Tras la primera parte de este informe, hoy repasamos cómo el Juvenil pasó de los infiernos a la gloria. La locura y descontrol en Portugal, el veto de FIFA y el renacimiento gracias a José y todo su cuerpo técnico.
Por Nicolás Podroznik
Tras la cita de 1989, los pibes llegaban a Portugal con la idea de meter un batacazo. Compartían grupo con los locales, que además de ser los campeones vigentes contaban con una fórmula de ataque con tres nombres pesados: Figo, Rui Costa y Joao Pinto. Completaban el grupo Irlanda y Corea. Sí, Corea a secas: en una decisión de la que poco se sabe, ambas Coreas -la del Norte y la del Sur- conformaron por única vez un equipo conjunto. Curiosamente, ambos habían jugado la final del Sub-20 asiático, el cual consagró a Corea del Sur como campeón.
Los dirigidos por Mostaza Merlo contaban con un buen equipo, con nombres que serían de Selección como Mauricio Pochettino, Chelo Delgado, Hugo Morales y Christian Bassedas. También estaban jugadores que tuvieron grandes trayectorias, como Mauricio Pellegrino o Claudio Marini, pero en aquel entonces el que más llamaba la atención era un delantero de apenas 18 años que con tan sólo un puñado de partidos en la Primera de Ferrocarril Oeste había sido vendido nada más y nada menos que al Real Madrid: Juan Eduardo Esnaider.
La cosa arrancó mal, perdiendo sorpresivamente con los coreanos por 1 a 0. Había que jugársela con el anfitrión. El dominio luso fue avasallante y la respuesta de Argentina fue golpear. Perdiendo ya 3 a 0 y con dos menos por las expulsiones de París y Pellegrino, Esnaider cometió una violenta infracción que le valió la roja. La reacción del delantero no pudo ser peor e intentó darle un cabezazo al referí. Los incidentes continuaron camino a vestuarios, y se auguraba una grave sanción para los argentinos. Ya eliminados, igualaron 2 a 2 con Irlanda. Pocos días después, la FIFA se expidió sobre los hechos frente a Portugal. No hubo contemplación alguna: Esnaider fue sancionado con un año sin jugar, pero lo peor fue para la AFA, a la que le cayó una prohibición de dos años para competir en esa categoría. Se había tocado fondo.
QATAR 1995
La eliminación temprana en el Preolímpico de 1992 (con nombres de peso como Roa, Berizzo, Gamboa, Simeone, Latorre, Turu Flores, Gancedo, entre otros) fue la palada de tierra final. Durante años, no había signo alguno de proyección y formación: simplemente dirigía un elegido por el entrenador de la selección mayor y listo. Hasta que en 1994 la AFA convocó a una presentación de proyectos. El candidato más firme era Carlos Timoteo Griguol. Detrás, un hombre de inferiores como Jorge Griffa. Sin embargo, el elegido fue José Nestor Pekerman, cuyo mayor logro había sido ser Coordinador de Divisiones Inferiores en Argentinos Juniors, el club de toda su vida.
Al Mundial de Qatar en 1995 llegaron como subcampeones sudamericanos. Le tocó un grupo complicado, con Holanda y Portugal. Ambos fueron partidos cerrados: el primero se ganó casi sobre el final con gol de Andrés Garrone, mientras que frente a los lusos se cayó 1 a 0. Se debía vencer a Honduras en el partido final del grupo. Argentina tenía que marcar muchos goles para que, en caso de ser necesario, prime la diferencia de gol. Los de Pekerman vencieron 4 a 2 con tres goles de Tomatito Pena -todos ellos de cabeza- pero pudo y debió haber ganado por cuatro goles o más. Por suerte, Holanda no pudo con Portugal y Argentina accedía a Cuartos de Final, pero lo más importante no era el resultado: los pibes de Pekerman jugaban bien al fútbol y no daban muestras de juego brusco o desaires ante sanciones arbitrales.
