En 1988, San Martín de Tucumán realizó una proeza llamativa: pasó del Regional al fútbol grande sin escalas. Un año intenso que merece un analisis detallado. Otra de las historias descubiertas en Abrí la Cancha.
Por Carlos Aira
San Martín de Tucumán. Los Cirujas. Una de las instituciones más importantes y representativas del norte argentino. En 1988 sorprendió al fútbol argentino con una proeza enorme: del Regional a Primera División. Sin escalas por el Nacional B.
Con la creación del Nacional B, en 1986, la plaza de Tucumán la obtuvo Atlético Concepción. Fue una inmensa sorpresa. San Martín y Atlético quedaron no clasificaron al nuevo torneo. San Martín derrotó a Atlético en semifinales para caer, 4 a 1 y 3 a 2, ante Atlético Concepción de Río Salí en las finales. Los grandes del fútbol tucumano fuera del nuevo torneo Nacional. El fútbol ante una gran polémica: ¿Cómo podía prescindir el torneo de los dos clubes más taquilleros de la provincia? Para los Cirujas el revés fue durísimo: el año anterior habían realizado un magnífico campeonato Nacional de Primera División.
El camino de San Martín para acceder al Nacional tenía un destino: el Torneo del Interior 86/87. San Martín encabezó la Región Norte, compartiendo un petit-campeonato junto a Atlético Tucumán – el otro clasificado – Concepción FC, Atlético Ledesma, Newbery (Aguilares), Tabacal, Juventud Antoniana, Altos Hornos Zapla, Mitre (Santiago) y Frías. Pero en los Cuartos de final de la Etapa Final cayó ante Arsenal de Sarandí. Para peor, el ascenso al Nacional B le correspondió a Atlético.
El Torneo del Interior 87/88 era la tercera oportunidad de San Martín para acceder al necesario Nacional B. La dirigencia le ofreció al uruguayo Nelson Pedro Chabay la conducción del equipo. El Buche pidió mantener la base del equipo y a dos talentosos: el uruguayo Julio César Jiménez – campeón de Primera División con Ferro en 1982 – y Ricardo Troitiño. Un plantel que tenía la prodigalidad de Juan Carlos Daza y el gol en Jorge López, el Avión, compañero de Diego Maradona en Argentinos Juniors; y el Mono Campos.
En el tórrido enero de 1988 comenzó el camino. San Martín debutó en la etapa zonal y no tuvo que participar de la desgastadora primera etapa. Los Cirujas compartieron zona junto a Talleres (Perico), Vespucio (Mosconi) y Newbery (Tucumán). Cuatro victorias, un empate y una derrota (ante Vespucio en Salta) le dieron el pase a la Ronda Final, donde San Martín debía enfrentarse ante Talleres (Perico), Central Norte (Salta) y Ledesma (Gral. San Martín). Los tucumanos volvieron a imponerse con una sola derrota.
Lo que venía ahora era la Etapa Final. En Cuartos de final, San Martín enfrentó a Belgrano de Paraná. Fue 0 a 0 en cancha de los Mondongueros y un concluyente 6 a 2 en la Ciudadela. En semifinales, el rival fue Sarmiento de Leones. En la Ciudadela triunfó el Santo 1 a 0. La revancha en Córdoba finalizó igualada 1 a 1. Era momento de la final. En la misma enfrentó a Guemes de Santiago del Estero. La serie se definió en Tucumán con la victoria 5 a 1 de San Martín. En Santiago, ganaron los locales 1 a 0, pero daba igual: San Martín de Tucumán era equipo del Nacional B.
EL DODECAGONAL DE LA GLORIA
Pero en aquellos días se jugaba un dodecagonal de ascenso a Primera División.Del mismo participaban los ganadores del Torneo del Interior (San Martín y Estación Quequén), el campeón de la B Metropolitana (Talleres de Escalada) y los nueve equipos mejor ubicados en el Nacional B 1987/88 que obtuvo Mandiyú de Corrientes. Estos clubes fueron Atlético Tucumán, Belgrano de Córdoba, Chaco For Ever, Cipolletti, Colón, Douglas Haig, Huracán, Quilmes y Tigre.
