El 27 de diciembre de 1985 fue una noche inolvidable para una generación de hinchas racinguistas. Luego de igualar 1 a 1 ante Atlanta en el estadio Monumental, la Academia regresaba a Primera División luego de dos años en el ascenso. El recuerdo de varios de sus protagonistas en Abrí la Cancha.
Por Carlos Aira
Pasadas cuatro décadas y ante nuevas realidades, aquellos días de Racing en la B no solo parecen lejanos, también irreales. Seguramente sea así, porque la vieja Academia del fútbol argentino tan solo transitó dos años en la segunda división, pero aquel primer lustro de la década del 80 fue terrible para Racing. A partir de 1981 se fueron concadenando situaciones deportivas – y sobre todo extradeportivas – que determinaron el descenso de Racing a Primera B el 18 de diciembre de 1983.
En el verano de 1984, la Comisión Directiva de Racing Club afrontó la necesidad de constituir un nuevo plantel que devolviera al club a la Primera División. Estaba muy presente el paso arrollador de San Lorenzo por la categoría en 1982. Pero la realidad era distinta: en la caja fuerte de la Avenida Mitre 934 no había recursos para grandes contrataciones. El nuevo entrenador de Racing fue Jorge Castelli, reconocido preparador físico de los exitosos equipos del Toto Lorenzo en la década del 70. Por pedido del entrenador, los juveniles campeones del Proyección 86 fueron enviados a préstamo. El campeonato de Primera B se jugaba con hombres. Fue así que llegaron a Racing jugadores con más pasado que presente: Miguel Ángel Brindisi, Daniel Severiano Pavón, Carlos Squeo – que fue parte en sus inicios del Racing de José – Jorge Ubaldo Traverso, Horacio Cordero – con paso en el club a mediados de los 70s -, Raúl Grimoldi, José María Suárez y Alberto Jesús Benítez, entre otros.
Racing comenzó la temporada con una victoria ante Los Andes en un estadio de Vélez Sársfield colmado. La ilusión inicial pronto se transformó en un vía crucis. Como le señaló el Cholo Pavón a Abrí la Cancha: «No teníamos jugadores para la categoría. La hinchada me quería mucho, pero era muy feo que me tomara como ejemplo cuando le pedían a mis compañeros que pusieran huevos«. Pronto, el sorprendente Deportivo Español de los golazos de Donaires construyó una campaña colosal y Racing se vio obligado a pelear por el octogonal. Luego de una derrota ante Colón en Avellaneda, Castelli dejó su cargo. La silla eléctrica la ocupó un ídolo del club: Mario Agustín Cejas.
Racing se metió en el reducido. Primero pasó, con dificultad, a Deportivo Morón. Luego le tocó enfrentar a Lanús en la semifinal. Quedará en el recuerdo el partido suspendido en la Visera de Independiente, la reanudación en Atlanta y el arbitraje de Emilio Misic. Racing tenía que disputar dos finales ante Gimnasia y Esgrima La Plata, pero el Racing modelo 84 no tenía más aire en el fuelle y cayó 3 a 1 en Avellaneda y 4 a 2 en La Plata. Las finales ante Gimnasia fueron una humillación para los hinchas de la Academia que debían disputar una nueva temporada en la B.
«El gran problema de Racing en aquel primer año en la B fueron las presiones. Estaba Juan D´Stéfano al frente del fútbol del club. Un tipo que sabía mucho, pero cuando perdíamos la barra ingresaba al vestuario y salíamos como si fuéramos delincuentes. La pasamos mal. Muy mal en varias oportunidades. Nunca olvido que nos esperaba el micro en la puerta de la casa de Tita y nos tirábamos adentro porque la gente nos estaba esperando. Por eso digo que la pasamos muy mal aquel año porque eran muchas las presiones, las cosas no salían y terminamos perdiendo el ascenso en aquellas finales contra Gimnasia», recordó Italo Ortiz en Abrí la Cancha.
Por su parte, Jorge Acuña, campeón del Proyección 86 e inédito en aquel 1984 aún recuerda con dolor: «Racing no fue cuidado por los dirigentes. En el 84, en la B, Jorge Castelli en vez de jugársela por los pibes del club trajo veinte matungos. Algunos habían sido grandes jugadores, pero todos lentos».

Para 1985, la Comisión Directiva de Racing Club cambió la estrategia. Ratificó a Mario Agustín Cejas, se deshizo de gran parte del plantel de 1984 y armó un equipo con los mejores jugadores de la B. El fútbol de los sábados no era un tema de jerarquía en Primera A, sino de conocer la categoría. A partir de esa decisión – y tal vez sin saberlo – Racing armó la base del equipo que años más tarde obtendrá la Supercopa de 1988. Desde Deportivo Morón llegó un 10 que tenía un guante: Miguel Ángel Colombatti. Desde Defensores de Belgrano llegó otro zurdo que había sido sensación en 1984: Walter René Fernández. Racing fue a buscar a Lanús a Néstor Sicher y Horacio Attadía. Desde Uruguay llegaron Washington Olivera, Washington González y Carlos Vázquez. También el veterano defensor Víctor Longo.
