¡Adiós Martillo! Murió Juan Domingo Roldán, campeón del pueblo

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Juan Domingo Roldán falleció esta mañana víctima de COVID 19. Sus peleas ante Marvin Hagler y Thomas Hearns paralizaron al país. A pesar de fallar en sus tres intentos de consagrarse campeón mundial de los Medianos, fue uno de los favoritos del público. Tenía 63 años.

Por Carlos Aira 

 

El pibe que fui despide a su ídolo. Juan Domingo Roldán. En el día de su partida, miles de argentinos le han tributado su agradecimiento. No fue campeón del mundo. Pero al igual que Ringo Bonavena o la Pantera Saldaño no fue necesaria la consagración mundial para entrar en el corazón del pueblo. Martillo Roldán fue emoción. Tal vez, junto a Eduardo Lausse, el noqueador más espectacular del boxeo argentino. El hombre que le plantó cara a dos fenómenos como Marvin Hagler y Thomas Hearns. Dos combates que paralizaron al país.
Martillo Roldán nació en Freyre, Córdoba, el 6 de marzo de 1957. Su infancia estuvo ligada al campo. Hijo de una familia muy humilde, trabajó desde niño en el rudo oficio del tambo donde desarrolló una fortaleza fuera de lo común: con 13 años podía transportar en cada mano un tacho con 50 litros de leche.
Roldán combatiendo contra el oso Bongo.
En esos días de carencias surgió una historia que lo acompañó el resto de su vida. Sucedió cuando un circo húngaro llegó a su pueblo. Una de las atracciones era Bongo, el oso peleador. Alguien dijo al dueño del circo que había un muchacho, de notable contextura, que podía aguantar dos rounds con el úrsido de 270 kilos de peso. Por unos mangos, Roldán se animó a combatir contra el bicho. Finalmente aguantó los seis minutos de pie en una historia que nunca narró con gracia sino con pesar.
Diciembre de 1978. Un jóven Roldan en sus comienzos profesionales.
Peso Mediano. 1,73 de estatura. Caja toraxica descomunal y cintura muy pequeña, Martillo Roldán debutó como profesional el viernes 8 de diciembre de 1978. Esa noche, en San Francisco, Córdoba, noqueó en un round al paraguayo Jorge Travolta Servín. A los diez segundos de combate, Servín había recibido un derechazo descomunal que obligó a sus segundos a arrojar la toalla instantes después. Esa misma noche, el periodista Goyo Martínez, de La Voz de San Justo, lo bautizó Martillo.
Dirigido por Amilcar Brusa, hilvanó un récord respetable de nocauts consecutivos. Pero llegó el momento de una decisión trascendental. Año 1979. La pelea Brusa-Lectoure había llegado a un punto sin retorno. De continuar con el entrenador santafesino, Roldán tenía vedada su presencia en el Luna. Desde ese momento, Martillo decidió cobijarse bajo el ala de Tito.
Entrenado por Adolfo Robledo, Roldán se convirtió en una estrella convocante del Luna Park. En Corrientes y Bouchard derrotó a Alfredo Cruz, al uruguayo Flores Burlón, Violín Saldaño y el inolvidable nocaut a Jacinto Fernández.
Tito Lectoure y Martillo Roldán. El Manager lo quiso como si fuera un hijo.
Enrique Martín cubrió boxeo durante más de treinta años. Amigo personal de Roldán, recordó a aquel Martillo que conmocionó a comienzos de lo 80s: «Tenía una mano tan potente que superaba la resistencia de sus propios metacarpos. Alguna vez peleó por el título argentino con Jacinto Fernández, que era un gran boxeador pero esa noche le contaron hasta treinta mil. Recibió un golpe que lo dejó petrificado en el piso. ¡El estadio quedó petrificado! Es difícil que un golpe pueda generar ese efecto«.
«Roldán no era un noqueador de repetición como Monzón o el Roña Castro. Martillo te tumbaba para todo el viaje con una mano sola que fue la caracteristica de toda su carrera. El confiaba ciegamente en esa mano«, explicó Martín en Abrí la Cancha.

