Gustavo de la Llera: «Lo que generó Sarmiento en 1981 fue impresionante»

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Gustavo de la Llera pasó por las Charlas de Vestuario de Abrí la Cancha. Fue un duro de aquellos. Hoy, reconocido formador de juveniles. Protagonista de los años 80s. Primero en Sarmiento, club de su Junín natal. Luego, en el ascenso, donde tuvo peso y nombre propio. Reflotamos esta vieja entrevista para encontrarnos con un defensor que marcó época en el fútbol de los sábados.

Por Carlos Aira

 

MEDICINA O FUTBOL: «Pocos lo recuerdan, pero yo no debuté en Sarmiento, sino en Independiente. Resulta que yo jugaba en Independiente de Junín. Una noche, enfrentando a Mariano Moreno, me vieron de la Peña de Independiente. Hablaron conmigo, y terminé viajando a Avellaneda. Estuve trabajando con Miguel Santoro, entrenador de la Tercera, quién recomendó mi contratación».
Gustavo de la Llera junto a dos campeones del mundo: Jorge Olguín y Ricardo Bochini. Año 1980.
«Los clubes tenían todo arreglado, pero había un problema: yo vine a Buenos Aires a estudiar medicina, no a jugar fútbol profesional. Vine junto a un amigo de Junín, Gustavo Jarrón, que estudiaba arquitectura y paraba en su departamento en Salguero y Santa Fe. A Independiente le dije que no porque solo me daban la pensión. Yo quería independizarme de mis viejos por todo el esfuerzo que ya habían hecho. Al mes y medio me llamó un señor apellidado Sacco, presidente del fútbol amateur de Independiente. Me presentó a José Omar Pastoriza quién me pidió que vaya a practicar que quería verme. Entrené el martes y miércoles. El jueves firmé contrato y viajé a Santa Fe para debutar en Primera contra Unión de Santa Fe. Año 1978″.
«En el Rojo tuve de compañero al más grande: Ricardo Enrique Bochini. Lejos, el mejor 10 que ví. Todos los 9 fueron goleadores con él: Outes, Alzamendi, Barberón, Percudani, Merlini. Por eso me animo a decir que fue el más grande de todos».

 

Sarmiento de Junín 1981. Un gran equipo, con figuras como Carlos López, Ricardo Gareca o el Toti Iglesias. De la Llera es el primero parado desde la izquierda.

 

SARMIENTO 1981: «Cuando Independiente tuvo que hacer opción de mi compra, me surgió la chance de ir a Huracán. Año 1981. El Metropolitano había comenzado y era seguro que me iba a Parque de los Patricios, pero surgió la chance de ir a Sarmiento, que recién había subido a la A. Se cumplió el sueño de jugar en mi ciudad«.
«En un comienzo, Roberto Perfumo no me tenía en cuenta. Estaba el grupo de jugadores campeones de 1980 y los que había traído él. Pero de puro cabeza dura lo convencí, porque yo estaba convencido que podía rendir. Disfruté mucho aquellos años en Junín. Los viví tan bien… Es que la ciudad estaba a pleno con el equipo».
«Muy poca gente vio la cancha de Sarmiento como la vi yo. Ni en 1980. En 1981, cuando enfrentamos a Boca y River se puso un alambre perimetral y sillas alrededor de la cancha. Salíamos a la cancha con la marcha del ejército. ¡Mi hermano me pedía la camiseta para ir a bailar! Junín era una ebullición. Sarmiento fue un fenómeno impresionante«.
«Aquel equipo tenía referentes muy importantes. Nunca voy a olvidar una de las primeras prácticas. El León Espósito me agarró en el vestuario y me dijo: «¿Usted va a entregar a la utilería estos botines llenos de barro?» Me hizo lavar los botines y las medias. Luego me dijo: «El albañil lava la cuchara, el balde y la pala. ¿Vos porque no cuidas tus herramientas de trabajo?»

 

Febrero de 1982. Sarmiento en el Monumental. Gustavo de la Llera y sus característicos bigotes.

