difusión. Su nombre aparece en todos los comentarios. Ahora lo llama Lorenzo para ir a Londres. Ahora es figura. Aceptado como jugador. Aquello de ´No marca´ya no corre. Ahora quieren que se vaya. Que arranque el ataque. Ahora le llegó la indemnización».

 

FUTBOL, PULMONES Y CORAJE

 

La fecha siguiente, otra visita de riesgo. Racing debía visitar a Rosario Central. En la previa, en una breve charla que tuvo con la prensa en el Hotel Savoy rosarino, Pizzuti declaró: «El 50% de este equipo es la moral«.
Esto era aquel Racing. Roberto Perfumo, defensor, con la pelota. Su apoyo es un delantero, Yaya Rodríguez. Aquella tarde, Racing venció 1 a 0 en Arroyito.
Partido duro que resolvió la Academia a los 19 minutos de juego: Tiro libre desde la derecha, casi un córner corto. Lo ejecutó Martinolli. El arquero Antonino Spillinga se quedó clavado en la raya. Juan Carlos Rulli se elevó altísimo ganándole a Aurelio Pascuttini y convirtiendo de cabeza.
Racing era efectivo arriba e imbatible abajo. Héctor Vega Onésime, periodista de El Gráfico, escribió: «Racing volvió a mostrar que su fútbol no entra en las pretensiones de los exquisitos. No está para brindar espectáculos de gran calidad. Pero gana. Va primero con la defensa menos batida. Pero tiene piernas, pulmones y…coraje».
El derechazo del Yaya se convertirá en el único gol de la tarde. Racing igualaba el récord de Boca 1943/44
El 29 de mayo, la nueva víctima de Racing fue el recién ascendido Colón de Santa Fe. Fue victoria 1 a 0, gol convertido por Juan José Rodríguez cuando iniciaba la segunda etapa. Racing sensación. 27 partidos invicto. Tan solo dos goles en contra en trece fechas de campeonato. Pero ya entraba en la historia al igualar el récord de Boca entre 1943 y 1944. El equipo xeneize bicampeón había mantenido su invicto durante casi un año. Desde el 30 de mayo de 1943 (1-3 Huracán), hasta el 7 de mayo de 1944 (1-2 San Lorenzo).
El festejo de Martinoli, Mori, Cárdenas y Martín. La multitud de fondo. Racing era récord: 27 partidos invicto.
Roberto Perfumo era la gran figura del equipo. El único convocado para la Copa del Mundo de Inglaterra. Al día siguiente se publicó: «Quien deba destacar individualidades en Racing se verá abocado a un problema de compleja resolución, no obstante la labor de Roberto Perfumo fue de las que llaman la atención. Porque jugando con alivio, sin problemas en la marca, Perfumo en ningún momento abandonó su posición. Evidenció una seriedad profesionalmente encomiable y aumentó al máximo el margen de seguridad de su cuadro».
Como lo hizo Amadeo Carrizo en 1949, Juvenal trató de Cuadrito a Racing. Pero no dejó de reconocer las virtudes del equipo: «El estribillo es exacto como tributo justiciero a Juan José Pizzuti. Pero exagera la valoración en cuanto llama equipo a lo que, por ahora, es solo un cuadrito. Un cuadrito que no llena los ojos. Que no seduce por ningún matiz especial, ya sea de carácter técnico o de funcionamiento táctico. Que no exhibe estrellas. Que no promueve adjetivos admirativos para ninguno de sus elementos en particular. Que incluso puede darnos una sensación de fragilidad, de inconsistencia, por su ausencia de talentos individuales. Pero cuando sus integrantes llegan al vestuario, al canasto de la ropa sucia deben ir diez camisetas empapadas de sudor. No siete, ocho o nueve. Diez. No solamente húmedas: empapadas».

 

Otra imagen del festejo ganador: Panadero Díaz con su flequillo Beatle, Mori, Cárdenas, Rodríguez, la 11 de Maschio y Coco Basile.

 

FORJANDO UN RECORD

 

En la 14º fecha, el fixture emparejó a Racing con Lanús. En el sur, el Equipo de José ante la posibilidad de entrar en la historia con récord invicto más prolongado desde el cisma de 1931. Fue un partido tan intenso como escandaloso. A los 25 minutos, Miguel Angel Mori abrió el marcador conectando un centro del Chango Cárdenas. Pero faltando diez minutos para la finalización del partido, todo se desmadró. Eduardo Curia, puntero granate, mandó un centro pasado. Roberto Perfumo, en su último partido antes de viajar a Inglaterra, quiso rechazar y la pelota golpeó en su brazo. El árbitro Jorge Alvarez cobró penal.
Oscar Martín desmayado. Lo sacan los propios jugadores granates.
Las protestas fueron durísimas. Eternas. Partido suspendido. La Guardia de Infantería ingresó al campo de juego para calmar a los jugadores racinguistas. Finalmente, luego de casi diez minutos, Juan José De Mario igualó el partido. Nuevamente el partido parado. Más protestas. El capitán Oscar Martín era el más exaltado. De tanto protestar terminó desmayado: «No se puede aceptar el desenfreno emocional de quién, por la honrosa responsabilidad de ejercer la capitanía, debe moderar el tono y el trato para requerir al árbitro una explicación«, publicó un matutino al día siguiente.

 

Panadero Díaz festeja con alma y vida. Mori también. Victoria en Lanús y récord absoluto.

 

El partido se reanudó y tuvo un ganador. En el minuto 20 de tiempo adicionado (si, veinte), Martinoli mandó un centro desde la derecha que aprovechó el santiagueño Cárdenas con un frentazo con el cual batió a Agustín Irusta. Delirio. Racing ganó 2 a 1. No a todos le gustaba el juego de Racing. Crónica publicó: «Mucho se está hablando de la moral del conjunto académico, pero ese atributo está basado en la fuerza física y en el uso de la misma en forma vehemente, permanente y peligrosa».
Luego de Lanús, Platense era el rival. El Cilindro repleto. El histórico «Acadé…Acadé«, cambió por el «Y ya lo ve…«. Lluvia y barro. Con Perfumo en Europa, su reemplazante fue el uruguayo Nelson Pedro Chabay. Un partido que se abrió antes del minuto de juego: Juan Carlos Rulli habilitó a su tocayo Cárdenas. El Chango ingresó al área como puntero derecho y sacó un remate rasante que se metió junto al primer palo del arquero Hurt. Delirio que se acrecentó ocho minutos más tarde. El Yaya Rodriguez tomó la pelota como 9 atrasado. Eludió a Leonardo Mansuetto y Juan Carlos Murúa. Definió cruzado ante la salida del desesperado Hurt. Jaime Martinoli marcó el 3 a 0 a los 17 minutos del segundo tiempo. El Piojo Yudica descontó para los calamares. 3 a 1. Otra fiesta en Avellaneda.

 

 

GRAN EMPATE EN LA BOMBONERA

 

19 de junio de 1966. 16º fecha. Test exigente para el Racing de José. Lo esperaba Boca Juniors. Bicampeón del fútbol argentino, en la propia Bombonera. Tarde lluviosa. Gris.
Final en la Boca. Racing festeja el empate. La cara de frustación del Pocho Pianetti. El abrazo del Bocha Maschio. 30 partidos invicto.
Aquel equipo racinguista tenía una cábala síngular: antes de comenzar los partidos cantaba la marcha del Club Atlético Boca Juniors. Así que minutos antes de salir a la Bombonera, se pudo escuchar en el vestuario visitante aquello de «Boca Juniors, Boca Juniors…¡Gran campeón del balompié«. Dentro del campo de juego, nadie regaló nada. Si los locales se habían caracterizado en aquellos años por su defensa cerrada, Racing tampoco regaló un metro. 0 a 0 final.
En su crónica, Dante Panzeri siguió en modo cáustico: «Los mejores jugadores de fútbol eran de Boca. Y por lejos. Boca tenía a Sacchi, Menotti, Menendez, Silvera y Zarich. Racing… ¿Cárdenas? ¿Martinoli? y basta«; Agregó: «Mereció ganar Racing si de establecer vencedor se trata. Por más ofensivo. Aunque igualmente inofensivo. Por más múltiple y generoso para jugar entre todos. Todos bajaron. Todos subieron. Todos la sintieron. Lo malo es que pocos saben».
En el vestuario local, el uruguayo Alcides Silvera fue claro: «Lo mejor que tiene Racing es la humildad con la que luchan los once». En el vestuario visitante, Juan Carlos Rulli se preguntaba: «Soy nada mas que un corredor, ¿Pero que tiene eso de malo?»

 

 

UN SUSTO GRANDE ANTE GIMNASIA

 

Curiosamente, al día siguiente del partido en la Bombonera, amistoso internacional en cancha de Independiente. Jornada doble. Primero, los locales cayeron 1-2 ante Sevilla. Luego, Racing igualó 1 a 1 con el Milán. La Academia formó con Cejas; Martín, Chabay, Basile y Díaz (Bouzas); Rulli, Mori y Maschio (Vicente); Cárdenas, Rodríguez (Claudio Luz) y Rambert (Adorno). Ernesto Grillo, cedido por Boca Juniors a la visita, abrió el marcador. Igualó Miguel Mori en la segunda etapa. Para los Rossonero jugaron figuras de la talla de Cesare Maldini o Giovanni Trappatoni.
El remate de Miguel Mori no fue gol de milagro. Ante Gimnasia, Racing casi pierde el invicto en casa.
En la 17º fecha, Racing recibió la visita de Gimnasia y Esgrima de La Plata. Fue uno de los partidos más intensos y drámaticos de aquel 1966. Los triperos tenían un buen equipo, sustentado en dos centrales de enorme jerarquía: Roberto Rogel y Antonio Rosl, pero aquella tarde del 26 de junio, el invicto tambaleó.
Racing pronto se puso en ventaja por intermedio de Humberto Maschio. Igualó Héctor Marinelli para la visita. Pero cuando Mario Pardo, a los 25 del segundo tiempo, puso el 1-2, nadie lo podía creer. ¿Racing perdía el invicto? Gente desmayada por los nervios. Encima Juan Carlos Rulli se hizo expulsar por pegarle un codazo a Juan Carlos Trebucq . Faltando tres minutos, el derechazo de Jaime Donald Martinoli igualó el partido y puso fin al sufrimiento de miles de racinguistas.
Finalizado el partido, el correntino declaró: «Íbamos a perder el invicto. Ellos estaban jugando mejor. Hasta que Mori se la dio a Basile y Alfio me la cabeceó cuando se la pedí. La agarré justo y entró junto al palo». En el vestuario vistante, el entrenador gimnasista Enrique Fernández Viola decía: «nuestro equipo se parece al de Racing. Nosotros también basamos nuestro rendimiento en el esfuerzo conjunto y tampoco tenemos vedettes». El Equipo de José era un ejemplo de juego moderno.