En el primer mata-mata, eliminó a Camerún por 2 a 0, en un partido que Argentina ni se despeinó, pero en semifinales esperaba España, el cuco del torneo. Había marcado 17 goles en cuatro encuentros gracias a un tridente de miedo: Joseba Etxeberría, Iván de la Peña y Raúl, quien se convertiría en uno de los máximos ídolos de la historia del Real Madrid. No hubo equivalencias: los pibes jugaron un partido impecable y bailaron a los españoles, sellando un 3 a 0 que los llevaba a la final, nada menos que contra Brasil.
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Aquel 28 de Abril de 1995 otra vez se paralizaba el país, como en aquellas madrugadas de 1979. Brasil apretó los primeros minutos de partido y a Argentina le costó acomodarse, pero promediando el primer tiempo Coyette y Biagini inventaron una doble pared espectacular que culminó con una definición precisa del surgido en Newell’s. A medida que pasaron los minutos, los brasileños comenzaron a incomodarse, encontrándose con una muralla defensiva que no les permitía acercarse a Irigoytía. A falta de un minuto y cuando los nervios crecían, Caño Ibagaza recuperó una pelota, cedió a Arangio y éste habilitó a Panchito Guerrero, que ante la salida de Fabio definió magistralmente por encima del arquero. Locura total y festejo: Argentina era nuevamente campeón del mundo juvenil.
El título, en términos cualitativos, queda minúsculo al lado del enorme valor que dejó el legado de Pekerman. Se había encontrado el camino para la formación de los pibes. No sólo dentro de la cancha: cada jugador que pasó por las manos de José remarca una y otra vez la importancia del aprendizaje por fuera del fútbol.
MALASIA 1997
Llegaba Malasia ‘97. Argentina venía de meter también el Sudamericano de ese año. Las sensaciones eran que este equipo era aún mejor que el de Qatar. Ni hará falta repasar nombres: de los dieciocho integrantes de aquel plantel, ocho jugaron al menos un Mundial.
Los dos primeros encuentros fueron victoria frente a Hungría y Canadá. Un empate dejaba primera a Argentina, evitando la parte baja del cuadro en donde se encontraban Inglaterra en Octavos y potencialmente Brasil en Cuartos. Sin embargo, Australia sorprendió con un 4-3 sobre la hora. Un tal Kostas Salapasidis pasaba a la historia al marcar los cuatro goles de los oceánicos. Los pibes quedaban segundos y debían enfrentarse a los británicos.
Los ingleses contaban con un jovencito que tenía cara de niño pero era un depredador de área: nada menos que Michael Owen, quien un año después sería una pesadilla en Francia. Argentina lo solventó de entrada con goles de Aimar y Riquelme. Aunque Inglaterra descontó, los nuestros aguantaron los embates y clasificaron a Cuartos. Esa tarde, Walter Samuel se merendó al niño maravilla inglés.
El siguiente partido era Brasil. No alcanzaba con el condimento de clásico sudamericano: la canarinha venía de meter 20 goles en los últimos dos encuentros. No, no leyó mal: VEINTE. En el partido final de fase de grupos, fue un 10-3 frente a Corea del Sur, mientras que en Octavos le endosó una decena a Bélgica. Alex ponía la magia y Adailton los goles.
En un partido durísimo, que se asemejó más a una final de Copa América, Argentina le sacó el traje de cuco a Brasil y se lo cargó con un 2 a 0 categórico. Pekerman planteó un esquema de aguantar, meter y contragolpear, pero sin olvidarse de jugar. La clave era la izquierda de la defensa rival. Su lateral Athirson era muy peligroso al atacar pero endeble en defensa. Lionel Scaloni se lo metió en un bolsillo. El de Pujato hizo un partido espectacular, coronado con un golazo memorable.
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La semifinal frente a Irlanda fue más duro de lo esperado. Argentina se la llevo por la mínima con gol de Bernardo Romeo. El goleador no había convertido luego de la fase de grupos y era quizás el punto más buscado a la hora de las injustas críticas. El surgido en Estudiantes de La Plata cumplió con creces en aquel torneo.
