Ángel Ismael Flores pasó por las Charlas de Vestuario de Abrí la Cancha. El Bocha Flores. Aquel delantero alto, hábil y goleador surgido en Arsenal y fue figura en aquel Gimnasia que derrotó a Racing en las finales de la B de 1984. El fútbol, las oportunidades y el recuerdo imborrable del Lobo del 84.
Por Carlos Aira
SUEÑOS DE FUTBOL: «Nací en Villa Mauricio, un barrio humilde de Lanús. De pibe vivía en el Club Villa Mauricio jugando a la pelota. En el baby jugué en muchos clubes de la liga lanusense hasta que a los 11 años me fui a probar a Lanús, pero no quedé porque no me dieron bolilla. Seguí jugando en el barrio porque el fútbol era mi pasión. Tuve la suerte que a los 13 años medía 1,80 y me llevaron a Boca Juniors«
BOCA Y TEMPERLEY: «Jugué un año en la novena división de Boca Juniors, pero en un momento mis viejos no pudieron bancar más el viaje desde Lanús hasta San Justo, porque entrenaba en La Candela. Volví al barrio y a jugar en el equipo de baby de un señor al cual llamábamos Don Oscar. Este hombre un día me preguntó si no quería probarme en Temperley. El club me fichó en la primera práctica y quedé en la sexta división. Recuerdo que compartí división con Vito Álvarez y Ricardo Dabrowski, un jugador bárbaro. Con el Ruso hicimos una dupla bárbara hasta que el técnico Oscar Calics nos convocó un martes para entrenar con los profesionales. Entrené con la Primera y el sábado debuté contra Flandria como titular. Abril de 1978. Tenía 17 años. Al sábado siguiente soy titular ante El Porvenir, pero después del partido se generó un lío enorme porque saltó en AFA que yo seguía fichado en Boca. En el club me querían matar porque nunca avisé nada. Con toda la bronca, Temperley no tuvo otro remedio que dejarme ir».
ARSENAL DE SARANDI: «Volví a jugar la Liga Lanusense hasta que apareció un señor llamado Ringo Perciavalle, alguien que sigo considerando como un padre, y me preguntó si quería ir a Arsenal. Siempre recuerdo la tarde que me fui a probar porque también se estaban probando Jorge Luis Burruchaga, Alejandro Casella y Luis de Luise. Todos futbolistas que llegaron a Primera División, y en el caso de Burru, campeón del mundo. Llegué a Primera en los últimos partidos de 1981 compartiendo ataque con un jugador fantástico como era el Ruso Miguel Molnar y Daniel Acevedo«.
«En Arsenal me encontré con una familia. Siempre digo que Héctor Grondona fue mi padre. Yo era bastante atorrante y el me guió. Me enseñó a caminar en la vida y el fútbol. Los dirigentes estaban muy presentes, por eso digo que era una familia No sólo Héctor. Ahí estaba el tesorero Carlos Bueno, Hugo Bargas, que podían ser un tío o el abuelo. Hoy, lamentamente no puedo decir lo mismo de Arsenal. Ninguno de los jugadores de mi época estamos laburando en el club. Hablar de Arsenal me genera muchísima pena».
«En 1982 tuve un gran año en Arsenal. En el verano de 1983 parecía que me iba a Independiente. Héctor Grondona me citó en la ferretería familiar para cerrar el contrato. El pase se hacía en 100.000 dólares. Cuando parecía que todo se hacía, Julio Grondona le dice a su hermano que Independiente lo iba a pagar en diez cuotas. Ahí estalló Héctor. Le dijo unas palabras muy feas al hermano y le dijo que me iba a vender a cualquier otro club. Años después pasé a Independiente y me encontré con Julio Grondona. Le pregunté por qué no había cerrado el pase en el aquel momento y Julio se reía…«
GIMNASIA: «A mí me quería Gimnasia y Esgrima La Plata. El que me quería, sí o sí, era Carlos Della Savia, entrenador del equipo. Héctor Delmar pagó 60.000 dólares en efectivo por mi pase. ¡Una fortuna para un jugador de la B!. En 1983 teníamos un gran equipo, pero casi nos vamos a la C. Pasaron varios técnicos, como Carlos Della Savia, Victorio Nicolás Cocco, el Gallego Rosl. Teníamos un equipazo, pero no anduvimos».
