Estación Quequén 1988/89: érase una vez un sueño…

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Estación Quequén fue tal vez el equipo más pequeño que haya disputado un Nacional B. Un equipo de pueblo que jugó el torneo 1988/89. Sin demasiados recursos, le tocó enfrentar a grandes de la categoría, con algunos resultados memorables. Una historia perdida, que recordamos en Abrí la Cancha. 

Por Carlos Aira

 

Quequén. Sur de la provincia de Buenos Aires. Fundada el 3 de agosto de 1864, es reconocida por ser la ciudad-puerto de la balnearia Necochea. Allí se estableció, desde el 18 de octubre de 1969, el Club Social y Deportivo Estación Quequén.
Camiseta verdiblanca, campeón de la Liga Necochense de Fútbol en 1970. Arrasó entre 1974 y 1978. Volvió al éxito en 1981 y 1986. Ese último torneo le dio la posibilidad de acceder al Torneo del Interior de 1987. Luego de la re-estructuración de los torneos de AFA, en 1986, el mismo podía desembocar en ascenso al recién creado campeonato Nacional B. Un sueño muy lejano para una institución tan humilde como Estación Quequén.
Necochea. 3 de abril de 1988. Esa tarde Estación derrotó 3 a 1 a Argentino de Pehuajó y clasificó al Zonal Sureste.
El camino al Nacional se inició en el duro Torneo del Interior. La fase inicial comenzó el 11 de octubre de 1987, con igualdad sin tantos ante Quilmes de Tres Arroyos. Estación finalizó al tope de la tabla, superando a Defensa (Dolores), Los del Clan (General Madariaga) y Alumni (Azuleño). En la segunda etapa, clasificatoria a los zonales, los verdes superaron a Estudiantes (Olavarría), Ferro Carril Sud (Tandil), Deportivo Norte (Mar del Plata) y Argentino (Pehuajó). Si el objetivo era hacer una gran campaña, el mismo se había cumplido con creces.
La crónica del partido ante Almagro en Necochea. En Buenos Aires nadie creía en la chance de los verdes.
¿Que eran los Zonales de ascenso? Un invento de AFA producto de la reestructuración de 1986. Con la creación del Nacional B, era necesario que ascendieran a la categoría equipos directa e indirectamente afiliados (interior). Se dividían dos zonas (Noroeste y Sureste). Seis equipos del interior y dos metropolitanos por zona. Disputa a ida y vuelta con eliminación directa.
Los cuartos de final emparejaron a Estación Quequén con Sol de Mayo (Viedma). Luego de una derrota 2 a 1 en Río Negro, llegó el desquite 4 a 2 en cancha de Rivadavia de Necochea.
En semifinales, llegó el Club Atlético Almagro. Los tricolores habían perdido el ascenso directo ante Talleres de Escalada en cancha de Huracán. La cátedra estimaba que no tendría problemas en eliminar a los ignotos muchachos de Quequén.
21 de mayo de 1988. En cancha de Almagro, el Percha Perticarari pelea la pelota a Pablo Dialeva. En una definición por penales infartante, Estación Quequén accedió a la final del Zonal Sureste.
El partido de ida finalizó con triunfo verde 1 a 0, gol de Luis Sánchez. La revancha en José Ingenieros fue memorable. Almagro venció 1 a 0. Penales y triunfo de Estación Quequén 8 a 7. Finalistas. El equipo tenía una figura: Pablo Germán Dialeva, Gualicho para la tribuna. Delantero rápido, hábil y encarador.
El rival en la final del Zonal Sureste fue un gigante como Olimpo de Bahía Blanca. Los aurinegros tenían un equipo de figuras: Antonio Mércuri en el arco, Negro Cheiles, Miguel Lemme, Roberto Depietri, Raul Schmidt o el uruguayo Rubens Navarro. El primer partido se disputó en el Carminatti bahiense. 29 de mayo. Para sorpresa de todos, empate en uno. Lo que parecía imposible era una hermosa posibilidad: Estación Quequén a un paso de jugar el Nacional B.

