Manchester, 16 de octubre de 1968: la noche que Estudiantes conquistó el mundo

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El festejo en Manchester: Estudiantes de La Plata campeòn del Mundo. El equipo de Zubeldìa dividió al fútbol argentino.

El 16 de octubre de 1968, Estudiantes de La Plata conquistó la Copa Intercontinental. El fútbol argentino se consagraba campeón en la cuna de quienes reglamentaron el fútbol. Un equipo tan gigante como polémico que aquella noche no dejó dudas y por eso conquistó el mundo.

Por Carlos Aira

 

Ángeles o demonios. El Estudiantes de Zubeldía, como lo bautizó el saber popular. Amado u odiado. El anti-fútbol para unos; revolución de laboratorio, para otros. Su principal detractor fue el periodista Dante Panzeri. El ex-director de El Gráfico sentenció: «Estudiantes es la representación de la violencia para el lucro aplicada al fútbol”; “Insisto en llamarlo asociación ilícita para producir resultados lícitos” o “Es un imperio de la ilegalidad futbolística«. Desde otro lugar, más sensato, Osvaldo Ardizzone escribió: «A Estudiantes no lo perdonan ni repartiendo estampitas«.

 

 

Los años 60s fueron de profundos cambios. Si lo fueron en la sociedad, ¿Por qué no lo iban a ser en el fútbol? El llamado Desastre de Suecia 1958 motivó el surgimiento de entrenadores que priorizaron lo táctico por sobre lo técnico. Uno de esos entrenadores fue Osvaldo Zubeldía.
El Huevo Zubeldía nació en Junín. Surgió en Vélez, pasó por Boca Juniors, Atlanta y Banfield. Profundo estudioso del juego y su reglamentación. Comenzó su carrera de entrenador en forma curiosa: jugaba los sábados para Banfield en Primera B y los domingos se ponía el buzo de entrenador bohemio. Año 1960. Al año siguiente, con dedicación completa a la conducción de Atlanta, comenzó a experimentar sus proyectos. La prensa bautizó su arsenal como Laboratorio. Zubeldía entendía que el futbolista desconocía el reglamento. Por otra parte, daba ventajas al no trabajar adecuadamente los partidos. En su primera experiencia tuvo como socio principal al profesor Adolfo Mogilevsky. ¿Pero que era el laboratorio? Un trabajo inédito: entrenamiento doble turno y jugadas preparadas hasta el hartazgo, incluida una que parecía tomada de un libro de ciencia ficción: córners a pierna cambiada al primer palo. Aquel Atlanta 1961 sorprendió a propios y extraños con dos características tácticas: el regreso del wing ventilador y el off-side como sistema.
Zubeldía recordó de su paso por Villa Crespo: “En Atlanta comencé a trabajar con pelota parada y tomaba para aquellas jugadas a Carlos Griguol, Luis Artime y Gonzalito. Me decían que estaba loco, pero yo había visto en Europa que esto era común. Pero mis convicciones me llevaron a seguir con lo mío”; sobre la jugada del off-side, explicó:  La jugada de offside nació por una explicación de un colaborador. La ponían en práctica los checoslovacos y decidí mirar varios videos para analizarla. Cuando la asimilé, se las conté a los jugadores. Les pregunté si se animaban a practicar y la mayoría dijo: ‘Si la hacen los checoslovacos, nosotros también podemos’. La primera vez que pusimos en práctica el offside fue de noche, y en cancha de Atlanta. La habíamos trabajado mucho. Debían salir primero los marcadores de punta, ya que si lo hacían los centrales y alguno quedaba pegado, era gol seguro».
Luego de una gran campaña en Atlanta, Zubeldía llegó a Estudiantes. Asumió la conducción el 13 de enero de 1965. Los platenses habían acariciado el descenso en los años anteriores. En 1 y 55, Zubeldía perfeccionó su trabajo iniciado en Atlanta. Cinceló el equipo que quería. Subió una docena de juveniles de la Tercera División campeona: Alberto Poletti, Eduardo Flores, Eduardo Luján Manera, Oscar Malbernat, Carlos Pachamé, Hugo Medina y Juan Miguel Echecopar, entre otros. Zubeldía se quedó con un juvenil muy castigado por la tribuna pero con pasta de crack: Juan Ramón Verón; y pidió dos laburantes del ascenso: Carlos Salvador Bilardo y Hugo Spadaro.
En aquel 1965, el Zorro juninense escribió su libro: Táctica y Estrategia en el Fútbol. Un compendio de canchas y movimientos tácticos en el cual colaboró Argentino Geronazzo. En este libro plasmaron conceptos que pronto revolucionaron al fútbol argentino. En tiempos donde el 4-2-4 brasileño se llevaba todos los aplausos, Zubeldía escribió: «No nos convence el desdén brasileño por el medio campo«. En una entrevista a la revista Primera Plana, Zubeldía explicaba: “si bien pretendemos que el libro sea una ayuda para el técnico, nuestra mayor aspiración es que lo lean con avidez tanto los jugadores como los hinchas: penetrar en los fundamentos tácticos es la única manera de hacer que el fútbol argentino vuelva a figurar entre los mejores del mundo”.
Zubeldía le entró al plantel con ejemplos. En un frío amanecer de 1966, todo el plantel fue citado en el hall central de Plaza Constitución. El entrenador obligó a sus jugadores a observar a las personas con la obligación de estar en silencio. Luego de dos horas reunió a sus futbolistas y les dijo: “Querían que vieran esto. Gente que debe trabajar mucho y seguro ganan poco. A veces hacen cosas que no les agrada y ustedes juegan por placer y además ganan dinero. Si hacen caso, son buenos profesionales, serán famosos”.

 

Estudiantes de La Plata, campeón del Metro 1967, rompió la hegemonía de los grandes en el profesionalismo porteño.