 

 

VICTORIA EN LA DOBLE VISERA

 

Mori y Maschio. Tapa de El Gráfico luego de la victoria ante los Rojos.
3 de julio de 1966. Era hora del Clásico de Avellaneda. En la Doble Visera, Independiente – bi-campeón de América -, enfrentando a la sensación del año. Hacía casi una semana que la República tenía un nuevo gobierno. De facto, claro. La débil democracia argentina cedió paso a la llamada Revolución Argentina. Arturo Illia fue derrocado. Juan Carlos Onganía presidía el país.
En Avellaneda, una multitud esperó a los equipos. Vicente Capotito De la Mata, figura de los locales, llegó en el mediodía mismo del partido al país. Venía desde Inglaterra, donde fue descartado por Juan Carlos Lorenzo para ser parte de la Copa del Mundo. Como llegó, se puso la 9 de Independiente. A pesar de contar con una de sus figuras, Independiente nada pudo hacer ante el Racing de José.
Fue una enorme actuación de la Academia. Sobre todo de Humberto Dionisio Maschio. El Bocha tuvo un partido excepcional. Jugó e hizo jugar. Abrió el marcador a los 21 minutos con un frentazo inatahable para Trucchia. Sobre el final del partido, Jaime Martinoli metió un tiro libre con un chanfle sensacional. 2 a 0. Fiesta enorme en la tribuna visitante que durante largos minutos saludó la victoria con pañuelos blancos.

 

El título exime comentarios…

 

Panzeri también escribió sobre el clásico de Avellaneda: «Ninguno jugó ni cosa que se aproxime a jugar. Pero Racing bajaba, subía, se arrimaban  todos a todos. Se ayudaban a salir y a entrar. Todo hecho con carencia de calidad técnica. Con modestia propia del que no sabe pero no intenta hacer nada que no sepa. Independiente juega con una línea trasera divorciada del medio. La del medio, divorciada de la de adelante. Claro que si: los dos equipos son malos». ¿Los equipos eran malos o el fútbol había cambiado? Un enorme debate que se cernía en aquellos días.
Arquitectura defensiva en la Doble Visera: Miguel Ángel Mori con la pelota. Chabay junto a Capotito de la Mata. En el arco, el infranqueable Luis Carrizo.
Desde El Gráfico se preguntaban: ¿Quien lo para a Racing?. La Academia era un pandemonio ofensivo. Defensores, como Rubén Díaz, Miguel Angel Mori y Coco Basile se proyectaban como verdaderos atacantes. Pero también necesitaba el sacrificio de los de arriba. Hasta de un talentoso como el Bocha Maschio. Un ejemplo sucedió a los 26 minutos de juego. El Petiso Mura tomó la pelota. Lo encaró al Bocha. Una finta. Maschio lo siguió. Otra más. Un caño. Aplausos desde la tribuna. Una nueva finta. Finalmente le sacó la pelota yendo al piso. Esa era la clave del Racing de José. Ante Independiente, Carrizo tuvo una tarde sensacional. Una atajada tras otra. La mas espectacular, cuando arrojándose hacia atrás, y a mano cambiada, le sacó un tiro a Vicentito De la Mata que la tribuna roja ya gritaba como gol.

 

VICTORIA EN EL GASOMETRO

 

Frentazo de Basile en el Gasómetro.
La primera rueda finalizó el 19 de julio. Visita racinguista a San Lorenzo en el Gasómetro de Avenida La Plata. Si meses atrás, en forma amistosa, los cuervos golearon 4 a 0, aquella tarde todo fue blanquiceleste. Racing ganó 2 a 1. Abrió el marcador Yaya Rodríguez a los cuatro minutos de juego. Al final de la etapa, Coco Basile estiró la ventaja. El Bambino Veira convirtió el descuento azulgrana apenas iniciada la segunda etapa, pero de contraataque, Racing estuvo más cerca del tercero.
Racing haciendo historia. «Igualamos el récord mundial y el argentino. No nos para nadie. Rompemos todos los relojes», gritaba un exaltado hincha de la Academia por Avenida La Plata. ¿Récord mundial? Se entendía que lo tenía la Fiorentina. Los Viola habían estado invictos durante 33 partidos entre 1955 y 1956. Racing empardaba el número.
Los revolución táctica de Pizzuti valían publicidades…
Una de las crónicas mas curiosas de aquel partido en el Gasómetro la publicó Crónica. Para el periodista, aquel equipo racinguista era una máquina…de hacer guita: «Racing está tomando el concepto de empresa. Cuya producción fundamental son los resultados. No pidamos que deleite con jugadas de habilidad. No pidamos plástica en sus movimientos. Ni que un sólo jugador resuelva el partido. Todo lo contrario. Es un ente que juega en conjunto. Todos para todos y uno para todos. Su trayectoria resulta excepcional si tenemos en cuenta la inconstancia de nuestros equipos. Racing es constante. Es un club que se aboca seriamente a una concepción moderna del fútbol: producir resultados y mantener conforme a su hinchada. Futbol mirado desde el punto de vista de lo que hoy mueve hasta lo más mínimo: el signo pesos».

 

SEGUNDA RUEDA

 

Vuela Biassuto pero nunca llegará a tapar el remate de Martinoli. En Villa Crespo, Racing remontó un 0-2 en contra.
La segunda parte del campeonato encontró a Racing visitando Villa Crespo. Los equipos salieron al campo de juego con una bandera argentina. ¿Que había sucedido? El día anterior el seleccionado había sido eliminado de la Copa del Mundo de Inglaterra. El famoso arbitraje del alemán Kreittler. Se había exacerbado el fervor patriótico en todas las canchas. Otro partido intenso. A los 38 minutos de la primera etapa, Atlanta había sacado dos goles de ventaja, convertidos por Héctor Ochoa. Sobre el borde mismo de la finalización de la etapa, un tiro libre perfecto de Martinoli permitió el descuento. El empate llegó a los siete minutos de la segunda etapa, por intermedio del Yaya Rodriguez. Un partido duro, en el cual el árbitro Ángel Coerezza expulsó a Miguel Mori y Miguel Vignale.

 

El Yaya Rodríguez igualó un partido muy complicado para la Academia.

 

En los vestuarios, Humberto Maschio expresó: «Cuando íbamos perdiendo por dos goles nos dimos cuenta que había que salir a todo o nada. Si esta vez nos tocaba perder, había que luchar de todas maneras hasta el último minuto». A esa altura, el Bocha era la síntesis del fenómeno: transpiración y calidad. «Ritmo de vértigo, sin desprecio por la pelota. Fuerza controlada por temperamentos ganadores. Claridad al servicio del gol. Prodigalidad medida con inteligencia. Todo. Hasta la cargada dosis emotiva que acaso haya sido su característica más notoria«, escribió un cronista.

 

CONTRA VELEZ, OTRO PARTIDO CON SUSPENSO

 

Jugadas 20 fechas, el campeonato tenía un atractivo particular: ¿Quién le quitaría el invicto a Racing? Los rivales de la Academia sabían que podían quedar en la historia. Atlanta jugó a eso. Vélez Sársfield visitó Avellaneda con la misma intención.
Roberto Perfumo, mundialista, regresa al medio local. Recibe una medalla y el saludo de Domingo Lejona, capital velezano.
Volvía Roberto Perfumo luego de su consagratoria participación en la Copa del Mundo. El Mariscal recibió emocionado la ovación del estadio y una medalla de oro que le entregó el capitán velezano Domingo Lejona. Fue un partido fue vibrante. Vélez se puso en ventaja a los seis minutos del segundo tiempo cuando Omar Wehbe batió de caño a Luis Carrizo. Racing lo fue a buscar con todo. Daba ventajas. El camino elegido el equipo era duro, pero admirable. Todos sus jugadores al ataque. A falta de diez minutos, llegó el empate convertido por Martinoli. Cuando todo el estadio festejaba, un silencio de incredulidad: el árbitro Carlos Nai Foino había cobrado penal previo. ¡Penal o gol es gol!. El correntino Jaime Martinoli tomó la pelota. Lo ejecutó hacia la izquierda del Gato Marín, señalando el empate que sería final.
Finalizado el partido, los micrófonos buscaron a James Martinoli. Poco adepto a la popularidad, el correntino dijo: «Hay una transformación que viene por contagio. Este es un equipo de trabajadores. Un cuadro sin misterios. Todos compenetrados de que es una profesión con un solo día libre a la semana. ¡Hasta los sábados venimos a trotar!». Finalizado el partido, el goleador se fue caminando del estadio. Tomó el colectivo hasta Mitre y Pavón. De allí el Expreso Cañuelas hasta Escalada. Aun vivía en la pensión de cuando jugaba en Banfield. Soñaba con la casa propia.
El partido dejó una baja para la Academia. El Bocha Maschio se lesionó en el primer tiempo luego de un choque con Iselín Santos Ovejero. Finalizado el encuentro, el veterano crack declaró: «No estuve tranquilo hasta que el doctor Venturino me dio su diagnóstico. Vélez es un equipo bien armado y por momentos nos sorprendió con su agrupamiento en mediocampo. Todos los equipos nos juegan así, con todo. Pero Racing, con fuerza, garra y fútbol, sigue invicto». 

 

EL FUTBOL TOTAL NACIÓ EN AVELLANEDA

 

Gironacci no llega. El Yaya marca el primer gol del partido. Los goles de Juan José Rodriguez para el equipo de Juan José Pizzuti.
El 7 de agosto, Racing visitó el Parque de la Independencia. Llevaba a Rosario su invicto de 35 partidos. Los rosarinos, curiosamente dirigidos por Angel Tulio Zoff, tenían un invicto de diez partidos. Era un duelo de imbatibles.
Maschio, lesionado, no fue de la partida. Lo reemplazo Vicente. La Academia se puso en ventaja a los 15 minutos de juego. Centro pasado de Vicente y la entrada goleadora del Yaya Rodríguez. Cuando comenzó el segundo tiempo, Ricardo Vizzo remato apenas pasada la mitad de cancha. El Oso Carrizo no tuvo reacción. Partido igualado. La Academia desniveló nuevamente por intermedio del Yaya. Vizzo, de penal, igualó nuevamente el encuentro. Racing y Newells empataron 2 a 2.
Para Juvenal, aquel Racing era Una cooperativa de humildad y buscaba «La receta de un invicto casi increíble». Esto decía: «Ya nadie acepta la casualidad como explicación. Los hombres de Racing forman disciplinadamente en el saludo previo; Se abrazan para festejar un gol y se unen en apretado grupo para saludar a las tribunas después del partido. Pero lo importante, lo fundamental, es que se juntan durante los 90 minutos de juego».

 

Una cooperativa de humildad.

 

14 de agosto. 23º fecha. En Avellaneda, Racing recibió a Quilmes. Racing ganó 2 a 1, definiendo el partido en los primeros minutos de juego con goles del Yaya Rodríguez y Bocha Maschio. Miguel Basílico descontó para los cerveceros.
La boca llena de gol del Yaya Rodríguez. Festejo ante Quilmes.
El Equipo de José ya no era el de comienzos de campeonato. En los primeros partidos se cimentó en la solidez defensiva. Ahora era el fútbol total. Así lo expresó la crónica de El Gráfico: «En épocas donde todo el mundo juega 4-3-3, Racing produce una variante dinámica de ese esquema que en la mayoría es respetado con escrupulosa rigidez. Cuando lo atacan, Racing hace 8-2 (ocho atrás, porque Cárdenas y Yaya aprendieron a bajar y colaborar con los defensores), listos para picar y con el dedo en el gatillo. Cuando ataca hace 1-9. Perfumo en el fondo y todo el resto del equipo a la carga».
Para otro cronista, aquella tarde «A Racing le faltó algo que es básico en su campaña de sostenido éxito: le faltó continuidad. Su famosa transpiración. Esa que se pregona en la pasión de sus hinchas con la de Rasputín para sus fieles seguidoras. No tuvo la continua producción de noventa minutos a que los once de Pizzuti han acostumbrado a todos».

