Cosme Zaccanti pasó por las Charlas de Vestuario de Abrí la Cancha. Un extenso recorrido que comienza en su San Nicolás, pasando por Racing, Maradona, Huracán Corrientes y Belgrano de Córdoba. Imperdible.
Por Carlos Aira
SUEÑOS DEL FUTBOL. “Soy de la ciudad de San Nicolás. Desde que tengo uso de memoria siempre he jugado siempre al fútbol. Mis padres eran italianos. Vengo de una familia que la pasó muy mal durante la Segunda Guerra Mundial y mi papá jugó en las inferiores de Bologna en su época. Ya traía ese amor por el fútbol que me lo transmitió. Mi sueño, más allá de la obligación de mis padres de estudiar, yo quería ser jugador de fútbol. Mi meta era ser jugador de fútbol”.
“De chico uno tiende a soñar con la pelota, acostarse a dormir y soñar que jugabas con la camiseta del club del cual sos hincha y de llegar a lo máximo de ser campeón o a la Selección. Es el sueño que todos los chicos tienen. Eso está bueno porque es pelearla”.
SAN NICOLÁS DE LOS ARROYOS. “La ciudad tiene muchísimos jugadores muy conocidos como Enrique Omar Sivori, que es un símbolo para la ciudad y uno de los grandes jugadores de la historia del fútbol argentino. San Nicolás ha sido una cantera de grandes jugadores. Una ciudad muy grande. He tenido la suerte de jugar con muchos ex jugadores, con Patricio Hernández, el Gato Pagnanini, que no le ha tocado jugar, pero formó parte del plantel campeón del 78”.
“Cuando jugaba en San Nicolás, es cómico, pero era goleador. Era la esperanza goleadora de la ciudad. Aquella época cuando tenía 15 o 16 años jugaba en la primera de la liga local y era el goleador. Terminé yéndome de inferiores a Racing para terminar como defensor”.
PRIMEROS PASOS EN AVELLANEDA. “Fueron tiempos muy difíciles en la pensión de Racing. Vivíamos en Racing, debajo de la cancha, casi pegados a donde estaba nuestra ‘mamá’ de ese momento que era la Tita, que nos contenía. Teníamos falencias de lugares para entrenar, de elementos de trabajo, de ropa, ropa que era nuestra que lavábamos nosotros en la pensión. Donde la comida era justa. Donde teniamos problemas que a veces nos quedábamos con un poco de ganas de comer porque era muy justo en ese momento”.
“A mediados de los 80s, Racing atravesaba una situación económica muy complicada y las inferiores era donde más se notaba porque teníamos un montón de falencias. He contado un montón de veces que teníamos la necesidad de seguir comiendo y le ponían candado a la heladera porque nos robábamos los postrecitos que tenía armado el cocinero para día siguiente. No era la palabra ‘robar’, pero abríamos la heladera y nos comíamos uno cada uno. Estábamos como doce o trece en la pensión”.
“Después cerrábamos porque no podíamos comer todo. La gente ahí, en esa época, nos protegía, nos contenía. Había una churrería en Alsina, casi Belgrano, que no se si seguirá existiendo. Ibamos a la medianoche a buscar churros o bolas de fraile para poder comer o llevarnos ese postre. La gente nos conocía y nos regalaba”.
“En esa época surgieron jugadores con los que me tocó compartir con Camote Acuña, con el Mencho Medina Bello y Lechuga Roa. Un montón de jugadores que han sido grandes de Racing”.
“El proceso de inferiores es muy duro y el embudo es muy fino. Muchos pibes no aguantaban y se volvían a sus pueblos. Hoy a mi me toca estar de un lado que tengo la obligación de decirles que el fútbol es maravilloso, pero que hay cosas, como el estudio, que no tienen que abandonarlo. Es un filtro tan chico, que son cierta cantidad los porcentajes que lleguen a primera. Son muy pocos. Pero siempre digo que lo importante es intentarlo y disfrutar de eso que apasiona tanto”.
TITA MATTIUSSI. “Pensar en ella me emociona porque es muy injusto que ella no tenga el reconocimiento que se merece. Nosotros íbamos y le hacíamos mandados, nos regalaba alfajores, nos regalaba cosas para comer. Veíamos todo lo que sufría ella. Ya de grande, siempre dije ¿Cómo puede ser que no se le reconozca todo lo que ha hecho Tita? Después con el tiempo si. Le han puesto los predios, le hacen un reconocimiento, pero me hubiera gustado que en vida se la hubiera reconocido”.
