Víctor Longo: «Con Central Córdoba fui un hincha que entró a la cancha y se consagró campeón»

275

Víctor Longo pasó por las Charlas de Vestuario de Abrí la Cancha. Uno de los defensores más duros en la historia del fútbol argentino. Sus comienzos en Central Córdoba. Su paso por Huracán. La misión de ascender con Racing en 1985. El campeonato con Central Córdoba de Rosario, su club. También, el balde con agua en la cabeza de Guillermo Nimo. Una charla a fondo.

Por Carlos Aira

 

 

CENTRAL CORDOBA: «Debuté en Central Córdoba de Rosario. Comencé con 19 años en un torneo de Primera C donde se jugaba muy fuerte. Así era la categoría. No se salía nunca jugando porque todas las canchas tenían mucho barro. ¡Las pelotas eran un desastre! Uno se fue acostumbrando al medio. Hoy, los jugadores juegan en mejores condiciones y por eso hoy tenemos mejor fútbol. Una vez, con Central Córdoba, hubo una cancha que nos bañamos, en pleno invierno, debajo de una canilla. Eso era la C de aquellos días».

 

EL TRINCHE CARLOVICH: «Yo tuve la suerte que en el año que debuté en Central Córdoba llegó Tomás Felipe Carlovich y en el año que llegué a Huracán también lo hizo René Orlando Houseman. El Trinche era un zurdo con una técnica impecable. Era medio lenteja, pero con una técnica maravillosa con la zurda. El loco tenía un muy buen físico y una pegada bárbara en los tiros libres. Yo los veía desde atrás y las clavaba en un ángulo. En las prácticas le podías poner una pelota desinflada y la colgaba también en un ángulo. También tenía unos cambios de frente que nos dejaba con la boca abierta. Le faltaba sacrificio y marca, pero en las divididas era bravo. Fue un jugador destacado en una época donde no había tecnología. Lo veían aquellos que iban a las canchas de la C».

 

Central Córdoba (Rosario) en 1972. El quinto de los parados es Víctor Longo. A su izquierda, Tomás Felipe Carlovich.

 

HURACÁN: «A comienzos de 1973 jugamos un partido entre Central Córdoba y un seleccionado juvenil. Fue mucha gente a la cancha, entre ellos Carlos Peucelle. Después del partido se acercó al vestuario y me preguntó la edad. Peucelle fue quién señaló que tenía futuro y recomendó mi contratación a varios clubes. En esa época me tocó el servicio militar y me mandaron a Buenos Aires. Como iba a estar un año acá, Huracán e Independiente pidieron mi pase a préstamo. En Central Córdoba me dijeron que elija a donde quería ir y me decidí por Huracán«.
«Los equipos de Huracán de 1973 y 1976 fueron equipazos. Tuvo jugadores fantásticos como Omar Larrosa, Osvaldo Ardiles, René Houseman, Carlos Babington, Miguel Ángel Brindisi, Alfio Basile. Todos jugadores que pasaron por la Selección. Jugué en un equipo que fue sensación, pero nunca llenábamos la cancha. Eso siempre me llamó la atención. Hoy, Huracán llena la cancha y tal vez el equipo de hoy pierde 5 a 0 si jugara contra el Huracán del cual yo fui parte. Pero también las cosas cambiaron. En los 70s la gente de Huracán se había acostumbrado a ganar«.

 

Huracán visitando a All Boys. Año 1977. Parados: René Houseman, Rubén Ríos, Alberto Fanesi, Victor Longo, Jorge Carrascosa y Héctor Baley. Abajo: Néstor Candedo, Abelardo Cheves, Osvaldo Ardiles, José Saldaño, Emilio Álvarez.

