Daniel Bayo: memorias de un prócer del Bosque

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Daniel Bayo pasó por las Charlas de Vestuario de Abrí la Cancha. Figura del gran Gimnasia de 1962. En una larga entrevista, Bayo desgranó su carrera. Su paso por Racing y River. La mítica final ante Peñarol de la Libertadores de 1966. El hombre y sus circunstancias. Imperdible.

Por Carlos Aira

 

 

El estadio del Bosque y una imagen de sus comienzos. Año 1961.
EL PRINCIPIO DEL CAMINO: «Lo mío fue bastante sui generis. Me gustaba jugar al fútbol,  pero en mis cálculos jamás figuró jugar en Primera. No tuve una premonición. No perseguía a ultranza el objetivo de llegar a Primera. Jugaba porque me gustaba, y como el hecho de poder llegar a una Primera es una cosa tan sesgada, en el sentido de que intervienen un montón defactores, no solamente la capacidad y las condiciones físicas y técnicas del jugador. Hay que tener otras cosas también. Suerte, gustarle al técnico, tratar de llegar, después de llegar poder mantenerse, y todo lo demás. Pero de todas maneras, cuando estaba en la Tercera División, se me despertaron un poco las ganas de todo eso«.  

 

 

YO Y MIS CIRCUNSTANCIAS: «Miguel Ignomiriello era el técnico general de todas las divisiones menores. El tuvo mucho que ver en mi carrera. Lo que pasa es que esto es muy dinámico y cambiante. Llega el 1%, el otro 99 se queda por distintas razones. Y muchas veces aquellos que llegan son mejores que los que llegaron. Pero así es la vida, en todo sentido, ¿no? Ortega y Gasset decía ‘Yo soy yo y mis circunstancias‘. Las circunstancias a veces hacen que las cosas no se den como uno quiere, entonces se postergan muchas cosas, o al revés. Cuando se dan como uno lo prefiere, lo alienta a poder escalar los escalones que faltan para llegar arriba de todo, a donde uno desea».

 

EL DEBUT EN PRIMERA: «Llegué a primera en forma insólita. Es una anécdota un poco risueña para mí, pero no para quién le ocurrió. En Gimnasia había un jugador que había sido de Racing, Natalio Sivo, y yo estaba en Tercera División. El martes, en la primera práctica, salen todos los jugadores quienes dejaban en la puerta del estadio, frente al Bosque, sus coches estacionados. Cuando terminó el entrenamiento, un compañero dio marcha atrás a su auto y le apretó la rodilla a Sivo contra el auto de atrás. Obviamente, Natalio Sivo no podía jugar. Entonces me llama el técnico, sin conocerme. Era Cacho Aldabe. Me dice ‘¿Usted es Daniel Bayo? Venga a entrenar mañana porque el domingo debuta en primera‘. Así fue mi debut en Primera. Son las circunstancias que me llevaron a mí. A lo mejor, si no hubiese sido esa hubiese seguido jugando bien y hubiese debutado igual. Pero me refiero a que hay un montón de factores externos, que son inmanejables, que son los que por ahí lo llevan a uno a tener la posibilidad de lograr algo, que sí le gusta, lo necesita, porque es su vocación. Y que a veces se da por circunstancias fortuitas, como en mí caso».  

 

 
Davoine, Bayo e Isella. Mediocampo de Gimnasia a comienzos de los 60s.
GIMNASIA 8-1 RACING, EN 1961: «Obviamente, para poder salir campeón hay que tener un equipo competitivo y con las capacidades necesarias durante mucho tiempo, porque el campeonato era de treinta y dos partidos, ida y vuelta. Nosotros le pudimos hacer ocho goles al campeón. No es una cosa razonable, ni la diferencia fue tal. Simplemente fue una de esas circunstancias que se dan. Habremos tenido diez opciones de gol, pudimos meter ocho. Esa fue la razón por la cual se le ganó 8 a 1 a Racing. Si uno comparaba equipo contra equipo, ellos eran mucho más equipo que nosotros. Pero la suerte nos acompañó a nosotros y le dio la espalda a Racing. ¿Si jugaron desconcentrados porque habían sido campeones días atrás?  Ese es el argumento que se esgrimió para justificar por allí una derrota tan abultada. Pero Racing tenía un excelente equipo. Jugaban jugadores con mucha capacidad. Corbatta, Pizzutti, Mansilla, Sosa, Belén. Esa es la delantera. Y Gimnasia hizo lo que pudo hacer, se le dio la buena, y cuando uno pasa los tres goles, todo se hace más fácil para el que tiene los tres goles a favor, y muy cuesta arriba para el que los tiene en contra. Porque la parte anímica juega un papel muy pero muy importante en el desempeño un jugador durante los noventa minutos en un partido de fútbol».  

