Mario Bevilacqua: «Talleres pudo ser campeón en los 80s, pero la situación económica era lamentable»

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El Pastor Mario Bevilacqua pasó por las Charlas de Vestuario de Abrí la Cancha. Santiagueño, zurdo y máximo goleador de Talleres de Córdoba en campeonatos AFA. Un recorrido donde no faltaron anécdotas y su inquebrantable fe en Dios.

Por Carlos Aira (*)

 

SUEÑOS DE FUTBOL: “Tuve una infancia muy feliz. Soy el menor de cinco hermanos y me gustaba mucho el fútbol. Estaba con la pelota prácticamente todo el día y comencé jugando los babys en la cancha de basket de mosaico. Siempre recuerdo aquellos arquitos debajo de aro, cuando te hacian un gol ahí cerquita y que el arco era tan chiquito que si te hacian un gol era un lamento, pero hacías un gol, y entrabas tocando de a dos, de a tres y cada gol se festejaba muchísimo con la gente alrededor. Un recuerdo maravilloso de mi infancia”.
“Ahí aprendí mucho lo que era gambetear cortito. Jugué aproximadamente unos tres o cuatro años y a los trece años firmé para el Club Atlético Mitre donde hice toda mi formación. Es una ciudad muy futbolera Santiago del Estero”.

 

 

SANTIAGO DEL ESTERO: “Ha crecido mucho el deporte en Santiago. Por ahí a los que nos gusta el deporte nos cae muy bien que se haya hecho un estadio como el que se hizo. Pero al que no le gusta, obviamente, se pregunta por qué tanto gasto. Como santiagueño ha sido impagable ver a la Selección con Lionel Messi en nuestra provincia. Hemos visto eliminatorias mundialistas y la final de la Supercopa entre River y Racing. Es maravilloso tanto crecimiento. Aparte, Santiago tiene un equipo en la Liga Profesional (Central Córdoba) y dos en la Liga Nacional de Basquetbol como Quimsa y Olímpico. El autódromo de la Banda es precioso. Lo reitero: el deporte creció muchísimo”.

 

Mario Bevilacqua fue uno de los grandes goleadores del fútbol argentino de los años 80s.
BUSCANDO UN DESTINO: “Mi historia con el fútbol grande es muy particular. A los 18 años jugaba en Mitre e integraba la Selección de Santiago del Estero. Quería dar el salto al fútbol profesional y me incliné por Córdoba en vez de Tucumán. La razón era sencilla: en Córdoba había más equipos”.
“A mediados de enero de 1983, junto a un amigo viajamos a Córdoba a probarnos. Fuimos a Belgrano y en el segundo entrenamiento nos dijeron que no había pensión para nosotros. Fuimos a Unión San Vicente, que en aquellos días jugaba Nacionales de Primera División. Exactamente calcado que Belgrano: no había pensión ni dinero. No eramos los únicos que nos estábamos probando. Salió el diálogo con un muchacho de tonada puntana. Le pregunto como se llamaba y me dice: “Juan Gilberto Funes“. Estaba hablando con el Búfalo, quien sería una figura extraordinaria en River y Colombia. Cuando recuerdo estas historias me ponen muy feliz. Me pone muy contento recordarlas“.

 

GOLPE DE SUERTE: “Llevábamos una semana en Córdoba y nos teníamos que volver el viernes por la noche. Estábamos haciendo tiempo en Plaza Libertad cuando vemos un escudo de Talleres en una esquina. Fuimos a ver que era y era la sede de Talleres. Esa noche, Talleres jugaba contra Estudiantes de La Plata en la última fecha del Metropolitano 1982, que se había postergado para los primeros días de 1983 por el Mundial de España. Entramos a la sede. Nos quedamos viendo fotos y postales hasta que vemos a Luis Adolfo Galván, capitán del equipo, que fue a buscar unas entradas que le daban a los jugadores.  Cuando nos escucha hablar nos pregunta si somos santiagueños. No podíamos creer que Luis nos estuviera hablando. ¡Era un campeón del Mundo! Le comentamos que anduvimos a prueba, que nos habían rechazado y que ya nos volvíamos”.
“Luis Galván entró a la presidencia y quince minutos después salió acompañado por un dirigente. Nos dijo: ´chicos, los dejo porque tengo que volver a la concentración. Este dirigente, por pedido de Luis Galván, nos llevó a la pensión que Talleres tenía en Barrio Jardín. Vamos a la pensión y a eso de las seis de la tarde nos pasan a buscar para ir al Chateau Carreras. ¡No ibamos como espectadores sino que ibamos a jugar un amistoso previo al partido! No podiamos creer todo lo que estaba pasando. Es algo que hoy no termina de sorprenderme“.
“En el camino al estadio comenzó una habitual tormenta cordobesa. Llegamos, nos vestimos y de repente, el veedor nos dice que se suspende el partido para preservar la cancha. Yo agradecido por los nervios que tenía. Era una contradicción, porque uno quería jugar pero yo muchas ganas no tenía por los nervios que tenía”.

