Sergio Bismark Villar: «Mi orgullo es haber defendido con honor la camiseta de San Lorenzo»

2388

Sergio Bismark Villar pasó por las Charlas de Vestuario de Abrí la Cancha. Con 446 partidos entre 1966 y 1981, el uruguayo es el futbolista que más encuentros jugó con la camiseta azulgrana. Campeón 1968, 1972 y 1974, el Sapo alabó a Tim, polemizó con Lorenzo y contó la historia del día del descenso.

Por Carlos Aira

 

LATERALES URUGUAYOS“Acá no salían laterales, salían delanteros. Los laterales uruguayos eran muy fuertes, eran hacha y tiza, te raspaban mucho, eran grandotes. Había muchos laterales grandes y sobre todo fuertes. Yo salí todo lo contrario, chiquito, sin golpear, jugaba al fútbol y ellos imponían su físico. Empecé en el fútbol desde chico en Uruguay en una división que era la tercera divisional que se llamaba en ese momento. Jugaba ahí, después pase para un club de la B, el famoso club Canillitas de Uruguay que de ahí salían muchísimos jugadores”.

 

 

 

Sergio Sapo Villar
SAN LORENZO 1968:  “Después de Canillitas pase a Defensor y ahí jugué dos años. Ahí tuve la suerte de andar bastante bien. Una vuelta, un empresario de acá fue a buscar jugadores y empezó a preguntar. Entraba a un boliche y le preguntaba al mozo de qué marcador de punta era bueno o era el mejor. Al final, aparentemente, le dieron mi nombre y me fue a buscar a mi casa. le entregué unos recortes que tenía de los diarios y vino acá a Buenos Aires y habló con dos o tres clubes. De esos clubes el único que se interesó fue San Lorenzo”. 
“Nunca olvido la primera práctica. Mis compañeros se asustaron cuando me vieron, porque marcadores de punta uruguayos eran grandotes, robustos, fuertes. Se preguntaban para que me trajeron.  Hasta hubo muchachos que se reían de mí porque no conocía a nadie, no conocía Argentina, a San Lorenzo de nombre, pero a ningún jugador”.
“Antes de empezar el entrenamiento, hacían el famoso loquito y tenía una vergüenza bárbara, no conocía a nadie, no quería entrar al medio a que me agarraran de punto. Entonces tocaba la pelota de primera. Cuando me vieron tocar la pelota así, el Bambino que estaba en el equipo agarró y dijo ‘ah lo van a matar, trajeron a un tipo que no le sabe pegar a la pelota’. Después cuando debuté en un torneo de Mar del Plata, ahí se cambió la postura, y dijo ‘ah no… este es un fenómeno’.

 

Los Matadores. Campeones invictos del Metro 68.

 

TIM, ALGO MAS QUE LA MANTA CORTA“Elba de Pádua Lima, tengo el mejor recuerdo. Un hombre sencillo, sabiondo, que no te cargaba de cosas, te dejaba jugar. Solo en el entretiempo ponía una chapita sobre la mesa y hacía dos o tres movimientos y decía ‘bueno o hay que atacar por acá’ porque leía muy bien el fútbol, veía cual era el efecto, el error del rival, entonces había que atacar por ahí. O si teníamos algún defecto nosotros cambiaba y nos hacía ver la realidad”.
El Sapo Villar, la número 4 y el brasileño Tim.
“Era un hombre que te daba una confianza extraordinaria porque vos podías hacer lo que querías para bien del equipo, no era que ibas a hacer un túnel, te ponías a reír y la pelota se la lleva al contrario. El dejaba jugar al fútbol porque como todo brasilero le gustaba jugar al fútbol y tuvo la suerte, digo yo, a lo mejor, de que ese año, el año que en San Lorenzo sale campeón invicto  En el 68, vinimos cuatro jugadores y los cuatro encajamos perfectamente en ese equipo”.
“Lamentablemente para los que estaban afuera, los suplentes, no podían entrar porque era un equipo fabuloso. Todo gracias a sus jugadores por supuesto, pero a Tim que era un fenómeno. Uno tenía una confianza y él tenía una confianza en uno también. Entonces uno se esmera más cuando tenés un técnico que te deja jugar y que te tiene confianza”. 

