Víctor Legrotaglie: el mayor símbolo del fútbol federal

6603
16 de diciembre de 1970. Gimnasia 2-1 River. Legrotaglie se va en andas del estadio.

Una temporada en Chacarita Juniors fue su único paso por el fútbol porteño. Lo quiso el Real Madrid, pero Mendoza fue el lugar en el mundo de Víctor Legrotaglie. Un talento sin par que cautivó a todo un país. Una forma de entender el fútbol. Al frente de un Gimnasia de Mendoza maravilloso se transformó en el mayor símbolo del fútbol federal.

Por Carlos Aira

 

El Víctor. Una institución del fútbol mendocino que se convirtió, a pura genialidad, en un símbolo del fútbol federal. El crack que no quiso dejar su tierra. La bandera de un fútbol mendocino intenso y vital. Con canchas llenas y recaudaciones que no tenían nada que envidiar a las que se generaban en los campeonatos de AFA. ¿Era lento? Estamos de acuerdo. ¿Era indisciplinado? Seguramente. Pero pocos cracks disfrutaron tanto el juego como Legrotaglie. Las añejas crónicas y el testimonio de quienes lo vieron jugar no dejan lugar a las dudas: sus gambetas eran un placer hedonista. Sus tiros libres y goles olímpicos fueron un deleite para los ojos. Su fútbol estelar fue recompensado con tres tapas de El Gráfico. Dos, con la camiseta del Gimnasia mendocino, el club de sus amores. La otra, con la tricolor de Chacarita Juniors ¡En la B!. Ya veterano, jugó los Nacionales de Primera División de 1970-1971 y 1972 con Gimnasia (Mendoza). En cada partido que disputó en Buenos Aires hubo público que solo fue a verlo a él.

 

 

Víctor Antonio Legrotaglie nació en Las Heras, Mendoza, el 29 de mayo de 1937. Hijo de Antonio Legrotaglie y Micaela López, una española nacida en Logroño. Su abuelo fue fundador de la Sociedad Italiana 5 de Octubre, una institución familiar que organizaba bailes, que tenía su cancha de bochas y una canchita de tierra donde Víctor dio sus primeros pasos. El club no tenía fútbol organizado, hasta que en 1949 llegaron los Juegos Evita. Por impulso de Pancho Legrotaglie, tio de Víctor, el 5 de Octubre armó un equipo que se consagró campeón de los Evita en Las Heras. El crack del equipo era el morocho, petiso, de cabello desordenado y pinta de atorrante. Comenzaba un sueño de fútbol.
Con 15 años le llegó la oportunidad de jugar para Independiente Rivadavia, el club de casi toda su familia. A pesar de los ruegos de los encargados del fútbol, el presidente del club – apellidado Bauzá – no quería saber nada con Víctor. «Ese pibe no puede jugar al fútbol. ¡Si tiene físico de jockey». Legrotaglie siguió desputando su pasión en 5 de Octubre hasta que el destino lo cruzó con Gimnasia en el verano de 1956. Partido veraniego entre Argentino y Gimnasia. Víctor llegó al estadio acompañando a su amigo Chupino Cardone, jugador del Lobo. El entrenador de Gimnasia era la Mona García, que conocía a la fama de Legrotaglie. Como quien no quiere la cosa le preguntó si no quería ir al banco de suplentes. El Víctor no lo podía creer. Con casi 19 años le llegó, en forma fortuita, la posibilidad de jugar en Gimnasia. Entró en el segundo tiempo y marcó dos goles. Gimnasia ganó 6 a 2 y en los próximos veinte años será la mayor referencia de Gimnasia y el fútbol mendocino.
El debut oficial de Víctor Legrotaglie se produjo el sábado 14 de abril de 1956. Segunda fecha del campeonato y empate 2 a 2 entre Andes Talleres y Gimnasia. Víctor batió al arquero Juan Carlos Moreno cuando faltaban dos minutos para el final de la primera etapa. Lo que vino después fue la idolatría absoluta. Un alma de potrero que se desplegó por los campos de juego mendocinos. Era un espectáculo aparte pateando tiros libres por su exquisita pegada con la cara interna del pie izquierdo. Siguen siendo recordados sus remates desde fuera del área con chanfles indescifrables.
«El Víctor» es un magnífico libro. Una magnífica recopilación de datos, anécdotas y estadísticas de la vida y carrera de Víctor Legrotaglie realizada por el periodista Matías Soria. En las páginas, el propio protagonista recordó aquella tarde que gambeteó a un equipo de ida y vuelta: «De pibe era muy gambeteador. una vez jugando en el Gambarte, agarré la pelota a la altura de la mitad de cancha, empecé a driblear y sacarme de encima a los defensores que salían a marcarme y llegué solo frente al arco, porque había dejado a todos los rivales atrás, entonces se me dio por volver para atrás, ya no tenía gracia seguir, pese a que estaba cerca de convertir el gol. Menos mal que ganamos ese partido».