A pesar de la experiencia que tenían los jugadores, la parada era bravísima: los hinchas no aguantaban una nueva frustración. Walter Fernández recordó en Abrí la Cancha: «Racing estaba devastado y el año anterior había sido muy frustrante. Se notaba en la cara de los muchachos que pasaron por esa situación. Pero todos nos pusimos a la altura de los acontecimientos». Por su parte, Horacio Attadía nunca olvidó su primer encuentro con el Cilindro: «Cuando llegué a Racing lo primero que me dijeron fue que el túnel era larguísimo y que iba a sentir escalofríos. Yo no lo creía, pero era así: el túnel es interminable y sentí escalofríos».
Si en 1984 fue el año de Deportivo Español, la temporada de 1985 será de Rosario Central y sus pitufos. El equipo rosarino lideró el campeonato de comienzo a final. Racing tuvo un equipo más competitivo que en 1984, pero la diferencia estuvo en las tribunas. Las apretadas estuvieron de la barra brava eran cotidianas. Camote Acuña aún recuerda: «En aquel 1985 la hinchada entraba al vestuario a pelear. Ellos eran 20 y nosotros 30«. El durísimo Víctor Longo recordó en las Charlas de Vestuario de Abrí la Cancha: «Racing estaba en la B y tenía que ascender, pero en un momento las cosas no salieron. Luego de un partido, la hinchada entró al vestuario. El asunto se puso muy tenso, mis compañeros se achicaron, pero yo copé la parada. A mi me gusta el boxeo y tengo más peleas que Carlos Monzón. Me acerqué al capo y le ofrecí pelearme mano a mano. La cuestión es que no hubo pelea y desde ese momento mis compañeros perdieron el miedo».

Mario Agustín Cejas dejó la conducción del equipo luego que la barra amenazara a una de sus hijas. La directiva buscó a Cayetano Rodríguez, un entrenador muy ligado a César Luis Menotti. La experiencia no fue la mejor. No solo porque no llegaron los resultados, sino porque el entrenador dividió al plantel. Al igual que el año anterior, el objetivo de Racing era ascender a través del Octogonal. Luego de caer 1-2 ante San Miguel en Avellaneda, Rodríguez dejó la conducción del equipo. ¿Quién podía agarrar un fierro caliente como era la Academia en la B? Alguien recordó que Alfio Basile había dejado la conducción de Vélez Sársfield. ¿Le interesaría al Coco agarrar a un Racing en la B con la obligación de ascender? Por personalidad era el único que podía arriesgarse a tanto.
El 2 de noviembre de 1985 comenzó el segundo ciclo de Alfio Basile al frente del plantel profesional de Racing Club. Su primera experiencia había sido en 1977. Un equipo de figuras que terminó peleando por mantener la categoría. Esto era diferente. Junto al Coco estuvieron Carlos Babington y Rubén Panadero Díaz, como ayudantes de campo, y Julio Santella a cargo de la preparación física. Luego de caer 0-1 ante Argentino, en Rosario (tercera derrota consecutiva del equipo), Basile decidió que el plantel debía aislarse de todo hasta la finalización del reducido. La directiva consiguió que SETIA le brindara durante 40 días su predio en Ezeiza. Hacia allí fue Racing en un retiro espiritual y deportivo en búsqueda del ascenso.
Néstor Sicher recordó la importancia que tuvieron esa concentración: «Para el grupo fueron fundamentales los 40 días de concentración en Ezeiza mientras duró el octogonal. Salvo el segundo partido ante Banfield, que terminamos pasando por mejor ubicación en la tabla, fuimos un equipo imbatible. Recuerdo que luego de perder con Banfield fuimos a cenar a Ezeiza. El Coco nos motivó como nunca. El equipo demostró en ese mes lo que tuvo que haber demostrado durante todo un año».
Las últimas fechas del campeonato de 1985 fueron para Racing una puesta a punto de cara al octogonal. En la 40° fecha goleó 3 a 0 a Deportivo Morón en Avellaneda, en la penúltima fecha igualó 1 a 1 ante Estudiantes en Platense y en la última fecha del campeonato, con varios titulares preservados, cayó 2 a 1 ante Nueva Chicago en casa.