San Martín tenía desventaja deportiva y debía definir todos sus partidos fuera de casa. El primer rival fue Tigre. El domingo 12 de junio de 1988, San Martín ganó 1 a 0 en la Ciudadela, gol del uruguayo Julio César Jiménez. La revancha se disputó el sábado siguiente. En Victoria también ganó San Martín. 1 a 0, gol convertido por José Noriega. Algunos periodistas hablaron de sorpresa. Julio César Jiménez expresó en el vestuario: «En Buenos Aires desconocen la trascendencia del fútbol tucumano. Nuestro objetivo principal era clasificar al Nacional B, pero ahora nuestra ambición es ascender a Primera A. No creo que sea una meta descabellada porque en fútbol todco es posible. Además, para nosotros es vital la localía en la Ciudadela, donde somos practicamente imbatibles. San Martín es un equipo ofensivo y yo soy el primer sorprendido con la estrategia de Chabay, porque siempre plantea los partidos a ganar, les pide a los defensores que se proyecten y eso se ve muy poco en el fútbol de hoy«.
Esa tarde, San Martín formó con Juan Ibáñez, Mario Jiménez, Villafañe, Alfredo Juárez y Dante Unali; Héctor Chazarreta, José Noriega, Julio César Jiménez y Juan Carlos Daza; Miguel Rutar (Pedro Montero) y Jorge López (Luis Moreno).
Cipolletti de Río Negro fue el siguiente rival en el camino de San Martín. El equipo del Alto Valle había realizado una campaña fantástica y terminó tercero la temporada. Un equipo con figuras: Arturo Yorno, el veterano defensor Pablo Comelles, Guillermo Rivarola – que tendrá un destacado paso por River Plate, San Lorenzo y Racing Club -, Máximo Nardoni y Henry Homman. El sábado 25 de junio se enfrentaron en la Ciudadela. Cipolletti se puso en ventaja por intermedio de Jorge Márquez, pero los locales lo dieron vuelta redondeando un categorico 5 a 2 final, goles de Miguel Rutar (2), Pedro Robles, Héctor Chazarreta y Jorge Orlando López. La revancha se disputó el sábado 3 de julio y en Rio Negro igualaron 1 a 1. El gol del Santo lo marcó Miguel Rutar.
San Martín en semifinales. El rival sería Quilmes, subcampeón de la temporada. Para el fútbol, la posibilidad de ascenso de los tucumanos ya era cierta. El partido de ida se jugó en la Ciudadela el martes 12 de julio de 1988. Partido aplazado por lluvias. Encuentro de dientes apretados. Quilmes, dirigido por Humberto Zuccarelli, realizó un planteo ultra defensivo. El arquero tucumano Gabriel Puentedura aguantó el cero de Quilmes, que terminó el partido con Norberto Candella y Alfredo Llane expulsados. 0 a 0. El resultado parecía mal presagio para San Martín. Por reglamento, en caso de igualdad clasificaba el mejor ubicado en la tabla de posiciones. Para los Santos era ganar o ganar en Guido y Sarmiento.
La revancha se disputó el domingo 17 de julio. Quilmes confió su suerte al resultado en Tucumán y pagó su falta de audacia. San Martín se puso en ventaja por intermedio del José Ernesto Campos. Cuando finalizaba la primera etapa igualó Daniel Leani, de tiro penal. Parecía que Quilmes sería finalista del torneo. A los 21 minutos de la segunda etapa, Nelson Chabay ingresó a Miguel Rutar por Campos. Pocos instantes después, el veloz delantero aprovechó una desconcentración de la defensa cervecera para marcar el 2 a 1 final.
¡San Martín finalista del reducido! En un vestuario que no podía con su alegría, el cordobés Miguel Rutar remarcó la condición de hombres de fe que tenía gran parte del plantel: «Antes creía conocer a Cristo pero me di cuenta que estaba muy lejos; ahora me he entregado a él, trabajo para él y dejo que haga su voluntad. Cuando me entregué a él estve cinco meses sin jugar pero jamás renegué de él, porque sabía que algo grande me estaba preparando. Después de esos cinco meses, volví a jugar de titular contra Tigre y anduve bien; con Cipolletti hice tres goles, fui al banco el martes pasado y hoy ingresé para concretar la victoria. Fijense que después de cinco meses sin jugar, la gente ha vuelto a quererme y a corear mi nombre en la tribuna. Esto es obra de Dios, sin dudas. La fe es tan grande que me dice que vamos a ser campeones y que el próximo torneo jugaremos en Primera A. Este plantel tiene cinco hijos del Señor: Chazarreta, Haumal, Unali, Moreno y yo y todos estamos absolutamente seguros de que conseguiremos el título. Acuérdense de eso que les digo cuando salgamos campeones».