 

Gimnasia campeón 1964: Alfredo Sosa, Carlos Aceituno, Alfredo Torres, Nicolás Bustos, Jorge Ferreyra, Domingo Ramírez, Mario Videla, Oscar Montes de Oca (capitán), Víctor Legrotaglie, Osvaldo Piantino y Héctor Ledesma

 

También hubo un recuerdo para su gol más lindo que el propio Víctor lo recordó así: «Fue ante Huracán Las Heras en el estadio de Independiente. El partido iba 1 a 1 y el segundo estaba por caer. Entonces me salió una jugada de circo, ¡Ma´que de circo! de un parque de diversiones entero! Fue así: patean un centro desde la derecha, el arquero Porcari  se tira y la puñetea, pero la pelota quedó boyando en la medialuna del área y se me ocurre tirarme de palomita, apoyar las manos en el piso y darle con el taco, con tanta fortuna que el balón se metió en un ángulo. Fue una jugada parecida a la que después hizo Higuita , a la que llamaron Escorpión». 
Víctor Legrotaglie fue el fútbolista más importante de una provincia que le entregó cracks al fútbol nacional. Desde Vicente González, el wing izquierdo campeón del Sudamericano de 1921, primer título de la Selección Argentina en su historia. Pasando por el zurdo Roberto Irañeta, mundialista en Italia 1934. Bruno Rodolfi surgió en Gimnasia – al igual que González e Irañeta – y llegó a River Plate en 1934. Durante una década se consagró campeón en varias oportunidades y fue un símbolo de tesón y coraje. Rolando Bolognesi fue un símbolo de Independiente Rivadavia y Pancho Lombardo, con 200 partidos en Boca Juniors entre 1952 y 1960, tal vez sea, junto a Hugo Ibarra, el lateral derecho más importante del club de la Ribera. Contemporaneos de El Víctor fueron Jorge Benegas, campeón en Lima 1957. También Roberto Rogel y Roque Avallay, que entre ambos sumaron varias vueltas olímpicas y mil partidos en la Primera División AFA. Ninguno de ellos fue más importante para Mendoza que Víctor Legrotaglie.
Cultor del fútbol espectáculo, el Gimnasia de Legrotaglie de los años 60s jugaba bajo el grito sostenido de «Toque, Lobo, toque«. Con los años, El Víctor evocó a aquel equipo que tenía al espectáculo como bandera: «Jugábamos de memoria y existía un culto por el buen trato a la redonda. Teníamos prohibido tirar pelotazos, y el que lo hacía más de dos veces, recibía una multa. A veces parecíamos irresponsables o suficientes, pero nunca quisimos faltarle el respeto a nadie». Roberto Rogel, compañero de Legrotaglie, recordó en las Charlas de Vestuario de Abrí la Cancha: «Debuté con 16 años en la Primera de Gimnasia. Tuve el honor de jugar junto a Víctor Legrotaglie. Un futbolista excepcional. A la altura de los mejores de todos los tiempos. No sólo dominaba el ritmo del propio equipo, también – y eso era lo excepcional – el ritmo de los rivales».
En 1959 probó suerte en Buenos Aires. Lo contrató Chacarita Juniors para disputar el campeonato de Primera B. El equipo se consagró campeón, pero apenas jugó nueve partidos. Una estrella fugaz e intensa. Un fútbol estelar que le valió su primera tapa de El Gráfico. El problema era su centro de gravedad. El mismo no estaba en Buenos Aires, sino en Mendoza. Volvió a Gimnasia y en 1963 vistió la camiseta de Atlético Argentino, pero al año siguiente volvió a Gimnasia para consagrarse campeón. En 1967 firmó para Atlético de la Juventud Alianza de San Juan donde disputó la primera edición del campeonato Nacional de Primera División en el torneo Promocional. De regreso a Gimnasia, Legrotaglie fue campeón mendocino 1969.

