Por José Luis Ponsico
Tenía 91 años. Nacido en la zona de Piñeyro, Avellaneda, en 1933, cuando la Argentina transitaba la “Década Infame”, en un hogar donde los padres del “Bocha” lloraban la muerte del general Juan José Valle, en plena “Libertadora”, en junio del ’56. Valle, siendo un militar fanático de Racing, había tenido un gesto con Humberto Dionisio Maschio en marzo del ’55.
“Aquí, en el Primer Cuerpo del Ejército, tenemos 850 soldados ya sorteados para hacer la conscripción. Ninguno como usted, que pinta para crack y necesita Racing Club de Avellaneda, mi equipo. De tal modo, hará la revisión médica, lo llevará un asistente a las prácticas. Eso sí: debe sacar campeón al Juvenil en los Panamericanos de México y luego a Racing”, dijo el militar fusilado un año más tarde.
“Cumplí a medias —evocó Maschio—. Ganamos la medalla de oro en México ’55; el ‘Nene’ Sanfilippo hizo diez goles. Equipazo el que armó Ernesto Duchini, con un ataque que quedó en la memoria: Scialino, Maschio, Norberto Menéndez, José Francisco Sanfilippo y el ‘Piojo’ José Yudica. Faltó ganar con Racing. Terminamos ‘cabeza a cabeza’ con River y Lanús”, continuó en el recuerdo.
“Pero el general Valle no llegó a ver el triunfazo en Lima, en febrero del ’57, con Los Carasucias: Corbatta, Maschio, Angelillo, Sívori y Cruz. Ocho goles a Colombia, seis a Chile, cuatro a Uruguay, tres a Brasil, tres a Ecuador; me convertí en el goleador con 9 tantos, igualando la marca del crack brasileño, el gran Zizinho”, relató. “Tarde le hubiera cumplido al general Valle”.
Maschio, un crack desde pibe: la pegada, la pausa, la cabeza levantada, y el remate de media y larga distancia. Estuvo en Quilmes en la B y convirtió 25 goles antes de firmar para Racing. En el ’56, su gran año, le hizo dos golazos a Amadeo Carrizo. Uno desde 30 metros. Racing le quitó el invicto a River en Avellaneda con un 4 a 2 para el recuerdo.
La anécdota la relató el “Bocha” al cronista en una extensa entrevista para Agencia Télam, hace unos ocho años, en un lugar donde todas las mañanas leía los diarios y recibía a sus amigos: la confitería “Pertutti”, en Av. Mitre al 400, en el corazón de Avellaneda. “Aquí todo es parte de la historia —continuó Maschio—. Esta era ‘La Real’, la pizzería donde mataron a Rosendo García, cuando le apuntaron a Vandor”, recordó.
Maschio evocó el trágico enfrentamiento de mayo del ’66, producto de una disputa interna de la UOM (Unión Obrera Metalúrgica), donde Augusto Vandor, el líder del poderoso sindicato —con más de 300 mil afiliados en los 60—, tenía una fuerte oposición con sectores del peronismo revolucionario y de la izquierda obrera. Rosendo García, de la UOM Avellaneda, fue uno de los sucesores del apodado “Lobo” Vandor, asesinado en el ’69.
La venta de Racing en mayo del ’57 significó un ingreso de 6 millones y medio de pesos. Lo compró el Bologna de Italia. Su pase estuvo en la misma transición que la de Enrique Omar Sívori a la Juventus, por diez millones de pesos para River —luego invertidos en la Tribuna Sívori, cuando River cerró la “Herradura Monumental”—, y otros seis millones del Inter de Milán para Boca, por Antonio Angelillo.
El fútbol argentino vivió un éxodo muy recordado. Antes habían viajado Ernesto Grillo, de Independiente al Milan, y lo mismo ocurrió con Ernesto Cucchiaroni, el delantero misionero ex Tigre y ex Boca, en sumas parecidas. Dos “estrellas” para el Milan, que llegó a semifinales de la “Copa Europa” en el ’58, cayendo en tiempo suplementario ante el poderoso Real Madrid de Alfredo Di Stéfano, Héctor Rial y Rogelio Domínguez, legión argentina.
