Chicho Gaona: «A mi familia le tocó vivir el terror de Estado y tomamos la determinación de contar que nos pasó»

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Crédito: Radio La Imposible.

Julio César Gaona, Chicho Gaona, pasó por las Charlas de Vestuario de Abrí la Cancha. Una pincelada de talento de los años 80s. Figura en Platense y Deportivo Español, las lesiones no lo respetaron en su paso por Boca. Detrás del fútbolista, una historia para prestar atención.

Por Carlos Aira

 

SUEÑOS DE FUTBOL: «Mi relación con el fútbol nació en Villa Martelli, mi barrio. Con nosotros jugaban muchos pibes y algunos llegaron a primera, como Juan Barbas – para nosotros El Pollo – o el paraguayo Oscar López Turitich. Estábamos todo el día con la pelota y nos íbamos perfeccionando día a día. Hoy es muy dificil que un chico se pueda expresar con la pelota porque está faltando lo que nos sobraba a nosotros. Mi sueño era llegar a Primera y tuve la suerte que me llegó realmente muy rápido. Pasé de estar alcanzándoles la pelota a entrenar con ellos. Gente maravillosa, como el Chavo Anzarda o Roberto Cecilio Cabral ¡Qué genio es Pío, por Díos!. Hace años que vive en Francia, pero estamos en contacto permanente».

 

 

LA CATEGORIA 64 DE PLATENSE: «Llegué a Platense a punto de cumplir 13 años. El club estaba formando la categoría 1964. Hice un año de infantiles y subí a novena división. Tuve un paso efímero por inferiores porque llegué rápido a Primera, pero siempre destaco a los maestros que tuve en el club. Nunca olvido que tenía 14 años y en Platense había gente maravillosa, como Enrique Topini o Walter Pedutto. Maestros sensacionales. Estaba Eduardo Grispo que me subió a Reserva. Ellos fueron mis primeros maestros».
«La categoría 64 de Platense fue extraordinaria. Mucho tuvo que ver Enrique Topini que no solo nos condujo, sino que también nos aconsejó como si fuera nuestro padre. Nos consagramos campeones y casi todos los jugadores llegamos a Primera División. Junto a Jorge Cacho Borelli y Maximiliano Cincunegui fuimos los primeros que subimos; luego lo hicieron Daniel Leani, Felipe Bellini, Alfredo Pavón, Alejandro Arbello, Germán De Santo. Otros jugadores también llegaron, como el Tano Ábalos y el nieto de Raúl Alfonsín. Todos jugadores de la misma categoría».

 

Chicho Gaona con la camiseta de Platense. Año 1984.

 

CHICHO EN PLATENSE: «En 1980, con solo 16 años, el Polaco Vladislao Cap nos subió a Primera División. Era un equipo de hombres que hizo un campañón. Con Biassuto en el arco; el Baby Cortés, Sánchez Sotelo, Papandrea, Picerni, el Pulpo Magalhaes, Horacio Grimoldi, Ramón Bóveda, el Chavo Anzarda ¡Que venía de jugar en el Real Madrid! ¡Qué lindo es poder recordarlos! Toda buena gente que trataba muy bien a los pibes. Nos aceptaron de buena manera. Nosotros nos creíamos que sabíamos todas y ellos te mostraban la verdad. Nos enseñaban con el ejemplo y la palabra. Con actos dentro y fuera de la cancha. Nunca voy a dejar de agradecerles a esos grandes jugadores».

 

EL MUNDIAL JUVENIL MEXICO 1983: «Mi recorrido en la Selección comenzó luego del campeonato mundial juvenil de Japón 1979. Don Ernesto Duchini comenzó a armar un seleccionado con las categorías 63 y 64. Una vez que encontró el equipo recuerdo que en 1981 jugamos un torneo en Acapulco en el cual perdimos la final contra la Unión Soviética. Fue la base del equipo que luego iría al Mundial de México 1983«.
«En aquel Mundial juvenil teníamos un equipazo. Nunca olvido la semifinal ante Holanda. Apenas comenzó el segundo tiempo nos metió un gol Marco Van Basten. Lo dimos vuelta con dos goles de Platense. El primero lo hizo Cacho Borelli – padrino de mi hijo – con un centro mío. El segundo lo marqué yo aprovechando un rebote que dio el arquero. Ese partido fue una alegría enorme».
«Todo el mundo recuerda el escándalo en la final ante Brasil. Los jugadores somos muy pasionales. El asunto es que ya habíamos tenido un altercado con los brasileños en el clasificatorio que jugamos en Bolivia. Se ve que habían quedado cosas sueltas. Yo sigo diciendo que nos cobraron un penal que no fue. En la protesta se armó un gran tumulto y los méxicanos tomaron partido por los brasileños. Siempre recuerdo la cara de Carlos Pachamé, nuestro entrenador, cortada por el golpe que le dio un fotógrafo con su cámara».

 

Chicho Gaona y su hijo Jonathan en el vestuario de Deportivo Español. Año 1988.

