Historias Mundialistas: La milagrosa Bulgaria de Hristo Stoitchkov

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En Estados Unidos 1994, Bulgaria consiguió lo que parecía imposible: terminar entre los cuatro mejores clasificados en una Copa del Mundo. Mucho tuvo que ver un jugador extraordinario como Hristo Stoitchkov. Repasamos la campaña de un equipo que asombró al mundo.

Por Martín Gorojovksy

 

La trayectoria de los búlgaros previa a 1994 era discreta. Podían superar en las eliminatorias, pero nunca hacían pie en la fase final. Desde Chile ’62 hasta Alemania Federal ’74 lograron cuatro clasificaciones seguidas. La primera fue sorpresiva. Dejaron afuera a Francia, que en Suecia ’58 había alcanzado el tercer puesto. Y en la clasificación para México ’70 dejaron afuera a Holanda, que ya estaba formando a la famosa Naranja Mecánica.
En 1986 volvieron a clasificar, e incluso accedieron a los octavos de final, pero lo hicieron sin ganar ningún partido. ¿Cómo fue posible esto? Al igual en España ’82, en México ’86 participaron veinticuatro equipos. Pero en vez de organizar una segunda rueda de doce equipos divididos en cuatro zonas triangulares, se volvió al sistema de eliminación directa. Por primera vez en una copa del mundo se jugaron octavos de final, en los que dieciséis equipos se disputaban el pase a cuartos. Además de los ganadores de los grupos y sus escoltas, los cuatro mejores terceros de cada zona también continuarían en carrera.
Bulgaria integró el Grupo A, junto a Italia, la campeona defensora, Corea del Sur y Argentina. Empató 1 a 1 ante los italianos y los coreanos, y perdió 2 a 0 con los albicelestes. Al cabo de la primera ronda, además de Bulgaria, Bélgica, Polonia, Uruguay, Hungría e Irlanda del Norte eran las selecciones que formaban la tabla de los terceros.
Belgas y polacos consiguieron tres puntos y pasaron a octavos de final, mientras que los irlandeses del Ulster quedaron eliminados por conseguir solo un punto en tres partidos. Bulgaria, Uruguay y Hungría obtuvieron dos puntos cada uno. Al igual que los búlgaros, los uruguayos tampoco habían ganado ningún partido, mientras que los húngaros sí. Pero estos últimos tenían -7 como diferencia de gol, mientras que los balcánicos tenían -2 y los rioplatenses -5, por lo tanto, Bulgaria y Uruguay avanzaron de fase, y Hungría quedo eliminada. Ya en octavos de final, México eliminó a los europeos, y estos se fueron de su quinta participación mundialista totalizando dieciséis partidos jugados, sin triunfos.

 

RADIOGRAFIA DE UN EQUIPO

Después de perderse el mundial de 1990, Bulgaria retornó en 1994. Al igual que en la eliminatoria previa al mundial del ’62, sorprendió a Francia, en el histórico Parque de los Príncipes, de París. En la última fecha del Grupo 6 de la eliminatoria de la UEFA, Eric Cantoná adelantó a los galos 1 a 0, pero enseguida Emil Kostandinov igualó el marcador. La igualdad clasificaba a los franceses, en el último minuto, Kostandinov apareció nuevamente al cabo de un contragolpe para dar vuelta el partido y llevar a su equipo a la Copa del Mundo.

 

 

Entre los atributos del equipo vale destacar la velocidad de varios de sus volantes y delanteros, como el propio Kostandinov, la aspereza de algunos de sus defensores, y un buen juego aéreo en la ofensiva, como demostrarían varios goles clave del trayecto entre eliminatorias y mundial. El gol del empate ante los franceses, por ejemplo, fue un anticipo en el vértice del área chica, colocado en el primer palo del arquero.
El aspecto de las individualidades tenía algo que ofrecer en cada línea. Un arquero rendidor, Borislav Mihailov (llamativo además por el hecho de que lucía un peluquín), un duro en la defensa como Trifon Ivanov, y en particular del medio para adelante una serie de jugadores de buen pie. El volante Iordan Letchkov, y los delanteros Nasko Sirakov, el ya mencionado Kostandinov, y la gran figura del plantel: Hristo Stoichkov, zurdo habilidosísimo, veloz, dueño de una pegada precisa para los tiros libres y gran definidor. Estas cualidades ya lo habían consagrado como figura en el Barcelona multicampeón de comienzos de los ’90.

 

LA GRAN CAMPAÑA

La primera ronda encontró a Bulgaria alojada en el Grupo D, junto a Nigeria, Grecia y Argentina, a las que enfrentaría en ese orden. El debut estuvo a la altura de los antecedentes previos. La velocidad de los delanteros africanos fue mucho para los europeos, que cayeron derrotados por un rotundo 3 a 0. Pero en la segunda fecha se toparon con la selección griega, cuyo nivel era muy flojo. Lo búlgaros lograron el primer triunfo de su historia copera al golear a sus vecinos por 4 a 0. Así, llegaban al cierre del grupo con tres puntos y con una diferencia de gol positiva, aunque tenían que enfrentar a un equipo que cosechaba elogios y al que muchos empezaban a señalar como serio candidato al título…
Pero como bien se sabe, el partido entre Argentina y Bulgaria estuvo atravesado por el golpe anímico que recibió la selección albiceleste. Diego Maradona, que había mostrado un gran nivel físico y futbolístico en los partidos jugados, dio positivo de efedrina en el control antidóping realizado después del partido ante Nigeria, y en consecuencia fue expulsado de la copa. Los búlgaros se encontraron con un equipo que cargaba con un bajón demasiado pesado, y que además sufrió la lesión de Claudio Caniggia durante el primer tiempo del partido. Se fueron al descanso 0 a 0, resultado con el que Argentina mantenía el liderazgo del grupo, pero en el complemento los búlgaros encontraron el triunfo.