 

«El hombre y sus circunstancias» (Ortega y Gasset)
EL FUTBOL, UN ESTADO DE ÁNIMO: «Yo pienso que es así. Las condiciones personales, las capacidades que uno puede tener, no siempre se pueden demostrar porque, en definitiva, en el fútbol como en cualquier actividad de la vida, el futbolista es un ser humano como cualquiera. Y lo que uno hace, lo que uno proyecta, lo que uno tiene para hacer para adelante, está directamente ligado a un estado de ánimo también, y a una cantidad de sensibilidades que el jugador tiene. Hay gente a la que no le importa nada, hay gente que por ahí tiene problemas con la familia y llega a la cancha y no está concentrado totalmente para jugar el partido. Porque es un ser humano, hay que entenderlo, es así. Esto es una perogrullada, pero al mismo tiempo es una cosa real«.

 

 

Adolfo Pedernera tapa de El Gráfico cuando dirigía al famoso Lobo de 1962.
ADOLFO PEDERNERA:  «Después de Cacho Aldabe vino un técnico uruguayo que se llamaba Enrique Fernández Viola. Había sido un técnico que había sacado campeón a Real Madrid, a dos equipos italianos, era un hombre con mucha capacidad. El equipo de 1962 lo armó él. Y después tuvo un inconveniente. Un partido que perdimos con Estudiantes de La Plata en un clásico. Se fue y vino Adolfo. Para mí fue un grande, no solo en el fútbol sino como persona, como ser humano. Yo guardo entre todos los recuerdos esos tres técnicos que fueron los que a mí más cosas me enseñaron y por sobre todas las cosas me dieron ejemplo, que eso es lo importante. Enrique Fernández, Adolfo Pedernera y Renato Cesarini. Esos fueron los tres técnicos que a mí me enseñaron cosas. Adolfo era un tipo que tenía una personalidad muy importante, muy fuerte, y aparte avalada por una carrera futbolística que, obviamente, había que respetar, y se lo respetaba como tal».
«Lo que decía el técnico era palabra santa. Sobre todo en aquella época, donde creo que había mucho más respeto para todo, no solamente para el técnico, sino que había respeto con los referíes, con los linesman… Antes no se podía ir con un referí, insultarlo, empujarlo, escupirlo… No, había que acercarse con las manos atrás y decirle ‘Me permite árbitro…’, y los árbitros decían ‘Sí, sí, a ver…’ o no, no te daban bolilla. Adolfo Pedernera nos dio muchos ejemplos de cómo ser ordenado en la cancha para que todo se le haga más fácil de acuerdo a las capacidades que uno puede tener, porque todos tenemos nuestras limitaciones. Era un motivador especial. Tenía una trayectoria futbolística y aparte de eso era una gran persona. Un ser humano con una sensibilidad especial que se compraba la voluntad de todos. Si Adolfo te decía que había que tirarse al foso porque era negocio, nos tirábamos al foso, esa es la realidad».  

 

MAS DE ADOLFO…: «Nunca lo escuché gritar desde el banco. El decía ‘Si yo no puedo pergeñar una táctica para el equipo contra el que el domingo tenemos que jugar, entre tanto bullicio…’ (porque antes las canchas estaban llenas de las dos hinchadas. No es como ahora, que se puede escuchar a un técnico) ‘¿Para qué le voy a gritar, si todo lo que teníamos que hacer ya lo hablamos y practicamos durante la semana?’. El jugador está metido en el partido. Y ahí que cuando la gente cree que los jugadores piensan en lo que van a ganar, son todas mentiras. El jugador piensa en ese partido, en lo que está jugando, y en que no quiere perder, por sobre todas las cosas. Entonces Adolfo decía ‘¿para qué les voy a gritar desde el banco si para corregir una cosa tengo que mover tres jugadores y tengo que hablar con uno que no me escucha porque la gente me lo tapa? Entonces es una tontería que me ponga a gritar para corregir algo que no puedo con alguien que no me escucha».