Otros notables se fueron a Italia casi en el mismo tiempo: Luis Pentrelli, puntero derecho que disputaba la titularidad en la selección nada menos que con Oreste Corbatta, y el 9 Francisco Loiácono, ambos de Gimnasia y Esgrima La Plata. En 1955, Loiácono, Sívori y Maschio ya estaban en los planes de la Federación Italiana: nacionalizados y, en el ’61, los tres fueron convocados a la selección de Italia.
Maschio, el “cerebro” y al cabo capitán del seleccionado que viajó al Mundial de Chile ’62. Con el “8” en la espalda, el “Bocha” —il capitano— soportó la cobarde agresión de Leonel Sánchez, goleador chileno, con un puñetazo en el rostro en medio de un amontonamiento, mientras el argentino reclamaba por una severa infracción al “Cabezón” Sívori, lesionado finalmente por la dura selección chilena.
El ciclo en Italia continuó a comienzos de los 60, cuando se convirtió en el dueño de la pelota en el Atalanta, radicado en Bérgamo, donde fue idolatrado. En febrero del ’66 estaba retirado cuando su amigo Juan José Pizzuti, ex compañero en el ’56 (Corbatta, Maschio, Manuel Blanco, Pizzuti y Mendiburu), lo llamó para pedirle un favor.
El gran “Tito” Pizzuti estaba por contraer matrimonio, “ya grande”, casi 42 años. Ella, una empleada en Cultura y llegada al Teatro Colón. “Bocha, si vas a Milano, comprá en ‘La Scala’ de Giuseppe Verdi la ópera ‘Manón’. Quiero quedar bien con ella. A propósito, ¿hace mucho que no jugás?”, indagó el DT de Racing desde 1965.
“Tito, hace seis meses que dejé. ¿Por qué?”, preguntó. “Porque se fue Luis Pentrelli a Millonarios de Bogotá, Colombia, y me quedé sin un organizador. Un jugador de tus características. ¿Por qué no te venís? Aquí con tu oficio alcanza”, disparó el “Maestro”. El Bocha llegó con el torneo empezado. Iban seis fechas. Al poco tiempo, se convirtió en la figura del campeonato. Racing estuvo 39 fechas sin perder.
Con juveniles como Agustín Cejas, Roberto Perfumo, Alfio Basile y Rubén “Panadero” Díaz; otros con experiencia como Juan Carlos Rulli, Oscar Raimundo Martín, y Miguel Ángel Mori, en el medio, con Martín capitán de la selección nacional en el Sudamericano de Bolivia ’63. Adelante, Jaime Martinoli, ex Banfield, con pegada y gol, y otro atacante con oficio, Juan José “Yaya” Rodríguez, ex Boca y Nacional de Montevideo.
Con ellos, el “Chango” Juan Carlos Cárdenas, autor del gol del siglo para Racing. “Ese equipo se formó gracias a la novia de Pizzuti”, dijo el “Bocha” en “Pertutti”, provocando la carcajada del reportero gráfico de Télam. Querido y admirado, los mozos le llevaban el café a un primer piso donde Maschio tenía un VIP para él y los suyos.
Como DT, hasta se dio el lujo de dirigir a Independiente y sacarlo campeón en los 70. A los 91 no le había quedado nada por hacer. De su paso por Córdoba, como DT de Belgrano antes de su regreso por tercera vez a Racing, se había casado con una mujer joven, cordobesa, con la que tuvo dos hijos.
Un grande que podía jugar en cualquier época. En la última cena de la Mutual de Ex-Futbolistas, en el “Club El Tábano”, en la zona de Saavedra, todos de Platense, entre fotos de Julio Cozzi, Santiago Vernazza, Jorge Maldonado, Rubén Sosa y el “Polaco” Goyeneche, homenaje al que concurrió con un bastón —no hace mucho— alcanzó a decir: “Ojo, viejo es el viento, pero sigue soplando”, sentenció.
Un grande de todos los tiempos.
Periodista. Columnista de La Señal Medios, Mundo Amateur, Agencia Popular y Nacional, AGN-Prensa y Abrí la Cancha.