La final sería frente a Uruguay. Los pibes de Victor Púa ya habían vencido a la Selección en el Sudamericano y se sabía que sería un hueso duro de roer. Una dupla de ataque picante con Zalayeta y Nico Olivera, un cinco que metía y jugaba como Pablo García y una gran promesa bajo los palos como Gustavo Munúa. A pesar de arrancar perdiendo, los dirigidos por Pekerman lo dieron vuelta con los goles de Cuchu Cambiasso y Diego Quintana. Argentina era nuevamente campeona del mundo Sub-20. Estallaba la Pekermanía.
Nigeria 1999
Argentina había sido campeón en el Sudamericano, concretando una espectacular racha de Copa del Mundo-Sudamericano-Copa del Mundo-Sudamericano. En aquel torneo disputado en Tandil y Mar del Plata, Rolfi Montenegro y Luciano Galletti la habían descosido. Argentina era el centro de todas las miradas.
No obstante, el paso de la Selección por aquel torneo fue muy flojo. En la fase de grupos sólo venció a Kazakhstán 1 a 0, mientras que empató frente a Croacia sin goles y perdió con Ghana por la mínima. Entró a Octavos de Final prácticamente por la ventana, ya que terminó como uno de los mejores terceros. Lo esperaba México, que había sido puntera en su grupo. No hubo equidad alguna y el Tri le clavó un 4 a 1 histórico.
Aquel equipo tuvo que luchar con diferentes contratiempos, como las vacunas que debían inocularse para ir a Africa, lo que generó que algunos jugadores tuvieran fiebre o sensación de debilidad, o los problemas con las reservas de hotel (“tuvimos que vivir en el campamento de un ejército” cuenta Montenegro). Las condiciones de vida y de entrenamiento no eran las mejores. Así, era dificil que las grandes individualidades rindieran como se esperaba. Franco Costanzo tuvo responsabilidad en algunos goles, los goles de Galletti no aparecieron y el fútbol que podían aportar Montenegro, Sixto Peralta o Pocho Insúa fue a cuentagotas. Un palazo tremendo que también mostraba señales de desgaste por parte de todo el cuerpo técnico de la Selección. Lo bueno es que la revancha iba a ser en casa, porque nuestro país sería sede del Mundial 2001.
ARGENTINA 2001
Lo de Argentina en aquel Mundial Sub 20 no tuvo ningún sentido. La diferencia fue abismal. Muchos de los pibes ya gozaban de buenos minutos como profesionales, como Leandro Romagnoli o Maxi Rodríguez, pero había uno que ya venía con mucha fama y listo para ser vendido a un grande de Europa: Javier Saviola. El surgido en el fútbol infantil de Parque Chas había debutado tres años atrás y ya se había perdido el Mundial anterior, pero en este no podía faltar. Se jugaba en casa y había que poner las cosas en su lugar.
Argentina se paseó por su grupo, venciendo 2 a 0 a Finlandia y goleando a Egipto 7 a 1 y a Jamaica 5 a 1. El partido contra los africanos fue un auténtico ballet: la sincronía entre Maxi Rodríguez, Saviola y Romagnoli era un espectáculo. Además, aparecía un pibito en los segundos tiempos que apenas había jugado un partido en la Primera de River y había entrado en la lista definitiva por la lesión de Livio Prieto: un tal Andrés D’Alessandro.
En Octavos de Final vendría China. Lo que parecía un trámite terminó siendo una noche de infarto. Argentina abrió rápido el marcador con gol de Maxi Rodríguez, pero los chinos no brindaban espacios. En el segundo tiempo, y tras un error defensivo, los visitantes igualaban el marcador. Los chicos de Pekerman parecían acartonados y presos del nerviosismo, hasta que José mandó a la cancha a Alejandro Domínguez. El Chori era la figura del Nacional B: desparpajo y calidad al servicio de Quilmes junto al Máquina Giampietri. Domínguez ingresó por Herrera a los 17’ del complemento y poco más tarde pondría el 2 a 1 tras un cabezazo en el travesaño de Coloccini. Con sufrimiento, Argentina pasaba a Cuartos de Final, donde esperaría Francia.
