Fueron 23 años. Desde 1976 hasta 1999, Platense vivió al borde del precipicio. Todos los años zafaba milagrosamente de un descenso que parecía inexorable. En Abri la Cancha nos metemos de lleno en esta historia que merece ser recordada.
Por Carlos Aira (@carlosaira11)
La vida del Club Atlético Platense nunca fue sencilla. Los Calamares. Nacidos por intuición burrera de unos pibes que se jugaron sus 445 pesos en una fija imposible a las patas del caballo Gay Simón. Año 1905. Luego de muchos años de fútbol profesional, y para darle punto final a tanta malaria, a fines de 60´s, la buena parecía llegar a Saavedra.
Luego de regresar a primera en 1965 luego de una década en el ascenso, los marrones iban en búsqueda de un título. En 1967 el sueño bordeó la realidad. Una semifinal increíble ante Estudiantes en la Bombonera que dejó a Platense sin final ante el Racing de José. En 1969 se conforma otro gran equipo con una delantera para el recuerdo: Jorge Miranda, Gualberto Muggione, Carlos Bulla, Néstor Subiat y Oscar Valdez. Inolvidable goleada 4 a 0 a River en el Monumental. En 1970, los calamares acariciaron nuevamente el título. Pero nuevamente mancaron al final. Pero la década no sería tan halagüeña.
Si en 1965 el club sumaba más de veinte mil socios, donde se plasmaban remodelaciones en Manuela Pedraza y Crámer, en 1969 el club vivió una situación de riesgo. Cuatro listas se presentaron a las elecciones en una lucha fratricida. Triunfó la encabezada por Juan Santiago. El manejo no fue el adecuado. Al año siguiente, el Tribunal de Disciplina suspendió al club por un mes y siete días por apelar fallos ante la Inspección de Justicia. Para esa época a la sede del club llega una catarata de juicios. En 1971 la crisis se profundizó. Jugadores profesionales en conflicto. Un papelón ante Independiente: derrota 11 a 1, promoviendo a la reserva completa que estaba jugando su partido. Un descenso inexorable, pero lo peor: la perdida definitiva de Manuela Pedraza y Crámer. La señora Natividad Marcovecchio, ante una situación de acefalía institucional, se hizo cargo del club en su hora más difícil.
El regreso al ascenso no fue sencillo. Tras la venta de la sede de Núñez, el club comenzó a construir en el predio de Vicente López. Año 1974. Mientras tanto, el equipo daba vueltas por Atlanta y Chacarita Juniors. Surgían jugadores para soñar con el regreso. Nombres como Sergio Cierra, Ernesto Ulrich, José Luis Petti, Roberto Gianetti o Daniel Severiano Pavón. Finalmente, Platense regresó una noche. 13 de julio de 1976. Estadio de Vélez Sársfield. Victoria 1 a 0 ante Villa Dálmine con gol de Juan Carlos Pilla.
1977: LA ETERNA NOCHE DE LOS PENALES
Luego del Nacional 1976, torneo sin descensos, para Platense llegó el momento de medir fuerzas en el Metropolitano 1977. Campeonato de 23 equipos con tres descensos. Faltando diez fechas para finalizar el certamen, los marrones tenían una docena de equipos debajo en la tabla. Luego de una victoria ante San Lorenzo 3 a 1, por la 28º fecha, llegó una dura racha negativa: trece partidos sin victorias. La racha se rompió con un triunfo agónico ante Gimnasia La Plata.
Pero un grande en problemas empiojó la situación. Racing Club había armado un equipo con figuras de la talla de Ricardo Julio Villa, Daniel Pedro Killer, Roque Avallay y el regreso de dos glorias como Agustín Mario Cejas y Rubén Panadero Díaz. La última jornada fue emotiva. Un descenso ya le correspondía a Ferro Carril Oeste. Temperley (36), cayó ante Unión y descendió. Lanús (38) perdió en su estadio ante Rosario Central. Platense (38) cayó ante Racing (39) en Avellaneda. El tercer descenso se definiría entre calamares y granates a partido único en cancha de San Lorenzo.