 

Aquel equipo pincharrata se compenetró con el éxito hasta las últimas consecuencias. El único objetivo era ganar. Un equipo absolutamente combativo. A Zubeldía no lo acompañó el profesor Mogilevsky y fue el turno de Jorge Kistenmacher. Pretemporada ganando fuerza en los médanos de Necochea. Concentración y trabajo triple turno en el country de City Bell. Allí trabajaron hasta el hartazgo pelota parada y el off side con la cual desmoralizaban al rival. Zubeldía obligó a estudiar el reglamento como ningún otro equipo lo había hecho. Así llegaron al ansiado éxito: campeón Metropolitano 1967. El primer no-grande en consagrarse luego del cisma de 1931. Aquel equipo partía de un 2-2-2-2-2 diseñado por Zubeldía y Geronazzo.  La clave era ganar, si o si, el mediocampo. El talentoso Raúl Madero pasó a la cueva junto al durísimo Aguirre Suárez. Mas adelante, Carlos Bilardo y Carlos Pachamé trajinaban y destruían. Néstor Togneri – desde 1968 –  se encargaba de la marca personal si era necesario. Marcos Conigliaro, Felipe Ribaudo y Juan Ramón Verón, los goleadores.
Aquel Estudiantes se consagró campeón de la Copa Libertadores de 1968 luego de superar a Independiente en la fase de grupos; disputar tres batallas ante Racing Club en semifinales y derrotar al Palmeiras en las finales. Ahora era momento de la Copa Intercontinental.

 

COPA INTERCONTINENTAL 1968

 

Luego de ganar la Copa Libertadores, Estudiantes se preparó para un gran objetivo: la Copa Intercontinental. El rival sería el Manchester United. El equipo británico había derrotado en la final de la Copa de Campeones al Benfica portugués. Tenía en sus filas a tres grandes figuras como eran Bobby Charlton, Nobby Stiles – ambos campeones mundiales 1966 – y el talentoso norirlandés George Best. El clima entre británicos y argentinos se había enrarecido desde aquel domingo 23 de junio de 1966, cuando nos enfrentamos en la Copa del Mundo. La expulsión de Ubaldo Rattín, la Union Jack estrujada y el grito de ¡Animals! por parte de las poco flemáticas tribunas de Wembley generaeron un in-crescendo nacionalista. En 1967, Racing Club se enfrentó al Celtic escocés por la Copa Intercontinental. El partido de ida, disputado el 18 de octubre de 1967 en el Hampden Park de Glasgow, terminó con victoria británica y una lluvia de petacas de wiskhy alrededor del arco de Agustín Mario Cejas. En Avellaneda, el público de la Academia tuvo mejor puntería y lesionó con un piedrazo al arquero Ronnie Simpson antes de comenzar el partido. En Escocia ganó el Celtic y la Academia en Avellaneda. El sábado 4 de noviembre de 1967 se disputó la Batalla de Montevideo. Seis expulsados (dos de Racing y cuatro del Celtic), patadas, trompadas y una idea extendida en el Reino Unido y en Europa: no se debía disputar ningún otro partido contra los violentos del Río de la Plata.
FIFA dispuso que el primer partido se jugaría en Buenos Aires y la revancha en Manchester. También hubo un cambio reglamentario: no habría tercer partido a menos que estuvieran igualados en puntos y goles. En caso de realizarse se realizaría en Ámsterdam. El primer partido se disputaría el miércoles 22 de septiembre de 1968. Para un encuentro trascendental, Estudiantes decidió trasladar su localía a la Bombonera. ¿Por cual razón no llevaron el partido más importante de su historia al estadio Monumental o el Cilindro de Avellaneda? Desde La Plata previeron un apoyo del público xeneize y lo que entendían como una doble ventaja: el pésimo sistema lúminico del estadio xeneize y la dureza del campo de juego, que sería perjudicial para el elenco visitante.
Domingo 22 de septiembre de 1968. El plantel de Manchester United llega al país en vuelo de Aerolíneas Argentinas «La primera con jet en el Atlántico Sur»
En la tarde del sábado 20 de septiembre, Manchester United derrotó 3 a 1 a Newcastle por la quinta fecha del campeonato inglés. Esa misma noche, la delegación embarcó hacia Buenos Aires y arribó al Aeropuerto Internacional de Ezeiza a las 9:25 del domingo 21 de septiembre de 1968. Los jugadores se excusaron de atender a la prensa. Tan solo Matt Busby, entrenador del equipo, brindó algunas impresiones: «El Manchester United llegó a la Argentina para ganar. Tengo referencias de Estudiantes y sé que es un equipo que le gustan mucho las fricciones y que llega con un contragolpe potente. Pero no hay problema, se cual es nuestro plan de juego«. Cuatro patrulleros le abrieron paso al micro que trasladó a la delegación inglesa desde Ezeiza hasta el Hindú Club de Don Torcuato. Luego de almorzar unos magníficos bifes de chorizo, los jugadores ingleses durmieron hasta el día siguiente.
Ese domingo se disputó la tercera fecha del Campeonato Nacional. Estudiantes postergó su partido ante Independiente. Semanas atrás había caído, en forma sorpresiva, en su visita a Huracán de Ingeniero White y era necesaria una puesta a punto del equipo para el partido esperado. En la mañana del domingo, el equipo de Zubeldía practicó en la Bombonera ante un combinado de jugadores xeneizes. Un grupo de periodistas ingleses no esperó a sus compatriotas en  Ezeiza sino que se sentó en las plateas de Brandsen 805 y analizó al campeón de América. La principal preocupación de los enviados especiales era la seguridad policial que habría el miércoles en el estadio. Finalizada la práctica, traductor mediante, Osvaldo Zubeldía le expresó a un periodista del Daily Mail: «No está en juego el prestigio nacional. Será un partido de fútbol muy importante para nosotros, pero nada más que un partido de fútbol«.

 

Martes 24 de septiembre. Jugadores del Manchester practican en la cancha de rugby del Hindú Club.