Los galos contaban con una de las perlas europeas del momento: Djibril Cissé. Argentina venía de dejar dudas frente a los chinos, pero apareció Saviola para marcar tres goles y sentenciar una semifinal que dejó un gusto un poco amargo, ya que el Chori Domínguez sufriría una muy fea fractura que lo dejaría fuera del resto del torneo. La buena noticia: la confirmación de D’Alessandro como una de las figuras del campeonato. A pesar de no ser titular, el Cabezón ya demostraba su valía con su famosa pisada, apodada “La boba”.
En la semifinal frente a Paraguay, Argentina volvió a los carriles normales de contundencia. Romagnoli fue el director de orquesta y Saviola el que rubricaba las jugadas. El 5 a 0 quedó corto. En la final, esperaba Ghana, que en una inesperada semifinal había vencido a Egipto 2 a 0. El partido se resolvió antes de los quince minutos con una volea bárbara de Diego Colotto y una nueva definición del Conejito. En el complemento, Maxi le puso la frutilla al postre. Argentina nuevamente campeona del mundo, con un equipo que hizo disfrutar a todo un país con su fútbol. Pekerman era elevado al status de ídolo nacional. Saviolita llevaría sus goles a Barcelona.
EMIRATOS ARABES 2003
Para el torneo del 2003 en Emiratos Arabes, la Selección Sub-20 ya no contaría con la presencia de José Pekerman. Su lugar sería ocupado por Hugo Tocalli, quien fuera su ayudante durante todo su ciclo al frente de los juveniles. Además de ser el defensor del título, Argentina llegaba nuevamente a la cita mundialista como campeón sudamericano. La estructura fue muy similar a la de 2001, con pibes que ya eran titulares en sus equipos, como Gonzalo Rodríguez (San Lorenzo), Javier Mascherano, Pablo Zabaleta y el goleador de River Fernando Cavenaghi. A pesar de todo este panorama, la AFA tenía un problema entre manos con Carlos Tevez: el jugador no quería perderse la final de la Intercontinental frente al Milan, y con tal de que eso no suceda interpuso junto a Boca un pedido judicial. La situación se resolvió en favor del jugador y Argentina no pudo inscribir a un reemplazante. La memoria a corto plazo y la rosca del periodismo acomodaticio erigirían a Tevez como “El Jugador del Pueblo”, aun cuando su temprano desprecio a la Selección fuera tan elocuente.
En la fase de grupos obtuvo tres triunfos en igual cantidad de partidos, todos ellos de trámite complicado. En el debut vencieron 2 a 1 a la España de Andrés Iniesta con dos goles de Leandro Fernández, aquel defensor central surgido en Newell’s que pasó por River y el fútbol ruso. El segundo encuentro frente a Uzbekistán, los pibes comenzaron perdiendo desde el vestuario, teniendo que batallar setenta minutos para igualar el marcador. La alegría completa la establecería Cavenaghi con el 2 a 1 sobre la hora, consiguiendo la clasificación a Octavos. El último enfrentamiento fue un 3 a 1 sobre Mali, el cual pintaba para goleada pero la inesperada expulsión del recordado Gustavo Eberto obligó al equipo a jugar más contenido y conservar los dos goles de diferencia.
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En Octavos tocaba Egipto, quien ya había sido rival el mundial pasado. A pesar de los nombres propios, el funcionamiento por momentos dejaba dudas, algo que en etapas de eliminación directa puede costar caro. Argentina tuvo que transpirar para sortear a los africanos, logrando la clasificación recién en el minuto 116 gracias al famoso Gol de Oro de Fernando Cavenaghi. El goleador de River era la figura del equipo.