 

LOS MATADORES: “Era un equipo espectacular. pero en la defensa teníamos al tucumano Rafael Albrecht que era espectacular. En el medio de la cancha a Roberto Telch, un hombre que no necesitaba pegar bruto para sacar la pelota. Con Toscano Rendo nos juntábamos los dos y salíamos jugando del fondo. Las atajadas de Batman Buttice y Agustín Irusta. Adelante teníamos a Pedrito González por derecha que era una bala, en el medio el Toti Veglio y por la punta izquierda tenemos al Lobo Fischer con su bicicleta y sus ganas. Por algo salimos campeón invictos. Por algo le ganamos en una final importante a un equipo que ya había salido campeón como Estudiantes de la plata. Era un equipo completo con un técnico extraordinario”.

 

Toscano Rendo y su amiga la pelota. De fondo, los tablones del Gasómetro. Una postal de su tiempo.
TOSCANO RENDO“Con Toscano hacíamos jueguitos, se la pasaba de cabeza, él me la daba de taquito y él la paraba con el pecho. Era algo extraordinario. Nosotros nos divertíamos pero jugando en serio. Yo si tengo que hacer una pisada la hago, pero se la doy a un compañero, si tengo que hacer un taquito se lo hago, pero se la doy a un compañero. La pelota la teníamos nosotros. Éramos dos petisos que nos juntábamos por la franja derecha y salíamos del fondo, hasta pasar la mitad de la cancha y después había que entregársela a los delanteros”. 
“Fue una pareja ideal porque los dos teníamos mucha técnica. Éramos rapiditos también, no era cosa que nosotros tomala vos dámela a mí, pero no avanzamos, corriendo y eludiendo rivales”.
Jugábamos al fútbol en serio. Lo único que uno sentía que tenía condiciones como para hacer un lujo, un taco, un túnel, una parada de pechito, y nos cansamos con Alberto de hacer esos jueguitos. Aparte teníamos un técnico que le gustaba jugar al fútbol”.

 

TECNICOS Y TECNICA: “Después tuve otros técnicos que te decían otra cosas, que te decían ‘anda y quédate. Cerrate o abrite’. Te vuelven loco porque vos no sabes lo que vas a hacer, si te cerras te decían que te tenias que abrir, y si te vas te decían que no que te tenías que haber quedado. Te volvían loco. Tim  te dejaba jugar, porque tenía una visión extraordinaria del fútbol y después en el entretiempo corregía lo que había que corregir. El te dejaba jugar porque nosotros salimos a jugar y saliendo a jugar salimos campeón”.
“El jugador que sabe jugar, el que toma la pelota, mira al compañero, sabe jugar, sabe dominarla, sabe pararla, sabe pegarle, sabe dar un pase. Aburren estos técnicos que no te dejan jugar. Que no te dejan hacer lo que vos sabes. El que sale al campo de juego es el jugador y por más que un técnico me diga pegale de punta para arriba, no lo voy a hacer porque se jugar, porque el que no sabe a lo mejor necesita que lo atosiguen». 
Yo tenía mucho técnica. Sabía eludir a un wing, dar un pase sobre la línea al puntero, o tirar un pelotazo largo para el 9. Esas cosas las sabía hacer, entonces un tipo venía y me gritaba cuatro cosas al mismo tiempo.  El jugador tiene que estar concentrado en el partido y el que te grita desde el costado te saca del partido ¡Y más cuando te gritan cosas enfrentadas diferentes!”.

