Adrián Méndez: «Los cinco ascensos en mi carrera son experiencias inolvidables»

2546

Adrián Méndez pasó por las Charlas de Vestuario de Abrí la Cancha. De profesión: arquero de ascenso. Una carrera que comenzó en Talleres de Escalada, donde fue protagonista de tres ascensos. Pasó por Defensores de Belgrano, Almagro, Sarmiento, San Telmo y Defensores Unidos de Zárate en aquellos años 80s y comienzos de los 90s, cuando todavía existía un resquicio para cierto amateurismo.

Por Carlos Aira

 

SUEÑOS DE FUTBOL: «Nací en Monte Grande, pero me crié en Remedios de Escalada, a una cuadra del Club Atlético Talleres. Tuve una infancia muy ligada al fútbol. Jugando con los equipos del barrio campeonatos relámpago en canchas que hoy están ocupadas por edificios. ¡Nunca voy a olvidar todo el esfuerzo que hacíamos vendiendo rifas para comprar las camisetas! Un día, jugando la final de un campeonato, un entrenador me vio atajar y me invitó a probarme en Talleres. Hasta ese momento, mi sueño era jugar las finales con mi equipo de barrio en los campeonatos relámpago«.

 

 

FORMARSE EN TALLERES: «Llegué a las inferiores de Talleres sin haber ido a una escuela de fútbol. Todo lo que sabía del arco era silvestre. Yo miraba los arqueros de Primera División. A mí me encantaba el uruguayo Carlos Goyén, un arquero fantástico. Hice muy pocas divisiones inferiores. En 1983 vino José Perico Pérez a dirigir la Primera. Él asceleró mi proceso, porque al no haber hecho inferiores aprendí muchísimo con él. Era un arquero que había atajado muchísimo en River y fue campeón de América con Independiente. Perico me enseñó a caminar el arco. A pararme correctamente. Me marcó como manejar el área. Como salir jugando. Todas cosas que te marcan y las utilicé durante toda mi carrera«.

 

EL FUTBOL DE ASCENSO DE LOS 80S: «Era un fútbol más lento porque había otro trabajo físico. Hoy, los jugadores son menos virtuosos con la pelota, pero vuelan físicamente, achican los espacios y se juega todo en velocidad. El fútbol argentino es muy difícil tacticamente porque todos los equipos están muy trabajados. En el ascenso había una gran calidad de jugadores, pero como el fútbol no era televisado, muchos de esos jugadores no trascendieron los campeonatos de ascenso cuando pudieron ser figuras de Primera División. Otro tema eran las pelotas. Nosotros jugábamos con la Pintier, que pesaba un montón y mojada era imposible. Hoy juegan con balones hechos con materiales sintéticos que la hacen rapidísima y el trabajo del arquero es distinto».

 

Adrián Méndez defendiendo la meta de Talleres.

 

TALLERES EN LOS 80s: «En diciembre de 1983 ascendimos a Primera C derrotando a Excursionistas en la final del reducido. Fue una alegría enorme porque no solo la viví como jugador, sino también como socio e hincha de Talleres. Siempre recuerdo la final en Excursionistas. Para llegar al vestuario teníamos que pasar por un gimnasio. En ese caminito, dimos y recibimos. En esa época era muy común que te quieran apurar. Si querías que jugar en el ascenso te tenías que bancar esas cosas. Nos costó entrar al vestuario, pero una vez que estábamos adentro nos olvidamos de todo».
«Dónde peor lo pasé fue en Nueva Chicago. Año 1987. Ambos veniamos peleando el campeonato y ganamos 2 a 0 en Mataderos. La visitante estaba en una tribuna de madera y la hinchada comenzó a prender fuego los tablones. Se agarraron las hinchadas y no pudimos salir del vestuario hasta entrada la noche«.
Año 1986. Fabio Quatrocci, Pinino Más y Adrián Mendez. Protagonistas del ascenso a la B Metro.
En esa época, Talleres tenía 18.000 socios y en el verano estallaba con la colonia y la pileta olímpica. Fuimos a jugar la vieja B donde había bajado Racing Club. Siempre recuerdo un partido ante Racing en cancha de Vélez bajo un diluvio y en la revancha les ganamos 1 a 0. Un partido increíble que ganamos con un gol olímpico de Ricardo De Ángelis. Increíble porque no pateamos al arco y en verdad el gol lo metió Jorge Traverso, el arquero de Racing, en contra de su propia meta».
«Entre 1983 y 1987, ascendí tres veces con Talleres. Subimos en el 83 a la B, descendimos en 1985. Volvímos a subir a la B en 1986 y en abril de 1988 llegamos al Nacional B. Una final histórica ante Almagro en cancha de Huracán. Partido televisado por Fútbol de Primera, algo increíble. Esa tarde fue tocar el cielo con las manos.
«Tuve muchísimos compañeros en Talleres. Mucha gente con experiencia, como el Pato Franzoni, que era un goleador histórico. José Lovato, que había jugado en Chacarita y Gimnasia. Uno que siempre recuerdo era Oscar Más. Pinino ya estaba cerca de los 40 años, pero nunca vi pegarle a alguien tan bien a la pelota. Aparte, un personaje. Te hacía reír todo el día porque se la pasaba haciendo bromas a todo el mundo».
«En Talleres tuve un maestro como entrenador, como era Don Miguel Ignomiriello. El armó un equipo fantástico que terminó ascendiendo al Nacional, con René Biaín, Máximo Pizzarulli, el Viejo Crespo, el Loro Rojas, Néstor Frediani, Sergio Zanetti, hermano de Javier, y un lateral fantástico que pronto se fue a Deportivo Español. Con Don Miguel siempre aprendías algo«.
«En Talleres debuté en cancha de Tigre. Año 1984. Era suplente de Iglesias que lo expulsan en una jugada que cobran penal a favor de Tigre. Entro y enfrente tengo a Norberto Ortega Sánchez que era infalible en los penales. El Negro Pereira me dijo que el Beto pateó los cinco penales a la izquierda. Cuando iba a patear, el Negro me gritó «tirate a la derecha» y atajé el penal. Inolvidable».

