Argentina y el Sub-20: dudas y esperanzas por igual

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El rendimiento de la Selección Juvenil en este mundial no logró convencer, pero dejó puntos para un análisis necesario. Los nombres propios, el entrenador y la función de las selecciones formativas, claves para entender este momento.

Por Nicolás Podroznik

 

Quien escribe estas líneas lo anticipó en el aire de Abri la Cancha: la Selección Sub-20 de Javier Mascherano se encontraría en problemas con un equipo mas competitivo. La derrota frente a Nigeria en Octavos de Final desnudó los problemas que viene arrastrando desde aquel fallido Sudamericano, en donde no sólo no se pasó la fase de grupos, sino que además, en ningún momento, mostró solidez.
Este Mundial Sub-20 era un desafío interesante para que el entrenador diera muestras de un volantazo en su conducción, dado que tras el torneo continental disputado en Colombia había presentado su renuncia, la cual no fue aceptada por Claudio Tapia. Las reuniones con Lionel Scaloni y su cuerpo técnico daban aires de esperanza, aguardando que haya una especie de “efecto contagio”. O mejor: una verdadera consecuencia en cuanto línea de juego se trata.
En el primer encuentro del Mundial frente a Uzbekistán, Argentina dejó muchísimas dudas. Comenzó perdiendo por un error defensivo seguido de una floja respuesta de Gomes Gerth. Lo terminó ganando por peso específico propio de nombres, especialmente de Carboni y Véliz, autores de los goles que dieron vuelta el resultado. No obstante, lo que verdaderamente llamaba la atención era el desconcertante funcionamiento: errores incomprensibles a nivel profesional, sobre todo en defensa, el verdadero talón de Aquiles del equipo argentino. Cuando tenía superioridad numérica para presionar, retrocedía. Cuando debía defender el resultado ante los pelotazos uzbekos, marcaba mano a mano. Para graficarlo de la manera más simple: el contagio que genera el juego de la Scaloneta no se veía ni por asomo en las tribunas que se acercaban a ver al equipo de Javier Mascherano. Más claro imposible.
Los siguientes partidos fueron victorias fáciles ante Guatemala y Nueva Zelanda. La diferencia fue sustancial porque hubo efectividad, pero también muestras de mayor juego asociado y profundidad. Se generó un pequeño crecimiento de la ilusión por repetir el título del 2001, pero había una realidad: Argentina no había enfrentado a un rival competitivo. Se debían corregir los errores en retroceso y defensa lo antes posible. Nigeria era un equipo que realmente era un arma de doble filo, porque defendían mal pero atacaban con mucha agresividad.
El partido en San Juan fue la mejor descripción posible. Nigeria atacó dos veces y en ambas Argentina se equivocó en defensa y lo pagó caro, mientras que los nuestros crearon una docena de jugadas de riesgo y no entró ninguna. Podemos alegar que los pibes tuvieron mala suerte, pero hay una gran diferencia entre lo aleatorio del azar y la constancia del trabajo.
Más allá de la decepción, se puede rescatar que hay futuro en los nombres propios. Luka RomeroFederico Redondo y Alejo Véliz fueron los puntos más altos. Perrone, Aguirre y Carboni mostraron cosas, pero les faltó regularidad. Claramente el problema está en defensa. Barco olvidó su deber defensivo y por momentos chocó mucho, los centrales no dieron seguridad, el capitán Agustín Giay no tuvo el nivel habitual de San Lorenzo y aún se espera que Gomes Gerth tenga un partido en donde demuestre todo lo que se habla de él. Además, hay que contar otros nombres que no pudieron estar como Alejandro Garnacho Nicolás Paz, del cual el alemán Toni Kroos –multicampeón con el Real Madrid y campeón del mundo con Alemania en 2014- dijo que debían subirlo al primer equipo del Real Madrid porque “es buenísimo”. En ese aspecto, hay cierta tranquilidad. Las últimas selecciones juveniles han aportado mucho a la Mayor, sobre todo al plantel campeón del Mundo en Qatar (la del 2017 tenía a Montiel, Foyth, Lisandro Martínez, Exequiel Palacios y Lautaro Martínez, mientras que la de 2019 a Julián Alvarez).
Ahora bien, hay un problema enorme con Javier Mascherano. Nadie duda del sentido de pertenencia del ex River, pero ha perdido la credibilidad del hincha tras un pésimo Mundial de Rusia y una posterior consagración de la Selección tras su retiro. Si ya esto no le jugaba a favor, el flojo rendimiento de su equipo hace que las tenga todas en contra. A la hora de juzgar su proceso, lo anterior debe quedar de lado. Es cierto que dio muestras de mejora, pero el problema principal que lo llevo a quedar eliminado dos veces del mismo mundial no se corrigió. Puede ser que o bien Mascherano no pueda transmitir correctamente su idea, o bien que ésta no contempla los ajustes defensivos necesarios. Sea uno u otro, es problema de Mascherano.
Para el final, queda analizar el rol de la AFA aquí. Pensando en el proceso exitoso de José Pekerman y todo su equipo, la huella que dejó parece estar algo gastada. Desde 2007 que Argentina no repite un rendimiento interesante en un mundial juvenil. La partida del Bocha Batista fue un golpe importante para la estructura, puesta la capacidad en el trabajo de inferiores del actual entrenador de Venezuela. A ciencia cierta tampoco podríamos juzgar el trabajo de Aimar o Placente en Juveniles, porque ellos también arribaron sin pergaminos a sus cargos. Ahora bien: los resultados se vieron en el tiempo. En el caso de Mascherano no ha sido así. Se aguardaba un paso al costado, pero de momento continuará a cargo del Sub-20. Incluso se especula con que dirija el Preolímpico.
Argentina no puede regalar el prestigio conseguido entre 1995 y 2007. Si las piezas no funcionan, deben ser reemplazadas, sin importar el nombre propio que esté adelante. Si los títulos llegaron, fue por el trabajo integral de formación que legó Pekerman. Es hora de pensar en un proceso en manos de nombres que tienen la experiencia y las herramientas para trabajar con pibes. Las vivencias propias y la idolatría no alcanzan: la capacidad de transmitir es fundamental.
El resultado entristece. La ilusión de la gente con continuar la hegemonía generada por la Scaloneta se esfumó antes de lo esperado. Sin embargo, no hay que preocuparse: el material futbolístico está presente. Mas temprano que tarde veremos a muchos de estos pibes jugando en la Mayor. Será cuestión de ajustar tuercas, y no perder más tiempo. La intensidad del fútbol no brinda tantas oportunidades.
Periodista / Abrí la Cancha

 

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