José Toti Iglesias: «No puedo creer que después de 30 años, la gente de Racing me siga amando»

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José Raúl Iglesias pasó por las Charlas de Vestuario de Abrí la Cancha. En una larga entrevista, el Toti narró sus comienzos en San Lorenzo, su experiencia en España, el resurgir en Sarmiento, sus goles en Huracán y la idolatría eterna en Racing.

Por Carlos Aira

 

SUEÑOS DE FUTBOL:  “Me crié cerca del viejo Gasómetro, en Avenida La Plata e Inclán. Eran otras épocas, obviamente estamos hablando cincuenta años atrás. Los pibes jugábamos todo el día en la calle hasta muy tarde y ahí nació mi amor por el fútbol”.
“Un día acompañé a un a un amigo a probarse a San Lorenzo y tuve la suerte de quedar. Ahí comencé. Yo tenía 10 años y comenzó mi sueño que era llegar a Primera División. Ese sueño se cumplió y tuve la dicha de ser jugador profesional durante 15 años“.

 

 

La redondita del Toti. Año 1976.
EL TOTI DE BOEDO: “Luego de hacer todas las categorías de inferiores me pasaron a Tercera con edad de Quinta División. Ahí me vio Toscano Rendo que era el técnico de Primera. Año 1976. En San Lorenzo jugaban consagrados como el Gringo Scotta o el Negro Ortiz. Justo lo venden a Scotta al Sevilla y Alberto Rendo subió una camada de chicos. Año 1976. Ahí comenzó mi camino en Primera División. Alberto (Rendo) me ponía cinco o diez minutos en el segundo tiempo y metía goles. Recuerdo que entraba y siempre aparecía un conejo dentro de la galera. Algo infrecuente: jugaba poco y metía goles”.
Siempre fui afortunado. Por ejemplo, el primer gol se lo hago a Unión de Santa Fe. El arquero rival era Perico Pérez, famoso atajador de penales. Esa tarde entré faltando ocho minutos y sobre la hora, penal. Pedí patearlo y mis compañeros me lo dejaron aunque me miraban raro, como diciendo ‘este recién entra a primera y ya pide patear un penal’, y lo patee e hice el gol. Pero eran las ganas que yo tenía de hacer gol, de jugar en primera”.
“Otra tarde, contra Vélez en Liniers, ingresé faltando cinco minutos ganando 1 a 0. Vélez nos estaba peloteando y en un contragolpe me voy solo. Sale Julio Falcioni, arquero de Vélez, y se la pique. 2 a 0. Había jugado ocho minutos en Primera y ya tenía dos goles. Por eso digo que todo se me dio muy rápido. Luego viene la otra cara de la moneda porque al principio todo es muy lindo pero no es sencillo mantenerse“.

 

El Toti con la camiseta del Barcelona Athletic, filial del FC Barcelona.
FC BARCELONA: “En 1977 surgió la posibilidad de ir al Barcelona. No ocupaba plaza de extranjero porque mi padre era español. Yo fui al Barcelona B, que era el equipo filial. Muchas veces entrené con el equipo principal. Hice fútbol con Johan Cruyff o el Toro Zuviría. Jugué bastante en el Barcelona Filial. Hice goles pero no me dio para llegar al primer equipo. Como experiencia de vida fue inolvidable porque todo fue fenomenal. Es más, me casé allá con 20 años. pero la verdad es que no estaba futbolísticamente formado como para triunfar en un equipo de esa envergadura”.
“Seguí el camino en España jugando en Logroñés y Recreativo de Huelva. Con 21 años no se piensa tanto en la familia y sí en el triunfo. Era un camino que estaba buscando. Yo elegí España sabiendo que me desprendía de mi madre y de mis afectos. Como todas las cosas de la vida tiene un sacrificio, el sacrificio era ese, dejar los afectos, dejar las cosas lindas, tu vida acá, y montarte en un país diferente, con obligaciones y muchas cosas por lograr”.
El ascenso español fue mi peor momento. Jugué dos años y con un nivel muy justito. Siempre lo digo porque volví con el caballo cansado. No me había ido bien y no era lo que quería para mi vida y mi carrera. No había triunfado en Europa y volví a mi país buscando la posibilidad de relanzamiento. De estar nuevamente en el fútbol grande”.

