Hugo Abdala: «Pasaron 40 años y todavía se recuerda al Nueva Chicago campeón de 1981»

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Hugo Salomón Abdala pasó por las Charlas de Vestuario de Abrí la Cancha. El Turco Abdala y sus inicios en Independiente. El Atlanta de los 70s y el capitán del equipo de Nueva Chicago que ascendió a Primera División en 1981. Una historia para conocer. Reflexiones para prestar atención.

Por Carlos Aira

 

SUEÑOS DE FUTBOL: «Yo nací en San Miguel de Tucumán, en el barrio Villa Amalia que era una gran escuela de fútbol. Cuando tenía 14 años ingresé a Tucumán Central, un club que era semillero de los grandes de la ciudad. Me puso en Primera el maestro Alberto Luna. Ese mismo año me quisieron fichar Vélez Sársfield porque había un vínculo muy especial entre la provincia y el club. Pensá que en aquellos días José Sólorzano, el arquero Carlos Caballero y Armando Quinteros pasaron del fútbol tucumano a Vélez. Pero mi papá, un árabe duro, no quería saber nada con que dejara el Tucumán querido siendo tan chico. Pasaron dos meses y esta vez era Independiente el que me pedía. Ahí convencí a mi papá y con solo 14 años me vine a Avellaneda detrás de mi sueño de fútbol».

 

 

LLEGAR A INDEPENDIENTE Y AL SELECCIONADO JUVENIL: «Llegué a Avellaneda junto a otros diez chicos de Tucumán, entre ellos el Petiso Ruíz, un arquero que fue figura en Rosario Central y que hoy no jugaría porque le faltaba altura. Hice un par de prácticas y volví a Tucumán. A la semana me llamaron y me hicieron firmar contrato».
«Viví en la pensión junto a otros 23 compañeros que todos llegamos a Primera. Jugadores increíbles, como Ricardo Enrique Bochini, Carlitos Gay, Hugo Saggioratto, Ricardo Ruiz Moreno, Humberto Rafael Bravo u Oscar Orlando Medina, un gran arquero que era suplente de Pepé Santoro. Arranqué en Séptima División donde tuve la suerte de ser campeón. En 1971 no había debutado en Primera, pero Rubén Bravo y Juan José Pizzuti me convocaron para la Selección juvenil. ¡Que gran hombre era Rubén Bravo! Siempre le voy a estar agradecido. Fuimos campeones paranamericanos en Calí y luego viajamos al campeonato juvenil de Cannes, Francia».

 

La citación a la Selección Juvenil. Año 1971. En la imagen, el maestro Rubén Bravo.

 

INDEPENDIENTE EN TIEMPO DE HOMBRES: «Debuté en Primera en el Nacional de 1972. Me tocó comer mucho banco porque tenía por delante a un monstruo como el Zurdo López y un plantel de hombres que habían ganado todo. Compartí vestuario con un plantel maravilloso. Gente de una calidad humana impresionante, como Pepé Santoro, el Chivo Pavoni, Dante Mírcoli o Pancho Sá. Todos jugadores que ganaban todo y ser compañeros de ellos era un sueño».
«Fui testigo de la aparición de Ricardo Bochini. Yo era categoría 1953 y el un año menor. Daba gusto verlo jugar porque tenía una técnica impresionante. De pibito lo veías y te preguntabas como hacía para sacarse tanta gente de encima. La clave era que no gambeteaba para los costados, sino que encaraba y levantaba la pelota sobre el empeine del pie menos hábil del rival. No lo podías encontrar porque era muy astuto. ¡Una cosa de locos! Un jugador fuera de serie».