 

El lunes 23 de septiembre amaneció despejado y primaveral. El Servicio Meteorológico pronosticó lluvias para el horario del partido. En el country de City Bell, cuartel general del laboratorio de Zubeldía, el plantel pincharrata se juntó alrededor de Juan Eulogio Urriolabeitía. El ex jugador del club platense había viajado hacia Inglaterra y observó al Manchester United en las primeras fechas del campeonato. El Vasco había realizado un informe muy meticuloso y detallado de las virtudes y defectos del conjunto inglés. Por su parte, en el Hindú Club no hubo ejercicios físicos o futbolisticos. La delegación británico aprovechó el cambio (866 pesos por libra. Una fortuna si se compara con los 365 pesos que cotizaba el dólar) y realizó un tour de compras de productos de cuero. Por la tarde, presenciaron un partido de polo de alto hándicap y por la noche fueron trasladados a la Bombonera donde practicaron con los juveniles boquenses. Allí se percataron de la dureza del piso, la raquítica iluminación y la proximidad del público.
Los dos entrenadores escondían más de lo que mostraban. Estudiantes tenía una duda: ¿Llegaría Felipe Ribaudo? El delantero fue atendido por un facultativo de AFA en el centro porteño. El martes, el Manchester entrenó en la cancha de rugby del Hindú Club. El equipo titular lo hizo con la ropa azul que usarían en la final. Por la noche, los ingleses concurrieron a la Bombonera donde fueron agasajados por la directiva xeneize. En City Bell los planes fueron otros. Practicaron córners durante toda la tarde. Con el anochecer, el equipo se reunió en un salón del country para observar, una vez más, la final – con alargue incluído – entre el Manchester United y Benfica.

 

25 DE SEPTIEMBRE DE 1968

 

Llegó el día.  El polémico estilo propuesto por Osvaldo Zubeldía generó qué – a diferencia del año anterior, donde todo el país estuvo con Racing – el apoyo a los pincharratas fuera reticente. Esa misma noche, la Selección Argentina conducida por José María Minella se presentaría en Salta ante un combinado local, pero a nadie le importaba la suerte del equipo nacional. Por la mañana arribó al país Stanley Rous, presidente de FIFA, invitado de honor. Sin confirmación oficial, se esperaba que el Teniente General Juan Carlos Onganía, presidente de facto de la Nación, estuviera presente en la Bombonera. Era la cuarta vez que en un equipo argentino disputaba la Copa Intercontinental. En 1964 y 1965, Independiente no concretó su sueño cayendo ante el Internazionale. En 1967, Racing le brindó el primer título mundial al fútbol argentino. Ahora era el turno de Estudiantes de La Plata.
El partido tenía fecha de inicio a las 21hs. Una hora antes del comienzo, en las entrañas de la Bombonera se sortería entre los árbitros Esteban Marino (Uruguay), Domingo Massaro (Chile) y Hugo Sosa Miranda (Paraguay), quien sería el juez principal y los líneas. La reglamentación permitía dos cambios en cualquier momento del partido. Una curiosidad en tiempos que el fútbol argentino habilitaba tan solo un cambio y antes de los primeros 45 minutos. Desde muy temprano, un infrecuente operativo policial se montó alrededor de la Bombonera. En la guerra de nervios, se deslizó que Estudiantes quería jugar el partido con la pelota criolla, más pequeña y pesada. Un viejo clásico de los años de los Héroes de Tiento que se reeditó en 1968. Cuando el rumor llegó al Hindú Club, los ingleses montaron en cólera y anunciaron que no jugarían si el partido no se disputaba con la pelota de homologación internacional.
A las cuatro de la tarde comenzó a llover sobre Buenos Aires. Si bien faltaban cinco horas para el comienzo del partido, un millar de fanáticos pincharratas se aglomeraron en los alrededores del estadio. Algunos, vestidos en forma singular. Como esas dos señoritas ataviadas con ponchos rojiblancos. O la pareja que en tiempos de Beatles y hippismo, se empilacharon a la moda de Carnaby Street, pero luciendo los colores pincharratas. Pasaban las horas y miles de gorritos de lana rojiblancos invadieron los alrededores del estadio. El pueblo boquense cobijó la marea estudiantil y desde los balcones de las casas y conventillos aplaudían y alentaban a los hinchas platenses.
El plantel pincharrata tenía previsto salir de City Bell a las cinco de la tarde. Minutos antes de abordar el micro, dos telegramas llenaron de alegría al plantel. Uno estaba firmado por directivos, cuerpo técnico y jugadores de Racing Club, el encarnizado rival de aquellos días. El otro telegrama que deseaba exitos estaba firmado por César Luis Menotti, Luis Artime y José Manuel Ramos Delgado. Una interminable caravana de vehículos escoltó al micro por el Camino General Belgrano. Finalmente, dos horas después de su partida, Estudiantes arribó a la Bombonera. Apenas bajó del micro, Osvaldo Zubeldía fue abordado por la prensa. Brindó alguna precisión, pero escondió el equipo: «Néstor Togneri será el encargado de tomar a Bobby Charlton. Le tengo plena confianza y creo que no lo va a dejar mover. Bilardo estará sobre Sadler, que también es un hombre peligroso. Pachamé será el hombre que juegue más adelantado en defensa. ¿Si el partido caerá en brusquedades? No me hagan las mismas preguntas que los periodistas ingleses. Con Palmeiras jugamos un partido de señoritas. Veremos que hace el Manchester qué ante Benfica no mezquinó la pierna fuerte».

 

25 de septiembre de 1968. Esteban Marino, Cacho Malbernat, arbitro Hugo Sosa Miranda, Bobby Charlton y Domingo Massaro.