Si Argentina sufrió para pasar a Cuartos, el partido frente a Estados Unidos en esa instancia fue un verdadero parto. Los de Tocalli llegaron al empate en el minuto 94 gracias a una patriada de Mascherano y, al igual que frente a Egipto, lograron la clasificación a semis gracias a un nuevo Gol de Oro de Cavenaghi. La semifinal frente a Brasil puso en evidencia el cansancio de los pibes y el 1 a 0 en favor del Scratch quedó realmente corto. El partido por el tercer puesto también sería derrota por 2 a 1 frente a Colombia. Argentina quedó en las puertas de un nuevo título, dejando la certeza de la continuidad de un proceso pero con una preocupación incipiente: el caso Tevez dejaba la puerta abierta a los clubes para negar jugadores a las selecciones juveniles. Imperdonable.
HOLANDA 2005
El Mundial de 2005 traía consigo una novedad: la aparición de Pancho Ferraro como entrenador. La continuidad en los procesos de formación base estaba garantizada, pero el estilo de juego distaba de lo visto durante la Era Pekerman. No obstante, la ilusión estaba garantizada. Oscar Ustari bajo los tres palos, junto a Biglia y Gago en mitad de cancha, era de los más destacado dentro de los titulares. La delantera estaba compuesta por Pablo Vitti y Gustavo Oberman, que atravesaban buenos momentos en Rosario Central y Argentinos Juniors respectivamente. Curiosamente, en el banco se encontraba dos pibitos que daban ventaja con la edad pero que ya estaban señalados hace rato como el futuro del fútbol argentino: Lionel Messi y Sergio Kun Agüero.
La cosa empezó empiojada en el debut al caer derrotados ante Estados Unidos por la mínima. Resultaba imprescindible la victoria frente a un viejo conocido: Egipto. Los pedidos por la titularidad de Messi se acrecentaban. Ferraro le dio la titularidad y el rosarino no falló, abriendo el marcador a poco de comenzar el segundo tiempo. Zabaleta firmaría el segundo sobre el final para rubricar el marcador. La fase de grupos se cerraba frente a Alemania. Si Argentina ganaba se aseguraba la clasificación, pero otro resultado hacía depender de otros partidos. En ese encuentro se empezó a vislumbrar las capacidades técnicas de Lionel Messi: su conducción en velocidad era algo fuera de lo normal. Los pibes merecieron algo más que el 1 a 0 final, pero fue suficiente para alcanzar nuevamente fase eliminatoria.
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Octavos de final deparó un rival dificilísimo como Colombia. Campeón sudamericano de la categoría, venía invicto con pleno de victorias y sin goles en contra. Aquella selección cafetera impulsó nombres de muchísimo peso y proyección: Cristian Zapata, Juan Camilo Zuñiga, Hugo Rodallega, Radamel Falcao y Freddy Guarín. Además, como dato curioso, contaba con un jovencísimo David Ospina como arquero suplente, con tan sólo 16 años. Colombia puso de manifiesto su calidad y se puso por delante en el marcador, pero rápidamente apareció la figura de Messi para empatar el partido. A poco del final, Julio Barroso dio vuelta el resultado con un zurdazo que no estaba en los planes de nadie. Clasificación a Cuartos para enfrentar a otro rival que venía pisando fuerte: España.
Los ibéricos venían con un envión tremendo. Cuatro victorias en igual cantidad de encuentros, dieciséis goles a favor y tan solo uno en contra, el goleador del torneo (Fernando Llorente) y un mediocampo de lujo con Cesc Fábregas, David Silva y Alberto Zapater. Otro cuco que se aparecía en el camino de los pibes. Argentina lo sacó adelante a base de contundencia y sacrificio. Un partido cerrado que en dos minutos fue sentenciado gracias a Messi y a Cachete Oberman. Quien ganase este partido llegaría a semifinales como candidato. El que esperaba era, como tantas otras veces en juveniles, Brasil.
