José Yudica fue uno de los grandes entrenadores del fútbol argentino. Campeón con tres clubes diferente – ninguno de los tradicionales grandes – y artífice del campeonato de Primera B de San Lorenzo en 1982.
Por Martín Gorojovsky
José Yudica nació en Rosario, el 26 de febrero de 1936. Hincha de Newell’s, dio sus primeros pasos como amateur en el club Morning Star, después rebautizado Estrella de la Mañana. Campeón infantil en 1949, tres años después participó en los Juegos Olímpicos de Helsinki. En 1954 inició su carrera profesional en el cuadro de sus amores, donde jugó hasta 1958 (112 partidos, 25 goles). Al año siguiente pasó a Boca Juniors (65 partidos, 20 goles), donde compartió la delantera junto al gran Ernesto Grillo, a quien había conocido en una convocatoria de la Selección Nacional en 1956 (4 partidos, un gol).
Vistió la camiseta xeneize hasta 1961, sin ganar ningún título. Tampoco daría la vuelta con sus clubes siguientes, a saber: Vélez Sársfield (1962-1963; 34 partidos, 5 goles), Estudiantes de La Plata (1964; 29 partidos, un gol), Platense (1965-1966; 57 partidos, cuatro goles), y Quilmes (1967; 21 partidos, dos goles). En 1968 se fue a Colombia, más precisamente al Deportivo Cali (52 partidos, 5 goles), cuadro con el que ganó el campeonato colombiano de 1969. En 1970 volvió a la Argentina, esta vez para jugar en el ascenso. A los 33 años firmó para Talleres de Remedios de Escalada, donde salió campeón y ascendió a Primera B. La siguiente temporada lo encontró en San Telmo, donde colgó los botines, a los 34 años de edad. “Tuve más suerte como entrenador que como jugador”, diría décadas más tarde. Veamos por qué.
Su primera tarea fue en Altos Hornos Zapla de Jujuy, al que clasificó para la disputa del Nacional de 1974. Le tocó la Zona B, y estuvo cerca de pasar al octogonal final. El grupo y el primer boleto quedaron para el sorprendente Talleres de Ángel Labruna, mientras que el segundo lugar fue para Newell´s, vigente campeón del Metropolitano. Los jujeños del Piojo quedaron, junto a Gimnasia de La Plata, a solo un punto de los rosarinos, y por encima nada menos que River Plate.
Con esta buena campaña como carta de presentación, llegó a Quilmes en 1977. En el Metropolitano consiguió salvar al Cervecero del descenso. La lucha por la permanencia fue dura, y el objetivo se alcanzó en la última fecha de un maratónico torneo disputado por 23 equipos a lo largo de 46 fechas. En el Nacional no llegó a las instancias decisivas. Muchos años después Yudica destacó que durante aquel año se formó la unidad del plantel que haría historia al año siguiente.
A priori el objetivo del Metro del ´78 era nuevamente mantener la categoría. Evidentemente el quía se tomo muy en serio su trabajo, tanto que Quilmes terminó mirando los puestos del descenso desde lo más alto de la tabla. Ya de por sí era histórico que un verdadero equipo de barrio saliera campeón, pero además lo hizo con modestos recursos en un torneo casi tan largo como su homónimo del ´77, y compitiendo contra colosos como el River de Labruna, el Boca del Toto Juan Carlos Lorenzo y el Independiente del Pato José Omar Pastoriza.
La dupla Oscar López-Oscar Caballero comenzaron el Metro. Luego de un comienzo dubitativo, el regreso de Yudica. Entre los puntos destacados de aquel equipo podemos destacar a Alberto Fanesi, líder de la defensa, el Indio Omar Gómez, que era el talentoso es un equipo más caracterizado por la táctica que por la técnica, y el goleador del equipo y del torneo (junto a un tal Diego Maradona) Luis Andreuchi, que convirtió 22 de los 53 goles del campeón. Si bien el juego del equipo (plantado en un 4-3-3) no lucía (que como ya se ha dicho, no es lo mismo que jugar bien), Yudica demostraría a lo largo de los años que no se casaba con ninguna fórmula. Era más o menos vistoso según los jugadores con los que contaba.