Miércoles 16 de noviembre de 1977. Platense ante noventa minutos a vida o descenso ante Lanús. La deficiente iluminación del Gasómetro fue ayudada por los relámpagos que presagiaban tormenta. Noventa minutos sin mover el marcador. Alargue. Tampoco se movió el resultado. 0 a 0. Ya era medianoche. Serie de cinco penales que finalizó igualada en cuatro. Era necesaria una segunda serie, esta vez de dos penales. Arrancó Platense la serie convirtiendo la Bruja Juárez. Guillermo Zarate igualó para Lanús. Osvaldo Niro desvía su penal. Si el enrulado Adolfo Benejú convierte, Platense vuelve a los sábados. Aquí hay una historia. En la semana, los hinchas calamares amenazaron a Juan Manuel Guerra, el técnico marrón: o sacaba al arquero Osmar Miguelucci o cobraban todos. Lo acusaban del gol que recibió su equipo ante Racing. De ir para atrás. El plantel bancó al veterano arquero que le tapó el remate a Benejú. Emoción. Era necesaria otra serie de dos. Convirtieron todos. Fermín Rivero y Carlos Pinasco para Platense. Javier Barrera y Rubén Giachello. Era necesaria una tercera tanda de dos penales. madrugada del jueves 17 de noviembre. El duro central Jorge Peremateu desvía su remate. Arquero contra arquero. Miguelucci y el Loco Rubén Sánchez. Ataja el calamar. Serie igualada. Le toca patear a Miguelucci, pero se hace el distraido. El veterano árbitro Roberto Barreiro que no se percata y fue Arturo Juárez quién convirtió el gol calamar. 12:37. Si el amenazado Miguelucci le tapa el penal a Orlando Cárdenas, será Platense quien continúe en Primera División. Así lo hizo. Una de las noches más emotivas en la historia del fútbol argentino finalizó con la primera salvación milagrosa del Calamar.
1978. OTRA SALVACION IN EXTREMIS
En 1978, Platense coqueteó nuevamente con el descenso. Dos lugares para veintiún equipos. Los dirigentes reforzaron al equipo con la jerarquía del arquero José Perico Pérez, pero fracasó rotundamente.
Promediando la segunda rueda, pocos creían en la salvación marrón. Pero la misma llegó y mucho tuvo que ver el cordobés Gualberto Vidal Muggione, entrenador del equipo en el tramo final del torneo en reemplazo de Pedro Dellacha. Fundamental el regreso del talentoso Osvaldo Pérez. El Gallego, junto a un joven Raul Grimoldi, le dieron fútbol al equipo.
Faltando tres fechas, había un lugar en primera para Banfield, Platense y Estudiantes de Buenos Aires. En la 40º fecha, Platense (26) quedó libre. Banfield (29) cayó con Quilmes. Estudiantes (25) igualó con River en el Monumental. El Taladro tenía todas las fichas para la salvación, si bien quedaba libre en la última fecha. Jornada 41º. El partido de la fecha: Platense-Banfield. Pedro Mastromauro y Osvaldo Pérez marcaron el 2 a 0 parcial para el Marrón. Descontó Miguel González. Penal para Banfield. Un empate era sinónimo de descenso calamar. Roberto Antonio Del Prete le tapó el remate a Osvaldo Cerqueiro. Otro penal. Otra atajada salvadora.
Ultima fecha. 29 de octubre de 1978. En Rosario, una multitud de cerveceros coparon el Gigante de Arroyito. En San Martín, otra multitud siguió a Platense. Chacarita el rival. Ganar era la salvación. Empatar otro desempate y la posibilidad de un triangular. Ganó Platense con un zurdazo de Rìos. Platense logró un nuevo milagro.
En los vestuarios, Muggione declaró: «Fue bravo, pero se dio. Sabía de las condiciones del plantel. Platense es un buen equipo que perdió puntos inexplicablemente a lo largo del campeonato. Esta es una alegría enorme«.
1979. EL TERRIBLE CUADRANGULAR DE LA MUERTE
En una de los campeonatos más irracionales que AFA haya craneado, el Metropolitano de 1979 tenía una forma singular de disputa: dos zonas de diez equipos. Los últimos dos de cada zona jugarían un cuadrangular donde sólo se salvaría uno. Demencial.