 

«De aquellos días en Huracán tengo grabado un partido ante Independiente en Avellaneda. Era aquel gran Independiente de Ricardo Bochini, Daniel Bertoni y el peruano Percy Rojas. Íbamos ganando nosotros, lo dieron vuelta ellos y terminamos empatando 2 a 2. Cuando terminó el partido bajó una ovación maravillosa desde los cuatro costados de la cancha. Los 22 jugadores habíamos brindado un partido espectacular. Esa tarde nunca la olvido«.
«No era fácil ser defensor de Huracán en aquellos días. El nuestro era un equipo de ataque. Si teníamos un córner a favor quedábamos muy pocos atrás. Yo me quedaba en el fondo porque tenía velocidad y me las rebuscaba en el mano a mano. Había que marcar a los delanteros rivales en mitad de cancha y muchas veces tenía que sacudir a los rivales. De ahí surgió mi fama de duro«.

 

LA FAMA DE DURO:  Nadie juega diez años en primera división solamente pegando. Yo era duro, pero nadie se mantiene en la elite jugando rudo. También hay que jugar. Yo tenía la fama de violento. Como dice el dicho: hazte la fama y échate a dormir. Me hicieron fama de duro y nunca me la pude sacar. En mi época se pegaba mucho y me acomodé a ese juego intimidando al contrario».
«Jugar de defensor en Huracán o Racing era todo un tema. Eran equipos que iban al frente y los defensores quedábamos desprotegidos. No quedaba otra que ir fuerte. Una vez, Cayetano Rodríguez me preguntó: `preferís que te echen o que nos hagan un gol`. Yo le dije que prefería que me echen. Cayetano me respondió: `a mi también me gusta eso´. Yo enfrenté grandes delanteros, como el Beto Alonso, Osvaldo Potente o Ricardo Bochini. Tipos que jugaban muy bien y había que jugar fuerte. Debo admitir que tuve muchas fallas porque es verdad que me expulsaron muchas veces. Ahora, en muchas expulsiones, los propios hinchas de mi club me aplaudieron cuando salía de la cancha porque sabían que me había sacrificado por el equipo«.
«Cuando el árbitro va a dirigir se fija quienes son los jugadores. Entonces, cuando veían que jugaba, ellos mismos estaban predispuestos a limpiarme. En un partido contra Vélez, el mismo árbitro me amenazaba con echarme. Tan así que tuve que pedir el cambio. Nadie entendía nada. Los árbitros muchas veces me dirigían mal predispuestos por mi fama de jodido y difícil».

 

EL BALDE DE AGUA A GUILLERMO NIMO: «Si, es verdad. Tuve una discusión con él. Estaba cansado de sus críticas y una tarde entró en el vestuario, agarré un balde con agua y se lo tiré por la cabeza. ¡Todos los árbitros me felicitaban! Sobre todo Teodoro Nitti. Lo más gracioso es que tiempo después, Nimo me hizo llegar una foto suya autografiada. Ahí comprendí que el vivía de eso. Era su personaje. Estaba en la televisión y le pagaban por hablar mal de algunos y lo mejor que le podía pasar a él era que lo retrucaran. Cuando me mandó la foto recuerdo que pensé: Che, tal vez el tipo no es tan malo«.

 

EL FUTBOL DE AYER Y HOY: «El entrenamiento de hoy es muy superior al de mi época. Hoy se le exige mucho más. Pero un jugador de mi época bien entrenador podría jugar. Hoy se juega mucho más fuerte que en mi época. No se regala nada. El de hoy es un fútbol rápido y friccionado. En Europa se juega un fútbol diferente porque no hay mucha marca y se toca de primera. En el fútbol argentino, con tanta velocidad y marca, el futbolista tiene que tener decidido que va a hacer antes de recibir la pelota. Por eso, el que juega bien en Argentina triunfa en Europa.

 

Racing modelo 1985. El equipo de la Academia que regresó a Primera. Parados: Severiano Pavón, Víctor Longo, Horacio Cordero, Miguel Ángel Wirtz, Gustavo Costas y Néstor Sicher. Abajo: Washington Olivera, Miguel Colombatti, Italo Ortíz, Félix Orte y Walter Fernández.