 

JUNIN ERA UNA FIESTA: «Aquellos días fueron increíbles. Tenía un compañero feo como la puta que lo parió que una vez lo encuentro con dos mujeres, una en cada brazo. Cuando me vio me dijo: «¡Falta el casino y esto es Las Vegas!«.
«Recuerdo anécdotas increíbles. El loco que teníamos de profe se paraba arriba de la vieja torre de iluminación. Era altísimo y dirigía la práctica desde allí. También a Pedrito Cambareri. Un señor grande y que nos merecía mucho respeto. Una vez, antes de un partido ante River, que tenía campeones del Mundo como Daniel Passarella, Mario Kempes y el Pato Fillol, nos dijo en la charla técnica: ´están acá porque no pueden jugar en otro lado`».
«En Sarmiento tuve compañeros increíbles. Con el Flaco Gareca tengo un par de anécdotas inconfesables. ¡Pinino Más! El Mono era un show. Hacía del vestuario una fiesta. Quería concentrar siempre para timbear toda la noche. Otra anécdota. Una vez, en 1982, nos dirigió Teodoro Nitti. Hubo un asado antes del partido y no sabés como estaba Teodoro… ¡Planeaba en la platea! Llegó Pinino, pícaro, y le dijo: `Tenés que darme un penal, Teodoro´. Nitti se lo regaló porque estaba en mitad de cancha. ¡No se podía mover! Pero Pinino lo erró.
«Más historias. En 1981 fuimos a jugar un partido muy importante contra Unión en Santa Fe. Yo era el capitán y Rudy Maletti me dijo: `Si ganás elegís arco y si perdés, trata que muevan la pelota´Gané el sorteo. Movió Unión y Rudy le pegó un patadón terrible a Fernando Husef Alí a los seis segundos de juego. Hoy, son todos bebes de pecho comparados con lo que éramos nosotros. Pero los partidos terminaban ahí».

 

EL DESCENSO DE 1982: «Lamentablemente, Sarmiento quedó muy mal con el juicio de Roberto Perfumo. Un club que pudo quedarse en Primera si hubiera tenido un manejo distinto al que tuvo. El problema fue la dirigencia. Venian los directivos a Buenos Aires, se instalaban en el Hotel Bauen y firmaban cheques en dólares en nombre del presidente Sabella. Así traían jugadores».
Gustavo de la Llera sale desmayado del vestuario de Uniòn. 5 de febrero de 1983.
«El último partido del Metro 82 fue terrible. Lo jugamos ante Unión, en Santa Fe. Ellos también se jugaban el descenso. Esa noche nos tendieron una emboscada. Lisa y llana. El vestuario estaba cerrado y cuando entramos nos encontramos con una doble puerta. Adentro, el piso estaba baldeado con gasoil y una carretilla con carbón encendido. No se podía respirar. Yo fui el más afectado y terminé desmayado. Los directivos de Sarmiento anunciaron que no presentarían el equipo. Hubo una apretada descomunal de la dirigencia de Unión, AFA, la policía y la hinchada de Unión».
«Luego de 45 minutos, los dirigentes de Sarmiento arrugaron y salieron a jugar el partido. Un equipo diezmado, porque no pudimos jugar ni Horacio Cordero ni yo. Se cortó la luz dos veces. En el segundo corte, le pegaron una apretada grande a mis compañeros. Finalmente, perdimos 1 a 0 y descendimos. Cuando volviamos a Junín, la hinchada nos cruzó el micro en la ruta. Estaban recalientes. Bajé junto a Luciano Polo y tuvimos que explicar que nosotros no habíamos ido para atrás«.
«Sarmiento no descendió en 1982. Se fue en 1981 cuando contrató a Roberto Perfumo. El segundo año se pagaron las consecuencias del despilfarro económico».

 

Septiembre de 1984. Sarmiento 1-1 Racing. De la Llera y Miguel Brindisi.
UN CAMINO EN EL FÚTBOL DE LOS SABADOS: «Cuando descendió Sarmiento tuve chances de irme. En Junín siempre se valoró a quién venía de afuera y no a la gente de la ciudad. Siempre fue así. A la hora de pagarte, eras el peor remunerado; pero cuando venían a buscarte de afuera, pedían fortunas por tu pase. Me pasó con Argentinos Juniors en 1983, que terminaron pidiendo boludeces. Me pasó con Deportivo Español. Me vino a buscar Francisco Ríos Seoane el día que jugaron en Junín un partido desempate ante Central Córdoba de Rosario para no descender. Me habían pedido López y Caballero. Vinieron a la puerta de casa con 30.000 dólares, pero Sarmiento no me vendió».

