Historias inconfesables: Juan Carlos Yuliano, la honestidad como bandera

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En agosto de 1971 un caso de soborno conmovió al fútbol argentino. Juan Carlos Yuliano, un desconocido laburante del fútbol, jugador de Temperley, desnudó la trama con una decisión valiente.

Por Carlos Aira

 

El sábado 7 de agosto de 1971 amenizó el Apolo XV sobre el oceano Pacífico. La carrera espacial en tiempos de guerra fría. Por la mañana, escasos 9 grados le brindaron marco invernal a la jornada. Por la tarde debía disputarse la 17º fecha del campeonato de Primera B. Quienes conocen y bucean la historia del ascenso aseguran que el campeonato de Primera B de 1971 fue uno de los más mediocres en la historia de la divisional. El Club Atlético Lanús se consagró campeón casi sin esforzarse con dos puntales: la jerarquía del defensor Osvaldo Piazza y la cuota goleadora del veterano Norberto Raffo. Pero esa tarde un partido no se disputó. AFA había decidido aplazar el encuentro que debían disputar Nueva Chicago y Temperley. ¿La razón? Un escándalo del cual hablaba el país: el intento de soborno de Juan Carlos Yuliano – jugador de Temperley – por parte de directivos del club de Mataderos.
El jueves 5 de agosto de 1971, Juan Carlos Yuliano, lateral derecho de Temperley, recibió el llamado de un desconocido que le ofrecía $200.000 a cambio de ir a menos en el partido del sábado ante Nueva Chicago. Aturdido por la situación, Yuliano se puso en conctacto con su club y el diario Crónica. En la redacción del periódico pensaron en un golpe espectacular. El plan era ambicioso: un cronista junto al fotógrafo esperarían escondidos dentro de la casa del futbolista el momento justo para retratar el soborno. Al mismo tiempo, una partida policial detendría a los sobornadores.
En el anochecer del viernes 6, un caballero muy bien trajeado y llamativos lentes oscuros se acercó al domicilio de Yuliano, cercano a Parque Rivadavia. Fue atendido por la madre del jugador y se presentó como un conocido de su hijo en tiempos de Ferro Carril Oeste, club donde Juan Carlos Yuliano realizó las divisiones inferiores y disputó un puñado de partidos en 1966. La madre – que estaba al tanto de la situación – le explicó que su hijo llegaría a las 9 de la noche y lo invitó a ingresar. Como los fatos no se concretan puertas adentro, el hombre decidió esperar en el umbral de la casa. Escondido en el hogar, un cronista y un fotógrafo de Crónica estaban esperando el momento que los pesos cambiaran de mano para inmortalizarlo en la portada del diario de Héctor Ricardo García.
Finalmente, llegó Yuliano a su domicilio. Saludó al extraño caballero y lo invitó a ingresar a su hogar para arreglar la entrega. El sobornador se negó y le dijo al jugador que debían dirigirse hacia un Peugeot 404 azul metalizado patente C077.972 que se encontraba estacionado en la esquina. Adentro del vehículo se encontraban dos cómplices. El más robusto le entregó a Yuliano un maletín que tenía entre los pies. Adentro había $100.000 con la promesa de otros $100.000 cuando la victoria verdinegra fuera una realidad. Con voz severa, el hombre de lentes oscuros le expresó a Yuliano: «Observalo bien al gordito que es gremilista y hombre de armas tomar. Si esto fracasa te vas a encontrar con una situación muy fulera, viejito«.
Juan Carlos Yuliano, un honesto laburante del fútbol. Como tantos otros…
Una vez que Yuliano se volvía a su domicilio, una partida policial se acercó al Peugeot. El chofer no dio tiempo a ponerlo en marcha. Custodiado por un patrullero, el automóvil se acercó hacia una estación de servicio ubicada en Cobo y Puán. Allí libraron el acta y secuestraron $400.000 que tenían en otro maletín. Evidentemente, Yuliano no era el único jugador que pensaban tocar. Cuando el fotógrafo de Crónica tomó la imágen de los sobornadores, el fútbol argentino tenía en sus manos un escándalo.
Al día siguiente, el matutino tituló: «La mafia del soborno al descubierto«, publicando la foto de los sobornadores y sus identidades. El bien trajeado de lentes oscuros se llamaba José María Sabugueiro. En su tarjeta personal daba cuenta del currículum: «Empresario y coordinador deportivo. Giras y transferencias» y había sido delegado de Ferro Carril Oeste. El gordito era José Luis Lamas, secretario general de la UOM y tesorero del club. El tercer implicado era Alfredo Tressols, tesorero del club. La ley 18.247 de fomento y desarrollo del deporte preveía una pena de un mes a tres años de prisión por el deleito de asegurar el resultado irregular de una competencia deportiva.
Juan Carlos Yuliano tenía 25 años. Casado desde enero de 1971, su situación económica no le había permitido consolidar su matrimonio fuera del hogar paterno ya que convivía junto a su madre viuda. En Temperley ganaba $35.000 mensuales y completaba su jornada laboral como ordenanza en una compañía de seguros, donde ganaba $50.000. Yuliano declaró a Crónica: «me mostraron una libreta con jugadores que se sobornan. Ellos creyeron qué al tener una madre viuda y casarme hace poco era fácil de sobornar. Me dieron gnaas de reventarlo a trompadas, pero es mejor terminar con la mafia y los denuncié».
El asunto le estalló en las manos a la Asociación del Fútbol Argentino. Los asesores del interventor Rodolfo D`Onofrio se acercaron a la comisaría 38 y se pusieron al tanto de la situación. Luego de comunicarse con los presidentes de Nueva Chicago y Temperley, AFA decidió postergar el encuentro que debían disputar al día siguiente.
Los compañeros de Yuliano saludaron su decisión. El talentoso Juan Carlos Merlo expresó: «Nosotros decidimos apoyar a Yuliano en su actitud de poner en descubierto a los sobornadores. Pero la verdad es que ustedes se pasaron. Nosotros no tenemos más que palabras de elogio a Crónica poruqe lo que hicieron fue invalorable para la salud del fútbol«. Carlos Salvador Bilardo, que en aquellos días comenzó su camino como entrenador en Estudiantes de La Plata, también dijo lo suyo: «Los jugadores son víctimas en esta historia. El soborno lo inventaron los dirigentes. Los jugadores nacen limpios y quieren al deporte«. Agricol de Bianchetti, director de Deportes de Nación, pidió aplicar la ley del deporte contra los sobornadores. Héctor Catoira, secretario general de Agremiados, tenía cosas que decir: «La actitud del chico Yuliano cayó muy bien en Agremiados. Es necesario limpiar la atmósfera porque cuando a un jugador le ponen el cartelito de vendido es imposible quitarselo. Por eso la actitud de Yuliano no solo es valiente sino que limpia el honor de muchos otros futbolistas». El único que puso paños fríos fue el veterano Valentín SuárezPido cautela. Tengo alguna experiencia en esos asuntos de denuncias de soborno. Si estamos trabajando sobre bases sólidas, en buena hora; de lo contrario solo habremos alborotado el avispero sin llegar a nada positivo«.
El martes 11 de agosto de 1971, los tres detenidos fueron trasladados a la alcaidía de Tribunales y el viernes 13, el juez Alberto Chiodi resolvió convertir en prisión preventiva la actual detención que pesaba sobre José Andrés Sabugueiro, José Luis Lamas y Alfredo Tessols. Esa misma noche, en la sede del Club Atlético Temperley, el presidente del club hizo entrega de una medalla de oro a Yuliano. Quién tomó la palabra fue Paulino Niembro. El padre del futuro periodista Fernando Niembro era el presidente de Nueva Chicago y Secretario general de la Unión Obreros Metalúrgicos. Niembro señaló: «Esos señores son socios de la entidad, pero actualmente no son parte de la comisión direcitva. Todos conocen mi participación en la vida política y gremial, entonces, tal vez alguien crea que perjudicando al club perjudica a Paulino Niembro».