 

 

5 de junio de 1988. El día más importante en la historia del fútbol necochense. Paquillo Sánchez convierte el gol del triunfo ante Olimpo.
El domingo 5 de junio de 1988 fue el día más importante en la historia del fútbol necochense. Si Quequén tenía diez mil habitantes, esa cantidad de almas vibraron en el estadio de Rivadavia cuando Luis Paquillo Sánchez convirtió el gol del triunfo. 1 a 0. Histórico ascenso al Nacional B. La fiesta retumbó en la pacífica ciudad. La caravana de coches hizo sonar sus bocinas hasta entrada la noche. Cuando la fiesta popular llegó a su fin, los jugadores cumplieron la promesa empeñada. En una noche lluviosa y helada, corrieron un par de kilómetros hasta Costa Bonita con el objeto de agradecer a la Virgen de la Playa. Objetivo cumplido. Ahora: Nacional B.
Luis Paquillo Sánchez en andas. Figura y goleador de Estación Quequén.
Con el ascenso en el bolsillo, comenzó a conformarse el equipo para una divisional de gigantes. El Nacional B 1988/89 prometía ser tan apasionante como complicado. Estación Quequén debería enfrentar a clubes de la talla de Huracán, LanúsQuilmes, Banfield, Unión, Colón, Belgrano de Córdoba, Atlético Tucumán o Chaco For Ever. ¿Cómo haría este pequeño David para enfrentar con éxito a tanto Goliat?

 

 

 