 

A los quince minutos, Stoichkov, apenas atrás del cuarto de cancha, rechazó de cabeza un centro cruzado y salió disparado hacia adelante. Su despeje fue recogido por Kostandinov, quien, casi al llegar a la línea del mediocampo, devolvió la pelota con un pase largo y profundo. Stoichkov le ganó la carrera a la defensa argentina, y definió suave desde afuera del área ante la salida de Luis Islas, que se había adelantado hasta el borde del área.
El escritor y humorista Roberto Fontanarrosa diría, en su columna del día siguiente para el diario Clarín, que con definidores como Stoichkov la Hermana Rosa, la mentalista inventada por el rosarino, se moría de hambre. La figura búlgara había corrido media cancha en menos de diez segundos para poner el 1 a 0. Sobre el final del encuentro, Sirakov, que al igual que el arquero Mihailov habían enfrentado a Argentina en el Mundial ’86, marcó de cabeza el 2 a 0 que selló la clasificación de su equipo.
En octavos de final el rival fue México, verdugo de los búlgaros ocho años antes y en la misma instancia. No quedó demasiado para destacar del encuentro. A los seis minutos Stochkov batió, con un zurdazo cruzado y apenas maniobrando para acomodar la pelota, al arquero Jorge Campos. Poco después, a los dieciocho, Alberto García Aspe igualó de penal. La igualdad no se modificaría, y la nota más destacada del resto del encuentro fue la rotura del soporte de la red de un arco, lo cual obligó al remplazo del mismo.

 

Definieron por penales, y México volvió a quedar en deuda. García Aspe desvió su tiro, y Mihailov contuvo los tiros de Marcelino Bernal y Jorge Rodríguez. Por el lado búlgaro, aunque el remate de Krassimir Balakov fue contenido por Campos, Boncho Genchev, Daniel Borimirov y Letchkov convirtieron y llevaron a su selección a la siguiente fase.
Para cuartos de final el rival era nada menos que Alemania, defensor del título. Si bien el plantel germano presentaba poco recambio y un promedio de edad alto, hasta ahí había cumplido con las expectativas. Sin que le sobrase mucho había ganado el Grupo C, y en octavos de final había dejado atrás a Bélgica. Contaba con con varios campeones del ’90, y llegaba con Jürgen Klinsmann como gran carta ofensiva. El delantero había convertido hasta ese momento cinco goles. Bulgaria por su parte, había mostrado ser un buen equipo, y al fin de cuentas no tenía nada que perder.
El 10 de julio de 1994, en el Estadio de los Gigantes, ubicado en East Rutherford, Estado de Nueva Jersey y suburbio de la ciudad de Nueva York, búlgaros y alemanes se vieron las caras. Los balcánicos salieron a jugar de igual a igual, y en vez de abroquelarse para contragolpear, como habían hecho en los partidos previos, atacaron a su rival. El primer tiempo fue un trámite equilibrado, de bastante estudio entre ambos rivales. Bulgaria se plantó de igual a igual, y mantuvo contenidos a los alemanes, con la proyección y el manejo de Letchkov como elemento destacado. Sin ser un ida y vuelta, ambos contaron con chances claras de gol.

 

En el arranque del segundo tiempo pareció que la lógica del equipo candidato se iba a imponer. A los dos minutos Matthäus de penal puso el 1 a 0 para Alemania. Pero en una ráfaga se dio vuelta la historia. Sobre la media hora Stoichkov empató con un soberbio tiro libre, colocado en el palo de la barrera alemana, y a los treinta y tres minutos Letchkov anticipó a su marcador, en el punto del penal, y de cabeza batió al arquero Bodo Illgner. Alemania no tuvo reacción, y Bulgaria se metió entre los cuatro mejores del mundo.
La semifinal la enfrentó con Italia, equipo que, después de una primera vuelta muy floja -había clasificado tercera en su grupo- se encomendaba a los raptos de iluminación de Roberto Baggio, su gran figura. Los búlgaros padecieron uno de los mejores pasajes de la azzurra en aquel mundial. En menos de media hora los italianos se imponían por 2 a 0, gracias a dos golazos de Baggio, y creaban un montón de situaciones de gol.
Pero, sobre el final de la primera parte, Alessandro Costacurta derribó a Sirakov en el área, y Stoichkov cambió penal por gol. En el complemento Bulgaria presionó en busca del empate, pero se diluyó a medida que pasaban los minutos. Quedó para la polémica una mano en el área de Costacurta, a los veinticuatro minutos, que el árbitro Joel Quiniou ignoró. Tras los triunfos ante Argentina y Alemania, Stoichkov había dicho ‘Dios es búlgaro’. Terminado el partido afirmó ‘Dios es búlgaro, pero el árbitro es francés’.
El cierre de la campaña fue malo, pero no opacó el histórico logro. Suecia fue el rival en el encuentro por el tercer puesto y los búlgaros pagaron el precio de sus distracciones defensivas, además del agotamiento del partido ante lo italianos. Los nórdicos arrollaron en el primer tiempo, convirtieron los cuatro goles de la tarde, y dejaron a los balcánicos fuera del podio.
Sin embargo, una selección que nunca había ganado un partido en los mundiales había vencido a los campeones y subcampeones vigentes. Además, Stoichkov fue goleador del torneo, junto al ruso Oleg Salenko. Cuatro años después, Bulgaria repetiría la presencia en Francia ’98, su última clasificación hasta el momento, pero no pudo emular la campaña anterior. Nuevamente se fue en primera ronda sin ganar ningún partido. Aún así, la banda de Stoichkov entró en la historia grande del fútbol mundial para siempre.

 

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