Final del Dodecagonal 1987/88. San Martín de Tucumán enfrentaría a Chaco For Ever, que había eliminado a Huracán en la otra semifinal. En esta oportunidad no habría ventaja deportiva para For Ever: en caso de empatar ambos partidos, habría penales. Domingo 24 de julio de 1988. Notable expectativa en San Miguel de Tucumán. Cinco horas antes de comenzar el encuentro no había más entradas populares. A pedido de Jorge Yunes, presidente de For Ever, un operativo enorme: 110 efectivos dispersados en todo el estadio. Unos 600 hinchas chaqueños llegaron a la Ciudadela acompañados por hinchas decanos, que portaban una gran bandera de Atlético Tucumán. Pero el marco que dio la hinchada de San Martín fue apoteótico. Partido cerrado hasta que a los 38 minutos, José Noriega, con un tiro libre excepcional, marcó el gol del triunfo tucumano.
En el vestuario, el goleador expresó: «A pesar de lo exiguo de la diferencia, creo que el 1 a 0 es importante, máxime tratándose de una final tan reñida y disputada. Sin dudas que Chaco For Ever fue uno de los rivales más difíciles que enfrentamos, no sólo en el Torneo Reducido, sino en toda nuestra campaña para llegar a la final«. Por su parte, Nelson Pedro Chabay analizó: «Los dos puntos se quedaron en Tucumán. La ventaja para el próximo encuentro es nuestra y el hecho de que Merlo – el arquero de For Ever – haya sido figura habla a las claras de una justicia innegable en el marcador. Aunque falta la revancha, esta victoria nos pone muy cerca de Primera División«.
RESISTENCIA, DOMINGO 31 DE JULIO DE 1988
La jornada comenzó muy temprano. Un operativo de 320 efectivos de la policía chaqueña estuvieron afectados al operativo montado para la final. El resultado en la Ciudadela motivó que Natalio Mirkin – presidente de San Martin – pidiera 5.000 entradas para la final. Desde temprano, 45 micros y cientos de coches llegaron a Resistencia luego de recorrer casi mil kilómetros. Comenzaron los problemas. Media hora antes de comenzar el encuentro, dos mil hinchas con entradas no podían ingresar al estadio por disposición del operativo policial. Finalmente, la mayoría de los hinchas tucumanos pudieron presenciar la final en el codo de la calle 15.
Partido con entradas agotadas. ¿El precio de las mismas? Los menores de 12 años abonaban un seguro de 3 australes. socios jubilados: 15 australes; generales: 25 australes; tribuna cabecera con adicional: 30 australes; platea baja numerada: 40 australes y platea alta: 50 australes. ¿Cuanto costaba la revista Solo Fútbol? 12,50 australes. Se recaudaron 522.613 autrales.
A las 15:25 ingresó Chaco For Ever al campo de juego vistiendo una llamativa camiseta amarilla. El equipo, dirigido por Rodolfo Motta, formó con Néstor Merlo; Hugo Parrado, Alarcón, Di Marco y Jorge Antonio Benítez; Marioni, Celso Freyre y José Antonio Barrella; Mario Noremberg, Fernando Moro y Gargini. A las 15:31 entró a la cancha San Martín. El once de la Ciudadela fue: Juan Alfredo Ibáñez; Pablo Robles, Walter Villafañe, Alfredo Juárez y Dante Unali; Héctor Chazarreta, José Noriega y Julio César Jiménez; Ricardo Troitiño, Ernesto Campos y Jorge Orlando López. A las 15:40, el veterano árbitro Jorge Romero inició la final.