 

 

2 de septiembre de 1962. Gran triunfo de Gimnasia en el Monumental. Arriba: Marinovich, Lejona, Galeano, Minoian, Daniel Bayo y Davoine. Abajo: Ciaccia, Prado, Rojas, Diego Bayo y Antonio.
GIMNASIA DE 1962: «Le cuento una anécdota más porque creo que enriquece un poco la charla, ¿No? Nosotros en un momento dado fuimos a jugar un partido a Montevideo contra Peñarol, donde, obviamente, Peñarol tenía aquel gran equipo de siempre. O sea, Abbadie, Rocha, Spencer, Joya, Tito Goncalves, Mazurkiewicz. Fuimos y le íbamos ganando 2 a 0, y después nos empataron. No importa cómo ni por qué, pero nos empataron el partido. Y yo, tuve la posibilidad de escuchar a Enrique Fernández Viola. ‘Escuchemé’ le dijo al presidente del club, ‘si usted me compra cuatro jugadores, nos tiramos del campeonato‘. Eso fue en el año ’61. O sea que Gimnasia no puede lograr el campeonato, porque jugamos casi veintipico de partidos con el mismo equipo, cosa que es inusual».
«En este momento sería increíble que se puedan jugar veintitrés, veintidós partidos con el mismo equipo. Minoian, Daboine, Galeano, Lejona, Marinovich, Daniel Bayo, Siasia, Prado, Alfredo Rojas, Diego Bayo y Gómez Sánchez. Con dos cambios, Jerónimo por Minoian, el arquero, o Héctor Antonio por Prado. Esos eran los únicos dos suplentes que teníamos. Entonces jugábamos infiltrados, jugábamos como podíamos, nos hacía fuerza todo el mundo porque Gimnasia iba primero. Pero no obstante eso, estuvimos una rueda completa sin perder, ganamos nueve partidos consecutivos, y a lo último ya no teníamos más fuerza«.
Realmente allí las lesiones nos pudieron. Y hubo que apelar a jugadores habían estado todo el año inactivos prácticamente, porque jugaban o en Tercera o no jugaban. Y formaban parte de un plantel que aparte de los que estaban jugando, tenían la responsabilidad de venir a remplazar, en un equipo que va primero, que nunca había soñado con un campeonato, tener que tomar la responsabilidad de jugar, no es fácil. Y cómo no fue fácil así nos salió. También nos abandonó la suerte, las circunstancias fueron esas, y Gimnasia, que consiguió un tercer puesto que tendría que haber sido glorioso, porque arriba de nosotros estuvieron Boca y River, terminó siendo en definitiva un fracaso. No para nosotros, porque sabemos todo lo que nos jugamos y todo lo que dimos por ese campeonato. Y bueno, no se pudo dar, y uno tiene que conformarse con lo que la vida, y las circunstancias y la vida y la realidad le dicen».  

 