Deportivo Armenio, en esos días club de primera división, contrató a dos figuras del equipo: Pablo Dialeva y Mateo Martínez Kressi. Sin presupuesto para grandes contrataciones, fueron llegando futbolistas del medio local: Julio César Starópoli (Mitre de Necochea), Carlos Viel y Gustavo Cárdenas (ambos de Rivadavia de Necochea), Horacio Stelle (León de México), Juan Carlos Surace (San Lorenzo de Mar del Plata). Los amistosos de pre-temporada no fueron lo exitosos que se esperaban. El técnico Orestes Ortiz pidió más refuerzos. Sobre el comienzo del campeonato llegaron Luis Peckel (Liniers de Bahía Blanca), Jesus Crazaus (Sarmiento de Junín) y Javier Novarini (Talleres de Córdoba).
10 de septiembre de 1988. El equipo de Estación Quequén en cancha de Almirante Brown. Arriba: Claudio Mainardi, Carlos Viel, Sergio Mainardi, Luis Sánchez, Horacio Stelle y Ricardo Erasun. Abajo: Jesús Cracusaz, Ricardo Guerrero, Mario Márquez, Carlos Beguiristain y Luis Peckel.
Para Estación Quequén, el Nacional B arrancó el 16 de agosto de 1988. Primera fecha ante Colón en el mítico Cementerio de los Elefantes. Derrota 2 a 0, goles de Javier López y el zurdo Verdirame. La fecha siguiente fue el encuentro con su público. Una multitud llenó el estadio de Rivadavia. Todos las hinchadas locales junto a Quequén. El rival fue Central Córdoba de Santiago del Estero. La recaudación fue de 76.900 australes, tan sólo superada por Atlético Tucumán – Cipolletti.
Para que se entienda. Estación Quequén recaudó más dinero que Temperley-Talleres de Escalada (23.350 A); Belgrano de Córdoba-Douglas Haig (64.160 A); Banfield-Quilmes (42.230 A); Huracán-Colón (53.713 A); Defensa y Justicia – Los Andes (8.864 A); Lanús-Almirante Brown (49.120 A); Tigre-Deportivo Italiano (69.988) y Unión de Santa Fe-Chacarita Juniors (68.648 A).
Ricardo «Calija» Guerrero
1.407  kilómetros separan Quequén de Resistencia. Chaco For Ever tenía un gran equipo que finalizará obteniendo el título. Cuando Estación visitó al negro, por la tercera fecha, logró un meritorio empate 2 a 2, con goles convertidos por Fabián Mainardi y Luis Sánchez en los últimos quince minutos de juego. Una semana mas tarde, Quilmes visitó Necochea. Fue empate 3 a 3. Partidazo del ya desaparecido Ricardo Calija Guerrero, autor de un par de goles verdes. Para los blancos, la rompió una gloria como el Indio Omar Hugo Gómez.
Luego de esos valorados empates, el equipo entró en el tobogán descendente. Derrota ante Almirante Brown en Casanova. Empate con Talleres, en casa. Otra salida con derrota en el Conurbano: 1 a 0 con Los Andes. Igualdad 2 a 2 ante Cipolletti, en Rivadavia. Otra derrota: 0-2 con Douglas Haig, en Pergamino. La primera caída en casa, inesperada, ante el débil Chacarita Juniors: 0-2. Luego, 1-4 contra Unión, en Santa Fe. Once partidos jugados, cinco puntos logrados en sendas igualdades.
¡Batacazo! Estación Quequén derrotó a Belgrano.
La primera victoria llegó en la 12º fecha. El rival, un grande como Belgrano de Córdoba. El apoyo de la ciudad estaba en pie. 29 de octubre de 1988. 40 minutos de juego, cuando Rafael Horacio Herrera, número 10, ex Boca Juniors y Ferro, empalmó una tijera que se clavó en el ángulo de la meta defendida por Javier Sodero.
Pero una flor no hace primavera. En la jornada siguiente, Atlético Tucumán goleó 4 a 0 a Estación Quequén. Defensa y Justicia venció 2 a 1 al equipo en casa. Luego, una derrota dura ante Temperley, un rival directo. Fue 5 a 3 en el estadio Alfredo Beranger. Finalmente, una previsible caída ante el líder Lanús: 3 a 0 en Necochea.
Finalizado el partido, la Comisión Directiva, encabezada por el presidente José Luis Ortiz, aceptó la renuncia de Orestes Quito Ortiz. La campaña era muy floja. El sueño de permanencia parecía una quimera. El fin de semana siguiente Estación Quequén debía viajar a Peña y Arenales. Banfield, dirigido por Angel Cappa, era el temible rival.
Con un equipo conformado por la Subcomisión de Fútbol, Quequén estaba siendo vapuleado por el Taladro. Felix Lorenzo Orte, el Pampa, estaba jugando un enorme partido. Desbordando por ambas bandas. Marcando un gol y tirando los centros para que sus compañeros Dalcio Giovagnoli y Toribio Aquino marcaran los suyos. Luis Peckel había descontado para Quequen. A los nueve minutos del segundo tiempo, la victoria local parecía indiscutible.
Toribio Aquino le gana a Fabián Mainardi. Estación Quequén en una tarde soñada. Venciendo heroicamente a Banfield.
