Eduardo Commisso pasó por las Charlas de Vestuario de Abrí la Cancha. Símbolo del Independiente copero de los 70s, dejó su testimonio sobre aquellas copas, los equipos de su época y el secreto del éxito de un Independiente para todos los tiempos.
Por Carlos Aira
SUEÑOS DE FUTBOL: «Cuando era pibe me encantaba el fútbol. Jugaba todo el día en la calle con la pelota de goma. Era algo que me fascinaba. Armábamos equipitos entre cuadras y eran increíbles. Hacíamos rifas para comprar pantalones, camisetas y medias. Una infancia inolvidable en Crucesita, calle Florencio Varela, a tres cuadras de Mitre».
«En esa época existían los buscadores de jugadores por las calles. Una tarde estábamos jugando y apareció un señor llamado Luis, delegado de Independiente. Se quedó mirando el partido y cuando terminó me llamó para preguntarme si me gustaría ir a Independiente. Yo le dije que sí, pero era solo un pibito. Este hombre tocó el timbre de casa y le preguntó a mi papá, que por suerte, no tuvo ninguna objeción. Arranqué en la Novena y siempre recuerdo qué, cuando llegué al club, me tuvieron que enseñar todo de nuevo porque no tenía la más pálida idea de fútbol organizado. Lo mío había sido todo en la calle«.
ADOLFO PEDERNERA Y EL DEBUT EN PRIMERA: «Yo tuve grandes maestros, pero hubo uno que me marcó mucho. No solo en lo deportivo, sino también en lo humano y fue Adolfo Pedernera. El dirigía la Primera, pero siempre veía el trabajo de inferiores. Una tarde me pidió para entrenar con Primera. Estuve algún tiempo entrenando y en la práctica del jueves me puso de 4 con el equipo titular. El día sábado por la mañana mi nombre apareció, por primera vez, en la pizarra de concentrados. ¡No lo podía creer! Mi corazón latía a mil. Vuelvo a casa y nadie lo podía creer. ¡Iba a debutar contra River y marcando a Pinino Más! Siempre recuerdo que concentramos en el hotel Palace de Constitución. Nunca olvido una lección de aquella tarde. Antes de comenzar el partido se me acerca Pinino y me dice: ‘Pibe, jugá tranquilo´. ¡Qué pillo, Pinino! Yo creí que lo decía para tranquilizarme, pero en verdad me lo dijo para que no le pegue ninguna patada!. Ese día jugamos en cancha de Racing y ganamos con gol del Chivo Pavoni. Una pelota bombeada que el arquero pareció agarrarla y se le metió para adentro».
CAMPEON 1970 Y 1971: «Debuté en aquel 1969 y al año siguiente me consagré campeón del Metropolitano. Un campeonato que ganamos muy bien. Al año siguiente definimos en la última fecha. Un mano a mano contra Vélez. Ellos tenían un punto más y en la última fecha definían en su estadio contra Huracán. Nosotros recibíamos a Gimnasia. Siempre recuerdo que ese partido lo jugamos pensando en el resultado de Vélez. Cuando nos enteramos que Huracán dio vuelta el partido y salimos campeones fue un festejo increíble. Muy, pero muy intenso».
«Aquel equipo de Independiente tenía un caudillo que era José Omar Pastoriza. Un hombre extraordinario. Nunca me voy a cansar de repetir que era un líder nato. Por su presencia, su forma de ser dentro y fuera de la cancha. Una persona completa en todos los aspectos. En aquel 1971 él era Secretario General del gremio y nos llevó a una huelga. Nosotros peleábamos el campeonato y podíamos perder el título. Confiábamos tanto en él que nos plegamos a la huelga sin preguntar mucho más«.
UNA DEFENSA DE FIERRO: «En 1971 llegaron el Zurdo López y Pancho Sá. Se conformó la defensa conmigo, Miguel Ángel López, Francisco Sá y Ricardo Pavoni. Jugamos tantos partidos juntos que nos conocíamos de memoria. El Zurdo gritaba ´Fuera todos´y sabíamos que el rival quedaba en off-side. Una defensa increíble donde alternaba también el uruguayo Luis Garisto»
«El fútbol se jugaba de otra manera. Con wines y un 9 bien de área. Hoy, el fútbol tiene miles de variables y casi no se juega con posiciones fijas. El fútbol de mi época era más franco y encima había punteros impresionantes. Yo era un lateral de marca, porque en mi época era casi imposible pensar en carrileros. Te doy un ejemplo, si enfrentaba a Juan Ramón Verón no podía irme al ataque de ninguna manera porque si quedaba pagando recibíamos un gol seguro».
«Había excelentes wines. Enzo Ferrero fue el más dificil de marcar. Tenía la misma particularidad que Daniel Bertoni: podía arrancar con ambas piernas. Podían enganchar para adentro o para afuera porque manejaba ambos perfiles».