 

A las 20hs, la Bombonera estaba repleta. Una infinidad de banderas boquenses y varias del Club Atlético Atlanta acompañaron a Estudiantes de La Plata. La recaudación ascendió a $50.112.223, batiendo el récord que tenía el Racing-Celtic del año anterior. Fue tanta la atención que despertó el partido que la transmisión, en directo por Canal 7, tuvo un rating récord de 70.1. Una transmisión realizada con seis cámaras que mereció el encendido elogio de los técnicos de la BBC. La amarillenta luz de la Bombonera alumbró a los equipos cuando salieron al campo de juego. Estudiantes, con los colores de siempre; Manchester United, de azul profundo. El árbitro principal era el paraguayo Hugo Sosa Miranda.
Estudiantes de La Plata formó con Alberto Poletti; Oscar Malbernat, Ramón Aguirre Suárez, Raúl Madero y José Medina; Carlos Bilardo, Carlos Pachamé y Néstor Togneri; Felipe Ribaudo, Marcos Conigliaro y Juan Ramón Verón. DT: Osvaldo Zubeldía.
Manchester United: Alex Stepney; Shay Brennan, Bill Foulkes, Tony Dunne y David Sadler; Pat Crerand, Nobby Stiles y Brian Kidd; George Best, Bobby Charlton y John Aston. DT: Matt Busby
Partido caliente. Apenas iniciado el partido hizo su ingreso al estadio el dictador Juan Carlos Onganía. A los 13 minutos, cabezazo de Carlos Bilardo en la nuca de Nobby Stiles. El experimentado mediocampista inglés padecía de miopía y jugaba con unos lentes de contacto que se perdieron en el césped de la Bombonera. Luego de discusiones, el partido continuó. 26 minutos. Córner para Estudiantes desde la izquierda. A pierna cambiada, Felipe Ribaudo lo mandó al segundo palo. El arquero Stepney calculó mal y Marcos Conigliaro abrió el marcador. Estudiantes de La Plata 1-0 Manchester United. A los 36 minutos se paralizaron los corazones pincharratas cuando Sadler igualó el partido, pero la jugada había sido anulada por off-side de Best. Apenas iniciado el segundo tiempo, un remate de Aguirre Suárez lo salvó el arquero Stepney cuando se descontaba el gol. Sobre el final, Nobby Stiles fue expulsado al protestar el decimoséptimo (17) off-side en el cual cayó su equipo. Final. Triunfo de Estudiantes en La Bombonera.

 

Marcos Conigliaro impactó la pelota para convertirse en el gol del triunfo pincharrata en la Bombonera. Un triunfo del laboratorio de City Bell.

 

A pesar de la victoria, en el vestuario pincharrata no hubo caras de felicidad. Jugadores y cuerpo técnico habían realizado un buen partido, habían logrado el triunfo, pero la ventaja era exigua. Osvaldo Zubeldía tomó la palabra: «Yo sabía que vendrían a defenderse. Dicen que hace tres años que están estudiando nuestro juego. Bueno, no aprendieron nada. En cuanto al próximo partido solo diré que Estudiantes va a hacer su juego y entre todos los problemas que surgirán el único que me tiene preocupado es la designación del árbitro».
Casi una hora después de finalizado el partido, el escocés Matt Busby realizó una conferencia de prensa en el gimnasio de Básquetbol de la Bombonera. Traductor mediante, el entrenador enfatizó: «El gol que logró mi equipo era válido. El juez de línea se equivocó totalmente. A Stiles lo echaron por su reputación que los argentinos agrandaron. Por un gesto no se expulsa a nadie. Estudiantes jugó con dureza, pero sin mala intención. El mejor de todos fue el caballero Malbernat, que me agradó muchísimo. Este partido lo consideró como un empate. En Old Trafford se verá al mejor Manchester United«.

 

Los jugadores británicos le protestan al línea Marino los off-side de una noche pródiga de banderas en alto.

 

Los jugadores británicos festejaron el 0-1 entendiendo que la Copa no se les escaparía en su tierra. De regreso al Hindú Club, el plantel del Manchester festejó con whisky hasta el amanecer. A las 14:00 del jueves 26 de septiembre, el plantel llegó al Aeropuerto de Ezeiza. Allí los esperaba Mariano Magnano, presidente de Estudiantes de La Plata, con una orquidea roja de regalo para cada miembro de la delegación. Tal vez por el alcohol ingerido, la respuesta no fue grata, lo que motivó una fuerte declaración del titular pincharrata:  «Estos jugadores son iguales a los periodistas ingleses, quienes enviaron a sus diarios crónicas canallescas«. A las 15:30 el avión decoló, pero debió volver a pista por una avería. Recién a la medianoche, el plantel inglés abandonó definitivamente nuestro país.
La revancha estaba en mente del plantel pincharrata, pero había que transitar el fixture del campeonato Nacional. El 30 de septiembre, Estudiantes cayó 1 a 0 ante Huracán en Parque de los Patricios, con gol del brasileño Araquem de Melo sobre la hora. En la fecha siguiente, Osvaldo Zubeldía alineó un equipo alternativo que cayó 3 a 0 ante Colón en el estadio de 1 y 55. Salieron a la cancha Gabriel Flores (Luego reemplazado por Juan Oleynicky); Raúl Eduardo Forteis, Hugo Spadaro, Enry Barale y Rodolfo Fucceneco; Eduardo Cremasco, Rubén Pagnanini y Rodolfo Orife; Fernando Lavezzi, Juan Taverna y Carlos Zibecchi. El resultado fue lo de menos. Al día siguiente, Estudiantes partiría hacia Europa. La Copa era una obsesión y era necesaria una semana de aclimatación.
Llegó el día del viaje hacia Manchester. Martes 8 de octubre de 1968. El plantel se reunió 13:30 en la sede social de la calle 53 para partir hacia el Aeropuerto de Ezeiza. Los futbolistas con domicilio en Capital Federal debían estar en el aeropuerto a las 16:00. Una multitud despidió al plantel pincharrata. Las noticias que llegaban desde las islas británicas eran inquietantes. Se decía que esperaban a la delegación argentina con ánimos de revancha. Tomando un café, Carlos Bilardo opinó: «Claro que el partido es difícil, pero yo le puedo asegurar que ninguno de los muchachos está intimidado con las amenazas inglesas. En la cancha somos once contra once y habrá un juez para poner orden. Si el partido se tensiona, yo no soy un corderito para ser un idiota útil. ¿Si soy pendenciero? No, soy un profesional que defiendo los colores del club que me paga y debo poner toda mi inteligencia al servicio del equipo. El fútbol no es un juego de niñas«. 

