Luis Alberto Escobedo tuvo la fortuna de realizar una gran trayectoria en el fútbol. El combatiente de Malvinas pasó por Abrí la Cancha donde relató su paso por Los Andes, Racing de Córdoba, Belgrano, Vélez y Temperley. También su experiencia en el Atlántico Sur y el día después de la guerra.
Por Carlos Aira (*)
SUEÑOS DE FUTBOL: «Nací en Santiago del Estero aunque a los cinco años vine junto a mi familia a Buenos Aires. Nos radicamos en Ingeniero Budge, cerca de Puente La Noria. Mi casa estaba pegada a una canchita de fútbol, asì que amanecía y me iba a jugar. Así estuve toda mi infancia y puedo decir que fui feliz jugando al fútbol».
MALVINAS 1982: «Hice todas las divisiones inferiores en Los Andes. En 1981 me tocó el Servicio Militar y en 1982 ya estaba para Primera. Me dieron la baja en marzo de 1982 y nunca me voy a olvidar aquel fin de semana del 10 de abril de 1982. Esa tarde jugaron Los Andes-San Lorenzo, que era la sensación de la B. Cancha de Independiente. Compré el diario y me enteré que mi compañía estaba acuartelada. En esos tiempos no había teléfonos y no tenía forma de comunicarme. Para hablar por teléfono tenía que caminar siete cuadras hasta un público. Llamé al cuartel y me enteré que era uno de los pocos conscriptos que aun faltaban sumarse. El lunes me presenté; me dieron ropa, armamento y el martes al mediodía viajamos al sur. No le pude avisar a mi familia. El jueves al mediodía nos dicen que a la noche viajábamos hacia las islas Malvinas y la medianoche del 15 de abril de 1982 pisé suelo mavinero. Siempre recuerdo el frío, la lluvia y el viento».
SOLDADO CLASE 62: “Hoy todos tenemos conciencia de la guerra. Tenemos conciencia y también nos sorprendemos. Todo el mundo se sorprende lo que pasa en Ucrania y nosotros la pasamos igual o peor, porque nosotros no teníamos donde cobijarnos; tampoco comida. Nosotros vivíamos en pozos, teníamos una única muda de ropa que se nos mojaba y se nos secaba en el cuerpo. Vivíamos en los pozos, la comida no llegaba”.
“Yo estaba en la entrada de la ciudad y más o menos me defendía, pero los pibes que estaban en primera línea la pasaron muy mal. A ellos no les llegaba nada porque el clima es muy hostil, el suelo es muy blando y los camiones no podían andar. Yo siempre digo acá a nuestra clase política no les interesa saber la verdadera historia de lo que pasó en Malvinas”.
EL MIEDO: “Sé lo que fue el miedo. En un lugar oscuro estuvimos 150 soldados durmiendo, y a las 5 de la mañana te despierta un antiaérea, los bombazos, los aviones. No sabes para dónde correr. Si gritar por tu vieja o tu viejo, cargar el arma y querer disparar. Nosotros tuvimos que pasar de ser adolescentes a adultos. Ese 1º de Mayo donde atacaron por primera vez fue inolvidable. Desde que el 2 de Mayo nos enteramos que murieron muchos pibes con el Belgrano, fueron todos golpes muy duros y tuvimos que sobreponernos. Ser hombres como sea. Porque el miedo te hace ser hombre”.
PROCESO DE DESMALVINIZACION: “Los primeros años posteriores a la guerra no existieron leyes que beneficiaran a los veteranos. Los primeros diez años fuimos ignorados por la democracia. Una democracia que regresó en 1983 gracias a la muerte de los compañeros que quedaron allá. Pero aquellos primeros diez años fueron de total abandono estatal. Había chicos que no podían decir que eran veteranos de guerra y se terminaron suicidando. Yo tuve la suerte de trabajar en el fútbol y poner mi cabeza allí. En 2000, cuando abandoné el fútbol, empecé a trabajar en la función pública y no me dejaban usar la computadora y todos me miraban raro porque era ex combatiente de Malvinas. Increíble».
«Argentina se debe una educación y una política donde los chicos sepan que pasó en Malvinas. Las futuras generaciones deben saber que hubo unos militares de escritorio, unos hijos de puta, disculpen la frase, que nos mandaron a la guerra. También existieron políticos hijos de puta que no les interesó saber que sucedió en Malvinas».
DISCUTIR MALVINAS: “Hubo homenajes donde los presidentes no fueron. Los últimos presidentes no fueron a los actos. Hay que cambiar la mentalidad Argentina en el tema Malvinas. Por eso abogo para que haya una política de Estado para que las escuelas enseñen que es Malvinas. No es difícil porque la historia está viva. No tienen que esperar que nosotros, los ex-combatientes, para que alguien pueda contar lo que nosotros podemos contar”.