 

 

En 1982, Tito Lectoure proyectó la campaña internacional de Roldán. En Italia, primera presentación rentada fuera del país, Martillo noqueó al guyanés Reggie Ford. A comienzos de 1983, la primera excursión a los Estados Unidos. Roldán superó a dos probadores como eran los veteranos Wilbur Henderson y Teddy Man. En ambos combates fue semifondo del campeón mundial Marvin Hagler.
La buena relación de Lectoure con Bob Arum, dueño de Top Rank, abrió las puertas a una posible chance por el título del mundo. Para llegar al combate ante Hagler debía superar un duro escollo. 10 de noviembre de 1983. Ceasars Palace de Las Vegas. Semifondo de Marvin Hagler-Roberto Durán. Martillo enfrentó a James The Animal Fletcher, top en el ranking de la categoría. Martillo lo demolió con un derechazo histórico. Estados Unidos preguntó quien era ese mediano argentino, blanco y macizo como Ringo Bonavena.

 

 

Llegó la oportunidad por el título mundial de los Medianos. Como hizo con Locche y Monzón, Tito Lectoure entrenó personalmente a Roldán. Fueron dos meses intensos. El país se paralizó aquel sábado 30 de marzo de 1984. Marvin Hagler tenía el apodo perfecto: Marvelous. Tenía todo: guardia invertida, estilo y pegada demoledora. Era claro favorito ante el noqueador argentino. Pero en el primer round, el mundo del boxeo se estremeció. Roldán derribó a Hagler con una derecha perfecta. ¡Conmoción en Las Vegas! El campeón nunca antes había caído, tampoco lo haría en el resto de su carrera. En el tercer round, Hagler introdujo el pulgar izquierdo en el ojo derecho de Martillo. Perdió media visión durante el resto de la pelea. El combate finalizó con derrota de Roldán, por nocaut técnico, en el décimo asalto.
«Esa pelea fue una gran frustración para Lectoure porque Martillo desobedeció al rincón. Tito lo quería a Martillo como si fuera un hijo pero aquella noche se enojó tanto que se rompió la mano derecha de una trompada a la pared del vestuario«, recordó Enrique Martín.

 

 