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En esta oportunidad, el que llegaba como favorito era el seleccionado argentino. Si bien Brasil históricamente fue uno de los equipos más fuertes de la categoría, en esta ocasión llegaba criticado por su juego y su falta de gol, ya que apenas había convertido seis en cinco encuentros. Los dirigidos por Ferraro dominaron el encuentro y se jugó a su ritmo, pero con un Brasil abocado a defender y contragolpear. Messi se hizo cargo del equipo. De arranque puso el 1 a 0 con un gol espectacular, digno de los muchos que haría de esa manera a lo largo de su carrera. El partido parecía dominado y sin que Brasil generara riesgo, una pelota parada le permitió al rival llegar al empate. Cuando daba la sensación que nos iríamos al suplementario, apareció la zurda del rosarino para desbordar y servirle el gol a Pablo Zabaleta para desatar la locura. Argentina volvía a una final del mundo.
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En la final esperaba Nigeria. Los africanos venían de eliminar a Marruecos por 3 a 0, en lo que había sido el partido más sólido a lo largo del torneo. A pesar de su fortaleza física, ya venían desgastados tras el partido de Cuartos de Final frente al organizador, en donde lograron la clasificación tras un empate a uno en 120 minutos y una definición por penales maratónica que terminó 10-9 en la que se ejecutaron 24 tiros.
Las Águilas Verdes impusieron un ritmo muy físico, cortando el juego constantemente ante cada intento argentino de construir juego. Tal es así que los pibes se pusieron arriba en el marcador gracias a un penal transformado por Lionel Messi. En el segundo tiempo los nigerianos igualaron rápidamente el encuentro, lo que generó que nuevamente se impusieran las condiciones del rival. En pos de destrabar el desarrollo del partido, Pancho Ferraro mandó a la cancha al Kun Agüero. La sociedad con Messi comenzaba a sellarse a fuego para siempre. El surgido en Independiente fue indescifrable para la defensa africana, generando un nuevo penal que transformaría el propio Messi de manera magistral. Si bien sufrió algunos embates sobre el final, Argentina terminó festejando. El título renovaba esperanzas y volvía a poner en la senda del crecimiento a las juveniles argentinas, pero lo mas importante de todo era la irrupción definitiva de Messi, que con poco demostró la cuantiosa calidad en sus pies.
CANADA 2007
Con la defensa del título en mano, los pibes volvían a estar en manos de uno de los padres fundadores de la era Pekerman como lo es Hugo Tocalli. La clasificación al Mundial tuvo sus altibajos: en el Sudamericano se sufrió y mucho para llegar a la fase final, y a pesar de no jugar bien se consiguió el pasaje al Mundial y también a los Juegos Olímpicos, esto último de manera agónica en el último minuto del partido final frente a Uruguay.
El plantel estaba conformado por jugadores con una proyección similar a la del 2001, con Racing aportando cinco jugadores (Chiquito Romero, Gabriel Mercado, Matías Sánchez, Claudio Yacob y Maxi Moralez), pibes que ya eran una realidad (Mauro Zárate, Kun Agüero, Angel Di María, Ever Banega) y algunos que ya jugaban en Europa, como Emiliano Insúa y Federico Fazio. A todos ellos hay que sumarles a otros que terminaron firmando una gran carrera, como Javier García, Leonardo Sigali, Pablo Piatti, Lautaro Acosta y Papu Gómez.
El grupo que esperaba a Argentina en el Mundial resultaba poco complicado: República Checa, Panamá y Corea del Norte. Frente a los europeos fue un 0 a 0 cerrado, pero en el segundo encuentro frente a los centroamericanos no hubo tal paridad y Argentina le metió un 6 a 0 contundente, con Moralez, Agüero y Zárate metiendo cuatro goles en siete minutos, pudiendo haber marcado unos cuantos más ante la fragilidad de la defensa rival. La clasificación se aseguró con el 1 a 0 contra los asiáticos con un nuevo gol del Kun.
