La posesión de la pelota y la pregunta equivocada

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¿El fútbol se resuelve con la tenencia de la pelota? ¿Para que se tiene la pelota? Un debate a fondo sobre un tema del cual se habla mucho pero se dan pocas explicaciones

Por Nicolás Podroznik

 

Desde la aparición de Pep Guardiola y su maravilloso Barcelona, constantemente se machaca sobre la importancia de la tenencia del balón como condición innegociable a la hora de buscar la victoria. Sin embargo, el triunfo de Banfield sobre River en el reinicio del fútbol argentino pone un poco de luz sobre un tema que parece ser central en los últimos tiempos: ¿sirve o no sirve tener la pelota?

El fútbol del Siglo XXI, además de su ultra profesionalización y su conversión a un verdadero negocio multimillonario, ha traído consigo un elemento que puede ser muy útil pero también muy engañoso: las estadísticas. Se puede analizar, acorde a la cantidad de jugadas de gol o de tiros de esquina, si un equipo estuvo más cerca de convertir que el rival, pero estos son datos que llevan rápidamente a una conclusión. Ahora bien: en esta nueva concepción de fútbol-espectáculo, el combustible que sostiene tanto transmisiones como tiras diarias en todos y cada uno de los canales deportivos, es la polémica. Muchas veces frívola, algunas no tanto. La que más se ha sostenido a lo largo del tiempo -y obviamente sigue siendo un tema ineludible- es la que refiere a la posesión de la pelota.

Los albores de ésta polémica comenzaron con la aparición de Guardiola como entrenador de Barcelona. Año 2008. Con fútbol de alto vuelo técnico y táctico, en su primer año el equipo ganó la Liga, Copa del Rey y Champions League, sin olvidar un inolvidable 6 a 2 al Real Madrid en el Santiago Bernabey. Por estos lares, el Huracán dirigido por Angel Cappa daba muestras de estar en la misma sintonía que el equipo catalán, algo de lo que el propio entrenador del Globo se vanagloriaba. Si bien la diferencia entre uno y otro fue abismal, lo cierto es que algo los unía: el culto por la tenencia de la pelota.   A partir de allí – con la inestimable ayuda de muchos comunicadores – se instaló la idea de que la posesión era condición sin e qua non para ser superior, ganar partidos y, por ende, títulos.

Para colmo, el fuego de esa polémica se avivaba cada vez más ante cada situación que ponía de manifiesto las bondades y miserias de dicha idea. Basta detenerse en el año 2010: un ya desmantelado Huracán no daba pie con bola en el torneo local y el Barcelona caía en semifinales de Champions League ante el Inter de Mourinho, en una serie que quedará en el recuerdo por la postura ultradefensiva que propuso el entrenador portugués para hacer valer el 3 a 1 obtenido como local. El equipo italiano lograría el pase a la final, en donde vencería al Bayern Munich y obtendría el tan ansiado título. Sin embargo, los detractores del modelo Guardiola no festejarían por mucho tiempo: a los pocos meses la Selección Española -con medio equipo del Barcelona como titular y en línea con esa idea- se consagraría campeón del mundo en Sudáfrica. 

Con el paso de los años, se hizo más fuerte esa división entre cultores y detractores de la tenencia, al punto tal que aún hoy en día seguimos escuchando a comentaristas y relatores defender con uñas y dientes que es la única forma de jugar al fútbol. Aun cuando las propias tendencias del fútbol han cambiado en los últimos años con la aparición de entrenadores como Jurgen Klopp o, propio de nuestro fútbol, Marcelo Gallardo. Como será de burda la situación que los propios defensores a ultranza de Guardiola, a fin de no quedar en offside, omiten voluntariamente dos aspectos que bien son mencionados en el libro “Herr Pep” y que el entrenador catalán considera indispensables a la hora de jugar: correr (“puedo tolerar que se erre un pase pero no que no se corra para recuperar la pelota. Aquí el que no corre, no juega”, según reza el textual del libro) y contraatacar (Guardiola encontraba fascinante que se pudiera montar un contragolpe de área a área en menos de once segundos, algo típico del fútbol alemán y que de a poco se ve cada vez más en Inglaterra).  

Entonces, ¿por qué se habla tanto de tenencia de pelota si hasta el mismo Guardiola no la considera fundamental?  

La mejor respuesta la podemos encontrar en el reciente triunfo de Banfield 3 a 1 sobre River. Los millonarios tuvieron un 70% de posesión del balón durante todo el encuentro y siempre dominó en ese rubro, aún cuando se encontraba en ventaja. Banfield le convirtió dos goles de pelota parada y uno de contragolpe. El equipo de Gallardo aún perdiendo mantuvo el dominio pero apenas pudo inquietar el arco defendido por el colombiano Arboleda, quien las pocas veces que intervino lo hizo de manera brillante. Ganó el que menos tuvo la pelota. Podría ser casualidad, pero no lo es: en esta primera fecha de la Copa de la Liga, en siete de los ocho encuentros donde hubo un ganador, quien tuvo más la pelota fue el equipo perdedor. Y en ninguno de estos casos podría decirse que fue una victoria injusta: Banfield fue un claro ganador, al igual que Atlético Tucumán goleando a Racing por 4 a 1 en el Cilindro o el 3 a 0 de Colón a Defensa y Justicia en Florencio Varela. Esto nos muestra que hay algo más para analizar sobre este tema y, aunque no lo quieran creer, remite a una pregunta que nunca se hizo.  

La pregunta que nos debemos hacer no es si la posesión sirve o no sirve. La pregunta correcta debe ser para qué sirve.  

El cambio de la dinámica del fútbol que se viene sucediendo desde el 2010 en adelante nos invita a replantearnos esto. Justamente el campeón del mundial de aquel año deja una pista: España es el único campeón del mundo que además lideró ese rubro. El detalle es que aquel equipo hizo solo 8 goles en 7 partidos, pero mantuvo la valla invicta en 5 de ellos. ¿Entonces? ¿La posesión le sirvió más a España para buscar el gol? ¿O para defender la ventaja?   No hay recetas infalibles en el futbol, claro que no. Al gol se puede llegar a través de la posesión (como bien lo hace River), pero también a través del contragolpe o la pelota parada (como justamente hizo Banfield frente al equipo de Nuñez).

Ahora bien: es evidente que en el imaginario futbolístico las maneras válidas para defenderse son meterse atrás, cortar el juego con infracciones o “cerrar el partido” con cambios defensivos, pero no se pone nunca como opción tener la pelota. Una posesión larga permite mover al equipo rival y encontrar espacios, pero también hace que el reloj corra. Sin embargo, la mirada está fijada en lo primero y no en esto último.   Quizás habrá que encontrar las razones en las propuestas de un fútbol abierto como se puede ver habitualmente en el fútbol europeo, donde la diferencia entre los equipos de primer nivel y el resto es tan grande que si la posesión estuvo del lado del equipo más poderoso, también lo estuvo el resultado.

Por suerte, en el fútbol argentino no pasa siempre. Y eso es lo que lo hace tan competitivo y hermoso. Aunque a algunos no les guste.

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