 

DEPORTIVO ESPAÑOL: «En 1985 pasé al fútbol colombiano y luego a Unión de Santa Fe. Allá me trataron bárbaro, pero mi esposa falleció poco después de dar a luz a nuestro hijo Jonathan y todo se hizo muy difícil. Quería seguir la carrera en Buenos Aires y surgió la posibilidad de ir a Deportivo Español. Tenía en mente la gran campaña de 1984, cuando el club se consagró campeón de Primera B sacándole 18 puntos a Racing. En Español encontré un grupo de muy buena gente. Dos técnicos como Oscar López y Oscar Caballero que habían elegido muy buenos jugadores, como Charly Batista o Germán Martelotto. En Español volví a jugar y también volví a estar contento».
«A partir de 1988 mi hijo comenzó a salir a la cancha con el equipo. Tenía tres años y lo traía a las prácticas. Pronto fue uno más del grupo y en una reunión decidimos que salga con el equipo al campo de juego. Eran otros tiempos y para hacerlo era necesario que tuviera un permiso oficial de AFA. Fue el propio Julio Grondona quién lo facilitó. Era una situación cómica. Mi hijo tenía un carnet plastificado que le entregaba al árbitro antes de cada partido. Poder entrar con Jonathan a la cancha era muy especial. Viví una desgracia pública y la gente nos recibía muy bien en todas las canchas. Pasaron tantos años y aún hoy me recuerdan a mi hijo que ya tiene casi 40 años».
«Aquel Deportivo Español de 1988 era un equipazo. El año anterior jugó muy bien conducido por la dupla López-Caballero, pero jugó bárbaro con la conducción del Cai Aimar. Nunca olvido una noche que le hicimos cuatro goles al Racing de la Supercopa en Avellaneda. Hay un libro donde aparecen los cien mejores partidos de la historia del fútbol argentino y ese encuentro está en la lista. Lo digo como futbolero: ese equipo de Español era bárbaro. Por esas cosas que tiene el fútbol aquel equipo no clasificó a la Copa Libertadores de 1989. Tuvimos un ataque extraordinario con el Puma Rodríguez y el Gallego González. El Puma era un delantero fantástico. El vivía en Villa Celina y se venía corriendo a las prácticas. El Puma podía ser cualquier cosa menos vago».

 

Chicho y Jonathan con la camiseta de Boca. Año 1989.

 

BOCA: «Llegué a Boca en 1989 por pedido del Cai Aimar. El venía de dirigir al Logroñés de España, pero se tuvo que ir porque no tenía los tres años que exigía la Federación Española y agarró a Boca Juniors. El mundo Boca es maravilloso. Cuando te toca jugar sos joven y no tomas dimensión de donde estás. En mi caso, me di cuenta en forma abrupta. De pasar inadvertido en un restaurante, todos los ojos me miraban. Claro, sos jugador de Boca y sos popular. Cuando entré por primera vez a la Bombonera recuerdo que pensé cuanto me había costado llegar hasta allí. porque me costó mucho llegar a Boca. Boca es impactante».
«Jonathan también fue mascota en Boca Juniors. El seguía saliendo con el permiso de AFA, pero ahora era diferente, porque todo el lateral – de córner a córner – estaba lleno de golosinas y juguetes que eran para él. Siempre recuerdo que después de los partidos el utilero ayudaba a cargar todo que le arrojaban. Esto es lo que no se sabe del mundo Boca. Recibíamos cartas y saludos todos los días».
«Con Boca ganamos la Supercopa de 1989. Un título muy festejado. Nunca olvido lo colmada que estaba la tribuna en cancha de Independiente. Pensé que se suspendía el partido. En los penales, la atajada fantástica del Mono al remate de Artime y el broche que fue el penal que pateó Blas. Siempre recuerdo que dos hinchas se fueron corriendo al lado de nuestro micro desde Avellaneda hasta La Boca. ¡Así es el amor y la pasión! Me emociono mucho cuando recuerdo aquellas imágenes».
«En 1990 me lesioné y estuve casi un año sin jugar. Volví a comienzos de 1991 con Oscar Washington Tabárez como entrenador. Aquel equipo de 1991 fue fantástico. Fue un despegue extraordinario de Diego Latorre y Gabriel Batistuta, pero no quiero olvidar que estaba Walter Pico que tenía una salud extraordinaria y no es muy reconocido. La clave de aquel equipo que entró en el corazón de los hinchas fue la unión. Fuimos un grupo muy unido. Después tomé una decisión errónea que fue irme de Boca. Estaba llegando Beto Márcico, Gustavo Neffa y el Chino Tapia. Pensé que no iba a tener lugar y me fuí«.

 

 

EL REENCUENTRO CON PABLO: «Hay cosas que son intransferibles y hay que contarle a la gente. Respiro profundo antes de hablar de estas cosas. A mi familia le tocó vivir el terror de Estado y tomamos la determinación de contar que nos pasó. Por ejemplo, nosotros no pudimos denunciar la desaparición de mi hermano. Eso te deja shockeado de por vida porque hay marcas que no se van más. A mi hermano Ricardo lo secuestraron saliendo de la casa de mi madre cuando llevó a mi sobrino Pablo Javier a que lo conociéramos. Mi hermano y mi cuñada jamás aparecieron. Nosotros buscamos a Pablo y nos pudimos reencontrar luego de 33 años. Pablo Javier es el nieto recuperado 106. Cuando nos llamó Estela de Carlotto para que conociéramos a Pablo quedamos impactados porque es identico a mi hermano. Mi mamá y mi hermano mayor tuvieron la posibilidad de verlo antes que fallecieran y fue una dicha de la vida. Nuestra familia está feliz y contenta y hoy nos estamos disfrutando. ¿Sabés la alegría que significa escucharlo decirme tío?

 

 

Producción: Nehuén Ríos.
Carlos Aira es periodista y escritor. Autor de Héroes de Tiento y Héroes en Tiempos Infames. Conductor de Abrí la Cancha, por Radio Gráfica. Premio Jauretche 2021 a la Investigación Periodística.

 

 

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