 

Martes 8 de octubre de 1968. Osvaldo Zubeldía, Carlos Bilardo y Fernando Lavezzi minutos antes de embarcar hacia Europa.

 

La delegación pincharrata la encabezó el presidente Mariano Magnano acompañado por el jefe deportivo Rubén Lachaisse y el tesorero Mario Martínez. El cuerpo técnico estuvo formado por el entrenador Osvaldo Zubeldía, el preparador físico Enrique Kistenmacher, el médico Roberto Marelli y el kinesiólogo José Etcheto. Junto a ellos, 18 futbolistas perfectamente uniformados. Vestían pantalón color ladrillo, chaleco al tono, saco gris claro, camisa blanca, corbata roja y el escudo del club con la inscripción Argentina. Ellos eran Carlos Pachame, Ramón Aguirre Suárez, Raúl Madero, Eduardo Luján Manera, Oscar Malbernat, Alberto Poletti, Felipe Ribaudo, Carlos Salvador Bilardo, Marcos Conigliaro, Juan Etchecopar, Juan Ramón Verón, Hugo Spadaro, Néstor Togneri, Fernando Lavezzi, José Medina, Gabriel Flores, Fucceneco y Álvarez. A las 18hs, la delegación embarcó un Boeing 707 de Aerolíneas Argentinas en búsqueda de la gloria. Curiosamente, una hora más tarde, en un vuelo de Alitalia, Santiago Saccol – presidente de Racing Club – partió hacia Inglaterra llevando la Copa Intercontinental que aún la Academia poseía.
El viaje fue largo. Luego de una breve escala en Río de Janeiro, la delegación arribó al Aeropuerto de Barajas, Madrid, en el mediodía español del miércoles 9 de octubre. Luego de estirar las piernas, era momento de embarcar hacia Londres. Finalmente, luego de 22 horas de travesía, Estudiantes llegó al Reino Unido. Sin tiempo que perder, la delegación partió por via terrestre hacia Manchester. En Londres se quedaron Osvaldo Zubeldía, Oscar Malbernat y Carlos Bilardo. Esa noche se quedaron sacando conclusiones del empate 2 a 2 entre Tottenham Hotspurs y Manchester United. Apenas finalizó el encuentro, los tres partieron hacia Manchester. En la mañana del jueves 10 de octubre, todo el plantel pincharrata se reunió en el Lymm Hotel, una vieja construcción de estilo clásico a 40 minutos del centro de Manchester. Luego de un reparador descanso, los jugadores argentinos se fueron reuniendo en el salón comedor para el necesario desayuno. Cuando abrieron el diario The Sun pidieron traducir el título a doble página. «Llegaron los demonios del fútbol» fue la bienvenida de la prensa inglesa. Si el Manchester practicó en el maravilloso Hindú Club, el Warrington Club no brindaba la más mínima comodidad y el campo de juego era tan malo que el propio profesor Kistenmarcher levantó la primera práctica.
El entrenamiento se realizó en Chengeley School, una escuela de readaptación para niños. La decisión del cuerpo técnico fue no darle un día libre a los jugadores. Debían estar concentrados, sí o sí, para el partido del miércoles 16. La práctica del viernes 11 comenzó con jugadas ensayadas y cambios de frente. Luego, trabajaron anticipo y una herramienta que será vital: cabezazos a la salida de un córner. Zubeldía peloteó sin piedad a Poletti durante media hora. La mañana finalizó con un picado entre altos y petisos donde cada jugador debió utlizar – sí o sí – su pierna menos habil para golpear la pelota. Luego de almorzar y el necesario descanso, el plantel practicó con los juveniles del Manchester United. Por la noche, una visita muy especial: el presidente del Manchester City llegó a la concentración para saludar a directivos, jugadores y cuerpo técnico deseándoles éxito en el partido del miércoles ante el odiado United.

 

El plantel pincharrata posando en el frente del Lynn Hotel, su lugar de concentración en Manchester.

 

El sábado 12 Estudiantes siguió trabajando en su puesta a punto. La lluvia intermitente no aplacó el nivel de intensidad de los entrenamientos, pero motivó la urgente adquisición de botines con tapones cambiables. Al mediodia, Zubeldía se dirigió hacia Liverpool. Jugaban Liverpool-Manchester United, que presentó varios suplentes. 33 personas necesitaron asistencia médica por las continuas avalanchas que se dieron en las tribunas. Lo más curioso para la prensa argentina que fue hacia el estadio de Anfield Road fue escuchar a la hinchada de Liverpool corear «Es-tudian-tes», silabeando en forma tan singular el nombre del equipo argentino, rival del Manchester en la final Intercontinental. El partido finalizó con victoria 2 a 0 de Liverpool. Osvaldo Zubeldía fue hasta el vestuario local para saludar a los ganadores y recibió como obsequio la pelota del partido. Por la noche, la delegación conoció el estadio de Old Trafford. Lo primero que llamó la atención fueron los postes redondos, inéditos en Argentina. Luego de una breve entrada en calor, el campeón de América derrotó 12 a 0 a un equipo de universitarios.
La tensión en aumento. La lluvia era cada vez más intensa. La organización alertó que el partido no se suspendería sin importar el agua caída. Zubeldía comenzó a jugar al misterio. ¿Llegaría Felipe Ribaudo al partido? El Doctor Raúl Madero salió del campo de juego con un dolor agudo en el tobillo. El médico Marelli y el kinesiólogo Etcheto comenzaron a trabajar sobre el defensor. Los veinte periodistas argentinos que ya estaban presentes en Manchester comenzaron a sufrir de antemano sus trabajos. Cuando fueron a recojer sus acreditaciones les anunciaron que no habría cabinas especiales, que trabajarían en bancos de madera junto al público. Otra sorpresa fue la presencia del modelo Ante Garmaz en la concentración pincharrata. Su vestimenta era estravagante: pantalón de terciopelo anaranjado, camisa roja a rayas blancas y saco azul con botones dorados. El lunes 14 fue un día de trabajo bajo la lluvia. Por la tarde, un periodista inglés se acercó a Zubeldía y le pidió si algún jugador podía ir a la casa de Bobby Charlton ubicada en Lynn. El entrenador aceptó la proposición y le pidió a Carlos Pachamé que concurriera a la entrevista. El volante pincharrata y el capitán del Manchester estuvieron reunidos durante media hora intercambiando impresiones del partido en la Bombonera. Luego, Pachamé regresó a la concentración. Los jugadores del Manchester no tenían obligación de concentrarse para el encuentro del miércoles.