 

Año 1983. Mario Bevilacqua y la marca de dos duros de Independiente: Enzo Trossero y Hugo Villaverde.

 

ESCOLIOSIS: “Talleres compró mi pase a Mitre y debuté profesionalmente en aquel 1983. Había pasado todas las revisiones médicas y convertido varios goles en aquel año. A comienzos de 1984 comienzo a tener dolores. La lesión era pubalgia pero los médicos no descubrían de dónde venían los dolores. Era algo insoportable. No podía ni entrenar. Me hacen unos estudios muy rigurosos y descubrieron escoliosis: tenía rotadas las cuarta y quinta vértebra lumbar. Eso sólo se podía corregir poniendo un clavo de 3 centímetros. Tenía 21 años y parecía el final de mi carrera”.

 

FE EN DIOS: “Pasé por varias juntas médicas. Estuve dos meses sin entrenar. No pude hacer la pretemporada con mis compañeros. Una tarde, desesperado porque la operación parecía poner fin a mi carrera, mi representante me habló y me dijo: “Mario, nunca te he hablado del tema, pero esperé este momento para decirte que confíes, que lo reconozcas como Señor y salvador de tu vida. Es una oración que tenés que hacer con mucha fe y confiar porque no es fácil”.
El Pastor Bevilacqua.
“Hice una oración tan sencilla: Señor creo en vos, creo, pero nunca te había aceptado en mi corazón. Fui sincero con Dios y empecé a dar gracias. Había llorado muchísimo porque no podía entrenar, pero ese día pasó algo increíble. Una paz en mi corazón que necesitaba porque me estaba poniendo muy mal. No al punto de deprimirme, pero mal, angustiado, todos los días ir al medico que me vea, kinesiología”.
“Empecé a conocer. Leí mucho la biblia y sus salmos. Me ha dado paz. Eso fue lo que me llevó a consagrarme y a comprometerme con Dios. Eso me sirvió para hablarle a otras personas. Algunos sufrían de alguna lesión, sufrían de algo que tuvieron fe y esperanzas que perseveren, que era lo que yo tenía que hacer perseverar y perseverar y la verdad agradezco a Dios por ese momento. Yo senti las manos de Dios en mi vida sanandome para poder desempeñarme en el fútbol. Fue un milagro: no fue necesario operarme y me curé”.

 

EL PASTOR. “Hoy puedo decir que fue algo qué, después de años de haber estado mal, sin comunión con Dios, de saber que propuesta tiene Dios para con mi vida,  hoy puedo decir que hay una palabra que dice todas cosas llegan para bien. Yo en ese momento no entendía nada”.
“Soy Pastor evangélico. Siempre mantuve una relación con la fe y el deporte. Si bien hoy vivo en Santiago, en Córdoba formamos Ministerio Evangélico Dios es Amor (Medea). Un club que creció muchísimo. Tanto que hoy tenemos un lindo estadio y canchas con césped sintético. Con MEDEA predico entre los jovenes. Lo tomó con tanta naturalidad que cuando estoy por hablar de fútbol puedo hablar de tantas cosas. Al mismo tiempo si me preguntan y hablo de Dios de tal manera, siempre contando mi testimonio de cómo cambió mi vida, como Dios me dio seguridad a través de una dolencia como la que tenía y la verdad que la gente con mucha dedicación me escucha porque lo mío es muy verídico”.

