El histórico Club Atlético Banfield no estuvo entre los equipos que iniciaron el profesionalismo en 1931. En 1937 regresó al fútbol organizado en el campeonato de segunda división. Su actuación fue mediocre. Peor fue al año siguiente cuando finalizó último. Si no descendió a Tercera División fue por la decisión del viejo club Estudiantil Porteño de retirarse del fútbol profesional.
Para 1939 la dirigencia verdiblanca estuvo decidida a ascender a primera división a cualquier precio. El hombre fuerte del club era Florencio Sola, hombre ligado por herencia familiar a negocios vinculados al juego.
El torneo de segunda división brindaba una plaza de ascenso a primera. Era la que dejaba Argentino de Quilmes luego de completar la peor campaña de un equipo en el círculo superior.
Banfield logró clasificar al hexagonal final. El 17 de diciembre de 1939 se descubrió que Alberto Torraga, gerente de Banfield, sobornó a Sosa y Villanueva, futbolistas de Barracas Central. El partido se había jugado el día anterior, con victoria banfileña por 3 a 2.
La pena se conoció una vez finalizado el torneo y con el ascenso de Banfield consumado. La misma fueron cinco fechas de suspensión en el próximo torneo de primera división.
Fue el primer hecho de soborno comprobado y penado en el fútbol argentino. Lamentablemente, no será el primero de la institución del sur.