Pero el fútbol es apasionante. Los muchachos golpeados por tantos malos resultados mostraron fuerza y orgullo. Mario Márquez descontó de penal. Minutos después, José Beguiristain, con un frentazo, empató el partido. Sobre la hora, la incredulidad: Rafael Herrera recibió el pase en profundidad de Márquez. Encaró con las fuerzas que le quedaban, gambeteó al arquero, y abriéndose hacia la derecha, colocó el 4 a 3 final. Si años atrás, jugando para Boca Juniors, convirtió un gol en el Superclásico ante River, este gol tal vez quedó grabado en su memoria. Épico. Estación Quequén derrotó 4 a 3 a Banfield en el Florencio Sola. Mientras que en el vestuario local Ángel Cappa presentaba su renuncia, la alegría invadía los rostros de los visitantes. Beguiristain declaraba: «Esta fue una semana durísima para nosotros porque se dio el alejamiento de nuestro técnico y vinimos con gente de la Comisión Directiva a cargo. Del partido puedo decir que fue difícil. Cuando ellos se pusieron 3 a 1 ariba se agrandaron y nosotros creíamos imposible empatar. Pero pusimos y dejamos todo en la cancha para lograr un triunfo  importantísimo. Tenemos que seguir luchando para zafar del descenso».
Rafael Herrera. Ex Boca Juniors. Un talentoso.
Luego de la hazaña siguieron tres derrotas consecutivas por el mismo resultado: 2 a 1. Una en Necochea, ante Deportivo Maipú. Dos seguidas en Capital Federal: Deportivo Italiano y Huracán. El año cerró con victoria en casa ante Tigre por 3 a 1.
1989 arrancó con cambios y polémicas. El Plan Primavera del gobierno radical se hacía trizas. En un verano atravesado por alzamientos militares y una inflación que pronto se convertirá en hiper-inflación, la situación económica del club era desesperante. El Nacional B podía generar prestigio, pero un hueco económico profundo a base de contratos y extensos viajes. Para enero de aquel año, el déficit operativo de Estación Quequén era de 200.000 australes mensuales. Algo así como once mil dólares cada treinta días. En esos días, el presidente Ortiz expresaba: «Necesitamos que la gente se acerque a colaborar con nosotros porque la situación está difícil, por tal motivo queremos incorporar más socios. El Nacional B es un campeonato duro y necesitamos el apoyo de todos».
Luis Alberto Peckel
La falta de pago motivó las primeras rescisiones de contrato. Por ejemplo, la del delantero Luis Alberto Peckel, quién declaraba: «Me siento desilusionado con los directivos del club. Pensé que eran responsables. Estoy triste porque a pesar de todo hice buenos amigos, pero esta situación no se aguanta«. Todos los futbolistas mantenían otra actividad laboral. Sergio Mainardi era empleado bancario. El goleador Luis Sánchez era Inspector de la Dirección de Higiene. Mario Márquez cumplía labores en el Poder Judicial local. Pedro Dinizio atendía una ferretería. El defensor Carlos Viel tenía una empresa de transporte atmosférico.
Con el año llegó un nuevo entrenador. El marplatense Roberto Saba, junto a Norberto Llamarada Eresuma, se hicieron cargo de la dirección técnica del primer equipo. Luego de una serie de amistosos que incluyeron encuentros ante Argentinos Juniors, Platense y Estudiantes de La Plata, el nuevo entrenador avizoraba una esperanza de salvación: «En este tiempo que estamos juntos hemos trabajado con intensidad y los muchachos mostraron sus ganas por encontrar el mejor estado físico para encara la segunda parte del Nacional B». 
En enero de 1989, Julio Grondona entendió como un error el ascenso al Naciional B de Estación Quequén. Polémica.
Pero la tranquilidad veraniega necochense se rompió con unas duras declaraciones de Julio Grondona. En una larga entrevista brindada a la revista Solo Fútbol, el presidente de AFA tomaba a Estación Quequén como ejemplo negativo para la divisional: «llegaron al Nacional B por contemplaciones debido a que nunca se dio el caso de una institución de cierto nivel que no estuviera en condiciones, pudiera llegar. Pero lamentablemente llegó Estación Quequén, que no está en condiciones de jugar un Nacional B. Entonces, ante esta experiencia, tenemos – con toda humildad – que poner algunas trabas para que estas situaciones no se repitan. Porque no queremos perjudicar a nadie, por favor que se entienda bien, pero lo que si pretendemos es no perjudicar al fútbol argentino».
Estación Quequén siempre jugó a cancha llena. En muchos casos recaudó más dinero que tradicionales clubes porteños.
La primera fecha de las revanchas podía ser un bálsamo económico. Visitaba Necochea un grande como Colón. El vicepresidente Luis Roberts expresaba: «frente a Colón pensamos hacer una gran recaudación porque el público quiere ver fútbol, está ansioso, y de esta manera esperamos que muchos turistas vayan a la cancha». En respuesta a las declaraciones de Julio Grondona, para el encuentro ante los sabaleros fueron colocadas tribunas tubulares traídas desde Mar del Plata: «No nos sobra el dinero, pero por fortuna se acercó un grupo de gente que desea apoyar nuestra campaña en el torneo y estará junto a nosotros en la segunda etapa. La idea es quedarnos en el certamen – a pesar de lo que piensa Grondona – porque Necochea, Quequén y la zona, demostraron con las recaudaciones, que la región puede traerle buenos réditos a AFA», declaró el directivo local.
