Delfo Cabrera: el gigante proscripto del deporte argentino

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Delfo Cabrera abrazó la gloria eterna el domingo 7 de agosto de 1948. Al igual que Juan Carlos Zabala exactos 16 años atrás, el argentino conseguía el oro olímpico en la maratón. Gloria argentina en Inglaterra. Pero la historia fue dura para Delfo. Su militancia peronista lo llevó al ostracismo luego del golpe de 1955. Una historia que merece ser contada.

Por Carlos Aira

 

El 7 de agosto debiera ser el Día del Deporte Argentino. Curiosamente, en un país que presume de su cultura deportiva, pocos argentinos conocen las figuras de Juan Carlos Zabala y Delfo Cabrera. Ambos abrazaron la gloria dorada esa misma fecha. Ambos triunfaron en los 42 kilómetros de maratón. Cuando Cabrera entró al estadio de Wembley nuestro país se estremeció. El relato de Washington Rivera tocó la fibra de un país. ¡Delfo Cabrera, argentino, ganó la maratón! Esa voz quebrada de emoción debiera ser la banda sonora de una las proezas más importantes del deporte argentino. Pero Cabrera era peronista, y desde septiembre de 1955, su nombre fue proscripto y su gloria prolijamente archivada.

 

 

Lucía Cuffia, Carla Airasca y Martín Urquilla desempolvaron la gloria de Delfo Cabrera. Los tres nacieron en Armstrong, el pueblo santafesino donde nació Cabrera el 2 de abril de 1919. En el marco del centenario de su nacimiento realizaron un documental transmedia tan profundo como necesario. Lo titularon Delfo Cabrera, huellas de un pueblo. 
En el estudio de Radio Gráfica, Urquilla narró como era el Armstrong donde nació y se crió Delfo: “Armstrong es una ciudad pequeña que no deja de ser un pueblo. Al tener industria y campo es una ciudad pujante del sur santafesino. Cuando Delfo nació y creció, el pueblo era casi una aldea. La única conexión era la vía del ferrocarril. Más tarde la traza de la Ruta 9 pasó por Armstrong. Delfo trabajó en su construcción y la utilizó como lugar de entrenamiento»
El 7 de agosto de 1932, Juan Carlos Zabala, el Ñandú criollo, abrazó la gloria olímpica en Los Ángeles. Su éxito fue una explosión de la actividad. En los años 30s, el atletismo fue una disciplina popular en nuestro país. Pasados casi 90 años, de aquel domingo de 1932, la familia Cabrera recuerda que había una foto de Zabala en el diario Crítica y Delfo, con 13 años, le dice a su madre: «Fijese Mamá cuando yo sea el próximo Zabalita«. Ese día le prometió a su madre que sería olímpico. Exactos 16 años después le cumplió la promesa a la madre.
El camino del campo a las pistas. Lucía Cuffia nos contó como llegó Delfo Cabrera al atletismo: «En su casa apareció una revista con recomendaciones para poder entrenar gimnasia deportiva. Ahí comenzó su pasión por el atletismo y el entrenamiento. Un compañero de trabajo en el ferrocarril apellidado Guerra lo ayudó a entrenar en forma más profesional. Allí comenzó su carrera».

 

 

«Delfo, huellas de un pueblo es una serie web de cinco capítulos, postales y un proyecto educativo para trabajar en escuelas, porque queremos que la vida de Delfo sirva de inspiración para que surgan otros Delfos o Delfas«, nos comenta Cuffia no exenta de emoción.
Un trabajo de recolección y orientación con el objetivo de seguir las huellas de Delfo Cabrera:  “Desde el primer momento fue un trabajo de investigación donde hicimos una convocatoria a todas las instituciones, representantes de la ciudad y diferentes medios para abrir el juego de que se estaba investigando la vida de Delfo»; señaló Cuffia, realizadora del proyecto.
«Todo aquel que tenga un recorte de diario, una grabación, una historia o cualquier material es bienvenido. Se fueron dando un montón de conexiones entre personas de Armstrong. Nos acercaron fotos y todo tipo de material. Ese juego de poder ver la fotos quienes estaban con Delfo en ese momento y en esas instancias era gente muy cercana después cada vez era más gente que acercaba fotos y material”, señaló la realizadora.

 

Delfo Cabrera, argentino, medalla dorada en la maratón de Londres 1948. Años después será proscripto por sus ideas políticas.