Pese a la coronación no se quedó en el club. En 1980 tuvo un paso por Estudiantes de La Plata, pero ni el Metro ni el Nacional consiguió destacarse. Volvió a Quilmes en 1981, esta vez para obtener el ascenso como subcampeón de Nueva Chicago. Como si de un trotaclubes se tratara, volvió a cambiar de equipo pese a haber cumplido con su meta. Su siguiente destino fue San Lorenzo de Almagro, el único de los cinco grandes al que ha dirigido. Asumió en la mitad del campeonato de la antigua B, en remplazo del ya mencionado Toto Lorenzo y terminó de redondear una campaña en la que el Ciclón ganó el ascenso por varios cuerpos de diferencia, dos fechas antes del final del torneo.
Instalado ya como técnico destacado, Yudica empezó por esos años su época más gloriosa. La primera página la escribió en Argentinos Juniors. El Bicho de La Paternal pasaba un momento histórico. Con una base armada por Labruna (que murió tempranamente y no llegó a ver el fin de la cosecha) y con la dirección de Roberto Marcos Saporiti, se había consagrado campeón por primera vez en su historia al ganar el Metropolitano de 1984. Sin embargo el Sapo no había continuado al frente del equipo, por lo que el Piojo fue convocado para remplazarlo.
Al parecer los torneos largos o intrincados eran una especialidad de nuestro homenajeado. Volvió a coronarse en el último Nacional, el de 1985, cuyo sistema de disputa sigue confundiendo a los sabios y estudiosos aún hoy. Para resumirlo brevemente: fue un torneo de eliminaciones dobles, donde se sucedían las ruedas de perdedores y de ganadores. De esta manera los finalistas, Argentinos Juniors y Vélez Sársfield, jugaron cuatro finales. La primera correspondía a la definición de la Ronda de Ganadores y se disputó a partido y revancha, con triunfo rojo por 2 a 0 (en cancha de Boca) primer, victoria fortinera por igual marcador en Liniers, y definición por penales que favoreció al equipo de Yudica. La segunda fue a partido único como final entre el ganador de la Ronda de Ganadores contra el ganador de la Ronda de Perdedores y la ganó Vélez, también desde los doce pasos. Por último hubo un desempate de las dos finales anteriores, donde el Tifón de Boyacá se impuso por 2 a 1 y se quedó definitivamente con el campeonato.
A diferencia de lo ocurrido en Quilmes siete años antes, esta vez hubo lugar para los lujos, a tono con la tradición futbolística de Argentinos. Nuevamente la táctica empleada fue un 4-3-3, pero esta vez había varios jugadores de gran técnica. El mariscal de la defensa no era otro que el campeón del ´78 Jorge Olguín, secundado por Adrián Domenech. En el mediocampo brillaron el Checho Sergio Batista como número 5, el Panza Mario Hernán Videla como 8, alternando a veces con Juan José López, y por la banda izquierda el Nene Emilio Commisso. Y en el último cuarto de cancha brillaron el mejor Claudio Borghi y el goleador Carlos Ereros. Estos nombres marcarían a fuego la historia de La Paternal en un 1985 inolvidable.
Como campeón del Nacional, Argentinos Juniors fue a disputar la Copa Libertadores. En la primera fase se las tenía que ver con Ferro, Fluminense y Vasco da Gama. El desarrollo del grupo fue una especie de David y Goliath doble, ya que la discusión por el pasaje a la siguiente fase quedó entre los argentinos que se hicieron fuertes de local y de visitante contra los brasileros. En el desempate, los de Yudica superaron a los de Carlos Griguol por 3 a 1 y avanzaron a la segunda fase.