Aquel sábado 28 de enero de 1989, Colón de Santa Fe derrotó 2 a 1 a Estación Quequén. La recaudación fue de 119.000 australes. Una fortuna, si comparamos con los 14.000 que recaudó Banfield-Chaco For Ever o los 48.000 del clásico Lanús-Quilmes.
Hugo Zerr, entrenador del equipo.
El ciclo Saba duró poco. Dos empates consecutivos sin tantos, Central Córdoba en Santiago y Chaco For Ever (la tarde que una liebre cruzó todo el campo de juego del estadio de Rivadavia), siguió una derrota ante Quilmes en el sur. El entrenador dimitió por problemas económicos. El grupo empresario que aportaba a la campaña del equipo acercó el nombre de Hugo Horacio Zerr. De dilatada trayectoria como futbolista, su campaña como entrenador estaba jalonada de paradas difíciles: Armenio, Nueva Chicago, Almagro, Huracán. Conocedor de la ciudad por haber jugado en el Huracán necochense, pronto arregló contrato y tomó la conducción.
Conocido por sus sistemas rígidos, Zerr declaró: «En el fútbol cuesta mucho lograr buenos resultados si no se trabaja con seriedad. Mi intención es llevar a cabo una tarea intensa ene stos catorce partidos que restan, por eso habrá que aprovechar cada día y entrenar con fuerza. El plantel lo sabe muy bien. Si desean mantener la categoría deberán apretar los puños y jugar cada partido como una verdadera final a todo o nada«; y agregó: «Salvo Lanús, el resto de los equipos son bastante parejos y se puede ganar o perder con cualquiera. Trabajadores la parte psicológica que tiene su importancia. Reitero, habrá que mentalizar a los jugadores para llevar a cabo un gran esfuerzo que significa zafar del descenso».
Luis Eduardo «Paquillo» Sánchez.
Dirigido el equipo por la Subcomisión de Fútbol, venció 2 a 1 a Almirante Brown en Necochea, goles de Luis Sánchez y Gustavo Cárdenas. En la fecha siguiente, contra Talleres en Escalada, debutó Zerr. Derrota 2 a 0. El 26 de febrero, Estación Quequén goleó 3 a 0 a Los Andes. Esa tarde, Ricardo Guerrero marcó un gol espectacular, rematando desde más de 35 metros.
Paquillo Sánchez, con 23 años, era capitán del equipo. Había debutado a los 16 reemplazando a una gloria del club como Carlos Enrique Díaz. En esos días, Sánchez decía: «No empecé jugando bien, pero a medida que tuve continuidad, y ahora con la llegada de Hugo Zerr, levanté el nivel de juego. Sé perfectamente que debo rendir más y mantener un equilibrio partido tras partido. Lo principal en este momento es luchar para sacar a flote al equipo y en eso estamos todos. Nos sentimos muy unidos y con ganas».
Marzo fue el mejor mes del equipo. Cuando las esperanzas de una salvación que parecía quimera, se vislumbraron reales. Primero porque consiguió su segunda victoria consecutiva al vencer 3 a 1 a Cipolletti en el Alto Valle. Un triunfo muy festejado. No sólo por la calidad del rival, sino porque comenzaba el equipo a tomar ruedo.
La tabla de promedios condenó a Estación Quequén.
A la fecha siguiente, igualdad ante Douglas en Rivadavia (otro golazo desde afuera del área de Guerrero). Por la 31º fecha, victoria de visitante ante un rival directo. 2 a 1 contra Chacarita Juniors. Esa tarde, Julio Starópoli atajó un penal. En los vestuarios del viejo estadio de San Martín, Sanchez declaró: «Hoy dimos un paso fundamental aunque sabemos que todavía falta un largo camino por recorrer para lograr la cantidad de puntos necesarios para conseguir un promedio que nos aleje de esta situación. Pero Estación Quequén quiere continuar en el torneo».
Por la 32º, Estación Quequén recibió a Unión de Santa Fe. La cancha reventaba. Tan así que cedieron un par de tablones de una tribuna. No entraba un alma. 9 de los últimos 12 puntos en juego alimentaban la ilusión. Con Chacarita Juniors y Temperley virtualmente condenados, el asunto se circunscribía a sumar puntos y que Los Andes o Douglas Haig resbalaran demasiado. Los tatengues aprovecharon todas las ventajas defensivas y vencieron 2 a 0. Esa tarde se recaudaron 245.700 australes.
Un hecho insólito de aquel partido. Dante Fernández, potente delantero santafesino, no salió a jugar el segundo tiempo. Todo el mundo creyó que Humberto Zuccarelli lo había reemplazado por alguna cuestión táctica o física. No fue así. Un comisario local le había radicado una denuncia por agravios, y debió dejar el estadio para hacer su descargo. Cualquier treta era válida para dejar a Estación Quequén en la categoría.

