26 de mayo de 1938: La inauguracion de un estadio Monumental

2248

El 26 de mayo de 1938 el fútbol argentino vivió una fecha única: River Plate inauguró su Stadium Monumental. Una herradura que desde ese mismo día se transformó un escenario único del fútbol argentino. Entramos a la cápsula del tiempo y nos metemos de lleno en una historia apasionante.

Por Carlos Aira

 

Si hubo un club que entendió los cambios planteados con el arribo del profesionalismo, fue River Plate. Lejos ya había quedado la vieja canchita de la calle Aristóbulo del Valle en la Boca. En 1934 la Municipalidad reclamaba los terrenos donde se emplazaba el estadio riverplatense de la Avenida Alvear (actual Libertador). Era necesario un nuevo estadio que pudiera albergar a las multitudes que se congregaban para ver, domingo tras domingo, a ese equipo que a base de contrataciones millonarias se hacía llamar Los Millonarios. La solución llegó por intermedio del mismísimo intendente de la ciudad, Mariano Vedia y Mitre, quién ofreció al club, a precio de ganga, ocho hectáreas en la anegadizas tierras del barrio de Belgrano, «Avenida Alvear hacia el Río«.

 

 

Con visión de futuro, y con la idea que la ciudad crecería hacia el norte, la dirigencia de River, encabezada por Antonio Liberti escrituró aquellas tierras. La construcción comenzó el 25 de mayo de 1935, aniversario 34º del club, con la promesa de inauguración en cuatro años. Para eso se pidieron contribuciones a los socios y un préstamo de casi dos millones de pesos al Estado Nacional.
Para 1938, River era el gran club de la Argentina. Más allá de su enorme caudal societario, fue el equipo de la década. Campeón 1932, 1936 y 1937. Mantenía la veteranía ilustre de Carlos Peucelle y Bernabé Ferreyra, junto a la sabia renovada y genial de José Manuel Moreno y Adolfo Pedernera. Sólo faltaba la inauguración del Stadium Monumental, para ir cerrando un círculo histórico.

 

26 DE MAYO DE 1938

 

Aquel jueves 26 de mayo de 1938 amaneció frío pero despejado. A las 8:30 de la mañana las boletarías ya estaban abiertas. A pesar de los siete grados, muchos hinchas iban copando las 62 boleterías del nuevo estadio. ¿Los valores para ver el espectáculo? 2 pesos la popular, 1 mango para las damas y los conscriptos, tres  la Platea Centenario. La Oficial sólo habilitada para autoridades, invitados especiales y socios. Llegando el mediodía, el estadio estaba casi cubierto a pesar de lo complicado de llegar al mismo. La ciudad terminaba casi en la Estación Belgrano y llegar al estadio se hacía muy complicado por el anegamiento de las calles. Desde la Estación Belgrano (Luis M. Campos y Echeverría) salían coches de la compañía Paramount, cada dos minutos llevando hinchas al estadio. Desde allí tambíen salía un servicio especial de colectivos.
En la Oficial, los socios se levantaban a cada minuto cuando iban ingresando las autoridades nacionales. Se esperaba la visita del presidente, el radical conservador Roberto Marcelino Ortiz, que finalmente desistió de acudir al evento. En las tribunas altas, las populares, el asunto era diferente. Por primera vez los hinchas estaban cómodos. Allí proliferaban los sanguches de queso envuelto en el Crítica, las botellas, los proletarios saco piyama, los ranchos de paja y, obviamente, las alpargatas.

 

