Ramón Ángel Díaz fue uno de los goleadores más impresionantes en la historia de nuestro fútbol. Ídolo eterno de River Plate, el riojano tuvo un paso casi imperceptible por el fútbol de su provincia. En una investigación con color local, Víctor Contreras y Michel Páez recrearon este eslabón perdido del Pelado Díaz con una investigación notable.
Por Victor Contreras y Michel Páez
Diario El Independiente. El primero en Argentina editado por una cooperativa. Periodismo gráfico reflejando vida cotidiana de su pueblo. Información y opinión en profundidad. Independiente – del poder -, pero jamás neutral. Mario Paoletti lo recuerda: «El Independiente había sido adoptado por la comunidad a la que servía y alcanzaba unos porcentajes de venta y lectura similares a la de los grandes diarios de Buenos Aires. Y eso en la provincia más empobrecida del país, castigada por el éxodo de sus jóvenes”. Ese diario tan popular fue el primero que publicó una fotografía de un jugador que representará a La Rioja en todo el mundo. Era un changuito de 14 años llamado Ramón Ángel Díaz.
En febrero de 1973 empezaron las inscripciones para el primer año de la Universidad Provincial de La Rioja. En cada una de esas inscripciones, el viejo anhelo de disminuir el éxodo de los hijos de la provincia. Las fábricas se levantarán recién en 1980. Aquel verano de 1973 es recordado en La Rioja por sus eventos deportivos. En la noche del viernes 19 de enero Juventud Básquetbol Club, viejo templo de grandes acontecimientos deportivos y culturales, fue la sede donde se inauguró los torneos de baby fútbol y mini básquet. Fue una fiesta donde participaron todos los equipos de barrio de la ciudad de La Rioja. Esa noche, Despensa Pepino, el equipo de Ramón Ángel Díaz, ganó, gustó y goleó 10 a 1 a Mayoristas Unidos. Fueron los primeros goles del “Pelado” en el torneo para encabezar la tabla de goleadores. Por su parte, Los Invasores y Facundo, empataron 4 a 4.
Despensa Pepino fue el primer equipo de Ramón Díaz. El negocio estaba ubicado en la esquina de French y Pellegrini, allí donde el barrio Evita limita con Pango. Su dueño era Hugo Godoy, Pepino para todo el mundo. En su despensa se juntaban los muchachos del barrio, en su mayoría hinchas de Estudiantes de Pango, que tenía su club a pocas cuadras. A Ramón de la Vega, hermano de Pepino, le decían Morrón. Criado en el corazón de Estudiantes, tomó una decisión con aroma a traición: vestir la camiseta 3 del Club Atlético Riojano. Pronto se lo hicieron saber: “¡Hasta mi familia, mis hermanos, me decían que había hecho!”, recuerda hoy, con risas. Todos los sábados, cuando los dirigentes lo pasaban a buscar para jugar, recibía las gastadas y puteadas de los muchachos de Estudiantes que caminaban a la cancha. “Morrón”, pasaba en relucientes cero kilómetros manejados por Tutino, el presidente del Club y dueño de una concesionaria. “Morrón” De La Vega, quiso llevar a Valter Tagliaferri a Riojano. Lo fue a buscar en la casa de “los Tagliaferri” –a metros del club, en Pango-.
“Buenas ¿Esta Valter? Vengo a buscarlo para ir a Riojano…”, dijo, sin terminar, “Morron” ante Olga Masari, madre de los “gringos”. “No. Valter, l ragazzi giocare pa squadra del barrio: ¡Estudiantes!”, respondió aquella tana arraigada, fuertemente, en su barrio riojano. Una matriarca del norte italiano en tierra de Pango.
Ramón de la Vega jugó toda su vida en Riojano. Además, disfrutaba trabajar con los chicos del barrio. Entrenarlos y organizarlos para jugar al futbol. Así, fue como tuvo la posibilidad de dirigir al “Pelado” Díaz en los veranos. Después de cada temporada de inferiores en River Plate, Ramón regresaba a La Rioja de vacaciones.
A más de 50 años del aquel equipo infantil, el “Morrón” De La Vega recuerda: “El Pelado ya estaba en River. Era de una familia humilde, trabajadora que vivían por la calle Guido. Doña Ada y el padre, el “Negro” Díaz, que era fanático de River. Por Ramón Díaz, tuve varias discusiones porque mucha gente no me creía, cuando estaba jugando en “Pepino”. No me creían. Yo les decía: este changuito está en River. ¡No, que va estar en River!, me decían. Claro, el Pelado venia de vacaciones y jugaba en el equipo con los chicos del barrio. Y también, jugaba con nosotros –los más grandes- en la cancha de Santa Justina, ahí en la cancha que estaba llegando a la Curva. Ahí estaba la cancha donde llevábamos a Ramón. Jugaba contra changos más grandes, pero claro que andaba muy bien, imagínate. En ese campeonato, para la última fecha, Ramón Díaz regreso a Buenos Aires para presentarse en River y ahí algunos de la organización, como que hacen algo para darle el premio de goleador a Juan “Besnshina” Herrera, que era goleador de Independiente. Pero nosotros reclamamos, le mostramos las estadísticas, anotaciones y reconocieron que Ramón había sido el goleador del campeonato. Pero él, claro ya se había vuelto a Buenos Aires».