 

 

El Chacha Villagra remata, pero Julio Starópoli tapará el mismo.
Pero luego de la derrota ante Unión vendría otro triunfo histórico. Enorme. De esos que hacen ruido. Belgrano era un grande de la categoría. Por historia, presencia y potencia económica. La visita de Estación Quequén era considerada un paso mas de cara al dodecagonal de ascenso. Aquel 25 de marzo de 1989, los verdes vencieron en Barrio Alberdi. 1 a 0. Gol convertido por Sergio Mainardi a los 43 minutos. Un centro pasado al cual Sodero no llegó y el mediocampista empalmó hacia la red.
En el segundo tiempo, Julio Starópoli le tapó un penal a Pepita Horacio Baldessarri. Luego del partido, un vestuario apiñado en un sólo grito: «¡El Verde no se va, el Verde no se va!». Llantos y emoción. Algún recuerdo para Julio Grondona, también. Hugo Zerr declaraba emocionado: «La victoria tal vez no haya sido justa. Vinimos diezmados por lesiones y suspensiones. Por eso tuve que armar este equipo superdefensivo. Era la única forma de ganar».
Abril comenzó con una igualdad sin tantos ante Atlético Tucumán en casa. Le siguió una derrota con Defensa y Justicia. El 16 de abril, partido decisivo ante un rival directo. Temperley visitaba Necochea. Ganó Estación Quequén 3 a 1. Con ese resultado, se sumaban esperanzas de cara a la recta final del certamen. Pero el próximo partido podía ser decisivo. 37º fecha. Los verdes enfrentaban a Lanús en Guidi y Arias.
En el Sur el ambiente se cortaba con cuchillo. Lo que parecía un ascenso seguro, se estaba transformando en lo que finalmente fue: una pesadilla. El Grana se puso en ventaja, gol del uruguayo Gilmar Villagrán. Quequén reaccionó. Jugó un gran primer tiempo en el cual dio vuelta el resultado, goles de los hermanos Claudio y Sergio Mainardi. Parecía que se consumaba otra hazaña verde, el árbitro Anibal Hay agregó dos minutos. Cuando arreciaban los insultos y amenazas del público local hacia sus jugadores, un error defensivo les permitió igualar 2 a 2.
22 de abril de 1989. A un paso de otra hazaña. Empate 2 a 2 ante el puntero Lanús.
En un vestuario de mesurada alegría (no era un mal resultado), Hugo Zerr disparó munición gruesa: «Los fundamentos de la levantada de Quequén hay que buscarlos por el lado de los jugadores y en el profesor Socín. Ellos vienen dispuestos a entrenar muy fuerte y se sacrifican a diario. Nosotros practicamos hasta las 17hs. A veces nos agarra la noche y carecemos de luz y la verdad que no concibo que un equipo como Estación Quequén, que convoca trescientas personas en cada entrenamiento y siete mil por partido, tenga que padecer esta situación»; y remarcó: «es difícil hacer números y decir cuantos puntos necesitamos para salvarnos. Pero si de los diez que quedan logramos los diez, aun tenemos que rezar para que Los Andes pierda alguno».