CENSURA: “No se puede creer que se hayan censurado la mayoría de los videos argentinos durante la guerra. Lo que se ve hoy, en su mayoría es inglés. La realidad es que la Junta no quería que se sepa como estábamos nosotros allá. Los primeros días que decían que se iba a arreglar diplomáticamente nosotros sabíamos que la flota venía y venía con todo. Siempre recuerdo que escuchaba Radio Colonia en mi pozo porque un compañero tenía una radio Spica. Mientras las radios argentinas decían que ibamos ganando la guerra, la realidad la escuchábamos por una radio uruguaya: nos estaban cagando a bombazos».
EL PUEBLO LOS ABRAZA: «Durante diez años nunca hablé de Malvinas. Es más, hubo compañeros del fútbol que no sabían que no eran veteranos de guerra. Las entrevistas y la visibilidad comenzaron en los 90s, con las escuelas de periodismo deportivo. Ahí comenzó a conocerse mi historia y comprendí que era una persona pública. ¿Cómo no voy a hablar? Si yo no hablo, no habla nadie. Nadie se enteraría que pasó en Malvinas. Así que comencé a hablar…»
MUNDIAL 82: “Tuve la posibilidad de hablar con dos o tres muchachos que fueron parte del Mundial de España. Una vez también habló el Diego y varios jugadores brindaron su punto de vista. Lo que pasa es que nos tenemos que retrotraer a esos tiempos. Había un solo canal de televisión, no había noticias y no se sabía que estaba pasando”.
“Los muchachos pensaron que lo mejor era ir al Mundial. Yo los comprendo porque acá se jugaba el fútbol en todas las categorías. Pero la realidad es que nuestra Selección fue a jugar un Mundial mientras estábamos en una guerra. Lo pensás y decis que es una locura. Como se contrapone con todo lo que sucede hoy donde los países bloquean a Rusia y hacen todo lo posible, pero cuando nosotros estuvimos en Malvinas, nada. Absolutamente nada”.
POSGUERRA: “Cuando volví de Malvinas abandoné el fútbol un tiempo. Cuando vine no vine bien, por lo que me cuenta el médico del club de Los Andes y mis amigos. Solo quería trabajar para sacar a mis viejos del lugar donde estábamos que cada vez que caían tres gotas nos inundábamos y perdíamos todo. No quería jugar más al fútbol pero sucedió algo inédito. Mi viejo me hinchó para ir a ver San Lorenzo-Los Andes en cancha de Vélez. Segunda rueda del campeonato. Fuimos a la cancha y me agarró nuevamente el gustito por el fútbol. En la semana volví al club. Lo que vino después fue vertiginoso, porque comencé a entrenar y a los quince días debuté en Primera«.
LOS ANDES: «Volver al fútbol fue lo mejor que me pasó. Un vestuario son diez psicólogos juntos, porque en un vestuario tenés un montón de personalidades, clases sociales y pensamientos. Tenés diez millones de cosas, pero cuando salís a la cancha, estamos todos juntos. Mis compañeros no me preguntaban porque yo no hablaba. Sabían mis amigos más íntimos, como José Tiburcio Serrizuela, que es como mi hermano. Ellos sí sabían, pero no me preguntaban por la guerra. En Los Andes hicimos una gran campaña en 1983. Estuvimos muy cerca del ascenso, pero perdimos aquella final ante Chacarita que terminó en una batalla campal».
BELGRANO DE CORDOBA: «Los Andes no me quería vender. Me vinieron a buscar Independiente y Argentinos Juniors, pero los dirigentes pedían fortunas. Me vinieron a buscar tres veces de Colombia. En la última, ya me habían sacado pasaje para ir a Bucaramanga, pero me agarró el Negro Jorge Marchetta y me dijo: «Luis, no te vayas a Colombia que te llevo a Belgrano de Córdoba que vamos a hacer un campañón«. Armamos un equipazo, con José Luis Villarreal, Germán Martelotto y el Negro Céliz, entre otros compañeros. En esos tiempos, la mayoría de los clubes tenían buenos equipos y nosotros perdimos una final increible de ascenso contra Banfield«.
PEDRO JORGE MARCHETTA: «Una lástima su fallecimiento. El me conocía de Los Andes, pero el club nunca me vendía. Entre 1983 y 1986 me pidieron Platense, Vélez, Talleres de Córdoba, pero nunca me vendían. Por suerte apareció Marchetta, quién era de Lomas de Zamora, convenció a los dirigentes, y me llevó a Córdoba. La pasábamos tan bien en las prácticas que no queriamos volver a nuestras casas. Nos pasábamos el día en el club. Eramos una verdadera familia. Nunca voy a olvidar las charlas técnicas del Negro. Eran tan graciosas y profundas que salías a la cancha y te querías comer a todo el mundo».