 

 

DE CARA AL PARTIDO ESPERADO

 

«Y ya lo ve…y ya lo ve…» La Guardia Imperial presente en Banfield.
El fixture marcó una visita complicada para el Equipo de José. Banfield era el rival para llegar al número 38. El Taladro tenía la sangre en el ojo contra la Academia. La vieja rencilla de 1951. Aparte, los del sur ostentaban un largo invicto en Peña y Arenales: no perdían desde 25 de octubre de 1964. Aquella tarde, Atlanta venció 3 a 2 a Banfield.
No había una mata de pasto en toda la cancha. La hinchada de Racing copó las tribunas de casi todo un estadio que poco se asemeja al mismo medio siglo después. Fue un partido intenso. Una final para ambos clubes. La suspicacia a la orden del día: AFA había sido intervenida por el gobierno de facto y era Valentín Suárez, hombre del Taladro, su interventor. ¿Como sería el partido?
Brazos en alto. La multitud extasiada. Banfield se vistió de celeste y blanco.
Récord de recaudación en Peña y Arenales.  Racing ganó 1 a 0. Gol convertido por Juan Carlos Cárdenas a los 31 minutos del segundo tiempo. En los vestuarios, Miguel Angel Mori declaró: «Fue un partido durísimo, pero merecimos ganar». En ese mismo vestuario, un dirigente repartió el premio del partido: setenta mil pesos a repartir.
Juvenal escribió: «Había terminado el partido y los once racinguistas seguían unidos. Apretándose en abrazos interminables. Festejando. Sudorosos. Despeinados y felices. Habían ganado otro partido. Sumado otro eslabón a la cadena invicta que ya parece un milagro. El capitán Oscar Martín llamó a sus compañeros y allá fueron. Hacia la tribuna alta. A ofrendarle una nueva victoria a esa hinchada de Racing que sigue llenando canchas, que sigue sacando pecho y que cada vez canta mas fuerte su himno de cada domingo: y ya lo ve…es el equipo de José».

 

CUANDO NO PUDO CANTAR LAS 40…

 

Luego de la victoria en Banfield, el rival era Chacarita Juniors. Domingo 28 de agosto. Lluvioso. Otra vez, la multitud que cubrió el Cilindro de Avellaneda. Para todo el mundo, el partido era un trámite de cara al gran enfrentamiento que la semana entrante debían jugar, en el Monumental de Núñez, River Plate y Racing Club. Escolta ante puntero. Curiosidades del destino, en el arco funebrero se encontraba un juvenil Jorge Ubaldo Traverso. Casi dos décadas más tarde, en el epílogo de su carrera, será el guardían de la meta racinguista en el dificil trance de reencontrar a Racing con la Primera División.
Aquella tarde el Equipo de José comenzará una curiosa racha: golear 3 a 0 en los segundos tiempos. Sucederá durante los próximos tres partidos en el Cilindro. Los equipos visitantes se abroquelaban atrás. Racing se lanzaba al ataque con casi todos sus hombres. Los famosos ollazos. Centros a la entrada de cinco o seis hombres. Cuando caía por primera vez el arco rival, luego llegaban los demás goles. Ante Chacarita, abrió el marcador el Yaya Rodríguez a los 25 minutos. Luego, los goles del Panadero Díaz y el Bocha Maschio. 39 partidos. Crónica tituló: «Racing, el cuento de nunca acabar. La serie del siglo«.

 

El ollazo. El centro pasado. Una forma de ataque innovadora. Seis atacan, seis defienden. Debajo de la e final del cartel publicitario, una espectadora de lujo: Tita Mattiussi.

 

La semana previa al River-Racing se vivió con inusitada intensidad. Como lo fue aquel clásico de 1932, cuando ambos equipos se enfrentaron en un partido que rompió todos los récords de recaudaciones. Se lo entrevistó a Evaristo Paz, socio número 1 de Racing Club «y dueño de la primera pelota del club«, como él mismo aclaró. Sin su vital participación aquellos 34 socios de Colorados Unidos y los 11 de Barracas al Sud FC no hubieran formado el Racing Club en el anochecer del 25 de marzo de 1903. Paz declaró: «Mire, yo voy siempre a la cancha cuando se juega de local y veo en casa los partidos que dan por televisión. Le puedo asegurar que de todos los equipos, el único que juega al fútbol hoy es Racing«.

José Manuel Moreno, el mítico Charro, ídolo riverplatense y tal vez el mejor futbolista argentino hasta la irrupción de Diego Maradona, decía: «A esta altura, la campaña de Racing no es una casualidad. Evidentemente es un equipo que tiene un patrón de juego y lo hace prevalecer»; y agregó: «Creo que Racing le da libertad a sus hombres y los resultados están a la vista. Ahora, Racing todavía no enfrentó a ningún rival que le juegue con dos punteros bien hábiles tirados sobre los laterales. River los tiene y puede aprovecharlos, porque tanto Cubilla como Más son hábiles y veloces».
Anibal Troilo, en la previa de River-Racing.
Por su parte, Pichuco Troilo, fuelle mayor de Buenos Aires y profundo riverplatense, era escéptico con lo que podía hacer su equipo: «Opino que va a ganar Racing, pero no se la va a llevar de arriba. Va a ganar porque está más armado y jugando muy bien. River tiene tantas posibilidades como Racing, porque cuenta con jugadores de mayor calidad individual, pero en función de equipo, ellos andan mejor».
Finalmente, Juan Carlos Fonda, tricampeón con la Academia 1949/50/51, se deshizo en elogios para el entrenador racinguista: «Acá hay un gran mérito de Juan José Pizzuti. Su gran acierto no fue crear un patrón de juego para tratar de que los jguadores se adecuen a él, sino todo lo contrario. Sacar de los jugadores el máximo provecho de sus virtudes. La sapiencia como técnico se reconoce marcando un récord sensacional».

 

4 de septiembre de 1966. La tarde que cayó el invicto.

 

Las horas previas fueron intensas. Los jugadores de River debían concentrar en el estadio desde las 17hs del sábado. Los racinguistas no concentraban pero Pizzuti mandaba un pesquisa a la casa de cada jugador durante la noche. Debía firmar su presencia, sino había una fuerte multa. El partido tenía horario de inicio a las 15hs de aquel domingo 4 de septiembre de 1966. Los académicos debían estar presentes en el estadio a las ocho de la mañana. Desayuno y charla técnica. A las 11.30, bife con ensalada, una fruta y partir hacia el estadio.
Había un dato estadístico llamativo. Desde su inauguración en 1938, Racing había derrotado a River Plate en tan solo cuatro oportunidades en el estadio Monumental: 1949,1950, 1960 y 1962. En las primeras dos oportunidades fue campeón. En las otras dos, séptimo.

Una multitud colmó las tribunas. Más de 80.000 espectadores. Recaudación récord: $13.584,680. Desde las tribunas altas de cara a la Avenida Figueroa Alcorta, cuarenta mil racinguistas, entre banderas y bombas gritaban el  estruendoso «Y ya lo ve… y ya lo ve…«. A los cuatro minutos de juego, la mejor jugada en ataque de la visita. Rápida combinación entre Rulli y Cárdenas. El Chango remata a quemarropa. Cuando se descontaba el gol, las manos salvadoras, llenas de reflejos del veterano Amadeo Carrizo.

¡Vayasé! Le indica el árbitro Roberto Barreiro al Panadero Díaz.
Desde ese momento todo fue de River. Como si aquella tarde, Racing se hubiera olvidado el libreto ganador en el vestuario. El uruguayo Luis Cubilla fue la gran figura de la tarde. Tuvo un duelo aparte con el Panadero Díaz. Al comienzo ganaba el racinguista, pero luego se descontroló y terminó expulsado. River abrió el marcador por intermedio de Pinino Más cuando cerraba la etapa inicial. El mismo Cubilla puso el 2 a 0 a los 25 minutos del complemento. Racing quiso ser Racing en el segundo tiempo, pero solo fue un espejismo de pocos minutos. Fue el final de un récord impresionante. 39 partidos sin conocer la derrota. Casi un año. Desde el 26 de septiembre de 1965 al 4 de septiembre de 1966. La tribuna riverplatense despidió a la hinchada académica en forma de cargada: «Y ya lo ve… Y ya lo ve… hoy lo cagamos a José».
Un grave problema del partido fueron las irregularidades vividas con particulares y fotógrafos: «Fue el gran espectáculo que descontábamos en las tribunas. En el marco grandioso de gritos y banderas que bordeó la cancha. Pero dentro del campo ni siquiera podemos elogiar la normalidad del espectáculo porque al problema ya crónico del estadio de River (gente en la cancha participando activamente del juego) se sumó el lamentable partido fuera de programa entre reporteros gráficos y agentes del orden que además de reclamar la suspensión del juego durante ocho minutos, se superpuso como espectáculo paralelo a los últimos ocho minutos efectivos del encuentro».

 

Hasta la última gota de sudor. Así defendió aquel equipo el récord de 39 partidos.

 

Miguel Angel Mori en la lucha contra Nicha Sainz y el uruguayo Matosas.
El vestuario racinguista en el Monumental fue increíblemente sereno. Hasta distendido. En la tabla de posiciones ambos equipos quedaban igualados en 41 puntos, pero había tranquilidad en un equipo que no estaba acostumbrado a perder. Agustín Mario Cejas declaró: «Perdimos bien. Cuando vi a Racing comenzar el segundo tiempo, estaba seguro que perdíamos. No entró matando como siempre». Miguel Angel Mori era el más compungido. Repetía una y otra vez: «Contra ellos nunca…contra ellos nunca. Nunca tendríamos que haber perdido con River». Juan Carlos Rulli no podía creer el nivel tan bajo del equipo: «No nos salió una. Hace tres semanas que estaba esperando este partido y vea como jugamos. No me importa perder si jugamos mal, que nos hagan diez goles. Pero perder así… Pero ya está. Ahora sí nos tiramos al campeonato. Ya estamos tranquilos sin el fantasma del invicto».
El invicto duró casi un año. En ese tiempo dos jugadores jugaron los 39 partidos. Ellos fueron Oscar Martin y Juan José Rodriguez. Hablando del Yaya. Era su costumbre concurrir a los entrenamientos con el mismo gamulán, un abrigo muy popular en aquellos días. Harto de verlo, y rotas todas las cábalas, los compañeros decidieron incinerarlo luego de la primera práctica post-River.
Racing había perdido el invicto. Lo que parecía imposible, sucedió. Ya no sumaría otro número más a esa cadena increíble de éxitos. En Clarín, un periodista escribió un largo analisis titulado: «El Equipo de José corporizó un fenómeno de tipo social patentizado el domingo en River». Decía: «Sonó el silbato. Había caído Racing. El de los 39 partidos sin perder. El de los 2.600 minutos efectivos de fútbol sin conocer la derrota. El equipo de José se metió por el tunel a llorar la amargura. River en el otro a gritar su alegría. En las tribunas del Monumental quedaron 95 mil personas testigos del drama. Testimonios de una caida. Hubo júbilo riverplatense. Fue muy medido. Tan medido que casi se mezcló con la despedida de la hinchada racinguista que allí en lo alto saludaba a la muchachada que le había vivir la emoción de una racha increíble. Algo pasó en Núñez.