 

“Nosotros lo presentamos a la convocatoria de Espacio Santafesino que nos permitió dar el primer paso para llevarlo adelante como un proyecto transmedia que permite contar una historia a través de diferentes soportes, en donde la historia se va expandiendo con usuarios que pueden ingresar desde el soporte que quieran. Nosotros elegimos una serie web de cinco capítulos, el proyecto educativo, cinco postales, micro radiales y algunos recurso interactivos como un mapa digital interactivo y lo que fue el árbol genealógico que fue creciendo a través de todas esas personas que se sumaron y acciones en territorio muy fuerte el hecho de que lo tras media siempre se vincula para lo digital pero siempre quisimos ese cara cara de vincular en el territorio.”, señaló Cuffia.
“En primer instancia corrimos, en todo el proyecto, no solo en el educativo el foco de la medalla y pusimos el foco en la historia de vida. Creo que eso habló a poder entrar en la historia de Delfo desde diferentes aristas y materias de la escuela. El proyecto transmedia en sí mismo es un proyecto pedagógico más allá de que hay una pata específica que tiene que ver con la bajada que se hizo para escuelas y diferentes instituciones. El trabajo tiene una impronta muy pedagógica. Todo el contenido que es un cuadernillo junto con una carpeta con distintos dispositivos lúdicos tiene que ver con poder plantear la historia de vida de Delfo desde diferentes aristas. Desde el cuerpo en juego planteando dispositivos lúdicos desde donde ingresar a la historia no desde el bronce sino más bien reforzando el proceso y esa historia de vida”, comentó la docente Carla Airasca
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Año 1937. Delfo Cabrera tenía 18 años. Francisco Mura lo detectó en la Copa Presidente de la Nación realizada en Rosario. Delfo, un atleta sin formación, se metió entre los cuatro primeros. Mura lo convocó para entrenarlo en Buenos Aires. Fue así que llegó a San Lorenzo de Almagro. Mura pulió un diamante sin técnica. Creyó en su carrera sin conocerlo y lo pulió en diversas competencias.
Llegó el día. Domingo 7 de agosto de 1948. Último día de los Juegos Olímpicos de Londres. «Un día de calor y mucha humedad. Los días anteriores entrenaron el recorrido porque había muchas subidas y bajadas», nos comentan los autores del documental. Un secreto de aquella jornada fueron sus zapatillas: Delfo viajó a los Juegos Olímpicos con un sólo par y en los entrenamientos previos a la carrera se le rompieron. Quisieron comprar unas zapatillas nuevas pero no pudieron. Delfo Cabrera abrazó la gloria corriendo 42 kilómetros con una zapatilla encintada. Otro secreto: Delfo jamás había corrido una maratón. «El siempre fue fondista y de a poco, Mura lo fue llevando a correr grandes distancias», señaló Martín Urquilla.

 

 

Delfo abrazó el peronismo.  “Fue una relación para él y para el peronismo muy importante ya que el peronismo significó un ejemplo de ascenso social. Siempre agradeció haber sido bancado por un estado presente. Delfo abrazó las banderas del peronismo porque se sintió identificado como obrero, del interior, de salir un sector popular y, en cierta forma, convertirse en un emblema«, analizó Urquilla.
Cuando Delfo volvió de Londres no se trajo más que la medalla, Perón les dijo a los medallistas que premio querían. Delfo pidió una casa. Cuando llegó el Golpe del 55 quisieron sacarle hasta la casa. Lo echaron como bombero y debió ser ayudado por su familia. Consiguió como trabajo de pincha papeles en el Jardín Botánico. A pesar de la persecución, hasta el último día de su vida fue peronista.
Osvaldo Jara, periodista y escritor, es autor de Peronismo y Deporte. Consultado sobre la figura de Delfo Cabrera detalló: «Su proscripción fue un ensañamiento especial. Delfo fue un atleta y militante peronista. Eso fue advertido con claridad por la antipatria.  Cuando a Delfo le dieron a elegir entre renunciar al trabajo o ser detenido sintió la furia antiperonista en carne propia. De esa resistencia y nobleza como militante peronista también resurgió lo mejor que tiene un ser humano: sus convicciones. A pesar de haber sido proscripto, ninguneado y silenciado, su persistencia lo hace eterno. Por eso Delfo Cabrera es un emblema. No sólo del deporte, sino de la cultura popular».

