La muerte de Jacobo Urso, joven figura de San Lorenzo de Almagro, conmocionó a nuestro fútbol en 1922. La historia publicada en Héroes de Tiento (Historias del fútbol argentino 1920-1930), para comprender mejor aquellos tiempos y sus personajes.
Por Carlos Aira
El invierno de 1922 fue particularmente lluvioso. Palermo era un lodazal de ambos lados del Maldonado. En ese mar de barro, la cancha del Estudiantes blanquinegro. Allí, en medio del Parque 3 de Febrero, el local recibió a San Lorenzo de Almagro bajo una gran tormenta. Partido áspero. Jugado con rudeza. Domingo 30 de julio.
Jacobo Urso, a pesar de sus jóvenes veintitrés años, era un histórico con la camiseta azulgrana. Nació en Dolores, provincia de Buenos Aires, el 7 de abril de 1899. De muy pibe se instaló junto a su familia en Boedo. Los Urso, que eran trece, vivían en la calle Beauchef, muy cerca de Avenida La Plata. Con catorce años, Jacobo visitó por primera vez la azulgrana. Pronto escaló divisiones, y el 7 de mayo de 1916 debutó en Intermedia ante Estudiantes de La Plata. No fue un partido más. Era la inauguración del estadio que se convertirá en el Gasómetro.
En el fragor del partido, Urso fue a disputar una pelota en lo alto. Junto a él saltaron Comolli y el gigante Juan Van Kammanade. El encontronazo fue violento. Los 110 kilos del gringo hicieron que el muchacho azulgrana se llevara la peor parte. Sus compañeros le pidieron que abandone el partido, pero él decidió seguir a pesar del dolor y las dificultades para respirar. Completó los noventa minutos con un pañuelo en la boca. Lienzo que dramáticamente se tiñó con el rojo de su sangre. Apenas terminó el encuentro agotó sus fuerzas y se desmayó. Fue llevado de urgencia al Hospital Ramos Mejía. El diagnóstico fue espantoso: dos costillas fracturadas, una de las cuales le perforó el riñón derecho. Lo operaron, extirpándole el riñón. Quedó internado en la sala 4, con la visita incesante de sus colegas, esperando un milagro que finalmente no se produjo. Jacobo Urso falleció a las 18:05 del domingo 6 de agosto. Lo dicho, tenía apenas veintitrés años.
El cuerpo de Urso fue velado en su casa, Beauchef 811. Ultima Hora relató el viaje final del malogrado futbolista
Con la muerte, nació el mártir. San Lorenzo tomó su figura y la alzó a la categoría de mito. Un monumento a su persona vigiló el ingreso al viejo Gasómetros. Sus cenizas se encuentran en el museo del club. Por disposición de la Comisión Directiva, la madre de Urso, humilde inmigrante italiana, cobró una pensión vitalicia de 150 pesos. Un mes después de la desgracia se realizó un amistoso con la finalidad de ayudar económicamente a los padres de Jacobo.
EL HOMENAJE A URSO Y EL HOMBRE BRUTO
El partido se realizó el 3 de septiembre en el Gasómetro. Tan hondo caló la tragedia que la AAF permitió a sus jugadores participar del encuentro. Lo increíble fue que el partido casi termina en escándalo. Entre los jugadores invitados estuvo Heriberto Simmons, aquel riverplatense que rompió a Pichín Hospital. En un partido con un fuerte componente humanitario, su actuación fue desalmada:
“Una vez más Simmons demostró su instinto inhumano, dando el triste espectáculo que fue dado a presenciar por todos los que ayer concurrieron al campo de deportes de San Lorenzo de Almagro, donde se realizó el partido a beneficio de la familia de Jacobo Urso. Todo el público exteriorizó su desagrado premiando las intervenciones del hombre-bruto con una silbatina, y no faltaron varias voces pidiendo su expulsión. Lo lamentable fue que Aragón sufrió las coses del bruto, quedando lesionado en un ojo y Calomino y Oliviera saliendo bastante maltrechos de las caricias del rubio. Lo imperdonable es el poco tino de la Comisión Organizadora de los teams, al incluirlo en el mismo, conociendo sus bestialidades para el juego”.
Fragmento de Héroes de Tiento (Ediciones Fabro. 2015). Permitida su reproducción citando fuente y autor.
Periodista y escritor. Autor de Héroes de Tiento y Héroes en Tiempos Infames. Conductor de Abrí la Cancha, por Radio Gráfica. Premio Jauretche a la Investigación Periodística.