Pedro Larraquy: «La base de los éxitos de Vélez se proyectaron en los años 70s»

1789

Pedro Larraquy pasó por las Charlas de Vestuario de Abrí la Cancha. Con 457 partidos disputados y 82 goles convertidos entre 1975 y 1987 es un símbolo de Vélez Sársfield. Sus comienzos, la dimensión de Vélez, los cambios en inferiores y el recuerdo de los Camboyanos de Boedo.

Por Carlos Aira

 

SUEÑOS DE FUTBOL: «Desde muy chiquitito soñé con la pelota. Desde los 6 años viví en frente del Parque Avellaneda, entonces cruzaba de casa a jugar. A veces con pelota y a veces sin pelota. A veces con amigos y a veces sin amigos. Cuando sucedía esto último me metía en los picados de otros pibes. Así comenzó mi relación con el fútbol. Con los años, una tarde, jugando en el Parque Avellaneda, se acercó un señor. Me llamó y me preguntó si jugaba en algún lado. Le dije que no y me preguntó si podía hablar con mi papá. Dias después, una nochecita que volvía a casa luego de estudiar inglés en un instituto, llego a casa y mi papá me preguntó si había hablado con un señor en el parque. Este señor había ido a mi casa porque quería que juegue en su equipo».

 

LOS COLORES DE CARLITOS GARDEL: «Mi papá aceptó que jugara en aquel equipo. Este señor armaba cuadros y jugábamos torneos por la provincia de Buenos Aires. Siempre recuerdo que utilizábamos una camiseta muy curiosa. Era violeta con lunares blancos. Un día me enteré por qué jugábamos con esos colores tan especiales. Resulta que este señor era fanático de Carlos Gardel y al parecer Carlitos utilizaba un echarpe violeta con lunares blancos«.

 

 

UN PADRE FUTBOLERO: «Yo jugaba en el equipo de este señor, pero nunca aparecía un club. Una tarde, nunca me olvido, mi papá me dijo que me pusiera las zapatillas que ibamos a ir a un club. Me llevó a Sol de Mayo, un lindo club sobre la calle Oliden. Fui a ese club porque mi papá se había enterado que delegados de Sol de Mayo llevaban chicos a Vélez Sársfield. La pasión de mi Papá era que jugara al fútbol. Mi viejo venía del interior donde la pasión por el fútbol era enorme. Trabajaba en una fábrica metalúrgica, pero a él le encantaba verme jugar al fútbol y creía que tenía condiciones. Por eso me sacó de aquel equipo para llevarme a un club».

 

LOS COMIENZOS EN VELEZ SARSFIELD: «Arranqué como lateral izquierdo en la Pre-Novena, porque era chiquito de estatura. Siempre digo que en el fútbol hay que trabajar, tener constancia, pero también un poco de suerte. Cuando llegué a octava división el 5 titular no pudo venir más. Había que buscar un jugador en esa posición y el entrenador confió en mí. Ya afirmado como 5 llegué a Primera en 1975 por una lesión de Julio Daniel Asad. El técnico, que era Víctor Rodríguez, me mandó a llamar y salté de Cuarta a Primera. ¿Por qué digo que en el fútbol hay que tener algo de suerte? El Turco Asad – tío de Omar, el campeón del ciclo Bianchi – tuvo una recuperación larga que me permitió ganar confianza en Primera. Sin esa suerte, Asad me hubiera tapado con su talento. Desde aquel 1975 transité casi toda mi carrera como titular. Viví un fútbol profesional, pero sin tanto dinero de por medio. Donde tuve la oportunidad de jugar y disfrutar«.

 

Año 1976. Pedro Larraquy en sus comienzos.
EL HISTORICO TRABAJO DE INFERIORES: «Vélez era un club tan social como lo es hoy. Una institución con gran cantidad de actividades que hacían de Vélez un club familiar y diferente. Siempre recuerdo los asados que se hacían los sábados y domingos antes de los partidos. Una de las claves de Vélez es que siempre apuntó a las divisiones inferiores. Eso fue fundamental desde mis tiempos. Ese trabajo se proyectó en el tiempo y por eso, en 1994, Vélez se consagró campeón Intercontinental con siete jugadores de inferiores. Esa práctica de conformar gran parte del equipo con jugadores de inferiores se sigue disfrutando hoy en día. Vélez es una potencia porque somos un club formador«.