Era momento de la verdad. En los cuartos de final, Racing debió enfrentar a Banfield. Basile armó un equipo con experiencia, salvo en el arco. Jorge Ubaldo Traverso, con sus 38 años, dejó la titularidad a Miguel Ángel Wirtz. El Turco le recordó en Abrí la Cancha: «En el primer entrenamiento en SETIA se me acerca el Coco, me pone una mano en el hombro y me dice: vos vas a ser el arquero titular de acá al final del octogonal. Ganemos o perdamos. Ese mes que estuvimos concentrados en Ezeiza fue fantástico para el grupo».
EL OCTOGONAL
El martes 3 de diciembre de 1985 comenzó el octogonal. En la Bombonera, Banfield recibió a Racing. Basile dispuso el siguiente equipo: Miguel Ángel Wirtz; Washington González, Víctor Longo, Gustavo Costas y Néstor Sicher; ítalo Ortíz, Horacio Cordero y Miguel Ángel Colombatti; Félix Orte, Daniel Severiano Pavón y Walter Fernández. Esa noche, Racing utilizó una camiseta de piqué con la publicidad de la aseguradora Fides, el primer sponsor del club en su historia. Racing ganó 3 a 1, con goles de Miguel Colombatti, Daniel Pavón y Félix Orte. Finalizado el partido, una emboscada realizada por la barra brava boquense en la Plaza Matheu desencadenó en el asesinato de Daniel Alejandro Souto, un hincha racinguista de solo 20 años. Un crimen impune.
La revancha se disputó el sábado 7 de diciembre de 1985. Un plantel lleno de cábalas vivió esa tarde una anécdota desopilante. El mediocampista Horacio Attadía aún se ríe cuando lo recuerda: «Cuando salíamos desde la concentración en Ezeiza hacia el estadio, el Pampa Orte le dice a Basile: «- Coco, mirá que no es el mismo chofer del otro día«. ¡Para qué! «- Si no es el mismo, no nos vamos«. El chofer se puso a llorar y Coco le dijo: – Mirá, llorá todo lo que quieras, pero con vos no vamos al estadio«. Nos retrasamos media hora, pero desde ese día hasta la noche del ascenso, siempre nos llevó al estadio el mismo chofer».
La tarde comenzó con sol y risas para la Academia. Racing se puso en ventaja por intermedio del Cholo Pavón. Parecía sentenciada la clasificación a la semifinal, pero los nervios afloraron, el cielo se nubló, comenzó la lluvia y los rezos. Banfield se puso 3 a 1 arriba y si llegaba un gol más, Racing debía quedarse un año más en la B. Cuando el árbitro finalizó el partido, un suspiro de alivio se hizo carne en todos los hinchas de la Academia: Racing pasó por la mejor ubicación en la tabla general.
El próximo rival en el camino de Racing era Quilmes, un equipo que tenía valores de la talla de Alberto Pascutti o Walter Parodi. Las dirigencias consensuaron disputar ambos partidos en el estadio de River Plate. El primer partido se disputó en la noche del miércoles 10 de diciembre. Racing ganó 2 a 0 con goles de Gustavo Costas y Daniel Pavón. El sábado 14 de diciembre, el equipo de Basile venció 3 a 1 con los goles de Horacio Cordero, Félix Orte y Washington Olivera. A diferencia del año anterior, cuando en la misma instancia del octogonal, Racing pasó a la final con mucha polémica, se veía a un equipo sólido y afiatado.
El octogonal de ascenso a Primera División ya tenía a sus finalistas: Racing y Atlanta buscarían un lugar en el fútbol de primera división reestructurado. A partir de 1986 ya no habría más campeonato Nacional (Se creaba una categoría nueva: el Nacional B) y comenzaría luego del Mundial de México con un calendario europeo y 20 equipos en la máxima divisional.
Luego de mucha discusión, la AFA decidió que ambas finales debían disputarse en el estadio Monumental. La primera final se disputó el sábado 21 de diciembre de 1985. Previo al partido, Walter Fernández y Daniel Pavón se pelearon en el vestuario. Una discusión entre tantas. Luego de unas piñas, el Coco Basile los reunió: «¿Ya está? ¿Ya se dieron el gusto? ¡Ahora salgan a ganar!». Racing con su camiseta de piqué y el chofer designado, goleó 4 a 0 a Atlanta, con goles de Walter Fernández (2), Miguel Colombatti y el Cholo Pavón. Racing acariciaba el regreso a Primera División. La ventaja parecía inalcanzable para la vuelta, pero un desconocido cambio reglamentario generó zozobra en el vestuario triunfador: en caso que Atlanta ganara la revancha, sin importar el resultado, habría tercer partido.
Queda una historia inconfesable. ¿Qué pasó en Atlanta? El expresidente Sergio Dalman apuntó y golpeó a varios jugadores de aquel plantel.