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En Octavos de final aguardaba Polonia, que en su debut había amargado a Brasil. Los europeos comenzaron ganando, pero rápidamente encontraría la respuesta argentina con Angel Di María, quien jugaría un partido espectacular, incluso eclipsando a Agüero, quien marcaría los dos goles que permitirían dan vuelta el marcador y avanzar entre los ocho mejores de la categoría. El rival que aguardaba era México, un seleccionado que venía trabajando muy bien en selecciones juveniles. Habían sido campeones del mundo Sub-17 en 2005 y algunos de sus mejores jugadores formaron parte de aquel plantel. Los más destacados eran Carlos Vela, Giovanni Dos Santos y Chicharito Hernández, un tridente de ataque que nada tenía que envidiar al argentino. En esta instancia fue fundamental la actuación de Chiquito Romero, quien sostuvo el cero durante todo el encuentro con muy buenas intervenciones que terminaron haciendo bueno el gol de Maxi Moralez. Argentina estaba en semifinales, y esperaba un partido picante.
El último encuentro previo a la final era frente a Chile, que tenía la mejor generación de juveniles de su historia: Mauricio Isla, Gary Medel, Alexis Sánchez y Arturo Vidal eran las figuras de los trasandinos. No obstante, también eran un dolor de cabeza por sus indisciplinas fuera de la cancha y algunas actitudes violentas dentro de ella.
Tanto en un lado de la cordillera como en el otro daban la sentencia de “final anticipada”. Además de todo lo expuesto, Chile llegaba invicto, sin goles en contra y habiendo goleado a Nigeria en Cuartos de Final. Todo el mundo daba por descartado que el verde césped del National Soccer Stadium de Toronto sería el campo de una batalla sin cuartel.
Aquellos noventa minutos dejaron un tendal de crónicas. Argentina se puso en ventaja con un golazo de Di María, y poco después Chile se quedaría con diez por una expulsión algo exagerada de Medel. Todo se hizo sencillo para los de Tocalli, que aprovecharon la locura chilena para manejar el partido. Banega fue el eje de juego, poniendo siempre de cara al arco rival a sus compañeros. Chile continuó golpeando y cortando el juego, realizando constantes quejas hacia el arbitraje del alemán Stark. Con Yacob primero y Moralez después, Argentina concretó un 3 a 0 lapidario ante un rival que terminó con nueve. Los reclamos chilenos fueron tan airados que el árbitro del encuentro tuvo que salir corriendo a los vestuarios. Con la ventaja del paso del tiempo, cabe decir que la situación tuvo un poco de todo, ya que ni los argentinos provocaron a los chilenos, ni los chilenos apelaron al juego brusco. Eso sí: los chilenos sistemáticamente cortaron el juego y, ante esa situación, Stark detuvo el desarrollo aún ante acciones muy leves. Después, las conjeturas sobre el arreglo del partido por parte de Julio Grondona quedan muy flacas al ver las imágenes del encuentro. Lo peor vino después para los trasandinos: la calentura por la derrota devino en incidentes en el hotel, lo que generó desmanes entre el plantel y la policía. Todo terminó con jugadores detenidos, como Alexis Sánchez, y otros lastimados por la intervención con gases y tasers. Un verdadero papelón.
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La final ponía de vuelta delante de la Selección a su primer rival, República Checa. Todos hablaban de su goleador, Martin Fenin, y de los nombres de grandes equipos europeos que seguían su pista. De hecho, fue él quien abrió el marcador a la hora de juego con una volea espectacular. No obstante, Argentina volvió a mostrar su personalidad y dio vuelta el marcador con dos golazos: el primero del Kun Agüero (quien se consagró goleador del torneo) y el de Mauro Zárate, a cuatro del final, para nuevamente consagrarse campeón Sub-20.
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Aquel mundial de 2007 sería el último girón de la Era Pekerman. Tocalli dejaría el cargo con el sabor de la tarea hecha. De aquel equipo, siete jugadores llegarían a disputar un Mundial de mayores, y dos de ellos serían campeones en Qatar 2022. El ciclo se cerraba de la mejor manera, mostrando lo mucho que el fútbol argentino tenía en sus raíces de potrero. Lamentablemente, esas bases no pudieron ser explotadas a futuro. Pero eso será otra historia.
Periodista / Abrí la Cancha