 

LAS MARCAS MAS COMPLICADAS:  “Marqué a grandes punteros como fueron Oreja Giribet, a Artemio Gramajo, a Enzo Gennoni, pero los que más me costaron fueron el Ropero Diaz y Horacio Neumann que eran dos grandotes. El Ropero me sacaba el doble de altura y Neumann era un cañón, una piedra, una pared que se te iba para adelante te atropellaba y hacía un agujero. Te dejaba enterrado. Después, con los demás más, les gané a varios punteros interesantes, pero también me habrán bailado, uno es humano también”. 

 

DISIDENCIA CON EL TOTO LORENZO«El Toto Lorenzo te volvía loco. No jugué mucho con Lorenzo, pero te volvía loco, no te dejaba jugar”. 
“Habrá sido lo que habrá sido, habrá salido campeón, lo que quieras, habrá tenido experiencia, pero por ejemplo con Lorenzo no podía jugar, porque era una persona que te decía diez cosas y hay otros jugadores que son menos técnicos y le hacen hacer una táctica que a ellos le sirve ‘metete en la línea de fondo, agarra y tira (la pelota) para allá’ y cumplen con ello porque a lo mejor no tiene tanta calidad técnica”. 
No me gustaba la forma de ser de Lorenzo. Se creía que era más importante que el jugador. Uno puede ordenar, puede hacer una táctica, una práctica, parar el equipo, decir unas cosas pero después en el partido el que resuelve es el jugador. Por más cosas que le diga el técnico, el que resuelve en el partido es el jugador. Cuando tuviera la pelota no iba a mirar para el costado y decir ‘eh maestro tengo la pelota y ahora ¿Qué hago?’. Vos resolves ahí, después si lo hiciste mal bueno que venga, que te grite, que te saque que ponga a otro y ya está. No te puede no dejar jugar porque es contraproducente”.
Lorenzo fue la antìtesis de Tim. El brasileño te hacia sentir feliz y contento. En el entretiempo nos juntaba y con unas chapitas desparramadas en el suelo nos decía que había que modificar, por donde atacar y donde aprovechar el partido sin cargar al jugador con mil responsabilidades. Lorenzo nos hablaba una hora y media, y la verdad, a los diez minutos el jugador ya está en otra cosa. El jugador lo que quiere es subirse al micro, ir a la cancha, entrar al vestuario, vestirse y salir a jugar”.
“Te hablan una hora y media pensando que vas a recordar todo lo que te dijo y a los 10 minutos te olvidas. Yo marcador de punta ¿Qué tengo que hacer? Jugar por la derecha, manejar al wing izquierdo, tratar de sacarle la pelota, que no me baile y cuando tengo la pelota entregársela al que está al lado mío , al 8 al 7 o tirársela para adelante para el 9 o cosas así. Entregar la pelota a un compañero. No necesitaba dos horas de charla para remarcar todo lo que sé». 
Lorenzo era así, tenía una hora y media, hubo jugadores que sí, que necesitaban eso, el que le digan ‘vos tirale y metele’ y yo no porque no era de meter, era de jugar. A mi me divertía jugar, pero jugaba bien. Eludir al wing para que no me baile, tratar de bailarlo para que ofusque. ¿Por qué? Porque los wing izquierdo en aquel tiempo no sabían marcar. Entonces, cuando vos le quitas la pelota o lo avanzas y lo eludis, se volvían locos».

 

 

¿JUGARIAS HOY?“El fútbol cambió. Hoy juegan con cinco atrás, uno adelante, uno contra tres, uno contra cuatro. Cambio totalmente. Soy de la vieja época, el famoso 4-3-3, a veces un 4-2-4, en alguna oportunidad. Pero no se juega como ahora. Cuando hay un tiro libre que hacen la barrera y uno se acuesta tras de la barrera. Una cosa de locos, no sé de dónde lo inventaron. Son cosas rarísimas. Antes se jugaba diferente. Ahora no hay wines. Antes era wing izquierdo y wing derecho en un juego de desbordes permanentes. Ahora es completamente diferente. Yo hubiera sido un carrilero. Agarraría la pelota y me iría, total atrás hay cinco que me van a defender”.

