Huracán 1928, el mítico Ballet Blanco. Una historia de Héroes de Tiento

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El Ballet Blanco. Huracán campeón unificado 1928. Un equipo inmenso. ¿Por qué se sigue diciendo que el Globo fue campeón tan sólo en 1973?

Huracán tuvo en 1928 una de sus máximas expresiones futbolísticas. El mítico Ballet Blanco. Rescatamos de Héroes de Tiento un fragmento de la historia de aquel equipo que hizo furor, no sólo en Parque de los Patricios, sino en todo el fútbol argentino.

Por Carlos Aira

Fragmento de Héroes de Tiento (Historias del fútbol argentino 1920-1930), Carlos Aira, Ediciones Fabro 2015.

 

Nacido el 17 de enero de 1907 en Parque de los Patricios, Guillermo Antonio Stábile es un símbolo enorme en la historia del Club Atlético Huracán. Debutó con 18 años en la primera. Fue el 30 de marzo de 1924. Partido complicado. Segunda final del certamen de 1923, ante Boca Juniors. Cancha de Sportivo Barracas. A último momento, el insider izquierdo Alfredo Larmeu no pudo jugar el partido y Stábile lo reemplazo con éxito.
1925 fue el año en el cual el International Board modificó la regla del off side. Ya no hacían falta tres jugadores para habilitar al rival. Era el tiempo para los delanteros que buscaran con velocidad el pase al vacío. En ese fútbol explotó Stábile. Sus compañeros Onzari y Loizo se cansaron de habilitarlo y cimentar su fama de goleador moderno.

 

 

Fanático de la gimnasia, su entrenamiento diario era correr en el Parque. Fondo y velocidad. Su físico, magro y sin demasiada altura, lo ayudó a generar una imagen fantasmal. Esa que lo hacía aparecer, como un rayo blanco, entre los backs rivales. 24 goles en 19 partidos en aquella temporada de 1925. Nacía el Filtrador. El apodo que lo inmortalizó.
Stábile vistió en 119 encuentros la camiseta de Huracán. Convirtió 102 goles. Se despidió el 16 de noviembre de 1930. Esa tarde, ante Vélez Sarsfield, jugó su último partido en nuestro país. Su destino era el calcio italiano. Fue figura en el Genoa, donde volvió a encontrarse con sus compañeros Manuel Spósito y Juan Pratto.
Héroes de Tiento (Ediciones Fabro). 125 historias del fútbol argentino 1920-1930. 540 páginas. 125 historias para comprender el fútbol de aquellos días.
Regresó a la patria como entrenador. Dirigió el seleccionado argentino durante veinte años. Entre 1939 y 1959 sus equipos ganaron en seis oportunidades la Copa América, logrando una efectividad superior al 75% de los puntos en juego en los 127 partidos que dirigió a la celeste y blanca. Su mancha fue la Copa del Mundo de Suecia 1958. La prensa no perdonó el fracaso, olvidando tanta gloria. Stábile pagó aquella derrota con ingratitud.
Goleador de la primera Copa del Mundo con ocho tantos. Dirigió al gran Racing Club tricampeón 1949/1950/1951. Guillermo Stábile, el filtrador, la gloria de Huracán, falleció el 26 de diciembre de 1966 en su casa ubicada en Avenida del Trabajo (actual Eva Perón), frente al Parque Chacabuco. Tenía 61 años.

 

HURACAN-BOCA, EL PARTIDO DEL AÑO

Domingo 28 de abril de 1929. Huracán y Boca definen el título de campeón. A las 13:30, dos horas antes del comienzo del partido, ya se habían vendido las 34.000 localidades a la venta. El estadio estaría peligrosamente lleno, porque había que sumar socios, mujeres, niños, invitados y los infaltables colados.
Con los equipos a punto de saltar hacia el campo de juego, los parlantes dieron una noticia que causó sorpresa: Roberto Cherro no jugaría el partido. Cabecita de Oro no se recuperó de una lesión producida luego de un golpe con José Della Torre en el clásico que Boca goleó 4 a 1 a Racing Club. En su lugar ingresó el rubio Julio Bisio.
El negro Juan Pratto
Domingo Tarasconi puso en ventaja a la visita en la última pelota del primer tiempo. La segunda etapa tuvo a Guillermo Stábile como protagonista excluyente. Convirtió tres goles. El último, sencillamente fabuloso: Loizo tocó a Bartolucci. Centro a la olla. El goleador se adelantó a los durísimos Bidoglio y Muttis. Arqueó la cabeza despidiendo un cabezazo matemático. Con los ojos llorosos, Stábile fue paseado en andas por todo el barrio.
Uno de los más emocionados fue el negro José Laguna, entrenador del equipo: “Ayer lloré por primera vez en mi vida deportiva. Cuando Onzari, después del triunfo, corrió hacia mí para abrazarme, al ver sus lágrimas, confieso que me conmoví. Ha sido el partido que más me ha emocionado. He sido fundador de Huracán y sé que los muchachos son acreedores por legítimos méritos a un triunfo en el campeonato”.