«Cuando terminó la temporada le dije a los dirigentes que me quería ir del club. Por suerte, llegó Nito Veiga que tenía un nuevo proyecto en mente con algunos jugadores de Chacarita Juniors y un pibe que traía de Santa Fe que era Víctor Hugo Andrada. Yo estaba convencido de irme, pero Nito me quería. Tuvimos una charla larguísima y me terminó convenciendo de quedarme en Gimnasia. Cuando ascendimos a Primera estábamos festejando el vestuario. Nito se acercó, me dio un abrazo y me agradeció por quedarme. El agradecido seré siempre yo porque hasta el día de hoy voy a La Plata y la gente de Gimnasia me sigue recordando y queriendo«.
EL CAMPEONATO DE 1984 Y LA VIEJA B: «Al principio no estuvimos bien. Sobre todo porque aquel campeonato de la B de 1984 fue impresionante. No solo por Deportivo Español que sorprendió a todos ganando el torneo de punta a punta. Defensores de Belgrano tenía un equipo terrible, con Banana Galbán, Walter Fernández, el paraguayo Heriberto Correa. Argentino de Rosario tenía al Colo Bastía, al zurdo Jansa, el Negro Herrero. ¡Todos jugaban bien!. Dentro de todo, Racing tenía buen equipo. El equipo que nosotros creíamos que íbamos a jugar la final con nosotros era Lanús. Ellos juegan aquella famosa semifinal ante Racing con el reloj de Emilio Misic… Cosas del fútbol de aquella época».
«Hoy dicen que los de mi época no podrían jugar hoy. ¡Copito Andrada jugaba ayer y hoy! Yo no sé si los jugadores de hoy podrían jugar en mi época. Un pelotazo de la Pintier te hacía un huevo. ¿Sabés lo que era cabecear esa pelota mojada? Yo usaba botines Ocelote o Topper. Eran durísimos. ¡Hoy tenés zapatos con dirección hidráulica! Está muy bien que sea así, no estoy en contra de eso. Lo único: no digas que nosotros no podíamos jugar. Las canchas eran horribles. Había canchas con pozos. Así y todo jugábamos. Cambio todo. Yo vivo enamorado de las camisetas actuales. La camiseta que usamos nosotros en Gimnasia, mojada, pesaba un kilo».
«A mi me gustaba jugar y divertirme en el fútbol. Yo amaba el papi fútbol y trasladé la idea de pisarla a la cancha de once. Cuando llegaba al área ponía el freno y definía como en el Papi fútbol. Hoy son pocos los jugadores que saben pisar la pelota, algo que a mí me encantaba hacer. Por eso me encanta Messi: tiene potrero, cabeza, velocidad y freno. La B de mi época era muy difícil. Todos los equipos tenían cuatro o cinco jugadores bárbaros, pero también te la tenías que aguantar. Ese fue el fútbol de mi época. No había cámaras. Las cosas que se decían morían en la cancha, no nos andábamos tapando la boca para que no nos enfoquen las cámaras».