Tan sólo dos triunfos y otro par de empates. Seis puntos. Platense debía dirimir la permanencia en Primera junto a Gimnasia Esgrima La Plata, Atlanta y Chacarita Juniors. El mítico Cuadrangular de la Muerte.
22 de julio de 1979. El regreso a casa luego de ocho años. Primera fecha del Torneo Permanencia. Gimnasia Esgrima La Plata fue el rival. Empate 0 a 0. En la segunda fecha, victoria ante Atlanta en Villa Crespo con un par de goles de Miguel Juárez. En la fecha siguiente otra victoria, la primera en el nuevo estadio. Chacarita vencía con gol de Ugarte. Otro par de goles de Miguel Juárez para dar vuelta el partido.
La fecha siguiente era la final. Gimnasia y Platense igualados en cinco puntos. En 60 y 118 se dirimía quién continuaría en primera. Un estadio abarrotado. Aliento ensordecedor a los locales. Pero llegó la sorpresa calamar. 2 a 0, goles del Mono Petti y la Bruja Juárez.
Comenzaron las suspicacias. No por la compra de partidos. El doping era la comidilla de aquellos días. La palabra clave era Pervitil. Un estimulante que era moneda corriente. Luis Artime, entrenador de Atlanta denunció la situación, planteando el descenso de ante mano de su equipo por no utilizar el estimulante. Años después, el histórico goleador declaró: «Llegué a Atlanta para dirigirlo en 1979, con el equipo prácticamente condenado a jugar el “cuadrangular de la muerte” con Platense, Gimnasia y Chacarita. Llegué y las mesas del vestuario estaban llenas de jeringas. Tiré todo a la mierda, dije “acá, nadie se pone más nada, si igual se pichicatearon todo el año y no sirvió para nada”. Y lo denuncié en entrevistas. Hubo un gran escándalo. Ojo: no pasaba sólo en Atlanta, sino en todos los clubes, eh. Fuimos al cuadrangular y descendimos. Se salvaba uno solo de los cuatro, fue Platense». A partir de 1980, la AFA decidió implantar el control antidopaje en todos los partidos.
Luego del triunfo en La Plata, la confianza del plantel era muy alta. Salieron a relucir las promesas. El rosarino Carlos Picerni declaró: «El domingo anterior al comienzo del cuadrangular fuimos a Luján con Rubén Rego, Raul Grimoldi y Osvaldo Morelli. Compramos seis velas, una para cada partido, y una virgencita que llevamos a todas las canchas«. Por su parte, Roberto Gianetti recordó sus visitas a la basílica en los últimos años: «si se nos da, será la cuarta vez que me hago el recorrido caminando a Luján. La primera fue cuando ascendimos. Luego cuando nos salvamos del descenso contra Lanús. Después el año pasado y ojalá este año realice el mismo trayecto«.
En la penúltima fecha, Platense derrotó 1 a 0 a Atlanta en Vicente López con otro gol de Juárez, el sexto en el petit-torneo. Finalmente, el 26 de agosto de 1979, Platense renació una vez más de sus cenizas. Cuando nadie apostaba un mango por los calamares, vencieron 2 a 1 a Chacarita en San Martín, logrando una tercera salvación consecutiva. Nadie lo podía creer. Platense seguía en Primera División.
UNOS POCOS AÑOS DE ALIVIO
1980 fue una panacea. Un poco de paz entre tanta lucha. Un gran equipo dirigido por Vladislao Cap que se animó a pelear bien arriba. Si parecía imposible que Platense se salvara una vez más del descenso, aún mas curioso fueron los calamares en la lucha de arriba.
La Comisión Directiva contrató jugadores con experiencia. Se sumaron el arquero Carlos Biassuto, el Baby Cortés, Horacio Magalhaes, Heriberto Correa, el formoseño Ramón Bóveda, Enrique Oviedo y el talentoso Eduardo Anzarda. Una gran campaña que lo tuvo bien arriba hasta la derrota ante River Plate, promediando la segunda rueda. La hinchada calamar cantaba aquello de «No tenemo´a Maradona… no tenemo´a Fillol…Pero lo tenemo´a Juárez y tenemo´a Guyón…«.