“Fue tan importante para nuestra contención, las picadas que armaba previa a los partidos cuando jugábamos en Primera. Ibamos todos a la casa de ella. Me duele un poco, pero me alegra que a pesar de todo hoy,estando allá arriba, está viendo que se la ha reconocido”.
DEBUT EN PRIMERA. “Era una época que no era que se debutaba tan chico como ahora. Era por la maduración o era normal que un chico de 20 a 21 años no estuviera jugando en Primera. A mi me tocó con 22 años. Siempre estuve ahí con el plantel, jugando en Reserva, pero nunca se me había presentado la oportunidad. No recrimino nada, pero creo que llegó en el momento justo. Porque el Coco (Basile) me puso en el momento justo para poder debutar. Me tocó debutar una noche contra River. Algo increíble”.
El partido fue en junio de 1988. Contra River en el Monumental. Me tocó hacerle una marca personal al Polilla Da Silva. En esa época a mi me decían el ‘pichón’ de Basile. Me gastaban mis compañeros. En ese partido, cuando íbamos ganando, River hizo un gol de penal cuando Alzamendi mete un centro y me tiré de palomita a rechazar al córner. La pelota me pegó en el hombro y me cobraron penal. En ese momento, sentí una frustración muy grande porque era mi debut y hacer un penal en ese momento fue feo. Era mi responsabilidad, mi primer partido”.
“Habrá pasado un minuto y en la jugada siguiente me tocó una situación en que le quedó un pelotazo a Polilla Da Silva, que era el que yo marcaba y fueron segundos de decisión, de ir fuerte a trabarlo y arrastrarlo con todo o aguantarlo. En ese momento me salió con la bronca que tenía y arrastré al Polilla. Hice falta, con pelota y todo. Pero caigo cerca del Coco. Me levantó y me dijo ‘así te quiero’. Fueron tres palabras que me cambiaron todo”.
“Terminó el partido y terminé siendo, en esa época, la figura de las revistas de fútbol. Fue una jornada hermosa y muy importante en ese momento con la motivación del Coco para continuar. Son momentos en que, o por izquierda o por derecha, encaras la vida. Fue el empuje que necesitaba para continuar bien”.
DE CENTRAL A LATERAL DERECHO. “Cuando me ponen de lateral derecho sentí una sensación de felicidad porque me saqué una mochila. Era mucha responsabilidad jugar de central. Jugar de lateral me daba la posibilidad de pasar al ataque. Me hizo recordar cuando en inferiores jugaba más arriba, de delantero. Me estaba dando la posibilidad de pasar al ataque, de estar en zona de creación de fútbol en ofensiva y me gustó la idea. El que me puso de 4 fue Chiche Sosa. Me explicó algunas cosas de la posición, cómo tenía que encarar, también me asesoró para aprovechar los espacios cuando tenían la pelota. Fui aprendiendo y fue un lugar que me gustó mucho jugar”.
11 DE DICIEMBRE 1991: “Chiche Sosa ya me había confirmado como 4 titular del equipo. Una noche, contra Argentinos Juniors, jugué un partido extraordinario. Terminé siendo una de las figuras del partido. Me tocó salir faltando cinco minutos y toda la cancha me aplaudió. Recuerdo un comentario de un periodista de la revista Racing que dijo ‘una flor de una noche’. Pocas semanas más tarde, vamos a jugar contra Vélez en Liniers. Jueves 11 de diciembre de 1991. Nunca lo voy a olvidar. Jugué un partido único. Extraordinario. Uno toca el cielo con las manos cuando recibe el reconocimiento de la gente. Ganamos 2 a 0, convertí los dos goles de Racing y casi meto el tercero con un remate que pegó en el palo. Esa tarde me comí la cancha. Después de ese partido jugamos contra Español y el primer canto, que siempre era para el ídolo, que era Rubén Paz, pero el primer canto cuando salimos a la cancha fue para mi. La gente cantaba ‘en cualquier momento aparece el Cosmegol’. No lo podía creer. Mi compañero me dijo que saludara, porque no quería ni saludar. Me daba vergüenza”.
DOCE AÑOS EN RACING. “Estuve del 84 hasta el 95. Con la Primera estuve desde el 87 hasta el 95. Fueron doce años que estuve en el Club. En Primera fueron como ocho. Estuvimos muy cerca del título en 1993, además de la Supercopa que ganamos en 1988, pero no era titula. Después perdimos una final con el Cruzeiro en el 1992″.
“Pero nunca voy a olvidar el campeonato que perdimos en 1991, dirigidos por Roberto Perfumo. Perdimos 6 a 1 un partido super importante contra Boca, que venía de quedar eliminado de la Copa Libertadores, en ese famoso partido que un perro muerde a Navarro Montoya. Boca venía medio bajoneado y nosotros estábamos a un punto o dos para quedar primeros si le ganábamos. Fuimos a la Bombonera con toda una ilusión, faltaban tres fechas y vamos a jugar. Estábamos 1-1 y terminamos perdiendo 6 a 1 en un partido increíble”.