 

ALL BOYS EN PRIMERA DIVISION: “En 1979 volví al país. Tenía 21 años y poca gente me recordaba. En ese entonces no había representantes ni videos. ¡No había nada! Había que confiar en un chico que no conocía nadie o muy poquitos recordaban de su paso por San Lorenzo. Finalmente jugué el Metropolitano 79 en All Boys que fue el único club que me abrió las puertas sin conocerme. En Floresta estuve a punto de zozobrar y dejar mi carrera. Recuerdo haber dicho: ´pruebo un año más y sino no juego más y me dedico a trabajar´. Veía que no había logrado nada en lo económico y no me consolidaba en lo deportivo. Estaba en la disyuntiva. En All Boys jugué poco y convertí un solo gol, a Boca Juniors”.

 

El Toti y la camiseta de Sarmiento. Año 1980. Uno de los máximos ídolos de la institución juninense.
REVIVIR EN SARMIENTO DE JUNIN: “Le voy a estar agradecido toda la vida a Sarmiento. En Junín tuve la posibilidad de relanzar mi camiseta. Yo también hice lo mio: me entrené a morir, me maté por la camiseta y Dios me benefició saliendo campeón de Primera B 1980 siendo el goleador del torneo. Ahí mi vida cambió nuevamente. Por eso en cada reportaje nombro a Sarmiento de Junín porque nunca olvido mis raíces. Si Sarmiento no me daba su camiseta, el afecto y el cariño de la grante hoy no tendría nada“.
“Sarmiento fue el pilar de mi carrera. Fue un año y medio mágico el que viví en Junín. La gente de la ciudad me lo sigue reconociendo y hasta el día de hoy en las redes sociales tengo muchísima gente de Junín que me muestra afecto y me recuerda todo lo que vivió Junín en aquellos años 1980 y 1981. Es imposible que olvide todo eso. Para mí, Sarmiento y Junín son una parte importantísima de mi vida“.

 

Nacional 1982. Con la camiseta de Rosario Central.
IMPLACABLE EN ROSARIO CENTRAL: “Central me compró a mediados de 1981. Sarmiento hizo un negocio bárbaro conmigo: me compró en muy poco dinero y me vendió en 200.000 dólares. La gente no recuerda que jugué en Rosario Central y el promedio es altísimo y de verdad hice 30 goles en 66 partidos. Cada dos partidos un gol. Tiempos de Nacional y Metropolitano. El problema fue que el club se había consagrado campeón poco tiempo atrás y no pudimos equiparar los logros, entonces no cuajó demasiado mi paso por allí”.

 

1983. VOLVER A BOEDO: “En 1983, San Lorenzo volvió a Primera División y me contrató. Se armó un equipo fuertísimo. Salimos subcampeones a un punto de aquel Independiente de Bochini, Marangoni, Giusti y Burruchaga. Era un equipo recontra ofensivo, típico del Bambino Veira. Pensaba siempre en el arco de enfrente y no tanto en la defensa. Jugábamos con cuatro delanteros: yo con la 7, el Gordo Rinaldi con la 9, Mario Husillos con la 10 y el uruguayo Rubens Navarro con la 11. Atacábamos con cuatro y los volantes eran el Gallego Insúa y el Chino Coudaness. Era un equipo para disfrutar. La gente iba a la cancha a disfrutar, por eso se recuerda a aquel equipo con tanto cariño. Los partidos terminaban 3 a 2 o 5 a 2. Era terrible”.

 