En el Metropolitano de 1981 la parca dio vuelta por Vicente López. No con la intensidad de otros años, pero si de reojo. Finalmente, fueron Colón de Santa Fe y San Lorenzo de Almagro. Fundamental el triunfo calamar ante los santos. Partido jugado el 28 de junio por la 26º fecha. Con gol de Bóveda, San Lorenzo caía por tercera vez consecutiva, en una espiral que terminará con su inaudito descenso de categoría.
1982 fue un año de tranquilidad apoyado en dos columnas: la seguridad de Carlos Biasutto y la calidad del Chavo Eduardo Anzarda. Sus goles fueron vitales para eludir una lucha por no descender que tuvo a media docena de equipos severamente implicados. Un detalle: en aquel año regresó a Platense Roberto Cecilio Cabral, sobreviviente de la vieja etapa de Manuela Pedraza y Crámer.
En 1983, de ante mano, la situación era complicada. Se ponía en funcionamiento un sistema utilizado a fines de los años ´50s: el descenso por promedio. En un campeonato de 19 equipos, dos descenderían por el coeficiente de sus ultimas dos temporadas. Platense no tenía mucho margen para el error.
Finalmente, a pesar de algún sofocón, el Marrón mantuvo la categoría. Racing al descenso. Otro grande. Como San Lorenzo en 1981. En la cabecera de la Avenida General Paz, la hinchada calamar disfrutaba enloquecida estos descensos. Todos los años zafaban del bendito Fantasma del Descenso. Se hicieron cargo y comenzaron a cantar una canción que fue un clásico calamar:
«Todos nos llaman el Fantasma del Descenso, pero Platense de primera no se va / Todos los años aparece un pichi nuevo, y al descenso lo tenemos que mandar».
1984 fue un año de claroscuros. Una campaña floja. Una salvación que llegó en la penúltima fecha luego de derrotar a Instituto con gol de Roque Erba. Pero fue el año que apareció un jugador llamado a hacer historia en Vicente López. Carlos Alejandro Alfaro Moreno. Puntero izquierdo. Camiseta número 11. Hábil, veloz, vivo. Festejo con el brazo derecho en alto. Durante cuatro temporadas será la figura marrón. Un crack que se despidió en 1988 convirtiéndole un par de goles a Hugo Gatti en la final de una liguilla ante Boca Juniors. Pasados los años, y con una larga y exitosa carrera en sus espaldas, recordó lo que significó jugar con la mochila del descenso en sus años calamares: «fueron momentos terribles. Forjó mi personalidad dentro de una cancha y mi carrera. Después de eso ya lo demás era sencillo«.
OTRA FINAL PARA EL INFARTO
Para Platense, la temporada 1985/86 fue otro suplicio. La primera rueda fue flojísima, y la parca parecía ineludible. La directiva trajo cinco refuerzos – a préstamo – del Rosario Central campeón de la B, parado por seis meses. Ellos fueron Jorge Balbis, Julio Pedernera, Víctor Wolheim, Adelqui Cornaglia y Roque Caballero. La salvación llegó enfrentando a los grandes. Primero derrotando a Huracán, de buena campaña pero complicado con el promedio. 3 a 1 en Vicente López, con goles de Alfaro Moreno y de un jugador que llegó en silencio que será vital para la salvación: Alejandro Nannini.
En las últimas cuatro fechas debía enfrentar a tres grandes: San Lorenzo, Independiente, Argentinos Juniors – Campeón de América – y River Plate. La salvación era causa perdida. Pero llegó el milagro calamar. En la 35º fecha, San Lorenzo vencía 3 a 1. Cuando parecía inimaginable el empate, el mismo llegó por intermedio de Nannini y el Pampeano Gambier. Luego de caer ante Argentinos en Vicente López, era necesario sumar contra el Independiente de Bochini en Avellaneda. Oro milagro. Los rojos vencían 2 a 0 hasta la media hora del segundo tiempo, hasta que llegaron un par de goles de Nannini.