 

EL PASE A ATLANTA: «Durante años fui suplente. A comienzos de 1975 teníamos que jugar por el campeonato de verano ante San Lorenzo en Mar del Plata. Le pregunto a Torrado, el utilero, si iba a jugar contra San Lorenzo porque ellos saben todo. Me dice que no, que el entrenador iba a probar a Semenewicz de 6. El técnico era Roberto Ferreiro, que venía de ser campeón intercontinental ante Juventus en Roma. Sabiendo esto, llego temprano a la sede para hablar con Pipo y le digo: «- Ya que no juegan los titulares, imagino que tengo una oportunidad«. Yo sabía que no iba a jugar. Pipo me respondió: «- Turco, yo no doy explicaciones a nadie, pero sos un pibe que vive en el club y te voy a contestar: quiero probar a Semenewicz«.
«Yo estaba acelerado porque había viajado con la Selección Juvenil y había dejado a un crack como Paolino en el banco. Le digo a Pipo que no iba a viajar y me respondió: «- Haga lo que quiera, Abdala«. Volví a la pensión y le dije a un pibe de la Cuarta que se quede porque iba a faltar un jugador en el plantel de Primera. A la tarde fui a la sede y hablé con el presidente, Cacho Sobral, y le pedí que me vendan porque quería jugar. Me dijo que era patrimonio del club y me iban a prestar. En ese momento, Independiente estaba interesado en Pichón Rodríguez y le ofreció a Atlanta una lista de diez jugadores a préstamo donde estaba yo. Desde Atlanta respondieron que me querían, pero definitivo. Recuerdo que Atlanta había vendido al Baby Cortés en 40 palos al Elche de España y ellos me pagaron 30 millones de pesos. Así me fui a Atlanta, pero siempre digo que quiero a Independiente porque fue un club que me dio todo«.

 

Año 1976. Atlanta visita a Rosario Central y el Turco Abdala gana en lo alto (Foto: Edgardo Imaz)

 

UN TURCO EN VILLA CRESPO: «Llegué a Atlanta, un club de mitad de tabla para arriba. En 1973 había peleado el campeonato con grandes jugadores. Cuando llegué, a comienzos de 1975, tuve compañeros de la talla de Carlos Buttice, Palito Candau, Alejandro Onnis, Mario Finarolli o el Ruso Ribolzi. Con esos jugadores le podíamos hacer partido a cualquiera y fue así que derrotamos a River, Boca e Independiente. Aparecían grandes jugadores del club, como Charly Carrió, el Ñato Torres y Pancho Azzolini, que fue vendido a River. Atlanta era una cantera hermosa del fútbol argentino«.
«En los 70s ir a Atlanta era como ir en la actualidad a Vélez Sársfield. Era un club muy importante y la colectividad era numerosa y acompañaba. Encima, el que es de Atlanta es de Atlanta de verdad. Los hinchas sentían mucho al club. En esos días me dirigió don Victorio Spinetto uno de los grandes con los cuales me crucé en mi carrera. El viejo era un fenómeno, un tipo sensacional, lástima que ya estaba muy grande cuando nos dirigió. En Atlanta me tocó vivir momentos hermosos, lástima el campeonato de 1979 y ese descenso increíble«.

 

CUADRANGULAR DE LA MUERTE: «Todo lo que pasó es un tema muy largo de hablar. Yo era capitán del equipo y fui apuntado por la gente de Atlanta por ser el referente y el más grande en un plantel de jóvenes. Por eso la culpa del descenso cayó sobre el Turco Abdala. Pasaron cosas para analizar. Hubo un presidente que quiso cambiar a Atlanta (Hugo Masci) y ese hombre jamás debió ser presidente del club porque sus decisiones nos mandaron al descenso«.
«Cuando un club busca un entrenador, se acostumbra a pedir referencias al capitán del equipo. Recuerdo que le dije al presidente: «Hugo, traiga con técnico con experiencia«. En el fútbol tenés que ser pillo y Masci trajo a Luis Artime que era un hombre que recién comenzaba en la dirección técnica y no conocía el paño. Antes de terminar el campeonato, Artime hizo una fuerte declaración sobre el doping a la revista El Gráfico. La semana siguiente estábamos concentrados en el hotel Italia de Rosario y casi terminamos presos. Desde ese momento se nos complicó todo. Recordemos que en 1980 se instaló el control antidoping en el fútbol argentino».
«Nunca voy a olvidar el primer partido del cuadrangular. Fue el clásico ante Chacarita en San Martín. Pasaron muchas cosas muy raras. Hubo jugadores de Chacarita que usaron el doping. Nunca olvido que llegó un muchacho de la hinchada ellos vestido de traje y con un ataché. Dijo que era de toxicología e ingresó al vestuario de ellos. La hinchada nos saltaba arriba del techo de chapa del vestuario. El árbitro Rolando me pregunto si suspendía el partido y le dije que nosotros no íbamos a arrugar y jugábamos igual«.