 

Juan Ramón Verón y el cariño de los pibes ingleses en los alrededores del Hotel Lynn.
El clima se fue enrareciendo. En la noche del lunes 14, en un programa nocturno de Granada TV, George Best pidió al público de Manchester que «atacara y golpeara a los argentinos porque a él lo habían golpeado en Argentina». La reacción fue casi inmediata. En la madrugada del martes, manos anónimas apedrearon el hotel donde dormían los jugadores argentinos. En la mañana, Osvaldo Zubeldía mostró las huellas del ataque y expresó: «vean estos vidrios rotos. Ahora sabemos por que los periodistas ingleses inventaron el cuento de lo ocurrido en Buenos Aires. Pero están equivocados si creen que nosotros nos vamos a intimidar». Al mediodía, luego del almuerzo, varios jugadores se sintieron indispuestos. El doctor Marelli comprobó que algunos alimentos habían sido manipulados. En el anochecer, Zubeldía confirmó que mañana saldría al campo de juego el mismo equipo que ganó en la Bombonera.
Ariel Delgado, histórico locutor de Radio Colonia y enviado del diario Crónica, envió desde Manchester una larga reflexión con gusto a bronca: «Este clima es propio de un país en que evidentemente se han roto todos los frenos. Jovenes sucios, melenudos, afeminados, ebrios por todas partes. Drogadictos en nombre de una libertad que es corrupción. Niñas con minifaldas que no merecen ese nombre. Aberración en cualquier lugar con actos contranatura ante la indiferencia general. Cerca de nuestro hotel funcionan día y noche máquinas tragamonedas y toda clase de juegos de azar. Allí vimos a una niña de 8 años jugándose unos peníques a la ruleta mecánica. Dinero que en otro país, una criatura destina a golosinas. Esta es la Inglaterra actual. Donde por televisión se dice que hay que matar a los animales argentinos. Hace veinte años, Alemania bombardeaba esta ciudad. Ahora, Inglaterra hace estallar otra bomba, pero contra la Argentina».

 

Última práctica previa a la final. Bajo la lluvia, la fila la encabeza Carlos Pachamé.

 

Finalmente, llegó el día. Miércoles 16 de octubre de 1968. Al mediodía, en el hotel Midland, los presidentes de UEFA y CSF, los titulares de ambos clubes, ambos entrenadores y los árbitros del encuentro se reunieron para limar detalles de la final. Las partes no se pusieron de acuerto con el árbitro principal de la noche. Lo que dejaron en claro los árbitros a los entrenadores es que no aceptarían agresiones. Los jugadores pincharratas almorzaron a las 12:30. ¿Que comieron? Pollo, preparado especialmente por Rubén Lachaisse. Habían caras de tranquilidad. «Vamos a ser campeones del mundo«, le expresó Marcos Conigliaro al periodista Eduardo Rafael. El que estaba ansioso era Felipe Ribaudo, que declaró: «Hoy es el cumpleaños de mi hija Adriana. No podemos fallar».
Luego de una breve siesta, a las cinco en punto – five o`clock – los jugadores argentinos abordaron el micro para dirigirse a Old Trafford. El plantel llegó temprano al estadio. Una multitud había cubierto el aforo. El partido tuvo en Inglaterra una inmensa atracción. Lluvia y más lluvia. Osvaldo Zubeldía confirmó el equipo: sería el mismo que jugó en la Bombonera. La charla técnica fue intensa. El Zorro de Junín recordó en el pizarrón cada uno de los conceptos estratégicos del partido. Uno por uno. El Dr Marelli, presente en ese momento tan íntimo de cada equipo, pidió la palabra y en su voz estuvo la arenga final: «Muchachos, hoy se enfrenta un grupo de jóvenes que defienden los ideales de una nación contra una empresa inglesa«. Los equipos salieron al campo de juego. El Manchester United vistió su rojo habitual. Estudiantes, todo de blanco. El árbitro principal sería el yugoslavo Konstantin Zecevic.
Manchester United salió con Alex Stepney; Shay Brennan, Bill Foulkes, Tony Dunne y David Sadler; Pat Crerand, Morgan y Brian Kidd; George Best, Bobby Charlton y Law. DT: Matt Busby
Estudiantes de La Plata formó con Alberto Poletti; Oscar Malbernat, Ramón Aguirre Suárez, Raúl Madero y José Medina; Carlos Bilardo, Carlos Pachamé y Néstor Togneri; Felipe Ribaudo, Marcos Conigliaro y Juan Ramón Verón. DT: Osvaldo Zubeldía.
Cuatro minutos de juego. Foul de Brennan sobre Juan Ramón Verón por izquierda. Raúl Madero lo envió al área. Falló Dunne y a Marcos Conigliaro lo sobró la pelota. Desde atrás, el cabezazo inolvidable de Juan Ramón Verón. ¡Gol de Estudiantes de La Plata! El festejo de los mil argentinos presentes en Manchester. Desde ese momento, Estudiantes jugó el partido que le quedó más cómodo: garra, fuerza y coraje. Alberto Poletti se fue agrandando. A los 12 minutos le sacó el empate a George Best. Minutos mas tarde, le tapó un remate sensacional a Bobby Charlton. Plantado para el contragolpe, el correntino Verón fue la herramienta fundamental de Estudiantes. Así terminó el primer tiempo.
El Flaco Poletti fue la gran figura de la noche. En la imagen, tapando el remate de Dennis Law.

