Nuestro ascenso tiene historias que se barrieron debajo de la alfombra. Una tuvo como protagonista al club La Paternal. En 1962, el entrenador Mario Ottológrano se negó a que su equipo fuera para atrás ante Justo José de Urquiza a cambio del alquiler del estadio.
Por Carlos Aira
El mundo del ascenso siempre tuvo un sabor especial. La Primera D, más aún. Creada en 1950 con el nombre de Tercera de Ascenso, era la posibilidad que brindó la AFA a muchos clubes de tener una chance de ingresar al mundo del fútbol.
En aquellos años cincuenta, aparecieron en la divisional algunos clubes que pronto serán grandes del fútbol de los sábados, como Almirante Brown . Otros que tendrán recorrido en diversas categorías, como Flandria, Sacachispas, General Lamadrid o Defensores de Cambaceres. También hubo lugar para viejos clubes, como Estudiantes de Buenos Aires o Sportivo Palermo. Hasta algunos que con los años llegaron a Primera División, como Deportivo Español, Deportivo Morón o Arsenal de Sarandí.
Pero esta cuarta división también se nutrió de clubes que tuvieron su pequeño momento. Clubcitos. Muchachos esforzados que los sábados se sacaban el vicio de fútbol organizado. Como los jugadores del club La Paternal.
Camiseta rojiblanca a rayas verticales. Fundado el 31 de julio de 1922. El clubcito pudo presumir de tener en sus filas a un crack como Victorio Spinetto. En 1962, el club alquilaba la cancha de Justo José de Urquiza, en la localidad de Caseros. La relación entre ambos clubes era amistosa, hasta que llegó la última fecha del certamen.
Sábado 22 de octubre. Urquiza recibió a su inquilino. Para clasificar al hexagonal final, los locales debían ganar y – en lo posible – por goleada. Por aquello de la diferencia de goles. Pero sucedió lo que nunca se publica. Mario Ottolograno, entrenador de La Paternal, recibió un pedido especial por parte de algunos de sus jugadores. Vayamos a sus palabras: «Antes del partido se apersonaron ante mi tres de mis jugadores: Antonio Carlo (Nº6), Carlos Troncedo (Nº11) y José Arrambarri (Nº7). Me dijeron: Ottologano, tenemos que ir para atrás. El presidente nos dijo que tenemos que perder, sino el año que viene Urquiza no nos presta la cancha. Yo les dije que no. Terminantemente debíamos ganar el partido«.
A los diez minutos, Urquiza vencía 2 a 0. Ottolograno se levantó del banco de suplentes y sin saludar a nadie se metió en el vestuario. Se duchó, se cambió, dejó la cancha, tomó el colectivo y regresó a su hogar. Por la noche, con la sexta edición se enteró como terminó la historia. El resultado no le llamó la atención: Justo José de Urquiza había goleado 9 a 1 a La Paternal. Al día siguiente, el entrenador lavó su honor en la redacción de los periódicos.
Finalmente, Arsenal de Sarandí ascendió a la tercera división del fútbol argentino. En 1963 el banco de La Paternal lo tomó un hombre que con los años sumó ascensos en todas las categorías. Un tal Juan Manuel Guerra.
Mario Ottolograno fue un discreto, pero entusiasta wing izquierdo. Debutó en Argentinos Juniors, en 1942 y durante años se desempeñó en las categorías más bajas del ascenso logrando cierto relieve en Liniers y Excursionistas. Finalizada su carrera como jugador, se desempeñó como entrenador. Miembro fundador de la Asociación de Técnicos del Fútbol Argentino (ATFA), su carrera se extendió por espacio de tres décadas donde dirigió a Temperley, El Porvenir, Argentino de Quilmes y Deportivo Paraguayo, entre otros clubes.
Autor de Héroes de Tiento y Héroes en Tiempos Infames. Conductor de Abrí la Cancha, por Radio Gráfica. Premio Jauretche a la Investigación Periodística.