Por Carlos Aira
Vamos a comenzar el texto con una certeza: nadie, incluidos los dirigentes perjudicados, alguna vez hablaron de la mala fe del principal implicado.
La historia nos lleva a 1984. Tiempos violentos. A pesar de la democracia recién recuperada, la misma no sólo era inmensamente frágil: también compleja: la violencia estaba a la orden del día. Cada fin de semana era un desborde de incidentes en todas las canchas. En ese marco, Racing Club atravesó por única vez en su historia el campeonato de Primera B.
La Academia la pasó mal en aquel 1984. No sólo porque se encontró con un Deportivo Español arrasador, si no porque el equipo no brindó lo que se esperaba. En el Octogonal de ascenso eliminó a Deportivo Morón con mucho susto. En semifinales debía enfrentar al Club Atlético Lanús.
Tiempos en los cuales ambas hinchadas eran amigas. El partido de ida se jugó el sábado 8 de diciembre en Vélez Sársfield. Racing ganó 2 a 1, goles del uruguayo Italo Ortiz y Severiano Daniel Pavón. El oriental Gilmar Villagrán había marcado el tanto granate. La revancha estaba pautada para el miércoles 12 de diciembre en Independiente.
Aquella noche, Racing – dirigido por Agustín Mario Cejas – formó con Jorge Traverso; Carlos Squeo, Diego Castelló, Gustavo Costas y Roberto Garcete; Néstor Rotondi, Horacio Cordero y Miguel Angel Brindisi; Horacio Matuszyuczk, Severiano Pavón y Carlos Caldeiro.
Lanús, entrenado por Ramón Cabrero, salió con José Felipe Perassi; Humberto Vattimos, Demagistris, Carlos Schamberger y Juan Carlos Ramírez; Horacio Attadía, Angel Mamberto y Héctor Vicente; Claudio Nigretti, Oscar Lebioso y Gilmar Gilberto Villagrán.
Pero el nombre que tenemos anotar es el de Emilio Misic, árbitro del partido.
Aquella noche, Lanús arrancó con todo. Pero a los seis minutos, centro de Brindisi al área granate. Castelló que cabecea y Schamberger que comete mano penal. Caldeiro ejecuta la pena que ataja Perassi. Cuando todo Lanús festejaba, el gesto de Misic era inequívoco: el arquero se había adelantado. El hábil mediocampista de Racing no falló en la nueva ejecución. Los hinchas granates no se bancaron lo que entendieron una injusticia. El clima se cortaba con cuchillo aquella noche. Apenas finalizada la etapa inicial, una lluvia de piedras voló desde la vieja tribuna de la Visera. La represión policial no tardó en llegar. Emilio Misic entendió que no estaban dadas las garantías para continuar el partido y lo suspendió.
La AFA reprogramó los 45 minutos restantes para el jueves 20 de diciembre de 1984. Jueves por la tarde. En cancha de Atlanta una multitud se acercó para presenciar lo que restaba de la serie. Un tiempo de 22 y otro de 23 minutos. Pero la tarde comenzó enrarecida. Cejas reclamó que el partido no se disputaría con una Pintier, balón oficial de la categoría. Era cierto: Lanús, local y organizador, no había llevado pelotas a Villa Crespo y en Atlanta prestaron unas pelotas que no eran aptas para fútbol profesional. Finalmente, pasadas las seis de la tarde comenzó el mini partido. Lanús salió a jugar una final mientras que Racing no hacía pie. A los 16 minutos, Claudio Nigretti igualó el partido. Lanús encontró el segundo gol a los 12 del segundo tiempo, con un golazo de tiro libre de Villagrán. Faltaban once minutos. Demasiado para las urgencias de Racing.
Pero faltando cuatro minutos, cuando Lanús tenía en un arco a Racing, sucedió lo increíble: Emilio Misic dio por terminado el partido. Ramón Cabrero ingresó desesperado al campo de juego. Agustín Cejas fue astuto: pidió a sus jugadores que arrojaran sus camisetas a la tribuna. Luego de largos minutos de cabildeos, Misic llamó a los futbolistas para continuar las acciones pero era imposible: Racing ya no tenía camisetas.
En horas, el Tribunal de Disciplina de AFA dio por finalizado el partido. Emilio Misic recibió una suspensión de seis meses, que terminaron siendo cuatro «porque es una gran persona«, según palabras de Jorge Romo, titular de la Escuela de árbitros. Las urgencias de Racing debieron esperar un año más para regresar a la máxima divisional: Gimnasia no tuvo piedad con la Academia en las finales del Octogonal 1984.
Emilio Misic falleció en abril de 2012. Hasta el último día de su vida afirmó que aquella tarde, su tarde, fue víctima de un error involuntario.