 

12 de octubre de 1970. Gimnasia y Racing igualaron 0 a 0. El saludo entre Legrotaglie y el Chango Cárdenas.
En 1970 comenzó una etapa brillante, y tal vez, la más recordada en la carrera de Víctor Legrotaglie. Las actuaciones de Gimnasia de Mendoza en los Nacionales de 1970 y 1971 le dieron relieve nacional a su fútbol estelar.
El 6 de septiembre de 1970 comenzó el Nacional. En el Feliciano Gambarte, Gimnasia recibió a Chacarita, que meses atrás se había consagrado campeón del Metropolitano de AFA. Promediando el segundo tiempo, el Lobo vencía 3 a 0 con goles de Miguel Gómez, Carlos Gil Aceituno y Miguel Albarracín. El toque de Legrotaglie era tan grande que Ángel Marcos, el cerebro de aquel gran equipo de Chacarita le gritó al Victor: «Si quieren, hagan 15 goles, pero no la toquen más así, por favor«.
Legrotaglie tapa de El Gráfico. Octubre de 1970.
El 8 de octubre, Gimnasia visitó a Platense en Manuela Pedraza y Crámer. El Lobo mendocino llegaba invicto al encuentro. 12 minutos del segundo tiempo. El árbitro Arturo Ithurralde sancionó un tiro libre para la visita a 30 metros de la meta calamar. Víctor Legrotaglie transformó en golazo un chanfle inolvidable. El cronista del diario Los Andes enviado a Buenos Aires garabateó: «Al arquero Topini solo le faltó aplaudir. Nuevamente la magia de su pie izquierdo funcionó. Legrotaglie convirtió un soberbio y acompañó con su toque. Su fútbol, ese fútbol de inteligencia y habilidad, es lo que exhibe este boom del Nacional 70. Ese precioso fútbol que los argentinos no desearíamos haber olvidado nunca».
Aquel equipo perdió el invicto en la 8º fecha cayendo 0-5 ante San Lorenzo en el Gasómetro. En el medio, la polémica. El presidente Caylli sancionó a Legrotaglie y otros jugadores por un acto de indisciplina. Fue tanta la presión popular, que la fecha siguiente volvieron los sancionados y Gimnasia derrotó 1 a 0 a Newell´s, dirigido por César Luis Menotti. La gran campaña de Gimnasia le valió al Victor su segunda portada de El Gráfico. En su edición 2664, del 27 de octubre de 1970, el crack mendocino compartió la tapa de la revista junto al santiagueño Roberto Artemio Gramajo, figura de Rosario Central, y el título El Interior copó Buenos Aires.
Aquel Nacional escondió una noche mágica para el fútbol mendocino. Miércoles 15 de diciembre de 1970. Estadio Feliciano Gambarte. El River del brasileño Didí se presentó con Perico Pérez en el arco, Daniel Onega, Víctor Marchetti, el Puma Morete y Pinino Más. Gimnasia ganó 2 a 1 y cuando el árbitro Delio Leiró pitó el final del encuentro, Legrotaglie fue llevado en andas por la multitud. La idolatría del Víctor fue el eje del análisis de Osvaldo Ardizzone, enviado de El Gráfico, quién escribió: «El Víctor. La zurda de El Víctor. La zurda que ordena todo. La zurda que gobierna a Gimnasia. La pausa. El freno. El pelotazo. Dos pasos hacia la izquierda. Dos pasos hacia la derecha. Victor caminando, siempre caminando…después, la cara del Víctor allá arriba, en lo alto de la torre humana, paseando hasta la puerta del estadio. La gente mendocina no quiere ni que su ídolo se profane pisando la vulgaridad de la supèrficie terrestre». 

 

16 de diciembre de 1970. Gimnasia 2-1 River. Legrotaglie se va en andas del estadio.