 

Defensores de Belgrano 1988/1989.

 

DEFENSORES DE BELGRANO: «Cuando Talleres ascendió al Nacional B me di cuenta que iba a atajar muy poco y yo necesitaba jugar. Francisco Calabrese, que había sido mi técnico, me ofreció ir a Defensores de Belgrano. La parada era difícil porque el club estaba último en la tabla de promedios. Fuimos junto al Negro Giles y Ricardo Solórzano, dos compañeros de Talleres. Teníamos un lindo equipo con grandes jugadores, como Miguel Ronci, Oscar Vitale y un brasileño que jugaba bárbaro llamado Reginaldo. Al final nos salvamos en la última fecha derrotando a All Boys en el Bajo Núñez. Un club muy lindo que me dio la oportunidad de tener la titularidad indiscutida, algo que siempre me costó en Talleres».

 

COBRAR A LOS PREMIOS: «En ese momento no había el dinero que hay en la actualidad. Vivir del fútbol en el ascenso era complicado. Sobre todo en la B Metro y en la C, donde eran pocos los jugadores que podían vivir del fútbol. La mayoría de mis compañeros tenían otro trabajo. Hoy es algo imposible de pensar, porque el fútbol es mucho más profesional. Otro tema era si te pagaban al día. Siempre tengo el recuerdo de las colectas que hacíamos para bancar a algunos compañeros. Otro tema era viajar a las prácticas. Cuando jugaba en Defensores, varios compañeros que vivíamos en zona sur nos juntábamos y viajábamos juntos en el mismo coche para ahorrar en traslado y viajar más cómodos que tomando varios colectivos».

 

EL CLASICO DE AVELLANEDA: «Soy hincha de Independiente. Fanático del equipo 1982-1984. Vengo de una familia atravesada por el clásico de Avellaneda porque somos todos de Independiente o Racing. Ninguno de River o Boca. Mi mamá de Racing y mí papá de Independiente. Una hermana del Rojo y otra de la Academia. En mí adolescencia disfruté mucho el clásico de Avellaneda. Hoy hay mucho enfrentamiento, pero hubo una época donde los hinchas de Independiente disfrutábamos algunos triunfos de Racing porque entendíamos que le hacía bien a la ciudad de Avellaneda. Hoy eso se perdió porque todos los hinchas se fanatizaron, tal vez por las redes sociales».
UNA B CON GRANDES JUGADORES: «En mí época había grandes jugadores. El Beto Pascutti y el Cañón Landaburu eran jugadores de Primera. Ricardo De Ángelis era otro gran jugador y tuve la suerte de tenerlo de compañero. Dos compañeros que comenzaron de abajo y terminaron haciendo una gran campaña fueron Sergio Zanetti y Horacio Bidevich. Un jugador que siempre me sorprendió fue Sergio Pantano. Un wing izquierdo que fue a Malvinas y era un jugador qué, con un poco de suerte, pudo jugar en Primera A. Otro crack que tuve de compañero fue Daniel Cangialosi. ¡Un jugadorazo! Un 10 que hoy no encontrás ni en Primera A. Yo lo tuve como compañero en Sarmiento jugando en Primera C. Año 1991. Todos jugadores notables».

 

Adrián Méndez fue un arquero reconocido en las categorías de ascenso.