“Ese momento lo sufrí mucho. Vivía en Avellaneda, en Alsina y Belgrano. Me conocían todos, era uno de los pocos de los jugadores de Primera que vivía ahí en Avellaneda. Salía y hacia la vida normal, como cualquier persona, hacer compras, sacar a pasear a mis hijas y esta vez no podía salir. No es que me gastaban, pero todos querían consolarme y cada vez que se acercaba alguien entendían mi sentimiento. Cada vez que venía alguien y me decía algo, se me ponían los ojos llorosos, porque era tanta la ilusión que teníamos con salir campeones que se había esfumado de esa forma la ilusión. Fue un golpe duro para muchos de nosotros”.
DIEGO MARADONA. “Un tipo extraordinario. Increíble. Generoso. El Diego que conoce al jugador de fútbol, que por ahí la imagen de la gente o el de afuera no lo conocía. Era un tipo que se desvivía por el jugador”.
“Cuando llegó por primera vez al plantel y nos vamos de pretemporada a Santa Teresita. La primera noche que estamos todos alojados en cada una de sus habitaciones, de golpe escuchamos que suena la puerta y se nos aparece el Diego. Entró y se me tiró justo en mi cama, en los pies como acostado, como si fuera uno más de nosotros y nos empezó a preguntar sobre la familia. Fue una cosa increíble”.
“Más allá de cómo pudo haber sido de técnico, lo que me queda es lo que transmitía era una cosa increíble. Y el amor que tenía por el jugador del fútbol y la pasión por el fútbol. Podría tener sus problemas, como las adicciones, pero me quedó un recuerdo de mi ídolo, de lo máximo que había en el fútbol en ese momento que era Maradona”.
“Tengo una anécdota en la pretemporada que es un picado. Lo único que lamento es que no haya quedado grabado. Un picado que jugó para nosotros. En los picados de pretemporada uno juega de cualquier posición y yo estaba jugando como delantero. Hago una pared con el Diego, se la tiré larga y él corría. Llegó al fondo, tiró el centro y me tiré de palomita. Hice el gol de cabeza en el picado. Un gol de picado. El Diego se quedó arrodillado con los brazos abiertos festejando. Yo me levanté, lo miré y salí a abrazarlo. Me tiré encima y todos mis compañeros cuando vieron que yo lo abrazaba, todos queríamos tocarlo y abrazarlo. Vinieron todos, se nos tiraron encima. Hicimos una pila con el Diego ahí abajo. Yo no lo quería soltar. Son cosas que viví en ese momento y disfruté de tenerlo cerca. Fue un grande con su humildad y como jugador de fútbol fue único”.
GIRAS POR ÁFRICA. “No sabía que existían algunos países, como Costa de Marfil o Burkina Fasso. Fue una gira que solamente lo económico llevó a Racing a jugar allá. Enfrentamos equipos de ahí, una selección de Costa de Marfil o un equipo que venía invicto que fue el equipo más duro”.
“Había estadios grandes, pero con un grado de pobreza gigantesco que te hacían ver que tu país no era tan feo o tan malo cuando lo comparas con países de África. Ver mujeres que venían a la puerta del hotel y se regalaban por un dólar. Ver cuando viajábamos para jugar partidos a la tardecita y ver un montón de gente vendiendo oro o vendiendo cosas en la calle, pilas. De día no veíamos casas, era todo campo. A la noche veíamos que todo ese campo eran casas con fuego. Vivían a la intemperie. Los chicos, la desnutrición que se veía. Fue increíble ese viaje. Un viaje tristísimo”.
“Aprendí a fumar porque Marlboro nos auspiciaba. Lo único que teníamos era atados de cigarrillos. Fumábamos porque no sabíamos qué más hacer. Fue solamente para hacer una plata, en ese momento, los dólares nos pudo haber servido. Fue una experiencia única de conocer esos países. Fue mi segundo viaje, porque antes habíamos ido a jugar en Zimbabwe cuando fuimos a jugar con el PSV de Holanda”.
“En Zimbabwe paramos en un hotel cinco estrellas y alrededor había una miseria espantosa. El tema del SIDA era terrible en aquel país. Con Racing viajé muchísimo porque en 1988 me tocó la gira por Corea, Francia e Italia”.