 

En el segundo tiempo pasó de todo. Estudiantes salió con otra camiseta. Era blanca, con dos franjas rojas hechas por la empresa textil Grafa, que vistió a la delegación en su sueño mundial. Manchester ante la obligación de dar vuelta el partido. 4 minutos. Mala salida de Poletti y el salteño Medina salvó el gol en la línea. La llovizna se convierte en lluvia. A los 14 minutos, Kidd remató por encima del travesaño. El escocés Matt Busby hizo ingresar al delantero italiano Carlo Sartori. Pasaban los minutos y Estudiantes se afianzó dentro del campo de juego. A los 32, un remate de Charltón se matía junto al palo derecho, pero nuevamente aparecieron las manos de Poletti. Un minuto después, el arquero le tapó un remate al defensor Tony Dunne. 42 minutos. Con la frustración de una derrota segura, George Best le pegó un patadón a Raúl Medina. El árbitro decidió la expulsión de ambos jugadores. Una lluvia de petacas de wiskhy salpicaron el campo de juego. Último minuto. Centro desde la derecha en el área pincharrata. Morgan, en claro off side, convirtió el gol del empate, convalidado por el árbitro yugoslavo.
¡Final! Estudiantes campeón del Mundo. El fútbol argentino, nuevamente, en lo más alto del fútbol mundial. La vuelta olímpica de los jugadores bajo la estruendosa silbatina y el grito sostenido de los hooligans: ¡Animals! ¡Animals! El famoso paraguazo a José María Muñoz. En un vestuario pletórico de emoción, Osvaldo Zubeldía declaró: «Se nos hizo. Ellos decían que nos venían observando desde hace tres años, pero nosotros los teníamos bien estudiados. Ellos hicieron cualquier cosa. Hicieron las infracciones que se les dio la gana, hicieron un gol que bueno… Lo digo ahora que se ganó y que no suene a excusa: no se puede jugar en estas condiciones. ¡Y todavía nosotros somos los animales! Pero se llegó a la final y la ganamos. ¡Cómo no voy a estar contento!».
En Argentina, el partido se vivió con inmensa emoción. La histórica tensión entre Argentina e Inglaterra también fue un condimento del partido. Un grupo numeroso de militantes nacionalistas, embanderados con los colores nacionales, siguieron el partido con bombos y matracas frente al consulado del Reino Unido, ubicado en Reconquista y Sarmiento. El grito fue unánime: ¡Argentina! ¡Argentina!  Aquel 16 de noviembre de 1968, en la asamblea general de las Naciones Unidas, el Canciller argentino Nicanor Costa Méndez exigió al organismo que reconozca su «incuestionable soberanía sobre las Islas Malvinas«.

 

El vestuario de Old Trafford y la alegría pincharrata.
La delegación pincharrata volvió al Lynn Hotel. Luego de un largo festejo, Zubeldía le suplicó al presidente Mariano Magnano que el equipo regresara al país. ¿Por qué? La directiva había pautado una redituable gira por Europa, pero el entrenador intuyó que el equipo no sería bien recibido en el viejo mundo. Para la directiva era imposible cancelar el amistoso pautado ante el Internazionale. La delegación pincharrata dejó Manchester el lunes por la mañana y via aérea arribó a Milán previa escala en Londres. En Italia se vivieron horas de distensión. El partido se jugó sin la acostumbrada intensidad y Estudiantes cayó 2 a 1 en San Siro. El gol pincharrata lo marcó el juninense Hugo Spadaro, con un fuerte remate desde fuera del área. Ya no había tiempo para más. El eterno vuelo matizado por la alegría del objetivo cumplido. De Milán a Zurich. Luego de una escala de dos horas, vuelo hacia Madrid. A las 20hs del lunes 21 de octubre, el equipo campeón Intercontinental abordó el vuelo que lo regresaría a la Argentina.
Martes 22 de octubre de 1968. La Plata fue la capital mundial de la alegría. Una ciudad conmocionada por el regreso de los campeones. A las 9:30 aterrizó el avión que trajo de regreso a los campeones. Una multitud de hinchas los esperaban en las viejas terrazas del aeropuerto. Cuando se abrió la puerta de la aeronave, los primeros pasajeros que salieron fueron Mariano Magnano, Osvaldo Zubeldía, Cacho Malbernat y el Doctor Marelli. Entre los cuatro portaban la Copa Intercontinental. Los campeones descendieron del avión bajo el son del Himno Nacional ejecutado por la banda de la Aeronáutica. A las 10:50 comenzó la pelegrinación hacia la capital provincial. En un micro iban los campeones. Tras ellos, otro micro con dirigentes y familiares. Más atrás, una interminable hilera de automóviles particulares. En el puente de Richieri eran 220 coches embanderados en rojo y blanco. La caravana ingresó por Capital Federal. Al pasar por el estadio de San Lorenzo de Almagro se vivió una nota risueña. En la puerta del estadio se encontra Ángel Colaccino, presidente de San Lorenzo, que desde la vereda saludó a los campeones al tiempo que los parlantes del Gasómetro irradiaron canciones alusivas al campeón. El éxito de Estudiantes se consideró un triunfo del fútbol argentino. El Chango Cárdenas, autor del memorable gol de la Academia que en 1967 le permitió al fútbol argentino su primer titulo mundial, declaró: «Cuando la Bruja hizo el gol salté como un energúmeno. Una sensación similar a la que viví en Montevideo cuando le metí el gol al Celtic. Estudiantes es un digno sucesor». Por su parte, el Bocha Maschio expresó: «Este es el camino que hay que seguir. Lo inició Racing y lo prosiguió Estudiantes. Ahora la Selección debe transitar este camino de trabajo y humildad». 