 

 

LOS ANDES: «A comienzos de 1985 mi ciclo en Sarmiento estaba terminado. El club no tenía un centavo. Me vino a buscar Ricardo Gulla, presidente de Los Andes. Lo recuerdo como si fuera hoy. Cayó en la sede del club con un Renault Fuego último modelo y bajó con la guita del pase en un maletín. Yo estaba junto a Darwin Sanguinetti y Canaparo, presidente de secretario de Sarmiento, que me debía más plata de lo que me pagaba Los Andes. Estuve dos horas discutiendo con los dirigentes de Sarmiento hasta que Gulla se hartó. Sacó un cheque en blanco y me dijo: ´- poné la fecha que la vas a cobrar´. Así pasé a Los Andes».
«Hicimos una campaña aceptable, pero a fines de 1985 hubo elecciones en Los Andes y Gulla no se presentó. Quedé en la contienda política y terminé comprando mi pase con el libro de pases cerrado. Fui a AFA a verlo a Julio Grondona con quién tenía buena relación desde la época de Independiente. Le comenté que me estaba pasando. Justo estaba el presidente del Club Comunicaciones, recién ascendido a la B. Grondona le dice: ´Tenés que contratar a De la Llera por el Apertura 86´. El presidente de Comu respondió que era muy caro. Finalmente terminé firmando un contrato bárbaro, pero en verdad ya tenía todo arreglado con All Boys«.

 

 

FLORESTA, UN LUGAR EN EL MUNDO: «All Boys es un club bárbaro. Por el barrio y por la gente. Me tocó una época hermosa. Con clásicos increíbles ante Chacarita y Nueva Chicago a cancha llena. Tanto en Vélez como en Ferro. Hay un clásico ante Chicago que lo recuerdo como si fuera hoy. Año 1990. Recién había debutado Julián Maidana y yo era casi el padre de muchos chicos, como Maidana o Timpani. En Chicago jugaba Víctor Rogelio Ramos. En la semana me habían dado el premio al jugador más correcto de la categoría. A pesar de todo lo duro que era, me habían echado muy pocas veces. Pero ese día se me cortó la cadena…«.
«Alejandro Sliwa, el árbitro del partido, me cobró una falta. En ese momento, Ramos le pegó una trompada a Julián Maidana y le partió la nariz. Le digo: ´- Sliwa, ¿No la viste?´. Me respondió: ´- ¡Negro, no me jodás; no me hagás quilombo!». Entonces le meto una mano y lo rompo a Ramos. Dos partidos me dieron. Ganamos el clásico 2 a 1 y la tribuna de All Boys se venía para abajo«.

 

DE FLORESTA A JOSE INGENIEROS: «En 1991 pasé a Almagro. Estuvimos peleando el campeonato hasta el final con muy buenos compañeros: el Beto Yaqué, Mamani, Nilton Pardal, el Negro Chumba, el Percha Perticarari. Finalizado el campeonato decidí parar. Tenía 33 años y una casa de deportes donde iba siempre Ricardo Calabria, quién me pidió que lo acompañara a dirigir las inferiores de San Lorenzo. No había un mango, porque no Fernando Miele no pagaba nunca, pero agarré igual».

 

Gustavo de la Llera en Deportivo Italiano. Su último paso por el fútbol profesional.
VOLVER AL FUTBOL: «Estuve dos años sin jugar hasta qué, en 1994, Fabián De Sarasqueta – compañero en All Boys – agarró Defensores de Belgrano. Me llamó y me preguntó si quería volver a jugar. Tenía muchas dudas. Mi mujer me dijo: ¿Vos que querés hacer? Le digo a Fabián: «- Mirá, hago la pretemporada. Si me siento bien, agarro. Sino, te agradezco, pero no sigo«.
«Al principio me costó horrores, pero después agarré ritmo de competencia. Me hicieron contrato sin verme. Siempre le voy a estar agradecidos a los dirigentes de Defensores. Jugué todo el año y terminé muy bien. En ese momento, Ricardo Caruso Lombardi agarró Deportivo Italiano y me pidió. El fue mi último entrenador en Defensores y me conocía. En Italiano fuimos campeones. Me lastimé justo contra Defe. En ese momento dije: Ahora sí, no juego más. Fuimos al Ministerio de Trabajo y rescindí contrato diciendo que no tenía ninguna lesión para que el club tuviera plena certeza que no habría un futuro juicio. Nunca hice ningún juicio y eso es una línea de conducta que llevé durante toda mi carrera«.

 

Periodista y escritor. Autor de Héroes de Tiento y Héroes en Tiempos Infames. Conductor de Abrí la Cancha, por Radio Gráfica FM 89.3

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