Meses después de la derrota ante Hagler, Martillo venció por puntos en Montecarlo al francés André Mongelemá. Con 27 años anunció su retiro del boxeo. No tenía motivaciones. Volvió al campo; aunque ahora era su campo, porque con parte de la bolsa que cobró por su combate mundialista compró el tambo donde trabajó junto a su padre de pibe.
Una derecha de leyenda.
«Una historia muy poco conocida la compra del campo donde se crió. Por estas cosas defiendo al bendito boxeo. Siempre se habla del boxeador que nace pobre, se hace rico y dilapida su dinero. Roldán nació muy pobre. De chico trabajó en un tambo junto a su padre. Con el primer dinero grande compró el tambo con el cual se levantaba a las 5 de la mañana para ordeñar vacas«, contó emocionado Martín. Hasta el último día de su vida, Martillo vivió del arriendo de aquellos campos en San Francisco.
Volvió al boxeo en 1986 soñando con otra oportunidad mundialista. Llenó el Luna en sus peleas contra Salgado, Juan Carlos Giménez, JB Williamson y Carlos María del Valle Herrera.  Su imagen de noqueador corajudo le abrió nuevamente las puertas de los Estados Unidos. 6 de abril de 1987. Semifondo de Hagler-Leonard. Martillo demolió a James Kinchen en 9 rounds.
29 de octubre de 1987. Salió a matar, terminó noqueado. La recordada pelea entre Martillo Roldán y Thomas Hearns.
Leonard derrotó a Hagler en un combate para todos los tiempos. Marvelous anunció su retiro del boxeo. Quedaba vacante el título del Consejo Mundial del Boxeo. Lectoure se movió con inteligencia y logró la segunda oportunidad mundialista de Martillo. El rival era Thomas Hearns. La Cobra de Detroit.
Una vez más, Tito Lectoure se puso al frente de la puesta a punto. Más de un mes en los Estados Unidos para llegar en óptimas condiciones a un combate que debía ser bisagra. Enrique Martín narró una historia que lo tuvo como testigo en los días previos al combate ante Hearns: «En un entrenamiento, Martillo arrancó la bolsa del gimnasio de un derechazo. Una bolsa que pesaba 50 kilos. Arrancó el gancho cementado del techo. Nunca vi algo igual. Observé el rostro de viejos entrenadores norteamericanos con cara de asombro. Alguno salió corriendo a avisarle a Thomas Hearns que se cuidara porque estaba en presencia de algo diferente».
Pero Martillo estaba afectado por complejos problemas personales. Demasiada ventaja para enfrentar a uno de los grandes del boxeo de todos los tiempos.
Flamea la Cobra de Detroit. Nunca estuvo tan cerca del título. Cayó por KO en el cuarto round.
Como sucedió en su pelea ante Marvin Hagler, el país se paralizó aquel jueves 29 de octubre de 1987. Los porteños hicieron malabares apuntando las antenas de sus televisores hacia La Plata, ya que la transmisión fue por el viejo Canal 2. Lectoure había trabajado un plan de pelea. Roldán no hizo caso y salió a meter su derecha demoledora a cara descubierta. Fueron cuatro rounds trepidantes. Roldán cayó en el primero y en el segundo. Pero en el tercero metió su mano. La Cobra flameó. Utilizó sus largos brazos para mantener al cordobés a distancia. Era mente fría, un paso atrás y noquear. Pero Martillo no tuvo esa frialdad.
«A Tommy Hearns lo tuvo prácticamente nocaut. Su carácter de peleador infernal lo llevó a cometer un error que se paga caro en el boxeo de elite. A campeones como Hearns, campeón en seis pesos diferentes, no se le podía dar ninguna ventaja. La Cobra lo aprovechó con un golpe automático, que nunca supe de donde lo sacó, el noqueador terminó noqueado«, señaló Enrique Martín.
Roldán cayó noqueado en el cuarto round cuando parecía que se llevaba la victoria. Tito Lectoure dijo: «Yo quiero a mi amigo Roldán pero nunca más voy a estar junto al Roldán boxeador«.

 

 

Lo que vino después no estuvo a la altura de su carrera. Hubo una tercera chance mundialista. El ascendente Michael Nunn lo noqueó el 4 de noviembre de 1988. Fue su último combate.
Sus limitaciones técnicas le impidieron ser campeón del mundo. Pero en dos de sus tres peleas mundialistas las disputó contra dos de los mejores boxeadores de todos los tiempos. Arriba del ring fue un vendaval. Una tormenta impetuosa imposible de detener. Con una potencia en los puños fuera de lo natural. Por eso la gente lo eligió como uno de sus favoritos.
«Martillo dejó bien parado al país con los argumentos que tenía. No eran muchos pero eran implacables. El noqueador es el goleador del futbol. El tipo que pierde 9 rounds y medio y en el último round gana por fuera de combate. La posibilidad de ver en acción a estos superhombres. Con Roldán no ibas a ver una pelea sino un espectáculo imposible de imaginar«, expresó Martín.
La pandemia de COVID 19 nos llevó a Martillo. El gordo bueno de Freyre.
¡Chau Martillo! El pibe de ayer te despide como el ídolo que fuiste.

 

 

Periodista y escritor. Autor de Héroes de Tiento y Héroes en Tiempos Infames. Conductor de Abrí la Cancha, por Radio Gráfica FM 89.3

 

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