 

RACING 1985: «A Racing llegué de casualidad. Yo era amigo de Mario Agustín Cejas con el que había sido compañero en Huracán. Una tarde me llama y me preguntó si estaba en forma. Luego de hablar un rato largo le dije: `Mario, hagamos algo: probame una semana. Si vez que no estoy bien quedamos amigos igual´. Comencé a practicar en enero de 1985 y en una de esas prácticas en el Cilindro, la poca gente que estaba en las tribunas me comenzó a aplaudir. Mario se reía y decía que esa gente la había llevado yo. La cuestión es que firmé contrato y le rendí al club porque jugué de titular y terminamos ascendiendo a Primera División. Siempre le voy a estar agradecido al club, pero, sobre todo, a la gente de Racing que es maravillosa. Esa hinchada te hacía vibrar en serio».
«Racing estaba en la B y tenía que ascender, pero en un momento las cosas no salieron. Luego de un partido, la hinchada entró al vestuario. El asunto se puso muy tenso, mis compañeros se achicaron, pero yo copé la parada. A mi me gusta el boxeo y tengo más peleas que Carlos Monzón. Me acerqué al capo y le ofrecí pelearme mano a mano. La cuestión es que no hubo pelea y desde ese momento mis compañeros perdieron el miedo. Recuerdo que después que se fueron los de la hinchada lo encaré a Juan D´Stéfano y le dije: `- Juan, Racing necesita que nos unamos. Tu gente tiene que estar con nosotros«. Juan me respondió: `- Tenés razón, Longo. De ahora en más, si mi gente tiene que pelearse, nos peleamos unidos».
«Para jugar la segunda final, el Coco nos preguntó si aconsejó que pasemos la Navidad concentrados en SETIA. Todos los jugadores aceptamos porque éramos un equipo que se brindó para ganar. El Coco era una lechuza cascoteada. Tenía mil finales y mil peleas. Siempre recuerdo que en el segundo tiempo de la final contra Atlanta en River, ellos se nos venían. En un momento me acerco al banco y le digo: `– Coco, dejame hacer un poco de quilombo para frenar el partido`. El me respondió: `– Vos no hagas nada porque te rajan. Dejame a mí.´. Desde ese momento, el Coco hizo un quilombo bárbaro. Le paró varias veces el partido a Carlos Mastrángelo. En un momento se acercó un jugador de Atlanta y me dijo: `Que vivo que es el Coco…¡Mirá como frenó el partido!´. El Coco no hablaba mucho, pero era escuchado y respetado. Agarró el equipo que armó Mario Cejas y el profe José Valgoni, que hizo un trabajo espectacular. Al Coco lo conocía desde Huracán y siempre tuve una gran relación con él. Un tipo grande que sabía dar consejos».

 

 

Central Córdoba campeón de Primera C 1987/88. Parados: Jorge Ciancaglini, Víctor Longo, Claudio Úbeda, José Miniello, Pedro Rossini y Marcelo D´Ángelo.
Agachados: José L. Orellano, Norberto Ricci, Jorge Forgués, Favio Gómez y Daniel Núñez.
VOLVER AL GABINO SOSA: «Yo tenía más experiencia que fuerza. Una experiencia que sirvió mucho en aquel Central Córdoba. Siempre recuerdo que una tarde un lateral nos estaba volviendo loco. Le grito al Pato Núñez que lo corra y el me respondió que era delantero y no corría defensores. ¡Para qué! El Pájaro Domizzi tampoco lo entendía. Yo le decía: el defensor es como vos. Si vos arrugás, te va a sacudir. Si vos le das un planchazo, el se va a cuidar. Fijate que después, ya en Primera División, el Pájaro fue un delantero que no arrugaba nunca.  Yo tenía la experiencia de haber jugado con cracks como Chabay, Basile o Carrascosa. En aquel Central Córdoba fui un entrenador dentro de la cancha. Teníamos muy buenos jugadores y ganamos el campeonato de Primera C en la última fecha. Fue una sensación diferente porque siempre fui hincha de Córdoba. Iba a la cancha de pibe y conocí a los viejos jugadores. Fui un hincha que entró a la cancha y se consagró campeón«.

 

 

Producción: Nehuén Ríos
Carlos Aira es periodista y escritor. Autor de Héroes de Tiento y Héroes en Tiempos Infames. Conductor de Abrí la Cancha, por Radio Gráfica. Premio Jauretche 2021 a la Investigación Periodística.

 

 

 

Comentarios

comentarios