27 de septiembre de 1964. Triunfo de Racing sobre Boca 1 a 0. Daniel Bayo junto a Orestes Osmar Corbatta.
SU PASO POR RACING: «En 1964 me contrató Racing. Hubo un recambio de nombres muy importante pero a mí me pasó de todo. Tuve hepatitis, una operación de meniscos, una retinitis erosiva, y no sé… Me faltaba dar, creo, una sola materia para recibirme de médico, porque todas las demás pestes las tuve una atrás de la otra. Yo no le rendí a Racing y estoy en deuda con su gente. Porque me compraron como una figura, y en definitiva, yo no le pude pagar y redituar con mi juego, con lo que podía haber dado por esa camiseta como debía».
«Porque yo soy un convencido de que el fútbol es un trabajo como cualquier otro. Y cuando uno llega a una institución, esta le presta una camiseta que tiene su gloria, más o menos pero tiene su gloria, tiene su historia. Y a esa camiseta uno la debe defender porque tiene que defender la historia y la gloria que esa historia le propone. Entonces, cuando me decía Adolfo ‘No hay mayor satisfacción que la del deber cumplido‘, tenía razón. Porque lo mío fue decepción en Racing, porque no pude cumplir lo que tenía que cumplir con la gente de Racing».
«En Racing estaban Sacchi, Anido, Martín. Después Sacchi se fue, apareció Perfumo, aparecieron Basile y el Panadero Díaz, apareció Coco Rulli, que ya estaba. Pastoriza va a Independiente y yo me voy a River, y viene Mori, de Independiente creo, a jugar de cinco. Cambia la delantera, porque juegan con otros jugadores, viene el Bocha Maschio, hicieron un equipo distinto, y bueno… Cambió el técnico también, José Pizzutti, y las cosas se dieron de esa manera. Y me parece que lo lograron, y lo lograron con los méritos necesarios e hizo muchas cosas muy bien Racing para poder lograr ese campeonato. Siempre digo que quedé en deuda con Racing. Siempre pedí disculpas a la gente de Racing por no haberle podido rendir».

 

 

10 de febrero de 1966. Tapa de El Gráfico en su debut con la camiseta de River con gol a Boca Juniors.
RIVER 1966-67: «Llegué a River a comienzos de 1966 y el primer partido era contra Boca por la Copa Libertadores. Ahí también hubo una historia. Renato Cesarini, que era también un hombre muy especial, de quién guardo siempre el mejor de los recuerdos, me dice: ‘Oiga, Bayo, venga. ¿Usted se anima a jugar contra Boca?‘, entonces yo le dije ‘¿Y para qué me compraron maestro? Yo utilero no puedo ser porque no tengo idea. Pero, ¿usted me tiene confianaza?’ Dice ‘Sí, le tengo mucha confianza. Para mí usted, funcionalmente, es el mejor cinco que yo tengo‘. ‘Bueno, entonces no lo dude. Pongamé, y va a ver cómo yo le rindo’. Así quedó la cosa, y yo así debuté contra Boca Juniors en el primer partido que River jugaba por Copa Libertadores de América».
«Ese fue el primer partido que River debutó en la Copa Libertadores de América, y me tocó hacer el segundo gol, el primero lo había hecho Sarnari. Y después Alfredo Rojas hizo el 2 a 1. Y bueno, para mí fue una satisfacción enorme, fue un volver a vivir. Yo reviví, renací al mundo futbolístico en ese partido. Porque también hay un montón de anécdotas, que no se las puedo contar porque sería muy largo. En la cual intervino el presidente, Liberti, donde había una serie de cosas que arreglamos entre él y yo, que solo él y yo sabemos que las arreglamos. Yo quería jugar en River, jugué en River y me dí ese lujo, y la verdad que estoy muy feliz por haber sido futbolista, y haber participado en todos los equipos que participé. Porque en todos ellos siempre me llevé la gran satisfacción de, por lo menos desde donde podía, dejé lo mejor»  

 

Renato Cesarini: una biblia de fútbol.
RENATO CESARINI: «Era un hombre muy inteligente, que entendía el fútbol, que sabía lo que había que hacer. El siempre decía: ‘Si ustedes hacen lo que practicamos en la semana, que es lo que uno piensa pensando en el equipo contrario, cómo juega, cuáles son sus debilidades, sus cosas positivas…‘ Yo pienso que en el fútbol cuando uno es previsible, es mucho más fácil ser derrotado. La imprevisibilidad en el fútbol tiene un gran regalo adicional, un plus, que es que el otro equipo no espera que uno haga algo que no está acostumbrado a hacer. Eso descoloca mucho el plan del contrario. Y Cesarini tenía muchas cosas de esas. Nos hacía hacer cosas que el rival no esperaba, y eso nos dio sus frutos. Era un hombre muy inteligente, muy compañero del jugador, muy buena persona, muy serio para todo lo que hacía«.  

