Hugo Lamadrid: Memorias de un renacido

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Hugo Lamadrid sin canilleras y a corazón abierto. El Triunfador y el relato descarnado de su paso por el fútbol profesional. En Abrí la Cancha, el ex volante central de Racing presentó «Lamadrí, el Renacido«. Gloria, caída y resurección de un laburante del fútbol.

Por Carlos Aira

  1989 debía ser el año de Hugo Lamadrid. Volante central de Racing, campeón de la Supercopa y líder del campeonato de Primera División. Un equipo fantástico destinado a la gloria. No sólo eso: Carlos Bilardo lo tenía en la lista de posibles convocados para la Selección Argentina. Pero la mano comenzó a torcerse. Un partido ante Instituto, en Córdoba, terminó con una durísima lesión. Yeso en la pierna. Alfio Basile le pidió jugar un partido de Copa Libertadores. Un pibe de 22 años que se creyó Superman y comenzó un calvario que durará una década. Hugo Lamadrid en primera persona: 

 

EL ARTE DE REVIVIR: “Yo venía escribiendo mucho material para la comedia porque venía haciendo stand up hace unos años y de golpe me encuentro que tengo mucho material. Este libro está escrito como si estuviera en un asado contando anécdotas por eso no me resultó difícil volcar las historias al papel. Un día me encontré con mucho material escrito y se lo envié a Hernán Casciari quién me animó a seguir escribiendo, apretar el acelerador y terminar el libro. Fue un proceso para nada complicado porque son vivencias en primera persona. Fáciles de contar y escribir”.

AMATEURISMO: “En el libro se trasluce la orfandad que tenía en Racing. Una crítica a determinado momento del fútbol argentino donde muchas cosas rozaban el amateurismo. Los avances médicos estaban lejos de ser lo que hoy tenemos, donde un jugador sufre una lesión y a la media hora está en un centro médico de calidad donde comienza su recuperación. En 1989, cuando yo sufrí la lesión que narro en el libro, el médico de Racing tenía un aparato de onda corta de ultra sonido y con eso trataba todas las lesiones“.

ORFANDAD: “En mi época no existía el representante. En mi casa no se sabía demasiado de fútbol, no tenía con quién hablarlo ni preguntar. Fui a prueba y error y así terminé jugando una Copa Libertadores con el pie roto. El hombre que hoy tiene 54 años tiene que decir que fue una decisión mal tomada; ahora, si me lo preguntás con 23 años junto al Pato Fillol, Néstor Fabbri y Rubén Paz, vuelvo a jugar porque Racing no disputaba una Libertadores desde 1968. Se mezcló todo. Un poco por no saber, otro por no tener a quién consultar, y finalmente, la urgencia del Coco Basile y del club que no dudaron en levantar el teléfono y llamarme aun sabiendo que tenía fecha de operación“.

MANEJOS DIRIGENCIALES: “El súper profesionalismo actual impide manejos dirigenciales como los que sufrí yo. Cuando fuimos eliminados de la Libertadores 1989, la recuperación de mi lesión fue larga y dura. Pasé por tres operaciones y un año y medio de recuperación. En los últimos meses de 1990 parecía volver en gran nivel. El presidente de Racing era Juan D`Stéfano, quién especuló con mi recuperación para renovar mi contrato. Al no tener representante no sólo me peleó con D´Stéfano, sino que inició una campaña alertando a otros dirigentes para que nadie me contrate. Pudo hacer eso por los desmanejos que vivió Racing. El club me debía un dinero y D`Stéfano me dijo: “Haceme juicio, yo no te voy a pagar“. Años después, ese juicio lo terminó pagando la quiebra del Gerenciamiento. Esos manejos dirigenciales, casi mafiosos, hoy son dificiles de encontrar. Los clubes son grandes empresas, con distintas áreas manejadas por profesionales. Por suerte, dirigentes como los que tuve que padecer yo quedan menos en el fútbol argentino”.

REPRESENTANTES: “Como en todo ámbito hay profesionales hay buenos y malos, pero entiendo que son necesarios. Hoy el futbolista es una PyME rodeado de contadores, psicólogos y abogados y todos ellos quieren participar del negocio del fútbol, y por ende, desean que el futbolista juegue muchos años y gane dinero. Cambió la visión que teníamos nosotros del empresario porque tal vez, años atrás, era un tipo que sólo pensaba en sacarle un porcentaje de dinero al jugador. Los representantes también se profesionalizaron porque entendieron que la carrera del jugador es corta y hay que ayudarlo a ganar dinero. Por eso, yo no tendría que haber negociado con D`Stéfano y mandarlo a cagar sino un representante. El futbolista no tiene vuelta atrás; en cambio, el representante tiene chances de varias reuniones. Por eso, reitero, son necesarios porque el jugador no está en condiciones de defender su dinero en un negocio que desconoce“.

EL DÍA DESPUÉS: “Existe un pensamiento colectivo por el cual se cree que el jugador de fútbol es millonario, y si no es millonario, no va a tener problema en su vida. La gente piensa que todo es así. Ahora, el colectivo de los jugadores de futbol es muy heterogéneo porque el problema puede ser el mismo pero las herramientas son distintas para un jugador de Flandria y otro de River. Cuando puse la panadería después de retirarme y un cliente me reconocía entraban en colisión dos mundos: el tipo que te llegaba y te preguntaba porque amasabas facturas después de 15 años de carrera. Yo tenía que recibir eso y tratar, de la mejor manera posible, la situación. He llegado a negar que era yo mismo o que había jugado en tal lado. Eso me hacía muy mal porque estaba laburando, no estaba afanando. Laburando cuando tenía pibes y una familia con la muy mala costumbre de comer las cuatro comidas diarias. En esa misma época, una tarde me tomé el 293. El chofer me mira y me dice: Flaco, vos no pagas. Le digo gracias y me mira diciendo ¿No me reconoces, no? La verdad, era que no. Ahí me dice que era el Negro Ricardo Urán, compañero en los comienzos de mi carrera. El Negro estaba manejando un colectivo y me miraba con verguenza, como diciendo que jugamos juntos al fútbol y hoy estamos acá. Ese es el drama de no poder superar la mirada del otro. Si fuera por nosotros mismos sería un me fue mal y a la mierda, pero la mirada del otro o la concepción del éxito que tiene el otro es lo que hace mal”.

* Lamadrí, El Renacido, es editado por Ediciones Al Arco.

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