 

Año 1979. Leyendas azulgranas en el Gasómetro: Héctor Veira, Ronaldo Martino, Diego García, René Pontoni, José Francisco Sanfilippo, Sergio Bismark Villar y Victorio Cocco.
LA PERDIDA DEL GASOMETRO:  “Para los jugadores que estuvimos varios años, fue como perder tu casa. Viviste en un barrio y te criaste en un barrio, fuiste a la escuela del barrio te reunís con tus amigos del barrio, jugaste con los chiquitos del barrio todo fenómeno, y de repente vendes tu casa y te tenés que ir, te quedas sin nada. Es algo tristísimo, es lamentable”.
“Capaz no lo se expresar bien, pero era una angustia terrible porque se fue el Gasómetro, después pusieron un supermercado y pasaba por ahí, iba a tomar un café en la esquina y miras para enfrente y no está más el estadio. Estaba un almacén, un autoservicio, un supermercado. Era tristísimo”.

 

TRECE TEMPORADAS EN EL CICLON: “Fui un profesional como se debe ser. Cuidándome toda la vida, tratando de hacer lo mejor y cuando me daban la oportunidad de ponerme la 4 defendía con los mejores honores. Creo que fue eso. Por otro lado, y lo digo con sinceridad, nunca el club tuvo otro marcador que sea parejo conmigo. En 1972 me lesioné y apareció el Hueso Glaría, pero perdí el puesto por lesión.  Cuando me recupé ya no salí del equipo». 
“A mi me parece que pudo haber sido eso, por lo menos en San Lorenzo de Almagro no haya habido un jugador que me haya podido sacar en el puesto mano a mano, de decir ‘bueno vos jugas bien, pero yo juego mejor que vos’. Hubo algunas pruebas de algunos jugadores que no rindieron”.

 

Boca-San Lorenzo 1979. Junto al árbitro Abel Gnecco, los capitanes Pancho Sa y Sapo Villar.

 

15 DE AGOSTO DE 1981:  “Yo casi no jugué en la temporada de 1981. El técnico (Victorio Cocco) no me quería. Cuando llegó esa última fecha y había que ganar, mucha gente de la hinchada me fue a buscar hasta mi casa diciéndome ‘te le diera una mano al club’. No pensé dos segundos, pero efectivamente fue así”.
Si no hubiese ido a jugar no pasaba absolutamente nada, porque no había estado en ese equipo tan deplorable que al final se fue al descenso. Lo hice por eso, primero por lo que me dio San Lorenzo en mi época importante y después un poco como diciéndole al que no me puso: viste que si hubiera jugado el equipo hubiese ganado dos puntos más o tres puntos más y se hubiese salvado del descenso. Lo hice por la gente que me quería o me apreciaba, por la gente que me pidió que jugara. Lo hice y lamentablemente no pude lograr que el equipo se salvara».
“Llegué al San Lorenzo siendo un desconocido y desde el primer momento que pise el estadio la gente se encariño conmigo. Me dio su apoyo, me brindó su aplauso, su cariño y eso el jugador el fútbol tiene que estar agradecido. Porque por mas profesional que uno sea, se tiene que agradecer el aplauso y el acompañamiento que le da la gente. El jugador tiene que sentir el aliento de la gente y la gente tiene que a veces reconocer por lo general lo  hacen, reconocer lo que hace un jugador cuando defiende la camiseta con honor como la defendí yo”. 

 

 

Periodista y escritor. Autor de Héroes de Tiento y Héroes en Tiempos Infames. Conductor de Abrí la Cancha, por Radio Gráfica. Premio Jauretche 2021 a la Investigación Periodística.

 

 

Comentarios

comentarios