Morrón de la Vega siguió enhebrando recuerdos: «Había un tío de Ramón, el “Tisho” Molina que fue como un padre para él. Después, cuando Ramón se va a Italia, lo llevo un tiempo, pero después se le vino a Buenos Aires y de allí para La Rioja. “Tisho”, me informaba, cada semana, cuando salía la revista River sobre Ramón. Como iba avanzando en las categorías, hasta que debuto en primera. También era como un hijo para mí. ¡Era de charlatán, no tenía día triste!”.
Nicolás Díaz fue otro de los pibes que acompañó a Ramón Díaz en aquel equipo de Despensa Pepino. Su testimonio es vibrante de emoción: “Me acuerdo esos campeonatos. Ramón Díaz ya estaba en las inferiores de River y todos los fines de año se venía de vacaciones. En los momentos libres, toda la changada del barrio Evita, jugábamos en la canchita de la escuela Timoteo Gordillo. Se armaban torneos cuadrangulares donde jugaban las cuadras del barrio. Se jugaba por plata. “Hacha y tiza”. Eran unos partidazos. Después, ya adolescentes, con el Pelado nos juntábamos en los bailes de Tres de Febrero. La gente por ahí no te cree que jugamos con Ramón Díaz, Guillermo Herrera, los Millicay, con la “Vieja” y Gustavo Reinoso, los Taglliaferri. Una historia única. Quedan en nuestro recuerdo”.
Por su parte, Nicolás Ignacio Carrizo recuerda: «Como no recordar despensa Pepino. Tengo en mis retinas haber visto jugar a esos changos. Que partidazos jugaban. Yo iba a mi gran escuela Timoteo Gordillo. Nos juntábamos un montón –en mi caso cuando me daba permiso mi papa-. Hasta que un día de la nada, jugué para Despensa Pepino. Era como jugar en un equipo de primera. Lo vi jugar al Pelado. Hábil y muy rápido. Siempre sonriente. Los dos algarrobos grandes de la escuela, no eran impedimento para jugar. Me quede pensado esa hermosa etapa y anécdotas. Muchas gracias por alegrarme con recuerdos”.
CUANDO RAMON JUGO CON LA DE BOCA
¿Ramón Díaz, un símbolo de River, jugó con la camiseta de Boca? Una historia que recuerda Ramón de la Vega: “Cuando nos toca jugar contra Independiente, nosotros teníamos camiseta roja, que era la alternativa del Club Estudiantes. No teníamos camisetas, entonces conseguí que me preste un dirigente del club. Por eso jugábamos con esa camiseta roja del club. Pero Independiente, también tenía roja. Alguien tenía que cambiar. Entonces ahí le digo al “Negro” Espinosa, que era el director técnico de San Vicente: “Che Negro, préstame las camisetas”. San Vicente -no sé porque- jugaba con una de Boca. Ellos recién terminaban de jugar, las camisetas estaban medias transpiradas. “Bueno, no hay problema”, dice Espinosa, las junta y me las entrega. Bueno, empiezo a repartir las camisetas y cuando le doy al “Pelado” para que se la ponga, la agarra y la tira al piso. Serio, no se la quería poner. Estaba el padre, el “Negro” Díaz y le dice, “no mijo. Eso no se hace”. La cuestión es que entran a la cancha para jugar y él todavía tenía la camiseta en el hombro, no se la quería poner. Cuando empezó el partido, recién se la puso –risas-. El padre, siempre iba cuando jugaba. Me ayudaba con los chicos, a dirigir. Él soñaba con su hijo jugando en River«.
RAMON BARTOLO “NEGRO” DIAZ, SUEÑO DEL HIJO EN RIVER
En 1974, apenas un año después, el Pelado y su familia, vivirán una de sus mayores dolores y tristezas. Ramón Bartolo Díaz falleció a causa de Asma y Chagas. La enfermedad se la habían detectado en Buenos Aires, por lo que los médicos le recomendaron que regresara a La Rioja por lo benigno del clima.
Como miles de riojanos, “El Negro” Díaz, un trabajador de la construcción -azulejista-, muy joven tuvo que padecer, también, el éxodo en La Rioja de los 60. A principios de esa década decidió ir con su familia a vivir a Buenos Aires, en Grand Bourg, en busca de trabajo.
El drama de una provincia. Tan solo en 6.000 personas creció la población de la provincia en diez años. Contra los 128.220 censados en 1960, ahora -1970- solo han sido relevados 134.160 personas de acuerdo a los datos suministrados por el señor José M. Brizuela de Estadísticas y Censos. En el mismo sentido, en 1974, otro informe periodístico, daba cuenta que “solo un 60,4% de las personas que habitaban en La Rioja en 1965, en 1970 permanecían allí”.