 

Banderas mezcladas, en aquel tiempo no había división entre locales y visitantes. Racing llevó una multitud a Núñez. Un verdadero fenómeno social.

 

Algo pasó en esa multitud. Algo superior al fútbol, a los goles, a la expulsión ed Díaz, a la gresca de los policías con los fotógrafos. Fue un fenómeno colectivo. Un fenómeno social. Como si ese Equipo de José, ese equipo que desapareció por el túnel derrotado fuera el Equipo de Todos. Y algo de eso hay. Algo de eso existió. Porque nadie vivió en la plenitud el júbilo por la victoria. Un júbilo que hubiera estallado en el estadio, que se hubiera desparramado por las calles, que hubiera llegado a todas las casas si en vez de tratarse de este Racing 1966 el caído fuera el otro Racing, el poderoso tricampeón del 49,50 y 51.

 

Roberto Perfumo saltando en una práctica. Hijos del esfuerzo.
El domingo no hubo júbilo en el Monumental. Existe la sensación que en verdad perdió El Equipo de Todos. Un equipo que en buena medida está representando a la gran mayoría del país. Un equipo de enorme humildad que tiene similitud con la existencia mínima de esa mayoría. Porque este Racing es hijo del gran sacrificio. Este Racing es ese hombre que se levanta a las tres y media de la mañana. Que viaja parado. Que llega a su trabajo como puede. Que sale de ese trabajo a las dos de la tarde. Que regresa a su casa a las diez de la noche. Que ve siempre dormido a sus hijos. Y que pese a todo nunca tiene nada que hacer el gasto. Apenas si para seguir en la lucha.
Racing es ese hombre que de pronto comienza a progresar. Avanza. Se coloca en la vida. Llega a las mas altas posiciones. Su sacrificio se cristaliza. Es el producto de su propio esfuerzo. Por eso tiene mucho de Equipo de Todos. Porque es la victoria de uno de la mayoría que logra sacar la cabeza y pasar al frente. Pasar al frente con honestidad, con el arma de su trabajo de toda la existencia. Y Racing en la buena sigue siendo el mismo hombre que siendo humilde. Que no se olvidó de su pasado. No es el protagonista de M´Hijo el Dotor. Es el representante de todos los que no han podido llegar a lo que ha llegado él, pero que siguen en la senda de la esperanza. Racing – este Equipo de José – que llegó a la cifra inigualada de 39 partidos oficiales sin conocer la derrota surgió así. Fue el producto de una pobreza publicamente reconocida. No tenemos un solo peso, confesaron a cada instante sus dirigentes. No había jugadores. Era otra de las confesiones. Nos conformamos con salvarnos del descenso.
Se llenó de material de rezago. J.J. Rodríguez (que conocía de memoria todas las canchas del país y del Uruguay), Luis Carrizo (un arquero que no costó un centavo). Rulli, abandonado de la mano de Dios. Volvió Maschio (terminado en Italia). Apareció con Martinoli, el santiagueño Cárdenas, el hombre de la casa (Martín). Se apeló a algunos muchachos de abajo (Perfumo, Basile, Díaz). Las reservas se nutrieron con jugadores muy zarandeados (Brookers-Rambert). Y con este material bien de pobre, Racing se largó a la empresa de no descender. El pobre hizo el milagro. Pasó 39 fechas sin perder. Se convirtió en el equipo de todos. No porla serie triunfal. Por la humildad. La humildad de sus comienzos. La humildad que no abandonó en la buena, en la opulencia. Una humildad que tuvo su corporización en un hombre humilde callado, sensato. Juan José Pizzuti es la síntesisde la otra cara. Habla muy poco. Lo imprescindible. No comete genialidades. Ha guardado para si todo ese tesoro de la pobreza de este equipo de Racing. Su pueblo le brindó el gran halago. Bautizó a ese equipo con su nombre. El Equipo de José. Y el equipo de José pasó a constituirse en un fenómeno de tipo social. Que perdió después de 39 partidos. Y que perdió en medio de la consideración de todos. Los suyos. Los otros. Nadie gozó con su caída. Fue, en verdad, como si hubiera perdido El Equipo de Todos.

 

Martinolli (descarte), Rulli (terminado), Cárdenas (desconocido), Yaya Rodríguez (acabado) y Maschio (acabado). Nadie daba nada por esta delantera.

 

El saludo entre Renato Cesarini y Juan José Pizzuti.
La Comisión Directiva racinguista tenía preparado un premio especial para los jugadores: anillos de oro conmemorativos en caso de llegar al largo invicto de cuarenta partidos. A pesar de la derrota, los mismos fueron entregados. La misma directiva que tuvo un gesto singular: invitó al plantel y cuerpo técnico visitante a un almuerzo a realizarse junto al plantel racinguista en el estadio de Avellaneda. El mismo se aceptó y se realizó el jueves 8 de septiembre. En el momento de los postres, Renato Cesarini pidió un fuerte aplauso.

 

 

JUGAR A LO CAMPEON

 

Con el resultado del Monumental, el campeonato se convirtió en un mano a mano entre Racing y River. Ambos clubes tenían 41 puntos y doce exigentes compromisos por delante. La Academia recibía a Estudiantes. Los Millonarios debían ratificar su chapa de nuevos líderes ante San Lorenzo en el Gasómetro.
La pérdida del ínvicto fue el final de un lastre. Así lo sentían muchos jugadores. Si presionados por la tribuna jugaban para mantener una racha inédita, ahora debían jugar para consagrase campeones. Ese era el objetivo de cara a fin de año.
Domingo 11 de septiembre. Una enorme multitud colmó el estadio. El apoyo del público estaba ratificado: no había pasado nada. El invicto era historia. El «Y ya lo ve…» bajó atronador durante todo el partido. Enfrente, Estudiantes de La Plata dirigido por Osvaldo Zubeldía. Con Poletti, Pachame, Manera y Bilardo. Esa tarde, Racing goleó 3 a 0. Tantos conseguidos por Juan Carlos Cárdenas, Juan José Rodríguez y Jaime Martinoli. Nada hacía preveer que ambos rivales encarnarían muy pronto un clásico que dividiría el fútbol argentino.

 

Poletti vuela pero nunca llegara. El remate de Martinoli será el tercer gol de la Academia.

 

Juvenal escribió en El Gráfico: «El espectáculo fue imponente y electrizante. En el vocear de las tribunas, en el agitar de banderas, banderines y paraguas albicelestes. En la lluvia de papelitos. En el homenaje de Estudiantes de La Plata a las 39 fechas invictos del Equipo de José. Esa contagiosa electricidad ambiental que duró dos horas: los 90 minutos de juego y los 15 del intervalo. La tribuna local comenzó gritando y terminó tan enronquecida como feliz. Racing, relegando al archivo los traumas, volvió a ser el equipo que muerde en toda la cancha, quiere llegar primero a todas las pelotas y ataca con insistencia de acreedor, tenacidad de hormiga, fuerza de aplanadora y repiqueteo de ametralladoras». 
Esa tarde, Racing comenzó a ganar el título. Tuvo la fuerza moral y futbolística para levantar con creces la derrota de Núñez. Por su parte, River cayó 1 a 0 ante el Ciclón. Nuevamente dos puntos de ventaja. 43 a 41.

 

LA BATALLA DE PARQUE DE LOS PATRICIOS

 

Para la 28º fecha, el fixture marcó la visita de Racing al estadio Jorge Newbery. Pronto se rebautizaría Tomás Adolfo Ducó. Esperaba Huracán. Fue un partido intenso, que tuvo como principal protagonista al árbitro Ángel Coerezza.
El Chango festeja con alma y vida. Ante Huracán fue una verdadera batalla.
En el segundo tiempo pasó de todo. Huracán se puso en ventaja por intermedio del Mono Obberti. Corrían 12 minutos. A los 15 igualó Rubén Díaz. Dos minutos más tarde, Tarchini y Rulli se fueron expulsados. Racing lo dio vuelta con otro gol del Panadero. El cordobés Sebastián Viberti fue expulsado por protestar. El partido se tornó violento. A los 30 minutos, otra pareja de expulsados. Esta vez fueron Cabaleiro y Miguel Angel Mori. 9 ante 8. Un partido de papi-fútbol. Sobre la hora, Tedesco convirtió el gol del empate quemero. 2 a 2 la chapa final. La amargura de los hinchas de Racing no fue tan profunda porque en el Monumental, Atlanta había derrotado 1 a 0 a River. Luego de la gran victoria, una gran caída millonaria. 44 a 41.
Para Ardizzone: «Racing volvió a demostrar que es un equipo sin talento. Que todo ese torrente ofensivo que provoca solo se apoya en su temperamento, en la importancia del esfuerzo y en su enorme capacidad espiritual». 

 

 

CONTRA ARGENTINOS Y FERRO: UNA APLANADORA

 

Martinoli tapa de El Gráfico luego del triunfgo ante Argentinos Juniors.
El 25 de septiembre, Racing recibió a Argentinos Juniors. La hinchada, a pesar de la inmensa alegría, criticaba las últimas actuaciones de Luis Carrizo. El Oso venía acumulando flojas actuaciones, sobre todo la última en Parque de los Patricios. A pesar de saber que Agustín Cejas tenía mayores condiciones, Pizzuti decidió respetarle la titularidad al gigante juninense.
Ante los Bichos Colorados, el ingreso del uruguayo Nelson Chabay por el suspendido Mori. Racing fue una tromba. Un equipo enfermo de ofensiva. Los goles, como costumbre, llegaron en el segundo tiempo. Jaime Martinoli marcó a los 2 y 4 minutos. Coco Basile rubricó la goleada con un cabezazo sobre el final. «Muy buena actuación de Racing. La mejor de todas las que hemos visto. Pleno de vigor. Generoso en dinámica. Potente en el ataque, fuerte en la mediacancha y con gran firmeza en la linea de fondo. Una aplanadora», publicó un matutino. Para aumentar la alegría, River no pasó del empate ante Vélez en Liniers. 46 a 42.
Una aplanadora. Eso era Racing a esa altura del campeonato. Un equipo irresistible. Un torrente vertiginoso. Tal vez sin fútbol excelso, pero con savia vital desbordante. Todo eso quedó expuesto, como nunca antes, en la tarde del domingo 2 de octubre de aquel 1966.
«Y ya lo ve… Y ya lo ve…es el hermano de Pelé»
Por la 30º fecha, Racing debía visitar a Ferro Carril Oeste. En la semana previa al partido, Miguel Marino, entrenador verdolaga, se cansó de repetir a la prensa que tenía el sistema táctico aceitado para frenar al Equipo de José. Aquel domingo amaneció gris plomo. Por la mañana diluvió. La cancha de Ferro estaba muy desgastada ya que el día anterior hubo rugby. Los Pumas habían enfrentado a los Gazellies sudafricanos. Todos los presentes en Caballito vieron la más acabada exhibición del Racing modelo 1966.
A los dos minutos, Roberto Perfumo abrió el partido con un remate desde 30 metros. A los 28 minutos fue Juan Carlos Rulli quien se sumó al marcador. El primer tiempo terminó con la ventaja 2 a 0. El segundo tiempo fue un show que tuvo a Humberto Maschio como principal estrella. El Bocha tuvo un partido consagratorio. El correntino Martinoli convirtió tres goles. El Yaya Rodriguez se anotó en la red. Para cerrar la fiesta, el Oso Carrizo le atajó un penal a Miguel Angel Tojo. Maschio, con la camiseta embarrada de tanto tirarse al piso en un campo de juego que parecía un pantano recibió su cantito desde la tribuna. Al verlo todo tan oscuro, la Guardia Imperial usó el ritmo de moda y cantó: «Y ya lo ve… Y ya lo ve…¡Es el hermano de Pelé!».