 

LOS HIJOS DE SPINETTO: «El estilo de Vélez es garra y no dar por perdida ninguna pelota. También es jugar bien al fútbol. Por eso hoy, Vélez Sársfield tiene una red en todo el país buscando esos jugadores con un perfil tan propio. He ido personalmente a ver chicos a pueblos perdidos. Tengo que verlos, porque el juvenil que ingresa tiene que tener mucha personalidad y garra dentro de la cancha. ¿Qué busco? Técnica y coordinación. Hay clubes que trabajan sistemas, pero si esos sistemas no están avalados por técnica y coordinación, no sirven para nada. El jugador actual tiene que tener técnica, coordinación y capacidad cognitiva. Tiempo atrás el jugador era pura técnica. Hoy tiene que tener inteligencia para comprender el juego. Se trabaja en base a un sistema de juego y una proyección de trabajo que tiene que comprender y asimilar. Antes había buenos jugadores que no comprendían el juego. Hoy se complejizó todo. Los ejercicios que me daban a mí hace medio siglo en inferiores son completamente distintos a los que damos nosotros hoy».

 

Pedro Larraquy a comienzos de los 80s
AQUEL GRAN VELEZ 1979/80: «Era un gran equipo. Siempre tengo el recuerdo la semifinal del Nacional 1979 porque la hinchada de Vélez fue a Rosario en 60 o 70 micros. Una multitud. Finalmente, ese partido lo ganamos 1 a 0 con gol de Julio César Jiménez. Fuimos finalistas de aquel Nacional y disputamos la Copa Libertadores de 1980. Se comenzaban a ver cambios en el club. Aquella generación de jugadores sentamos la base de los títulos que se lograron en los 90s con Carlos Bianchi y un equipo invencible. Quiero insistir en un punto: aquel equipo de 1979 también estaba formado por una mayoría de jugadores de inferiores. ¡Lo quiero sostener a muerte! Aquel equipo proyectó que hoy el club tenga la Villa Olímpica con un polideportivo con 16.000 metros cuadrados de sintético. La base de todo eso estuvo en aquel equipo que formé». 
«Salimos subcampeones en 1979 y fue un logro deportivo enorme. En aquellos días competímos contra un Talleres de Córdoba que tenía en el equipo a tres campeones del mundo. Teníamos que ir a Rosario Central o Newell´s que eran durísimos. Hoy, el fútbol es más parejo porque hay clubes con bases económicas más débiles. Yo competí contra un Racing de Córdoba maravilloso. Siempre recuerdo a la Araña Amuchástegui y al Patito Gasparini. ¡Jugadores de Racing de Córdoba! Para Vélez cambió la historia en los 90s gracias al trabajo institucional de décadas«.

 

EL LARRAQUY DE HOY LE HUBIERA DICHO AL DE AYER: «Yo fui una persona muy dedicada al fútbol. Tenía cosas para mejorar, pero no era salidor. Tampoco bebía o fumaba. Le hubiera dicho que se proyecte a cosas grandes. Vélez, en ese momento, no era la gran institución que es ahora. Entonces vivíamos bajos las alas de clubes superiores. Tal vez tendría que haber influído dentro del grupo para pensar en grande. Después esa grandeza llegó, pero como dije, en base a todo ese trabajo de décadas que tuvo Vélez. Velez es un club con presidentes que dejaron obras. Dinero que se invirtió no solo en el plantel profesional, sino también en obras. Muchas obras. Por eso, hoy Vélez es una potencia«.