 

En la noche del 12 de agosto de 1971 los sobornadores fueron liberados. A la izquierda, José Andrés Sabugueiro. A la derecha, José Luis Lamas

 

Los sobornadores ni calentaron el colchón de la alcaidía ya que fueron liberados en la helada noche del viernes 12 de agosto. El partido entre Nueva Chicago y Temperley se disputó en la tarde del miércoles 18 de agosto de 1971. El Torito de Mataderos formó con Tocalli; Zeballos, Juárez, Peterson y Ávalos; Laurita, Mastromauro y Zerr; Pietrone, Jhones y Quiroga. DT: Juan Manuel Guerra. Por su parte, el Celeste salió con Barbieri; Salvador, López, Yuliano y Flotta; Bieladinovich, Juan Carlos Merlo y Alejo Escos; Alvez de Souza, Horacio Magalhaes y Corbalán. DT: Horacio D`Angelo. Temperley se puso en ventaja a los 39 minutos de juego con gol de Juan Carlos Merlo. En el segundo tiempo, Chicago lo dio vuelta con goles de Pietrone, Barbieri en contra y Jhones. Desde las tribunas insultaron a Yuliano y aplaudieron a los tres implicados en la causa de soborno.

 

18 de agosto de 1971. En Mataderos, Chicago derrotó 3 a 1 a Temperley. Jhones y el arquero Barbieri. Presten atención al hombre de traje, corbata y sombrero que está viendo el partido.

 

Días más tarde, Nueva Chicago padeció el descuento de 14 puntos y debió disputar sus partidos lejos de Mataderos. Se salvó del descenso en la última fecha al derrotar 3 a 0 a Deportivo Morón en el José Amalfitani velezano. Para ese momento, el 20 de noviembre de 1971, el fútbol tenía la cabeza puesta en la huelga de profesionales encabezada por José Omar Pastoriza.
Juan Carlos Yuliano completó 96 partidos con la camiseta celeste de Temperley. Dejó el fútbol en 1973.

 

 

Periodista y escritor. Autor de Héroes de Tiento y Héroes en Tiempos Infames. Conductor de Abrí la Cancha, por Radio Gráfica. Premio Jauretche 2021 a la Investigación Periodística.

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