La miga del deporte. Lo que decimos en Abrí la Cancha. Llorar y llorar. El que no llora no mama. ¿Desde cuando el fútbol argentino se convirtió en un concurso de plañideras?
Por Carlos Aira
Hay que decirlo sin tapujos: el fútbol argentino se convirtió en una llorería. Sobre todo, en los hinchas de equipos poderosos. La fecha de interzonales – en algunos casos, clásicos – lo dejó en exposición. Es cierto que nadie quiere perder, pero el fútbol no deja de ser un juego donde existen tres resultados. ¿En cual dimensión ingresamos cuando es imposible tolerar la derrota y para ello se activan todas las alarmas previas?
Esta fecha de clásicos fue una disposición de los dueños de los derechos de TV. Los directivos, en trazo grueso, no quieren jugar clásicos. Hay varias razones para comprender esta realidad, pero la más importante es la dimensión costo-beneficio ante una eventual victoria o derrota. Los gerentes de marketing no asimilan realidades. Lo que en un momento de tranquilidad social sería un fin de semana de cerveza, pochoclo y televisión, en un país al borde del ataque de nervios se convierte en una cuestión de vida o muerte, donde está prohibido asimilar una derrota.
Seamos justos. Existe una dimensión de los clubes a través de sus fuerzas vivas, que son los socios, quienes habitualmente concurren a las canchas y tienen una visión acabada de la realidad y necesidades de su club; pero también hay otro pulso que es el de las redes sociales. Y estas redes convirtieron al fútbol argentino en una fábrica de pañuelos que funciona todo el día. Un ámbito donde los paraguas se abren de antemano, donde el que no llora no mama y el que no lo hace es un gil.
La Llorería, como lo hemos bautizado en Abrí la Cancha.
El clásico de Avellaneda se decantó hacia Independiente, que no ganaba en el Presidente Perón desde 2017. En la previa, los hinchas rojos tuvieron presentes todas las estadísticas desde que Víctor Blanco es parte del Comité Ejecutivo de AFA. Los penales que tuvieron uno y otro equipo. Abrieron el paraguas ante una eventual derrota. Por su parte, los hinchas de la Academia recordaron los pretéritos tiempos de Julio Grondona y la falta de alegrías racinguistas. También invocaron el poder de la política alrededor de Independiente. También abrieron el paraguas. Nadie parecía dispuesto a arriesgarse por la victoria.
El jueves pasado, Diego Morrís, periodista ligado a Racing desde hace tres décadas, pero de intachable sentido profesional, señaló en Abrí la Cancha que la Llorería impide disfrutar del juego. Una respuesta que recibió Diego en la red X (ex Twitter) nos llamó la atención: «Pero pedazo de forro no te alcanzaron 50 años de Grondona? Querés que nos sigan cagando? Que te haces el intelectual del soccer? No te das cuenta que EL QUE NO LLORA NO MAMA? Avivate un poco«. El pobre hincha de la Academia que le escribió a Morris seguramente quedó sumergido en el más profundo surmenage luego del sábado. ¿Por qué perdió Racing? ¿Por la rosca de la semana o el desastre táctico-estratégico que planteó el entrenador de su equipo?
El clásico de la Ribera también tuvo lo suyo. Las llorerías funcionaron a pleno cuando se conoció la terna arbitral. Los hinchas boquenses abrieron el paraguas cuando se viralizaron viejas fotos del árbitro Andrés Merlos ataviado con indumentaria de River Plate. La llorería millonaria también también estuvo activa. El foco de la polémica fue Héctor Paletta, encargado del estratégico VAR. Hace años, su hermano Gabriel – ex jugador de Boca – señaló que él y toda su familia eran hinchas xeneizes. Esa vieja declaración motivó que durante días no se hablara de otra cosa y se abrieran los paraguas en Belgrano-Núñez.
Los clásicos se disputaron y sus resultados se decantaron. Independiente y River Plate ganaron en sus visitas al Cilindro y la Bombonera. Sus hinchas festejaron a más no poder, pero ninguno señaló algún atisbo de disculpas por toda la porquería que habían desplegado en los días anteriores. Los de Independiente se olvidaron de Víctor Blanco y los riverplatenses de Paletta, que dicho sea de paso anuló un gol muy fino a Edinson Cavani. ¿Que hubiera sucedido si concedía el gol? ¿La Llorería millonaria condicionó la decisión de Paletta? Eso queda en la íntima conciencia del protagonista.
Pero los protagonistas también son empleados de la Llorería. El entrenador Miguel Almirón es reacio a la autocrítica. Boca no le mete un gol al arco iris y frente a River mostró una cara muy preocupante de cara a la visita xeneize a Palmeiras. En conferencia de prensa, el entrenador sacó el pañuelo y expresó: “Nos había pasado en el partido anterior en cancha de ellos. Salió en todos lados que Merlos es hincha de River. Se muestra con la camiseta de River. Eso no puede pasar. No puede pasar esto porque se presta a estas confusiones y estas dudas. La falta del primer gol fue clara, la vimos al lado del banco. La jugada sigue y termina en gol. Y la de Cavani es milimétrica. Uno se queda con cierta duda porque en las jugadas claves nos desfavorece. Por cómo fue llevando el partido. Los que estuvimos dentro de la cancha nos damos cuenta cuándo nos van empujando con faltas normales”.
En fín, llorar pareciera ser una parte del fútbol argentino. Sobre todo – reitero – en los hinchas y protagonistas de clubes grandes. Cuando lloras tenés miedo a jugar y competir. Las redes son el canal donde se dinamiza este nivel de cobardía.
Por otra parte, este fin de semana fue pródigo en acontecimientos desagradables. Comenzando por el asesinato de una joven hincha de Rosario Central luego del clásico rosarino. En la semana, el clásico de Boedo-Parque de los Patricios se enrareció con la aparición de unos duendes y muñecos esotéricos colgados en la Ciudad Deportiva azulgrana. La respuesta de algunos despiadados fue pegar cartulinas en forma de ataud en las inmediaciones del Ducó con los rostros de Ulises Fernández y Cafú, barras de Huracán asesinados en enfrentamientos pasados con sus pares azulgranas. ¿Cómo se le pone punto final a todo esto?
Periodista y escritor. Autor de Héroes de Tiento y Héroes en Tiempos Infames. Conductor de Abrí la Cancha, por Radio Gráfica. Premio Jauretche 2021 a la Investigación Periodística.