GIMNASIA Y EL OCTOGONAL DE 1984: «Nunca olvido aquella tarde contra Defensores de Belgrano en el Monumental. No podíamos creer la cantidad de gente que había llevado Gimnasia. Fue impresionante. Lo recuerdo y se me pone la piel de gallina. Aquel octogonal fue muy difícil. Nos tocaron rivales complicados, como Argentino de Rosario y Defensores de Belgrano. Con Defensores íbamos ganando 2 a 0 y nos empataron 2 a 2. En La Plata, Charly Carrió metió el 1 a 0 y luego nos expulsaron al arquero, que era Carlos Castagneto. Terminamos jugando todo el segundo tiempo colgados del travesaño porque Defensores nos arrinconó. Yo tenía la misión de aguantar la pelota lo más lejos posible de nuestro arco. ¡Terminé con la espalda y los riñones llenos de piñas! De ese partido tengo una anécdota espectacular. Los últimos minutos se jugaron de noche. Había entrado Carlitos López, nuestro arquero suplente. Sobre la hora hubo un córner para Defensores y Carlitos se acercó al árbitro Carlos Coradina y le dijo: – Por favor, díganle al que patea que no tire muy alto que la pelota no se ve bien«.
«La hinchada de Gimnasia es muy especial. Nunca olvido la primera final con Racing. Cuando hago el primer gol veo una avalancha terrible y distingo como mi viejo va cayendo. Fue una de las cosas más lindas que recuerdo. No puedo olvidar las caras de la gente. En Avellaneda ganamos 3 a 1 y teníamos medio ascenso en el bolsillo. La final se jugó el 30 de diciembre de 1984. La cancha estaba llena. Ganamos 4 a 2 y solo tengo palabras de agradecimiento para la gente de Gimnasia. Antes del partido, Nito Veiga nos dijo que si jugábamos tranquilos íbamos a ganar fácil. Racing tenía gente grande y hacía un calor bárbaro. Se nos facilitó todo porque Quique Molina y Ricardo Kuzemka inventaron el doble cinco. Copito Andrada los corría a todos, Rabanito Héctor López era un crack impresionante y a Charly Carrió daba gusto verlo jugar. Metí el primer gol a los 6 minutos de juego y desde ese momento jugamos. Jugamos todos. Fue una fiesta increíble»
«Yo lamento que me tuve que ir de Gimnasia por una decisión de Luis Garisto. El domingo perdimos un clásico ante Estudiantes con gol del Bocha Ponce. En la primera práctica en Estancia Chica, Garisto le dice al grupo que perdimos por culpa mía. Yo me calenté, le dije unas barbaridades y me fuí. El entrenador quería a Sergio Merlini y no tenía nada más que hacer. Pasaron muchos años, pero para la gente grande de Gimnasia fui, soy y seré un ídolo».
AVELLANEDA: «En 1985 jugué un tiempo en Independiente, aquel equipo que se había consagrado en Japón contra el Liverpool, pero lamento la oportunidad que desaproveché en Racing. Luego de mi paso por Independiente vuelvo a Arsenal y en 1988 me fueron a buscar de Racing. Era ese gran equipo que había ganado la Supercopa. Era un equipazo. Tenía al Pato Fillol en el arco. Estaban Chupete Vázquez, Gustavo Costas, Néstor Fabbri y Carlos Olarán. Arriba, Rubén Paz, Walter Fernández, Miguel Colombatti, el Mencho Medina Bello, el Panza Videla. ¡Nunca vi entrenar a alguien como el Pato Fillol! El técnico era el Coco Basile. Un tipo que no se casaba con nadie. Yo me equivoqué con el Coco y lo reconozco. Iba a debutar el sábado contra Boca en Mar del Plata y unos días antes me fui a jugar una final en el barrio y me desgarré. ¡Mi viejo me quería matar! El Coco me llevó a la Copa Libertadores, me puso de titular en algún encuentro, pero siempre supe que le fallé. Si hubiera sido más profesional hubiera llegado más adelante en mi carrera».
Producción: Nehuén Ríos.
Carlos Aira es periodista y escritor. Autor de Héroes de Tiento y Héroes en Tiempos Infames. Conductor de Abrí la Cancha, por Radio Gráfica. Premio Jauretche 2021 a la Investigación Periodística.