La última fecha no fue apta para cardíacos. Platense enfrentaba al campeón River Plate y esperaba que Huracán no venciera a San Lorenzo. Un par de goles de Claudio Morresi y Beto Alonso pusieron el 0 a 3 inapelable. Tense descontó con gol de Osvaldo Scigliano. Nannini acercó la ilusión. 2 a 3. Pero Ramón Centurión – a los 38 del segundo tiempo – estampó el 2 a 4 parcial. En la Boca igualaban 1 a 1 el clásico. Pero llegó un empate: Gambier descontó a los 43 minutos, igualando Raul Grimoldi, en tiempo de descuento. 4 a 4. Salvación.
Milagro. Sinónimo de Platense en aquellos días. Si los calamares fueron el último equipo chico que descendió luego de la implementación del profesionalismo en 1931, nuevamente defendían con uñas y dientes la máxima categoría. La octava salvación en nueve años. El Fantasma del Descenso a pleno. Para esa época, Platense coleccionaba milagros y víctimas: Ferro Carril Oeste, Temperley, Lanús, Estudiantes de Buenos Aires, Banfield, Chacarita Juniors, Atlanta, Gimnasia Esgrima La Plata, Tigre, All Boys, San Lorenzo, Colón de Santa Fe, Sarmiento de Junín, Quilmes, Racing Club, Nueva Chicago, Rosario Central, nuevamente Atlanta y Chacarita, y un nuevo pichi: Huracán.
LA TARDE DE LOS TRES GOLES DEL PAMPA GAMBIER
El descenso por promedio es un perpetuo castigo para el humilde. Las ultimas dos campañas condenaban a Platense a un seguro descenso. Sobre todo porque el ascenso de dos grandes como Racing Club y Rosario Central no los tendría en la zona baja de la tabla. Los dos descensos serían una lucha para tres: Deportivo Italiano, Temperley y – obviamente – el calamar.
La campaña de Platense fue opaca. En las últimas fechas, con Italiano virtualmente descendido, el mano a mano con Temperley se hizo patente. En la 35º fecha se enfrentaron ambos rivales en el Ciudad de Vicente López. El Celeste tenía una pequeña luz en la tabla de promedios. Una derrota marrón era un paso gigante hacia el Nacional B. A los 31 minutos del segundo tiempo, Motoneta Matuszyczk marcó para Temperley. Frío en Vicente López. Pero apareció nuevamente Topo Gigio Nannini para igualar sobre el final mismo del partido.
En la penúltima fecha, Platense igualó en Vicente López ante Español sin abrir el marcador. Mismo resultado para Talleres – Temperley en Córdoba. En el promedio, los celestes sumaban un punto más. La última fecha sería intensa: en el sur, Temperley debía recibir a Rosario Central, que de empatar lograría la hazaña de ascender y consagrarse campeón. Platense lo tenía complicado: debía visitar a River en el Monumental. Una victoria celeste o una derrota en Núñez sería el punto final del milagro calamar.
Sábado 2 de mayo de 1987. Frío y ventoso. En el Beranger, Temperley se puso en ventaja por intermedio de Ricardo Dabrowski. Así terminaron los primeros tiempos. Apenas comenzado el complemento, llegaron los goles millonarios. Primero Claudio Morresi, luego Mariano Aponte, en contra de su valla. 2-0. Quince minutos del segundo tiempo. Empata Omar Palma en el Sur. El décimo milagro tenía que ser una enorme hazaña: convertirle tres goles a River en su cancha.
Mucho se habló sobre lo sucedido aquella tarde. Algunos dicen que Temperley y Central arreglaron el empate. Otras voces afirman que algunos jugadores de River se cobraron una venganza. Luego que River derrotara 3 a 1 a los Celestes en el Monumental se confirmó el doping positivo del delantero millonario Ramón Centurión en aquel partido. En el sur reclamaron los puntos que le fueron otorgados. River quedó lejos de la lucha por el título. Algunos jugadores riverplatenses habrían decidido perjudicar a Temperley. La mano penal del Tolo Gallego, que derivó en el empate calamar, es incomprensible.