 

Y llegó el glorioso Nacional 1971. Con 34 años, Víctor Legrotaglie tuvo un nivel superlativo. La primera fecha se disputó el domingo 9 de octubre. En el Feliciano Gambarte, Gimnasia recibió a Estudiantes de La Plata con un plantel que había sido tricampeón de la Copa Libertadores de América. Eduardo Flores abrió el marcador para la visita. Igualó Jorge Alberto Luna cuando finalizaba la primera etapa. El segundo tiempo de Gimnasia fue lujoso, con Legrotaglie como imán. “Hoooy, el Lobo está de fiestaaaa, lleeeegó el Víctor y su orquestaaaa”, cantaba la tribuna. Buscando sacar del partido al crack local, Carlos Pachamé apeló al golpe bajo de recordarle a Legrotaglie a su hijo fallecido poco tiempo atrás. Cuentan que Víctor se desencajó. Años más tarde, recordó una anécdota del partido: «El negro me quería matar porque yo se la tocaba de aquí para allá y el enfilaba para el otro lado arando en el pasto. En un momento se acercó y me dijo:; cortala eh, porque te voy a quebrar». Cuando faltaban pocos minutos para que terminara el partido, me llevó la pelota al banderín del córner con la marca de Malbernat, miro más atrás y veo de reojo que tambien viene Pachame, quién se tiro como loco para partirme. Pero me doy vuelta, le amago a Malbernat, le hago un caño con el taco y salgo para el costado opuesto, por lo que Pachamé terminó golpeando duro a su compañero y lo tiró contra la tela. Yo me volví y les dije despacito: «Muchachos, levántese que están haciendo un papelón«. Gimnasia ganó 2 a 1.
Víctor Legrotagle, nuevamente, tapa de El Gráfico. Año 1971.
Más anécdotas de aquel campeonato. En la 4º fecha, Gimnasia recibió a Rosario Central. El elenco rosarino había sido finalista del Nacional 1970 y era serio candidato al título. Ángel Labruna, técnico de Central, le ordenó al Carlos Aimar una marca personal sobre Legrotaglie. «No me dejaba ni un segundo, parecía un doble mío. En un momento estábamos cerca de la raya, al lado del banco de suplentes, entonces lo agarré de la mano y le dije: `te presento a nuestro entrenador´. El pobre no sabia que hacer porque el partido se seguia jugando. Me quería asesinar. Fue muy divertido y la gente lo festejó«, señaló Legrotaglie.  Pasados los años, el propio Cai recordó: «En aquella epoca de los Nacionales habia un montón de 10. El Beto Alonso, Ricardo Bochini, Patota Potente, Carlos Babington, Mario Zanabria, pero el más dificil que me tocó marcar fue Víctor Legrotaglie. Era una misión imposible sacarle la pelota. Un fenómeno«.
Pero la obra maestra de aquel equipo se produjo el Domingo 24 de octubre de 1971. En el Gasómetro de Avenida La Plata, San Lorenzo recibió a Gimnasia.
El Ciclón formó con Roberto D´Alessandro; Rubén Glaría, Ricardo Rezza, Hugo Rivero y Antonio Rosl; Roberto Espósito, Roberto Telch y Antonio García Amaijenda; Rubén Ayala, Rodolfo Fischer y Enrique Chazarreta.
Por su parte, Gimnasia salió con Héctor Pedone; Juan Carlos Pereyra, Alfredo Victorino Torres, Cayetano Guayama y Antonio Vergara; Víctor Legrotaglie, Alfredo Sosa y Juan Carlos Ibáñez; Oscar Fornari, Carlos Benitez y Juan Guzmán, dirigidos por Hardan Curi.
El escritor mendocino Fernando Montaña escribió sobre aquella tarde:  «Cabecitas fue el grito hiriente de los porteños a los jugadores de las provincias. El toque fue bíblico. Para Víctor y los suyos no existían historias de unitarios y federales. Y cualquier clase de diferencia sería establecida con los pies. Fue así qué, de la mano del toque, que era el modo de sentir el juego que llevaban en las venas estos muchachos, comenzaron a sucederse los goles y los aplausos. Cuando Marcos Becerra marcó el cuarto gol, el árbitro Roberto Goicochea se acercó a Legrotaglie y le dijo: Les pido por favor que pare con el baile, Víctor. Yo no me responsabilizo si alguien no sale vivo de acá«. Víctor guiñó el ojo y junto a sus compañeros bajaron el volumen de la música. En definitiva, la venganza de los cabecitas del interior estaba cumplida. Una reforma agraria de los campesinos de tierra adentro. Y que el fútbol no fuera propiedad privada de los porteños«. 
Gimnasia derrotó 5 a 2 a San Lorenzo en un partido aún recordado al pie de la cordillera. El Gráfico publicó una secuencia de los goles con un título explícito: «El Víctor y su ballet».