 

Martinoli se arroja al piso y convierte el cuarto gol de Racing. En Caballito, el Equipo de José fue una aplanadora.

 

Cuando faltaban pocos minutos para terminar el partido, con Racing ganando por seis goles, sucedió una jugada que pinta de cuerpo entero al equipo: contrataque para Ferro. Maschio corrió treinta metros detrás de un atacante local. Se tiró al piso, enviando la pelota al lateral. Una ovación brotó desde los cuatro costados de la cancha. El Gráfico publicó: «Fue un aplauso compacto, sereno y sostenido. Sin el estruendo de la ovación. Un aplauso surgido del raciocinio de un público agradecido que valora la integridad profesional y la humildad de un gran hombre de equipo». Carlos Fontanarrosa, director del semanario, tituló su editorial «Eso que tiene Racing»: «Los jugadores de Ferro, con seis goles en contra, formados al final del partido, esperando a que los de Racing se retiren para aplaudirlos. Repetimos: para aplaudirlos».
Racing había goleado 6 a 0. El propio Marino declaró: «La idea era que Rodríguez (el número 10 verdolaga), siguiera a Maschio por toda la cancha, pero después del segundo gol todo fue inutil. Racing es un equipo fenomenal. Con esos jugadores es casi imposible perder». Bocha Maschio habló después del partido: «Acá no hay secretos. Hicimos seis goles porque cuando íbamos 5 a 0 corríamos igual que al principio».
Crónica se deshizo en elogios: «Racing es la imagen de aquel Santos de 1962. Racing es la imagen más perfeccionada, mas purificada, más planificada, menos individualista de aquel Santos de 1962»; y agregó: «Racing debería ser la imagen, por su capacidad para producir goles y triunfos, del fútbol argentino. Racing es la imagen del equipo sin egoismos, sin divos, sin el jugador mirándose al espejo y dándole gracias a su madre por haberlo hecho tan buen jugador. En Racing todos hacen goles. Hasta Perfumo, Basile o Díaz. Racing lleva gente a todas las canchas. Los jugadores de Racing perciben más de 120.000 pesos mensuales. Racing vive para el fútbol. Racing hace fútbol». Aquella tarde lluviosa, River le metió cuatro a Newells en el Monumental. 48 a 44.

 

El equipo de Racing que goleó 6 a 0 a Ferro en Caballito.

 

SUMANDO PARA LLEGAR AL TITULO

 

El 9 de octubre, el equipo sensación recibió a Rosario Central. Domingo 9 de octubre. Los primeros diez minutos de juego tuvieron de todo. Los Canallas madrugaron a la Academia con gol de Pagani al minuto de juego. A los cuatro minutos, ollazo cruzado desde la derecha que encontró el cabezazo goleador del Panadero Díaz. Tres minutos mas tarde, el árbitro Spinetto anuló un tanto convertido por Aldo Pedro Poy. A los diez minutos, James Donald Martinoli señaló el 2 a 1, que será la chapa final del partido.
Cuando finalizó el encuentro algo particular surgió en la tribuna alta. Allá se amuchaban los hinchas que llegaron desde Rosario. Comenzaron a cantar «y ya lo ve…y ya lo ve…es el equipo de José». Bajaron y fueron a encontrarse con la hinchada racinguista. Confraternizaron así durante largos minutos ante el aplauso de la multitud. Nacía una amistad que duró casi treinta años. River igualó 1 a 1 con Quilmes en el Sur. 50 a 45.

 

El Panadero Díaz igualó el partido. La cámara se queda con el festejo de los veteranos Maschio y Rodríguez.

 

Sanitá y Tardivo festejan como si hubieran ganado la Copa del Mundo. Colón y la hazaña de igualarle al Racing de José.
En la 32º fecha, Racing tuvo una visita de riesgo. Debía viajar a Santa Fe, a la cancha de Colón. Por primera vez, un equipo racinguista jugaba oficialmente en la capital santafesina. El uruguayo Nelson Chabay, confirmado como titular, fue la figura de un partido friccionado. No se sacaron ventajas y finalizó igualado 0 a 0. Colón festejó el empate como un triunfo. River seguía regalando valiosos puntos, ya que no pasó del empate ante Banfield. Para alegría de los racinguistas, los goles del Taladro los marcó Julio San Lorenzo, un delantero que había dejado huella en la Academia. 51 a 46.
El 23 de octubre, el fixture señaló la visita de Lanús al Cilindro. El grito de guerra fue atronador, pero algo pasaba dentro del campo de juego. Fue el peor partido del equipo en toda la temporada. No salió una. Lanús tenía el control permanente del partido con la manija del veterano Martín Pando y las paredes de los albañiles Silva y Acosta. A los ocho minutos del segundo tiempo, Echenausi abrió el marcador para los granates. Luego del silencio incrédulo, el aliento incesante. Racing iba. Sin ideas pero iba. A los 26 minutos, Alfio Basile empató el partido con un cabezazo. Luis Carrizo salió lesionado. Ingresó Agustín Cejas. En el minuto final, la explosión. El Buche Chabay conectó a la red otro cabezazo goleador. Victoria 2 a 1. Injusta, pero victoria al fín. River había vencido en San Martín a Chacarita. 53 a 48.

 

Delirio en Avellaneda. Chabay en el centro del festejo. Racing jugó su peor partido, pero gritó sobre el final.

 

Finalizaba el mes de octubre. Con 10 puntos en juego, la ventaja albiceleste era de 5 puntos. Para muchos, la vuelta olímpica era casi una realidad, pero aun quedaban tres clásicos por delante. Antes de ellos, Racing debía visitar a Platense en Manuela Pedraza y Crámer. Racing venció 2 a 0, goles de Yaya Rodríguez, en la primera etapa; y Juan Carlos Rulli apenas comenzado el segundo tiempo. En el vestuario, Juan José Pizzuti declaró: «Racing no está desinflándose. Merecimos el triunfo. Platense fue un rival muy duro y para Racing cada partido es una final. Hay cansancio pero no agotamiento. Ahora, yo pregunto, ¿Que equipo está entero a esta altura del torneo?». River igualó con Independiente en Avellaneda. 55 a 49.

 

 

ANTE BOCA, VIBRO AVELLANEDA

 

El mundo del fútbol esperó el clásico entre Racing y Boca. Se jugó el domingo 13 de noviembre. 35º fecha del campeonato. Si la Academia vencía al bicampeón 1964/65 y River no derrotaba a Estudiantes de La Plata, en Avellaneda habría vuelta olímpica.
Una  multitud pocas veces vista cubrió el Cilindro. Casi quince millones de recaudación. Una locura. Para dar una idea, Huracán, en el bruto recaudado del torneo, apenas si llegó a esa cifra. Fue un partido soñado. Un ida y vuelta constante. Con dos hinchadas alentando hasta el éxtasis. Racing se puso en ventaja a los 25 minutos con gol del Yaya Rodríguez. El Tanque Alfredo Rojas igualó sobre el filo del primer tiempo. El Panadero Díaz, marcó el 2 a 1 a los cuatro minutos del complemento. Nuevamente igualó el Tanque. Cuando el partido estaba para cualquiera, sobre el final, apareció el Chango Cárdenas para estampar el tercer gol. Avalanchas. Gritos. Emociones. Abrazos. Estandartes agitados hasta el cielo. Sergio Renán y Emilio Ariño a los besos y abrazos en la platea. La alegría de ganar sobre la hora un partido inmenso. Y ya lo ve…Y ya lo ve… El santiagueño bañado en lágrimas. No sabía que aun le esperaba un gol para todos los tiempos.

 

El gol del Panadero Díaz para el 2 a 1 parcial. Una enorme fiesta en Avellaneda.

 

No hubo campeonato porque River derrotó 2 a 0 a los platenses. Pero a nadie le importaban los millonarios. Todos los presentes sabían que Racing sería el campeón. Era irreversible. Por eso el grito de la tribuna: «¡Si si señores, de corazón… Porque este año, de Avellaneda, de Avellaneda, salió el nuevo campeón». Ese equipo merecía todo. «Esa máquina hacedora de voluntad, entusiasmo y moral que representa actualmente Racing como expresión futbolística, obtuvo ante Boca Juniors un triunfo que le asegura el primer puesto en el trajinado campeonato de primera división», publicó Crónica.
Si Racing había agotado adjetivos, el Bocha Maschio también. En un vestuario pletórico de felicidad, el veterano crack decía: «Esto es demasiado. Tengo 33 años y hace tres que vengo diciendo que este es mi último año. Estoy terminando mi carrera y encuentro en mi patria esta satisfacción tan grande. Casi ni sé explicarlo. Es una emoción muy grande». También explicó el secreto del éxito: «Es un equipo que juega siempre en velocidad. Buscando la más simple, la más fácil, evitando el dribbling y facilitando el futbol. Con defensores que saben irse al ataque y con delanteros capaces de colaborar con la marca». Alguien le preguntó las diferencias con el fútbol europeo. Esto dijo el popular Bocha: «Ahora hay más similitud. Allá todos los equipos hacen a la perfección los relevos. Aquí también ya los hacen muchos».

 

Antonio Roma ya lo sufre. El segundo gol de la Academia, convertido por J.J Rodríguez.
Quien estaba pletórico de alegría era el siempre medido Pizzuti: «¡Somos unos fenómenos! ¡Ponganlo bien grande! ¿Quien corre más que nosotros? ¡Así no nos puede ganar nadie!. Para el Yaya Rodríguez la victoria fue una revancha: «Si, fue la revancha de mi vida. Ganarle a Boca y ser campeón con otro equipo». Un muy feliz Chango Cárdenas explicaba una y otra vez su gol: «Piqué cuando salió el pase para Martinoli. El la enganchó para atrás y me la cruzó. La bajé con el pecho, me quedó picando y le di muy fuerte, justo cuando me salía Roma». El ex jugador Ernesto Gutierrez, una gloria del tricampeonato, decía: «Este equipo tiene la dosis de suerte necesaria de todo campeón. Pero es un caso especial de gente que corre y ataca». 

 

 

LA PLATA, 20 DE NOVIEMBRE DE 1966

 

Todo el mundo sabía que aquella tarde habría vuelta olímpica. Racing visitaba 60 y 118, casa de Gimnasia y Esgrima de La Plata. Había un antecedente negativo: en 1961, con el equipo ya campeón, en esa cancha recibió la inusitada cifra de ocho goles en contra. Si bien no triunfaba desde 1959, estaba claro que este eran otras las circunstancias.
Martinoli, lesionado en un tobillo desde el primer tiempo del partido ante Boca, no estaba para jugar el partido. Lo reemplazo Néstor Rambert. El juvenil delantero formado en Independiente, con paso en Chacarita Juniors, era dueño de una enorme pasión racinguista. Cuando salió Racing a la cancha, fue recibido por una enorme ovación. No sólo de la tribuna racinguista, sino de las cuatro tribunas.