 

 

¿De haber ganado Estación Quequén en cancha de Lanús, la salvación hubiera sido posible? Una pregunta con respuestas contra-fácticas. Fue la última gran presentación del equipo. En las restantes cinco fechas del certamen no pudo llegar a la victoria,  finalizando con el descenso de categoría.
Claudio Mainardi
En la 38º fecha, un muy deslucido Banfield visitó el estadio Aguas Corrientes. Otro lleno importante, con casi 10.000 espectadores. El partido finalizó igualado 2 a 2. Los otros resultados no ayudaban: Los Andes había derrotado a Cipolletti y Tigre volvía a la victoria luego de 25 fechas. La salvación ya no dependía de Estación Quequén.
En la jornada siguiente había que viajar a Mendoza. Para preservar al plantel en una parada que podía ser definitoria, se invirtió para que viajaran en avión. En épocas de hiperinflación, un lujo reservado a pocos. El partido ante Deportivo Maipú igualó sin tantos.
La lucecita mortecina de esperanza se apagó el 16 de mayo. Por la 40º fecha, Estación Quequén recibió a Deportivo Italiano. En un partido tenso, áspero, una aislada jugada, a cuatro minutos del final, terminó en gol visitante y las ilusiones de continuar en la B Nacional. El resto, sirvió para completar el fixture: derrota 1-4 ante Huracán en Necochea y empate final contra Tigre en Victoria.
Estación Quequén realizó una gran segunda rueda. En la misma ganó seis partidos, empató ocho y cayó en siete. Finalizó el campeonato con 31 puntos. Si no hubieran existido promedios, descendido los tres últimos en la tabla, hubiera salvado la categoría.
Horacio Stele. Experiencia.
Las buenas actuaciones de aquel 1989 llamaron la atenciónClaudio Mainardi figura en el 2 a 2, llamó la atención de los dirigentes granates. El Patón tuvo una dilatada trayectoria, logrando ascensos a la máxima divisional con Lanús y Colón de Santa Fe. El pampeano Horacio Stele también desembarcó en Guidi y Arias la temporada siguiente. Julio Starópoli ratificó sus actuaciones en el arco de Chaco For Ever, tanto en Primera División como en el ascenso. Luis Paquillo Sánchez siguió su campaña en Belgrano de Córdoba y Villa Mitre de Bahía Blanca, donde es ídolo. Carlos Cubanito Fernandez fue figura en Nueva Chicago, donde lo llevó expresamente Hugo Zerr. Ricardo Guerrero paseó su fútbol por Cipolletti de Rio Negro.
Punto final para una historia desconocida. Lo que vino después no fue grato para la institución. Nunca pudo aproximarse a tanta gloria. Pero nadie puede borrar la historia. Una historia que permitió que dos ciudades, Quequén y Necochea, se apropiaran de un sueño de fútbol grande. De las victorias ante Belgrano de Córdoba y Banfield. Del susto a Lanús. De las canchas llenas fin de semana por medio.
En 2008, los tablones de la humilde cancha de Estación fueron bautizados con el nombre de los héroes de 1988.
Para estos muchachos, el homenaje llegó en 2008. Veinte años después del ascenso al Nacional B. En un sentido acto, se bautizó con el nombre Estación Quequén 1988 a la tribuna del Polideportivo Municipal. Cada escalón del mismo fue bautizado con el nombre de cada uno de los 34 integrantes de este recordado plantel. Justo reconocimiento para los deportistas que llevaron al pueblo al punto más alto de reconocimiento.
Erase una vez Estación Quequén, el equipo más humilde que alguna vez jugó el campeonato de ascenso más importante y duro del mundo.

 

Periodista y escritor. Autor de Héroes de Tiento y Héroes en Tiempos Infames. Conductor de Abrí la Cancha, por Radio Gráfica FM 89.3 

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