Un momento emocionante: los socios fundadores de River Plate ingresan al campo de juego del nuevo estadio.
Cuando el estudio de los arquitectos José Aslan y Héctor Ezcurra tomó el proyecto en 1934, la idea era un estadio con tribunas bajas, medias y altas desde todos los sectores. Por costos, fue necesaria postergar la construcción de las tribunas superiores que daban al Río de la Plata para más adelante. Ver fotos del estadio riverplatense en aquellos años es impactante. Porque desde una toma medianamente alta se puede ver claramente el río. La tribuna Oficial (actual San Martín) tenía capacidad para 20.000 espectadores. La Centenario, que le debe su nombre al proyectada avenida Centenario, actual Figueroa Alcorta, que hoy ocupan los visitantes, y tenía capacidad para 30.000 espectadores. La tribuna Rio de la Plata, actual Belgrano, sumaba 40.000 espeactadores. A diferencia de su gemela (la Oficial), eran todas entradas populares. La Tribuna Colonia, actual Sívori, sólo tenía construído el sector bajo para 10.000 hinchas. La capacidad del estadio: 100.000 espectadores.
Para las 13:30 la expectativa era insoportable. En un momento desde lo más alto de los 32 metros del Monumental sonaron bombas pirotécnicas. Comenzaba la fiesta. Mientras estallaban las bombas y los hinchas se llenaban de algarabía, ingresaban al campo de juego los dos abanderados: los socios Santiago Hintze, con la bandera Argentina y Aurora Torrecilla, con la bandera riverplatense. Acto seguido, hicieron presencia las autoridades del club, encabezada por el presidente Degrossi. y un grupo de 400 alumnos de gimnasia artística de River que formaron las palabras «River» y «Ortiz». Pero el Presidente de la República ya había confirmado su ausencia.

 

25 de mayo de 1938. Horas antes de su inauguracion, el imponente estadio Monumental. Aun con parte de la tribuna Centenario sin concluir.

 

Cuando se retiraron los gimnastas, llegó el momento esperado. River salió al campo de juego encabezado por su capitán, José María Minella. En ese momento no se tiraban papelitos en los estadios, pero si hubo una ovación que duró diez minutos. Junto a River apareció el equipo de Peñarol de Montevideo, visita de honor para éste partido. Hubo una historia muy particular con respecto al rival de River para éste partido. Boca ofreció gratuitamente su equipo superior para la fiesta riverplatense, pero hubo un rechazo unánime de la directiva riverplantese. Nacional de Montevideo se ofrecía a cambio del 20% de la recaudación, corriendo por su cuenta los gastos de estadía. Peñarol pidió 20.000$ por estar presente aquella tarde. Una verdadera fortuna. Pero River quería su fiesta completa, y los uruguayos viajaron para jugar el partido.
Los equipos se formaron en el círculo central. El edecán presidencial saludaba a los jugadores de River y al capitán riverplatense en nombre del Presidente Ortíz. De repente, un estridente clarín distrajo la atención general. Desde el acceso principal ingresó un joven con la antorcha. Este muchacho se llamaba Ignacio Ovejero, era alumno del colegio Carlos Pellegrini de Pilar. Alumnos de éste establecimiento hicieron una posta de 63 kilómetros con 75 atletas transportando la antorcha. Finalmente, a las 14:30 puntuales, en un acto realizado frente a la tribuna oficial, muy cerca de donde están ubicados actualmente los bancos de suplentes, Ovejero encendió la lámpara voltiva. Caían lágrimas desde muchos ojos: quedaba formalmente inaugurado un estadio que será vital para el fútbol argentino.

 

Una escena de River 3-1 Peñarol. A la vista: el encofrado del sector izquierdo de la Centenario.

 

Y HUBO UN PARTIDO…

River fue el único protagonista del encuentro. Comenzó atacando hacia el Río de la Plata. y a los 17 minutos, Carlos Peucelle, Barullo, tuvo el honor de ser el autor del primer gol en la historia del nuevo estadio. Minutos después llegó el esperado taponazo de Bernabé Ferreyra, largamente festejado por todos los presentes. Su presencia era fundamental. La Fiera ya había dado todo lo que podía dar. Tanto que pocos meses después le llegó el retiro. Pero la gloria de River y cada una de las bolsas de cemento de ese estadio fueron compradas con todo lo que generó Bernabé desde su llegada a River en 1932. Es increible que ningún sector del estadio no tenga su nombre. Minutos después, un jovencísimo Moreno puso el 3-0 parcial. Todavía era «Rulito». Años después sería el «Charro» para disputarle mano a mano con Diego Maradona la chapa de ser el ícono más grande del fútbol argentino en su historia.
A las 16:45 la fiesta había terminado. Caía el sol y no había luces en la zona. El Monumental ya era una realidad.

 

Periodista y escritor. Autor de Héroes de Tiento y Héroes en Tiempos Infames. Conductor de Abrí la Cancha, por Radio Gráfica FM 89.3

Comentarios

comentarios