UN COMPAÑERO, UN DT Y UN DELANTERO IMPARABLE. “Un técnico: el Coco Basile. Siempre me pregunto ¿cómo no pude disfrutarlo más?. El Coco era de juntarse o de estar mucho con los grandes. A los chicos más allá de que los tenía en cuenta, era difícil que te hiciera debutar en Primera. Por eso, para mi fue un honor que él me eligiera, más allá de mi edad, para jugar. Su forma de trabajar me marcó mucho”.
“Como compañero no puedo dejar de nombrar al que ha sido mi hermano, que es el Mencho Medina Bello. Ha sido la persona con la que hemos crecido juntos en la pensión. Fuimos de vacaciones. Seguimos en contacto y hemos tenido a nuestros hijos con meses de diferencia. Hemos coincidido en un montón de cosas en la vida. Sin ninguna duda, el Mencho es mi hermano de la vida”.
“A mí los que más me complicaba siempre eran tipos como Ortega Sánchez, o Latorre. Salían de la zona de delantero falso y tenía que salir lejos. Ahí se me complicaba ir a buscarlos. Ellos eran jugadores que me complicaron de más”.
EL ASCENSO CON HURACAN CORRIENTES. “Me voy por mi señora, que es correntina. Yo tenía la posibilidad de ir a Estudiantes y a Unión en Primera, pero tomé la decisión de irme al Nacional B por mi familia. Por otra parte, el gobernador Romero Feris me conocía y me quería ahí”.
“Hicimos una gran campaña y nos tocó jugar la final ante un muy buen Talleres de Córdoba. El primer partido fue en Corrientes. Ganábamos 2-0 y nos hicieron dos goles de tiro libre y ellos con el empate en la revancha ascendían. La semana siguiente, cuando llegamos al Chateau Carreras, nos encontramos entre los pasillos con cajas de champagne que los dirigentes de Talleres habían dejado allí para el festejo posterior. Justo me tocó verlo y le dije con un par de muchachos. Eso fue una arenga. Más allá del famoso video que hizo Zuccarelli con la familia, fue una arenga”.
“Nosotros salimos a jugar ese partido de una forma increíble. Nos hicieron salir a los dos equipos juntos y teníamos a los jugadores de Talleres, en la manga, con todos los chicos, los hijos, familiares. Había más chicos que jugadores en ese momento. Nosotros saltando y el Coco Capria empezó a insultar ¡que le vamos a romper… a Talleres’. Empezamos a saltar todos. Los de Talleres nos miraban. A la media hora del partido estábamos ganando 3-0. Fue una noche inolvidable”.
EL ASCENSO CON BELGRANO. “Fue en el año 1998. Previo al partido final ante Talleres, sueño en la semana que pateaba el séptimo penal. Los chicos se reían todos. Íbamos a ascender con el séptimo penal. Vamos al alargue y Talleres desapareció. Se achicó, se metió atrás y no lo pudimos ganar. Vamos a los penales. Cuando terminó la primera tanda de cinco, todos me empezaron a mirar. Vino Ricardo Rezza que ya de entrada me dijo que el séptimo era yo. Se termina definiendo en el sexto penal. ¡Tenía un miedo!”.
“De ahí nos fuimos al hotel a concentrar. Yo era mucho de las estadísticas y tenía en cuenta ese detalle de que el que perdía la final y nunca lograba el segundo ascenso. Fue un estímulo para nosotros eso. Más allá de que yo era de los más grandes, tenía 33 años, y éramos dos o tres los que manejábamos el grupo. Habíamos hablado con los dirigentes porque nosotros les dijimos que íbamos a ascender en el repechaje. Tuvimos la fortuna de hacerlo en la final ante Aldosivi. Empatamos 1-1 en Mar del Plata y esa tarde me tocó hacer un gol de afuera del área; y la revancha la ganamos 3-1. Así que rompimos el mito y pudimos dar la vuelta olímpica. Fue hermoso”.
¿POR QUÉ TE LLAMAS COSME? “Mis viejos son italianos. Y mi padre se llama Cosme. Entonces había tradiciones de esa época de continuar con el tema del que hijo se llame igual. En italiano es Cosmo, pero termina siendo Cosme en castellano. Racing tuvo un Cosme también que era el kinesiólogo”.
“Lo sufrí mucho porque en el colegio o de adolescente no encontraba ningún cartelito donde están los nombres de los chicos, nunca estaba con mi nombre. Pero a mí me gusta mi nombre. Me parecía diferente y pegaba con el apellido. A mis hijas les puse un solo nombre porque yo tengo tres. Una se llama Guliana y la otra Florencia”.
Periodista y escritor. Autor de Héroes de Tiento y Héroes en Tiempos Infames. Conductor de Abrí la Cancha, por Radio Gráfica FM 89.3