 

1979. La tarde del descenso de Atlanta. El Turco Abdala y la cinta de capitán.

 

LA GLORIA EN MATADEROS: «Luego del descenso con Atlanta me fui un año a México. Regresé al país a fines de 1980 y me casé con mi actual esposa y madre de mis hijos. Siempre recuerdo que volví a mediados de enero de 1981 de la luna de miel en Brasil y me llamó a casa Mario Franceschini, que había sido compañero en Atlanta, preguntándome si me interesaba ir a Nueva Chicago. Yo no sabía nada del club, salvo que estaba en Mataderos y que iba una multitud a verlo. Le agradecí a Mario, pero tenía pensado dejar el fútbol. A los días me llama Pipo Ferreiro. Sí, el mismo entrenador que me tuvo en Independiente, y me invitó a ver un amistoso de Chicago contra Quilmes en Mataderos. Ahí no me pude negar. Me asombró la cantidad de gente que había. Llevaba más gente Nueva Chicago a un amistoso que Atlanta a un partido oficial. Ese día le dije que sí a Pipo, a quién consideré como un padre».
«Firmo contrato con Nueva Chicago y el más feliz era Jorge Higuaín. El Pipa me decía: – Turco, ¡Por fín vamos a jugar juntos!. Comenzamos la pretemporada y Gimnasia ofertó una fortuna para la divisional por Higuaín. Ahí fue cuando gente de Chicago habló con Vélez y trajeron a Claudio Larramendi, un flaquito de Tercera División. Cuando lo vimos dijimos: este se quiebra en dos. La cuestión es que ambos armamos una dupla central excepcional con el apoyo del Muerto Pedraza que jugaba delante nuestro. Hicimos una campaña inolvidable y el sábado 7 de noviembre de 1981, en cancha de Chicago ante Estudiantes, nos consagramos campeones y nació mi primera hija. La vida me dio revancha y por eso ese día es inolvidable para mí«.

 

 

EL PORVENIR: «Lamentablemente no pude jugar en Primera porque la dirigencia no me cumplió una cláusula del contrato. Tenía pensado nuevamente dejar el fútbol porque estaba instalado como comerciante aunque aún tenía hilo en el carretel, pero gente amiga de El Porvenir me preguntó si quería ir al club. Yo estaba bien económicamente, por eso le pedí una plata imposible. La cuestión es que aceptaron y fui parte de un equipo maravilloso, junto a Pedro Coronel, el Ruso Molnar y el Beto Pascutti. Jugué en Gerli entre 1982 y 1984. En 1985 tenía pensado retirarme. Lo iba a hacer en Independiente o Nueva Chicago. Surgió la posibilidad de ir a Mataderos y allí cerré mi carrera».

 

EL TURCO Y MATADEROS: «Pasaron más de 40 años del campeonato de 1981 y el pueblo de Mataderos me sigue tratando como ídolo. Voy al barrio y es mi casa. Aunque me gustaría que haya más reconocimiento a quienes fuimos parte de aquel equipo. El otro día estábamos reunidos festejando un aniversario del ascenso y pasaban chicos con la camiseta de Chicago y no nos conocían. Quizás, el club debiera convocarnos para que demos charlas. Por eso es importante un espacio como estas Charlas de Vestuario. Es necesario que los chicos sepan quienes fuimos los jugadors de ayer y que hicimos por los clubes».

 

 

Periodista y escritor. Autor de Héroes de Tiento y Héroes en Tiempos Infames. Conductor de Abrí la Cancha, por Radio Gráfica. Premio Jauretche 2021 a la Investigación Periodística.

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