Atlético Tucumán: radiografía de un puntero notable

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Transcurrida la mitad del campeonato, Atlético Tucumán  sorprende a propios y extraños por su solvencia, simpleza y contundencia. El análisis de un equipo que pasó de pelear el descenso a ilusionarse con la vuelta olímpica.

Por Nicolás Podroznik

 

No descubrimos nada al decir que el fútbol argentino es el más parejo y competitivo del mundo. Tal como venimos diciendo hace tiempo en este espacio. Muchos no querrán verlo, ya sea por las luces de los grandes nombres del otro lado del Atlántico o por sus propias características, pero lo cierto es que no hay liga en el mundo -dentro de las de primer nivel- en donde haya una paridad tan grande y cualquiera le pueda ganar a cualquiera. Y así lo demuestra Atlético Tucumán.

El último año previo al inicio de este campeonato fue un verdadero suplicio para los tucumanos. Anteúltimos tanto en el Campeonato 2021 como en la Copa de la Liga 2022, no pudieron encontrar el rumbo ni con Omar De Felippe, ni con el Cholo Guiñazú ni con la vuelta del Vasco Azconzabal. La llegada de Lucas Pusineri parecía un manotazo de ahogado ante la falta de alternativas para el banco del Decano, pero rápidamente demostró que fue un verdadero cimbronazo. ¿Cómo se explica este fenómeno que moviliza a media provincia?

Comencemos con el entrenador. Sin tantos pergaminos, con buenas campañas en Colombia con el Cúcuta y Deportivo Cali, primero llegó con el sostén de su idolatría a un Independiente conflictuado y urgido de puntos. Su paso por Avellaneda dejó la sensación de ser un entrenador que gestiona bien su plantel sin grandes nombres o incorporaciones, pero su equipo no lució ni tuvo aprobación mayoritaria del difícil público rojo, sobre todo después de la recordada derrota frente a Racing en el Cilindro.

En su arribo a Tucumán, rápidamente movió fichas para contratar a Carlos Lampe como arquero. Descartado por Vélez y en busca de minutos, el entrenador lo pidió de manera imprescindible. Un acierto fundamental. El arquero boliviano lleva once vallas invictas en trece encuentros disputados (sólo no jugó frente a Colón y Godoy Cruz) y, en caso de consagrarse campeón, podría superar el record que posee nada menos que José Luis Chilavert, quien logró dejar su arco en cero en quince ocasiones durante la obtención del Clausura ’93. Cabe destacar su sobriedad: sin gestos ampulosos, ni gritos ni espectacularidad, es sin duda el mejor arquero del campeonato.

En cuanto a la defensa, los nombres responden a laburantes del fútbol, teniendo como estandarte al subcapitán Bruno Bianchi. Central duro y de buen juego aéreo, comanda la defensa que conforma junto a Martin Garay, Fernando Capasso y Gabriel Risso Patrón.

Ellos también son parte fundamental de la gran cantidad de vallas invictas del Decano. Nombres que se supieron adaptar a la idea de Pusineri, que tiene a la simpleza como bandera, algo que se extiende al resto de las líneas. Jugadores inteligentes que comprenden y cumplen a rajatabla un concepto: si se puede jugar se juega y si no, se juega largo y a buscar la segunda pelota. Para ello también es preciso un buen mediocampo.

Los volantes que utiliza Pusineri también tienen una característica particular: ninguno de ellos tiene un punto fuerte en su juego. No tienen un volante central aguerrido, ni un especialista en pelota parada, ni un gambeteador nato: todos tienen un poco de todo. Sacrificio, inteligencia y pelota al compañero. Ninguno de sus volantes es un negado con la pelota ni tampoco le escapan a meter y raspar. Con Guillermo Acosta como conductor y Ramiro Carrera como el volante más avanzado, construyen un fútbol directo y preciso sin necesidad de posesiones largas, tal y como se vio en el segundo gol que le convirtieron a Barracas la última fecha.

 

La delantera actualmente la componen Cristian Menéndez y Ramiro Ruiz Rodríguez. El Polaco -campeón del Nacional B en 2015 con el Decano- no es el típico 9 al que le llueven centros, sino que además de aportar su cuota goleadora, se tira a los costados y se faja con todo aquel defensor que vaya a marcarlo. Ruiz Rodríguez es el orgullo del club. Surgido de las inferiores, Pusineri le dio la confianza para establecerse como titular y no le falló: picante y encarador, es el encargado junto a Carrera de desarmar la defensa contraria para que se abran los espacios.

Un detalle que no hay que pasar desapercibido: tal como lo contamos en una de nuestras notas, Atlético Tucumán tiene un muy buen promedio de goles sobre llegadas de peligro. Lo curioso es que en este apartado duplica la efectividad de su escolta Gimnasia. La confianza construida permite que se den situaciones como la de la última fecha, en donde convirtieron tres golazos, uno de ellos memorables. Lo de Mateo Coronel no es nuevo: ya lo había intentado un par de veces jugando para Argentinos Juniors, club que lo cedió a préstamo al Decano. En La Paternal los hinchas trinan ante la decisión de Gabriel Milito de dejar ir a un jugador desequilibrante y atrevido.

 

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En el festejo del golazo de Coronel se puede observar la montonera de suplentes que rápidamente van a festejar con él. Punto a favor también del entrenador: algunos jugadores que eran habituales titulares con otro técnico -como Gil Romero, Rius o Lotti- cuando entran no desentonan y aportan su granito de arena, demostrando una vez más la importancia de la gestión y la comunión del plantel a la hora de buscar un objetivo.

El Decano sigue demostrando que es un conjunto durísimo, que achica bien espacios y que tiene como clave estar siempre encima de la jugada para obtener superioridad numérica, ya sea para recuperar la pelota o para contragolpear. Sin lujos y con los pies sobre la tierra, tanto entrenador como jugadores han puesto de manifiesto que se puede jugar un futbol simple y directo, pero que requiere orden táctico y sacrificio para equilibrar la balanza ante tantos otros equipos con nombres de peso y estilos de juego que llaman la atención. Las quejas y reclamos provenientes de un fútbol con la mirada en Buenos Aires no hacen mella. La campaña de Atlético Tucumán vino a refrescar de un cachetazo la idea que los equipos del interior del país están de relleno para ser partenaire de otros grandes que olvidan gestas del Decano, como aquella en la Copa Libertadores del 2017 en donde consiguió una victoria épica frente a El Nacional jugando con la camiseta de los pibes de la Sub 20 Argentina. De cara a una potencial reestructuración de las categorías del fútbol argentino, Atlético Tucumán tiene una chance única de poner definitivamente en valor las pasiones que moviliza el fútbol en el interior del país. Ojalá así sea.

 

(*) Periodista / Abrí la Cancha.

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