 

3 de abril de 1966. River volvió a ganar en la Bombonera luego de 11 años.
FINAL DE LA LIBERTADORES 1966: «Justamente la analizo con sus circunstancias. Voy a tratar de ser lo más explícito posible. En aquella época los cambios se podían hacer antes de los 44 minutos del primer tiempo. Yo estaba junto al peruano Miguel Loayza sentado en la primera fila de plateas. Cuando se lesiona Sáinz, Loayza me dice ‘preparate, flaco, que tenés que entrar vos’. O sea que lo razonable hubiese sido que hubiese entrado yo por cómo estaban las cosas. Le digo ‘No, esperá que me llame el técnico, no puedo ponerme yo solo, esperá’. Yo sí, yo quería jugar y sabía que era, a lo mejor, lo que correspondía. En la mente del 90% de la gente estaba que tenía que entrar Bayo, porque ¿Qué había que hacer? Que Solari fuera a la punta a marcar a Joya, o que fuera yo a marcarlo y seguir con el esquema que tenía».
River Plate le iba ganando 2 a 0 a Peñarol y era el dueño absoluto del partido, hacía lo que quería. Los jugadores de Peñarol, dicho por mis compañeros, les pedían que no le hicieran más goles porque con el 2 a 0 entraban bien a Uruguay, no tenían problemas. Más de tres ya era un poco denigrante, ¿no? Jugar una final y perderla por más de tres goles, sobre todo en aquella época, era bastante feo. Entonces, cuando yo veo que Cesarini hacer parar a Lallana, me quedo quieto, no digo nada. En ese momento, Antonio Liberti estaba en el palco oficial con José Curti, que había sido un ayudante de Renato, y le dice ‘Andá y decile a Renato que revea, y que lo repiense, porque el que tiene que entrar es Bayo‘. Bajó corriendo José Curti, y cuando llegó ya el cambio se había hecho. Cuando terminó el partido y perdimos 4 a 2 no te puedo decir lo que era el vestuario. Una cantidad de defraudaciones personales, pero no por haber defraudado el uno al otro, sino que era que uno esperaba un partido que estaba ganado, estaba ganado en todos los lugares que uno pudiera ver.
Bayo junto a Pichuco Troilo.
¿Entonces qué pasó? Pasó que Renato pensó lo siguiente: ahora Peñarol tiene que atacar, y yo voy a tener espacios. Si yo tengo espacios con un delantero como Lallana, gran cabeceador, un buen jugador de fútbol, muy rápido, yo le hago el tercero y se termina el partido, acá se terminó el partido. Y eso fue lo que el pensó, porque el técnico tiene el partido dentro de la cabeza, antes, la semana antes, durante el partido, el primer tiempo, en el intervalo, y durante el segundo tiempo también. Entonces el optó por eso y se equivocó. Y después me dijo a mí, ‘Daniel, le pido perdón. Este partido lo perdí yo‘, esto es una infidencia, yo jamás lo comenté, ‘el partido lo perdí yo. Si yo lo pongo a usted no pierdo‘. Pero bueno, la circunstancias fueron que en vez de hacer River el tercero, Peñarol hizo el primero. 2-0, 2-1 o 3-0 no es lo mismo. Y River optó por defenderse, tampoco estaba Juan Carlos Guzmán, que no jugó aquel día y era un baluarte en el centro de la defensa. Si yo entraba no cambiaba mucho, pero nadie tampoco puede asegurar que si entraba Bayo ese partido se ganaba. Eso es una utopía. Futurología no puede hacer nadie, ni nadie puede asegurar un resultado antes.
Con el diario del lunes podemos hablar muchísimo. Pero sin el diario del lunes, cuando hay que tomar las decisiones, las decisiones se sabe qué pasó, después. Cuando uno tiene un problema o una disyuntiva, toma una decisión. Cuando lo hace, se terminó esa disyuntiva. Lo que hay que ver después, es si lo que uno hizo le da buen resultado, o es peor que el problema que tenía antes. Y eso fue lo que le pasó a River. Las circunstancias, la suerte, le dieron la espalda, y le dieron el frente a Peñarol. Así lo veo yo«.

 

Periodista y escritor. Autor de Héroes de Tiento y Héroes en Tiempos Infames. Conductor de Abrí la Cancha, por Radio Gráfica FM 89.3

 

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