En la noche del miércoles 6 de mayo se jugó el desempate. En la tribuna del Palacio Ducó, el Polaco Goyeneche con una foto de Pichuco Troilo «para que nos traiga suerte«. No tuvo la espectacularidad de aquel jugado en el Gasómetro ante Lanús en 1977, pero también sirvió para que El Fantasma del Descenso cobrara una nueva víctima. Platense venció 2 a 0 con goles de Gambier y Alfaro Moreno. ¿Un nuevo milagro? Para Chamaco Rodriguez no lo fue. Así lo dejó plasmado en una entrevista finalizado el partido: «¿Milagro? ¡Que va a ser un milagro! En el fútbol esa palabra no existe. Como no quiero que digan que nos salvamos. Los periodistas tienen mala memoria, porque se olvidan que Platense perdió puntos sin merecerlo y Temperley sumó dos puntos en el Tribunal por el doping de Centurión. Sin embargo dimos vuelta un resultado contra River y ganamos hoy. ¿Sabés porqué? por en estas situaciones hay que tener algo adentro de los pantalones que no es precisamente el número, y Platense lo tuvo».
1987/88 SALVACION EN EL MONUMENTAL Y FESTEJO ANTE BOCA
En 1987 la directiva calamar reforzó el equipo con nombres que serán marca registrada en el club: el arquero Manuel Serrano, Juan Amador Sánchez, Néstor De Vicente, dos mendocinos que llegaron a Vicente López por pedido del Negro Ramos Delgado, como el central Ariel Orellano y el delantero Ariel Boldrini. Un buen equipo al cual se sumaron dos pibes del club puro talento, como Marcelo Espina y Dario Scotto.
Luego de la definición ante Temperley se había instalado en el mundo del fútbol una verdad que parecía irrebatible: Platense no se va más. Pero los escasos 54 puntos acumulados en las últimas dos temporadas obligaban a una gran campaña de 38 puntos, mínimo.
La temporada 87/88 fue de las grandes victorias ante los grandes de visitante. Tres 1 a 0 para el recuerdo en la segunda rueda del certamen. Ante Racing Club en la primera victoria del club en el Cilindro de Avellaneda. 6 de marzo de 1988, gol de Espina. Luego, triunfo en la Doble Visera, 8 de mayo, gol del Alfaro Moreno. Finalmente, la salvación en el Monumental con gol de Gustavo Jones. Luego del triunfo ante River, José Manuel Ramos Delgado declaró: «Conseguimos los 38 puntos que nos propusimos, y lo más importante es que lo logramos jugando al fútbol y no colgándonos del travesaño».
El postre de la gran campaña fue la obtención de la Liguilla Pre-Libertadores. Un torneo de desclasados que tuvo como premio un lugar en la Liguilla del año siguiente. El partido final ante Boca en cancha de Ferro marcó la despedida del Beto Alfaro Moreno. Genio y figura. Dos goles a los xeneizes antes de su partida a Independiente.
1988 – 1992. TIEMPOS DE CIERTA TRANQUILIDAD
El campeonato 1988/89 arrancó en forma auspiciosa para Platense. En la fecha inicial victoria ante un River Plate que presentaba el regreso de Daniel Passarella y la presencia de César Luis Menotti. Fue 2 a 1, goles de Espina y Boldrini. En la jornada siguiente, triunfo ante Vélez en el Amalfitani, goles de Néstor De Vicente y de un pibe rubio que será santo y seña en la historia calamar. Su nombre Claudio Ariel Spontón. Nacido en Malabrigo, dueño de una zurda de terciopelo, referencia del ataque calamar, con picos de rendimiento altísimo. Varios de los mejores goles del fútbol argentino de aquellos días surgieron de este producto 100% calamar.
En esta temporada, Platense nuevamente venció a tres grandes en sus estadios. Al Fantasma del Descenso lo padeció Boca Juniors, en una Bombonera inundada. 23 de noviembre de 1988. 2 a 0 con un gol de otra galaxia de Néstor De Vicente y Claudio Spontón. Luego, triunfo ante River Plate. El tercero consecutivo en el Monumental. Gol del malogrado De Vicente. Finalmente, una nueva salvación se concretó en Avellaneda, penúltima fecha, cuando Platense dio vuelta el partido y venció al Racing Club 2 a 1.
La temporada 1989/90 fue austera. El caos económico del fútbol argentino no permitió grandes erogaciones. Menos en el mundo calamar. Néstor De Vicente fue transferido al fútbol suizo. Fue el año que se asentó un ataque surgido en el semillero marrón y que hizo historia en Vicente López: Espina – Scotto – Spontón.