Desde un primer momento, San Martín impuso una cuota de talento y audacia necesarias para ganar una final fuera de casa. Un mediocampo de lujo, con un bastonero excepcional: Julio César Jiménez. For Ever propuso garra y sacrificio, pero no les alcanzó. A los 28 minutos, Noriega abrió el marcador. Fiesta en Tucumán. La hazaña de pasar del Torneo del Interior a la Primera División era casi una realidad. Pero la fiesta se desencadenó a los 24 minutos del segundo tiempo cuando Jorge López derrotó a Néstor Merlo. La hinchada de Chaco For Ever explotó en un espontáneo aplauso. La hinchada tucumana comenzó a cantar «Oh le le, oh la la, si éste no es el fútbol, el fútbol dónde está». Cuando cantaron «Borombombón…este es el fútbol del interior», se sumó la tribuna forevista.
El vestuario de San Martín fue una sucursal del paraíso. Nelson Chabay analizó la victoria de su equipo: «Con San Martín ganó todo el fútbol. Estaba seguro qué cuando For Ever adelantara las líneas, ibamos a disponer de espacio para ganarles las espaldas y no iban a poder contrarrestar nuestra potencia ofensiva. Nuestro fútbol lo hemos expuesto en todas partes sobre la base de una convicción absoluta, aún en los peores momentos, para intentar la nuestra; la que mejor sabemos, que es la misma que siente el común de la gente».
El Mono Ernesto Campos no olvidó los años de sacrificio: «Este logro significa mucho para nosotros, ya que llevamos dos años luchando por un triunfo así. Nuestra meta era clasificar al Nacional B, este torneo fue un regalo y nosotros lo tomamos con todas las ganas y supimos aprovechar la oportunidad para ascender a Primera A».
Por su parte, el experimentado Jorge Orlando López decía: «Pocas veces sentí una alegría y una emoción tan profundas como cuando vi que la pelota cruzaba la línea de cal y se convertía en el segundo gol nuestro. Venía a reafirmar que el fútbol nuestro, es el que le gusta a la gente; podemos darnos la alegría más grande de nuestras carreras profesionales, aún de los que tienen vasta experiencia en el fútbol internacional tal el caso de Julio César Jiménez».
San Martín completó su 1988 soñado con dos victorias históricas en Primera División. El 30 de octubre se quedó con el invicto del líder Racing Club al derrotarlo 3 a 1, goles de Ernesto Campos y Jorge López (2). Pero el encuetro para todos los tiempos se jugó el lluvioso domingo 20 de noviembre, cuando San Martín derrotó 6 a 1 a Boca en la Bombonera, con tres goles del misionero Antonio Vidal González, dos de Dante Unali y uno de Jorge López.
En junio de 1989, San Martín perdió la categoría. Gran parte del plantel que logró la hazaña de 1988, consiguió un nuevo ascenso a Primera División en 1992, también dirigidos por el uruguayo Chabay. Algunos de estos jugadores ya no están. Luis Alberto «Pocho» Moreno falleció el 23 de mayo de 2001 en un accidente automovilístico. También el arquero Juan Alfredo Ibáñez y el entrenador Nelson Chabay, quien se fue el 2 de noviembre de 2018. Pero es momento de recordar al plantel que logró una hazaña única como fue pasar del Regional a la máxima categoría sin escalas: los arqueros Francisco Eduardo Guillén, Juan Alfredo Ibáñez y Hugo Daniel Haymal; los defensores Mario Alberto Jiménez, Dante Rubén Unali, Pablo Robles, Walter Rubén Villafañe , Luis Alberto Moreno y Alfredo Santiago Juárez; los mediocampistas Héctor Chazarreta, Julio César Jiménez, Pedro Arturo Monteros, José Humberto Noriega, Daniel Antonio Romano, Pablo de la Cruz Galván y Rodolfo Eduardo Torres; los delanteros Jorge Orlando López, Raúl Alfredo Roldán, Miguel Angel Rutar, Ricardo Luis Solbes, Ricardo Luis Troitiño y Oscar Roberto Dilascio. El entrenador Nelson Pedro Chabay fue acompañado por el ayudante de campo Carlos Alberto Roldán y el preparador físico Hipólito Enrique Bellardi.