Allí esperaban Blooming, y el campeón defensor, nada menos que Independiente, con Bochini, Marangoni, Giusti y Burruchaga. El Rojo de Avellaneda era naturalmente el gran candidato a llegar a la final. Todo indicaba que así sería cuando eliminado el conjunto boliviano, debía cerrar de local el grupo contra el Bicho. Si quería clasificar directamente, Argentinos estaba obligado a ganar porque de persistir la paridad en puntos con la que llegaban a la última fecha deberían jugar un repechaje donde Independiente tendría ventaja deportiva debido a su mejor diferencia de gol.
El partido fue uno de los grandes duelos que protagonizó el cuadro de Yudica aquel año. De entrada se puso 2 a 0 arriba con goles del Pepe Castro y del Panza Videla, de penal. Pero antes del final del primer tiempo Mandinga Percudani conseguía el descuento. En el segundo tiempo los locales fueron con todo por el empate, pero los de Yudica si bien estaban a la defensiva no se colgaron del travesaño, sino que defendieron la ventaja con elegancia. Sobre el final del partido sin embargo, Independiente tuvo a favor un penal. Ejecutó Maranga, pero por primera vez en la competición Enrique Vidallé se vistió de héroe, ya que atajó el tiro del habilidoso volante y metió a su equipo en la definición. Al término del partido, el público local aplaudió el fútbol exhibido por el ganador.
El rival de la primera final internacional de Argentinos Juniors fue América de Cali. Ambos iban en busca de su primera Libertadores, y como suele suceder en estos casos la serie fue cerrada. El Tifón se impuso en Buenos Aires por 1 a 0 con gol del Nene Commisso, y en Cali los locales se impusieron por el mismo resultado, de manera que hubo que jugar un desempate en cancha neutral. El estadio elegido fue el Defensores del Chaco en Asunción, y el partido terminó 1 a 1 tras 120 minutos de juego. Commisso nuevamente convirtió para Argentinos, mientras que el argentino Ricardo Gareca anotó para los colombianos. En la tanda de penales Vidallé volvió a ser decisivo al contener el remate de Anthony de Ávila, mientras que el Panza Videla hizo delirar a toda la Paternal cuando venció a otro argentino, Julio César Falcioni.
Paralelamente a la disputa de la Copa, los dirigidos por el Piojo animaban el campeonato local, aunque el principal objetivo era la Copa Intercontinental, que ya se jugaba en Tokio. El campeón europeo era la Juventus de Michel Platini, y el encuentro jugado el 8 de diciembre es recordado como uno de los mejores partidos, sino el mejor en la historia de las finales mundiales de clubes. A los 10 minutos del segundo tiempo Carlos Ereros abrió el marcador, pero ocho minutos más tarde Platini empató de penal. Pepe Castro volvió a adelantar a los argentinos a los 30, pero Michael Laudrup igualó nuevamente cuando faltaban ocho minutos para el final. El marcador no se modificó en el alargue y esta vez no bastó la atajada de Vidallé a Laudrup, porque su colega Stefano Tacconi contuvo los tiros de Batista y de José Pavoni (no confundir con el defensor homónimo de Independiente). Por muy poco se quedaron los Bichitos colorados con las ganas de ponerle la frutilla al postre que había sido aquel año.
Todavía hubo tiempo para ser protagonista en el torneo doméstico, donde clasificó en el cuarto lugar y jugó otro partido histórico, esta vez contra River en el Monumental. En el encuentro correspondiente a la vigesimosexta fecha los Millonarios se impusieron en un vibrante 5 a 4. El objetivo principal fue defender la Copa, y como sucedía en aquellos años el campeón empezaba a jugar desde la segunda vuelta, en la que sus rivales fueron River y Barcelona de Guayaquil. Al igual que el año anterior la discusión quedó entre los equipos aregntinos, pero esta vez sí hubo que jugar un desempate, en el que los de Nuñez tenían la ventaja deportiva, que los llevó a la final tras empatar en otro gran partido que sin embargo terminó 0 a 0.