VIERNES 27 DE DICIEMBRE DE 1985
Para Racing era una obligación volver a Primera División. Desde temprano, una multitud embanderada en celeste y blanco llenó las tribunas populares del estadio de Núñez. Cuando Gustavo Costas, capitán del equipo, emergió del túnel una lluvia de papelitos recordó al Mundial 1978. Racing ante su historia y sus nervios. A los 18 minutos, Néstor Sicher se encontró con la pelota y remató hacia el arco de la Figueroa Alcorta. La pelota se metió en el segundo palo de Baglioni. ¡Gol de Racing! El propio Sicher recordó en Abrí la Cancha: «¡No sabía como festejarlo! Minutos después, el negro Millicay me partió la mandíbula cuando me iba para el segundo gol. En el entretiempo le digo al Coco de salir. Me fulminó con la mirada y nunca me voy a olvidar su respuesta: ´- Sicher, usted no sale ni muerto».
En el segundo tiempo, Atlanta igualó por intermedio del uruguayo Heber Bueno. Jugadores e hinchas vivieron media hora de angustia. Víctor Longo recordó esos momentos de angustia: «Ellos se nos venían. En un momento me acerco al banco y le digo: `– Coco, dejame hacer un poco de quilombo para frenar el partido`. El me respondió: `– Vos no hagas nada porque te rajan. Dejame a mí.´. Desde ese momento, el Coco hizo un quilombo bárbaro. Le paró varias veces el partido a Carlos Mastrángelo. En un momento se acercó un jugador de Atlanta y me dijo: `Que vivo que es el Coco…¡Mirá como frenó el partido!´. El Coco no hablaba mucho, pero era escuchado y respetado. Agarró el equipo que armó Mario Cejas y el profe José Valgoni, que hizo un trabajo espectacular. Al Coco lo conocía desde Huracán y siempre tuve una gran relación con él. Un tipo grande que sabía dar consejos».
Cuando Carlos Mastrángelo finalizó el partido una alegría inmensa se apoderó de los jugadores, el cuerpo técnico, dirigentes e hinchas. Racing volvía a Primera División. No lo hizo campeón, como lo requería su historia, pero a esa altura de las cosas, no importa tanto el cómo como el qué. Luego de la vuelta olímpica, el llanto y el desahogo siguieron las historias. Horacio Attadía recordó en las Charlas de Vestuario de Abrí la Cancha: «Luego de la final que ganamos a Atlanta me tocó el antidoping. Los pasillos del Monumental son eternos y tuve que dar toda la vuelta. En un momento veo una señora embarazada junto a su marido. Se me acercan y me doy cuenta lo que va a pasar. Se arrodilla delante mío y le digo: «- no vaya a hacer lo que pienso que va a hacer». Me dice: «- esto es lo más hermoso que me pasó en la vida». Se me aflojaron las piernas. Lo sigo pensando y no tiene precio«.
Por su parte, Miguel Wirtz también tiene un recuerdo muy vívido de aquel 27 de diciembre de 1985: «Cuando terminó el partido frente a Atlanta fue un delirio total. Recuerdo que salí corriendo hacia la platea y le tiro la camiseta a mi viejo. Una camiseta roja, gris y azul, parecía un chupetín. Era el único que usaba Adidas, por una cábala del Coco, el resto jugaba con una camiseta de piqué buenísima».

«Fuimos al predio a festejar. Y ahí aparecen los sinsabores. Antes de esa final hay elecciones y ganó Rinaldi. Juan D`Stéfano nos reunió y nos llevó al otro día en la sede, si ascendíamos yo me compraba un departamento en Belgrano a estrenar, ya que ibamos a cobrar la recaudación del partido En la sede, Juan nos dijo: muchachos, digan lo que quieran, hagan lo que quieran, tienen razón, a partir de mañana la nueva Comisión Directiva se hace cargo de la deuda. Nosotros recuperamos el dinero que pusimos con la recaudación y nos vamos».
Pasados los años, Walter Fernández no olvida la importancia de Mario Agustín Cejas: «Ese equipo fue una mezcla de sacrificio, talento y fútbol. Chicos que venían de abajo y aportaban lo suyo. Vos te podés imaginar que en una institución devastada no aparecen jugadores de categoría, sin embargo aparecieron esos muchachos y se formó un grupo increíble. Pero quiero destacar algo: al equipo que después triunfó entre 1986 y 1989 lo armó Agustín Mario Cejas. Después, Coco Basile le dio el toque que le tenía que dar».
27 de diciembre de 1985. La noche que Racing se reencontró con su historia. Pasaron 40 años. Para los racinguistas que le tocaron vivir esos días, un recuerdo tan sufrido como inolvidable.
Periodista y escritor. Autor de Héroes de Tiento y Héroes en Tiempos Infames. Conductor de Abrí la Cancha.