Fueron promovidos muchos pibes del club. Por ejemplo los mediocampistas Amilcar Ivanovic y Walter Capozuchi. Sobre sus espaldas y pocos partidos en primera quedó la responsabilidad de mantener a Platense en primera división. Para Ivanovic «todo era dificilísimo. Era dejar la vida en cada partido». Radicado en México, Capozzuchi también dio cuenta de las dificultades de convivir con un fantasma: «Era algo negativo para el equipo. Pero la pasión por el fútbol y la camiseta te dan la fuerza para salir a comerte la cancha«.
La temporada 1989/90 fue tranquila. Los cordobeses de Racing e Instituto perdieron la categoría. La temporada siguiente tampoco produjo sobresaltos. Sobre todo porque Lanús y Chaco For Ever también estuvieron virtualmente descendidos desde varias fechas antes que termine el campeonato. La falta de angustias no fue sinónimo de grandes campañas. Tan sólo hubo clubes que hicieron peor las cosas. Si Platense quería mantener la categoría no podía descuidarse.
CALAMARES PELEANDO TITULOS
En 1991 Platense armó un equipo sólido con la única idea de sumar puntos. Pedro Marchetta armó un equipo de atrás hacia adelante. Una defensa de memoria: Manolo Serrano al arco y una línea de cuatro que se sabía de memoria: Felipe Bellini, Javier Baena, Gustavo Orellano y Marcelo Broggi. Fue el año en el cual se estableció Alfredo Cascini junto al Chango Daniel Cravero. La contratación del talentoso Mariano Dalla Libera le dio un vuelo notable al equipo.
La campaña sorprendió a propios y extraños. El equipo terminó sexto en el Apertura 1991. Notable campaña en el Clausura 1992. En la 10º fecha, Platense superó 1 a 0 a Racing Club en Avellaneda, gol de Marcelo Ruffini. Una multitud de calamares abarrotó la tribuna alta del Cilindro. Jugadas diez fechas, el equipo había ganado siete encuentros y se encontraba a la expectativa. Finalmente, la ilusión del título se desvaneció fechas después luego de una derrota ante Deportivo Español en Vicente López. ¡Pero quién quitaba lo bailado! Los Fantasmas del Descenso peleando un título…
Pero las alegrías duran poco. Para la temporada siguiente se desarmó el buen equipo. Darío Scotto fue transferido al Sporting de Gijón. Mariano Dalla Libera pasó a Huracán. Llegaron diez jugadores que no rindieron. Nombres como Claudio Borghi, Osvaldo Rodríguez, Pitufo Grioni, Lalo Colombo, Miguel Angel Ludueña, Turco Wirtz, Pedro Ulliambre o Pichi Escudero. Dificil armar un equipo competitivo.
Platense regresó a sus viejas luchas por mantener la categoría. Si bien la gran cantidad de puntos logrados en las últimas dos temporadas le daban aire al club, el Marrón fue el peor equipo de la temporada 1992/93. Un año espantoso: antepenúltimo en el Apertura. Penúltimo en el Clausura. Pocas alegrías se vivieron por Vicente López. Tan sólo un resonado triunfo ante River Plate en cancha de Ferro Carril Oeste.
1994: EL AÑO DORADO
Hacia 1993, la directiva calamar debió rearmar el equipo. El descenso nuevamente era una realidad. Regresaron Marcelo Espina y Claudio Spontón. Surgieron dos pibes de enormes condiciones: el delantero Diego Bustos – formado en Newell`s – y Edgardo Chacho Coudet. El Apertura fue aceptable, pero el Clausura fue excepcional. La gran sorpresa. Líder en soledad en la sexta fecha, luego de un triunfo ante Deportivo Español. Recuperó la punta en la novena fecha, tras un triunfo ante Rosario Central en Vicente López, goles de Espina.
Platense finalizó sexto el campeonato. Memorables los golazos de Marcelo Espina. Conductor y goleador del certamen con doce tantos. Algunos brillantes. Memorables. Como aquel que le marcó a Lanús de treinta y cinco metros. Dos golazos desde afuera del área, como ante Boca Juniors y Huracán. Pero el partido inolvidable fue ante River en el Monumental. 7 de agosto de 1994. Victoria calamar 3 a 1. Dos golazos. Uno desde afuera del área. Otro con un toque de billar.
