Miguel Ángel Wirzt: «En 1985, Racing ascendió con huevos y experiencia»

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Miguel Ángel Wirzt pasó por las Charlas de Vestuario de Abrí la Cancha. Todo un personaje. Siempre con una sonrisa y una anécdota a flor de piel. Le tocó descender con Racing en 1983 y volver dos años más tarde. También defendió las metas de Colón, Argentinos Juniors, Platense y Olimpo. Quedate a leer una nota llena de recuerdos.

Por Carlos Aira

 

SUEÑOS DE FUTBOL: «Llegué a Racing en 1980. El año anterior yo atajé en un equipo de San Nicolás, mi ciudad, donde Racing fue a jugar un amistoso. Me vio Enrique Omar Sívori, que era el técnico de la Primera. Nadaba aguas abiertas y jugaba al tenís, ¡Ni soñaba con ser futbolista!. Paso la prueba y en marzo supuestamente me iban a mandar la carta para que me presente en el club. En frente de casa vivia Acevedo, que jugaba en Boca, y me dijo que vaya con él. También anduve bien. Mi vieja vio La Candela, llena de parques y la de Racing. Nunca pensó que iría a Racing«.
16 de octubre de 1983. ¡Sin bigotes! El día de su debut ante
Argentinos.
«¡En inferiores viví cada cosa! Los pibes de la pensión comíamos salteado. En una vuelta, destornillamos un candado que tenía la heladera de la pensión para comer unos bifes que habían sobrado de la noche. ¡Eran las 4 de la mañana y había un hambre! A veces íbamos de madrugada a una churrería que estaba en la calle Alsina, y desayunábamos los recortes de churros que no regalaban. Si yo hoy tengo que pasar por lo que tuve que pasar, me dedico a estudiar abogacía. Yo no le contaba a mis viejos como estaba el club. Aparte, no nos dabamos cuenta. Estábamos todos en la misma y sarna con gusto no pica».
«A todos los chicos los hicieron mierda. Jugadores bárbaros como Larrachado, Gaby De Andrade o al Torito Raffo. Toda esa camada de jugadores, las cosas que vivimos. En verdad, no nos dabamos cuenta. Comiamos un pedazo de churro, un mate cosido y nos ibamos a entrenar. Con un poco de sentido común nos volvíamos todos a casa«.

 

 

Tita Mattiussi y Cecilio, su caballo.
CECILIO, EL CABALLO DE TITA: «Tita tenía un caballo Cecilio que era un espectáculo. Con la trompa abría la puerta de su casa e iba hasta la cocina. Le tenías que dar un pedazo de pan, y como no tenía espacio para darse vuelta, fue el único caballo que vi retroceder».
«Tita lloraba a las 4 de la mañana, porque se le escapaba el Cecilio. En la época de celo iba a buscar a una potranca que estaba en el papeo. Se acercaba a mi pieza, y yo le decía -¿Qué pasa Titaaaa? – ¡El Cecilio, que se me escapó!. Y tenía que ir con una soguita, un pedazo de pan y una frazada a buscarlo con el frío que hacía. ¡Lo que puteaba, jajaja!.»
«Cecilio murió una noche debajo de la tribuna. Quedo duró y me tocó enterrarlo a mí. Arranqué, a la mañana temprano. Hice un pozo de un metro y medio. En un momento, José Santiago, mi técnico, me dice: «Turco, quebrale las patas. ¡Que le voy a quebrar las patas, si Tita lloraba…y si se las rompo se muere de un infarto!. Tuve que hacer el pozo más grande todavía para que entre Cecilio».

RACING: EL INFIERNO DE 1983: «Subí en 1981 a Primera. Había un equipazo. Estaba Calderon, Olarticoechea, Van Tuyne. Un equipo barbaro. En 1982 me hago profesional y lo primero que aprendo es a mandar un telegrama por falta de cobro. El Gringo Berta nos agarró a mí, a Castelló y al negrito Urán, que teníamos primer contrato y nos dijo: – «Vengan tranquilos, manden el telegrama, que a ustedes no los va a tocar nadie. Nosotros teníamos un miedo que nos limpien…»
«Aunque parezca mentira, la primera guitita que agarré en el club la hice como guardavidas en la pileta. Como entrenaba a la mañana, podía cubrir el turno tarde y laburaba en la pileta. El futbol de la primera de Racing daba para esas cosas».
«Había muchas presiones en 1983. A Victor Marchetti le pusieron una pistola en la cabeza y a Orte un cuchillo en el cuello. Había apretadas todo el tiempo. Gente grande, de nombre y trayectoria, que decía: ¡Que mierda tengo que hacer acá! Eran apretadas y apretadas. Algo terrible. Había nombres como Víctor Marchetti, Mario Rizzi, Félix Orte, Alberto Gizzi, pero te puteaban y el ambiente no era el mejor para entrenar. Ibamos a un hotel y no podiamos concentrar porque se debía plata de tres domingos atrás. Conviviamos con la hinchada dentro. Una vez entrenabamos, y tuvimos que suspender la práctica porque un guardaespaldas de Juan (D´Stéfano) le metió un balazo en la pierna a un barra. Conviviamos con eso todos los días».

