En la octava fecha comenzará a utilizarse el VAR en nuestro país. La sensación de justicia que brinda la tecnología podría traer consigo otros inconvenientes. Repasamos los puntos nodales de una herramienta que puede resultar un arma de doble filo.
Por Nicolás Podroznik (*)
Desde que el fútbol es fútbol en la Argentina, en la memoria quedan marcados a fuego los grandes equipos, los goles inolvidables y los nombres que forjaron una época. Las polémicas arbitrales también quedan en la memoria. Desde el robo a Gimnasia en 1933 que le impidió campeonar al Expreso, al insólito penal cobrado por Diego Ceballos en la final de Copa Argentina entre Boca y Rosario Central en 2015 que terminó ganando el Xeneize. Pasaron los años y aun se recuerda el adelantamiento de Antonio Roma en el penal ejecutado por Delem o la mano de Gallo que no quiso ver Guillermo Nimo.
A lo largo de más de cien años de fútbol todos los equipos han sido beneficiados o perjudicados por el arbitraje, aunque vale aclarar que una buena parte de estas polémicas responden a partidos que han enfrentado a equipos grandes con equipos chicos. Con la llegada del VAR, la esperanza de que haya un halo de justicia permite pensar en un fútbol aún más parejo de lo que actualmente es, pero no todo lo que brilla es oro.
En primer lugar, hay dos cuestiones básicas sobre el VAR que servirán para que los hinchas comprendan el funcionamiento de esta herramienta. La primera es que el VAR revisa todas las jugadas constantemente. La ya trillada frase el VAR debería revisar esta jugada es incorrecta. La segunda es que para que el VAR llame al referí debe haber una discrepancia entre lo que sancionó el árbitro y lo que observó el VAR. Si árbitro y VAR coinciden en su apreciación sobre una jugada, no hay revisión. He aquí donde debemos hacer un alto importante, ya que se genera un gris en el cual una acción polémica puede no ser revisada. Un ejemplo de esto es la recordada acción entre Pinola y Martín Benitez en el River-Independiente de la Copa Libertadores 2018. El juez Anderson Daronco no revisó la acción en el monitor del campo de juego simplemente porque el VAR coincidía con su apreciación. Sin embargo, reglamentariamente era un claro penal en favor del cuadro de Avellaneda.
Si pensamos en términos de justicia, está claro que se espera que se reduzca el margen de error de las sanciones en las cuales interviene el VAR. Las estadísticas de las principales ligas demuestran una intervención positiva por encima de un 90%, dejando en claro que es una herramienta que brinda justicia en la inmensa mayoría de las veces que se utiliza. Sin embargo, hay unque responde a las decisiones que remiten a interpretaciones del árbitro que lleva las riendas del encuentro. Estas suelen ocurrir mayoritariamente con las manos dentro del área, que es donde suele variar la visión que tienen los jueces sobre estas jugadas y donde más polémica se suscita, sobre todo teniendo en cuenta los cambios reglamentarios que se presentaron en los últimos años con respecto a estas acciones y que todavía traen confusión tanto a futbolistas como espectadores. Esto echa por tierra el argumento de los detractores del VAR, quienes aseguran que con la tecnología se está matando algo tan lindo como la polémica en el fútbol. Nada más alejado de la realidad.
Ahora bien, la parte negativa de la introducción del VAR en nuestro fútbol quizás no tenga que ver con la tecnología en sí, sino en cómo ésta afecta el desarrollo del juego. El primero de los puntos negativos -y hasta aquí el más notable- es la demora en la resolución de las intervenciones del VAR, algo que lamentablemente ocurre sólo en Sudamérica y que va en detrimento de la propia utilización de esta herramienta, ya que la alta dinámica e intensidad que ha alcanzado el fútbol en la actualidad requiere en algunas jugadas de la tecnología para determinar su sanción. Por caso, en la temporada pasada de la Premier League, el promedio de tiempo de revisión VAR fue de 84 segundos, y el record de duración de una revisión está en 3 minutos y 45 segundos. En la Copa Libertadores pasada, en el partido de Boca vs. Atlético Mineiro jugado en La Bombonera, al conjunto xeneize se le anuló un gol mediante revisión a pie del campo de juego. La demora fue de 5 minutos y 30 segundos.
Otro de los problemas que puede acarrear el uso del VAR (atención: el uso, no el VAR en sí) en nuestro fútbol es el respaldo constante que van a tener los árbitros. A priori podemos pensar que les brindará tranquilidad, pero lo cierto es que teniendo en cuenta los antecedentes de demora en la resolución, el uso continuo de la tecnología es potencialmente riesgoso a la hora de hacer dinámico el desarrollo del encuentro. La idea es que los árbitros estén finos a la hora de sancionar sin necesidad de intervención del VAR, porque evidentemente cuanto más sucede esto, más tiempo se pierde. Sirva como ejemplo el partido que protagonizaron Bahía y Defensa y Justicia en la Copa Sudamericana de 2020: en el transcurso de la primera etapa de aquel encuentro, el VAR debió intervenir en tres oportunidades. La demora total por las revisiones fue de 13 minutos y medio. Un 30% de la duración de un tiempo. Desde el inicio de esta Copa de la Liga, se han suscitado no sólo arbitrajes de muy bajo nivel sino también sanciones incomprensibles, como el penal que Jorge Baliño señaló en favor de Huracán frente a Estudiantes. Si hubiese habido VAR, se habría perdido tiempo en una situación que no lo ameritaba. Entonces, no alcanza solamente con reclamar el correcto funcionamiento del VAR: los árbitros dentro de la cancha deberán afinar el ojo para que la tecnología se use lo justo y necesario, evitando así demoras e impaciencia por parte de todos los actores que intervienen en un partido de fútbol.
Tampoco se comprende la decisión de la AFA de establecer la sala VOR (Video Operation Room) en el predio de Ezeiza y no en cada una de las canchas. Quizás responda a una cuestión de infraestructura propia de cada club, pero lo cierto es que esta decisión podría ser potencialmente perjudicial, ya que la distancia con respecto a los diferentes estadios podría aumentar el tiempo de demora en las intervenciones, a fin de cuentas la mayor dificultad con la que actualmente lidia el fútbol sudamericano.
Por último, quedará por ver cuál será la reacción de los jugadores, acostumbrados a protestar todo con la intención de influir en el desarrollo del arbitraje de un partido. Son prácticamente dos generaciones de futbolistas que crecieron bajo esta norma pero que deberán adaptarse a esta nueva herramienta, la cual por ejemplo desactiva por completo la intención de fingir una infracción dentro del área para que se sancione penal, algo que muchos consideran como un obstáculo para la picardía o la viveza del jugador. Incluso Mauricio Pochettino, actual entrenador del PSG francés, declaró que estaba en contra del VAR porque “el fútbol se trata de engañar al rival”. Habría que aclararle que en una situación de simulación al que se engaña es al árbitro.
De momento, el VAR no cuenta con una aceptación mayoritaria del hincha, ya sea por incomprensión del uso correcto de la herramienta, romanticismo de la trampa o incluso a sabiendas de un favoritismo que se expresa por localías o los colores de una camiseta. Que el VAR funcione y sea aceptado en nuestro fútbol no depende de sí mismo, sino de aquellos que la utilizan. Al fin y al cabo, son los mismos que dirigen todos los fines de semana. Si su nivel continúa siendo bajo, el VAR se transformará en un obstáculo que impacientará a propios y extraños que potenciará todo manto de sospecha de despojo que puedan crear jugadores, dirigentes o hinchas. Y eso no le sirve a nadie.
(*) Periodista / Abri la Cancha.