 

HURACAN CAMPEON 1928

Luego del triunfo ante Boca, Huracán logró dos triunfos en propia casa: 2 a 0 ante Defensores de Belgrano y 3 a 2 contra Ferro Carril Oeste. Los cinco goles fueron de Stábile. Su récord goleador fue implacable: diez goles en cuatro partidos. Todos los convertidos por su equipo.
Pablo Bartolucci
Parque de los Patricios descontaba el título, pero Avellaneda puso en duda tanta confianza. El 19 de mayo, Independiente visitó la Quema. Los rojos ganaron 2 a 1. Una semana más tarde, en Cuyo y Mozart, cuando los equipos estaban prestos a salir al campo de juego, una infausta noticia motivó la suspensión del fútbol: Adrián Beccar Varela había fallecido en Madrid. Racing y Huracán jugaron dos semanas más tarde. La Academia jugó el mejor partido de la temporada y derrotó 3 a 1 al Globo. Esa tarde, Boca venció 1 a 0 a Gimnasia en La Plata, quedando tan sólo un punto por debajo de Huracán. La jornada siguiente sería la última del campeonato.
Barracas Central recibió a Huracán en el estadio de River Plate. Boca ante Ferro en la Ribera. El fantasma de un desempate ante los xeneizes, como el jugado en marzo de 1924, era una amenaza que sobrevolaba la mente de muchos quemeros. Para abstraer a los futbolistas de tanta presión, la dirigencia decidió concentrarlos durante toda la semana en La Goya, una quinta ubicada en Monte Grande.
Finalmente, el Ballet Blanco despejó cualquier duda. El Globo ganó con autoridad. El Mono Loizo convirtió su gol apenas iniciado el partido. Luego llegaron los demás. Cuatro en total. Finalizado el partido, Parque de los Patricios estalló en una fiesta tan grande como duradera. Cuando los campeones volvieron al Parque, el barrio entero los esperaba en el Café Benigno, Rioja 2077. Pizza y moscato hasta que la madrugada se hizo lunes. Al día siguiente, este semblante publicado en La Argentina dio cuenta de tanta felicidad:
La vieja barriada prendió anoche los farolitos de la alegría. El barrio taita, que fue y es el templo del coraje en la tradición de la ciudad, ha visto una vez más el triunfo de sus muchachos. Los árboles del parque recogieron el eco de los ¡Viva!, los faroles de Caseros iluminaron el gesto de la hinchada y los pebetes del barrio milonguita vieron realizado el sueño glorioso de su ventura deportiva: los suyos ¡Campeones! ¡Parque Patricios! Tus hijos que alguna vez fueron campeones en los entreveros sainetescos de las facas, consiguieron ahora un título más honroso para tu heráldica de barrio macho, que todavía no tiene universidad, pero donde los pibes más pibes, sienten cariño a las piedras, tus callejas sencillas y oscuras, escenario de las dos fuerzas poderosas de la vida: el trabajo en el día y el amor en las horas turbias del tramonto. ¡Parque de los Patricios!”.
Junto con la vuelta olímpica se despedía un pedazo grande de nuestra historia futbolera. El mejor equipo de Huracán de todos los tiempos. El que hizo grande al club a base de títulos. Hoy, muchas de esas glorias tienen su homenaje con sectores de la platea Miravé. Adán Loizo, el Mono; Ángel Chiesa, el carnicero de Parque Chacabuco; Cesáreo Onzari, el autor del mítico gol olímpico; Máximo Federici, el crack de las trescientas chapas y, obviamente, Guillermo Stábile.
Ninguno de los miles de quemeros que festejaron en la Avenida Caseros imaginó que Huracán tardaría casi cuarenta y cinco años en gritar nuevamente campeón.

 

 

Periodista y escritor. Autor de Héroes de Tiento y Héroes en Tiempos Infames. Conductor de Abrí la Cancha, por Radio Gráfica. Premio Jauretche 2021 a la Investigación Periodística.

 

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