 

 

LOS MAESTROS DE AYER, LOS PROBLEMAS DE HOY: «En aquel 1979 tuvimos un triunvirato de entrenadores que eran Antonio Cielinsky, Alfredo Bermúdez y Juan Carlos Montaño. Ellos eran maestros de verdad. Buscaban interiorizarse de la vida de cada uno de nosotros. Hoy ese trabajo es más dificil porque los chicos encaran la vida de otra manera. Nosotros escuchábamos mucho a los mayores y hoy cuesta más. Nuestra generación le daba mucha importancia a la experiencia de los mayores y en la actualidad, lamentablemente, se reniega de la misma. El celular cambió la vida de los chicos. Ya casi nadie habla. Están a una cuadra y hablan de celular a celular. No son capaces de caminar una cuadra para encontrarse. La competencia también cambió mucho. Yo comencé en una pre-novena que no tenía competencia en AFA y hoy hay cuatro categorías aún menores en AFA y los chicos llegan con 6 o 7 años al club. Parece irreal, pero es así. Hay un profesionalismo larvado en el fútbol amateur. La familia también es un tema complejo porque también debemos formar a los padres que ven patear bien la pelota a su hijo y ven a un salvador. Yo siempre recuerdo que la locura de mi padre era disfrutar de un gol mío. Hoy, los padres se quieren salvar con sus hijos. Es la realidad. Hay muy pocas familias que no ven a sus hijos como salvadores y tenemos que contrarrestar esas cosas sabiendo si en cada casa hay un problema familiar o si pudieron almorzar o cenar. Eso no existía en mi epoca. En mi epoca mi viejo solo quería verme jugar por el deleite de verme en primera división.

 

LARRAQUY GOLEADOR: «Soy el sexto goleador histórico de Vélez. Lo pienso y es insólito porque fui un mediocampista defensivo y muchas veces defensor. Para mí es un orgullo porque se fueron dando varias circunstancias. Tenía facilidad para el cabezazo y me encantaba el gol. Podía ir al ataque tirando una pared y pateaba al arco sin muchas vueltas. Eso me permitió lograr una cantidad de goles insólita para un volante defensivo. Esos 82 goles son un verdadero orgullo personal«.

 

Pedro Larraquy y el grito de gol. 82 goles con la camiseta velezana.

 

SU PASO POR SAN LORENZO: «Me tocó ser parte de los Camboyanos, aquel equipo subcampeón 1987/88. Por un arreglo con Vélez quedé libre y me llamó San Lorenzo. Me encontré con un plantel de hombres y sufrido. Yo venía de un club donde la utilería era perfecta y me encuentro con camisetas cortadas con tijera para las mangas cortas. Cuando comenzamos el torneo nos dimos cuenta que estábamos para campeones. Había muchísima personalidad. Teniamos gente importante, como José Luis Chilavert, Lucho Malvárez, Topolino Riquelme, Darío Siviski, Blas Giunta o Walter Perazzo. Sufríamos cualquier cosa, pero dentro de la cancha dejábamos todo. Siempre recuerdo que una tarde enfrentamos a Racing en Avellaneda. La cancha estaba llena y en el túnel nos juntó Lucho Malvarez y nos dijo: «Tenemos que dejar todo dentro de la cancha porque sino mañana a mi nena le tengo que pintar la mamadera de blanco«. Cada partido era algo especial. Una final. Eso fue lo que encontré en San Lorenzo. Un grupo compacto a muerte. Rercuerdo que teníamos de técnico al yugoslavo Bora Milutinovic. Buen tipo. Lanaki me decía. Luego vino el Bambino y se formó un equipo super-compacto que para ganarnos había que dejar hasta la última gota de sudor».

 

NO ME LLAMO OMAR: Quiero aclarar un error permanente. No me llamo Pedro Omar. Un error que se hizo público, tal vez porque tuve un compañero en Vélez llamado Pedro Omar Roldán, y todavía se sigue publicando que mi nombre es Pedro Omar.

 

Producción: Nehuén Rios
Periodista y escritor. Autor de Héroes de Tiento y Héroes en Tiempos Infames. Conductor de Abrí la Cancha, por Radio Gráfica. Premio Jauretche 2021 a la Investigación Periodística.

 

Comentarios

comentarios