Los últimos meses del Piojo en el Bicho pasaron entre la disputa de la Copa Interamericana obtenida frente a Defense Force de Trinidad y Tobago, y un muy mal campeonato local, donde el equipo salió decimoséptimo. Aún así Yudica había escrito una página gloriosa, no solo de Argentinos sino del fútbol estético.
En la temporada 86/87, Yudica se sentó en el banco de Vélez Sársfield. Luego de una campaña irregular, regresó a su primer amor. Fue en Newell´s Old Boys donde terminaría de instalarse en la galería de los grandes. Según sus propias palabras le “sucedió lo que no le sucede a nadie. Ser hincha del club, ex jugador, y además, entrenador campeón”. Lo consiguió con otro equipo memorable, formado exclusivamente por jugadores del semillero leproso.
Los tiempos cambiaban, y con ellos las tácticas. Esta vez el sistema fue el 4-4-2 que se fue imponiendo a lo largo de los ’80. Contó con un gran arquero (el Gringo Norberto Scoponi) una eficiente línea defensiva (Fabián Basualdo, Jorge Theiler, Jorge Pautasso y Roberto Sensini), un mediocampo con dos trajinadores (el Chocho Juan Manuel Llop y Juan José Rossi) y dos creativos (Roque Alfaro, campeón de todo un año antes con el River del Bambino, y el Tata Gerardo Martino), y una delantera efectiva, (el Galgo Dezotti y Sergio Almirón). Si bien el equipo no lo armó él (lo había hecho el Indio Jorge Solari, técnico saliente), lo cierto es que le agregó garra, pero sin dejar de lado el buen juego. Además promovió a dos muchachos de las inferiores que se destacarían en la selección y en el fútbol europeo: Gabriel Batistuta y Abel Balbo.
La campaña fue arrolladora. En tiempos en los que se concedían dos puntos por partido ganado le sacó seis unidades de ventaja al segundo (San Lorenzo), dio la vuelta olímpica dos fechas antes del final del campeonato, convirtió 68 goles y solo recibió 22. En el trayecto propinó algunas palizas memorables, en particular a Boca (5 a 1 como visitante en la décima fecha y 4 a 0 como local en la vigésimonovena) y a Independiente, al que vapuleó por 6 a 1 la tarde en que la Lepra alcanzaba su segundo título, después de catorce años de espera. Además, Yudica se convirtió con este campeonato en el primer técnico que se coronaba con tres equipos diferentes, logro que igualaría 16 años después el Tolo Gallego, también al frente de Newell´s.
También por tercera vez, un equipo del Piojo iba a jugar la Libertadores. En la primera ronda integró el grupo con San Lorenzo, Barcelona de Guayaquil y Filanbanco, de la misma ciudad. Habida cuenta de la debilidad futbolística ecuatoriana en ese momento, la pelea por el primer puesto (aunque ambos clasificaban) quedó entre santos y leprosos. Estos últimos se adjudicaron el Grupo 2 al imponerse 1 a 0 en el desempate.
Como pasaban de ronda 10 equipos, el formato de la edición del ’88 determinó que se jugara una segunda fase de cinco partidos, y recién en la tercera se incorporara el campeón vigente (Peñarol), para que clasificaran a semifinales los tres ganadores de esa tercera vuelta y… ¡el mejor perdedor! Planteado así el camino hacia la vuelta olímpica, en la segunda fase Newell´s venció por penales al Bolívar (1 a 0 para cada uno en los partidos, y 3 a 2 para la Lepra en los penales), y en la tercera ronda fue el beneficiario del reglamento vigente, ya que Nacional lo venció en Uruguay y en Argentina, pero el equipo de Rosario fue el perdedor que más goles convirtió, de modo que pasó de ronda para enfrentar a San Lorenzo. A pesar de que el acceso a la semifinal fue obtenido de manera bastante absurda, el pasaje a la final fue más legítimo, ya que los rosarinos se impusieron 1 a 0 en Rosario y 2 a 1 en Buenos Aires.