AÑOS DE LLAMATIVA TRANQUILIDAD
Mientras Platense peleó por no descender, el club vivió años de una llamativa tranquilidad. Entre 1994 y 1998, la vida calamar fue diferente. Inédita. Buenas campañas. En 1995 se modificó la imagen del Ciudad de Vicente López. En ese año, Ángel Matute Morales se juntó con el Esteban Bichi Fuertes y armaron un desparramo de buen fútbol y goles.
Buenas campañas. Resultados llamativos. Dos goleadas históricas: 8 de noviembre de 1996. Platense goleó 4 a 1 a Independiente líder del torneo en Avellaneda. Una noche soñada. La noche de Adrián Coria, quién convirtió tres goles y le sirvió el restante a Fernando Tero Di Carlo. La otra, 22 de febrero de 1998. Goleada a Boca en la Bombonera. 4 a 0. La tarde soñada de Mauricio Hanuch. Un par del goles del Turco, otro del Chango Godoy y un golazo del Ruso Spontón, que picó la pelota ante la salida del colombiano Oscar Córdoba.
¿QUE PASO? ¿PORQUE DESCENDIO PLATENSE?
En Agosto de 1998 el objetivo de Platense era único en su historia: clasificar a una competencia internacional. El promedio no debía ser problema: Platense sumaba 96 puntos. Lejos de Huracán (65), Unión (77), Gimnasia Jujuy (91) y los recién ascendidos Talleres y Belgrano de Córdoba, que no generaban muchas garantías de permanencia en la máxima divisional. La mano vino mal barajada de movida. En el Apertura, Platense finalizó último sumando tan sólo 13 puntos. Unión había sumado 25 puntos. Descontó 12. Platense debía hacer un gran Clausura para zafar.
Pero el milagro no llegó. Volvió el Chamaco Rodríguez a la dirección técnica. Como en 1987. Pero no existió convicción. Platense fue un equipo entregado. Como si el Fantasma se hubiera asustado en la parada mas sencilla. En la 11º fecha del Apertura, Platense igualó la línea de Unión. Le sacaba 19 puntos antes de comenzar el torneo. Era un mano a mano entre calamares y tatengues. La victoria ante Racing en Avellaneda fue una bocanada de oxigeno. Pero no había mucho más que hacer: 13 de junio de 1999 fue la fecha de defunción de Platense en Primera División. River el rival de turno. Como en 1987 y 1988. Pero no hubo milagro. En el mediodía de aquel frío domingo, un inapelable 0-3 condenó a Platense al Nacional B.
Se vivieron momentos de dolor y angustia. Los futbolistas rompieron en llanto. Un desahogo ante el desastre deportivo. Antonio Vattimos declaró: «Esta campaña fue desastrosa. Habíamos hecho dos torneos brillantes, pero tiramos todo a la mierda. Espero que la gente nos perdone«. Pablo Erbín agregó: «Todos somos responsables: jugadores, técnicos y dirigentes. Es dramático irse al descenso. Es el día más triste de mi vida«. Claudio Spontón, el emblema del club, no pudo decir una palabra, quebrado por tanto dolor. Pasados los años, en 2022, en el ciclo Charlas de Vestuario, el Ruso de Malabrigo analizó en el aire de Abrí la Cancha: «Ganamos todos los amistosos de pretemporadas sin goles en contra. No teníamos problemas de promedio. Tuvimos la mala suerte que falleció el hijo del Profe Córdoba y se tuvo que ir. Ese fue un golpe muy duro para nosotros. El momento institucional tampoco era el mejor. Nosotros fuimos responsables en lo que nos corresponde»
El 31 de enero de 2021, luego de 22 años errantes entre la B Nacional y la B Metropolitana, Platense regresó a Primera División. Su lugar en el mundo.
(*) Periodista y escritor. Autor de Héroes de Tiento y Héroes en Tiempos Infames. Conductor de Abrí la Cancha, por Radio Gráfica FM 89.3