 

EL ASCENSO SOÑADO CON SARMIENTO: «En la temporada 1989/90 estuve en Almagro. Una temporada sin muchos recuerdos porque estuvimos en mitad de tabla. Cuando finalizó el campeonato me vino a buscar Sarmiento de Junín. Era todo un desafío porque era bajar de categoría porque Sarmiento quería salir, sí o sí, de la Primera C, una cuarta división».
«Siempre recuerdo lo primero que me pasó en Junín porque es increíble. El técnico era Mario Finarolli y me obligó a ir a una radio a desmentir que yo no era Méndez Pereira, un arquero uruguayo que había atajado en Almagro y fue famoso porque haber sido expulsado en una final contra Armenio por tirar piedras a la tribuna en pleno partido. Como los dos nos apellidamos Méndez y los dos habíamos jugado en Almagro, Finarolli me pidió que le aclarara a la ciudad de Junín que yo no era ese arquero. Increíble».
«En Junín viví la experiencia de trabajar lejos de casa. Todos los jugadores que no eramos juninenses vivíamos en una casa ubicada en la esquina del club. Allí convivimos junto al Pajarito Enz, Oscar Morales, Claudio Jara, José Luis Cárdenas hasta que a comienzos de 1991 me casé y el club me consiguió una cosa. Era otro fútbol, pero aunque parezca increíble, los jugadores porteños nos volvíamos a Buenos Aires en el plantel visitante. Otro fútbol completamente distinto. Jugar en Sarmiento en Primera C era jugar en el club más grande de la categoría. Siempre recuerdo que los jugadores porteños almorzábamos y cenábamos en Andy, que era el mejor restaurant de la ciudad y auspiciaba al equipo. En Junín me trataron muy bien y siempre digo que era el lugar donde me hubiera querido quedar a vivir«.

 

Sábado 1 de junio de 1991. El equipo de Sarmiento que derrotó a Comunicaciones y ascendió a Primera B. Allí está Tamara, la perrita que era cábala del equipo.

 

«En Sarmiento tuve compañeros fantásticos, como el Vasco Olavarriaga y Daniel Cangialosi, que venían de inferiores, pero tenían una categoría enorme. Pero la clave estuvo en la defensa. Allí estuvieron Raúl Ramírez, Walter López y Claudio Jara, todos con experiencia en Primera División. Se habían sumado jugadores importantes, como Gabriel Marrone y dos delanteros importantes, como el chaqueño Oscar Aníbal Morales y German Melo, un delantero de Junín que se cansó de meter goles. La cancha era hermosa, nunca olvido eso. Sarmiento metía 5.000 personas por partido y era una barbaridad para la categoría«.
«En Sarmiento tuve como entrenadores a Mario Finarolli. Era un técnico bárbaro, que nunca había dirigido en la categoría. No conocía a los jugadores que iba a dirigir e iba a enfrentar. Un técnico ganador que te daba confianza y nada es mejor para un jugador que un entrenador que te de confianza. Finarolli se tuve que ir y llegó Juan Carlos Montes, el técnico que hizo debutar a Diego Maradona en Argentinos Juniors. Ese equipo tenía una cábala maravillosa que era una perrita que adoptamos y bautizamos Tamara. La llevábamos a todas las canchas y era nuestro amuleto».

 

San Telmo 1992. La espina de haber pedido el ascenso ante Dock Sud.

 

SAN TELMO Y DEFENSORES UNIDOS: «Luego de Sarmiento paso a San Telmo, otro grande con la obligación de salir de la C. Ese año llegamos a jugar la final con Dock Sud. Un gusto de jugar en las dos canchas de Avellaneda, porque la primera se disputó en Independiente y la segunda en Racing. Fue la única final que perdí de todas las que jugué. Siempre recuerdo que me puse a llorar apenas terminó el partido. Una final que aún tengo atravesada. Venía medio dulce y ahí conocí otra cara del fútbol. En el ascenso hay mucho esfuerzo y siempre me dolió no haber ascendido en 1992″.
«Por suerte, en 1994 logré mí último ascenso en Defensores Unidos. Fue en cancha de Talleres – mi casa – ante San Telmo. Un cierre muy querido de mí carrera profesional. Participé en varias finales de ascenso, pero todas me quedo con el ascenso de 1983, contra Excursionistas. Luego tuve dos ascensos más, uno en cancha de Newell´s y otro en Huracán; pero el ascenso donde yo me sentí más protagonista fue el de Sarmiento en 1991«.

 

 

Periodista y escritor. Autor de Héroes de Tiento y Héroes en Tiempos Infames. Conductor de Abrí la Cancha, por Radio Gráfica. Premio Jauretche 2021 a la Investigación Periodística.

Comentarios

comentarios