 

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El 16 de septiembre de 1956 se inició el Genocidio Deportivo argentino, en palabras de Víctor Lupo, referente ineludible Militante peronista. Dirigente del Movimiento Social del Deporte y REDeporte. Autor de un libro imprescindible: «Historia política del deporte argentino«.
Lupo explicó en Abrí la Cancha: «Hace 65 años, en el apogeo de la Libertadora que comandaban Pedro Aramburu e Isaac Rojas, se fusilaban militantes políticos en basurales, se derogaba la constitución nacional por una proclama, cuando las fotos de Perón y Evita te enviaban a la cárcel, se le asestó al deporte argentino un golpe del cual aun no pudo recuperarse»
El decreto 4161, tan oprobioso como canallesco, dio comienzo al genocidio deportivo argentino. La Comisión 49 investigó los supuestos delitos deportivos. Se acusó a los deportistas cercanos al peronismo de aceptar prebendas. La lista de excelentes deportistas que cayeron en desgracia es interminable: Mary Terán de Weiss, Delfo Cabrera, Miguel Ballícora, José María Gatica, Eduardo Guerrero, Tranquilo Cappozzo, Enriqueta Duarte, Osvaldo Suárez y el Profesor Canavesi. Fueron perseguidos los campeones mundiales de Basquet de 1950.  Más de 500 atletas fueron perseguidos y prohibidos por la dictadura. 
Dante Panzeri.
La prensa canalla fue cómplice del genocidio deportivo. Su principal escriba fue Dante Panzeri, director de El Gráfico. Bajo su pátina inmaculada de bronce moral, Panzeri tituló su nota del 6/1/56: «A los pecadores castigarlos o perdonarlos«. En el artículo se puede leer: «Ante el delito de la motorización (se acusó a los deportistas proscriptos de recibir autos y motos por parte del gobierno) , no es el caso de despreciar o humillar a nadie, pero el deporte argentino solo se reconstruirá cabalmente desechando en su futura edificación hasta el último escombro del bochornoso decenio pasado. La audiencia se dispone a escuchar la sentencia. Nosotros también».
«Esta prédica de Panzeri tuvo sus frutos«, señaló Lupo. «Grandes atletas como Osvaldo Suárez, Eduardo Guerrero o los propios campeones de basquetbol de 1950 fueron suspendidos por 99 años«. Fue tan escandaloso que en 1958, con el gobierno de Arturo Frondizi, un diputado radical solicitó a la Cámara de diputados la investigación legislativa a la fatídica Comisión 49 que suspendió a los deportistas argentinos de elite. Fue la destrucción que traían del hombre argentino, instaurada desde esa época. Hoy lo padecemos con 50% de pobres, 60% de obesidad y los más humildes sin acceso a la práctica deportiva», expresó en Radio Gráfica el titular del Movimiento Social del Deporte.
Los que pocos saben, o no quieren recordar, fue que Panzeri trabajó junto a la Revolución Libertadora. Fue interventor de la Federación Argentina de Ciclismo durante la dictadura antiperonista. Panzeri jamás denunció la persecusión de deportistas ni la intervención de las federaciones y justificó una dictadura antipopular.
Panzeri encarnó la figura del antihéroe y el progresismo lo elevó a la figura de prócer por ser antiperonista. Ese es el eje central. Ese periodismo que no reniega de su progresismo pero si reniega de aceptar que el peronismo fue fundante para el deporte», explicó Jara en Abrí la cancha.

 

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Sus últimos años, Delfo Cabrera los vivió en Buenos Aires. A pesar de haber llegado hasta sexto grado al ser medallista olímpico le fue otorgado el título de profesor de Educación Física.
Delfo Cabrera falleció el 2 de agosto de 1981 cuando regresaba de un reconocimiento a su trayectoria deportiva. Tenía 62 años.  Sufrió un accidente en una ruta bonaerense. La pericia policial indicó que había realizado una mala maniobra. La familia no estuvo de acuerdo y llevó adelante otra investigación. Ya en democracia se realizó un juicio porque quien había chocado a Delfo era funcionario del gobierno de facto y se demostró su culpabilidad en el accidente mortal.

 

 

(*) Periodista y escritor. Autor de Héroes de Tiento y Héroes en Tiempos Infames. Conductor de Abrí la Cancha, por Radio Gráfica. Premio Jauretche 2021 a la Investigación Periodística.

 

 

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