El Toti con el Globo de Newbery. En el Nacional 1986/87 convirtió 37 goles.
FIGURA EN PARQUE DE LOS PATRICIOS: “En 1984 tuve otra oportunidad en España, pero tampoco me fue bien en Valencia. Al año siguiente volví al país y firmé con Estudiantes de La Plata. A comienzos de 1986 me surgió la posibilidad de ir a Huracán y acepté. Yo estaba identificado con San Lorenzo y al principio la gente de Huracán me miró de reojo, diciendo ´que hace este cuervo acá´.
“Era un momento muy dificil. Huracán tenía el agua en la nariz. Cuando llegué faltaban diez fechas y el equipo tenía un promedio recontrabajo. Estaba a siete puntos de salvarse. Una misión imposible. Pero me la jugué porque me tenía mucha fe de hacer goles y poder revertir la situación. Al final salimos anteultimos y no pudimos con el promedio. No nos fuimos en ese momento porque surgió un octogonal reclasificatorio para llevar a 20 equipos la Primera División. La final de ese torneo la jugamos ante Deportivo Italiano y perdimos por penales. Nadamos en medio del océano y nos ahogamos en la costa…”.
“Jamás me voy a olvidar de la final contra Italiano en cancha de Vélez. Fue una verguenza. El árbitro – que nunca más dirigió – fue alevoso como nos perjudicó (el árbitro fue Patricio Sinnot). El primer partido lo habíamos perdido 1 a 0 y ganado 2 a 1 la revancha. Era el tercer partido. Ibamos 2 a 1 y convierto el tercer gol por una pelota que rebota en un jugador de Italiano, pero el árbitro me lo anuló por off side. Después Italiano nos empató el partido. Sobre la hora del alargue, al Turco García le hacen un penalazo impresionante que el árbitro no cobró. Ahí me saqué y lo recontra insulté. Le dije de todo y me echó de la cancha. Fuimos a los penales y perdimos. Es el peor recuerdo en mis 15 años de fútbol. No sólo por el descenso sino por la forma asquerosa que nos mandaron a la B“.
“A pesar del descenso me quedé en Huracán y busqué revancha. Me fueron a buscar de Platense y de Unión, pero dije que me quedaba con Huracán en la B y no me equivoqué. Jugué el Primera Nacional B (1986/87) y metí 36 goles en 37 partidos que jugué. Un récord aún vigente. En esos días nació el festejo con la vuelta carnero. Tenía un gran compañero que era Ariel Paolorrosi – hoy dirigiendo juveniles en Chile – que nunca metía un gol y me decía: “yo nunca la meto pero te voy a enseñar a festejar los goles´. Estaba de moda el mexicano Hugo Sánchez, jugador del Real Madrid que festejaba con un mortal hacia atrás. Paolorrosi me llevaba al arenero de Huracán y me hacía practicar esa vuelta que él las hacía perfecta y yo la hacía un desastre. Hoy lo cuento y parece una cosa tonta, pero en ese momento no lo hacía nadie“.

 

Una historia fugaz e intensa. No llegó a jugar 30 partidos, pero quedó en la historia grande de los ídolos de la Academia.
IDOLO DE LA ACADEMIA: “A mediados de 1987 me contrató Racing. Tenía 30 años y decían que venía un diferente porque El Gráfico tituló “Racing compró al rey del gol” y estaba en una foto como si fuera Freddie Mercury cuando tocaba en Queen. Racing se había comido a todos los goleadores precedidos de muchísima fama pero a mí se me dio todo porque en la primera semana jugamos un triangular en cancha de Vélez contra Boca y San Lorenzo. Lo ganamos nosotros y le hice goles a Chilavert y Gatti”.
“Empecé a meter goles como loco y se fueron dando muchas cosas: un equipo que punteó el campeonato, el pelo largo y la vuelta carnero que nadie hacía. Marqué 16 goles en la temporada. Los hinchas de Racing me trataron con tanto afecto y cariño que aún hoy, cuando voy al Cilindro con mis hijos, me cantan: ´Vayase preparando / vaya gritandolo / porque en cualquier momento / aparece el Totigol“. Lo que la gente de Racing me dio es increible. Todo eso armó un combo y ahí está la explicación del por qué en tan poquito tiempo, en un año y monedas, se produjo un feedback muy importante entre Racing y mi persona”.
“Es increíble. Me siguen reconociendo en la platea, que iba con mis hijos y  mis nietos a ver a Racing y  empezaban a cantar todos. Me daba hasta vergüenza porque era como que sentía que es increíble, después de 30 años que un tipo llegue a una cancha y pase eso. Mi nieto me miraba y me decía abuelo que hiciste acá que la gente te quiere tanto. La gente me pide fotos. Él es chiquito y no entiende nada.  Esto es Racing, es así. Le contesté”.
“Yo tuve la suerte de ser campeón de la Supercopa, pero nos faltó ese granito de suerte de concreción porque nos chocamos con un Newell’s terrible que empezó a ganar todo y nosotros que nos caímos un poco por lesiones de jugadores y no pudimos definir algunos partidos que nos costaron puntos. La realidad es que nosotros nos caímos en la segunda rueda y Newell’s metió un sprint final de 15 partidos finales infernales. Pero el nuestro, aquel Racing de Basile, era un equipazo al cual le faltó suerte“.