Por primera vez un equipo del Interior llegaba la final de la Libertadores, honor hasta el momento reservado a cuadros de Buenos Aires o de La Plata. Enfrente estaba un histórico como Nacional, que ya había dado una advertencia en la tercera fase. Newell´s venció en la ida, jugada en el Parque de la Independencia por 1 a 0, pero en el Centenario, los uruguayos ganaron 3 a 0 y llevaron el partido al alargue. Sí, leyeron bien. Como si no hubiera sido suficiente con la rebuscada clasificación de los partidos de eliminación directa, se determinó que en la final la diferencia de gol solo contaría después del suplementario. Aún así, no hubo lugar para que los rojinegros remontaran un partido que ya habían perdido, y Newell´s por primera vez se quedó en el umbral de la gloria continental. También fue así que terminó la época más exitosa del Piojo, que como tantos antes y después que él, tras el pináculo de su gloria comenzó a recorrer su declive.
Dirigió dos años más a los leprosos. En el torneo ‘88/’89 salió duodécimo y debió jugar la Liguilla Clasificación, una suerte de ronda de perdedores de la Liguilla Pre-Libertadores de aquel año. Eliminó a Central y llegó a semifinales para caer ante Deportivo Español. En el campeonato siguiente, repitió la misma ubicación, pero como la AFA no repitió el sistema de liguilla con ronda de ganadores y perdedores la campaña concluyó en la última fecha, así como su ciclo.
En 1992 volvió a Argentinos Juniors, pero su segunda etapa terminó muy mal. No llegó a dirigir un campeonato completo, porque en el curso de uno de los entrenamientos la barra brava quiso apretarlo por los malos resultados. Después de una discusión con el entrenador, los barras agredieron al Preparador Físico, que no era otro que el hijo del propio Yudica. Rebalsado el vaso, el Piojo sacó un revólver y ahuyentó a los agresores disparando al aire. Tras este lamentable episodio renunció y quedó en pésimo términos con el club que le había deparado momentos inolvidables. De allí pasó a Platense, aunque tampoco consiguió nada destacable.
En 1993 hizo su primera experiencia fuera de la Argentina, al tomar las riendas del Deportivo Cali, club del que guarda un grato recuerdo, tanto por el título del ’69 como por el buen trato que recibió como DT, aunque tampoco pudo alzarse con ningún laurel en particular. Volvió a Newell’s para la temporada ‘95-‘96, pero esta vez no pudo superar el cono de sombras al que había entrado la institución rosarina después del ciclo 1988-1992. Terminó en el puesto 12 en el Apertura y en la decimoséptima posición en el Clausura.
Después de este segundo paso por Rosario, se fue a Pachuca, en México. Una vez más se calzó el buzo de un equipo del ascenso y logró ascenderlo, cuando ganó el campeonato de Primera A (segunda división mexicana) de 1996. Su última experiencia hasta el momento fue un breve retorno a Quilmes en 1997, donde no pudo repetir el ascenso del ‘81. Desde entonces no ha vuelto a dirigir, pero no por voluntad propia. Varias veces declaró que se siente marginado y jubilado antes de tiempo por decisión de los dirigentes, debido a su carácter poco dócil y a su visión crítica del estado actual del fútbol argentino. Solo en 2009 volvió a vincularse al fútbol, cuando Quilmes lo convocó para coordinar el fútbol juvenil.
Aún así es una pena que este hombre, un verdadero genio del arte de ganar con recursos humildes y darle sus quince minutos a un equipo chico, lleve tanto tiempo marginado, cuando él mismo ha dicho que su avanzada edad no es un impedimento para afrontar su pasión, la dirección técnica.
Periodista y locutor. Integrante del staff de Abrí la Cancha
(*) José Yudica falleció el 23 de agosto de 2021.