 

20 de Noviembre de 1966. El equipo que se consagró campeón en La Plata.

 

El partido duró los primeros quince minutos. Cuando Racing quiso jugar. El resto fue esperar que pasaran los minutos. Pasadas las cinco de la tarde, Guillermo Nimo pitó el final del partido. Empate 0 a 0. Racing era el campeón de la temporada 1966. Los pibes que ingresaron al campo de juego para quedarse con las camisetas de los ídolos. La alegría inmensa pero medida. El desborde había ocurrido la semana anterior en casa. Ya en los vestuarios, Coco Basile, una de las enormes figuras de aquel equipo, decía: «Racing no es perfecto, también puede jugar mal. Esto no quiere decir que hoy haya jugado mal, pero las cosas no salieron como queríamos. Pero no pasa nada: ¡Somos campeones!».
Cárdenas y Pizzuti. Festejo en La Plata.
En un vestuario pequeño en dimensiones pero inmenso en felicidad, Juan José Pizzuti explicaba las claves del campeonato: «Hubo tres partidos difíciles: contra Gimnasia y Lanús en casa,  y contra Atlanta de visitante»; «La primera y única vez que Racing no fue Racing fue contra River. Llevábamos el peso del invicto y los jugadores fueron tan responsables que se ataron»; «El jugador-revelación fue Roberto Perfumo. No lo digo porque desconfiara de él, sino porque jugó muchas de lo que yo, la gente, la crítica y sus compañeros esperábamos»; «Al finalizar el partido contraBoca vi como un guripo de jugadores mas generosos que dotados técnicamente concretaba nuestro sueño. Vi también que en la vida se sigue ganando con sencillez y silencio»; «Vi a Racing campeón después de la primera rueda, cuando el equipo mantuvo su ritmo físico. En el comienzo del campeonato pensé que podía ser campeón Boca, después River»; «Este Racing no tiene comparación con el del que fui parte en 1961. Este equipo es revolución».

 

 

Un muy emocionado Juan Carlos Rulli decía: «Me pasé casi dos años concentrado en Boca pero casi sin jugar. Siempre de suplente. ¿Sabe que cuando me dijeron que pasaba a Racing tuve una emoción sólo superada por este momento?. ¿Porque nadie imita a Racing? Porque no debe ser fácil llegar a formar esta unidad espiritual que tenemos nosotros donde nadie se cree figura. Acá no hay estrellas. ¿Donde hay estrellas? Sólo Pelé y Amadeo Carrizo».
Avenida Mitre era una fiesta. También lo era la sede de Villa del Parque. Avellaneda entera se sumó a la celebración, por eso en la sede de Independiente colgaron un cartelón saludando a la Academia. Cuando a las 21.50 el micro que trajo a los jugadores desde La Plata ingresó por Mitre, todo fue un loquero. Desde los balcones se arrojaron millones de papelitos picados. La fiesta terminó entrada la madrugada. Racing sumaba su 15 estrella: 1913, 1914, 1915, 1916,1917, 1918, 1919, 1921, 1925, 1949, 1950, 1951, 1958, 1959 y 1966.

 

Hasta la madrugada se festejó en Avenida Mitre.

 

Al día siguiente la fiesta continuó. Jugadores, cuerpo técnico, directivos e hinchas selectos se reunieron en la cantina Bambina, ubicada en la calle Suárez, barrio de La Boca. Pasadas las 21.00, comenzó la cena. El menú tuvo ensalada rusa, pescado, pulpo al natural, ravioles y pollo al horno con papas. A pesar de la algarabía, los jugadores querían concentrarse para el clásico de Avellaneda que debía jugarse el domingo siguiente. Roberto Perfumo decía: «Me parece que ya son demasiadas fiestas seguidas. Yo, por lo menos, no voy a ninguna más hasta que termine el campeonato. A ver si nos agotamos y perdemos estos dos partidos». Por su parte, Humberto Maschio declaró: «La farra termina esta noche. Mañana a las 10 de la mañana tenemos que estar todos en el estadio porque hay entrenamiento».

 

ANTE LOS ROJOS, FIESTA INCOMPLETA

 

Domingo 27 de noviembre de 1966. La fiesta tenía que ser en casa. El Cilindro repleto. No solo para recibir a los campeones, sino también porque se jugaba el Clásico de Avellaneda. La fiesta tuvo todos los condimentos. Una vuelta olímpica festejada hasta el hartazgo. Las viejas glorias del club presentes. La emoción de Antonio Capurro, Ballestreri y Evaristo Paz, los únicos tres socios fundadores de Racing sobrevivientes en esos días. A sus 80 años, Capurro quería llevar adelante una idea singular: entrar el próximo domingo con un caballo al campo de juego, como forma de rendir homenaje a tantos viejos socios que hicieron grande a Racing. ¿Y porqué así? «porque fue a caballo como llegué, hace 63 años, a esa reunión bajo los Cuatro Ombúes que dio el nacimiento al Racing Club«.

 

La Guardia Imperial de fiesta. Festejo ante Independiente.

 

El equipo de Independiente que recibió a la Academia con un pasillo de honor y guirnaldas en las manos. La tribuna hizo del Y ya lo ve… un rugido atronador. Los jugadores visitantes le pusieron a cada jugador racinguista una banda de campeón. Bombas de estruendo. Millones de papeles. Fiesta. Aquella tarde, sin dudas, habrá sido uno de los puntos más altos de emociones previas en la historia de la Academia.

 

Roberto Anibal Tarabini le coloca la faja de campeón al Bocha Maschio. Así se vivió el clásico de Avellaneda: con total confraternidad.

 

Racing tuvo un primer tiempo a toda orquesta. El equipo de José apabulló a los Diablos Rojos. A los 20 minutos, el Panadero Díaz abrió el marcador. Cuatro minutos más tarde fue Humberto Maschio el goleador. Para cerrar un primer tiempo con promesa de goleada histórica, Jaime Donald Martinoli marcó el 3 a 0 parcial. La fiesta en las tribunas tenía proporciones interminables. Pero la fiesta racinguista fue incompleta. Cuando comenzó el segundo tiempo, Luis Artime, el enorme goleador de los rojos, había fallado un gol imposible. La Guardia Imperial, sabiendo la debilidad del goleador juninense por la Academia, cantó: «Artime es de Racing…lara lara lara«. A los nueve minutos, descontó Jesús Roldán para los rojos. A los 16 minutos, Artime no falló. 3 a 2. El equipo de José tenía el partido controlado hasta que faltando instantes para la finalización del partido, una multitud ingresó al campo de juego. El partido tenía destino de suspensión. La Guardia de Infantería de la Provincia de Buenos Aires reprimió a los alegres hinchas. Pasados veinte minutos, se jugaron los instantes finales. Fatídicos para Racing. Pudo convertir el cuarto cuando Chabay se lanzó en palomita pero falló su cabezazo. Luis Artime, como era su costumbre ante Racing, tampoco volvió a fallar. 3 a 3. Los hinchas de Independiente, entre risas y abrazos, cantaban: «Artime es de Racing…lara lara la ra«.
Con el empate final, los ánimos no estaban para festejos. Los insultos al árbitro Duval Goicoechea se escuchaban desde todos los sectores: ¿Porque adicionó tantos minutos?. Los jugadores no podían creer la invasión previa del público. Cuando los hinchas volvieron a meterse dentro del campo de juego, la respuesta no fue la mejor. El Panadero Díaz se trompeó con un par. Maschio le tiró un codazo a uno. El Yaya Rodríguez se metió corriendo en el vestuario. Los treinta mil pesos que cada jugador perdió como premio, motivaron el pésimo humor.
«No sé como empatamos. Es increíble. Pero no importa, a nosotros se nos pasa enseguida«, dijo el Panadero Díaz en las duchas. Basile y Perfumo se cambiaban distendidos. Quien no estaba para bromas era el vicepresidente del Racing Club. Fernando Menendez Behety, hombre de la sociedad rural patagónica, quién rehusaba cualquier expresión de alegría popular y, a tono con los Bastones Largos del dictador Onganía, pedía palos: «Se necesitan palos. Y si es posible cadenas con bolas de acero en las puntas«.

 

 

ANTE SAN LORENZO, FINAL DE UNA CAMPAÑA SENSACIONAL

 

El domingo 4 de diciembre llegó la última fecha. Clásico ante San Lorenzo en Avellaneda. Muchos equipos habían decidido licenciar sus planteles. River y Boca adelantaron sus partidos para viajar ese mismo domingo a jugar amistosos por el continente. ¿Racing pondría suplentes? Eso no entraba en la cabeza de Pizzuti. Racing pondría en cancha el equipo que había hecho historia en aquel 1966. El objetivo era ganar el último partido del año, llegar al gol 70 y ser el primer equipo campeón con una sola derrota en una temporada.

 

Oscar Martín, capitán del equipo, sale a la cancha ante San Lorenzo.

 

Chaparrones permanentes durante toda la mañana. Cuando a las 17hs salieron los equipos a la cancha, salió un sol radiante sobre Avellaneda. Las trabas burocráticas impidieron a Don Capurro ingresar al campo de juego con su caballo. En la tribuna de la Guardia Imperial, un mortero disparaba bombas. El Equipo de José emprendió la vuelta olímpica. Nadie, absolutamente nadie hubiera imaginado que pasarían mas de tres décadas para que se repitiera esa imagen. Camisetas celestes y blancas festejando un campeonato de Primera División. Racing buscó el triunfo desde el primer minuto, pero el más obcecado por convertir fue Oscar Martín. El capitán había sido el único jugador que no había marcado un gol en la temporada. Eso lo sabían los rivales, quienes lo buscaron durante los noventa minutos. Finalmente, Martín no llegó al gol. Si los dos defensores centrales. Primero Alfio Basile; luego Roberto Perfumo. El gol setenta en la temporada. Los jugadores se fueron envueltos en aplausos, alegría, gritos y un grito unísono: «Y ya lo ve… y ya lo ve…¡Es el equipo de José».

 

La vuelta olímpica. Nadie, absolutamente nadie hubiera creído que Racing tardaría 35 años en repetir esa misma vuelta.

 

Los números del Racing modelo 66 eran alucinantes. Primero, el mítico invicto de 39 partidos sin derrotas. El invicto de 586 minutos que mantuvo Agustín Cejas en el arco. Fue el conjunto más goleador con 70 tantos. Tuvo la valla menos vencida, con solo 24 goles. Fue el primer campeón con tan sólo una derrota en la temporada, y mantuvo su cancha invicta, con catorce triunfos y siete empates.
Pero no fue solamente eso. Aquel equipo, que tuvo a Jaime Martinoli goleador con 18 conquistas, tuvo defensores que llegaron a la red como ningún otro equipo en la historia de nuestro fútbol: Basile convirtió nueve goles. Rubén Díaz, seis. Juan Carlos Rulli, cinco. Miguel Angel Mori, tres. Roberto Perfumo, dos. Nelson Chabay, uno. Defensores que marcaron 26 goles. Para que se comprenda: en un fútbol donde las defensas le ganaban a los ataques, Juan José Pizzuti propuso otra cosa. Un fútbol solidario, carente de estrellas pero mirando siempre el arco rival. Boca campeón 1964, el punto más acabo de fuerza defensiva, se consagró campeón – en un torneo de 30 fechas – con 35 goles a favor y 15 en contra. Racing 66 lo dobló en goles y solo sufrió un par más de conquistas rivales. 
El fenómeno también pasó por las boleterías. En total, Racing recaudó $82.496.467 por venta de entradas. Le siguió, lejos, Boca Juniors: $69.086.722. ¿Independiente?: $43.666.416. La cifra generada por el Equipo de José es sideral si se compara, por ejemplo, con los $19.819.828 recaudados por Huracán.