 

LANUS, ESTACION FINAL: “En mayo de 1988 pasé a Junior de Barranquilla. En enero de 1989 volví a Racing para jugar la Copa Libertadores donde perdimos ante Nacional de Medellín, futuro campeón. Luego pasé por Talleres de Córdoba, donde hicimos un campañón en un club que no tenía un centavo. En 1990 pasé por Deportivo Español y a comienzos de 1991 puse final a mi carrera en Lanús”.
“Me contrataron para jugar el Clausura 91. Una situación similar a la de Huracán: un equipo con un promedio bajísimo. Me trajeron a mí y al paraguayo Adolfino Cañete, un jugadorazo impresionante. El equipo anduvo bien pero el promedio nos condenó. Terminamos descendiendo, pero guardo un gratísimo recuerdo del club. Una institución ejemplar que cumplía con todo. Esa línea les permitió regresar al año siguiente con Miguel Russo, que era entrenador desde 1989. De hecho hoy en día es una institución modelo, no me extraña lo que pasa hoy porque ya en esa época era un muy buen club”.

 

El clásico festejo del Toti Iglesias.

 

8 de noviembre de 1980. Comienza a bajar Chacarita a la C. La media vuelta del Toti Iglesias pone el 2 a 1 para Sarmiento sobre la hora.
OLFATO DE GOLEADOR:  “Mi gran olfato de gol, mi gran sentido de la ubicuidad y de estar en el aire bien parado.  La definición era mi fuerte. Era un tipo muy rápido. siempre tuve velocidad en todos los planteles que fui generalmente era el más rápido y encima definía bien. Esas eran mis dos virtudes. Ubicuidad en el área y definición. Después no era un tipo técnico, no era un tipo que gambeteaba”.
“Generalmente me pasaban poco el balón porque me iban conociendo mis compañeros sabían que mi secreto no era tocarla muchas veces, sino tocarla poco pero efectivo. Siempre aparecía en el final de la jugada, cuando venían los centros o cuando me metían en profundidad y yo era muy fuerte. Hice 203 goles en primera en 15 años. Eso habla a las claras que tenía facilidad para convertir goles”.
“Pero cuidado: yo siempre decía que disimulaba mis errores y potenciaba mis virtudes. Trataba de no meterme en cosas raras, de querer gambetear, de querer bajar en medio de la cancha para involucrarme en un juego que a mi no me favorecía. Yo normalmente me quedaba cerca del área, picaba a las puntas, generaba espacios y me generaba espacios para mi que era el último pase”.

 

Año 1991. El grito eterno, esta vez, con la camiseta de Lanús. Su último paso por el fútbol profesional. (Foto: Granatops)
¿EL TOTI PODRÍA JUGAR HOY?: “Jugaría si, porque el que hace goles lo hace toda la vida y lo quieren siempre todos. Nadie va a desperdiciar un goleador, pero sí me costaría más porque hoy no se juega tanto con especialistas del área, se juega más con un fútbol integral al que llegan todos, o los volantes vacíos. Entonces ir hilvanando el juego y son poquísimos los que juegan con un nueve de punta o un nueve de área o un definidor. Generalmente se lo adapta a un esquema, pero me hubiera costado un poquitín más, pero nadie desperdiciara un tipo que hace 15 goles en el año. Si la mayoría de los años los hice por eso llegue al número de 203. Quizás jugar hoy me costaría más porque hoy se juega más integralmente”.

 

EL MEJOR ASISTIDOR: “Tuve varios, eso a veces lo digo. Por ejemplo, Mario Husillos y el Gordo Rinaldi que jugaban de memoria al vacío y me la tiraban para definir. Carlitos Lopez, un zurdo en Sarmiento de Junín, increíble con un guante en el pie, también me la ponían en el hueco para definir. Marcelo Trobbiani, excelentísimo jugador, que gambeteaba con la cabeza gacha sin mirar me la tiraba al huequito, como que sabía que estaba ahí. Héctor Ortega en Sarmiento de Junín. Ruben Paz en Racing que me daba cada pase gol impresionante. Esos que te acabo de nombrar básicamente fueron los que más disfrute y los que me hicieron gritar gol a lo loco.

 

Periodista y escritor. Autor de Héroes de Tiento y Héroes en Tiempos Infames. Conductor de Abrí la Cancha, por Radio Gráfica FM 89.3

 

 

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