 

18 DE DICIEMBRE DE 1983: «Debute en el 83, contra Argentinos en Ferro. Me tocó atajar el día del descenso, contra Racing de Córdoba. En la madrugada, nos llamaron a la concentración y le dicen al Flaco Rodríguez que le robaron la casa. En ese momento, Pizzuti me dice que tengo que atajar».
El día del descenso exploté. Fue terrible. Fue la primera vez que vi correr a la policía en un estadio. Nos tiraban piedras, y yo me tire de cabeza al tunel. La sensación cuando llegue al vestuario fue de angustia. Una angustia terrible. Era todo impotencia. Nunca vi un vestuario así. Recuerdo que Tita estaba destruída. Parecía el funeral de un ser querido. Al otro día fui a la cancha. Estaba toda la platea rota, y tengo un recuerdo tristísimo: los carnets rotos. Pero Racing es como el argentino, nos acostumbramos cuando vuelve todo a la calma».

 

 

VOLVER A PRIMERA «En 1984 había muchos jugadores veteranos, de nombre, como Miguel Brindisi, Palito Benitez, Carlos Squeo, Horacio Cordero, el Colorado Suárez, el Jetón Belloni. Toda gente grande pero ninguno con experiencia en la categoría. Jugabamos contra Moron, y Colombatti la rompia. Jugábamos contra Defensores de Belgrano, y Walter Fernández era figura. En el 85 se dieron cuenta, y los contrataron a todos. Había mucha presión. Teníamos un equipo con muchos altibajos, pero por suerte llegó el Coco, que transformó todo y terminó de consolidar el grupo».

 

2 de noviembre de 1985. Racing 1 – 2 San Miguel. Wirzt, Asteggiano, Costas, Carrizo, Sicher y Caldeiro. Abajo: Orte, González, Walter Fernández, Attadía y Lamadrid.

 

Miguel Angel Wirzt, Pampa Orte y Néstor Sicher. Tapa de El Gráfico. Diciembre de 1985.
EL ASCENSO DE 1985: «Cuando el Coco Basile llegó, lo primero que dijo fue: el Octogonal se gana con gente de experiencia y poniendo huevos. Y yo dije: Chau turquito, porque los únicos dos pendejos del club eramos Gustavo Costas y yo. En el primer entrenamiento viene Coco, me pone la mano en el hombro y me dice: Vos vas a ser el arquero titular de acá al final, ganamos o perdamos. Y ese mes que estuvo concentrado en Ezeiza fue fantástico. Un espíritu de grupo fuertísimo el que se hizo en Empleados de Comercio».
«Cuando terminó el partido frente a Atlanta fue un delirio total. Recuerdo que salí corriendo hacia la platea y le tiro la camiseta a mi viejo. Una camiseta roja, gris y azul, parecía un chupetín. Era el único que usaba Adidas, por una cábala del Coco, el resto jugaba con una camiseta de piqué buenísima».
«Fuimos al predio a festejar. Y ahí aparecen los sinsabores. Antes de esa final hay elecciones y ganó Rinaldi. Juan D`Stéfano nos reunió y nos llevó al otro día en la sede, si ascendíamos yo me compraba un departamento en Belgrano a estrenar, ya que ibamos a cobrar la recaudación del partido En la sede, Juan nos dijo: muchachos, digan lo que quieran, hagan lo que quieran, tienen razón, a partir de mañana la nueva Comisión Directiva se hace cargo de la deuda. Nosotros recuperamos el dinero que pusimos con la recaudación y nos vamos».
«Mirá lo que son las cosas. No le hice juicio en ese momento al club y si en el 2000, cuando me fui con Costas. El Juez Gorostegui jamás nos arregló contrato y le pedi al Organo Fiduciario que resuelva mi situación laboral. Cuando me reuno me dicen: hagale juicio a Racing. Les digo que no y me dicen nuevamente que le haga juicio al club. Me calenté y le digo ¿Para que grupo empresarial trabaja usted, para justificar este quilombo?».

 

LA VIDA POST RACING: «Después del ascenso, el club arregló amistosos para hacer unos mangos. Jugamos en Punta Alta y al otro día nos fuimos a Rafaela. Así fuimos alquilados a Mendoza. Una experiencia terrible. Me terminé bajando antes que se termine el campeonato».
«En 1987 me contrató el Cúcuta de Colombia. La hinchada gritaba: «Bien, bien, bien, Miguel Angel bien». Era la paz total. Anduve bien. Tuve regularidad. De allí me fuí al Palestino de Chile, donde también tuve buenas actuaciones. Pero la final terminás extrañando el ambiente argentino. Somos animales de costumbre, y me vine a Colón de Santa Fe».

 

Festejando junto a Fernando Miguez con la camiseta de Colón de Santa Fe. Año 1989.
COLON DE SANTA FE: «Colon era muy grande pero destruido. Peor que Racing. Ahora es un lujo ese club. Llegue con Escurra como presidente. Luego vino Busanich. Un chanta. El primer día nos invitó a los referentes del plantel a dar una vuelta en su yate por el Paraná para impresionarnos y después no pagó nada. En el 89 tuvimos un torneo bárbaro. Habíamos eliminado a Lanús y Huracán, lástima que llegamos desarmados a la final con Unión. Te cuento una anécdota: A los días de la final tocan el timbre de mi casa y era Trullet, ayudante de Zuccarelli (DT de Unión). Me dice: – Mirá, Zuccarelli te quiere llevar a Union para la temporada que viene. Le respondo: si yo arreglo con Unión, tengo que vivir en Ushuaia, concentrar en Paraná y viajar en avión todos los dias! Agradecele, pero no puedo«.

 

Periodista y escritor. Autor de Héroes de Tiento y Héroes en Tiempos Infames. Conductor de Abrí la Cancha, por Radio Gráfica FM 89.3

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