 

 

Racing en Sábados Circulares. Así de grande era el furor del Equipo de Josè.
1966 teminó de fiesta en fiesta. El sábado 10 de diciembre por la tarde, los jugadores estuvieron presentes en Sábados Continuados, por Canal 9, el programa más visto de la televisión argentina de quellos días, con la conducción del muy racinguista Emilio Ariño. Por la noche, fiesta y baile en el Centro Deportivo del club. Desde las 21hs, estuvieron presentes Anibal Troilo y su orquesta, Los Cinco Latinos, Rosamel Araya, El Dúo de Dos, Los Shakers y Hernán Figueroa Reyes.
También hubo fútbol. Amistosos, porque todo el mundo quería tener al Super-Racing. Pero la gran fiesta se vivió en la noche del lunes 19 de diciembre. Racing inauguraba el nuevo sistema lumínico importado a la empresa alemana Siemens. El rival era el Bayern Munchen con todas sus figuras: Sepp Maier, Gerd Muller y un tal Franz Beckenbauer. Ganó la Academia 3 a 2, goles convertidos por Panadero Díaz, Chango Cárdenas y Yaya Rodríguez. Muller, los dos tantos alemanes. Si cuando comenzó el ciclo, los jugadores cobraban billetes andrajosos y arrugados, recién traidos desde las boleterías, cerraban el año de forma inimaginable. Sin dudas, 1966, fue año de Racing Club.

 

 

BAJO EL EMBRUJO DEL EQUIPO DE JOSE 1967-1969

 

Joac Cardoso y Néstor Raffo, refuerzos del Equipo de José para 1967.
En 1967 se reestructuró el fútbol argentino. Nacían los dos campeonatos por año. Metropolitano y Nacional. Juan José Pizzuti estaba dispuesto a pelear en todos los frentes. Para eso necesitaba refuerzos. Sobre todo delanteros. Llegaron los dos que pidió: el hábil wing brasileño Joao Cardozo, de Independiente; y el notable cabeceador Norberto Raffo, de Banfield. También llegó el arquero Antonio Spillinga.
La Copa Libertadores fue una amansadora de viajes y partidos. En total, Racing necesitó 23 partidos, récord, para conquistar la Copa. Un plantel que jugó en Bolivia, Chile, Colombia, Bolivia, una final con clima de guera en Montevideo y vivió sitaciones límite, como cuando el avión que los transportaba de Bogotá a Medellín se caía y la muerte parecía inexorable. Finalmente, el 29 de agosto de 1967, en el estadio Nacional de Santiago de Chile, el Equipo de José venció a Nacional de Montevideo en el partido desempate de la final. Fue  2 a 1, goles de los refuerzos, Cardozo y Raffo, ambos en la primera etapa.

 

Roberto Perfumo, pletórico de jerarquía, e la final de América jugada en Avellaneda.

 

El Equipo de José peleó el Metropolitano, jugado entre marzo y agosto. En un campeonato dividido en dos zonas, fue el mejor de todos los equipos: ganó diez, empató nueve y perdió tres partidos. En la semifinal derrotó 2 a 0 a Independiente. Pero en la final se encontró con la piedra de su zapato. Otro equipo revolucionario. Con características diferentes. Era el Estudiantes de Zubeldía. Aquel domingo 6 de agosto de 1967, con un Racing que pensaba en la primera final de la Libertadores, Estudiantes venció 3 a 0, goles convertidos todos en el primer tiempo. Era el primer equipo chico en consagrarse campeón desde el cisma de 1931.

 

Pero en la dinámica racinguista de aquellos días, aquella final fue una triste anécdota. El paroxismo racinguista se vivió el 4 de noviembre de 1967. Aquel sábado, El Equipo de José logró el primer título mundial del fútbol argentino. El zurdazo mítico de Juan Carlos Cárdenas. La victoria racinguista sobre el Celtic de Glasgow. Tres finales durísimas. La derrota inicial en Escocia. La sufrida victoria 2 a 1 en Avellaneda y luego la Batalla de Montevideo, con las expulsiones de Basile y Rulli. La emoción de un país que estuvo detrás de este equipo y que festejó como propio el triunfo blanquiceleste.

 

 

La felicidad del Chango. Un zurdazo que abrió el pasaporte a la eternidad futbolera argentina.

 

Entrevistado en el aire de Abrí la Cancha, el Chango Cárdenas recordó el gol que lo inmortalizó: «Fue un gol único porque se dio todo. Justo la barra de Racing, habría veinte mil personas, estaba atrás del arco donde hice el gol. Salí gritando, vino Pizzutti a abrazarme, también el Coco Basile, que lo habían expulsado… Me vinieron a abrazar vestidos de traje y corbata, antes se viajaba así. Se dio todo… El grito, el gol, que fue fabuloso… Y todo ese marco tan lindo, que a veces no es tan fácil expresarlo. El momento que vos viviste es único. Por ahí durante los dos primeros años, tres, no te das cuenta. Pero cuando va pasando el tiempo, te lo recuerdan, te preguntan detalles… Más a nuestro querido Racing, que le pasaron tantas cosas… Pero en ese partido, se equivoca el Celtic. Era un muy buen equipo, jugaba bien. En Racing nos habían hecho un gol de entrada. Se equivocaron porque ellos se dejaron llevar por los gritos de los uruguayos, que no sé cuantos eran pero todos estaban a favor de ellos. Empezaron a jugar fuerte en vez de jugar al fútbol, como venían haciendo. Ellos habían eliminado al Inter de Helenio Herrera, que había ganado todo también. Y cuando nosotros estábamos ganando, buscábamos el foul, inventábamos algún golpe… Todas esas cosas que pasaban en esa época. Nosotros jugamos bien».
El Bocha Humberto Dionisio Maschio. Un crack inmenso que volvió a Racing para ser consagrarlo campeón del Mundo. El primer titulo del mundo para nuestro país.
Por su parte, consultado por Abrí la Cancha, Humberto Maschio recordó un encuentro con Sean Connery en el vuelo hacia Escocia: «Cuando viajamos hacia Glasgow para jugar la final contra Celtic tuvimos una anécdota espectacular. En Londres subió al avión Sean Connery que en ese momento era James Bond 007. Se sentó al lado de Agustín Cejas. El Panadero Díaz le decía a Agustín que nos venía a espiar. Se puso a conversar con nosotros y nos dijo que era hincha de Rangers, rival del Celtic. Le dijo a Cejas que íbamos a ser campeones del mundo. Pero no sólo eso: vino a todas las prácticas. No decía nada. Siempre callado aunque nosotros nos queríamos sacar fotos con James Bond“.
1968 encontró al Equipo de José en profundo proceso de recambio. Los campeones del mundo perdían seis campeones de 1966: Yaya Rodríguez, Oscar Martín, Fernando Parenti, Luis CarrizoRodolfo Vicente y Néstor Rambert. Llegaron la Liebre Roberto Salomone, Antonio Manilo, Mario Chaldú, el lateral Juan Carlos Díaz. Aparecía un crack de las inferiores: Enrique Quique Wolff.

 

 

El Metropolitano pasó de largo. Eran tiempo de retener la Copa Libertadores. En Semifinales enfrentó a Estudiantes de La Plata. Fueron tres batallas. En Avellaneda, ganó Racing 2 a 0. En 1 y 57, Estudiantes 3 a 0. El partido desempate se disputó en River Plate. Por extraña reglamentación, en caso de empatar, pasaba Estudiantes por diferencia de gol. Igualaron 1 a 1. La historia pincharrata es conocida.
El Panadero Díaz, la Liebre Salomone y el Bocha Maschio.
Donde Racing parecía invencible era en el campeonato Nacional. El Equipo de José llegó a la penúltima fecha con 21 puntos, aventajando por dos puntos a River y tres a Vélez Sársfield. Podía dar la vuelta olímpica en el Cementerio de los Elefantes. Pero aquella tarde, Colón derrotó 4 a 2 a Racing. Un partido extraño, donde uno de los laterales de Racing dio muchas ventajas. En la fecha siguiente, Racing igualó con River en Avellaneda, a pesar que el Equipo de José vencía desde el minuto de juego, gol de Alfio Basile. Igualados en 22 puntos; Racing, River y Vélez disputaron un triangular que determinó el primer título del equipo de Liniers.
El Equipo de José, modelo 1969. Cejas, Díaz, Perfumo, Wolff, Chabay y Aguirre Abajo: Cárdenas, Rulli, Machado Da Silva, Salomone y Adorno.
En 1969 siguieron los cambios. Se fueron otros campeones del 66: el enorme Bocha Maschio dejaba el fútbol. También se iban Jaime Martinoli, Miguel Angel Mori y Rodolfo Vilanoba. También los dos refuerzos de la Copa: Raffo y Cardozo. Llegaba una figura: el brasileño Walter Machado Da Silva. Desde Rosario llegó Roberto Aguirre, por el cual Racing pagó una fortuna. Aparecían el Carlos Squeo y Juan Domingo Rocchia. Pasados tres años, de aquel equipo maravilloso solo quedaba la joven columna defensiva: Cejas, Perfumo, Basile, Panadero Díaz, Chabay, la veteranía de Rulli, y el gol de Cárdenas.

 

 

El Metropolitano fue fantástico. El brasileño Da Silva le daba vuelo al ataque racinguista. Nuevamente fue el mejor equipo: Ganó 14, empató 7 y tan solo perdió un partido en su zona. Pero el campeonato, para desgracia de la Academia, también se jugaba con sistema de semifinales. Le tocó Chacarita Juniors en la Bombonera. 2 de julio de 1969. Con empatar, Racing era finalista. Faltando tres minutos, una palomita solitaria del sanjuanino Luis Recúpero dejó al Equipo de José sin final. Punto final. El ciclo que comenzó en septiembre de 1965, moría aquella tarde. Ciclo cumplido. El campeonato Nacional lo dirigió Pizzuti, pero sabía que el también se iría. Cosa que oficializó terminado el campeonato. El 14 de diciembre de 1969, Racing venció 3 a 1 a Independiente en la Bombonera, goles de Tito Cominelli, Chango Cárdenas y el mendocino Lamelza. Se despedía Pìzzuti.
Los números de Pizzuti son impresionantes. En su revolución futbolística, El Equipo de José jugó 198 partidos oficiales. Ganó 105, empató 69 y perdió 36. Marcó 320 goles y le señalaron 169. Fue campeón argentino 1966. Campeón de América e Intercontinental 1967.