 

La vuelta olímpica en La Plata. 22 de octubre de 1968. La Copa Intercontinental en manos del presidente Mariano Magnano, el capitán Cacho Malbernat y el entrenador Osvaldo Zubeldía.

 

Pasando la rotonda de Alpargatas, el paso de los campeones fue lento. Demasiado lento. «¡Es-tu-diantes!» «¡Es-tu-diantes!» «¡Pin-cha-rratas!» «¡Pin-cha-rratas!» fue el grito de una multitud feliz. A las dos de la tarde, la caravana llegó a 7 y 32. Toneladas de papel picado cayó desde los balcones platenses. Lágrimas en los pibes y en los veteranos que conocían la gloria de Los Profesores de 1930. A las 14:55 el micro llegó a la gobernación provincial. Luego de la foto de rigor con Francisco Imaz, gobernador de facto, finalmente, llegó el momento de ir hacia el estadio. En 1 y 55 una multitud esperaba a los campeones. Vestidos con los trajes protocolares, los campeones ingresaron al campo de juego. Una ovación inédita les agradeció un título que parecía inalcanzable. Comenzó la esperada vuelta olímpica en casa. La Copa en manos del presidente Mariano Magnano, el capitán Cacho Malbernat y el entrenador Osvaldo Zubeldía.
Los jugadores exteriorizaron su emoción. Entre lágrimas, Raúl Madero recordó lo mal que lo pasó en Inglaterra: «Es lo más grande de mi vida. Esto y la vuelta olímpica en Old Trafford son los mejores episodios de mi carrera. Le hemos dado una lección de cultura a la prensa inglesa que nos insultó y nos puso el público en contra en una actitud que no tiene perdón. ¡Eso no es periodismo!». Tato Medina dio la vuelta olímpica abrazado a su madre. Conmocionado, Carlos Bilardo apenas pudo expresar: «Esta recepción me emociona mucho. Imaginé algo así, pero no tanto. Ahora estamos obligados con el pueblo de nuestro país, porque ganamos una copa y así nos reciben». 
Punto final para esta historia. La de Estudiantes de La Plata campeón intercontinental en Manchester. No fue el último título de aquel equipo: Estudiantes volverá a ganar la Copa Libertadores, pero la Intercontinental de 1969 estuvo empañada por sucesos que conmocionaron a la opinión pública. Un parteaguas para aquel equipo conducido por Osvaldo Zubeldía y el fútbol argentino.
Pasados 55 años, la mayoría de los protagonistas ya no están con nosotros. El primero en partir fue el presidente Mariano Magnano que tomó la decisión de quitarse la vida el 9 de diciembre de 1970. Hugo Spadaro falleció con solo 36 años, víctima de un infarto, en 1980. Osvaldo Zubeldía, el arquitecto de un equipo mítico, también falleció víctima de un síncope cardiaco. Fue en Medellín, Colombia, el 17 de febrero de 1982. Tenía 54 años. El 24 de febrero de 1998, a los 54 años, se fue Rodolfo Opo Fucceneco. El delantero Felipe Ribaudo partió el 3 de octubre de 1998 a los 58 años. Néstor Togneri, el que borró a Bobby Charlton en la Bombonera, falleció el 8 de diciembre de 1999. Tenía 57 años. Eduardo Luján Manera partió el 22 de agosto de 2000 a los 55 años. El tucumano Ramón Aguirre Suárez falleció el 29 de mayo de 2013 a los 68 años. El salteño José Hugo Medina, el que fue expulsado junto a Best en Manchester, murió el 14 de mayo de 2014 a los 73 años. El capitán Oscar Malbernat se fue el 9 de agosto de 2019 a los 75 años. El último que se dejó el plano terrenal fue el Doctor Raúl Horacio Madero, el 24 de diciembre de 2021. Entre nosotros aún estan Alberto Poletti; Carlos Bilardo, Carlos Pachamé, Marcos Conigliaro y Juan Ramón Verón
El periodista Walter Vargas tiene un inmenso corazón pincharrata. En diálogo con Abrí la Cancha recordó: «fue la gesta más grande a nivel clubes del fútbol argentino. Hay que ponerla en contexto, sino parece el disparate de un pincha irreflexivo. En 1968 el campeón del mundo a nivel selecciones fue Inglaterra. El Manchester tenía varios jugadores campeones del mundo, entre ellos a Nobby Stiles que era el jugador más temido del planeta, una especie de Bilardo inglés, pícaro y violento. Ese Manchester venía de ganarle la final de la Copa de Europa al Benfica de Eusebio, considerado junto con Pelé, los mejor del mundo. Ese Manchester tenía a Tonny Dunne, considerado el mejor 4 de la historia, Bobby Charlton, mejor jugador inglés de todos los tiempos, George Best, mejor jugador irlandés de todos los tiempos, Denis Law, mejor jugador escocés de todos los tiempos. A ese Manchester le ganó un equipito de La Plata que fue y le dio la vuelta en Old Trafford. Es una proeza irrepetible. Corona aquel equipo extraordinario. Cuando el Manchester pierde 1 a 0 en Argentina se abrazaban porque creían que iban a golear en Inglaterra»
«Yo vivía en Villa Arguello, un barrio de Berisso. Me acuerdo que escuche el partido por radio con mi viejo, que tomaba mate. Terminó el partido y lo abracé fuerte, se me cayeron unas lágrimas. Tenía acordado jugar un picadito con el chico de la otra esquina. Fui y le toqué timbre a Alberto “Cuervo” Farías y cuando me abrió me dijo ´te felicito Wal, y nos fuimos a jugar el picadito. El pibito era hincha de Gimnasia».

 

 

Periodista y escritor. Autor de Héroes de Tiento y Héroes en Tiempos Infames. Conductor de Abrí la Cancha, por Radio Gráfica. Premio Jauretche a la Investigación Periodística.

 

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