El padre del Pelado, también jugó al futbol en sus años mozos. Integró, entre otros, el equipo de Santa Justina en aquella vieja Segunda División de Ascenso. Hincha del millonario, le puso Ángel a su hijo por Labruna, su ídolo. “Bartolo escuchaba los partidos por la radio en la época de la Maquina. Era fanático de River. Pero fanático en serio ¡eh? Cuestión de sangre”, recuerda Antonio Caddeo, padrino del Pelado.
El “MORRON” DE LA VEGA EN AQUEL CLUB ATLETICO RIOJANO BICAMPEON DE LOS 70
Ramón De La Vega formo parte del último gran equipo del Club Atlético Riojano. Aquel que obtuvo los últimos dos campeonatos de la institución. Fundado en 1918, “el rojo” de la calle Santa Fe, es el “Decano” del futbol riojano. Obtuvo el ultimo bicampeonato en primera división 1972-1973, por eso en mayo y junio del 74 jugó aquel viejo Regional, donde estuvo a un gol de llegar al Nacional. Perdió dos partidos finales. Contra Central Norte de Salta y, después, con Altos Hornos Zapla, equipo jujeño dirigido por un joven José Yudica.
Ante Central Norte, después de la derrota 3 a 2 en Salta –buen resultado por la importancia de goles visitantes-, en Vargas terminó 0 a 0. En una de las ultimas jugadas del partido, un centro de Renzo Tagliaferri, ante el arco de frente, no pudo ser cabeceado por “Chichila” Millicay. Apenas la pudo peinar saliendo desviado. “Venía muy fuerte. Renzo le pegaba así a los centros”, recuerda Pedro Millicay. “Yo jugaba de tres y otros puestos de la defensa, pero sobre todo de tres. Era derecho, así que tenías que adaptarte a jugar con la otra pierna. En aquel equipo yo le decía a Ricardo Fuentes –cuatro en aquel Regional- Che, porque no cambiamos. Jugas vos de tres y yo de cuatro. ¡Nooo, noo!, me decía Fuentes y se reía. Así que tenías que darte maña para jugar con perfiles distintos. Y ahí en la final con Altos Hornos Zapla de Jujuy, tuve que marcar a “Motoneta” Gomez, un wing muy veloz, “El Loco” Confesor, todos grandes jugadores contra los que jugábamos en esos Regionales. Competimos de igual a igual contra grandes equipos. Era otro futbol”.
EL EQUIPO DE DESPENSA PEPINO. Y “PASE” A LOS ANDES DE LOS MOLINOS
El equipo de Despensa Pepino estaba integrado por chicos, la mayoría del barrio, donde casi todos jugaron en la primera de Estudiantes. “Morron” De La Vega, recuerda alguna de aquellas formaciones: Luis Romero en el arco, Echenique Luna – un gran jugador- “Lola” Toledo, “Fredy” Pacheco, Ocampo, Luis Chumbita, Miguel “Chichi” Vidal, Ramón Díaz, Francisco” Quico” Rearte.
Desde su tarea de aquel equipo de Despensa Pepino, fue parte de una generación de referentes del futbol infantil. Junto al “Tucumano” Andrada, “Pico Barros, “Cancino” Romero y Nito Sanchez, Peter Sánchez, Esteba Varón, Capataz Contreras y tantos más, fueron apasionados transmisores de vida. Verdaderos Maestros y referentes, que habilitaban el derecho popular al juego.
En los próximos veranos, ya joven adolescente, El Pelado seguirá regresando a La Rioja. Del Baby en Despensa Pepino, pasará a jugar en el torneo de la Liga Costeña de Futbol. Sera para Los Andes de Los Molinos. El Independiente de noviembre de 1978, reflejaba las nuevas andanzas del ahora jovencito futbolista: “Desde hace varios años visita Los Molinos, donde cuenta con numerosos amigos, vinculados por un parentesco familiar (…). En ocasión de la temporada anterior en cuatro partidos jugados convirtió 10 goles, posibilitando con su excelente aporte la satisfacción de conseguir el equipo el preciado título de campeón, el primero en su campaña como afiliado a la Liga Costeña. Es por ello que autoridades y socios de la institución le tienen reservado dos pergaminos recordatorios que se le harán entrega a su retorno a esta localidad, oportunidad también que “churrasqueara” un sabroso ternero, con la participación de todo el pueblo”.
El sueño del “Negro” Díaz se cumplió el domingo 13 de agosto de 1978. Esa tarde, El Pelado debutó con la 10 en el club de sus amores. Fue en Parque de los Patricios, cancha de Huracán, con triunfo 1 a 0 ante Colon de Santa Fe, en el viejo Torneo Metropolitano. Su primer gol en la primera del Futbol Argentino será ante Quilmes, en ese torneo 78/79. Hasta 1981 –antes de emigrar a Italia- gritara, con la banda roja, otros 56 goles en 122 partidos. Hijo del País de la vidala, se tuvo que ir muy pronto. Será leyenda e historia en el mundo.