 

 

UN KARMA QUE DURO 35 AÑOS

 

La década del setenta fue terrible para Racing. Entre 1970 y 1971 se fueron los viejos valuartes: Agustín Cejas y Roberto Perfumo, a Brasil. Alfio Basile a Huracán. Tan sólo quedaba la ya legendaria figura del Chango Cárdenas.
Racing 1973. Ni un atisbo del Equipo de José: Salvatierra, Fillol, Troncone, Dominguez, Garcia Sangeís, Nogera, Rivadero, Trossero, Squeo, Scotta.
Los jugadores de José fueron regresando a Racing. Algunos, ya como entrenadores. En 1971 tomó el Bocha Humberto Maschio. No le fue nada bien. En poco tiempo será nuevamente campeón de la Copa Libertadores, pero dirigiendo a Independiente. En 1973 hubo cambios profundos dentro del seno institucional. La Comisión Directiva encabeza por Nerón Sordelli le entregó a Juan Carlos Rulli la dirección técnica del equipo. Por decisión del pampeano, se fueron los últimos vestigios del equipo del cual supo ser figura: Panadero Díaz, Chango Cardenas y Nelson Chabay quedaron libres. Increíble. Quique Wolff fue transferido a River. La campaña fue terriblemente negativa. Fue allí cuando Racing comenzó una pendiente hacia el abismo.

 

Agustín Mario Cejas. Arquero y figura. Regresó a Racing en 1977. Luego fue entrenador en 1984 y Secretario Técnico en 1999.

 

En 1974 regresó Juan José Pizzuti. Ya no era lo mismo. No había jugadores. Tito se irá del club al año siguiente. A una década de su obra maestra, esta vez se sumergió en una profunda desolación. Para 1977, la directiva encabezada por Horacio Rodríguez Larreta pretendió dar un profundo golpe de timón. Fue el regreso de muchos jugadores del Equipo de José, porque Alfio Basile tomó la dirección del equipo. Junto a Coco, volvían Agustín Mario Cejas y Ruben Panadero Díaz, quien en 1975 había vuelto a alzar la Copa Intercontinental, esta vez vistiendo la camiseta del Atlético Madrid. Junto a la monumental compra de Julio Ricardo Villa, Racing quería romper una racha que llevaba diez años. Casi desciende. Basile se fue a mitad de temporada. Panadero jugará hasta fines de 1978, cuando decidió su retiro. Cejas será arquero del club hasta 1980. En esa temporada hasta cumplirá el rol de entrenador. A comienzos de 1981, José Omar Pastoriza, su compañero en los comienzos del Equipo de José, lo desafectó del equipo. Pasó a River. En el partido jugado entre River y Racing en 1981, recibió una cerrada ovación de la hinchada racinguista.

 

 

El Problema de José. Racing descendió de categoría con Pizzuti como entrenador.
Pero el momento mas angustioso se vivió en 1983. Una verdadera parábola del destino. Luego de la salida de Rogelio Domínguez, Juan José Pizzuti regresaba a Racing. Tito ya no era el de 1965. El fútbol tampoco. El promedio era una angustia. Tenía casi un campeonato entero por delante, pero él no se pareció al de 1966. Sobre todo porque no respetó un concepto que instaló en aquellos días: prioridad a los pibes y todos al ataque. Mientras los pibes que ganaban el Proyección 86, savia nueva para Racing, eran pedidos por una hinchada desesperada, José alineaba a veteranos castigados por la tribuna. La historia terminó en el peor momento deportivo en la historia del Racing Club. Un 18 de diciembre de 1983, Racing perdió la categoría. Juan José Pizzuti era su entrenador. De la gloria a Devoto.
Con Racing transitando el inédito campeonato de Primera B, fue necesaria la presencia de otra gloria. Alguien con espaldas. En 1984, luego del fracaso del Profesor Jorge Castelli, regresó Agustín Mario Cejas. No logró el ascenso. Siguió al año siguiente, debió irse luego de una serie de derrotas. Aquel año terminó en ascenso de la mano de Alfio Basile. El Coco regresaba con el único objetivo de regresar a la Academia a Primera División. Con Panadero Díaz como ayudante – una constante en todos sus regresos al club -, lo logrará desatando un festejo con mucho de opresión. Pero el mejor ciclo de Basile lo vivirá entre 1987 y 1989. Su tercer paso como entrenador. Peleará muy de cerca dos campeonatos consecutivos y ganará la Supercopa de América 1988. Aquella noche del 18 de junio en Belho Horizonte, Racing se reencontró con la historia. Era una vuelta olímpica luego de 21 años. Pero era necesario salir campeón de la Primera División.

 

 

Enero de 1991.Perfumo volvía a Racing. Junto al presidente Juan D´Stéfano. Reencontrándose con Tita Mattiussi.

 

 

En 1990, el uruguayo Nelson Pedro Chabay tomó el equipo. Dirigió Racing entre marzo y octubre de aquel año. Se lo recuerda por ser el entrenador de una increíble racha de nueve empates consecutivos. Pero el gran regreso se dio en 1991. Roberto Alfredo Perfumo, el Mariscal, volvía a su primer amor. Lo hacía luego de diez años sin dirigir, muchos dicen producto de un pacto de dirigentes debido al leonino juicio que le inició a Sarmiento de Junín. Perfumo estuvo muy cerca de la gloria. Ilusionó a todos los racinguistas con una campaña que tuvo a Racing muy cerca de quebrar una racha que sumaba 25 años. La historia de Perfumo terminó con una absurda dicotomía: se enfrentó con Rubén Paz, un ídolo – tal vez –  tan grande como él. La gente eligió al talentoso volante uruguayo y el Mariscal dejó la Academia en septiembre de aquel 1991.
Eran 25 años sin títulos. ¿Cuando volverá a ser campeón Racing?, se preguntaba el mundo del fútbol. Cada año era una ilusión que finalizaba en decepción. En notas evocativas a los campeones de José. Un Juan José Pizzuti que regresó en 1993, en curioso interinato junto a Rodolfo Della Picca. Partidos de Copa Centenario ante Vélez e Independiente. Triunfos para que aquellos jóvenes que sabían la historia gritaran aquello de «Y ya lo ve…y ya lo ve…es el equipo de José«.

 

 

El Bocha Maschio junto a Gustavo Costas. Dupla técnica de Racing en 1999.
En 1996 regresaron Coco Basile y Panadero Díaz. Con ellos, todas las ilusiones. Acariciaron la clasificación a la final de la Copa Libertadores de América, pero debieron irse debido al terrible económico de la institución. Racing era un cráter. Un agujero plagado de deudas. Una situación insostenible que eclosionó el 4 de marzo de 1999 cuando la síndico Liliana Ripoll dijo: «Racing Club, Asociación Civil, ha dejado de existir». Un club intervenido, conducido por el juez Enrique Gorostegui, titular del Organo Fiduciario. Gorostegui y Ripoll decidieron formar un grupo de notables para la conducción deportiva del equipo. Hubo un desgarro interno en aquel grupo del 66. Rulli quedó afuera. Agustín Cejas fue nombrado Secretario Técnico. Volvía otra gloria, el Bocha Maschio. Hizo dupla técnica con Gustavo Costas, el gran ídolo de la hinchada académica hija del dolor. Costitas, mascota del Equipo de José, le tocó descender, regresar, consagrarse campeón de la Supercopa y ser dueño de muchos fracasos.
Finalmente, llegó el día. El 27 de diciembre de 2001, Racing se consagró campeón luego de 35 años, un mes y siete días. Para todas aquellas glorias del 66, fue sacarse un peso de encima. Ellos no serían los últimos futbolistas en consagrarse campeones con la camiseta de Racing. El Karma había concluido. Era hora.

 

 

EL EQUIPO DE JOSE, HOY

 

Pizzuti y el pibe. El homenaje a Roberto Perfumo.
Pasaron 55 años de aquellos días gloriosos. La mayoría de aquellos cracks ya no están entre nosotros. El primero en partir fue Juan José Rodríguez. El Yaya. 16 goles en 1966. Murió el 2 de julio de 1993, a los 56 años. Luis Angel Carrizo, el Oso, el inmenso guardián de la meta racinguista, falleció el 12 de noviembre de 2007. El Toro Norberto Raffo, goleador de la Libertadores de 1967, partió el 16 de diciembre de 2008.  Miguel Angel Mori, el mediocampista que llegó a Racing desde Independiente, nos dejó el 13 de abril de 2009. Aquel equipo perdió dos de sus máximos exponentes. Agustín Mario Cejas, quien falleció el 14 de agosto de 2015, aquejado durante largos años por el mal de Alzheimer. El 10 de marzo de 2016 falleció Roberto Alfredo Perfumo, el mariscal. Días mas tarde, en la previa de Racing-Lanús, el Cilindro le tributó un sentido homenaje, con la presencia de Juan José Pizzuti abrazando a una criatura que portaba una camiseta similar a usada en 1966 y el mítico número 2.
En 2016, la Comisión Directiva del Racing Club declaró Entrenador Honorario a Juan José Pizzuti. Otras glorias trabajaron ligadas al club. Oscar Martín, Humberto Maschio y Juan Carlos Cárdenas son parte de las Relaciones Públicas del club. Desde hace más de una década fueron las filiales de Racing quienes hicieron revivir el espíritu de este equipo. Invitados permanentemente, viajan hacia donde los convoquen, algunas veces, en el exterior. Como le confesó Fernando Parenti al autor: «yo me sentía olvidado. Un día, me convocaron desde las Filiales. Me llamó Juan Carlos Rulli, que vive cerca de casa. Fui con desconfianza porque tal vez nadie me conocía. Fue lo mejor que me pasó. Volví a vivir. Me llenan de atenciones. Me escuchan. Volví a viajar en avión cuando pensé que nunca más lo haría. A mi edad, Racing me hizo volver a vivir».

 

Noviembre de 2007. A 40 años de la final Intercontinental, la última foto con la mayoría de los campeones. Parados: Néstor Rambert, Fernando Parenti, Miguel A. Mori, Humberto Maschio, Antonio Spilinga, Joao Cardoso y Juan J. Pizzuti.
Agachados: Jaime Martinoli, Juan C. Rulli, Rodolfo Vicente, Oscar Martín y Juan C. Cárdenas

 

Entre 2017 y 2019, gran parte de aquel equipo dijo adiós. El 14 de julio de 2017 falleció Néstor Rambert. El 18 de noviembre murió Jaime Donald Martinoli, el goleador del 66. El Panadero Díaz se fue el 16 de enero de 2018; El capitán Oscar Martín falleció el 12 de febrero de 2018. Nelson Pedro Chabay, el 2 de noviembre de 2018; el brasileño Joao Cardoso, otro de los héroes de la Libertadores, dejó de existir el 23 de junio de 2019. Ese mismo año, el 5 de noviembre, también se fue Rodolfo Vilanova, juvenil en aquel equipo que tuvo una gran carrera internacional. Finalmente, el 24 de enero de 2020, a los 92 años, murió Juan José Pizzuti, el hacedor de éste equipo fantástico. El 30 de marzo de 2022 nos dejó Juan Carlos Cárdenas.
A comienzos de 2023, a casi 60 años de aquel mítico equipo, tan sólo Humberto Maschio, Juan Carlos Rulli, Alfio Basile y  Fernando Parenti se encuentran en el plano terrenal.
Fueron una revolución. Un equipo que quedará siempre en el recuerdo. Y ya lo ve…Y ya lo ve…es el equipo de José. Gracias por tanta gloria.

 

 

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