RACING DE CORDOBA: “Lo de Racing de Córdoba se dio por José Tiburcio Serrizuela, mi hermano. Año 1987. Me habían ido a buscar Mandiyú de Corrientes. Fui a Belgrano a buscar mi pase y me encuentro debajo del micro con Serrizuela. Me agarró y me llevó a firmar con Racing de Córdoba en Primera División. Se armó un lindo grupo con Raul Chaparro, el Araña Amuchástegui, Omar Joaquín Cabral, el Gallo Ferreyra y José María Bianco. Un montón de jugadores que no teníamos mucha suerte, pero peleamos por mantener la categoría y lo logramos en un desempate ante Unión de Santa Fe. Siempre recuerdo con cariño a Racing de Córdoba porque me permitió jugar en Primera División, que es un privilegio en Argentina«.
VELEZ SARSFIELD: «Luego de la buena campaña con Racing de Córdoba, varios clubes querían mi pase. Recuerdo ir a AFA el último día antes del cierre del pase. Los dirigentes de Racing tenían acordado todo con Huracán, Argentinos Juniors y Estudiantes de La Plata. A uno de esos tres clubes iba a ir. Pero yo quería ir a Vélez, porque estaban armando un equipo con verdaderos monstruos del fútbol. Al final me quedé en AFA hasta que llegaron los dirigentes de Vélez y firmé con ellos. La alegría que tuve aquella noche fue increíble. Pero también tuve mi primer gran problema: tenía un Fiat 600 que el asiento de acompañante era un cajón de cerveza. Era tanta la verguenza que lo dejé a cuatro cuadras del estadio y llegué caminando con mi bolsito. Nunca me olvido que me atendió el Coco Basile. Me temblaba todo. Llegué a la utilería y me dieron botines de lluvia y para piso seco. Zapatillas, medias y pantalón. Llegar a Vélez era llegar a otro mundo«.
“En Vélez tuve de compañero al Cholo Simeone. Un pibe de 18 años que tenía el futuro que todos veíamos. Nunca me olvido de las concentraciones. Compartía habitación con un fenómeno como Carlitos Ischia. El me preguntaba mucho de Malvinas, pero aparecía Cholo Simeone y todo se descontrolaba. El me cargaba todo el tiempo porque era el más pibe del plantel junto a Adrián Gallego. Me hacían enojar a mí, pero también al Pato Fillol. Siempre recuerdo que Simeone, cada vez que le hacía un gol en una práctica, se lo gritaba y el Pato se volvía loco. Un plantel de cracks porque no solo estaban Fillol, Ischia y Simeone. También estaban el Flaco Gareca, Osvaldo Coloccini y Juan Gilberto Funes, con quien hice una amistad muy grande. Juancito era una bestia, pero era el pibe más bueno del mundo. Yo siempre recuerdo de aquel plantel de estrellas un gesto inolvidable cuando vinieron al cumpleaños de mi hija en Ingeniero Budge. Yo pensé que nadie iba a ir y fueron todos. Esas cosas hablan de la clase de gente que eran. Eran todos estrellas pero no habían perdido la humildad».
TEMPERLEY: “En 1996 había dejado el fútbol. Había sido ayudante de campo de Ricardo Calabria en El Porvenir hasta que en un entrenamiento faltó un central, jugué y lo hice muy bien en esa posición. De inmediato, Ricardo me obligó a firmar contrato. ¡Y eso que era su ayudante de campo!. Después de El Porvenir me vino a buscar Temperley por intermedio de Ricardo Caruso Lombardi. Hice una práctica y gusté, pero al otro día la hinchada apretó a Caruso. Yo estaba muy identificado con Los Andes y no podía jugar en Temperley. Pero Caruso se la bancó porque días atrás habiamos jugado un amistoso ante Ferro y fui Cafú. Así que los directivos me obligaron a firmar contrato. Al principio fui muy resistido, pero con los partidos todo cambió. Hasta fui capitán del equipo. Un día vinieron a verme de la hinchada y me dijeron: ‘había alguien que no queríamos porque era la contra y hoy es nuestro’. Me nombraron a mi, me puse contento. Jugué en Los Andes y en Temperley donde me trataron muy bien”.
PIE DE TRINCHERA: “Los últimos años en el fútbol fueron muy duros porque en invierno el dolor en los pies era insoportable. El famoso Pie de trinchera. Estar dos meses con los pies mojados en el fango los terminan castigando. Durante toda mi carrera, al final de los primeros tiempos era necesario que me masajeen los pies para revitalizarlos. Hoy juego en el senior de Los Andes, Independiente y All Boys. También en la Selección Argentina Supersenior. Soy un privilegiado porque tuve una trayectoria en el fútbol y soy una persona pública. Hubo muchos veteranos que no pudieron encontrar trabajo. Otros tomaron la drástica decisión de suicidarse. Por eso espero que se sepa que pasó con nosotros, los soldados de Malvinas».
(*) Periodista / Conductor de Abrí la Cancha
Desgrabación realizada por Carolina Ocampo.