 

TALLERES DE CORDOBA: “Tuve compañeros fantásticos, como el Rana Valencia, Pedro Remigio Magallanes – nunca vi correr a un chango tanto en mi carrera -, Toti Iglesias, Héctor Chazarreta, Raúl Peralta, el Toro Genaro, Pepe Albornoz, Antonio Apud o José Luis Pochettino. Verdaderos equipazos, pero Talleres tenía un gran problema: no había un peso en el club. Recuerdo la temporada 1989/90. El presidente era Bernabé Muttoni. Teníamos un equipo para ser campeones, pero tan mal estaba la situación económica que teníamos que llevar la muda de ropa a casa para lavarla. Un año catastrófico”.
“Recuerdo un partido que nos marcó en aquella temporada. Estábamos perdiendo a los dos minutos de empezar el partido. El técnico era Eduardo Lujan Manera, una excelente persona, junto a Gabriel Macaya, el hijo de Macaya Marquez. El primer tiempo fue una locura. Pero terminamos y nos dice ‘pónganse todos tapones altos’ porque venía una tormenta, ‘se va a largar una lluvia y después no quiero que vengan al banco a cambiarse los botines. Vamos a perder el tiempo y este partido necesitamos jugarlo bien’. Fue así como nos hizo jugar con todos los tapones altos. A los dos o tres minutos se largó la lluvia y los de River se caían. Empezaron a ir al banco para que le cambien los botines y nosotros ya teníamos todo. Perdíamos 1 a 0 y lo dimos vuelta con dos cabezazos míos. El primero, de un córner que envió Adolfino Cañete. El segundo, con centro del Toti Iglesias. ¡Todavía recuerdo todo lo que llovió! Pero aquella tarde, para nosotros, con todas nuestras dificultades económicas, fue una hazaña remontar un partido contra River en el Monumental”.

 

4 de marzo de 1990. El equipo de Talleres de Córdoba que derrotó 2 a 1 a River Plate.

 

RIVER PLATE:  “Fui uno de los goleadores de la temporada 1987/88 y me compró River Plate. Era mi gran incentivo haber llegado a River. Era el River de César Luis Menotti. En cada práctica aparecía una nueva figura y me di cuenta que iba a dificultarme la continuidad que tenía en Talleres. Había cinco centrodelanteros. El titular y los que más jugaban eran Polilla Da Silva y Abel Balbo. También estaban el Pelado Centurión y Jorge Rinaldi, que había venido de Boca junto a Jorge Higuain y Milton Melgar”.
“Siempre recuerdo algo de Menotti. Fue la temporada que los partidos empatados definian un punto por penales. Al Flaco no le gustaba. Cuando empatábamos le decía a su profe: ‘yo me voy, no puedo creer que un partido se defina por penales’. ¡Pero el tema era que él tenía que hacer la lista y no la hacía! Por eso en esas definiciones nosotros no teniamos mucho entusiasmo”.
“Vestir la camiseta de River fue muy gratificante. Tenía 25 años y fue una experiencia inolvidable. En 1989 el equipo se disolvió. César se fue y muchos volvimos a nuestros clubes. Yo retorné a Talleres y luego de una muy buena temporada 1989/90 pasé a Deportivo Español”.

 

TRES C: CAPILLA, CLUB y COLEGIO: “Creo que es importante la educación que se le pueda dar a los chicos en los clubes. Pero primero tiene que haber familia. El club tiene que dar un complemento, y es obviamente es importantísima la fe. El sostén mayor es la familia y la fe en Dios. Pero los clubes han evolucionado mucho en la contención. Viví toda mi juventud con mi familia, mis hermanos y mis padres, pero a mi no me costó mucho vivir con chicos de mis compañeros como el Flaco Comizzo, Pochettino, Riquelme, éramos cinco o seis, y obviamente era más llevadero.
“Cuando sos más chico, hoy llevan chicos jovencitos muy chiquitos, de 13 o 14 años, se hace más difícil porque los papás del interior sobre todo. Pero la contención y educación que le tienen que dar los clubes es fundamental. Si yo tuviera un  hijo chiquito le agradecería un montón porque los padres lo llevan, trabajan y no tienen tanto tiempo para estar con ellos, entonces pasan con sus futuros compañeros y allí es donde tiene que haber coordinadores preparados, personas que te tiren un buen mensaje, me refiero en lo futbolístico, buenos valores y sacrificios, porque cuesta”.

 

 

Periodista y escritor. Autor de Héroes de Tiento y Héroes en Tiempos Infames. Conductor de Abrí la Cancha, por Radio Gráfica. Premio Jauretche 2021 a la Investigación Periodística.
Producción: Nehuén Ríos.

 

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