 

Octubre de 1971. Luego de golear 5 a 2 a San Lorenzo en el Gasómetro, Legrotaglie brindó impresiones a la prensa.

 

En la fecha siguiente, Gimnasia derrotó 2 a 1 a Racing en Mendoza. Luego igualó 1 a 1 ante Vélez Sársfield en Liniers. El invicto cayó en la 8º fecha, cuando Atlanta derrotó 3 a 1 a Gimnasia en Villa Crespo. El 8 de noviembre, Gimnasia y Boca igualaron 2 a 2 en Mendoza. Gimnasia terminó el campeonato con 19 puntos. Rosario Central – futuro campeón – y San Lorenzo clasificaron a la etapa final con 21 y 20 puntos, respectivamente. El Gimnasia de Legrotaglie estuvo muy cerca de hacer historia grande en el fútbol argentino.
A mediados de los 60s lo quiso el Real Madrid que le pagaba un fortuna, pero no quiso dejar Mendoza. Los campeonatos Nacionales generaron que Víctor Legrotaglie tuviera hinchas propios en Buenos Aires. Simples amantes del juego que querían reencontrarse con un juego que les parecía perdido. El juego de aquel Gimnasia de 1971 le permitió a Víctor llegar, por tercera vez a la tapa de El Gráfico. Esta vez, en soledad. Fue en la edición 2717, de noviembre de 1971. El título: «Víctor Legrotaglie, el conductor de los mendocinos«.
Ya había dado lo mejor de su fútbol. Disputó el Nacional 1972 con la camiseta de Gimnasia y el Nacional 1973 con los colores de Independiente Rivadavia. Terminó su carrera en La Rioja, vistiendo los colores albicelestes de Américo Tesoriere donde perdió ante San Martín, en Tucumán, la final clasificatoria al Nacional 1976. En su extensa carrera disputó 523 partidos y marcó 116 goles. Señaló 66 goles de tiro libre y 12 olímpicos.
Su anecdotario fue interminable. El 1 de marzo de 1964, el Víctor reforzó a Godoy Cruz en un amistoso del Tomba ante el Santos de Pelé. Dos años más tarde, el 6 de marzo de 1966, Legrotaglie vistió la 8 de Independiente Rivadavia para enfrentar a la Selección de la Unión Soviética en el Gargantini. Los de la CCCP ganaron 5 a 1, pero a Lev Yashin – la mítica Araña Negra – lo fascinó la actuación del petiso que tenía una magia especial. Cuando finalizó el partido se acercó a saludarlo y le regaló un par de sus guantes.
Fue el esposo de Olga y el padre de Olga, Víctor Omar y Carina. Su hijo, Cocó, falleció en un desgraciado accidente el 19 de mayo de 1969. Era la mascota de Gimnasia y su recuerdo se inmortalizó en un monolito con su figura que se erige en el estadio qué, desde 2000, tiene el nombre de su padre. Ese padre que salía a la cancha, de local o visitante, con sus medias o un pequeño botín que le hacía besar a sus compañeros y le entregaba al entrenador de turno.
En la noche del 30 de marzo de 2024 se produjo el reencuentro entre el padre y el hijo. Con Víctor Legrotaglie se fue un gigante de nuestro fútbol y el mayor símbolo de nuestro fútbol federal.

 

Periodista y escritor. Autor de Héroes de Tiento y Héroes en Tiempos Infames. Conductor de Abrí la Cancha, por Radio Gráfica. Premio Jauretche a la Investigación Periodística.

 

Comentarios

comentarios