EL CORAJE DEL INDEPENDIENTE COPERO: «Nosotros armamos un grupo que podía jugar en casa o afuera de la misma manera. Nunca cambiamos el estilo. Podíamos enfrentar a grandes rivales, como Peñarol, Universitario de Lima o Sao Paulo, pero siempre jugábamos igual. Esa fue la gran clave de aquel equipo«.
«No era nada sencillo jugar en el Centenario contra Nacional o Peñarol. La Copa Libertadores siempre tuvo cosas que la hacían compleja. Nunca olvido que en 1973 nos tocó enfrentar en la final a Colo Colo. Fue en el tiempo que Augusto Pinochet llevó adelante el golpe. Llegamos a Chile y era todo un despiole. Recuerdo que no nos dejaban salir del hotel a caminar. Cuando terminó el primer tiempo, no nos dejaron entrar al vestuario y nos tiraban gas. Así y todo, salimos airosos aquella noche y llevamos la serie a un tercer partido donde ganamos la Libertadores. Para ganar aquellas copas no sólo había que tener buen fútbol: había que tener mucho coraje. Para eso se necesitan hombres que se hagan respetar ¡Y nosotros nos llevábamos por delante a todos!«.
«Nosotros teníamos una forma de jugar. Un bloque tremendo. Pero necesitás un preparador físico y un técnico que te ayude. En el fútbol nada es lógico. Nunca se habla de ellos, pero quiero remarcar a dos preparadores físicos que tuvimos que fueron espectaculares, como Jorge Daguerre y el Profesor Álvarez, y técnicos con la experiencia como el Bocha Maschio, Pedro Dellacha o Pipo Ferreiro. Ellos te daban ubicación para moverte, pero quiero remarcar el gran trabajo de los profesores«.
«Aquel Independiente jugaría hoy. Nosotros jugábamos en canchas que tenían campos de juego terribles. Las pelotas y los botines eran pesadísimos. Yo creo que recontra jugaríamos en esta época. Tal vez nos costaría adaptarnos al VAR. Hablando con el Chivo Pavoni llegamos a la conclusión que hay algo insólito en todo esto. Los árbitros miran y no se definen. En cinco minutos te bajaron las pulsaciones y te termina sacando de partido. Para mí, el fútbol tenía que haber seguido como antes».
«Otra clave de aquel equipo fue la buena comunicación con la Comisión Directiva. Cada uno arreglaba su contrato, pero cuando había que discutir premios armamos un grupo que discutía con los directivos. Por lo tanto, estábamos en permanente contacto con la directiva. Con tantos títulos de por medio significó que pudiéramos solucionar la relación cotidiana con los directivos».
LOS DUELOS INTERCONTINENTALES DE 1972 Y 1973: «El único equipo que superó a aquel Independiente fue el Ajax de Ámsterdam. Era un equipo completísimo que jugaba en toda la cancha. Cuando jugamos la final de la Intercontinental de 1972 tuvimos un adelanto de lo que fue la Naranja Mecánica en el Mundial de 1974. Nosotros nos repartíamos marcas, pero era tanta la movilidad que quedábamos desorientados. Nos sorprendió el fútbol total».
«Tuvimos revancha en Roma, en la final de la Intercontinental de 1973 contra Juventus. Partido único y fuimos nosotros lo jugadores que decidimos viajar porque queríamos la copa. Teníamos todo en contra. Siempre recuerdo que los únicos que nos alentaron fueron los marinos de la Fragata Libertad, que estaban de paso por Roma. Esa tarde el Bocha hizo un golazo y creo que allí comenzó toda la gran carrera de Ricardo Bochini«.
BOCHINI Y BERNAO: «Nosotros veíamos en la práctica que era habilidoso. Una habilidad extraña, porque no sabía cabecear, no le pegaba fuerte a la pelota y era lento, pero tenía un don: te enfrentaba y siempre te sacaba para el lado de la pierna que tenías apoyada. Te dejaba pagando siempre porque no te podías dar vuelta. El Bocha era muy simple y con otro don: no gambetaba nunca para los costados, siempre para adelante. Encaraba y metía goles. Reitero, no pateaba fuerte, pero metía goles».
«Me encantaría que la platea de Independiente tenga el nombre de Raúl Emilio Bernao. Era un jugador excepcional. Un hombre muy bien ubicado y un jugador sensacional. Nunca olvido un partido frente a Boca Juniors, en 1970. El partido se jugó a la mañana. Nosotros decíamos que no iba a ir nadie y estaba lleno el estadio. Ese día Bernao le pegó un baile increíble a Silvio Marzolini. Lo pasaba por adentro y afuera. Hizo todo lo que tenía que hacer un wing. El Gráfico lo puso en la tapa y lo calificó con 10. Nunca volví a ver algo igual«.
Periodista y escritor. Autor de Héroes de Tiento y Héroes en Tiempos Infames. Conductor de Abrí la Cancha, por Radio Gráfica. Premio Jaureteche 2021 a la Investigación Periodística.